sábado, marzo 31, 2007

Andreu Nin y León Trotsky

Transcripción revisada por el autor de su intervención en las jornadas "Trotsky hoy", organizadas por la Fundación Andreu Nin y celebradas en el Ateneo de Madrid en febrero de 1989.

Para mí es muy emocionante que puedan celebrarse en Madrid unos actos sobre Trotsky. Porque recuerdo años y condiciones en que hubiera sido imposible rendir homenaje en Madrid a Trotsky o a Andreu Nin.
A fines de 1936, organicé un mitin de la Juventud Comunista Ibérica, organización juvenil del POUM, en Madrid. Lo celebramos en el Teatro Infanta Isabel y, al día siguiente, la prensa estalinista inició una gran ofensiva contra nuestro movimiento, ofensiva que nos colocó en una situación muy difícil en plena defensa de Madrid, cuando nuestros jóvenes luchaban y morían en las trincheras de la Moncloa. Después, pasaron muchas cosas escandalosas en Madrid. Aquí, en julio de 1937 estuvieron detenidos y secuestrados algunos de los dirigentes más conocidos del POUM, como Juan Andrade, Pedro Bonet y Julián Gorkin, en las llamadas checas de Atocha y de la Castellana. Y, muy cerca de Madrid, en El Pardo y Alcalá de Henares, estuvo secuestrado y fue asesinado, después de una heroica resistencia a la tortura, Andreu Nin, el secretario político del POUM y ex-secretario general adjunto de la Internacional Sindical Roja. Los agentes de Stalin que le torturaron no sé si sabían que Nin había sido uno de los primeros que levantaron la bandera de Octubre en España. Permitidme que recuerde que fue también en Madrid, en el célebre congreso del Teatro de la Comedia, donde Nin logró que la CNT confirmara su adhesión a la revolución rusa.
No todo el mundo sabe todo esto. Pero si ha habido tanta gente en los actos de estos días es porque el proceso histórico que estamos viviendo en la URSS y en Europa del Este, aparte de ser un proceso revolucionario muy profundo, constituye el acontecimiento más importante del mundo contemporáneo y plantea problemas ingentes a todos los que se reclaman del socialismo. El fracaso y liquidación del estalinismo en la URSS incita a todo el mundo a la reflexión y suscita un interés especial por los que se opusieron a Stalin y a su política reaccionaria, por la personalidad de Trotsky y por el trotskismo, por el drama de Nin y del POUM, por todo lo que en el campo obrero y socialista se enfrentó con el estalinismo.
Ahora, los viejos militantes marxistas revolucionarios tenemos emociones como las de hoy con suma frecuencia. Las tenemos cuando se producen las rehabilitaciones de las grandes figuras del bolchevismo y de los intelectuales revolucionarios rusos. Las tenemos cuando asistimos, como hace unos meses en Barcelona, a unos coloquios sobre la perestroika en los que participan figuras representativas del movimiento en curso en la URSS. No hace mucho, tuve la suerte de asistir en París a un coloquio en el que, con motivo del 50º aniversario de la fundación de la IV Internacional, militantes y ex-militantes trotskistas de diversas tendencias trataron de hacer un balance de sus experiencias. Ese balance fue muy crítico y muy interesante. Con gran sorpresa por mi parte vi que varios militantes de prestigio volvieron a plantear la vieja cuestión de las relaciones y los conflictos de la IV Internacional con el POUM. Un conocido escritor argentino se dirigió especialmente a los fundadores de la IV Internacional que estaban en la sala, Michel Pablo e Ivan Craipeau, ambos asistentes a la Conferencia de 1938, para preguntarles por qué "no nos entendimos con hombres como Andrés Nin y con partidos como el POUM", por qué "los que estabais en esa Conferencia y luego en la dirección del movimiento permitisteis que se abriera un abismo entre revolucionarios fieles a las mismas ideas fundamentales". En el debate que siguió quedó confirmado en gran parte que la policía de Stalin, la GPU, por medio de sus agentes, hizo todo lo que pudo para envenenar las relaciones entre Trotsky y Nin, entre el movimiento por la IV Internacional y el POUM, en plena revolución española, cuando el Kremlin se esforzaba en liquidar toda oposición a sus planes tanto en la URSS como en España.
Naturalmente, intervine en ese debate, que fue más neto y más fecundo que el que tuvimos en 1969 en París, con la participación activa de Pierre Broué, y que fue reproducido en un libro titulado La Revolution Espagnole (1). Pero hoy, aunque el tema es "Trotsky y España", no creo que sea oportuno volver sobre la cuestión y, puesto que disponemos de poco tiempo, diré algo más breve y de más interés sobre León Trotsky y Andrés Nin, es decir, sobre los hombres, su amistad, sus luchas comunes, sus divergencias y sus rupturas y sobre los sentimientos que tuvieron, cada uno respecto al otro, en los últimos años de sus vidas.

