miércoles, noviembre 30, 2011

Stefan Zweig. Lenin en Momentos estelares de la humanidad: doce miniaturas históricas


Aunque todavía sigue siendo un lector muy editado y leído, dudo que Stefan Zweig mantenga el predicamento que tuvo en otros tiempos, en especial en los largos años de la postguerra. Fue uno de los grandes de la literatura por sus novelas (La piedad peligrosas, Cartas a una desconocida, que inspiró una obra maestra del cine, etc), pero su mayor conexión con los lectores, sobre todo con los de formación autodidacta, eran sus biografías, breves, concisas, profundas, magistralmente escritas.
Fue gracias a Stefan Zweig, y concretamente a su obra Momentos estelares de la humanidad: doce miniaturas históricas, que el que escribe tuvo su primera noticia sobre Lenin, un personaje sobre el que sin duda había sentido alguna cosa, pero sobre el que carecía entonces de información. Recuerdo que entre sus diversos apartados, los que más me llamaron la atención fueron el de Tolstói (acababa además de leer La sonata a Kreutzer en la que presenta el matrimonio como un infierno), y claro está el de Lenin, y me dio las pistas para pasar a otras lecturas, las que eran posibles entonces, que por allá por la primera mitad de los años sesenta no podían ser muchas. Ahora me he encontrado el texto colgado en la Red, y he vuelto a apreciar su valor, Zweig era tan buen escritor como historiador, un personaje de una cultura excepcional, cuyos valores humanistas eran muy propios del siglo XIX, de manera que en 1914, cuando estalló la guerra, se le cayó el mundo encima. Fue movilizado por su país durante tres años, pero no estuvo nunca en los campos de batalla. Hizo su servicio en Viena, en un despacho de los archivos de la guerra. Ésta duraba todavía cuando obtuvo un permiso de dos meses, que él aprovechó para trasladarse a Suiza. En 1917 hizo representar en Zurich una obra dramática en nueve cuadros, Jeremías, en el cual se condenaba amargamente la guerra. Esta obra es de tendencias pacifistas y en aquél entonces sólo podía representarse en un país neutral.
En territorio suizo encontró a otro pacifista expatriado, su querido amigo Romain Rolland, el cual dijo de esta producción cuando se estrenó, que era el mejor ejemplo, por él conocido, «de esa augusta melancolía que sabe ver por encima del drama sangriento de hoy, la eterna tragedia de la humanidad». Junto con Romain Rolland y otros amigos de diferentes países beligerantes, fundó a aquél famoso grupo de escritores refugiados en Suiza que defendieron, contra la guerra, la unidad espiritual de Europa, sueños que serían derrumbados en los años treinta, una época que Zweig encontraba insoportable, por lo que finalmente optó por el suicidio.
Acabada la “Gran Guerra”, Zweig volvió a su país, pero no se instaló en Viena, sino en Salzburgo, donde lleva una existencia laboriosa, interrumpida tan solo por sus frecuentes viajes, que le dan materia y ocasión de nuevas actividades, entre ellas un viaje a la Rusia soviética en 1928, invitado por los organizadores de las fiestas celebradas en este país con motivo del centenario del nacimiento de Tolstoi. Hombre de letras, ajeno a la polémica política, y libre, por tanto, de todo prejuicio de secta, Zweig, en estos artículos, contempla el panorama espiritual de Rusia, siendo seguramente el tiempo en el que concibió este retrato de Lenin en el tren de Finlandia que merece ser conocido y leído por las nuevas generaciones.
La historia ya no volvió a repetirse. Los trenes en los que algunos líderes comunistas oficiales –Palmiro Togliatti, Maurice Thorez, Thorez, Alvaro Cunhal, Santiago Carrillo- viajaron de regreso a sus países en diversas fechas (1945 en el caso de los dos primeros, 1974 en el del portugués, y 1977 en el de Don Santiago), en medio de una situación de crisis social más o menos profunda. Peros su direcciones fueron justamente la opuesta a la del tren de Finlandia. En el caso de Lenin, las tesis (de abril) pasaban por la ruptura con el Gobierno Provisional, y con la socialdemocracia (mencheviques y eseristas), en el de todos estos señores, pasaba por apuntalar al máximo un “compromiso histórico” con las clases dirigentes, y evitar al máximo cualquier desbordamiento por abajo. Por eso la historia del comunismo que había comenzado con este tren, acabó cuando los otros trenes siguieron cursos muy diferentes, por no decir opuestos.

Stefan Zweig

El tren de libre circulación

Lenin, 9 de abril de 1917

El huésped del zapatero remendón

SUIZA, oasis de paz, refugio de toda clase de gente durante la primera guerra mundial, se convirtió desde 1915 a 1918 en escenario de una emocionante novela detectivesca. En los hoteles de lujo se cruzaban con fría indiferencia, como si no se conocieran, los embajadores de las potencias beligerantes, que un año atrás jugaban amistosamente al bridge. Salen y entran continuamente de sus habitaciones toda una serie de impenetrables figuras: delegados, secretarios, agregados diplomáticos, hombres de negocios, damas, ocupados en misiones secretas. Ante los hoteles se ven lujosos automóviles con matrículas extranjeras, de los cuales descienden industriales, periodistas y, al parecer, casuales turistas.
Pero casi todos ellos tienen la misma misión: enterarse de algo, descubrir algo. Y también el conserje, el botones que los conduce a sus habitaciones, la mujer de la limpieza, han recibido el encargo de vigilar, de escuchar lo que puedan. Por todas partes luchan, en una guerra sorda e invisible, unos contra otros, ora en los hoteles, en las pensiones, en las oficinas de correos, en los cafés. Lo que llaman propaganda es, en gran parte, espionaje; lo que se disfraza de amor, traición; cualquiera de los negocios declarados de todos aquellos apresurados visitantes resultan un segundo o un tercer negocio completamente distinto.
Todo es motivo de observación, todos los movimientos son vigilados. Si un alemán pisa el suelo de Zürich, lo sabe inmediatamente la embajada enemiga en Berna, y al cabo de una hora se enteran en París. Las grandes y pequeñas agencias envían cada día a los agregados enormes cantidades de papel con informes verídicos o inventados, informes que ellos se encargan de difundir luego. Las paredes parecen transparentes; se escuchan todas las conversaciones telefónicas. De los trozos de papel de las papeleras y las huellas de tinta impresas en los papeles secantes se pretende rehacer la correspondencia que puede interesar. Es tal el maremágnum, que hay muchos que ni ellos mismos saben lo que son, si perseguidores o perseguidos, espías o espiados, traicionados o traidores. Sin embargo, hay un hombre de quien nadie dice nada, quizá porque no llama la atención y no habita en ningún gran hotel, ni frecuenta los cafés, ni asiste a ningún acto de propaganda, sino que vive retirado con su esposa en casa de un zapatero remendón. Contiguo al Limmat, en la Spiegelgasse, viejo y angosto callejón, habita en el segundo piso de una de aquellas casas de la ciudad antigua, de sólida construcción, rematada por un tejado y ennegrecida por el tiempo y por el humo que sale de una fábrica de embutidos que está en el patio de la casa. Tiene por vecinos a una panadera, a un italiano y a un actor teatral austriaco. Como es poco comunicativo, los otros inquilinos apenas saben más de él que su condición de ruso y que tiene un nombre difícil de pronunciar. La patrona puede darse perfecta cuenta de que hace muchos años que su huésped huyó de su patria, que no dispone de mucho dinero y que no se dedica a ningún negocio lucrativo, por lo parco de su alimentación y la modestia, rayana en la miseria, de los vestidos de ambos cónyuges, que no precisan de grandes maletas para su transporte, ya que no alcanzan a colmar el cesto que trajeron consigo cuando llegaron.
Este hombre, pues, pasa inadvertido, lo cual es muy comprensible, dada su reservada manera de vivir. Evita toda compañía. Las gentes de aquella casa tienen pocas ocasiones de ver la acerada y oscura mirada de sus oblicuos ojos. Visitas apenas recibe. Pero con regularidad constante va cada día a las nueve de la mañana a la biblioteca pública, permaneciendo en ella hasta las doce, hora en que ésta se cierra. A los diez minutos está ya en su casa para tomar su frugal comida, y vuelve a salir a la una menos diez para ser nuevamente el primero en llegar a la biblioteca, donde permanece hasta las seis de la tarde.
Los reporteros y agentes de noticias sólo se fijan en los hombres que se mueven mucho, sin darse cuenta de que son siempre los solitarios, los ávidos de sabiduría, los que encierran ideas revolucionarias, y no se interesan por aquel insignificante individuo que vive en casa de un zapatero. En los círculos socialistas se sabe de él que fue redactor en Londres de un pequeño diario de tendencias radicales publicado por los emigrados rusos, y que en San Petersburgo se le cree el jefe de cierto partido aislado del que es preferible no acordarse; pero como habla dura y despectivamente de las personas más destacadas del partido socialista, considerando equivocados sus planes, y como se manifiesta intransigente y por completo opuesto a toda conciliación, no se preocupan mucho de él. Claro está que convoca de vez en cuando, por la noche, alguna reunión en un café proletario, pero sólo acuden a ella unas quince o veinte personas, jóvenes en su mayoría, y por lo tanto se considera a aquellos solitarios individuos como el resto de esos emigrados cuyos cerebros se exaltan a base de abundante té y muchas discusiones. Nadie concede importancia al hombrecillo de frente voluntariosa; no hay persona en Zürich capaz de querer grabar en su memoria el nombre del célebre huésped del zapatero, de ese Vladimiro Ilitch Ulianov. Y si por entonces alguno de los lujosos automóviles que iban apresuradamente de embajada en embajada lo atropellara, causándole la muerte en plena calle, tampoco el mundo le hubiera reconocido ni bajo el nombre de Ulianov ni por el de Lenin.

¿REALIZACIÓN?

Un día, sin embargo, el 15 de marzo de 1917, el bibliotecario de Zürich advierte con extrañeza que, a pesar de que las saetas del reloj marcan las nueve, el puesto que acostumbraba ocupar el misterioso individuo está vacío. Pasan las nueve y media, las diez, pero aquel lector incansable, aquel devorador de libros, no comparece, ni comparecerá jamás. Y es que, camino de la biblioteca, uno de sus amigos rusos le ha dado la noticia de que en Rusia había estallado la revolución. Lenin, al principio, no quería creerlo; está como anonadado ante semejante nueva. Pero luego, con sus característicos pasos, cortos y firmes, se precipita hacia el quiosco de periódicos situado a la orilla del lago, y tanto allí como ante la redacción del periódico espera la confirmación del trascendental acontecimiento durante horas y horas, días y días. Pero sí, la noticia era fidedigna. Cada vez se convence más de ello. Primero fue un simple rumor de que había ocurrido algo en el palacio de los zares. Se habló luego de un total cambio de Ministerio, y más tarde de la abdicación del Zar, de la instauración de una regencia provisional, la Duma, la libertad del pueblo ruso, la amnistía de los presos políticos... Todo, todo aquello que desde hacía años venía él soñando, todo aquello por lo cual había trabajado durante veinte años en organizaciones secretas, en la cárcel, en Siberia, en el destierro, se había cumplido. Y de pronto tiene la impresión de que los millones de hombres muertos en la guerra no habían caído inútilmente. Ya no le parecen víctimas sin sentido. Este hombre, soñador y calculador a la vez, frío y cauteloso, se siente como embriagado. Y, como él, se estremecen de emoción y sienten inmenso júbilo muchos otros desterrados que habitan en humildes viviendas en Ginebra, en Lausana y en Berna.
¡Oh, poder volver a la patria, regresar a Rusia! Y regresar no con nombres y pasaportes falsos, no con peligro de muerte, al Imperio de los Zares, sino como ciudadanos libres a un país libre. Todos preparan ya su mísero equipaje, puesto que los periódicos publican un telegrama de Gorki, redactado en términos lacónicos, que dice así: «Regresad todos a la patria.» Envían cartas y telegramas a múltiples direcciones. ¡Oh felicidad inmensa! Poder regresar, concentrarse todos y volver a ofrendar otra vez la vida, que habían ya dedicado desde las primeras horas lúcidas de su existencia, a la inmensa obra: la revolución rusa.

