La recaudación de este impuesto, que afecta a más de un millón y medio de trabajadores, es un ítem fundamental en los acuerdos con el FMI para reducir el déficit fiscal. Es un gravamen preferido del kirchnerismo, que lo presenta como una pseudo redistribución de ingresos al interior de los trabajadores. Serviría, por ejemplo, para financiar la moratoria jubilatoria o los planes de empleo, evitando una confrontación con los sectores de altos ingresos. El impuesto podría ser, en cambio, de gran utilidad si fuera fuertemente progresivo, eximiendo al mundo del trabajo y llegando a una alícuota del 90 o 100 por ciento para las grandes fortunas. El mínimo no sujeto a impuesto ha sido establecido en 290 mil pesos, aunque la exención el pago llega a un piso de 404 mil. Como consecuencia de una elevada inflación y de los adicionales que cobran los trabajadores por cláusulas de productividad o alargamiento de la semana laboral, ese piso es superado por el ingreso total de un número creciente de obreros y empleados.
“Ganancias” se ha metido en la paritaria de Bancarios, así como también en los sindicatos del transporte y en Luz y Fuerza. Sergio Palazzo reclama que el impuesto sea absorbido por los bancos. Los bancos públicos han ofrecido bonos que van de 12.500 a 136.500 pesos, para compensar la quita del impuesto a los salarios. La banca privada no ha dicho nada. La Bancaria amenaza con un paro. El reclamo le ha servido a la dirección del sindicato para disimular que el salario de convenio es extremadamente bajo, alrededor de la canasta familiar, según que el empleado sea soltero o no. Palazzo, sin embargo, había presentado en el Congreso un proyecto de ley que subía el mínimo no imponible, que no recibió ni el apoyo de su bancada, el Frente de Todos. Como sindicalista no ha emprendido ninguna medida de lucha para imponer ese proyecto, ni ha reclamado a la CGT una lucha con ese mismo propósito.
Mientras la Bancaria busca esquivar el impuesto mediante un arreglo con los bancos, los sindicatos del transporte se han dado otro método. Clarín los describe como “en pie de guerra contra Ganancias”. Reclaman que sean excluidos de ganancias los adicionales de convenio –no sólo viáticos sino también ingresos por productividad. Por esta vía, los convenios empezarían a tener más cláusulas adicionales y regímenes de productividad, en detrimento del salario por hora. Sería el paraíso de la flexibilidad laboral –un factor tanto o más importante que la misma inflación para reducir el precio del trabajo en el precio final.
Además de atomizar la lucha de los sindicatos contra “ganancias”, esos métodos son funcionales al acuerdo de Massa y los Fernández con el FMI – no tocar el impuesto como tal. Obliga a los sindicatos a re-discutir “ganancias” en cada paritaria. A pesar de estas dificultades, las burocracias sindicales eluden una lucha clara contra la aplicación de “ganancias” a los salarios, como sería llevar el mínimo no imponible al nivel de quince salarios mínimos, casi un millón de pesos, con ajuste mensual a la inflación. El planteo unificaría a los sindicatos en un reclamo común, sirviendo como plataforma para un plan de lucha y una huelga general. Pero es esto también lo que las burocracias más temen.
Jorge Altamira
14/03/2023
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