lunes, junio 16, 2025

Los principios inconmovibles


Augusto Roa Bastos fue fiel a las más nobles causas 

 Desde mayo se supo que un programa destinado a homenajear a ese formidable escritor que es Augusto Roa Bastos, una de las voces del boom latinoamericano, tendría lugar en Asunción, Paraguay, la tierra que lo vio nacer el 13 de junio de 1917, hace ya 108 años. 
 La presidenta de la Fundación Roa Bastos e hija del escritor, Mirta Roa Mascheroni, explicaba, según informó Prensa Latina, que el festival dedicado a su padre, sería un encuentro con la cultura, el periodismo y el pensamiento crítico, y pretendía «rendir homenaje al autor no solo como literato, sino también como un periodista comprometido con la verdad y la libertad de expresión». 
 Grata resultó la noticia, en tanto el insigne novelista, el más distinguido de su país y uno de los más grandes de América Latina, autor, entre otras, de Yo, el Supremo –obra maestra suya, de resonancia universal; y de Hijo de hombre –narración en la que se profana el mito de Cristo con la intención de revelar la realidad, y que Mario Benedetti consideró entre las diez mejores novelas contemporáneas de la región–, nos resulta entrañable, no solo por la rectitud comprometida de su pluma y su fidelidad a las nobles causas, sino por su relación con Cuba, en tanto visitara el país en 2003, invitado por el Comandante en Jefe Fidel Castro. 
 Por defensor de la identidad nacional y de la cultura guaraní, así como por denunciar la dominación que vivía su patria, Roa Bastos, acusado de comunista, vivió un largo exilio, que comenzaría en 1947, al declinar la dictadura del general Higinio Morínigo, y concluiría con la caída del general Alfredo Stroessner, en 1989, cuando regresaría definitivamente a su país. 
 Roa Bastos fue, además, periodista, dramaturgo y poeta. Muchos de sus poemas fueron escritos en guaraní, lengua que, también mediante la docencia, contribuyó a glorificar. En Buenos Aires concibió la mayor parte de su obra, que ha sido traducida a unos 25 idiomas. Entre los reconocimientos que mereció estuvieron el Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, 1961; la Orden francesa de las Artes y Letras, 1985; el Premio de Derechos Humanos de Francia, 1985; el Premio Nacional de Literatura de Paraguay, en 1995; y en 1989, el Premio Cervantes.
 Con Cuba –donde se publicaron por Casa de las Américas sus novelas Yo, el Supremo e Hijo de hombre– tuvo un vínculo especial que nacería el 16 de agosto de 2003. Fidel se encontraba en Paraguay, pues había asistido a la toma de posesión del presidente Nicanor Duarte, y decidió visitar al escritor, a quien había conocido en Argentina, en 1959. 
 En el propio vuelo en que regresaba Fidel a La Habana, el intelectual llegaría a Cuba para, además, chequear su salud. Internado en un centro hospitalario, a causa de un esguince, Fidel lo visitaba en las noches y conversaban sobre la alfabetización y el método cubano Yo sí puedo, que el Comandante donaría a Paraguay. Ocho días más tarde, el líder histórico de la Revolución Cubana imponía en el pecho de Roa Bastos la Orden José Martí.
 El 26 de abril de 2005, hace ya 20 años, falleció este hombre que supo empuñar su literatura para dignificar a los desamparados del mundo. Fidel, en un mensaje emitido a la familia y al «pueblo hermano de Paraguay», destacó la prevalencia de su obra y de su ejemplo, y lo calificó como un «hombre íntegro, de principios inconmovibles». 

 Madeleine Sautié | madeleine@granma.cu
 15 de junio de 2025 21:06:28

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