miércoles, junio 06, 2007

El Congreso de intelectuales de Valencia, 1937: gran polifonía de latidos luminosos .

¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!
César Vallejo, “Masa”,

10 de noviembre de 1937

1. La ruta de Valencia. Coincidencias. (1)

Tanta luz me hizo abrir los ojos; la fuerza del canto que surgía, a la distancia de 70 años, desde el crisol valenciano y de su clarinada, inundó mis sentidos. Investigaba aquellos hechos y su devenir, a renglón seguido de que un amigo descubriera, conmovido, a los verdaderos asesinos de su abuelo, hecho ocurrido también siete décadas atrás. ¡Todo había quedado tan claro para él, como nebuloso antes! ¿Cómo haber tardado tanto tiempo en identificarlos? Su muerte había ocurrido en el Valle de Viñales, Cuba, cuatro años antes del inicio de la Guerra Civil Española. Tanto España como Cuba sufrían por aquellos días los embates de la crisis económica de 1929. Aquel abuelo era opositor del gobierno del dictador Gerardo Machado. Los intereses económicos y políticos de la burguesía al servicio del gobierno de los Estados Unidos movieron las manos asesinas. Miseria y muerte ensangrentaban el suelo antillano que lo vio nacer. Hijo de padres españoles, el abuelo murió en 1932 sin sospechar la tragedia que se cernía sobre la amada tierra de sus padres. Él sabía que por aquellos días, regía en la Madre Patria un gobierno denominado de La Segunda República Española. La luz lo hizo entonces abrir los ojos de admiración. Cinco años después los hubiera cerrado ante tanto horror. Un golpe de estado sangriento había desatado una guerra civil en España. Francisco Franco, su caudillo promotor, no tardaría en recibir el apoyo de los gobiernos fascistas de la Alemania de Hitler y de la Italia de Musolini. El bando republicano promovió muchas simpatías y combatientes internacionalitas procedentes de diversas latitudes decidieron venir en su ayuda. En medio del conflicto armado y como apoyo al gobierno legítimo de la II República, prestigiosos intelectuales decidieron celebrar un congreso en defensa de la cultura en la Valencia “bajo las bombas”, en julio de 1937.
Seis años antes se había proclamado, un 14 de abril, la II República Española, cuando el soberano Alfonso XIII, abandonara la silla real en vistas de que los resultados de las elecciones habían sido negativos para las candidaturas monárquicas en los comicios municipales y comprobar que carecía de respaldo popular e institucional. Como nuevos emblemas del estado, se adoptaron símbolos republicanos y el día 9 de diciembre de ese mismo año las Cortes Constituyentes, aprobarían una Constitución que proclamaba los derechos y libertades individuales y sociales, el derecho al voto a los ciudadanos mayores de 23 años de ambos sexos y el poder legislativo del pueblo. Las buenas intenciones de la II República se enfrentaron con la cruda realidad de una economía mundial resentida por la crisis del 29 que se reflejaba en España con las condiciones de miseria de sus familias, luchas de los trabajadores por sus derechos y un paro creciente, lo que desembocó en algunos casos en enfrentamientos callejeros, revueltas anarquistas, asesinatos perpetrados por grupos extremistas, golpes de estado militares y huelgas. La agitación política asumió además un cariz particular, la Iglesia tomó partido contra las fuerzas de la izquierda revolucionaria, que denunciaba los privilegios de que gozaban. El enfrentamiento no se hizo esperar. La derecha conservadora, muy arraigada también en el país, se sentía ofendida porque veía peligrar la posición de que gozaba ante la creciente influencia de los grupos de izquierda que apoyaban a la II República. Todo ello motivó que muchos generales conservadores planificaran insurrecciones militares y golpes de estado contra la república. Sus intenciones se materializarían en el fallido golpe de 1936, cuyo resultado incierto desembocó en la Guerra Civil Española.
