Esta medida reaccionaria colocó en las calles al poderoso movimiento de mujeres: hubo movilizaciones en Texas y fue el reclamo central de La marcha de las Mujeres en el mes de octubre, repudiando esta ley que es de las más regresivas con respecto al aborto en el país. En el terreno, las clínicas en Texas, temerosas de posibles juicios y persecuciones legales a los profesionales de la salud, cerraron sus puertas y el número de abortos en el Estado cayó a 2.100 en septiembre, de 4.300 que se registraron un año antes, según un estudio de la Universidad de Texas (El Comercio, 1/11).
La ley fue suspendida por un juez federal a comienzos de octubre, pero los antiderechos apelaron y un tribunal de Luisiana la convalidó. Finalmente, el asunto recae ahora en la Corte, donde se consolidó una mayoría conservadora, tras una serie de designaciones del expresidente Donald Trump, entre ellas, la de la jueza católica Amy Coney Barret. Como advertimos en Prensa Obrera, los sectores antiderechos buscan revertir la doctrina legal sobre la que se basa el derecho de las mujeres a abortar, conocida como fallo Roe vs. Wade que está vigente desde el año 1973.
El gobierno de Joe Biden denunció al Estado de Texas y pidió al máximo tribunal que revoque la norma. Sin embargo, la orientación del Partido Demócrata consiste en contener al movimiento de mujeres y transformarlo en una pata de apoyo de sus políticas reaccionarias.
La Corte Suprema decidirá sobre el tema de la ley de Texas antes de julio de 2022. En cuanto al fallo Roe versus Wade, si la Corte avanzara en su derogación, cada territorio estadounidense tendría la capacidad de prohibir o permitir el aborto legal y sus causales. El movimiento de mujeres y diversidades debe estar alerta y movilizado en las calles para derrotar estos ataques contra sus derechos y avanzar por todas las reivindicaciones pendientes. Para ello, es importante que se dote de una independencia política de los gobiernos de turno.
Camila Mic
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