Una larga y fuerte amistad

Estoy convencido de que Nin fue uno de los amigos más fieles de Trotsky, y de los mejor considerados por éste. La amistad entre ambos se prolongó durante más de 15 años, entre 1921 y 1935. Como se sabe, Nin llegó a Moscú en el verano de 1921, formando parte de la delegación enviada por la CNT al congreso de fundación de la Internacional Sindical Roja. Como ha explicado Joaquín Maurín, Nin se destacó en seguida en los debates de dicho comicio. En septiembre del mismo año, cuando quiso volver a España, fue detenido en Berlín a causa de una reclamación del gobierno español, que quería implicarle en la causa que se seguía por el asesinato de Dato. Al recobrar la libertad cuando el gobierno alemán rechazó la extradición, Nin regresó a Moscú, donde fue nombrado secretario general adjunto de la Internacional Sindical Roja. Más tarde fue elegido diputado del Soviet de Moscú y representante de la ISR en la Internacional Comunista. Estas funciones hicieron que se mantuviera en relación constante con los dirigentes rusos más significados. En realidad, se puede decir que ningún otro comunista español ocupó nunca funciones tan importantes y estuvo tan cerca de los jefes de la revolución de Octubre y del estado soviético. En 1967, Maurín escribió en España Libre, de Nueva York: "Los dirigentes comunistas rusos, desde Lenin y Trotsky hasta Bujarin y Zinoviev, sabían cuál era el valor de Nin y consideraban su cooperación en lo que valía". De ahí que interviniera en asuntos muy importantes y asumiera funciones como la reorganización de los sindicatos italianos en la clandestinidad, en 1924 bajo el fascismo, o la estructuración del movimiento sindical latinoamericano. De ahí que fuera, también, el introductor de todos los españoles de alguna significación que visitaron la URSS entre los años 1921 y 1927 (Josep Pla, Rodolfo LLopis, Diego Hidalgo y, sobre todo, Francesc Maciá, el futuro presidente de la Generalitat de Cataluña, que fue a Moscú para reclamar el apoyo del gobierno soviético al catalanismo militante).
Algunos, por ignorancia o por mala fe, han tenido la osadía de decir que Nin era "un alto funcionario" o "un alto burócrata". Toda su vida militante desmiente semejante patraña. También se ha dicho que en algunos momentos estuvo más cerca de Zinoviev y de Bujarin que de Trotsky. La verdad es que estuvo cerca de todos ellos hasta que se agravó la lucha de tendencias en el partido bolchevique. No se incorporó inmediatamente a la Oposición de Izquierda, pero no tardó en hacerlo y no se escondió ni capituló como tantos otros. Muchos funcionarios, altos o no, se inclinaron ante los poderosos para mantener sus privilegios. Nin, como dijo Víctor Serge "era de los que reclamaban el derecho a pensar, a hablar, y a una reforma capital del régimen al objeto de restablecer la democracia obrera" (2). En todo caso, cuando se incorporó a la Oposición era todavía secretario general adjunto de la ISR y vivía en libertad vigilada en Moscú. Cuando fue destituido, su amigo Lozovski, secretario general de la ISR, mantuvo las relaciones con él y no vacilaba en consultarle sobre los problemas que se planteaban en el movimiento sindical mundial.
Según Rosmer, Nin no fue detenido ni deportado a Siberia porque Stalin no se atrevía a perseguir a los militantes extranjeros prestigiosos. Nin aprovechó esta circunstancia para intensificar su labor en la Oposición de Izquierda y organizar, con Víctor Serge, la ayuda a los presos y a los deportados. Fue uno de los dirigentes de la Oposición y animó la sección internacional con Radek, Kapitonov y Stepanov (futuro agente de Stalin en España) y mantuvo una relación especial con Trotsky mientras ello fue posible. Algunas de sus cartas a Trotsky cuando éste se hallaba deportado en Alma-Ata se han publicado estos últimos años y dan una idea de la calidad de la relación establecida en aquel entonces. En una ocasión, Nin envió a Trotsky un volumen de reproducciones de pinturas y esculturas de Diego Rivera (3). Trotsky le respondió para darle las gracias por el envío del libro y le hizo saber que apreciaba a este artista que -ironías de la historia- iba a abrirle las puertas de su casa en México en 1937.