Dos hechos bastan para simbolizar el carácter fascista del golpe de estado perpetrado por los militares: la suspensión de una olimpiada donde participarían 8 mil deportistas el día de la revuelta y la quema de libros de las bibliotecas a manos de la enfurecida soldadesca.
La Guerra duró desde el 17 de julio de 1936 hasta el 1ro. de abril de 1939. Muchos historiadores la consideran como la contienda bélica que serviría de antesala a la Segunda Guerra Mundial ya que permitió inmiscuirse, en España, a las potencias del Eje Roma-Berlín, en apoyo a las fuerzas conservadoras golpistas. El conflicto enfrentó a las ideologías políticas europeas: el fascismo, la democracia de tradición liberal y los diversos movimientos revolucionarios (socialistas, comunistas y anarquistas). La lucha de clases y los intereses económicos de la burguesía, presidirían la contienda, en última instancia. El triunfo nacionalista dirigido por el general Francisco Franco derivó en el establecimiento de una férrea dictadura que duraría treinta y seis largos años.
Los absurdos móviles del golpe fascista han sido descritos descarnadamente: “Nadie impugnó ni puso en entredicho la legitimidad de las elecciones del 16 de febrero de 1936. La grandeza de la Segunda República fue que en el año 1933 ganó las elecciones la derecha con un Gobierno de izquierdas y, en 1936, al revés. Manuel Azaña formó un Gobierno de centroizquierda, sin la participación de socialistas ni comunistas.
Ni los comunistas se habían apoderado del Estado, ni la patria estaba en peligro, ni todos los militares eran unos golpistas: al contrario, fueron los primeros en ser objeto de la implacable represión de sus compañeros. Tampoco los 34.391 guardias civiles merecen un reproche generalizado. En ninguna capital donde la Guardia Civil se mantuvo leal al Gobierno vencieron los golpistas. El 18 de julio por la mañana, el comandante José Rodríguez Medel Briones, jefe de la comandancia de la Guardia Civil de Navarra, respondía negativamente a los requerimientos del general Mola para que se sumara a la sedición. Mola le preguntó por teléfono: "Entonces, ¿para usted no importa nada la salvación de España? ¿Qué haría usted si se implantase el comunismo?". "Cumplir con mi deber", contestó Medel. "¿Y cuál sería su deber?", insistió Mola. "Obedecer las órdenes del poder constituido", señaló el jefe de la Guardia Civil. Horas más tarde, mientras arengaba a sus hombres para que se opusieran al levantamiento, uno de sus subordinados le descerrajó un tiro en la cabeza. ─y agregó el analista─: La brutalidad de la represión de los rebeldes no se justifica por la guerra, sino que es anterior y seguida del golpe de Estado. La directriz primera del propio general Mola es suficientemente clara: es necesario propagar una atmósfera de terror; tenemos que crear una impresión de dominación; cualquiera que sea abierta o secretamente del Frente Popular deberá ser fusilado. Finalmente, la internacionalización del conflicto alimentó la guerra civil. Sin la ayuda decisiva de Alemania, Italia y Portugal no habría sido posible desplazar el Ejército de África, el único profesional y de cierta entidad, a la península. También se habría podido yugular la sublevación en pocas semanas con una ayuda decidida al Gobierno republicano por parte de Gran Bretaña y Francia.” (2)

