miércoles, junio 25, 2025

El peronismo en un callejón sin salida


Formemos listas de trabajadores. 

 La cifra sobre el número de concurrentes a la “Plaza de Cristina” planteó una polémica que no solo es numérica. Los organizadores del acto llegaron a hablar del medio de millón de personas -una forma de parangonar a la marcha con el 2x1 del 2018 o, más cercanamente, el “estudiantazo” contra los recortes universitarios de Milei. Aunque Patricia Bullrich intentó desmentir esa cifra con otro desatino -“48.000 personas”- otras estimaciones más serias ubicaron la concurrencia entre 150 000 y 160 000. Es la cifra que corresponde a la movilización de un aparato semi-estatal - como “La Cámpora”, y otros de la misma característica que responden a decenas de municipios bonaerenses y a varias gobernaciones, comenzado por la de Buenos Aires. A ello se suma una concurrencia espontánea, las organizaciones sociales y unas pocas y poco pobladas columnas sindicales, de las burocracias estatales y docentes, en oposición a la ausencia completa de la CGT. Los sindicatos kirchneristas, como SUTEBA, llevaron banderas destacadas, pero no concitaron el interés de los maestros ni de la mayoría de los delegados. Para el kirchnerismo, “colmar” una Plaza que estaba semiocupada por las vallas policiales, representó una “victoria” poco menos que descomunal, dada la escasa capacidad con que contaba el peronismo antes de la sentencia de la Corte. 
 Pasadas las horas, y la “espuma” del “Cristinazo”, las limitaciones y la crisis del pejotakirchnerismo volvieron a aflorar. Un “banderazo” a la casa de Cristina, en ocasión del 20 de junio, fue desviado por su jefa al Parque Lezama. Allí, un par de miles de mlitantes de La Cámpora se reunieron con Máximo, el presunto candidato del cristinismo a la 3ª sección electoral. Aunque MK tomó el megafóno, no hubo discurso. Sólo le dio para relatar su condición familiar -“visito a mi madre todas las mañanas”- y para presentar, otra vez, un mensaje grabado de CFK. 
 El vacío político posterior a la jornada fue ocupado por reuniones entre massista-camporistas, para ofrecer un eventual acuerdo de campaña y candidaturas al movimiento que fundó Kicillof. Las últimas encuestas auguran una derrota del peronismo en los comicios de septiembre, incluyendo a la “estratégica” 3ª sección. Los que rechazan a “La Cámpora” y a Máximo por piantavotos parecen reunir la misma condición de sus criticados. Mientras tanto, la CGT ha refrendado su intención de anudar acuerdos todavía más profundos con el gobierno de Milei -ser parte de la futura reforma laboral, del nuevo régimen de cese laboral, que augura un jugoso negocio en el armado de los seguros de despidos, y de la reforma que deberá destruir el sistema previsional. Los intendentes estudian cómo confeccionar listas municipales despegadas de los candidatos provinciales, para conservar las comunas. Si este panorama no se corrige, el Peronismo (como Massa quiere bautizar a esta criatura avejentadda) será llevado a un desastre en la generales de octubre. 
 El gobierno festeja este derrotero del peronismo, aunque lo disimula. La estabilidad cambiaria es una ficción que sostiene en base a un endeudamiento de características usurarias. Dos liberales notorios, como Carlos Rodriguez y Walter Graziano, acaban de denunciar, nada menos que en Clarín, que el Banco Central ha transferido el déficit del Banco Central al Tesoro a intereses usurarios, creando un déficit público financiero del Tesoro de dos puntos del PBI, de alrededor de 13 mil millones de dólares. Otros economistas denuncian que las reservas negativas del Banco Central privan al Tesoro de acceder a financiamiento internacional a tasas inferiores a las actuales. Estos desequilibrios son usados por el gobierno para podar más la obra pública y elevar la edad de la jubilación. La ‘baja’ de la inflación aumenta el gasto de los trabajadores retirados, porque su canasta de vida tiene un costo superior a la media de precios al consumo.
 Por sobre todas las cosas, el peronismo no tiene un planteo alternativo; al revés, saluda que Milei haga el “trabajo sucio”, para partir de una economía completamente ‘ajustada’. La espera a un derrumbe económico del gobierno es una característica de la inmovilidad y la pasividad, lo que suma al desgaste implacable del peronismo. La adaptación pejotakirchnerista a la agenda libertaria es manifiesta. En los sindicatos, municipios o gobernaciones, sus camarillas disputan el papel de interlocutor privilegiado con el gobierno. En esa disputa está la base de su fragmentación en múltiples camarillas. 
 Este es el escenario de conjunto que va a caracterizar a la campaña electoral que viene. Nuestro partido, Política Obrera, llama a formar listas de trabajadores en todas las secciones y municipios, para dar una batalla clasista y socialista en estas elecciones. El FITU, en cambio, con un interbloque Nacional y Popular en el Congreso de la Nación (además de las adhesiones a CFK en su propio domicilio), opera como una colateral del peronismo en la expectativa que un lenguaje y reivindicaciones peronizantes, le arrime votos en medio de la crisis del peronismo. Esto lo llevó al acto electoral que el peronismo disfrazó de una lucha contra la proscripción. Pero incluso esta convergencia no lo pone afuera de su propia crisis.
 Una lista de trabajadores abre otra perspectiva a la clase obrera. Para luchar contra la liquidación de los derechos laborales y previsionales y un mayor ‘ajuste’, que serán el eje y agenda de la lucha a partir de noviembre. Es abrir una perspectiva a los delegados obreros que pelean contra el chaleco de fuerza de la burocracia sindical. En oposición a las colaterales del peronismo, llamamos a romper con el peronismo y sus carreristas y construir un partido de la clase obrera. 

Marcelo Ramal 
 24/06/2025

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