El primer grito de alarma fue de Nin

En esa época, Nin no sólo se preocupaba por Trotsky y los oposicionistas rusos deportados en Siberia. Se interesaba también por sus camaradas españoles recluidos en la Cárcel Modelo (Pedro Bonet, David Rey y otros) y en el castillo de Montjuich (Maurín). Con la ayuda de Víctor Serge, exigía que el Socorro Rojo Internacional se movilizara para ayudarlos. En los años 1927-1929, Nin mantuvo una correspondencia bastante frecuente con su amigo Joaquín Maurín, tanto cuando éste se encontraba en la fortaleza militar que domina Barcelona como cuando pudo refugiarse en París. Esa correspondencia tiene un alto valor político. Y, cosa curiosa, circuló por el correo normal y, en algunos casos, cuando había que eludir las censuras múltiples, la facilitaron emisarios que viajaban con frecuencia entre Moscú y París. Dos de ellos son bastante conocidos: Angelo Tasca y Palmiro Togliatti, dirigentes del PC de Italia. Pues bien, el 17 de enero de 1929, Nin envió una carta por correo especial a Maurín en la que, entre otras cosas, le decía que aprovechaba una ocasión para escribirle extensamente y sin tapujos. En esa carta no solamente le informaba sobre lo sucedido en el último pleno del comité central del PCUS y las medidas represivas adoptadas recientemente por Stalin, sino que añadía lo siguiente: "Quieren que Moscú quede completamente limpio de oposicionistas. La situación de los deportados ha empeorado: hace tres meses que Trotsky no recibe cartas de nadie...El Buró Político ha decidido expulsar a Trotsky de la URSS...Todo el mundo supone que esta decisión está inspirada en el propósito de liquidar físicamente a Trotsky. Como no se tiene valor para hacerlo aquí, se hará en otro país. Esta gente está decidida a todo. Es preciso alertar a la opinión en todas partes. Se puede esperar cualquier cosa. Hay el precedente de la muerte de Butov, secretario de Trotsky" (fallecido en la cárcel tras 50 días de huelga de hambre). Es decir, Nin lanza al mundo, por medio de Maurín, el primer grito de defensa de Trotsky en peligro. La carta es más extensa y tiene un gran interés político. Explica que Stalin negocia con Turquía para sacarle de allí y así "se le podrá eliminar de una forma o de otra". En fin, sucedió lo que Nin presentía.
En el momento en que Nin escribió esta carta, el núcleo dirigente de la Oposición de Izquierda había quedado reducido a la primera mujer de Trotsky (Alejandra Bronstein), a Víctor Serge en Leningrado y a Nin en Moscú. La alarma de Nin tenía justificación. El caso de Butov y de otros demostraba que se había pasado de la represión a la exterminación física. En fin, lo que quería decir es que uno de los hombres que estuvo en relación más estrecha con Trotsky, escribiéndole, informándole, enviándole paquetes y libros, fue Andreu Nin. Una cosa así tenía que contar en la vida de Trotsky y creo que contó y pesó de forma extraordinaria.
Después, cuando Nin consiguió salir de la URSS y establecerse en España, se mantiene una correspondencia entre los dos por lo menos hasta el año 1933. Por eso, Trotsky dijo en una ocasión a Víctor Serge que nunca se escribió tan seguidamente con nadie y que las cartas escritas a Nin representarían un volumen de centenares de páginas (4). Algunas de éstas las tenemos. Otras fueron robadas por agentes de la GPU en su asalto a los locales del Instituto Internacional de Historia Social de París, rue Michelet, la noche del 6 al 7 de noviembre de 1936. Por lo tanto, tienen que estar en los archivos soviéticos. Para explicar los motivos de su correspondencia con Nin, Trotsky precisaba a Víctor Serge su pasión por la revolución española en primer lugar y su amistad con Nin , al que quería ayudar a desempeñar el papel que suponía que podía jugar en el proceso revolucionario español.