2- Aviones y obuses sobre Valencia. Signos anunciadores. (3)

Así escribió Alejo Carpentier para describirle a los lectores cubanos sus vivencias sobre la España bombardeada: “Nada de lo que se refiera a la España de hoy resulta exento de contenido humano… ¡Porque hace falta mucho más valor para resistir a los espectáculos conmovedores que nos presenta la España de hoy, que para vivir, con sus hijos, momentos de intenso peligro! Y ante espectáculos tan humanos ─tan pletóricos de sangre y alma, de lágrimas e intensidad─ como los que hemos presenciado en estos veinte días de viaje a una tierra sometida a imperativos telúricos y agentes de muerte, a fuerza de terror y fuerzas de júbilo y amor a la vida, nuestra «lógica del pensamiento» se ha roto ante nuestra «lógica del corazón.»” (4)
Muchas acciones solidarias, nobles y heroicas, fueron escenificadas por el pueblo cubano que a pesar de su maltrecha economía aportó a los republicanos, mil combatientes que integraron la 15 Brigada Internacional “Abrahán Lincoln” así como donaciones de partidas de azúcar, medicinas, ropa, tabaco y algún dinero. Mientras esto sucedía, desde los Estados Unidos partían recursos para los bandos contendientes: mientras vendían combustible a Franco, le ofrecían aviones a los republicanos. Lo cierto es que los gobiernos de Estados Unidos, Francia e Inglaterra se abstuvieron de prestarle ayuda al gobierno de la II República por temor a su perfil revolucionario y para no granjearse la enemistad con Alemania e Italia. Sin embargo, combatientes voluntarios norteamericanos y latinoamericanos , movidos por su vocación política, fueron en su ayuda como voluntarios, cuyas cifras se calculan en más de 35 mil. En septiembre de 1938 casi 12 mil se hallaban aun en territorio español. En los frentes de combates habían quedado los cuerpos inertes de 5 mil heroicos combatientes internacionalistas.
Los momentos espantosos de la guerra dejaron huellas profundas en los intelectuales de la época. César Vallejo, autor de Piedra negra sobre una piedra blanca, escribió el poema Masa:
«Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!”/ Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo./ Se le acercaron dos y repitiéronle: “¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!” / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. / Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: “¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!”/ Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. / Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: “¡Quédate hermano!”/ Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. /Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon;/ les vio el cadáver triste, emocionado;/ incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar…»/ (5)
Hasta uno de los escenarios españoles de tanta muerte llegaron los valientes y solidarios intelectuales del mundo a ofrecer su solidaridad y a defender la cultura. Al darle la bienvenida se alzó la voz del responsable del frente republicano que supo guiar a los congresistas hasta Gerona: “¡Qué hermosa es España! ¿No comprenden ustedes que se quiera dar la vida por defender tierra tan bella!” (6)

3- Valencia, un instante de emoción.

El Segundo Congreso de Escritores de Escritores Antifascistas, efectuado en Valencia, en julio de 1937, tuvo la gran virtud de iluminar a aquella ciudad ametrallada y vibrante de heroísmo y de insuflarle fuerza solidaria a las almas sufridas ante los estertores de tantas vidas tronchadas.
“No debe verse en nuestro viaje el menor gesto de alarde u ostentación. No se demuestra valor yendo a visitar amigos desdichados, cualquiera que sea la causa de su desdicha. Pero sería una cobardía evidente el no hacerlo… Añado que nuestra función de escritores nos obligaba a realizar ese viaje…”, diría uno de los participantes, el escritor francés André Chamson (7) Más de ciento cincuenta intelectuales, como él, desafiaron las bombas y asumieron el debate de una agenda para enfrentar los peligros que el fascismo europeo representaba para la cultura. Fue por ese peligro que cuatro años antes Louis Aragón había fundado en París una institución denominada la Maison de la Culture y la revista “Commune”, como su órgano oficial. Luego en Moscú se celebraría, en 1934, el I Congreso de Escritores Soviéticos. A él asistieron intelectuales de varios continentes. Alentados por el evento de Moscú, se inauguró el 21 de junio de 1935, en París, el I Congreso Internacional de Escritores. Doscientos treinta delegados se reunían para discutir temas cardinales para el desarrollo de la cultura, con un amplio temario. Uno de sus principales acuerdos fue crear la Asociación Internacional en Defensa de la Cultura cuya directiva la integraban doce altísimas figuras intelectuales, entre ellas Ramón Valle Inclán, Sinclair Lewis, Thomas Mann, Máximo Gorki, Adous Huxley y Bernard Shaw. Acordaron también celebrar el siguiente congreso en Madrid, pero la Guerra Civil lo impediría, por lo que se decidió un cambio de fecha y de lugar. El Congreso se celebraría en Valencia, entonces capital del gobierno republicano y serían subsedes Barcelona y Madrid. La clausura se fijó para París. El Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura se inauguró en los salones del Ayuntamiento de Valencia el 4 de julio de 1937. Participaron hombres y mujeres de la talla de Alejo Carpentier, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Octavio Paz, Vicente Huidobro, César Vallejo, Juan Marinello, Carlos Pellicer, Félix Pita Rodríguez, y Rafael Alberti, María Teresa León, Manuel Altolaguirre, Miguel Hernández, León Felipe, André Malraux, Ilya Ehremburg, Tristán Tzara, entre otros hasta un total de 150. Los temas que abarcó, según Carpentier, fueron: “1) la actividad de la Asociación de Escritores por la Defensa de la Cultura; 2) el papel del escritor en la sociedad; 3) dignidad del pensamiento; 4) el individuo; 5) humanismo; 6) Nación y cultura; 7) los problemas de la cultura española; 8) herencia cultural; 9) la creación literaria; 10) refuerzo de lazos culturales.” (8) “Los intelectuales del mundo intentamos alertar la conciencia del hombre contra el peligro que se avecinaba” diría Carpentier al referirse al carácter del evento y a la agresividad del fascismo contra la cultura. (9)
Aliento, solidaridad y respaldo brotaron desde los ámbitos congresionales valencianos y de cada corazón comprometido de sus delegados con la causa republicana. Manos callosas, rostros curtidos, almas desesperadas ante el horror de la guerra, recibieron la solidaridad que necesitaban de los hombres y mujeres ilustrados que les servían de amparo a sus luchas. De las salas del congreso brotó como una sinfonía afinada de latidos de luz que supo iluminarlos y estimularlos a combatir hasta una victoria, cuyo camino habían señalado sus héroes y mártires.