DECEPCIÓN

Al cabo de algunos días llega la noticia que es para ellos como una consternadota sentencia: la revolución rusa, que había conmovido sus corazones profundamente, no es la revolución que habían soñado, no es ninguna revolución propiamente rusa. Ha sido simplemente un alzamiento palaciego contra el Zar, urdido por diplomáticos ingleses y franceses, para impedir que el Zar concertara una paz por separado con Alemania. No, no era la revolución del pueblo, que pretende la paz y la consecución de sus derechos. No, no es la revolución por la que vivieron y por la que están dispuestos a morir, sino una intriga de partidos bélicos, de generales y de imperialistas, que no quieren estorbos en sus planes.
Y presto reconocen Lenin y los suyos que la invitación a volver a la patria no afecta a todos aquellos que quieren la verdadera y radical revolución marxista. Incluso Miliukov y otros liberales han dado orden ya para que se retrase su regreso. Y mientras socialistas moderados como Plechanov, necesarios para la continuación de la guerra, son conducidos de Inglaterra a San Petersburgo con todos los honores en un torpedero, retienen a Trotsky en Halifax y a los otros radicales en la frontera. En todos los Estados de la En ente hay listas negras con los nombres de los participantes en el Congreso de la Tercera Internacional en Zimmerwald. Desconcertado, Lenin envía telegrama tras telegrama a San Petersburgo, pero o bien son interceptados o quedan sin despachar. Lo que en Zürich se ignora, y apenas hay quien lo sepa en Europa, lo conocen a fondo en Rusia: el peligro que representa para sus contrarios aquel hombre al parecer insignificante que se llama
Vladimiro Ilitch Lenin. La desesperación de los «fichados » por no poder regresar no tiene limites. Desde años y años han estado planeando la estrategia de su revolución rusa en las sesiones memorables de su Estado Mayor en Londres, en París y en Viena. Han sopesado, estudiado y discutido cada uno de los detalles de la organización. En abierto debate han equilibrado por espacio de varios decenios, en sus publicaciones teóricas y prácticas, las dificultades, los peligros, las posibilidades. Ese hombre ha estado toda su vida revisándolas una y otra vez hasta llegar a una conclusión definitiva. Y ahora, hallándose retenido en Suiza, ha de ver cómo esa revolución que era «suya» es desvirtuada por otros, cómo la idea, para él santa, de la liberación del pueblo se supeditaba al servicio de naciones e intereses extranjeros. Existe cierta curiosa analogía entre el destino de Lenin y Hindenburg, pues éste, después de pasarse cuarenta años realizando maniobras estratégicas en supuestos campos de batalla rusos, al estallar la guerra se ve obligado a permanecer en casa vestido de paisano y a seguir con banderitas sobre un mapa los avances y retrocesos del ejército mandado por otros generales. En aquellos días de desconcierto, las ideas más fantásticas y disparatadas pasaron por el cerebro del hombre realista que fue siempre Lenin. ¿No podría alquilarse un avión que salvara la distancia sobre Alemania y Austria? Pero el primero que se le ofreció para tal empresa resultó ser un espía. Cada vez se van haciendo más descabelladas y confusas las ideas de la fuga. Escribe a Suecia para que le procuren un pasaporte sueco, pensando hacerse pasar por mudo para no tener que dar explicaciones. Como es natural, por la mañana, tras aquellas noches de desenfrenada fantasía, el mismo Lenin se da cuenta de lo irrealizable que son semejantes sueños. Pero tiene una obligación que no puede eludir: ha de regresar a Rusia, ha de hacer su propia revolución en lugar de la otra; ha de llevar a cabo la auténtica revolución, la revolución honrada, en lugar de la revolución meramente política. Tiene que regresar a la patria lo antes posible. ¡A toda costa! Caso de obtener una paz inmediata por su mediación, asumirá una tremenda responsabilidad que implacablemente le tendrá en cuenta la Historia por haber impedido la paz justa y victoriosa de Rusia. No sólo los revolucionarios tibios, sino los que comparten incondicionalmente sus ideas, quedan horrorizados cuando les da cuenta de lo que se propone hacer, o sea escoger el medio, el camino más difícil y más comprometido. Consternados, le indican que existen ya negociaciones a través de los socialdemócratas suizos para conseguir el regreso de los revolucionarios rusos por el camino legal y neutral del intercambio de prisioneros. Pero Lenin ve inmediatamente el tiempo que se perderá utilizando aquel camino, máxime estando seguro de que el Gobierno ruso procurará retardar el regreso cuanto sea posible. Además, cree que cada día y cada hora que pasan son decisivos. Él sólo ve el fin que persigue, mientras los demás, menos cínicos y menos audaces, no se atreven a decidirse a llevar a cabo lo que desde todos los puntos de vista, leyes y ética humanos no deja de ser una traición. Pero Lenin, resuelto, inicia bajo su responsabilidad personal las negociaciones con el Gobierno alemán.

EL CÉLEBRE PACTO

Justamente porque Lenin sabía muy bien lo escandaloso y trascendental que era el paso
que iba a dar, quiso obrar con la máxima claridad. A instancias suyas, el secretario del
Sindicato Obrero Suizo, Fritz Platten, visita al embajador alemán, que antes ya había tratado en términos generales con los emigrados rusos, y le expone las condiciones de Lenin. Porque aquel insignificante y desconocido desterrado, como si previese su futura autoridad, no se dirige al Gobierno alemán en tono suplicante, sino que le presenta sus condiciones bajo las cuales los viajeros estarían dispuestos a aceptar la conformidad del Gobierno alemán y que son éstas: Que se le conceda al vagón en que viajan el derecho de extraterritorialidad; que ni la entrada ni a la salida de Alemania se ejerza inspección de pasaportes y personas; que puedan pagar por sí mismos el importe del billete del ferrocarril según la tarifa corriente establecida, y, por último, que ni por orden superior ni por propia iniciativa saldrán del vagón. El ministro Romberg dio curso a estas noticias. Llegaron a conocimiento incluso de Ludendorff, y merecieron su apoyo, aunque en sus memorias no se lee ni una palabra sobre esta decisión de tanta trascendencia histórica, quizá la más importante de su vida. En algunos detalles pretende el embajador obtener alguna modificación, pues el protocolo está redactado astutamente por Lenin en forma tan ambigua que se presta a que en el famoso tren puedan viajar sin fiscalización de ninguna clase no solamente rusos, sino incluso un austríaco, como Radek. Pero, igual que Lenin, el Gobierno alemán también tiene prisa. Por aquellos días, precisamente el 5 de abril, los Estados Unidos de América declaran la guerra a Alemania. Y Fritz Platten, secretario del Sindicato Obrero Suizo, recibe por fin, el 6 de abril al mediodía, la memorable comunicación: «Asunto resuelto favorablemente.» El 9 de abril de 1917, a las dos y media de la tarde, un reducido grupo de gente mal vestida, cargada con sus maletas, sale del restaurante Zähringer Hof hacia la estación de Zürich. Suman en total treinta y dos personas, incluyendo mujeres y niños. De los hombres sólo ha perdurado el nombre de tres de ellos: Lenin, Zinoviev y Radek. Todos juntos comieron modestamente y firmaron un documento en el que manifestaban que conocen la publicación de la noticia por parte del Petit Parisien, según la cual el Gobierno provisional de Rusia piensa considerar a los viajeros que atraviesen Alemania como reos de alta traición. Firmaron con desmañada letra que aceptaban la plena responsabilidad que puede derivarse de aquel viaje y que se avenían a todas las condiciones. Y silenciosa y resueltamente, aquellos hombres emprenden el viaje que ha de repercutir en la historia del mundo. Su llegada a la estación no suscitó curiosidad alguna por parte de nadie. No comparecieron ni reporteros ni fotógrafos. Y es que ¿quién conoce en Suiza a aquel tal señor Ulianov que, tocado con un deformado sombrero, vistiendo una raída chaqueta y calzado con unas pesadas botas de montaña, busca en silencio un sitio en el vagón, entre el apiñado montón de hombres y mujeres cargados con fardos y cestos? Por su aspecto, en nada se diferencian estas gentes de los numerosísimos emigrantes que, procedentes de Yugoslavia, Rutenia y Rumania, suelen verse en la estación de Zürich sentados en sus equipajes, gozando de unas horas de descanso mientras esperan poder continuar el viaje hasta el litoral francés y de allí a ultramar. El Partido Obrero Suizo, que no está conforme con semejante aventura, no ha enviado a ningún representante suyo. Sólo han acudido a despedirlos unos cuantos rusos que aprovechan la ocasión para enviar algunas provisiones y saludos a los familiares que tienen en la patria, y también ciertos compañeros que en el último momento intentan aún disuadir a Lenin de la insensata y peligrosa empresa. Pero la decisión estaba tomada. A las tres y diez de la tarde dan la señal de salida. Y el tren parte en dirección a Gottmadingen, la frontera alemana. Desde aquella memorable hora, el mundo seguirá un rumbo distinto.

EL VAGÓN PRECINTADO

Millones de aniquiladores proyectiles se dispararon durante la guerra mundial, ideados por ingenieros para que tuvieran el máximo alcance y la máxima potencia. Pero ninguno de ellos tuvo mayor alcance, más decisiva intervención en el destino de la Historia, que ese tren que, transportando a los revolucionarios más peligrosos y más resueltos del siglo, corre velozmente ahora desde la frontera suiza a través de toda Alemania, facilitándoles su vuelta a Rusia, a San Petersburgo, donde harán saltar hecho añicos el orden establecido hasta entonces. En Gottmadingen espera la llegada de ese extraordinario proyectil un vagón con departamentos de segunda y tercera clase; las mujeres y los niños ocupan los de segunda; los de tercera, los hombres. En el suelo, una raya trazada con yeso limita y separa la parte ocupada por los rusos del departamento donde van los dos oficiales alemanes que custodian aquel transporte de explosivos humanos. Transcurre la noche sin incidentes. Sólo al llegar a Francfort irrumpen de pronto en la estación algunos soldados alemanes que se habían enterado del paso de los revolucionarios rusos, y es rechazado totalmente un intento de los socialdemócratas germanos para entenderse con los rusos. Lenin sabe muy bien las sospechas que se atraería si cambiara una sola palabra con algún alemán en su propio suelo.
En Suecia son recibidos con entusiasmo. Hambrientos devoran los viajeros el desayuno preparado al estilo del país para ellos. Los smorgas les saben a gloria. Lenin se provee de otro calzado y algunas prendas de vestir. Al fin se encuentra en la frontera rusa.

