En un reciente artículo de Prensa Obrera sobre la inscripción del trigo HB4 decíamos que, además de ser un transgénico que incluiría pulverizaciones con el peligroso agrotóxico glufosinato de amonio, tendría enormes problemas para su comercialización internacional. También decíamos que: el gobierno nacional aprueba eventos transgénicos sin las más mínimas y elementales normas de seguridad.
Luego se conoció la opinión de la Asociación Brasileña de Trigo (Abitrigo), integrada por los molinos que importan una gran parte de la producción argentina del cereal, contraria a la aprobación del HB4. Manifestaron que «el 85% de los molinos de Brasil no es favorable al uso de trigo transgénico y el 90% informó estar dispuesto a interrumpir sus compras de trigo argentino si se inicia la producción comercial en ese país”. Y apuntan que “existen manifestaciones publicadas por asociaciones de consumidores con restricciones al uso de estos productos transgénicos”.
El mercado mundial del trigo alcanza las 175 millones de toneladas anuales, y el de harinas a 18 millones, ambos no transgénicos a diferencia de los mercados de maíz, soja y algodón. En varios países del mundo se intentó hace años, lanzar eventos en trigo (en Estados Unidos en 2004) que no pudieron prosperar debido a la reacción negativa de los mercados compradores. Es por ello que esta reciente aprobación reviste condiciones especiales y altamente riesgosas, y muestra los intentos desesperados del gobierno de Alberto Fernández por impulsar el ingreso de dólares para cumplir obligaciones de la deuda externa.
También alzaron sus voces de protesta sectores muy importantes de la cadena comercial de trigo en Argentina. En un comunicado en conjunto entre bolsas y cámaras (de Comercio y las principales Cámaras de Industriales Molineros, de Exportadores de Cereales, de Corredores, conjuntamente con CRA, Coninagro, FAA, Federación Argentina de la Industria Molinera, y la de Acopiadores) advirtieron que nuestro país, uno de los principales exportadores mundiales de trigo, podría perder mercados ante el rechazo de los consumidores de los países importadores al trigo modificado genéticamente.
El mercado argentino, aseguran estas entidades patronales, no tiene experiencia en consumir trigo transgénico y ya existen pedidos de parte de empresas alimenticias nacionales e internacionales que operan en nuestro país de comprar únicamente harina o trigo no transgénico. Al mismo tiempo, no solo se ponen en riesgo las exportaciones de trigo y harina, sino también de pellets, almidón, gluten, panificados, fideos y todos los productos del segundo procesamiento donde existen miles de pymes que actúan en esta cadena.
El trigo HB4 es presentado como un logro de la transgénesis por cierta resistencia a sequía, cuando lo que se esconde detrás es la incorporación de genes resistentes a glufosinato de amonio para el combate de malezas. Podría llegar a ser una buena alternativa si sólo se le transfiriera resistencia a sequía. Otro daño de imprevisibles consecuencias que podría producirse es que este evento transgénico contamine al resto de las variedades de trigo no transgénicas por polinización.
Debemos oponernos a la aprobación de este evento más que cualquier otro OGM, por una razón muy simple: no debemos seguir permitiendo que los dueños de la semilla, los agroquímicos y los fertilizantes -los pulpos asociados al capital financiero-, sigan enriqueciéndose a costa de dañar los suelos, el ambiente y por sobre todo a los habitantes rurales que por millones reciben a diario la salvaje lluvia de venenos. El Partido Obrero rechaza este trigo transgénico y los OGM propuestos por grandes multinacionales semilleras, en tanto y en cuanto promueven un mayor e indiscriminado uso de agrotóxicos venenosos.
Raúl Stevani
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