3- Dos grandes héroes surgidos de la Guerra Civil Española: el habanero, de origen puertoriqueño, Pablo de la Torriente Brau y el granadino Federico García Lorca.

Fue Pablo de la Torriente Brau, un joven poeta, corresponsal de guerra y combatiente cubano de gran sentido patriótico y de fino humor en sus textos. Había viajado a España desde Nueva York y durante cuatro meses supo enfrentar a las fuerzas del fascismo español y ofrendó su sangre a la causa de la república española. Gran amigo del poeta Miguel Hernández, a quien reconocía como “un muchacho considerado como uno de los mejores poetas españoles, que estaba en el cuerpo de zapadores.” Supo designarlo como responsable de cultura y con él realizó trabajos de propaganda y de promoción de la literatura en los frentes de guerra. Según el propio poeta español: “(Pablo y yo) habíamos estado juntos, sin saberlo, en los combates de Pozuelo y Boadilla del Monte… Pablo era entonces Comisario Político del Batallón Campesino, hoy División…” (10) Era Pablo, un combatiente de barricada a quien se le escuchó enarbolar de viva voz, a puro grito, mensajes y advertencias a las tropas del bando enemigo. Murió heroicamente en diciembre de 1936 en Majadahonda, cerca de Madrid. Juan Marinello recuerda el lugar donde reposan sus restos “La tumba estaba en un montículo y frente al mar diría. Caía la tarde y, al tender la vista desde sus restos, al descansar la pena sobre el suave declive de resonancias de la aventura y de la historia, sus dos grandes pasiones.” (11) Pablo combatió en España como supo hacerlo en Cuba, contra la dictadura de Gerardo Machado.
Cuatro meses antes, el 18 de agosto de 1936, al comenzar la guerra civil, fue fusilado por el franquismo español uno de los poetas más populares de nuestra lengua: Federico García Lorca. Había cumplido 38 años. Era hijo de un hacendado y una maestra que le había enseñado a tocar el piano. Estudió en una escuela de sacerdotes jesuitas en Granada e inició estudios universitarios de Derecho, los que abandonó para dedicarse a la literatura, a la pintura y a la música. En 1919 se estableció en Madrid, donde hizo amistad con los grandes artistas Dalí, Buñuel y Alberti. Durante este tiempo, publicó su Poema del cante jondo o Romancero gitano. Decidió viajar a Cuba y E.U.A. (1929-1930). Sus poemas, su homosexualidad y la firma de un manifiesto a favor del Frente Popular, que ganó las elecciones del 31, encendieron la ira de sus asesinos. Ante el golpe militar de Franco contra la Republica, Lorca abandonó Madrid y regresa a su pueblo natal. Al caer Granada el 18 de Julio comienzan los asesinatos de los simpatizantes del gobierno legítimo. Federico decidió refugiarse con la familia Rosales, uno de cuyos miembros era jefe de la Falange granadina. Al cabo de un mes el poeta fue acusado de espía de Moscú, le apresaron y fue llevado al edificio del gobierno. Allí un homófobo de apellido Queipo del Llano, decidió su suerte indicando que le dieran "mucho café, mucho café" (CAFÉ: Células de Acción de la Falange Española). Esa misma madrugada, José Dióscoro Galindo, un maestro de escuela; Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, banderilleros anarquistas, y Lorca fueron llevados por un camino que conducía a Alfacar y ante un viejo olivar que le llamaban "fuente de las lágrimas", les fusilaron. Las tres causas principales que provocaron el asesinato de Lorca fueron: que era de izquierda, homosexual y famoso. Sobre el hecho Lezama Lima escribió: “Entonces fue cuando de una casa maldita, salieron unos enmascarados de azufre y rabos endemoniados, comenzando a darte hachazos a ese cuerpo, que había exhalado una voz tan poderosa, tan llena de una embriagada alegría, como de una amargura de pozo fabuloso. Pero como una costumbre profunda, su voz hecha canto se eleva, caduceo ardido, sobre cenizas de la casa maldita.” (12)

