martes, junio 05, 2007

47 horas que conmovieron al mundo.

El 13 de abril de 2002 marcó un hito en la historia de las luchas de los pueblos por su libertad y dignidad, porque ese día en Venezuela, el accionar de miles de soldados y civiles, hombres y mujeres extracción de un solo pueblo recuperaron el poder de la democracia en la patria traicionada por un grupo de militares, dirigentes sindicales, políticos, religiosos, empresarios y dueños de medios, y lo devolvieron a su legitimo dueño, el Presidente venezolano Hugo Chávez.
Fue un breve lapso de 47 horas que conmovieron al mundo, asombrado ante ese hecho inédito en los anales de la historia de la humanidad, cuando un mandatario electo 3 años y 4 meses y una semana antes por la inmensa mayoría de los venezolanos, derrocado por golpe de Estado, volvió al poder después de permanecer en manos de sus enemigos, enfrentado a la soledad del cautiverio y a la muerte, únicamente armado con la fe depositada en un pueblo que jamás lo defraudó.
De estar vivo John Reed, el periodista estadounidense testigo de grandes eventos históricos como la revolución mexicana, proceso que describió en su libro "México Insurgente" y poco después, "Diez días que Estremecieron al Mundo", su obra cumbre, en las que narra las jornadas claves de la revolución de Octubre en Rusia, seguramente habría escrito una obra similar basada sobre los días críticos que vivió la Revolución Bolivariana en Venezuela durante aquellas 47 horas del mes abril de 2002.
La tragedia acaecida el aciago 11 de abril cuando, comenzó a gestarse 3 días antes, cuando los máximos dirigentes de la patronal Fedecámaras, y los pseudo defensores de la clase trabajadora entronizados en la CTV, burlando el insalvable abismo de intereses que separan a los explotadores de los explotados, se aliaron para decretar un paro nacional e ilegal de 24 horas, que 2 días más tarde fue declarado "indefinido, pero solo fue cumplido por los comerciantes e industriales del Este de Caracas.
Era el preludio del gran desastre que habría de ocurrir el 11 de abril que se inició con una marcha organizada por la oposición golpista e integrada por decenas de miles de manifestantes miembros de la clase media alta y residentes de los lujosos sectores residenciales del Este de la Gran Caracas, azuzados por el presidente de la CTV, Carlos Ortega; el gobernador de Miranda, Enrique Mendoza; Juan Fernández; el general Guaicaipuro Lameda altos ejecutivos de Pdvsa y otros dirigentes del golpe en marcha.
La manifestación inesperadamente cambió el rumbo que tenía fijado originalmente, para dirigirse hasta el Palacio presidencial de Miraflores para, según les prometían sus cabecillas, asaltarlo y detener al Jefe del Estado, embriagados como estaban, por el delirio de un imaginario triunfo, que a fin de cuentas conquistaron, pero que jamás llegaron a pensar que fuera tan efímero.
Fue una acción fríamente calculada, que contaba con la complicidad de traidores militares miembros del Estado Mayor y de los dueños de los medios privados, que venían desatando una sistemática campaña financiada desde Washington, manipulando a la opinión pública orientada a desestabilizar a un proceso revolucionario pacífico e inédito con el perverso propósito de destruirlo junto con su líder.
Solo les faltaba agregar el ingrediente más macabro de sus planes: el aportar unas víctimas fatales para responsabilizar al presidente Chávez de sus muertes, y ese momento llegó cuando la marcha entró al centro de Caracas, y desatarse una orgía de sangre, una masacre cometida por un grupo de asesinos, mercenarios y policías que desde azoteas de edificios y en la calle, dispararon sus armas de alta precisión contra manifestantes, curiosos y periodistas que cubrían el evento, dejando un saldo de 19 muertos y 150 heridos.
Abandonados por sus líderes los manifestantes detuvieron su marcha, mientras la Policía Metropolitana, infiltrada por traidores, avanzaba sobre Miraflores, lanzando chorros de agua y balazos desde la "ballena" siendo contenida por un grupo de patriotas, en Puente Llaguno, que los enfrentaron con valentía, en una acción que los convirtió a ellos en héroes y mártires de la Revolución, y al puente, en emblema de la resistencia popular donde hoy se honra a los caídos.
Esta situación fue aprovechada por un canal de televisión privado que, en un acto contrario a los más elementales principios éticos del periodismo, una vez editado el filme, solo difundió la escena que mostraba al grupo de patriotas que disparaban contra la policía, sin enfocar a los gendarmes que los atacaban y contra a los que estaban dirigidos sus disparos, asegurando el narrador de la noticia que desde Puente Llaguno se mataba a "pacíficos manifestantes. Una gran mentira, ya que estos se encontraban a varias cuadras de distancia.
Bajaba así el telón del primer acto de un drama trágico protagonizado con todo descaro por los traidores miembros del Estado Mayor, quienes durante un ensayo televisado que hicieron de la alocución que dirigirían al país para anunciar la toma del poder, dieron a conocer, aún antes de que estas ocurrieran, las muertes que tendrían lugar el 11-A
De esta manera se fue cerrando el cerco tendido por los militares golpistas que amenazaron con bombardear a Miraflores, donde se encontraba el Presidente Chávez, su tren ejecutivo y demás cercanos colaboradores. Fue entonces cuando el mandatario, en noble gesto orientado a evitar la nueva masacre que anunciaban los golpistas salió del palacio hacia Fuerte Tiuna, siendo recibido por el obispo Baltasar Porras y, pasada la medianoche fue trasladado a la sede del Comando del Estado Mayor golpista, donde quedó detenido.
Fue en la madrugada del 12 de abril, cuando el Estado Mayor golpista anunció que el presidente Chávez, detenido en Fuerte Tiuna, había renunciado, para luego, en forma oculta enviado a la base naval de Turiamo y desde allí, horas más tarde, a la isla de la Orchila, en el mar Caribe.
Había triunfado el Golpe y de nuevo se subió el telón para dar paso al segundo acto del trágico drama que vivía la patria ultrajada, desatándose una brutal cacería humana, dirigida contra ministros, gobernadores, alcaldes y otros altos funcionarios del gobierno derrocado, algunos de ellos sacados por la fuerza de sus hogares, sin ninguna orden judicial y en presencia de alcaldes golpistas que sonreían apoyando los desmanes.
Ese mismo día tendría lugar en Miraflores el acto de auto-juramentación de "Pedro el Breve", nombre con el que quedó marcado para siempre, el pequeño dictador Pedro Carmona, quien en el salón principal del Palacio, de donde había sido retirado el retrato del Libertador, presidió el festín de buitres sobre el cadáver de la Patria, en el que repartió cargos y prebendas. Allí recibiría el tributo de obediencia de sus súbditos firmantes del infame documento en el que manifestaban su adhesión al golpista.
Allí también, "Pedro el Breve", emitiría el "Acta de Constitución del Gobierno de Transición Democrática y Unidad Nacional", mejor conocido como el "Decreto de Carmona", documento que ha pasado a la historia como uno de los más perversos instrumentos pseudo constitucionales jamás emitido por gobernante alguno en Venezuela, y en el que quedaron abolidos principios y derechos democráticos contenidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, cuyo nombre fue abolido.
De pronto, y cuando nadie lo esperaba, desde la Base del Ejército venezolano, y en la Base de la Fuerza Aérea Venezolana, ubicadas en Maracay, los generales Raúl Baduel y Pedro Torres Finol, se pronunciaron en contra del golpe, exigiendo la restitución del estado de Derecho y la del Jefe del Estado a su legítimo cargo, desencadenando un clima de protesta general en el país en los que participaban unidos militares leales y la población en general.
La intervención de la señora Elena Frías de Chávez, madre de presidente, y de su hija María Gabriela, fue clave en el proceso de restitución de la perdida institucionalidad del país y en la salvación de la vida del mandatario, especialmente cuando ese día 12 de abril, María Gabriela denunció a través de Cubavisión, el canal televisivo de la isla caribeña que seguía paso a paso el desarrollo de los acontecimientos en Venezuela, que su padre no había renunciado, como aseguraban los golpistas.
Esta versión sería confirmada, cuando el presidente, desde su cautiverio, logró enviar un mensaje transmitido secretamente vía Fax, por un heroico soldado, el Cabo II Juan Rodríguez convertido por la historia en "Correo Presidencial", en el que confirmaba lo dicho por su hija, diciendo:

"Al pueblo venezolano…(y a Quien pueda Interesar)

Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano , Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Declaro:

No he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dio.

¡!Para siempre!!

Hugo Chávez Frías.

Al día siguiente, 13 de abril, el pueblo se lanzó al asalto final contra la tambaleante fortaleza del golpismo. Fue un amanecer luminoso y vertiginoso que a medida que transcurría el día fue arrojando luz sobre las sombras de la efímera dictadura, que fue cediendo espacios ante el avance popular, y cuyos partidarios huyeron despavoridos y desordenadamente del palacio donde aún festejaban su breve triunfo.
Primero fue rumor de olas en un mar embravecido, que a medida que transcurrían las horas fue cobrando fuerza en las calles de la capital y otras poblaciones, adquiriendo la furia de un tsunami, cuando, desde los cerros de Caracas, comenzó a bajar una multitud de pueblo que enfrentaba desarmada y con sus pechos las balas a la policía traidora, que asesinó a muchos de ellos en vano intento por contener aquella onda expansiva de ira popular.
Carmona fue detenido, pero se fugó hacia Colombia, y hoy, a 5 años del golpe de Estado, se ha solicitado su extradición, mientras que algunos de sus colaboradores, militares y civiles, cuyas acción permaneció impune durante todo ese tiempo, esperan por el juicio de la historia para pagar por el crimen de lesa humanidad que cometieron, asesinando a la institucionalidad reinante en la patria y a un grupo de inocentes ciudadanos, a los que hoy, 13 de abril el pueblo y el mundo rinden justo tributo a su memoria.

Hernán Mena Cifuentes

ABN 13 de Abril 2007

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