EFECTO DEL PROYECTIL

Lo primero que hace Lenin al llegar al territorio ruso es muy propio de él: no va a ver a
las gentes aisladamente, sino que se apresura ante todo a visitar las redacciones de algunos periódicos. Hace catorce años que falta de su patria, que no ha visto la tierra rusa, ni la bandera de la nación, ni los uniformes de los soldados. Pero, distinto a los demás compañeros del viaje, aquel férreo idealista no lloró, ni abrazó a los sorprendidos soldados, como hicieron las mujeres. No, lo primero para él era correr a las redacciones de los periódicos, sobre todo a la de Pravda, para comprobar si «su periódico» sabe mantener firmemente su punto de vista internacional. Indignado, rompe el ejemplar después de leerlo.
No, no es bastante, todavía no se subraya debidamente la auténtica revolución, todavía destila patriotismo, patriotería. Ha llegado a tiempo, a su modo de ver, para tomar la dirección del asunto y luchar por sus ideas hasta triunfar o ser derrotado. Pero ¿lo conseguirá? Por última vez siente todavía cierta angustiosa inquietud. ¿No procurará
Miliukov hacerle encarcelar allí mismo, en Petrogrado? (Aunque por poco tiempo, la ciudad se llama aún así.) Los amigos que acuden a su encuentro están ya en el tren.
Kamenev y Stalin sonríen de un modo inescrutable en el oscuro departamento de tercera clase, vagamente iluminado por la mortecina luz de un farol. No le contestan o no quieren contestar. Pero la respuesta, que la realidad se encarga de dar, es insospechada. Cuando el tren entra en agujas en una estación finlandesa, la inmensa plaza está llena de gente. Pueden contarse por millares los obreros; representaciones de todos los cuerpos armados esperan para rendir honores a los desterrados que vuelven a la patria. Resuena la « Internacional».
Y cuando Vladimiro Ilitch Ulianov desciende del tren, aquel hombre insignificante que hasta hace poco vivía en Suiza en casa de un zapatero remendón, es aplaudido por una ingente multitud y llevado en hombros hasta un automóvil blindado. Los reflectores instalados en las fachadas de las casas y en el castillo se concentran sobre él, y desde aquel coche blindado dirige su primer discurso al pueblo. Bulle animadamente el gentío por las calles. Ha comenzado el «ciclo de diez días que lo trastorna todo». El proyectil ha dado en el blanco, ha destruido un imperio y cambiado la faz del mundo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Experiencias desde Venezuela: empresas bajo control obrero


Tras la llegada a la presidencia de Hugo Chávez en 1998, Venezuela vive un proceso revo- lucionario bolivariano, que busca una sociedad más justa, equitativa, igualitaria, y así terminar con las injusticias que ha estado implantando el capitalismo. Con esta experiencia vivida en Venezuela, hemos podido comprobar que es posible construir alternativas productivas al margen de los esquemas capitalistas.
Podríamos decir que Venezuela, junto a Cuba y, en cierta medida, Bolivia y Ecuador, es la vanguardia del socialismo de siglo XXI. Gracias a los procesos de transformación que están viviendo estos dos países, los pueblos están tomando conciencia de la necesidad de desarrollar nuevos sistemas de producción alternativos que respondan a sus necesidades y no a los intereses del capital. Con estos dos referentes y las correspondientes políticas laborales que se están aplicando, se atisba una alternativa al esclavismo salvaje moderno en el que están convirtiendo nuestras vidas, donde el consumismo impulsivo se convierte en el día a día y los derechos básicos adquiridos mediante las luchas de los trabajadores y trabajadoras desaparecen a ritmos acelerados.
Durante este mes de agosto, hemos tenido oportunidad de vivir el proceso revolucionario bolivariano que se está llevando a cabo en Venezuela, donde diferentes sectores de la población están tomando conciencia y organizándose para, de una manera más justa y equitativa, responder a las necesidades de toda la población. Un buen ejemplo de ello se encuentra en la empresa Diana, recuperada por el Gobierno venezolano en el Estado de Valencia. Con la lucha llevada a cabo por los trabajadores de esta empresa, la vieja idea de que sólo el sector privado es garante de la productividad de una empresa y de toda una nación, es derribada por hechos concretos.
Cuando el Gobierno nacional la rescató en 2008, la empresa socialista Diana estaba en quiebra, pero en manos del Estado y de sus trabajadores han levantado la producción en un 30%. Más de un millón de personas se benefician de lo que la empresa produce. Antes de ser tomada por la Revolución, en la planta se elaboraban unas 200 toneladas de producto al mes. Ahora se producen 4.750 toneladas mensuales de margarina, aceite, manteca y jabón para el pueblo. Todo gracias a los trabajadores, con su moral y conciencia de clase. Ellos sacaron esta empresa del hueco donde la sumieron los anteriores propietarios capitalistas.
Antes, los sueldos alcanzaban únicamente para sobrevivir. La mayoría de los venezolanos sufrieron eso en la Cuarta República, cuando la oposición mandaba. En épocas pasadas echaban a la gente de sus empleos y ¿quién salía a proteger al trabajador? La derecha no defiende a la clase obrera. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Ellos defienden sus ganancias y sus intereses, antagónicos a los de la clase obrera. El sueldo mínimo que se paga actualmente en Diana es de 1.433 bolívares, lo que supera el salario mínimo nacional de 1.223,89 bolívares.
Encaminándose al escenario donde la justicia social impera, se han llevado a cabo muchos avances en diferentes ámbitos en el entorno mismo de la empresa Diana, tales como educación, sanidad, cultura... Buena muestra de ello son las misiones Robinson, Ribas y Sucre, gracias a las cuales los trabajadores y vecinos pueden alfabetizarse y cursar estudios hasta bachillerato, pasando por la formación profesional, así como cubrir sus necesidades sanitarias, como puede ser el acceso a un dentista de manera totalmente gratuita. Todo ello forma parte de la política desarrollada por la empresa socialista Diana de la mano del Gobierno bolivariano.
Abramos los ojos, aprendamos de ellos y trabajemos por un estado socialista vasco.

Ekain Rodriguez En nombre de la Brigada a Venezuela 2011 de Askapena

martes, noviembre 29, 2011

La FED orquestó el rescate secreto de los bancos inyectando 7,7 billones de dólares. ¡7,7 BILLONES!


Ben S. Bernanke, presidente de la Reserva Federal.

Aunque el Tesoro estuviera en los titulares, era la Fed quien orquestó el rescate
Mediante préstamos de emergencia secretos sin apenas intereses
Las entidades aprovecharon para crecer y seguir pagando bonus estratosféricos
La banca mundial recibió ayudas por valor de más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000 millones de dólares. Este rescate encubierto se organizó mediante préstamos secretos a intereses prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades mintieron públicamente sobre su salud financiera, se dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios astronómicos.
Según recoge la revista Bloomberg Markets, la Fed llegó comprometer 7,77 billones de dólares entre 2007 y 2009, incluyendo garantías además de préstamos, para salvar al sistema financiero mundial. Entre los bancos que recibieron las ayudas se encuentran los españoles Santander y BBVA, que obtuvieron unos beneficios de 96,2 y 84,1 millones de dólares, respectivamente, gracias a ello.
A parte de esto estaba el rescate oficial del TARP (Trouble Asset Relief Program), que ascendió a 700.000 millones de dólares.
El día más terrible fue el 5 de diciembre de 2008, cuando la banca necesitó 1,2 billones de dólares. Aquel día, Wall Street cerró con subidas de más del 3% con una fuerte remontada a última hora liderada por el sector financiero, después de caer durante la mayor parte de la sesión. También en esa jornada se nombró a Ken Lewis, consejero delegado de Bank of America, banquero del año: unos días antes, el 26 de noviembre, su banco debía 86.000 millones encubiertos a la Fed y había necesitado préstamos de emergencia para completar la adquisición de Merrill Lynch.
Desde la Fed se asegura que prácticamente todos los préstamos han sido devueltos y no ha habido pérdidas para el contribuyente. Sin embargo, su actuación siembra dudas porque permitió mantener con vida a instituciones quebradas que además aprovecharon ese dinero para crecer más y seguir repartiendo salarios y bonus desorbitados entre sus empleados.
Estas nuevas revelaciones llegan gracias a que Bloomberg LP ganó un juicio contra la Fed y un grupo de grandes bancos estadounidenses, lo que forzó a que se hicieran públicos los detalles de las operaciones entre el banco central y el sector financiero.
La Fed argumentaba que publicar estos datos en su momento crearía un estigma que cerraría el crédito a las entidades que utilizaran al banco como prestamista de último recurso.

Préstamos sin intereses

La Fed ha realizado préstamos de emergencia a través de la llamada ventanilla de descuentos desde su fundación en 1913, pero a partir de agosto de 2007 creó numerosas herramientas para ayudar al sector financiero, y a finales de 2008 ya había creado 11 facilidades de crédito distintas.
Normalmente, estos préstamos de emergencia son más caros para que los bancos no abusen de este privilegio. Sin embargo, durante la crisis, estos préstamos de la Fed fueron los más baratos del mercado, llegando a un mínimo del 0,01% en diciembre de 2008, como ya se publicó en primavera de este año.
Estos programas de emergencia iban "mano a mano" con el TARP, explica Sherrill Shaffer, profesor de la Universidad de Wyoming y ex economista jefe de la Fed de Nueva York. El TARP ayudó al banco central a aislarse de las pérdidas, mientras que la decisión de la Fed de dar financiación ilimitada a la banca permitió que ésta no se colapsara, protegiendo a su vez el dinero que el Tesoro puso para el TARP.
"Aunque el Tesoro estuviera en los titulares, era la Fed quien realmente estaba orquestándolo", añade Shaffer.
Por ejemplo, Bank of America y Citigroup recibieron oficialmente 45.000 millones de dólares del TARP. Sin embargo, al mismo tiempo estaban recibiendo préstamos regalados de manera secreta por la Fed, llegando tocar picos de cerca de 100.000 millones de dólares a comienzos de 2009 en ambos casos.

Secretismo absoluto

El problema es que los congresistas no sabían nada de que se estuviera organizando un rescate que permitió que Morgan Stanley recibiera 107.000 millones de dólares en septiembre de 2008, poco después de la caída de Lehman Brothers. Incluso los miembros del gobierno de George W. Bush que gestionaban el TARP desconocían estas actividades.
Judd Greg, ex senador republicano de New Hampshire y que encabezó las negociaciones sobre el TARP, asegura que "no sabíamos los detalles". Gregg es ahora asesor de Goldman Sachs.
Teníamos conciencia de que se estaban llevando a cabo esfuerzos de emergencia, pero no sabíamos los detalles", añade Barney Frank, congresista demócrata que presidía el Comité de Servicios Financieros de la Cámara.
Frank fue también uno de los impulsores de la reforma de Wall Street con la que se pretendía acabar con los excesos de la industria financiera. El Congreso debatió esa reforma en 2010 sin el conocimiento completo del nivel de dependencia de la Fed que tenían las entidades financieras, denuncia Bloomberg.

Bancos demasiado grandes para caer

Mientras, las grandes entidades estadounidenses siguieron creciendo y siguieron pagando a sus empleados tanto como en los momentos más álgidos de la burbuja inmobiliaria.
En concreto, los activos de los seis mayores bancos crecieron un 39% entre septiembre de 2006 y septiembre de 2011, hasta alcanzar los 9,5 billones de dólares. Los empleados de estas entidades vieron crecer sus compensaciones un 20% en esos cinco años, siendo el salario media el mismo en 2010 que en 2007, antes de la crisis y los rescates.
Estas ayudas encubiertas de la Fed permitieron, por ejemplo, que Wells Fargo comprara Wachovia, que estaba recibiendo préstamos secretos por valor de 50.000 millones para evitar su colapso. Algo similar se hizo con Bear Stearns, que recibió 30.000 millones para mantenersese a flote y que JP Morgan pudiera finalizar su adquisición.
"Cuando ves los dólares que obtuvieron los bancos es difícil decir que eran instituciones exitosas", asegura Sherrod Brown, senador de Ohio que intentó introducir una ley en 2010 para limitar el tamaño de las entidades. "Esto es un tema que puede unir al Tea Party con Occupy Wall Street. Hay congresistas en ambos partidos que cambiarían sus votos ahora".
Esta propuesta de Ley habría obligado a las seis mayores entidades a reducir su tamaño, pero la banca consiguió salirse con la suya argumentando que sería "castigar el éxito", recuerda Brown. Pero ahora que se sabe la cantidad de dinero que necesitó el sector puede que los senadores y representantes pensaran distinto.
Kauffman concluye: "No estamos en absoluto, preparados para otra crisis financiera".

http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/3565055/11/11/la-fed-orquesto-un-rescate-

¿Trató el POUM de asesinar a Negrín?