4- La pesadilla de la posguerra. Ensañamiento de la dictadura.

Según informes oficiales del Ministerio de Justicia del Gobierno franquista, el 7 de enero de 1940, los presos políticos eran 270,719 y el 10 de abril del 43 aun eran 92,477; los presos políticos fallecidos (incluye a los fusilados) desde abril del 39 hasta junio del 44 fueron 192,684, acusados de “participar en una monstruosa rebelión marxista.” Las torturas fueron salvajes y cruel, por vengativo, el régimen penitenciario. En total se calculan en 500,000 los encarcelados y en 30,000 los desaparecidos, que resultaron asesinados como Federico García Lorca. Miles de cadáveres de combatientes y simpatizantes republicanos fueron a parar a fosas colectivas. La orden impartida por los fascistas fue dispararles en la palma de la mano izquierda para identificarlos. A estas cifras y desgracias escapan la de los exiliados que fueron internados en campos de concentración y los que perecieron en otras tierras sin poder regresar a la tierra que los vio nacer.
Un símbolo de los exiliados españoles víctimas de la guerra civil española lo será por siempre Max Aub, el escritor nacido en Francia en 1903, cuya infancia y adolescencia en España, le facilitó nuestro idioma para su literatura, y que después de la guerra debió radicarse en México, hasta su muerte en 1972. La obra de Aub es amplia: incursionó en el teatro y en la narrativa; en la novela y el cuento; en el guión cinematográfico y en la poesía; también en las artes plásticas. Su producción literaria abarca más de diez volúmenes. De España logró escapar y fue apresado en Francia. Un escritor norteamericano intentó ayudarlo para que viajara a México. No resultó y fue entonces que en septiembre de 1942 pudo lograrlo apoyado por el cónsul general de México en Francia. En México, le acogerían otros exiliados amigos suyos, y se dedicaría al cine y la promoción cultural. A los pocos años logra reunirse con su familia (esposa e hijas). Su madre permaneció en Valencia y no lograría verla hasta 16 años después en un lugar del sur de Francia. Max Aub pudo viajar a España a principios de los años setenta. De esa visita escribiría su diario La gallina ciega. México lo recibiría finalmente para abrazarlo a su muerte, en 1972.
La diáspora española supo iluminar la cultura de muchos países del orbe. Muchos intelectuales ibéricos hincaron sus raíces definitivamente en las tierras que los acogieron y supieron venerarlos. Una gran figura como Pablo Casals no regresaría a España. Luís Cernuda y Emilio Prados murieron en México; Pedro Salinas en Estados Unidos; Arturo Barea en Inglaterra; Manuel de Falla, Ramón Gómez de la Serna y Jacinto Grau en Argentina; Salvador Madariaga en Suiza; por solo citar algunos. El gran poeta Antonio Machado murió en un pueblo francés, fronterizo con su España y el escritor y dramaturgo Cipriano Rivas, después de seis años de encarcelamiento, murió como exiliado en México en 1967.
El suelo y el corazón de los cubanos se abriría para los transterrados y exilados de la guerra civil española: Poetas, narradores, periodistas, ensayistas, hombres de pensamiento y de ciencias arribaron a Cuba, algunas de ellas en cortas visitas, otras por períodos de varios años y un pequeño grupo por el resto de sus vidas. Todos dejaron su impronta en las artes, las letras, en las ciencias y en todas las formas del saber humano.
Hace solo unos días se publicó una entrevista realizada a una anciana de origen argentino que había participado en la guerra española. Ella confesó que “Durante la guerra luché; perdí a mi esposo; en la posguerra fui una proscrita. Tantos fusilados. Murió mi madre. Luego se organizó la resistencia en Madrid y me sumé. Pasé 16 años en la cárcel por conspirar contra la seguridad interior del Estado. Pero prefiero la categoría de derrotada a la de víctima, porque los derrotados luchan hasta el final.” (13)

