Cerca de 30 mil trabajadores se movilizaron en Seúl este miércoles, como parte de un paro general convocado por la Confederación de Sindicatos Coreanos (KCTU, según sus siglas en inglés). Uno de los rasgos distintivos de la jornada fue que algunos manifestantes se vistieron como los guardias de “El juego del calamar”. Al igual que en la serie surcoreana de Netflix, que se ha transformado en la más exitosa de la historia de la plataforma, los trabajadores denuncian que están sometidos a una despiadada lucha por la supervivencia.
Los reclamos de la medida de fuerza fueron la eliminación del trabajo precario, que abarca a casi el 40% de la fuerza laboral (temporales y subcontratados); el aumento del salario mínimo; y la nacionalización de empresas que han estado despidiendo (aerolíneas, automotrices y navieras). La KCTU cuenta con más de un millón de afiliados y es una de las dos centrales más importantes del país.
Corea del Sur ostenta el tercer lugar entre los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo) con mayor número de muertes laborales. La explotación es brutal. Según el testimonio de un obrero de la Korea Coal, una firma estatal, la fuerza de trabajo fue reducida a la mitad, lo que duplicó la exigencia sobre el personal, y a la vez, hay contratados que realizan las mismas tareas que los efectivos, pero perciben la mitad del salario (International View Point, 20/10).
El país se encuentra dominado por los “chaebols”, poderosos conglomerados capitalistas, como Samsung, Hyundai, Daewoo y LG. En esta última empresa, el personal de limpieza de la sede realizó a comienzos de año un acampe de 136 días, contra los despidos y la precarización.
El reinado de estas compañías se consolidó durante las décadas de dictadura militar y continuó en democracia, si bien hubo un giro desde una política proteccionista a una de apertura. En los ’90, Corea vivió un acelerado proceso de endeudamiento, y a partir de la crisis de los tigres asiáticos, en 1997, se produce una gran salida de capitales. El gobierno recurrió al FMI, que impuso sus condiciones: una política de privatización de empresas públicas y reformas antiobreras.
Mientras estos grupos económicos se han enriquecido, las penurias de las masas se han incrementado. La mitad de los ancianos están en la pobreza, y la educación y la salud están privatizadas. La falta de perspectivas para la población ha dado pie a la llamada “generación Sampo”, jóvenes que renuncian a formar pareja, casarse y tener hijos, ante las difíciles condiciones de vida. En 2020, hubo más muertes que nacimientos (casi 310 mil, contra 275 mil), lo cual no es causa de la pandemia, dado que el número de decesos por el Covid-19 es de 2.700.
En el año 2016, ocho jornadas de movilizaciones de hasta un millón de personas, en medio del frío polar, acabaron con el gobierno de la conservadora Park Geun-hye, involucrada en la recepción de sobornos de empresarios, a cambio de favores económicos y políticos.
Los conservadores aún no se han podido recomponer. En las elecciones parlamentarias de 2020, perdieron en forma abrumadora frente al Partido Democrático de Moon Jae-in, quien se desempeña como presidente desde 2017. En marzo del año próximo habrá elecciones presidenciales.
El gobierno de Moon Jae-in orienta su gestión al servicio de los mismos conglomerados capitalistas que la administración anterior. Corea del Sur es, además, un aliado clave del imperialismo en su cerco contra China y Corea del Norte. Son habituales los ejercicios militares conjuntos entre los dos países.
El paro general del 20 es una saludable expresión de lucha de uno de los proletariados más concentrados e importantes del mundo. ¿Será solo el comienzo?
Gustavo Montenegro
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