Uno de los últimos argumento de los que ya no se atreven a realizar la ecuación POUM=Quinta Columna, pero que aún así tratan todavía de justificar alguna conexión, echan mano a la obra de Morten Heiberg y Manuel Ros Agudo, La trama oculta de la guerra civil. Los servicios secretos de Franco, 1936-1945 (Crítica, Barcelona, 2006), que ofrecen datos y algún apunte en este sentido.
En principio se trata de autores circunspectos, de ahí que, por ejemplo, aseguran no querer entrar en el debate Southworth-Bolloten (p. 132), y en el cual el primero atribuye a Bolloten nada menos que de escribir –con su libro sobre la revolución española- “la obra maestra de la labor encubierta de Gorkin para la CIA” (1). Anotemos simplemente que, en un principio, Bollotten fue un simpatizante del comunismo oficial –según Preston su decepción se ubica en el asesinato de Trotsky-, de filiación socialdemócrata en la línea de Prieto y que, mientras estuvo como corresponsal en España fue testigo de una revolución que luego le pareció “camuflada” bajo la argumentación que encajaba la guerra española como mero prólogo de la II Guerra Mundial” (1).
Dado que este tema da para otro artículo, regresemos a la obra de Morten Heiberg y Manuel Ros Agudo (en la página 207-210, en el apartado “Planeando el asesinato de Negrín”- que pasan sobre ascuas al tratar los acontecimientos de mayo del 37. No tienen dudas de que la acusación de José Díaz según la cual “los militantes del POUM de fascistas disfrazados que hablaban de revolución para propagar el desorden”, pero añaden que “incluso Bowers, el embajador norteamericano en España, encontró convincente esta tesis; y no detallan lo que significa ese “incluso”, sobre todo teniendo en cuenta que Bowrs no tenía información sobre este aspecto, aunque eso sí, odiaba la revolución. En sus memorias escribía que ‘la crisis había sido provocada por los anarquistas y el POUM…, en general se cree que muchos de ellos eran agentes de Franco´” (p. 134). Curiosamente, también el embajador de Rooselvelt en Moscú, Joseph Davies —famoso por la película de Michael Curtiz, Misión en Moscú— certificó con entusiasmo que Stalin realizó los “procesos de Moscú” para liberarse de la “quinta columna”. Esto no tiene mayor validez que la de representar el punto de vista de las embajadas estadounidense que temían a la revolución más que al fascismo, pero en ambos casos la veracidad no es lo que les preocupa; representaban a una potencia que solamente se alió con la URSS después de Stalingrado.
Pero ambos autores se sirven de los “datos” de Bowers para crear un “clima” ambivalente en el que pueden situar la siguiente información:
“…la Quinta Columna de Barcelona (hiciera) una oferta a elementos del POUM en la Ciudad Condal, que se manifestaban dispuestos a asesinar al presidente del Gobierno socialista, Juan Negrín, y al ministro de Asuntos Exteriores, Álvarez del Vayo, a cambio dinero y pasaportes para establecerse fuera de España”, concretamente a los Estados Unidos. Heiberg-Ros Agudo ofrecen otra de arena considerando que el presunto acuerdo, que dan por hecho pero de cuyo curso no se tienen más noticias, “fue el resultado lógico de las crueles purgas de las que había sido víctima el POUM a lo largo de todo aquel año y que lo habían hecho salir del Gobierno de la República” (p. 142).
Curiosa información que liga unos datos bastante difusos (“¿”elementos del POUM”?), y que acaban a ninguna parte, ya que no se ofrece nada más, ni tan siquiera se entra en el detalle de que en el POUM pudiera haber una infiltración, que las hubo, pero como en todas partes, y el partido las combatió como todo el mundo, es más, no hay una sola línea organizativa que permita pensar en nada parecido, no en vano la principal preocupación del POUM fue encontrar aliados para resistir la campaña estaliniana. Aún así, para darle mayor cuerpo, ambos entran en una valoración según la cual (hipotéticamente), esta disposición se entendía como una reacción porque el POUM fue sacado “del Gobierno de la República”. Y ahí acaba todo, pero esto no es obstáculo para que algunos historiadores den la información por buena por más que una información de ese tipo (de una Quinta Columna obligada a realzar su faena, y raramente se cita como una fuente veraz, baste señalar el protagonismo que se adjudicó en la provocación de mayo del 37), y se emplea sin necesidad de análisis ni verificación.
Este es el caso de Fernando Hernández Sánchez, quien en su obra Guerra o revolución. El Partido comunista de España en la guerra civil, se puede leer lo siguiente: “El resentimiento contra Negrín llevó a algunos poumistas a pos­tular el asesinato del presidente del Consejo, junto o separadamente con el ministro de Gobernación. Incluso, como señaló Viñas citando a Heiberg y Ros Agudo, se estableció contacto el 5 de agosto a través de la quinta columna con el jefe de la inteligencia militar franquista, el coronel José Ungría. El Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) debería facilitarles medios para huir a Francia y posterior­mente a América. Las armas necesarias podían obtenerlas de una unidad del Ejército Popular en la que el POUM todavía tenía influen­cia. Los franquistas se apresuraron a aceptar la propuesta, compro­metiéndose a suministrar a los ejecutores pasaportes y cien dólares a cada uno de los participantes en el atentado, con una condición: los objetivos debían ser Negrín y Álvarez del Vayo. El episodio, evi­dentemente irresuelto, conduce sin embargo a una conclusión para­dójica en la cual, a la postre y por vía de venganza, los partidarios de la tesis de la inteligencia «trotskista» con la quinta columna podían ver confirmadas sus sospechas” (p. 436). En la nota 67, Fernando nos remite a unas páginas de El escudo de la República, perol Viñas no entra en este detalle.
Detalles como estos resultan muy comunes en cierta historiografía, y se puede citar un ejemplo, el de unas líneas de Queridos camaradas, una obra de Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo, y de las que Ángel Viñas en El escudo de la República se hace eco. Se trata del capítulo sobre el proceso del POUM, abordado por los autores una dirección única: contra el POUM, no culpable de trabajar para la Quinta Columna, pero si de defender una revolución “inoportuna”. Se cita el dato de que uno de los mítines del POUM “había terminado al grito del ‘¡Muera la República democrática!’” y añade: “Aunque muchos autores conservadores critican la falta de libertad en la España republicana, uno se pregunta cuánto habría durado un líder político que, en Burgos o Sevilla por ejemplo, hubiera lanzado un ‘!Muera el fascismo¡’, por no hablar de un ‘¡Abajo el Nuevo Estado!´”. Elemental, solo que…
Hay una explicación simple de esto: el POUM, con todas sus contradicciones al querer liderar una revolución a medias sin separarse de la izquierda republicana, estuvo en la primera línea de las barricadas de julio para defender las libertades democráticas; luchó junto con otras fuerzas republicanas (ERC por ejemplo) en el frente; su República añadía el “socialismo” —un adjetivo bien visto hasta por los sectores de los republicanos moderados— como complemento inexcusable de la libertad. El grito de aquel acto fue un gesto puntual —no se registra otro— que cabe atribuir perfectamente a la presencia de militantes de la fracción “maximalista” de (Amadeo) Bordiga, que creían que no existían diferencias entre fascismo y democracia burguesa, pero que también estaban peleando en el frente, pero que eran más minoritarios todavía que la fracción trotskista “auténtica” que lideraba G. Munis...
Otro argumento muy empleado es que la revolución fue un obstáculo para la guerra, olvidando que fue la revolución la que ganó las primeras batallas de la guerra. Por otro lado, también se podría añadir que las libertades democráticas también fueron un obstáculo para una guerra en la que el enemigo puso toda su potencia, su disciplina, y su total falta de escrúpulos…
(1) El ya célebre artículo de Southworth sobre Bolloten se encuentra inserto en la recopilación La República asediada, editada por Paul Preston. Toda la argumentación del importante historiador norteamericano –cuyos libros sobre los mitos franquista alumbró a varias generaciones- radica en el hecho de que la investigación de su compatriota está viciada por las fuentes provenientes del anticomunismo…un concepto que se utiliza obviando la mayor paradoja, que los mayores anticomunistas de la historia se llamaban a sí mismo comunistas.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

lunes, noviembre 28, 2011

El Nuevo Tango - de Santiago Álvarez - 1973



Documental del realizador cubano Santiago Alvarez filmado en Buenos Aires con motivo de la asunción de Hector Cámpora el 25 de mayo de 1973.

Hasta la victoria siempre (1967) - Santiago Alvarez



Documental que muestra diversos aspectos de la vida del heroico guerrillero Ernesto Che Guevara.

En un día como hoy, nacía un gran maestro de la clase obrera: Federico Engels.

Engels fue el más notable sabio y maestro del proletariado contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en una obra común. Y así, para comprender lo que Federico Engels ha hecho por el proletariado, es necesario comprender claramente la significación de la doctrina y actividad de Marx en pro del desarrollo del movimiento obrero contemporáneo. Marx y Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera con sus reivindicaciones surge necesariamente del sistema económico actual, que, con la burguesía, crea inevitablemente y organiza al proletariado. Demostraron que la humanidad se verá liberada de las calamidades que la azotan no por los esfuerzos bien intencionados de algunas que otras nobles personalidades, sino por medio de la lucha de clases del proletariado organizado. Marx y Engels fueron los primeros en dejar sentado en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la Historia escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, la sucesión de la dominación y victorias de unas clases sociales sobre otras. Y esto ha de continuar hasta que desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de clases: la propiedad privada y la producción social caótica. Los intereses del proletariado exigen que estas bases sean destruidas, por lo que la lucha de clases consciente de los obreros organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda lucha de clases es una lucha política.

Hanoi Martes 13



Con una estructura poética y narrativa, teniendo como texto párrafos de José Martí escritos en 1889, se muestra como vive y vivió, y como luchó por su libertad el pueblo heroíco vietnamita a partir del primer día en que comenzaron los bombardeos a la ciudad de Hanoi durante la guerra, en la década de 1970.

Santiago Alvarez
Director: Santiago Alvarez
(1967)

domingo, noviembre 27, 2011

Ni juicio ni castigo

¿

Es cierto que Brasil va a esclarecer lo sucedido durante la dictadura militar? ¿Alguien pagará por las atrocidades? Parece que no, y en este artículo Atilo Boron nos explica por qué. Los militares siguen en el poder.