5- Ayer y hoy del fascismo. Ayer y hoy de la solidaridad.

En el fondo de los móviles del drama español se encuentran los intereses de clases: los privilegios de la burguesía, por un lado y el sueño de los desposeídos que aspiran a una existencia mejor, por otro. Fueron los intereses económicos y el odio de clases los que desataron la brutal contienda. Luego los rencores acumulados por los que alcanzaron la victoria bañarían de sangre la tierra española. Cuanto mayor sea la dimensión, la efectividad y la popularidad de los movimientos populares y la amenaza a los privilegios de la burguesía, más probable será que los instrumentos de ese poder recurran a los golpes militares, a los asesinatos masivos y a la guerra. “La guerra civil española significó un holocausto. Los holocaustos no se puedan explicar mediante simples análisis del balance de pérdidas y ganancias económicas y humanas. Todos los poderes imperiales llevan a cabo algo que ellos describen como castigos masivos ejemplares de civiles, para provocar la rendición, la sumisión, el desposeimiento y la obediencia al régimen imperante. Cuando esos poderes de las clases dominantes se involucran en el horror del holocausto, acostumbran a justificar sus crímenes en nombre de una «causa sagrada» que reposa sobre «la mayor y más noble misión histórica». De otro modo es de suponer que la repugnancia que inspiran sus actos podría arrojar algunas dudas en sus ejércitos de dominación.” (14)
Evitar otro brote del fascismo es responsabilidad de los hombres y mujeres que creen en que las guerras son evitables y que un mundo mejor es posible. Los foros sociales mundiales en defensa de la humanidad enarbolan esas banderas de paz. Son como aquel congreso de Valencia, celebrado bajo las bombas. Hoy no es España la bombardeada, son otras latitudes del mundo. Son otros los fascistas que quieren imponer un modelo único en el planeta. Si pudiera comprobar estas realidades de hoy, Alejo Carpertier podría escribir otros artículos sobre conmovedoras escenas en diversos territorios del universo bajo las bombas. Los horrores de las dictaduras de ayer y de hoy al servicio de la burguesía son similares. Por eso tantos niños cubanos perdieron a sus abuelos, por eso tantas familias españolas perdieron a sus mejores hijos.
Existen instituciones españolas de hoy que promueven la paz y organizan foros para desarrollar programas de cooperación cultural y que propician la hermandad entre las principales instituciones culturales de los países latinoamericanos y españoles. Son acciones legítimas en defensa de la cultura. El gesto permite recordar las ideas del Apóstol de Cuba, José Martí, cuando advertía que “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.” Son necesarios muchos de esos eventos para que irradien mensajes nuevos de fuerza y de luz, que permitan afirmar, como el poeta, que a la solidaridad internacional le asiste el derecho de volver a la vida y de dejar escuchar su polifonía de latidos luminosos, como lo hizo aquel històrico congreso de Valencia, del que nos separan 70 años.

José M. Maragoto

La Habana, octubre de 2006

6- Citas.

1- Carpentier, Alejo, 1937, Crónicas de España, Título del poema de Emilio Prado, España bajo las bombas, III, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2004.
2- Mayayo, Andreu, 70 años del 18 de julio, Dos visiones de la guerra civil, periódico La Opinión, versión digital, EFE, 2006.
3- Carpentier, Alejo, Ob.cit. títulos del artículo España bajo las bombas, II.
4- Ibid,
5- Vallejo, César, poema Masa, 10 de noviembre de 1937, http: www.literaturas.com, 2005
6- Carpentier, Alejo, ob.cit, Hacia Gerona.
7- Chamson, André, 1937, citado por Carpentier, ob.cit. Preámbulo.
8- Ibid, apertura del congreso.
9- Ibid, Carpentier es citado en la Nota previa por Julio Rodríguez.
10- Fornet, Ambrosio, Escritores cubanos en la guerra de España, Diario digital La Jiribilla, La Habana, 2006.
11- Marinello, Juan, citado por Ambrosio Fornet en Escritores cubanos en la guerra de España, La jiribilla, La Habana, 2006
12- Lima Lezama, Prólogo a Conferencias y charlas, de Federico García Lorca, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, Ministerio de Educación, 1961.
13- Navarro, Nuria, María Salvo, fundadora de Dones del 36, El periódico, 18 de julio de 2006
14- Petras, James, Modernidad y holocaustos del Siglo XX, revista Laberinto, http: laberinto.uma.es, 2006.

7- Bibliografía

1- Alba Rico, Santiago, La pedagogía del millón de muertos, Rebelión digital, 9-06-2006
2- Carpentier, Alejo, Crónicas de España, 1937, Editorial Letras Cubanas, 2004
3- Fornet, Ambrosio, Escritores cubanos en la guerra de España, La jiribilla, Rebelión, 2006
4- García A. Pedro, Cubanos contra el fascismo, periódico Granma, La Habana, 18-7-06
5- González, Omar, palabras de apertura del Simposio Diálogos Iberoamericanos, IVAM, Valencia, 17 de mayo de 2006.
6- Hernández, Enric, Reparación de las víctimas de la dictadura en el 70 aniversario del alzamiento, El periódico, Madrid, 15-7-2006
7- Jiménez Villarejo, Carlos, (decir título), El periódico digital, 18-7-2006
8- Lasso, Manuel, Guerra civil española, Masa: una escena de la guerra civil española, http: www.literaturas.com, abril 2003
9- Lima, Lezama, García Lorca: alegría de siempre contra la casa maldita, La Habana, CNC, Mined, 1961
10- Martínez Triay, Alina, Cuba ofreció su corazón, periódico Trabajadores, La Habana, 18-7-2006
11- Mayayo, Andreu, 70 años del 18 de julio, Dos visiones de la guerra civil, Periódico La Opinión, versión digital, Efe, 2006
12- Otero, Lisandro, España 1937: Congreso en defensa de la cultura, Prensa Latina, Agencia Latinoamericana S.A. La Habana, 31-8-2006
13- Petras, James, Modernidad y holocaustos del Siglo XX, Revista Laberinto, http: laberinto.uma.es, 2006
14- Samperio, Guillermo, Max Aub o el drama del eterno exiliado, http: www.literaturas.com, abril 2003
15- Vallejo, César, Poema Masa, 10 de noviembre de 1937, http: www.literaturas.com, 2005
16- Wikipedia, enciclopedia, Segunda República Española y Guerra civil española, http: es.wikipedia.org, 2006
17- Yanes, Llilian, Investigación sobre los exiliados españoles en Cuba, notas previas, La Habana, septiembre 2006.

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