jueves, junio 12, 2025

El BONTE 2030, otro desfalco de Caputo


El gobierno consiguió 1.000 millones de dólares de inversores privados, del exterior, a tasa de default, y lo celebró como un gol en la final del Mundial de Fútbol. 
 La urgencia estaba dada porque necesita reforzar las reservas para acercarse a la meta acordada con el FMI en la revisión del 13 de junio. Desde que “levantó” el cepo, el Banco Central no compra dólares, a pesar de que el agro está liquidando -250 millones de dólares esta semana, recuperando los valores normales de años anteriores- lo que significa que los sojeros acataron la extorsión del gobierno, que amenazó con que subirían las retenciones en julio y aceptaron la propuesta de subirse al carry trade. Sin embargo, el gobierno no logra subir las reservas, ni bajar el dólar. Es decir, que lo que entra por una puerta se va por la ventana de las importaciones que fomenta el mismo gobierno, y por el pago de la deuda externa de las provincias. Por esto Caputo tuvo que echar mano a un recurso desesperado.
 Para conseguir este financiamiento privado el ministro de Economía mandó a imprimir el BONTE 2030 a una tasa de default -un 29,5%- que promete ganancias extraordinarias, muy por encima de los valores de mercado. En pocos días, informa Clarín (9/6), los especuladores se alzaron con un 6 % de ganancias en dólares. 
 El bono en cuestión se compra en dólares y se paga en pesos con cupón y seguro de cobro en el 2027. Es un gran carry trade que precisa del congelamiento del precio del dólar para dar lo que promete a los capitalistas inversores.
 El cupón implica que el bono cuenta con la liquidación de intereses periódicos -aunque se cobran en el vencimiento- y el seguro de cobro a 2027 posibilita la liquidación durante el gobierno de Milei, lo cual se considera una doble garantía. 
 Todo esto expande la base monetaria, implica una emisión por parte del gobierno “que no emite”, y empuja a la inflación. 
 Este “logro” que el gobierno anuncia como el gran regreso a los mercados internacionales de crédito después de siete años de exilio forzado, es un desfalco a futuro de las arcas del Estado que se suma a los anteriores, como el embargo de las reservas de oro y el último acuerdo leonino con el FMI. Sin embargo, así y todo, no le alcanza. Para llegar a las metas del FMI debería obtener otros 4.000 millones de dólares adicionales. Estamos ante el absurdo de que el gobierno toma deuda para intentar cumplir con las metas de la anterior deuda que tomó y que a su vez fue para refinanciar otra deuda que el gobierno de Macri utilizó para financiar fuga de capitales. Este despojo ilegal está asentado sobre el hambre previsional y salarial.
 Cada nuevo as en la manga que el gobierno saca para ganar tiempo es en realidad más pólvora para la bomba que más tarde o más temprano va a terminar explotando. 
 Esta semana cayeron los bonos y las acciones, desplome que Caputo achacó a la media sanción de la miseria que Diputados votó para los jubilados. Pero esta caída no es más que la irrupción de la economía real en la burbuja financiera. 16.000 kioscos cerrados junto con restaurantes Michelin, parates fabriles, despidos y suspensiones, son la expresión de una recesión planificada. 
 Además, Caputo comete este nuevo desfalco, otra vez, sin autorización del Congreso, valiéndose deI DNU 846/2024 que le permite realizar operaciones de deuda pública sin cumplir con los requisitos de la Ley de Administración Financiera. 
 Todo el ensamble económico del gobierno está asentado en un andamiaje jurídico cuestionable, pero más aún lo pone en tela de juicio la dinámica de las luchas que se están desarrollando en la salud, la educación y el transporte -desbordando los diques impuestos por la burocracia sindical- y que empiezan a unificar el reclamo de salario igual a la canasta familiar, frente al gobierno que pretende pisar las paritarias en un 1% mensual que contrasta con las tasas siderales que le ofrece al capital financiero. 

 Aldana González 
 10/06/2025

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