Hace pocas semanas la prensa internacional informó que la presidenta Dilma Rousseff había finalmente dado vía libre a la creación de una Comisión de la Verdad para investigar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura en la que, como se recordará, ella misma fue capturada como guerrillera, detenida y torturada. Para sorpresa de muchos la Comisión investigará las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas el período 1946-1985 en lugar de concentrarse en los años 1964-1979, que fueron aquellos en los que se perpetraron los crímenes más aberrantes. Además, la Comisión -y esto es lo decisivo- nació privada de la facultad para juzgar y castigar a los responsables de los crímenes.
Como lo señalara en una entrevista concedida al autor de esta columna por la profesora Anita Prestes, hija del legendario dirigente comunista Luiz Carlos Prestes, la Comisión tiene como misión esclarecer pero no podrá juzgar a los muchos torturadores que todavía actúan a la luz pública en Brasil, muchos de ellos inclusive en el ámbito de las instituciones estatales. Un dato revelador de los limitados alcances de la Comisión, que algunos pensaron emularía los avances registrados en la Argentina, surge del incidente ocurrido en ocasión de la ceremonia que sancionaría su creación el día 18 de Noviembre en el Palacio del Planalto, en Brasilia. Para esa ocasión la presidenta Rousseff habría querido -o al menos consentido- que hablara en representación de las víctimas de la represión la profesora Vera Paiva, hija del ex-diputado Rubens Paiva, uno de los primeros desaparecidos por la dictadura militar instalada luego del golpe de estado de Abril de 1964. Conocida la intención de la presidenta los tres ministros militares del gabinete presidencial manifestaron su más enconada oposición: si Paiva hablaba también debería hacer uso de la palabra un militar. Resultado: Paiva no habló y el brillante discurso que tenía preparado no pudo ser leído. Conclusión: la fundamental supremacía civil sobre las fuerzas armadas es todavía una peligrosa asignatura pendiente en la "democracia" brasileña.
La derecha y los militares brasileños argumentaron lo de siempre: "no reabrir heridas ya cicatrizadas" y que el proceso ya había sido cerrado con la sanción de la Ley de Amnistía de Agosto de 1979, que posibilitó el regreso de los exiliados al tiempo que arrojaba un espeso manto de olvido sobre las atrocidades cometidas en los años anteriores. Lo grave del caso fue que no sólo la presion militar hizo que Dilma tuviera que ceder ante las demandas castrenses: el Tribunal Supremo de Brasil se apresuró a ratificar la impunidad declarando que los alcances de la Comisión de la Verdad no podían transgredir los límites establecidos por la Ley de Amnistía. De este modo el "esclarecimiento" al que pueda llegar la Comisión se verá dolorosamente frustrado ante la imposibilidad de apelar a la justicia para castigar a los culpables. Se convierte en un ejercicio lindante con lo masoquista: se examina y comprueba el crimen hasta en sus menores detalles pero al precio de reprimir el ansia de justicia que tensa el espíritu de los familiares y amigos de las víctimas. Vera Paiva podrá saber como capturaron, torturaron, mataron y desaparecieron a su padre pero al precio de renunciar a su derecho de enjuiciar y castigar a los culpables de su asesinato. Enésima comprobación de que no bastan las iniciativas "desde arriba", desde las alturas del estado: sin la pujanza de los organismos de derechos humanos la impunidad de los represores está garantizada. Así lo demuestra el caso que estamos analizando y, por la inversa, lo que ha venido ocurriendo en la Argentina.

Atilio A. Boron

Israel, una dictadura con vestimenta de democracia


Israel es una dictadura fascista. ¿Qué dudas caben a esta altura del partido? La última noticia que confirma todo lo que ya sabíamos nos la trae Guideon Levy, periodista del periódico liberal israelí Haaretz (El País). Israel comienza a legalizar lo que en acto tanto sus servicios secretos, como su ejército y policía venían practicando, dentro y fuera de sus “fronteras” que es la persecución a quienes piensan distinto, a la “izquierda”, como en las mejores épocas de nuestras dictaduras latinoamericanas. Prohíben a los árabes, dueños originarios de esas tierras siquiera reclamar por ellas, pero prohíben todo movimiento de solidaridad de puertas adentro con el pueblo palestino. Israel termina de delinear entonces su fascismo a la israelí, fascismo del que estaría sumamente orgulloso hasta el propio Benito Mussolini. Los hijos del ocaso se armaron en respuesta, cantaría Ismael Serrano, mientras un militar detiene a un activista judío por denunciar la ocupación y la masacre en Gaza.
Nadie puede negar sus orígenes y comenzar las reflexiones que siguen, requieren remontarme a mi propia historia personal. La primera vez que estuve en Israel tenía 18 años. En 1993 terminado el colegio secundario en la escuela judía de Tucumán, al norte de Argentina, y como muchos jóvenes de la comunidad, decidía viajar para vivir una “experiencia” en Israel, vivir un año allí presuponía para ese Estado la inversión en la posibilidad de reforzar mis lazos con la tierra, que según me decían, era de “mis ancestros”. Pero 1993 fue el año donde se sellaron los acuerdos de Oslo y veía en lo personal con simpatía como el asesinado primer ministro de Israel, Itzak Rabin, estrechaba su mano con la del Líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yaser Arafat. En ese momento mi formación, “sionista”, la cual yo creía de izquierda, me hacía ver con admiración un acuerdo con los árabes que le devolviera sus tierras y que naciera, a la par de Israel, un Estado Palestino. Hasta ese momento yo concordaba con la idea de dos Estados para dos pueblos. Parecía osado incluso plantear en aquel momento la necesidad que Israel devolviera todos los territorios conquistados en 1967, incluída la Jerusalem oriental, que sería, según mi visión, no solo la capital del futuro Estado Palestino, sino y sobre todo, la solución al llamado “conflicto árabe israelí”.
Han pasado casi 20 años y luego de mucho estudio y muchas lecturas, me fui dando cuenta que mi propia formación transitaba peligrosamente los caminos que conducían a un tipo de educación cuasi fascista. Al tiempo de ir leyendo, estudiando y comprendiendo los claros oscuros de la política estadounidense en medio oriente y las acciones de Israel, descubrí otra “historia judía” nunca narrada por las fantasías de alguno de mis “maestros”. La historia entonces dejó de ser lineal, dejó de ser un mito, los árabes, más exactamente los palestinos, dejaron de ser mis “enemigos” y comprendí que aquella tierra que me decían era ancestral y me pertenecía por derecho divino, no tenía absolutamente nada que ver conmigo. Incluso mis raíces se remontan a la antigua Rusia, a unos pueblos de lo que sería Ucrania muy seguramente. Mis orígenes eran eslavos y no semitas, aunque en cultura y tradición me había criado en el seno de una familia judía, no había lazo que me atara a Palestina, solo un falso sentimiento de pertenencia a una tierra lejana y sobre la cual se rezaba también en los templos, como si los lazos identitarios necesitaran ser reforzados ubicándolos junto a Dios.
La nueva tradición, reforzada por el sionismo naciente a fines del S. XIX nos hacía creer que nuestros lazos estaban en la tierra prometida, según los mandamientos bíblicos, aún cuando los padres mentores del sionismo y del nacionalismo judío, promovían sí la declaración de un hogar nacional pero no importaba si éste se erigía en tierra santa o en la Patagonia argentina. El lazo con Palestina lo fue creando cierto mito fundador, común, y esto hay que decirlo claramente, al surgimiento de todos los Estados modernos.
Hagamos un paréntesis necesario y pongamos un ejemplo de lo que venimos sosteniendo. La Argentina en la que vivo se hizo de la misma manera y las denuncias de este tipo de nacionalismo me valen tanto para Israel como para cualquier otro “Estado Nación”. Claro que es mucho más grave cuando ese Estado Nación pretende construirse sobre la base de una pureza étnica, como lo procuraron los nazis en Alemania (solo por citar un ejemplo, quizás el más visible de todos). Pensemos por un momento comparativamente los argumentos de los llamados padres fundadores del Israel moderno y de la Argentina moderna. Sarmiento decía que civilizar significaba poblar y por lo tanto fue necesario un genocidio, el practicado por el entonces presidente Julio Argentino Roca, para exterminar al aborigen, considerado en este caso un “nadie” que debía ser aniquilado para dejar espacio al hombre blanco, más preferentemente anglosajón, y poblar así la Patagonia. Idéntico planteo sostenían los padres fundadores de Israel cuando afirmaban: una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra, aún cuando en la Palestina histórica convivían en paz una minoría judía con una amplia mayoría árabe.
Palestina, como la Patagonia argentina, no solo no estaba despoblada, sino que tenía a su población originaria habitando en ella. Esto último es reconocido hasta por los propios historiadores israelíes y no es una mera declaración panfletaria del autor de estas líneas. Los historiadores narran lo que sus fuentes cuentan y fue lo que hizo el historiador israelí, hoy exilado en Gran Bretaña, Ilán Pappé, quien tras publicar su excelente trabajo, La limpieza étnica de Palestina, tuvo que buscar refugio en el país europeo tras recibir reiteradas amenazas de muerte. Otro mito de los fundadores del Estado era que tras la decisión de establecer un “hogar nacional judío” en Palestina, los habitantes originarios tomaron la decisión de abandonar su suelo natal y marcha al exilio. Parte de sus hipótesis Pappé las sostenía mucho antes de publicar el libro ya mencionado.[1]
Pero regresemos a la cuestión central de nuestro artículo. Como anticipando la actual ley parlamentaria, que busca perseguir a toda organización o intelectual de “izquierda”, Pappé sufrió en carne propia la persecución fascista de un Estado cada vez más ciego. Hay que tener en cuenta aquí que la izquierda en Israel no solo la conforman grupos de tendencia socialista, marxista o socialdemócrata, sino que la izquierda en Israel la conforman los críticos de las políticas represivas del Estado hacia los palestinos, desde los más moderados dentro del propio sionismo, hasta lo más radicales antisionistas. Dentro y fuera de sus fronteras, Israel los (nos) considera un peligro que debe ser perseguido y aniquilado. El “macartismo” ahora legalizado, nos recuerda a la peor de las dictaduras latinoamericanas que en los ’60 y ’70 persiguió, secuestró, torturó e hizo desaparecer a la oposición política, a la “izquierda”. Buen ejemplo son los 30.000 detenidos desaparecidos que dejó tras de sí la dictadura instaurada en Argentina el 24 de marzo de 1976.
El gobierno de Israel, independientemente de su signo (recordemos a Golda Meyer, laborista ella y sus expresiones que tildaban a los palestinos de ser “cucarachas”), ha perseguido desde sus orígenes a los palestinos sin cesar en su política de limpieza étnica. Hoy podemos afirmar y sin miedo a equivocarnos, que en los últimos años tendríamos que hablar de Genocidio, cuestión ya discutida en otros artículos anteriores. La novedad ahora reside en que el gobierno ha comenzado una caza de brujas aún hacia los que se suponen son “sus compatriotas”, los judíos, que en una organización o en otra, rechazan las distintas políticas represivas hacia los palestinos y osan denunciarlas.
Una batalla perdida por Israel, aún en sus intentos “hasbarádicos”[2], en el campo de los medios, ya que gracias a las nuevas tecnologías nos permite el intercambio de “ideas diferentes” a las esbozadas desde el propio Estado dictatorial. Recordemos entonces algunas acciones propias de un Estado dictatorial cuando las autoridades israelíes rechazaron la entrada al “Estado judío” a uno de los intelectuales más críticos sobre Israel, Norman Finkelstein. Finkelstein, estadounidense de origen judío e hijo de sobrevivientes del Genocidio nazi ha sufrido en carne propia la expulsión del Estado que se dice de “todos los judíos”.
El mismo Finkelstein explicaría los basamentos de la impunidad de que goza Israel para todos estos actos criminales. Según el politólogo “básicamente por tres razones. Una, la más obvia, es la impunidad política por el apoyo incondicional de EEUU. Por otro lado, disfruta de una impunidad moral por su explotación del Holocausto nazi. Por último, esta explotación ha sido y es organizada muy eficientemente por el lobby israelí en EEUU.” Si Finkelstein viviera en Israel seguramente sería uno de los perseguidos por el Estado que ahora se arroga el derecho de decidir qué deben pensar incluso los judíos a quien dice representar. Seguramente Finkelstein, al igual que Pappé, debería solicitar refugio en algún país occidental donde poder seguir con sus investigaciones.
Para nuestra suerte, judíos que vivimos fuera de ese Estado que dice representarnos, sus políticas no nos impiden levantar nuestra voz, aunque el lobby sionista en nuestros países procure colocarnos en posiciones supuestamente antisemitas, parte del juego hasbarádico de quienes trabajan en consonancia con las embajadas de Israel en todo el mundo. Judíos y no judíos. Porque también debemos ser claros que quienes hoy apoyan a Israel en su fase de mayor represión a los palestinos son la derecha más extrema de la Europa Occidental: los Berlusconi y los Aznar, que ven en el nacionalismo judío una clara expresión de lo que ellos mismos representan en sus países. Lo peor del nacionalismo.
Pero decía, no pueden callarnos con esas leyes, pues las mismas, y con la vergüenza que da escribirlo, solo valen, para la autoproclamada “única democracia en Oriente Medio”. En junio de 2009 escribía ya entonces que el fascismo israelí no podía prohibirnos recordar la tragedia palestina fuera de Israel. En aquella oportunidad denunciaba las dos leyes que para entonces parecían ser las más duras que podía sancionar un Estado autoproclamado democrático como ser la que condena incluso con la prisión a quienes osen recordar al Nakba, la tragedia palestina, y a quienes se atrevan a cuestionar el carácter “democrático y judío” del Estado de Israel. Estas dos últimas leyes en cuestión hasta se quedan cortas al parecer de los diputados israelíes en la persecución a quienes en su derecho a ejercer la memoria y la protesta, osaban y osan con cuestionar incluso la propia historia oficial de ese mismo Estado.
Poca repercusión ha tenido esta nueva bofetada a la razón de un Estado que perdió la razón. Si alguna vez la tuvo. El periódico vasco Gara, fue el primero en dar la voz de alerta el 6 de enero de 2011 cuando publicó la noticia de que el gobierno israelí investigaría a los grupos de izquierda en Israel que “deslegitimen” las acciones del Estado.[3] Como reflexión sobre el peligroso abismo en el que vuelve a caminar Israel me quedo con los conceptos vertidos por Gideon Levy en Haaretz con motivo de comentar la nueva ley: “los pocos solitarios que mantienen la llama vacilante de la maltrecha humanidad se les acusa, condena y castiga mientras que a los verdaderos culpables se les absuelve de todos los cargos. La policía, el sistema legal, la Knesset, el Shin Bet, y el ejército han unido sus fuerzas a los de los propagandistas del derecho a actuar como fiscales sin un juicio, mientras que la izquierda se ve privada de un abogado defensor.”[4]
Pero no es cierto que la izquierda se queda sin su abogado defensor. Desde el campo de la izquierda en todo el mundo, judíos y no judíos, nos seguiremos movilizando, seguiremos exigiendo nuestro derecho a una memoria justa y seguiremos reclamando en voz alta, clara y firme, el derecho del pueblo palestino a vivir en paz en SU TIERRA. Seguiremos mostrando al mundo por todos los medios posibles los crímenes de lesa humanidad que Israel comete a diario, seguiremos mostrando el genocidio en su faz más descarnada. Desde Israel podrán perseguirnos, podrán amedrentarnos con las instituciones pagadas por la embajada, o podrán enviarnos sus matones a domicilio, pero esto no hará sino que las voces de protesta se multipliquen por el globo y finalmente Israel deba pagar por sus crímenes. Será para vergüenza de muchos de sus seguidores, cuando en unos años vean la foto de un avión de caza con la estrella de David bombardeando Gaza y masacrando a miles de personas. La vergüenza entonces será de los que ahora en complicidad, por acción o por omisión, callan. Nosotros, no tenemos miedo y volvemos a decir claro y fuerte: EN NUESTRO NOMBRE NO. Nunca más, NO.

