Donald Trump, en recompensa por la presentación que le hiciera el actor Sylvester Stallone en su discurso por la victoria, en Mar-a-Lago, Florida, nombró al intérprete de los filmes Rambo y Rocky, «embajador especial en Hollywood», junto a los también actores Mel Gibson y Jon Voight.
Trump se ve reproducido en un Rocky Balboa, boxeador desconocido de Filadelfia quien, aguantando una paliza, llegó a campeón; reforzado por el John Rambo, atormentado exboina verde veterano de la perdida guerra de Vietnam.
Trump quiere –por mediación del trío– que la industria cinematográfica de Hollywood salga del estancamiento propiciado por la intromisión extranjera. ¿Hasta ahí extenderá sus inhumanas deportaciones?
Lo que preocupa al magnate es el dinero, mejorar las finanzas y lograr una extensión geopolítica de la meca del cine, algo que la BBC «duda lo vayan a lograr Stallone, Gibson y Voight».
Trump quizá quiera borrar la hostilidad que mostró no solo contra Hollywood, sino frente a cantantes y a deportistas célebres, en su primer mandato. Desea irle arriba a la sensación compartida entre los republicanos, de que Hollywood es afín a la política de los demócratas.
Ejemplo de ello fue su reacción ante La caza, una sátira política en la que una élite demócrata cazaba a simpatizantes republicanos como animales. Para comenzar su bronca con los artistas de otras naciones, aseguró: «Serán enviados especiales por mí con el propósito de traer de vuelta a Hollywood, que ha perdido mucho negocio en los últimos cuatro años en favor de países extranjeros». Ese es Trump, el negocio en primer plano.
Alfonso Nacianceno | nacianceno@granma.cu
7 de febrero de 2025 00:02:46
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