De la ruptura de 1933 a la formación del POUM

Esta correspondencia se interrumpió a comienzos de 1933 porque había conflicto entre la Oposición de Izquierda y la Izquierda Comunista de España, que era una organización pequeña, pero integrada por militantes muy valiosos y con mucha personalidad, como Andrade, Fersen, García Palacios o Molins i Fábrega. Era un conflicto político sobre la perspectiva del partido en España y el papel y los métodos del Secretariado Internacional de la Oposición de Izquierda. Por eso se terminó con una carta muy dura de Trotsky y una réplica de Nin diciéndole que, en adelante, se dirigiera a la Izquierda Comunista y no a él, ya que la misma era "una organización responsable, democrática, y no un grupo de amigos". A partir de entonces, las relaciones entre Nin y Trotsky se interrumpieron. Y Trotsky lamentó siempre que Nin y Andrade no se desplazaran para verle durante su exilio francés, cuando residía en Saint-Palais, cerca de Royan, en julio-septiembre de 1933, lugar por donde desfilaron bastantes militantes de diversas organizaciones obreras de numerosos países.
No es posible resumir ahora el período comprendido entre la crisis de 1933, que interrumpió las relaciones de Nin con Trotsky, y la formación del POUM en octubre de 1935 tras un intenso trabajo de colaboración entre la Izquierda Comunista y el Bloque Obrero y Campesino en el seno de la Alianza Obrera y en el proceso revolucionario de octubre de 1934. Pero hay que decir que la Alianza Obrera, inspirada y teorizada por el BOC, abrió el camino a la constitución de un partido revolucionario peninsular con una base de masas en Cataluña. Ahora bien, en este período, Trotsky preconizó el llamado viraje francés, es decir, la entrada de los trotskistas en los partidos socialistas, a fin de crear alas de izquierda capaces de jugar un papel en la Europa amenazada por Hitler. La Izquierda Comunista y el BOC habían rechazado las invitaciones de Largo Caballero y de Carrillo a ingresar en el PSOE y las Juventudes Socialistas porque tenían otra perspectiva y no creían en la consistencia de los virajes de los socialistas de izquierda ni en la bolchevización de las JJSS que, por cierto, se terminó en 1936 en Moscú de un manera vergonzosa.
Según sabemos hoy, Trotsky siguió con pasión este proceso y, contrariamente a lo que se ha dicho en ciertas publicaciones, no tuvo una actitud tan clara como algunos se imaginan en lo referente a la formación del POUM. La prueba es que en una carta privada enviada a Jean Rous en 1935, decía más o menos que: "el nuevo partido se ha constituido; tomo nota de ello". Y manifestaba su disposición a colaborar con él (5). Claro, después vinieron las elecciones de febrero de 1936, en las que el POUM participó formando parte de la coalición electoral obrero-republicana que los estalinistas se apresuraron a bautizar Frente Popular. En realidad, no era la fórmula clásica del Frente Popular. No se trataba de una coalición orgánica, sino de un frente electoral. Las cosas se desarrollaron de tal manera en Madrid que no hubo nunca reunión de conjunto. Largo Caballero hizo de enlace entre las organizaciones obreras y los partidos republicanos.
Trotsky, mal informado y creyendo que se repetía el Frente Popular francés, escribió un artículo muy agresivo contra Nin y Andrade que sorprendió a los propios militantes trotskistas franceses, por lo que éstos se limitaron a publicarlo en su Boletín Interior. Trotsky demostraba una incomprensión total de un fenómeno de masas prodigioso que iba a modificar radicalmente la situación española (6). En efecto, la victoria electoral permitió la liberación de los 30.000 presos de la revolución de Octubre, la derrota política de la derecha y el ascenso del movimiento de masas. Fue una afirmación extraordinaria del movimiento popular en un período en el que Hitler estaba en pleno ascenso y Europa estaba en evidente peligro. Muchos de nosotros seguimos creyendo que fue un acierto para el POUM. Entre otros motivos porque la experiencia ha demostrado que los revolucionarios, cuando se aislan, se marginalizan y se pelean entre ellos, y que, en cambio, cuando trabajan en el movimiento de masas real, se multiplican y se refuerzan en lugar de dividirse.