NOTAS

[1] En una entrevista el historiador israelí reconocía que: “mi padre y mis profesores nos habían repetido una y mil veces que cuando se fundó el Estado de Israel en 1948 los palestinos prefirieron irse y eso es mentira. Los archivos que consulté y los documentos que yo mismo leí demostraban que los palestinos fueron expulsados por los israelíes con terror, amenazas y violencia.” http://www.solidaridad.net/articulo1066_enesp.htm
[2] El término “savara” significa en hebreo “la explicación. Asimismo la Hasbará es una organización fantasma que busca mejorar la imagen de Israel dentro y fuera de las comunidades judías de todo el mundo con el fin de mostrar una imagen impoluta del Estado. Hemos leído en infinidad de oportunidades como miembros de esta organización se han esforzado en explicarnos los motivos, por ejemplo, que justificaron la masacre en Gaza a fines de 2009 o la segunda invasión al Líbano seguida de masacre en julio de 2006. Hasbarádicos por lo tanto serían los intentos de Israel de explicar las supuestas bondades de un Estado judío étnicamente puro.
[3] http://www.gara.net/paperezkoa/20110106/241499/es/El-Parlamento-investigara-grupos-izquierdas-que-deslegitimen-Israel
[4] De la traducción de la nota de Levy aparecida en Haaretz ofrecida por Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120056

Rubén Kotler

El Che, una vida sin lastre


El Comandante Che Guevara con su esposa e hijos

Por estos días, hace 55 años, el futuro de la Revolución cubana navegaba en un pequeño yate envuelto en la tormenta. Así lo cuenta el Che en sus Pasajes de la guerra revolucionaria:
“Teníamos muy mal tiempo y, aunque la navegación estaba prohibida, el estuario del río se mantenía tranquilo. Cruzamos la boca del puerto yucateco, y a poco más, se encendieron las luces. Empezamos la búsqueda frenética de los antihistamínicos contra el mareo, que no aparecían; se cantaron los himnos nacional cubano y del 26 de Julio, quizá durante cinco minutos en total, y después el barco entero presentaba un aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias por el vómito. Salvo dos o tres marinos y cuatro o cinco personas más, el resto de los ochenta y dos tripulantes se marearon. Pero al cuarto o quinto día el panorama general se alivió un poco. Descubrimos que la vía de agua que tenía el barco no era tal, sino una llave de los servicios sanitarios abierta. Ya habíamos botado todo lo innecesario, para aligerar el lastre.”
Esa ausencia de lastre, que acompañó toda la vida al combatiente revolucionario, me la ha hecho recordar una de las hijas del Comandante, Aleida Guevara March, quien se encuentra de visita en Argentina. Entrevistada en un programa de televisión, el conductor preguntó a Aleida qué había heredado de su padre y esta respondió: “Los ojos, la sonrisa…”, pero su interlocutor la interrumpió: “No, yo estoy hablando de propiedades… porque su padre fue el segundo o el tercero de los dirigentes de la revolución…” , lo que hizo a la entrevistada espetarle después de una carcajada: “Usted no tiene ni idea de cómo era mi padre”.
En su carta de despedida a Fidel, un clásico que obviamente el entrevistador de Aleida no ha leído, el Che escribió: “…no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.”

Iroel Sánchez | La pupila insomne

La Organización Terrorista OTAN asesina a otras 24 personas en Pakistán


Un portavoz de la ISAF ha admitido que es "altamente probable" que la fuerza aérea de la OTAN ocasionara el ataque producido contra dos puestos de control paquistaníes de la frontera afgano-paquistaní, que se ha saldado al menos 24 muertos y más de una decena de heridos.

ISLAMABAD-. El general de brigada Carsten Jacobson ha dicho a la BBC que la Alianza Atlántica está investigando cómo se ha desarrollado el "incidente" y ha enviado sus condolencias a los afectados.
El Ejército paquistaní ha acusado a las fuerzas internacionales de violar su espacio aéreo y matar a, al menos, 24 de sus soldados, y herir a otros 13, según las Fuerzas de Seguridad, en un episodio poco habitual entre aliados acaecido en la frontera afgano-paquistaní.
Según las Fuerzas Armadas paquistaníes, helicópteros y aviones de combate de la misión de la OTAN en Afganistán (ISAF) lanzaron anoche un ataque "sin que mediara provocación" contra dos puestos de control paquistaníes de la región tribal de Mohmand.
El general Jacobson ha dicho a la BBC que en el momento de lo sucedido se encontraban en la zona una combinación de fuerzas afganas y de la OTAN cuando "se desarrolló sobre el terreno una situación táctica" de la que no ha dado detalles.
Este militar ha afirmado que entonces se requirió apoyo aéreo y "somos conscientes de que es altamente probable que ello ocasionara víctimas".
El general de la ISAF señaló que para la OTAN es ahora una prioridad "averiguar qué ocurrió".
Por su parte, el jefe del Ejército, Ashfaq Pervez Kiyani, ha calificado la acción de "inaceptable" e "irresponsable" y ha dicho que sus tropas "respondieron de forma efectiva y en defensa propia" a los disparos de los aliados.

Queja formal

El embajador en funciones de Pakistán en Washington, Iffat Gardezi, ha remitido la nota diplomática a las autoridades estadounidenses, según ha informado la cadena paquistaní Geo TV.
En ese mismo sentido, la portavoz del Gobierno de Pakistán, Firdous Ashiq Awan, ha advertido de que este tipo de ataques lo único que consiguen es "alimentar el terrorismo". Además, según recoge Geo TV, ha asegurado que Islamabad no tiene por qué seguir necesariamente la misma política que Estados Unidos.
Por otra parte, el primer ministro, Yusuf Raza Gilani, ha convocado a la comisión de Defensa del Gobierno paquistaní para estudiar la situación tras la incursión de los helicópteros de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF). En la reunión también participarán los máximos responsables del Ejército.

