Los dos partidos de derecha radical del Parlamento Europeo (PE) -Conservadores y Reformistas (ECR) e Identidad y Democracia (ID)-, sin embargo, no crecieron en bancas (130) debido a que ID de Le Pen expulsó durante la campaña a los neonazis alemanes del AfD. Además, la ultraderecha se desplomó en Finlandia y perdió terreno en Suecia, dos países donde estaban segundos.
En Francia, Alemania y Bélgica se desató una crisis política a causa del contraste de este crecimiento con el derrumbe de los oficialismos. Macron, en Francia, sacó poco más del 15% frente al 32% de la derechista Le Pen. Desautorizado por el resultado, disolvió la Asamblea Nacional y llamó a elecciones parlamentarias nacionales para el próximo 30 de junio. El socialismo quedó tercero con el 14%.
En Alemania, el partido socialdemócrata del canciller Scholz quedó tercero con el 14% de los votos, superado por los nazis del AfD, que salieron segundos, y por este resultado le están reclamando que llame a elecciones anticipadas como su par francés.
En Bélgica, donde también había elecciones regionales, el primer ministro liberal De Croo renunció frente a la derrota. Quedó después de la izquierda, con el 7%. El primer lugar se lo quedó la derecha nacionalista con el 22% y la ultraderecha sacó el 17%.
A nivel del PE, el Partido Popular Europeo quedó primero, seguido por la Alianza Progresista que perdió algunos escaños. Terceros, los liberales. El Partido Verde se desplomó.
Causas
Los votantes le cobraron a Macron y a Scholz no solo haber apoyado la guerra en Ucrania, sino también estar impulsando el ataque directo a Rusia -con tropas propias en el caso de Francia-, metiendo de lleno a Europa en la guerra mundial.
Esta realidad, que implica provocar a un país que cuenta con armamento nuclear, contrastó con la plataforma de esos mismos partidos gobernantes de la UE, que sigue pregonando la Agenda 2030 y las cuestiones ambientales.
Es decir, se puso en evidencia el absurdo de que, mientras los principales partidos de la UE se jactaba de la Ley de reconstrucción ambiental y otras medidas que implican el cierre de muchas economías en nombre de la ecología -cuestión que generó movilizaciones de productores agrícolas hasta Bruselas-, esos mismos dirigentes están azuzando una guerra nuclear.
Le Pen hizo de esto uno de los ejes de su campaña al denunciar la intención de Macron de ceder la soberanía nuclear de Francia a toda la UE cuando, después del Brexit, es el único país con armamento de ese tipo.
Otra consecuencia de la guerra es la crisis energética, otra factura que el electorado le está cobrando a los oficialismos francés y alemán, junto con la inflación, la caída del poder adquisitivo y la presión fiscal sobre los sectores medios. Todos los partidos, tanto de derecha como progresistas, pregonaron el cese de regulaciones en materia laboral para mejorar la competitividad, mientras la ultraderecha hacía campaña por la mejora del poder adquisitivo.
La cuestión energética no es menor. Para algunos analistas, en España, el PSOE no corrió la misma suerte que el partido de Macron debido a que zanjó su déficit con barcos de gas licuado ruso. A esto se le sumó que el ultraderechista Vox no tuvo un gran salto debido a que se asimiló demasiado al PP y nunca se delimitó de la OTAN ni del apoyo a la guerra de Ucrania. Por eso el resultado fue que el PP consiguió 22 bancas, el PSOE 20 y Vox, 6. La sorpresa fue el partido de Avice Perez, a la derecha de Vox, que consiguió 3 escaños, uno más que Podemos, que sigue en caída.
En Austria la ultra derecha ganó las elecciones pidiendo el levantamiento de las sanciones para Rusia como parte de su campaña.
El partido de la ultraderechista Meloni, que “logró” reducir la cantidad de inmigrantes asustándolos con su retórica xenófoba y, en parte, con los acuerdos con Albania para que los reciba en centros de inmigrantes mientras tramitan el pedido de asilo a Italia, quedó primero en las elecciones, con cerca del 30%. Meloni, que se ha ido moderando desde que está en el gobierno y apoya de palabra a Ucrania en la guerra, se ha negado a enviar armamento, cuestión que seguramente explica que no haya caído como los oficialismos de las demás potencias europeas.
En la Argentina, mientras tanto, Milei intenta colgarse del ascenso de la derecha en los principales países de la UE, pero es absurdo en la medida en que, en los puntos importantes, mantienen un programa antagónico al suyo. En general, son proteccionistas, anti norteamericanos, anti OTAN, nacionalistas y abogan por el Estado de Bienestar. Sólo comparten su oposición a la agenda verde y las cuestiones de género. Por otra parte, la xenofobia, que es el gran punto de unión de todas las ultraderechas europeas, es el único mal que no pregona Milei – hasta ahora.
Las elecciones en el PE no ocasionaron un cambio significativo en su composición -de hecho, todo indica que Ursula von der Leyen seguirá presidiendo la Comisión Europea-, pero dieron una señal clara en los principales países que componen el 25% del parlamento, Francia y Alemania, poniendo en crisis a su alineamiento con la OTAN, su vocación beligerante ante Rusia y la desatención de la agenda que aqueja a las masas, que de momento, sólo es respondida de manera reaccionaria por la ultraderecha que aviva a la inmigración como chivo expiatorio, pero que también es la única que se opone a la guerra.
Luciana Diaz
10/06/2024
No hay comentarios.:
Publicar un comentario