Trotsky y la revolución de 1936

Sin la victoria electoral del movimiento de masas del 16 de febrero, que permitió alcanzar posiciones decisivas, no hubiera sido posible la réplica de los trabajadores a la insurrección militar-fascista de julio de 1936 y el proceso revolucionario ulterior. En la Europa avasallada por el fascismo, esa resistencia armada y la tentativa de realizar una radical transformación socialista de la sociedad española quedará en la historia como uno de los principales acontecimientos del siglo XX. Como es natural, Trotsky, pese a que las condiciones de su exilio en Noruega se habían agravado considerablemente y que la mano del "clan Stalin-Iagoda", como decía él, se había alargado hasta su residencia, saludó con gran entusiasmo la victoria de los trabajadores de Madrid y de Barcelona y se sintió orgulloso del papel del POUM en la lucha. En una carta a Jean Rous, escrita a principios de agosto, que, por cierto, fue interceptada por la policía de Mussolini y descubierta muchos años después por el historiador italiano Paolo Spriano, después de manifestar su inquietud por la "desaparición" de Joaquín Maurín, cuyo valor apreciaba más de lo que se imaginaban algunos de sus amigos, escribía: "En cuanto a Nin, Andrade y los demás, en la actual situación sería criminal dejarse llevar por las reminiscencias del período precedente. A pesar de que haya divergencias de programa y de método, incluso después de la pasada experiencia, éstas de ninguna forma han de impedir un acercamiento sincero y duradero, la experiencia posterior hará el resto. En cuanto a mí, estoy absolutamente dispuesto a colaborar en La Batalla (...) Mi más ferviente saludo a todos los amigos, incluso -y sobre todo- para los que creen tener razones para estar descontentos de mí" (7). Desgraciadamente, Nin no vio nunca esta carta. Pero, de todos modos, supo, por Jean Rous y otros compañeros, el estado de ánimo de Trotsky y, como se sabe, el POUM reclamó el derecho de asilo en Cataluña para el creador del Ejército Rojo. Algún oportunista desvergonzado coloca este hecho entre los errores de Nin y del POUM. Pero no nos avergonzamos de ese error y la verdad es que los militantes del POUM estaban dispuestos a acoger y a proteger a Trotsky, como acogieron y protegieron a muchos exiliados alemanes, italianos y rumanos que vinieron a trabajar y a combatir con nosotros.
Probablemente, si Trotsky hubiera podido vivir en Cataluña, hubiese comprendido mejor -sin necesidad de intermediarios- las características del proceso revolucionario español, y sus relaciones con Nin y con el POUM se habrían desarrollado en condiciones mucho más sanas e interesantes. Cierto, la GPU estaba presente en España y Stalin dirigía sus pasos y operaba a través de sus múltiples agentes, rusos y españoles. Pero primero se encontraba en Noruega, atado de pies y manos, prácticamente prisionero. Luego, cuando al fin obtuvo el visado para México -solicitado por Nin a Cárdenas (8)-, estaba de viaje por el Atlántico en un buque petrolero. Por lo demás, a comienzos de agosto, el primer proceso de Moscú (Zinoviev-Kamenev-Smirnov) trastornó todos sus planes. Aunque sabía que en la gran batalla de España se decidían los destinos de Europa para un largo período, Trotsky era plenamente consciente de que la vida le imponía una misión esencial: denunciar la terrible impostura de Stalin ante el movimiento obrero y la opinión internacional. De ahí que exigiera de sus colaboradores y, en primer lugar, de León Sedov, su hijo, un esfuerzo sin precedentes.
Trotsky desembarcó en Tampico (México) el 9 de enero de 1937. Apenas instalado en Coyoacán -donde varios militantes del POUM encabezados por el famoso David Rey, en viaje de propaganda, pero en realidad a la búsqueda de armamento, contribuyeron a asegurar la guardia de su casa- el 19 de enero, la Agencia Tass anunció para el día 23 el segundo proceso de Moscú (Radek-Piatakov). Estaba previsto, pero se dudaba de que Stalin, tras la penosa impresión del proceso de Kamenev-Zinoviev, prosiguiera una farsa tan criminal como absurda. Sin embargo, así fue, y Trotsky volvió al ataque con más energía que nunca. En Los crímenes de Stalin (9), libro menos conocido que La Revolución traicionada (10), ha quedado espléndidamente registrada la lucha de Trotsky contra la nueva impostura del Kremlin. Lucha que comportó un análisis magistral del estalinismo como degeneración monstruosa de la propia dictadura de la burocracia rusa.