Las fantasías de la realidad


Si siempre tengo que emplear la frase de “las fantasías de la realidad” ante las sorpresas repentinas que nos depara el mundo, en este caso considero que ha superado ya toda las barreras. En Tucumán se ha fundado una organización de jóvenes que se autodenomina Juventud Justicialista Libertaria. Sí, nada menos. Surgidos del justicialismo han decidido adoptar los métodos del socialismo libertario, denominado anarquismo.
Me enteré cuando fui invitado a la ciudad de Tucumán a la inauguración de la biblioteca popular en el barrio de Luján. Cuando llegué me contaron que esa biblioteca había sido fundada por la Juventud Justicialista Libertaria. No lo podía creer. ¿Cómo? ¿Juntar el peronismo con el anarquismo? Algo jamás ni pensado ni imaginado. Habría que despertarlos a Proudhon, a Bakunin y a Kropotkin para que trataran de hacer alguna interpretación que nos podría llevar a desenvolver el ovillo de ideologías y experiencias históricas para llegar a una leve aproximación y a una interpretación de esa conjunción. Salió en verso, como ven.
Pero más que eso analicé el ambiente que me rodeaba: gente de trabajo, auténtica, un club de barrio que había sido abandonado ahora estaba siendo reconstruido por sus propios habitantes con el esfuerzo de todos. Y lo primero, una biblioteca. Creí que volvíamos a aquellos años heroicos cuando los primeros anarquistas y socialistas y las asociaciones obreras en general alquilaban una casa por lo menos de dos piezas para usar una para las asambleas y la otra para biblioteca. Y ahí, los sábados a la noche, en el salón de asambleas, ofrecían teatro para el pueblo, con obras que hablaban de las luchas y reivindicaciones obreras.
Guardé silencio cuando en el acto de inauguración habló primero el presidente del club, Sergio Romero. Con palabras bien sentidas. Lean estas frases, por ejemplo: “Esta historia comenzó casi dos años atrás, cuando asumimos la conducción del club, y entre las múltiples ideas que teníamos para desarrollar estaba el proyecto de formar una biblioteca popular. Veníamos con una valija de proyectos, de sueños y con muchísimo entusiasmo, pero inmediatamente nos dimos cuenta de que no podríamos concretarlos si no arreglábamos la casa: las instalaciones del club eran muy precarias, así que inmediatamente pusimos manos a la obra y cambiamos todos los pisos del club, hicimos el tinglado, el salón y los baños, mejoramos las instalaciones eléctricas. Sostener un club no es una tarea sencilla, requiere la colaboración de muchas personas y mejorar la infraestructura es a veces más difícil. Cuando contamos con las instalaciones mínimas, comenzaron los distintos talleres y actividades deportivas”.
Y ahora viene la política: “En el medio de todo eso –continuó Romero– los jóvenes de la Juventud Justicialista Libertaria encontraron en el club un espacio para desarrollar actividades políticas y culturales y nos plantearon la inquietud de formar una biblioteca popular. En medio de andamios, albañiles, cemento, ripio, arena, mientras levantábamos paredes y soñábamos con techos nuevos, construimos sueños y proyectos para levantar el club, no sólo desde lo material sino también a nivel simbólico”.
Me place describir estos hechos de la voluntad de la gente de trabajo. Una biblioteca popular, allá, en un barrio tucumano. Y que lo construya una Juventud Justicialista Libertaria. Dos ideologías que nada tienen de común y con jóvenes que se unen para trabajar juntos en la cultura. En vez de guerrear o agarrarse a trompadas o pertenecer a hinchadas futboleras que como norma tienen la agresión. No, fundan una biblioteca popular. Y continúa el titular del club diciendo estas profundas palabras: “Es que una biblioteca es mucho más que un lugar donde se guardan libros: en mi experiencia personal, las bibliotecas son lugares para conocer otros mundos, para viajar, para saborear experiencias distintas... los libros son espacios de resistencia, de refugio de las ideas, de los proyectos, de la memoria. Un espacio para que los jóvenes y niños puedan pensar, soñar, imaginar y luchar por un país más justo”.
No, pensé, no estoy en una cátedra universitaria, estoy en un club de barrio tucumano. Pero el mismo tono permaneció cuando habló el representante de la Juventud Justicialista Libertaria, pero claro, con un lenguaje que caracteriza a los jóvenes plenos de ideales y con conceptos y palabras nuevas. Nos dijo: “¿Quién podía pensar que jugar a la política podía ser tan divertido? Un par de desvelos productivos, un rejunte de sueños conscientes y unos locos que están libres sólo porque tienen trabajo. Así nació esto que hoy tiene casi un año. Justicialismo Libertario, un oxímoron, una contradicción asumida, carta de presentación poco seria, poco serio serás vos. Resignificando palabras, tallando conceptos, forjamos nuestra identidad, corriendo riesgos, siendo libres”.
Más adelante, señaló: “Nuestro existencialismo nos mandó a laburar, Justicialismo Libertario es un caos organizado, justamente se trata de fundir la contradicción en el fuego del deseo y del amor y derribar los muros de la mente, bailamos en la comisaría y pateamos la calle, convirtiéndola en el ágora donde tiene que volver la Política, en nuestro caso una Política del Sueño. ¿Quién te dijo que esto no puede cambiar? Por este lado venimos como el viejo Diógenes, burlándonos de los discursos opresores, vimos que existía un hecho sintomático en la militancia, viejos maestros enseñándonos cómo hacer ‘nueva Política’. Nos proyectamos y empezaron a aparecer las vertientes, las corrientes de pensamiento y de acción y en nuestro discurso aparece vigente el pensamiento libertario... Donde usted ve en blanco y negro, nosotros vemos en colores los matices del todo. Vemos Historia en el Futuro, el Inicio es Aún”.
Los jóvenes se abrazan. Me llevan a ver los libros que han reunido. Sillas y mesas para sentarse a leer después del trabajo. Me pregunto: a lo mejor estos jóvenes tucumanos pueden cambiar el rojo por el naranja. A lo mejor en vez de cuadros con líderes nos muestran paisajes con gramíneas en flor, llanuras de opinión. Todo resolverlo en asamblea, ningún dictador. Comienzan los sonidos de música norteña plenos de ecos del terruño y de historia de siglos. Sombreros anchos, sandalias, rostros con mucho sol de siglos. El gran salón barrial pleno de ladrillos en construcción está abarrotado de gente que baila, se ríe, come empanadas. Mientras los libros en los nuevos estantes nos miran. No puedo menos que mirar todo con cierto entusiasmo y admiración. Desde la base. La gente no se rinde, sigue buscando soluciones. Aquí lo quieren hacer en Libertad y con la experiencia de tantas generaciones anteriores. Me imagino a los anarquistas de la Semana Trágica, la Patagonia Rebelde y La Forestal mirando esto. Tal vez, Simón Radowitzky o Kurt Wilckens dirían: hay que dejarlos hacer a ver dónde llegan. Tal vez Severino Di Giovanni les aconsejaría: “Sí, pero de la palabra vayan a los hechos”. Y Bakunin, Kropotkin y Proudhon escribirían un nuevo capítulo titulado “Nuevas sociedades, nuevos intentos”.
Tucumán, barrio Luján. Jóvenes. Camino por las calles de esa ciudad que me vieron jugar cuando niño. Recuerdo los carros que pasaban cargados de caña de azúcar. A doña Josefa que nos traía empanadas y mazamorra. A mis padres tan jóvenes.
Y no quiero terminar esto sin recordar a Eduardo Rosenzvaig, que nos acaba de dejar para siempre tan joven aún. El profundo escritor de La oruga sobre el pizarrón y tantos profundos ensayos de interpretación de nuestra realidad. Para él, mi admiración y homenaje.

Osvaldo Bayer

Por la memoria en España


Exiliados y sus descendientes argentinos movilizan la investigación por los 113.000 desaparecidos y los 30.000 niños apropiados durante la guerra. Y que Servini se instale en la embajada en Madrid a interrogar testigos.

El régimen franquista se apropió de treinta mil niños. Chicos vueltos grandes, hoy abuelos que llevan un apellido impropio, una historia trunca. Ni hablar de las cifras de españoles fusilados, enterrados en fosas comunes y anónimas. España calla pero, contra la impunidad de esos crímenes, avanza una demanda impulsada desde Argentina. Esta semana, los querellantes –españoles radicados aquí y argentinos descendientes de las víctimas– pidieron a la jueza federal María Servini de Cubría que cruce el charco y “se constituya en la embajada argentina en España” para recibir denuncias y testimonios de víctimas. Además, sus abogados rechazaron, punto a punto, los argumentos de la Fiscalía General española que asegura que en ese país se “han tramitado y se están tramitando” los procedimientos judiciales en ese sentido.
“Tras 40 años de dictadura y 35 de democracia, en España no sólo no existe siquiera una Comisión de la Verdad a modo de las que se instituyeron en numerosos países, incluido el nuestro, (si no que) no hay un solo niño a quien se haya restituido su identidad. No hay un solo victimario que haya sido identificado, uno al que siquiera un juzgado le haya tomado declaración, ni un imputado por la comisión de alguno al menos de los múltiples, masivos, generalizados crímenes cometidos”, argumenta el texto entregado por los denunciantes a la jueza, y al que tuvo acceso Página/12.
Entonces, señala el mismo documento, “corresponde” que la jurisdicción argentina investigue los delitos contra la humanidad ocurridos entre 1936 y 1977, procese a sus responsables y repare a las víctimas “de tanto crimen impune”. “Lo que solicitamos en esta última presentación son, ya no medidas probatorias, sino acciones concretas referidas a los querellantes y al pueblo español en sí”, explicó Máximo Castex, uno de los abogados del equipo de letrados que representa a los denunciantes. En esa línea, se instó a Servini de Cubría a que se traslade y reciba en la embajada nacional localizada en Madrid los testimonios y denuncias de víctimas.
La querella es acompañada entre otros organismos de derechos humanos por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica e inició la demanda el 14 de abril de 2010. La causa se basa en los mismos principios de derecho universal que permitieron al juez español Baltasar Garzón juzgar las dictaduras de Argentina y Chile, e incluso detener en 1998 a Augusto Pinochet. El primer paso de los letrados argentinos fue pedir a España explicaciones, es decir, preguntar si en ese país “se está investigando la existencia de un plan sistemático, generalizado, deliberado y planificado para aterrorizar a españoles, a través de su eliminación física, la desaparición ‘legalizada’ de menores de edad con pérdida de su identidad, entre 1936 y 1977”.
La respuesta enviada por la Fiscalía General española hace pocos meses destaca en el punto número 1 de sus conclusiones que “en España se han tramitado y se están tramitando en la actualidad numerosos procedimientos judiciales relativos a hechos delictivos cometidos durante la Guerra Civil Española y la posterior dictadura, tanto en la eliminación física de los ciudadanos partidarios de la República y de la forma democrática de gobierno, como la desaparición de menores”.
Sin embargo, las causas abiertas a las que se refieren las autoridades judiciales españolas “están paralizadas o archivadas”, puntualiza Castex, y detalla que además provienen “de la causa madre iniciada por Garzón”, que fue procesado y suspendido en su cargo por haber dado lugar al enjuiciamiento del franquismo. “Es absurdo –dispara– que se lo procese a Garzón por haber investigado y después se utilice su causa para decir que España está haciendo justicia.”
En tanto, “hay 113.000 cuerpos desaparecidos, 30.000 niños secuestrados, 2500 fosas sin abrir en las que se acumulan los cuerpos a montones”, contó a este diario Darío Rivas, de 91 años, cuyo padre murió fusilado por oficiales de La Falange en 1936, y es uno de los querellantes en esta causa. La fiscalía española asegura que están en curso “un importante número de supuestos de sustracciones o entregas ilegales de menores”, pero “no mencionan un solo tribunal actuante en esa línea de investigación, de lo cual se deduce sin dificultad que no existe ninguno”, responden los abogados argentinos.
Párrafo aparte, Castex critica que “queda a las claras que si realmente existiera voluntad de investigación, en vez de alegar que ‘ninguno de los denunciantes que presentó causas desde Argentina lo había hecho en España’, lo que tendrían que haber hecho (los fiscales españoles) es iniciar de oficio la investigación, como corresponde”.
Ese desinterés judicial se profundiza en el plano político. En julio último, el Congreso español rechazó una propuesta del Bloque Nacionalista Gallego que buscaba derogar la Ley de Amnistía española de 1977 para posibilitar la investigación de los crímenes de la dictadura franquista. Esa circunstancia, concluyen los abogados de la querella, “corrobora la falta de determinación y la imposibilidad de investigar por parte del Estado español”.

Informe: Rocío Magnani.

