La Secretaría de Energía dispuso que Enarsa se venda en bloques, ya que tiene a cargo diversos activos. Entre ellos, tiene la operación del gasoducto Perito Moreno (antes llamado Néstor Kirchner); tiene participación en el consorcio que debería llevar adelante la construcción de las represas de Santa Cruz; es accionista del 65 % de las centrales térmicas San Martín y Manuel Belgrano, y debe licitar la operación y el mantenimiento de las hidroeléctricas del Comahue (Alicurá, El Chocón Arroyito, Cerros Colorados y Piedra del Águila) (La Nación, 29/04).
El Gobierno empezó con la empresa que mayores ganancias otorga: la venta del 25,5 % de las acciones indirectas de Transener. Es la principal empresa de transporte eléctrico de la Argentina, de la cual se espera obtener alrededor de US$ 200 millones.
Enarsa es dueña del 50 % de Citelec, la sociedad controlante de Transener y el otro 50 % está en manos de Pampa Energía, empresa del mileísta Marcelo Mindlin. Citelec, a su vez, tiene el 51 % de las acciones clase A de la transportista, mientras que el resto está repartido entre la Anses (19,57 %) y la oferta pública.
Para la empresa que la compre es un negociado a dos puntas. Primero porque toda la inversión que implica su funcionamiento ya estuvo hecho por el estado, segundo porque tiene un ejercicio monopólico de rentabilidad asegurada, y tercero, porque el gobierno tiene planeado liberar las tarifas, algo que además está entre las exigencias del FMI.
Si hasta ahora aparece como deficitaria es porque el gobierno le encaja el grueso de los subsidios al transporte para garantizar las ganancias a los otros tramos de la cadena a cargo de los privados.
Entre los posibles compradores están Pan American Energy (PAE), de la familia Bulgheroni; Edenor, de José Luis Manzano; y Pampa Energía, de Mindlin. Si bien la ley 24.065 que regula el mercado eléctrico prohíbe que un mismo capitalista controle toda la cadena y, por lo tanto, este último estaría inhibido de la compra por ser a la vez generador de energía, puede haber excepciones mediante un decreto presidencial.
Por lo tanto las privatizaciones responden por un lado a entregar un negociado a los grupos capitalistas del sector, y por otro, a hacerse de los dólares que le permitan seguir comprando tiempo para prolongar la agonía que lo llevará de todas maneras a un default y a una hiperinflación.
Las privatizaciones son parte de un plan de expoliación gigantesco en el que también hay que inscribir el hambre salarial y las reservas de oro que, llevadas al exterior, ya no figuran en los balances del banco central o figuran con una valuación desactualizada cuando la onza está llegando a valores históricos.
Aldana González
02/05/2025
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