Trotsky y el asesinato de Nin

Entre el 25 de agosto de 1936, aislado en su prisión noruega, y el 9 de enero de 1937, fecha de su desembarco en México, Trotsky había tenido muy pocas posibilidades de informarse sobre la revolución española, que había recorrido seis meses decisivos. Las primeras informaciones serias fueron las de la delegación del POUM animada por David Rey y Costa Amic, que fue muy bien acogida por Trotsky. estos compañeros comprobaron que, pese a todas sus preocupaciones, su interés por el POUM era muy grande. Más en aquella época, México estaba mucho más lejos de España que hoy. Trotsky recibía todo muy tarde, sus informaciones eran muy deficientes y, a veces, al proceder de los grupos trotskistas en pugna por sus problemas internos, aumentaban la confusión. Nosotros no nos explicábamos el tono de algunos de sus artículos o que nos reprochara haber organizado nuestras propias milicias cuando todas las organizaciones habían hecho lo mismo y nosotros estábamos por la creación de un ejército revolucionario. Ciertas críticas, como la relativa a la participación de Nin en el Consell de la Generalitat de Cataluña o su intervención en las Jornadas de Mayo, podían haber sido acogidas mejor -ya que en el seno del POUM se formularon también-, pero el tono general de Trotsky estaba muy influido por la crisis que se había abierto en el movimiento por la IV Internacional alrededor del POUM y de su política. El partido holandés de Sneevliet, la tendencia belga de Vereecken, sus viejos amigos Víctor Serge y Alfred Rosmer, entre otros, le habían reprochado su nueva actitud con respecto al POUM, acusándole de sectarismo. Todo esto era demasiado para Trotsky en aquellas circunstancias.
A decir verdad, las polémicas que se abrieron entonces fueron muy dolorosas para Nin, porque esperaba otra actitud de Trotsky. Es verdad que éste, alejado de Europa en Coyoacán, se encontraba en uno de los momentos más dramáticos de su vida. La represión estalinista se había cebado en su propia familia, sus mejores amigos rusos habían capitulado o habían sido eliminados por Stalin. Le pesaba más que nunca su soledad y sabía que Stalin haría lo imposible para eliminarle. No ignoraba tampoco que la GPU trataba de infiltrarse en el movimiento trotskista. Pero quizás subestimó la importancia de esta acción. Ahora es posible que, por fin, tengamos acceso a los archivos soviéticos y, con toda seguridad, podremos comprobar que una de las tareas de la GPU en el período consistió en abrir un abismo entre el POUM y el movimiento trotskista, entre Trotsky y Nin. Lo hemos dicho muchas veces y lo repito hoy: era muy tentador aislar y desacreditar a un partido revolucionario que desempeñaba un papel importante en la España combatiente y que constituía una esperanza para los socialistas revolucionarios del mundo entero.
En el coloquio de París al que me he referido al comenzar mi intervención se volvió a plantear el problema de la ausencia del POUM en la conferencia de fundación de la IV Internacional (había sido invitado como observador y este observador tenía que ser Molins i Fábrega, delegado en París del CE del POUM). Pues bien, Yvan Craipeau y Michel Pablo explicaron con gran asombro mío que Molins no pudo asistir porque faltó a la cita previa que le había dado la persona que tenía que llevarle al local de la reunión. Y esa persona era nada menos que el camarada Etienne, miembro del Secretariado Internacional por la IV Internacional, que en realidad se llamaba Marc Zborowski y era un agente de la GPU encargado especialmente de la vigilancia de León Sedov, hijo de Trotsky. En 1955, en una declaración ante una comisión del Senado de los Estados Unidos Zborovski reconoció su participación en el robo de los archivos de Trotsky, en el sospechoso fallecimiento de León Sedov en una clínica de París y en el asesinato de Ignacio Reiss. Las autoridades norteamericanas le perdonaron por los servicios prestados.