El ejemplo de los ocho estudiantes de Medicina


El 27 de Noviembre de 1871 tiene un significado especial para la juventud cubana, principalmente para los estudiantes. Los hechos ocurridos ese día tuvieron importantes antecedentes que no se pueden soslayar al evocar esta fecha. Sin embargo, lo sucedido a partir de ese momento, en que comenzó a desencadenarse la historia de agresiones contra el movimiento estudiantil revolucionario, también permanece latente en la memoria de todos los cubanos.
Al conocerse el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes el 10 de Octubre de 1868 en la finca Demajagua, de la región de Manzanillo, en la antigua provincia de Oriente, numerosos estudiantes universitarios abandonaron sus aulas en La Habana y se enrolaron en varias expediciones armadas para unirse a los sublevados. Otros, recién graduados, también los siguieron. La hostilidad del gobierno colonial hacia la Universidad de La Habana fue incrementándose, a medida que se expresaba el apoyo de los estudiantes a la lucha independentista de los patriotas cubanos en la manigua redentora.
En la capital el Cuerpo de Voluntarios la emprendió con extrema violencia contra lugares públicos frecuentados por la juventud, provocando desórdenes de considerable magnitud. Así fueron agudizándose las contradicciones que condujeron tres años después, a un suceso que ha pasado a la historia como el Fusilamiento de los Ocho Estudiantes de Medicina.
A mediados de enero de 1869 en La Habana ocurrieron una serie de disturbios entre las compañías de voluntarios al servicio de la Metrópoli española y los estudiantes que simpatizaban con la causa independentista. Uno de los hechos fue la masacre del Teatro Villanueva. El otro fue los sucesos del Café El Louvre. En ambos lugares se reportaron muertos y heridos. La situación llegó a tales extremos, que en un momento determinado la Universidad no pudo nombrar un celador español porque los alumnos exigían que fuera cubano.
Después, para tratar de calmar los afanes independentistas, cada cierto tiempo era conducido en calidad de prisionero hacia La Habana algún cubano de cierto renombre, que resultara detenido por sospechoso en los alrededores del territorio insurrecto. En mayo de 1870, el capitán general Caballero de Rodas envió un mensaje a Carlos Manuel de Céspedes, comunicándole que su hijo menor, Amado Oscar de Céspedes y Céspedes, un estudiante de 22 años, había sido capturado y condenado a muerte. Le propuso respetar la vida del joven, a cambio de que él abandonara la lucha. La respuesta de Céspedes fue tajante: “Oscar no es mi único hijo, soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la libertad de Cuba”. El joven fue ejecutado el día 29.
El 24 de septiembre de 1870 el estudiante universitario y miembro de la Cámara de Representantes en la Asamblea de Guáimaro, Luis Ayestarán Moliner, de 24 años, el primer habanero que se incorporó a las fuerzas del Ejército Libertador, fue condenado a muerte por el poder colonial y ejecutado en el garrote vil.
El 10 de octubre de 1871, exactamente tres años después del alzamiento de Céspedes, el poder colonial aprobó un decreto que privaba a la Universidad de La Habana del derecho a otorgar el grado académico de doctor en ciencias. Esta decisión obligaba a los aspirantes a viajar al extranjero para intentar alcanzar tan preciado título.
En este complejo escenario, el 23 de noviembre de 1871, un grupo de 45 estudiantes del primer curso de Medicina, resultaron acusados infundadamente por un hecho que no cometieron y que fue exagerado premeditadamente por las autoridades colonialistas españolas. Vicente Cobas Quiza, el celador del Cementerio de Espada los señaló como responsables de rayar el cristal de la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón Escarazo, director del periódico anticubano La Voz de Cuba, muerto en Cayo Hueso el 31 de enero de 1870, en un enfrentamiento a tiros con un patriota cubano llamado Mateo Orozco. La causa del duelo se encontraba en que Castañón se había referido públicamente a las mujeres de la emigración cubana, calificándolas de prostitutas. En esta ocasión, la injusta acusación contra los jóvenes estudiantes fue apoyada por Dionisio López Roberts, el gobernador político de La Habana.
Un consejo de guerra verbal dictó sentencia de absolución a unos y pequeñas sanciones a otros. Pero los voluntarios protestaron enérgicamente, obligando al general Romualdo Crespo a ordenar un segundo proceso jurídico. Un tribunal integrado por seis capitanes del Ejército Regular y la misma cantidad del Cuerpo de Voluntarios, actuando de una manera arbitraria decidieron encausar a 43 estudiantes, con el infame propósito de que señalaran a los posibles responsables de la supuesta profanación. Como ninguno tenía algo importante que decir, el silencio de los jóvenes indignó al Cuerpo de Voluntarios de La Habana, y por supuesto, también al gobierno colonial.
Tras un oscuro y fugaz proceso jurídico caracterizado por reiteradas manipulaciones, de una manera arbitraria decidieron pedir la pena máxima para ocho de los estudiantes acusados. Finalmente, para dar un escarmiento a la participación del estudiantado universitario en la insurrección contra el poder español, solo dos estudiantes fueron absueltos. Entre los otros sancionados, ocho fueron condenados a muerte, once fueron sancionados a seis años, veinte a cuatro años y cuatro a seis meses de reclusión carcelaria. Todos los bienes de los procesados quedaron incautados.
Fueron declarados culpables y condenados a muerte: Alonso Álvarez de la Campa y Gamba de 16 años de edad, Anacleto Bermúdez y González de Piñera de 20, Eladio González Toledo de 20, Ángel Laborde Perera de 17, José de Marcos Medina de 20, Juan Pascual Rodríguez Pérez de 21, Carlos de la Torre Madrigal de 20 y Carlos Verdugo Martínez de solo 17 años, quien se encontraba en la provincia de Matanzas el día del presunto delito. Como puede apreciarse en el grupo habían un niño de 16 años, dos adolescentes de 17 y del resto ninguno rebasaba los 21 años de edad.
Los estudiantes fueron fusilados a las cuatro y veinte minutos del 27 de noviembre, en la explanada de La Punta, frente al Castillo de los Tres Reyes del Morro, en La Habana. La forma en que los obligaron a enfrentar la muerte fue indignante. Los vendaron, les ataron las manos a la espalda y los obligaron a ponerse de rodillas. Para hacer más patético el crimen, los fueron ejecutando de dos en dos.
Al conocer lo ocurrido, el capitán del Ejército español Federico Capdevila Miñano, que había actuado como abogado de oficio en la defensa de los jóvenes, extrajo su espada, la quebró en público como expresión de protesta y renunció a continuar prestando servicios como oficial de las fuerzas armadas colonialistas. A muy poca distancia del lugar, al oír las descargas de fusilería, otro capitán, Nicolás Estévanez Murphy, reaccionó de forma similar.
Solo seis estudiantes fueron absueltos. Entre los otros 31 sancionados, siete fueron condenados a seis años, veinte a cuatro años y cuatro a seis meses de reclusión carcelaria. La Universidad de La Habana fue clausurada. Se hicieron evidentes las profundas contradicciones existentes entre el alto centro de estudios y cualquier forma de opresión y dictadura. Lejos de amedrentarse, el estudiantado cubano reaccionó de manera viril y continuó apoyando la causa independentista.
En 1872 circuló en Madrid una hoja impresa titulada El 27 de noviembre de 1871, escrita por José Martí y firmada por Fermín Valdés Domínguez y Pedro de la Torre Madrigal, dos de los estudiantes detenidos. Esa noche su autor, que en ese momento solo contaba con 19 años de edad, pronunció un emocionante discurso en homenaje a los Ocho Estudiantes de Medicina asesinados en La Habana por el poder español. Después se conoció un bello poema titulado A mis hermanos, donde Martí expresó en dos de sus fragmentos: [...] “Cadáveres amados, los que un día/ Ensueños fuisteis de la patria mía, / ¡Arrojad, arrojad sobre mi frente/ Polvos de vuestros huesos carcomidos!/ ¡Tocad mi corazón con vuestras manos!/ ¡Gemid a mis oídos!/ Cada uno ha de ser de mis gemidos/ Lágrimas de uno más de los tiranos! [...] ¡Y más que un mundo más! Cuando se muere/ En brazos de la patria agradecida/ La muerte acaba, la prisión se rompe; / Empieza, al fin, con el morir, la vida! [...]
Más tarde, durante el mismo año 1872, la patriota cubana Ana María Betancourt de Mora, una fiel precursora de las luchas por la emancipación de la mujer, visitó al presidente de los Estados Unidos Ulises Grant, para que intercediera ante el gobierno español y lograra el indulto de los 31 jóvenes que guardaban injusta prisión desde noviembre del año anterior, cuando fueron fusilados los Ocho Estudiantes de Medicina.
En 1873 el ciudadano español Fernando de Castañón, de 26 años, hijo menor de Gonzalo de Castañón, viajó a La Habana y visitó la tumba de su padre. Acto seguido declaró que el panteón no había sido dañado. Así se ratificó que estos jóvenes eran inocentes. Tras muchas gestiones de familiares y amigos, el Rey de España Amadeo I firmó el indulto de los estudiantes detenidos, pero sin rehabilitarlos públicamente por la calumniosa acusación que los había llevado a la cárcel injustamente. Los Ocho Estudiantes de Medicina serían solo una parte inicial de la larga lista de injusticias cometidas primero durante la colonia y después durante la república neocolonial, en defensa de gobiernos corruptos y en nombre de sistemas jurídicos que representaban las aspiraciones políticas de las clases privilegiadas y los intereses económicos de potencias extranjeras.
Desde que fue cometido aquel horrible crimen, cada año en esa misma fecha-excepto durante el tiránico gobierno de Gerardo Machado y Morales- los estudiantes universitarios y el pueblo cubano en general, parten organizadamente de la escalinata de la Universidad de La Habana, desfilan por la calle San Lázaro hasta la esquina de Prado y Malecón, y se concentran en La Punta, el mismo lugar donde fueron vilmente asesinados estos muchachos en la plenitud de sus vidas. Allí, frente al monumento que en noviembre de 1889 se erigió en su memoria, se les recuerda con profundo respeto, se les rinde el homenaje que merecen, ellos y todos los estudiantes caídos, y se ratifica el compromiso de la juventud cubana de defender la patria frente a cualquier agresión.

Coincidencias de la historia

En noviembre de 1925, el dictador Gerardo Machado declaró ilegal a la Federación Estudiantil Universitaria.
El 27 de noviembre de 1925 durante el acto por el aniversario 54 del fusilamiento de los Ocho Estudiantes de Medicina, el líder estudiantil Julio Antonio Mella, de 22 años, fue arrestado y acusado falsamente de tener explosivos, cometer actos terroristas y conspirar para fomentar una sedición. Mella se declaró en huelga de hambre. Tras la enorme presión ejercida por el pueblo, Machado tuvo que ponerlo en libertad.
El 27 de noviembre de 1956 los aparatos policiales de la dictadura batistiana atacaron violentamente una manifestación estudiantil en homenaje a los Ocho Estudiantes de Medicina. Hubo varios heridos en los alrededores de la Universidad de La Habana. Al día siguiente se vio interrumpido el curso académico, cuando el Consejo Universitario suspendió las clases y formuló una declaración pública condenando la brutal represión policíaca contra el estudiantado. Esta fue la última manifestación realizada por los estudiantes universitarios contra la tiranía. Pero la lucha continuó.
El líder estudiantil universitario José Antonio Echeverría, de 25 años, resultó muerto en marzo de 1957 durante un enfrentamiento con la policía batistiana, frente a los muros de la Universidad de La Habana, en la calle 27 de Noviembre.
Cuatro años después, un 27 de noviembre de 1961, fueron encontrados los cuerpos sin vida del brigadista alfabetizador Manuel Ascunce Domenech y su alumno Pedro Lantigua Ortega, de 16 y 43 años respectivamente, asesinados por bandas terroristas a sueldo de los servicios de inteligencia norteamericanos.
En esta misma fecha, pero de 1962, fue destruida la escuela rural Mi Dulce Madre, ubicada en Güinía de Miranda, Fomento, en la antigua provincia de Las Villas, por grupos de alzados que cumplían indicaciones de la CIA.
Un 27 de noviembre del año 2000 comenzó en Miami el juicio contra Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort y René González Sehwerert, quienes todavía hoy ¡al cabo de más de 13 años! se encuentran prisioneros injustamente en cárceles norteamericanas por luchar contra el terrorismo.
Ninguno de estos hechos ha quedado sin respuesta. El poder colonial estaba prácticamente derrotado por el Ejército Libertador en 1898, cuando se produjo la intervención militar norteamericana. Durante sesenta años la juventud obrera y estudiantil marchó a la vanguardia de la lucha contra los gobiernos tiránicos y proyanquis. En enero de 1959 el Ejército Rebelde derrotó a la tiranía batistiana a pesar del apoyo del gobierno de los Estados Unidos. En 1965 las bandas terroristas apoyadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia fueron exterminadas por los batallones de LCB de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, las Milicias y los Órganos de la Seguridad. Hoy día, por la libertad de nuestros Cinco Héroes también lucha nuestro pueblo.

Pedro Etcheverry Vázquez