miércoles, febrero 15, 2017

Renuncia de Michael Flynn: primera gran derrota de Trump



La dimisión de Michael Flynn como consejero de seguridad nacional del presidente es el golpe más duro que el presidente norteamericano Trump ha sufrido desde que asumió.
Las verdaderas razones de su decisión aún son oscuras. Lo que sí está claro es que Trump mostró por primera vez debilidad lo que puede abrir una brecha que va a ser utilizada por sus enemigos internos y externos.

Razones opacas

Aparentemente, las razones de su renuncia fueron las revelaciones de la prensa sobre que tuvo contactos con el Kremlin y que mintió al respecto a altos cargos del Gobierno. En su conversación con el embajador ruso, del pasado diciembre, un mes antes de la toma de posesión de Trump como presidente, Flynn habría cometido una ilegalidad, ya que en esos momentos aún no podía implicarse en gestiones diplomáticas. Una antigua ley que nunca había sido utilizada prohíbe hacer gestiones en política exterior al margen del presidente. Tras aquella conversación, Putin evitó responder de forma equivalente a las sanciones de Obama, que se despidió de la presidencia expulsando 35 diplomáticos rusos y cerrando dos centros de propiedad del gobierno ruso en EEUU. El movimiento de Putin resultó extraño a ojos de los expertos y contrario a la recomendación de su ministro de Exteriores. Trump le aplaudió en Twitter. A la vez, según The Washington Post, la ex fiscal general en funciones, Sally Yates (destituida por Trump por negarse a defender el veto migratorio en los tribunales) informó el mes pasado a la Casa Blanca de que Flynn habría mentido a altos cargos del Gobierno -entre ellos, al vicepresidente, Mike Pence- acerca de la naturaleza de la conversación, y advirtió de que el asesor era "potencialmente vulnerable" a chantaje por parte de Rusia.
Todo esto suena extraño. Es cierto que existe una antigua ley (la Logan Act de 1799) que prohíbe hacer gestiones en política exterior al margen del presidente. Sin embargo, desde entonces nunca había sido utilizada. Y hay casos notorios aunque no totalmente confirmados de esta práctica. Así, en 1980, durante la crisis de rehenes con Irán, representantes de Ronald Reagan entraron en contacto con el gobierno iraní para discutir el momento de la liberación de los rehenes. Los contactos supuestamente se hicieron antes y después de las elecciones de ese año. Lo que realmente se habló en esas discusiones es disputado, pero es casi seguro que las conversaciones ocurrieron. Peor aún, republicanos resentidos dicen que Obama fue incluso más allá que Michael Flynn cuando en julio de 2008, el candidato Obama se dirigió a Medio Oriente y Europa y habló ampliamente sobre política, uno a uno, con los líderes de Kuwait, Afganistán, Irak, Jordania, Cisjordania, Israel, Francia, Alemania y Gran Bretaña. Y como candidato, ni siquiera como presidente electo.
Lo más probable es que Flynn pensó que tenía luz verde de Trump para llegar a un giro radical en la estrategia con los rusos – en su lógica, darles a ellos algunas concesiones en Ucrania era un precio relativamente módico a pagar a cambio de un frente común contra el Estado Islámico, su gran obsesión - lo que seguramente despertó un frente furibundo en contra por parte de los sectores más realistas de la administración: desde el vicepresidente, Mike Pence hasta Rex Tillerson, secretario de Estado y James Mattis, secretario de Defensa, estos dos últimos habían ya anunciados la continuidad de las sanciones y Mattis nombró a Rusia como un adversario clave.

Los demócratas y neocon logran su primera presa de peso

Pero sean cuales sean los verdaderos motivos, la realidad es que Trump recibe un golpe de peso. Es un golpe mucho más serio que las decisiones de la Corte sobre la orden ejecutiva sobre el veto al ingreso de musulmanes y refugiados que su administración espera revertir o superar. Es que en contra de lo que venía siendo su estilo hasta ahora, fue Trump el que retiró el apoyo a Flynn.
Éste último, más allá de la propaganda interesada de la prensa del establishment que lo presenta como un inepto y sin condiciones para su cargo, no solo proponía un acercamiento con Moscú como ya vimos sino que también declaró que la sobredimensionada comunidad de inteligencia norteamericana tenía que ser reformada, buscando subordinar a la CIA y a la Junta de Jefes de Estado Mayor al presidente a través del Consejo de Seguridad Nacional. En otras palabras, Flynn trató de ir contra el máximo poder y autoridad del que gozan la CIA y el Pentágono y subordinarlos a la Casa Blanca. Por eso, para Trump la pérdida de uno de sus primeros apoyos es una muestra de debilidad, que da a sus muchos enemigos su primera presa de peso, lo que los envalentona a ir por más.
Éste logro mayor para sus adversarios internos es la coronación de la campaña histérica de cuño macarthista iniciada por la candidata Hillary Clinton y sus partidarios buscando generar terror sobre Rusia y presentando a Trump como un agente de Moscú.
Los ataques de los demócratas reflejan la posición de las principales secciones del aparato de inteligencia estadounidense, que ha invertido recursos sustanciales en una escalada agresiva contra Moscú desde Oriente Medio hasta la crisis en Ucrania en 2014, incluido el despliegue de tropas estadounidenses y de la OTAN en las fronteras occidentales de Rusia. El pasado lunes, Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, tuiteó que no se podía confiar en que Flynn fuera a "velar por los intereses y la seguridad nacional de Estados Unidos en vez de los de Rusia", exigiendo sea despedido de inmediato.
Como escribimos al fin de la campaña presidencial y al otro día de que Trump asumiera, la brutal lucha intestina y división en la elite y los factores de poder es una de las características de la presidencia Trump. Es expresión de un bonapartismo débil, aun no asentado, lleno de sobresaltos como ha mostrado su primer mes aún no finalizado de mandato. Estas disputas al interior de la clase dominante norteamericana pueden abrir brechas para que irrumpa el movimiento de masas. Pero la precondición para que su irrupción no sea usada como carne de cañón por ninguna de las fracciones en disputa es la necesidad de una política independiente no solo de Trump y su nacionalismo xenófobo y reaccionario, sino de los demócratas que con sus políticas guerristas, de precarización, desempleo y regalos a Wall Street son los verdaderos padres del “monstruo” que ahora buscan atar y arrinconar con prácticas non sanctas en el ejercicio de su presidencia.

Juan Chingo
Comité de redacción de Révolution Permanente

(1) En inglés Joint Chiefs of Staff, grupo que comprende a los jefes de las principales ramas de las Fuerzas Armadas de los EEUU

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