El POUM, naturalmente, no pensaba incorporarse a la IV Internacional porque tenía otra perspectiva y estimaba que era prematuro crear una nueva Internacional. Pero colaboraba con todas las fuerzas socialistas y comunistas independientes del Kremlin y, en aquel momento, tenía especial interés en contar con todos los concursos posibles para hacer frente a la represión estalinista en España y a sus lamentables consecuencias en la lucha militar contra el franquismo. De ahí que, pese a los ataques de que había sido objeto por Trotsky y ciertos militantes trotskistas, decidiera asistir como observador a la Conferencia de la IV Internacional. En un documento inédito hasta hace poco y publicado recientemente (un informe de los delegados británicos a la citada Conferencia de 1938) se dice textualmente: "No haberse puesto en contacto con el POUM y el PSOP es un gran error. Mañana tenemos que disponer de una comisión para encontrarlos y decirles lo que ha pasado en la Conferencia,etc. y planificar un trabajo en común... Se adopta la proposición de la Comisión para la reunión con el POUM: Lesoil, James, Cannon, Schachtman, Lebrun (Mario Pedrosa), Buson, Clart (Rous), Stefan". Es decir, los principales dirigentes del movimiento, lo cual explica la importancia que tenían para ellos las relaciones con el POUM.
Evidentemente, la situación se había agravado en España y en Europa. Los retrocesos de la revolución en España habían facilitado las ofensivas de Franco. El POUM estaba en la clandestinidad. Stalin preparaba el viraje hacia la alianza con Hitler y proseguía la represión contra la vieja guardia bolchevique, las depuraciones, los procesos y las deportaciones. La amenaza de guerra era más clara que nunca tras la anexión de Austria por Hitler. Los revolucionarios de Europa y, en particular, los de España y de la URSS, se encontraban en una situación realmente dramática y comenzaban a comprender los aspectos más reaccionarios y terroristas del estalinismo.
Recuerdo que en 1938, en la Prisión del Estado de Barcelona, donde estábamos recluidos los dirigentes del POUM, Andrade, Rey y otros compañeros, se extrañaban del "silencio de Trotsky" ante la represión contra el POUM y el asesinato de Nin. En realidad, también nosotros estábamos mal informados. El 8 de agosto de 1937, Trotsky había publicado una declaración en México en la que decía: "Nin es un veterano e incorruptible revolucionario. Defendía los intereses del pueblo español y combatía a los agentes de la burocracia soviética (...) Se esforzaba por defender la independencia del proletariado español, contra las maquinaciones burocráticas de la pandilla en el poder en Moscú. Rehusó colaborar con la GPU para arruinar los intereses del proletariado español. Éste es su único crimen. Y lo pagó con su vida" (11). El tono de esta declaración nos hace suponer que debió de lamentar la ausencia de un diálogo eficaz con Nin y la falta de una cooperación eficaz con el POUM, un partido que combatía en España por la verdad sobre el estalinismo y por los que morían en la URSS defendiendo los principios fundamentales del socialismo frente a Stalin. Trotsky dijo en varias ocasiones que Nin era "su amigo" (12) y esto tenía mucho valor para él, aunque no siempre fue justo con sus verdaderos amigos y camaradas. Todos los hombres -y sobre todo los más eminentes- tienen sus pasiones y sus flaquezas. Pero dejadme terminar también recordando que Trotsky dijo, asimismo, que el POUM "era el partido más honesto de España" (13).

Wilebaldo Solano

Notas de la Fundación Andreu Nin

(1) La Révolution Espagnole, suplemento de Études Marxistes nº 7-8, París, 1969.
(2) "Adiós a Andrés Nin", publicado inicialmente en La Révolution Prolétarienne nº 253, de 25 de agosto de 1937 (existe versión inglesa en The Serge-Trotsky Papers, a cargo de D.Cotterill, London, Pluto Press, 1994, p.145).
(3) Diego Rivera (1886-1957) fue uno de los máximos exponentes de la escuela muralista y unos de los grandes pintores mejicanos del siglo. Fundador del Partido Comunista de Méjico, fue miembro de su comité central desde 1922 hasta su abandono del partido en 1927, al declararse partidario de Trotsky. Hizo gestiones para su asilo en Méjico y, una vez Trotsky allí, él y su esposa, Frida Kahlo, fueron sus anfitriones. En 1939 Diego Rivera abandonó la Cuarta Internacional tras su ruptura con Trotsky.
(4) En el extracto de una carta de 3 de junio de 1936 Trotsky escribe textualmente a Víctor Serge: "Durante varios años he nantenido correspondencia con él [se refiere a Nin] de una manera regular. Algunas de mis cartas eran verdaderos tratados: se trataba de la revolución viva en la que Nin podía y debía jugar un papel activo. Pienso que mis cartas a Nin durante dos o tres años podrían constituir un volumen de varios centenares de páginas: ello basta para mostrarle la importancia que concedía a Nin y a las relaciones amistosas con él" (León Trotsky, La revolución española, volumen 1, Barcelona, Editorial Fontanella, 1977, p.346)..
(5) La mencionada carta de Trotsky (el camarada Crux) es citada por Jean Rous en su informe sobre la fusión del BOC y la ICE, en octubre de 1935 (recogido en La revolución española, volumen 2, o.c., p.370).
(6) Esta polémica puede tener su origen, con independencia de las intenciones del POUM al adherirse a dicha coalición, en que en el preámbulo de manifiesto electoral de ésta se declara que los partidos firmantes han llegado a "comprometer un plan político común que sirva de fundamento y cartel a la coalición de sus respectivas fuerzas en la inmediata contienda electoral y de norma de gobierno que habrán de desarrollar los partidos republicanos de izquierda, con el apoyo de las fuerzas obreras, en el caso de victoria".
(7) L.Trotsky, La revolución española, volumen 2, o.c., pp.65-67.
(8) Costa Amic había sido delegado por Andreu Nin, en su calidad de consejero de Justicia del gobierno de la Generalitat en octubre de 1936 para solicitar, en su nombre, asilo político para Trotsky al presidente Cárdenas (Víctor Alba, El marxismo en España (1919-1939), México, B. Costa Amic editor, 1973, tomo I, p.392). Lázaro Cárdenas (1895-1970) fue presidente de Méjico entre 1934 y 1940 y siguió una política de izquierdas en materia de reparto de tierras, relaciones con la iglesia católica y con el capital extranjero. Además de conceder asilo a Trotsky abrió las puertas de su país a los refugiados republicanos españoles al finalizar la guerra civil.
(9) L. Trotsky, Stalin y sus crímenes, Madrid, NOS Editorial, 1947.
(10) L. Trotsky, La revolución traicionada, Barcelona, Editorial Fontamara, 1977.
(11) L. Trotsky, "El asesinato de Andrés Nin por los agentes de la GPU" (8 de agosto de 1937) en La revolución española, volumen 2, o.c., pp.130-132.
(12) En su declaración ante la comisión de investigación sobre los procesos de Moscú, presidida por el filósofo John Dewey, el 14 de abril de 1937 Trotsky respondió a la pregunta de Carleton Beals sobre quién dirigía el POUM lo siguiente: "Nin. Es amigo mío. Lo conozco bien. Pero lo critico mucho" (León Trotsky, La revolución española, volumen 2, o.c., p. 93).
(13) En "Lección de España: última advertencia" (17 de diciembre de 1937) Trotsky afirmaba: "El exceso de prudencia es la más funesta de las imprudencias. Esta es la principal lección del derrumbe de la organización política más honesta de España: el POUM, partido centrista" (La revolución española, volumen 2, o.c., p.238).

Edición digital de la Fundación Andreu Nin, mayo 2003

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