El arsénico tiene una amplia distribución en las aguas subterráneas de la llanura chaco-pampeana. Es un elementos perteneciente a la tabla periódica que se depositó en el suelo por fenómenos eólicos fluviales y erupciones volcánicas hace más de 4.000 años. Genera grandes complicaciones en zonas como el noroeste de la provincia de Buenos Aires, donde el agua de pozo representa la principal forma de acceso al recurso. La provincia de Buenos Aires tiene dos grandes acuíferos (reservas de aguas subterráneas): El Pampero, más superficial, que se nutre de la infiltración por la lluvia; y el Puelche, más profundo, que recibe aportes de agua desde el Pampero. Por cuestiones químicas, el Pampero es más salado y suele evitarse para consumo humano, industrial o agrícola, mientras que el Puelche suele ser el que contiene arsénico y requiere un tratamiento de potabilización en caso de superar el umbral de 0,01 mg/L para la OMS y 0,05 para el código alimentario argentino.
¿Cómo llega el arsénico desde los 40 a 100 metros de profundidad al agua de red proveniente del Rio de la Plata?
Tomemos el caso de la ciudad de La Plata. Allí el 50% de las muestras de red dio positivo.
La ciudad de La Plata, en los últimos 30 años, ha visto crecer sin ningún plan de contingencia el cinturón hortícola en el marco de la “revolución verde”, convirtiéndose en el más grande de Argentina, ya que produce el 70% de las hortalizas que se consumen en el AMBA. En este proceso de crecimiento se ha visto transformado el método de cultivo, para pasar de un modelo de invernaderos que permiten el cultivo de hortalizas en períodos más adversos. Los invernaderos generan una demanda mayor de agua de riego.
La ubicación de este cinturón se encuentra en la periferia de la ciudad, donde no llegan ni el agua de red ni el sistema de cloacas. El cinturon fue desarrollándose en dirección sur por la cotización de las tierras al oeste. Es interesante que el cono de depresión del acuífero Puelche se movió en la misma dirección como imagen del consumo y demanda que genera la producción hortícola.
En esos terrenos, los arrendatarios -generalmente grupos familiares ampliados que se autoexplotan- tienen limitados, por reglamentación, el desarrollo de infraestructura de contingencia habitacional. Y conviven la extracción de agua de pozo del Puelche con pozos ciegos improvisados. Estudios realizados por la Universidad Nacional de La Plata han señalado, desde 2010, las problemáticas ecológicas y sanitarias de este fenómeno. El grupo Taller de Agua, perteneciente a la Facultad de Ciencias Exactas, detectó en esta zona que el 70% del agua de consumo tenía bacterias intestinales y nitratos producto de la contaminación entre los pozos.
Acá tenemos dos procesos. Por un lado el aporte de bacterias y materia orgánica a los acuíferos subterráneos, los que aceleran el proceso de solubilidad del arsénico por reacciones químicas de oxido-reducción; y, por el otro, el movimiento de una importante masa de agua con arsénico hacia la superficie en forma de riego. A esto hay que sumarle la pérdida de absorción del suelo por el mismo proceso agrícola. Basta recordar las imágenes de la inundación de 2013, donde el agua corría por los invernaderos como en una autopista. Este cóctel facilita el movimiento masivo de los contaminantes subterráneos hasta el Río de La Plata, donde las plantas potabilizadoras no están equipadas para filtrar arsénico.
El Río de La Plata viene anunciando este proceso de sobrexplotación del suelo. Ya desde 2005 se registra un aumento año tras año de los florecimientos de cianobacterias, las cuales surgen bajo condiciones de abundancia de nitrógeno y fósforo en el agua. Estos elementos forman los nutrientes principales de los suplementos que se utilizan en la fertilización agropecuaria y llegan hasta el Río desde cada vertiente.
El arsénico en el agua de red no es un fenómeno aislado. Es producto de un desarrollo desorganizado y caótico de la urbe, donde el ambiente es sólo un bien de uso para desarrollar la reproducción del capital; no un medio para desarrollar la potencialidad productiva humana en armonía con la naturaleza.
En la actualidad se está construyendo una nueva planta potabilizadora financiada por el Fondo Kuwait y ABSA y podrá abastecer un mayor volumen de agua al gran La Plata. Esta planta potabilizadora viene en carpeta desde 2012, cuando la movilización de activistas quebró el convenio que Scioli había firmado con Mekorot para construirla. Durante el gobierno de los Fernández fue Wado de Pedro quien trajo a la empresa israelí -instrumento de guerra del régimen genocida de su país- pero finalmente la obra en La Plata quedó en mano de los árabes.
El municipio, dirigido por el peronista Alak, está reemplazando 124 mil metros de cañerías de agua red pero no tiene un plan de abastecimiento para nuevos barrios de la ciudad. El perfil de estas obras parece apuntar a fortalecer un esquema de entrega de agua de calidad más caro y apto para el consumo y otra linea de agua, no apta para el consumo -en este caso, más barata. Esta segunda linea es la que se distribuye actualmente en la red, saturada de sarro, cloro y ahora arsénico.
La presencia de arsénico en las redes de agua requiere un plan de obras públicas que empiece por evitar el consumo de agua de pozo y la utilización de pozos ciegos; para eso es necesario un conjunto de obras sanitarias, apuntado a generar mejoras habitacionales en los barrios de trabajadores. A la vez se requiere el mejoramiento de las técnicas que potabilizan de agua del río bajo el nuevo paradigma (arsénico, cianobacterias, sarro, exceso de cloro), y es necesario una fuerte investigación sobre la contaminación con arsénico del suelo y las aguas superficiales y su procedencia.
Sergio Yeti
05/08/2025
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