domingo, febrero 09, 2025

El objetivo del terror represivo predictadura


Entrevista a la socióloga Ana Jemio, a 50 años del Operativo Independencia 

 La autora del libro Tras las huellas del terror sostiene que la represión en Tucumán no estuvo centrada en la persecución de la guerrilla, como insisten los militares, sino en la búsqueda de una transformación social más profunda, que provocara una desactivación de las luchas. 
 Ana Jemio sintió que un torbellino la arrastraba en 2005 cuando conoció a Margarita Cruz. Para entonces, ella estudiaba sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). La carrera le parecía aburrida y ajena a la realidad. Margarita era sobreviviente de la Escuelita de Famaillá, el campo de concentración que se montó en 1975 con el Operativo Independencia en Tucumán, y tenía una propuesta. Quería investigar lo que había pasado afuera del campo de concentración, ella ya conocía el adentro. 
 Se podría decir que ambas –junto a los otros integrantes del Grupo de Investigación sobre el Genocidio en Tucumán (GIGET)—fueron Tras las huellas del terror. Así se llama el libro que publicó Jemio en el que analiza el Operativo Independencia y el comienzo del genocidio en Argentina.
 Página/12 dialogó con ella cuando se cumplen 50 años del decreto 261 que dio luz verde para la represión clandestina y la implantación del sistema concentracionario en Tucumán. -
- ¿Por qué sostiene que es incómodo hablar del Operativo Independencia? 
 - Porque hablar del Operativo Independencia significa hablar de un sistema de campos de concentración durante un gobierno constitucional. Eso se da de narices con el sentido común que indica que campos de concentración hay y solo puede haber en dictadura. Que este acontecimiento muestre que esto no es así abre una serie de interrogantes.
 --¿Cuáles son esos interrogantes que detecta? 
 -- Hay una serie de interrogantes de orden histórico, vinculados al rol de un sector del peronismo en esto y al lugar que ocupó la existencia de una guerrilla rural en la determinación de lanzar el Operativo Independencia. Es decir, si fue o no centralmente un operativo antiguerrillero. 
 --¿Y diría que lo fue? 
 -- Definitivamente no. Durante el Operativo Independencia sí hubo algunas pocas acciones militares contra la guerrilla, pero no fueron las determinantes, ni en cantidad ni en la orientación de la lógica de las acciones represivas. La morfología dominante del poder punitivo de Estado fue la política de desaparición forzada de personas, materializada a través de un sistema de centros clandestinos de detención. Hoy sabemos, y este es un conocimiento estrictamente contingente porque se basa en la información recolectada hasta ahora, que el 44 por ciento del total de víctimas del sistema represivo implementado en Tucumán fueron secuestradas antes del golpe de Estado. Y que para detener clandestinamente a esas personas funcionaron al menos 80 lugares, once de los cuales fueron grandes centros clandestinos de detención. Pero quizás tan importante como explicar por qué no fue un operativo antiguerrillero es preguntarse por qué insisten en presentarlo como tal. 
 -- ¿Tiene que ver con la función del Operativo Independencia como argumento de los militares para justificar lo que hicieron después? 
 -- Claro, en un nivel más inmediato es una manera de justificar lo que hicieron. Pero, al mismo tiempo y ahora en un discurso social más extendido, es una manera de estigmatizar y sembrar sospecha sobre los distintos proyectos de transformación que se gestaron en nuestro pueblo. No se persiguió a quienes articulaban procesos organizativos que se planteaban horizontes de cambios, a veces radicales, sino a guerrilleros o terroristas. Y, en ese mismo movimiento, se legitima la función represora del Estado, porque no está mal perseguir a terroristas. Está claro que este tipo de discursos cobran fuerza en un contexto de brutal ajuste y políticas regresivas en todos los ámbitos de la vida social que históricamente han requerido una intensificación (en grados y formas variables) de la represión estatal. 
 --Usted dice que en el Operativo Independencia hay muchos sobrevivientes. 
 --Sí. En el Operativo Independencia fue liberado el 64 por ciento de las víctimas registradas hasta hoy. Si tomamos todo el genocidio, el porcentaje desciende levemente pero los sobrevivientes siguen siendo mayoría. Y esto no es una particularidad tucumana: estudios recientes muestran que un porcentaje similar se registra a nivel nacional. Este fenómeno lo hemos conocido más recientemente porque fueron en gran medida los juicios los que permitieron que decenas y decenas de personas que habían estado en campos de concentraciones denuncien por primera vez lo que les había ocurrido. Esto nos advierte sobre la importancia de pensar al sistema de campos de concentración no sólo como un ámbito de producción de muerte sino también de encierro. 
 – Afirma que el terror tuvo que ver con desarticular la territorialidad social, ¿qué implica esto? 
 --Es una manera de definir el carácter político de la persecución, sin reducirlo a la noción del militante, esto es, la persona que participa más o menos activamente en alguna organización social, política, sindical, etcétera. Llego a esta noción a partir de un hallazgo concreto de la investigación: cuando se observaba el perfil sociopolítico de las víctimas, y sobre todo en las zonas rurales de ocupación (aunque no solo), la gran mayoría de ellas no eran "militantes" en el sentido corriente del término. Esto podría llevar a pensar que el blanco de persecución fueron algunos militantes y otra cantidad de gente "que no tenía nada que ver" porque el poder es arbitrario. El concepto de territorialidad social es otra manera de entender a ese conjunto de víctimas que opta por revisar la noción de militancia. En lugar de pensar a la militancia como un atributo personal, se la puede pensar como un punto de llegada. La persona que milita se ha "fabricado" en algún lugar, ha sido "producida" en un determinado territorio, con una familia, con determinados vecinos, ha vivido determinadas experiencias que la hacían ver el mundo de cierta manera. Que algunos hayan optado por activarse políticamente no quiere decir que los otros no tenían nada que ver, sino que estos que se activan políticamente organizan, encausan toda una serie de pautas culturales, maneras de ver el mundo, que son comunes a sus lugares. Si vos secuestrás, matás e inactivás a esos organizadores, pero el ámbito que los produce sigue activo va a crear nuevos organizadores. De alguna manera es lo que le pasa a las sucesivas dictaduras que reprimen y no logran frenar la movilización popular. El genocidio no es que logra frenar esa movilización porque mata a muchos más, sino porque se propone a través de esas muertes transformar el ámbito en el que se producían los militantes.
 -- En Tucumán casi no existe el relato de "nos enteramos durante la democracia"
... En todo nuestro trabajo de campo nunca nadie nos dijo "yo no sabía nada" de lo que estaba pasando. O "recién nos enteramos con la vuelta a la democracia". Mirando el nivel de visibilización que había tenido el aparato represivo uno se da cuenta de que evidentemente en esa ecuación de ocultar o mostrar había una vocación de mostrar. Lo que me parece interesante de eso, para futuras indagaciones, es que es probable que los efectos sean distintos. Está mucho más trabajado el terror que genera esta cuestión de lo que se sabe a medias, o se sabe sin ser del todo consciente de ello. En este caso, habría que pensar si no tiene un efecto diferencial (aunque también produzca terror) estar viendo lo que sucede sin poder hacer nada con eso. Esto tiene un impacto muy fuerte en la construcción de la impotencia: "Sabíamos, pero ¿qué podíamos hacer?". Esto es algo que se escucha mucho en los testimonios. 

 Luciana Bertoia 
9 de febrero de 2025 - 10:14

No hay comentarios.: