martes, agosto 26, 2025

El impasse de las negociaciones por ‘un cese del fuego” en Ucrania recrudece la guerra imperialista


El 15 de agosto, Trump se reunió con Putin en Alaska y, tres días después, mantuvo conversaciones con Zelensky y los líderes de la Unión Europea: los presidentes de Francia y Finlandia, Emmanuel Macron y Alexander Stubb; el primer ministro británico, Keir Starmer; el canciller alemán, Friedrich Merz, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. A la reunión también asistieron la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. 
 La delegación que se reunió con Trump fue obsequiosa. Lo más significativo de la reunión parece haber sido el respaldo de la Casa Blanca a un ambiguo despliegue de tropas francesas y británicas en Ucrania, además de la seguridad (exclusión) aérea que brindaría EE. UU. como “garantía” a ese país en caso de un “acuerdo de paz”. Trump, sin embargo, no se movió un milímetro del planteo de reconocer en forma definitiva la soberanía de Rusia sobre Crimea, ni del reconocimiento ‘compensado’ en toda la región del Donbass. Como este esquema para una salida al conflicto no es aceptado ni por Putin ni por la UE, el impasse es manifiesto, aunque el tablero de la guerra no se ha congelado. La UE exige mayores sanciones contra Rusia, cuando Rusia reclama que le devuelvan todos los activos secuestrados, por cerca de 400.000 millones de dólares. De otro lado, los gobiernos del Cáucaso sur han cortado relaciones con Rusia a todo efecto práctico, bajo el patrocinio de Turquía y la OTAN. El Cáucaso sur es un nexo entre Rusia, Irán, el Medio Oriente y Asia central.
 “Trump llamó a Putin después de la reunión en la Casa Blanca e instó al presidente ruso a comenzar a hacer arreglos para una reunión con Zelensky en un lugar por determinar”. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijo a la NBC que no había ninguna agenda para esa reunión: "Putin está dispuesto a reunirse con Zelensky cuando la agenda esté lista para una cumbre. Y esa agenda no está lista en absoluto", recoge Reuters (22/8). Lavrov ha insistido en que los líderes europeos, junto con Volodímir Zelensky, promueven el “aislamiento de Rusia en el proceso de negociación, para continuar la agresiva política de confrontación”. 
 La publicación ucraniana "Zerkalo Nedeli" escribe, citando fuentes, que el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, ofreció a Zelensky y a los europeos dos opciones de garantías para alcanzar un acuerdo con Putin. La primera es la asistencia a todos los países socios en caso de ataque a uno de ellos, como lo establece la Carta de la OTAN. El planteo significa el reconocimiento de la partición de Ucrania y no significa, de momento, ninguna presencia militar de la OTAN en el terreno. Vance repitió inmediatamente que Estados Unidos no financiaría a las Fuerzas Armadas de Ucrania, sino venderles armas a través de países europeos. Es claro que el imperialismo norteamericano se quiere valer de la guerra en Ucrania y de “un acuerdo de paz” para imponer a la UE un status semicolonial. La guerra imperialista se ha convertido, desde el principio, en multidimensional; se libra en todo el tablero mundial. Scott Bessent, el secretario del Tesoro, acaba de señalar que las inversiones de la UE en EE. UU. que formen parte del reciente acuerdo comercial deberán obedecer las directivas del gobierno norteamericano. Trump ya ha comenzado por casa, al imponer una participación estatal a la United Steel y a Intel, que la prensa estadounidense (WSJ) interpreta como una “sinoficación” del capitalismo norteamericano (el ‘modelo’ de China). La operación responde al propósito de centralizar el activo industrial en una guerra mundial. 
 El ministro Sergei Lavrov, para corresponder al impasse en que se encuentra Trump, ofreció un esquema de “garantías de seguridad” proporcionado por las potencias nucleares: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y China; es casi un calco del plan de “garantías de seguridad” debatido en las conversaciones de Estambul en 2022, poco tiempo después de la invasión de Rusia. Vladimir Zelensky ya se ha pronunciado en contra de la participación de China. Para Rusia, el regreso al formato de Estambul es uno de los escenarios para concluir el acuerdo en su conjunto, escribe Reuters, citando fuentes de la cúpula rusa. 
 La guerra ha demostrado que la OTAN se encuentra en una fase de implosión. El imperialismo norteamericano quiere someter a la UE, a América Latina y a una parte de Asia, para centralizar una guerra contra China y, de ser posible, neutralizando a Rusia. El objetivo histórico de la oligarquía rusa y del conjunto de la restauración capitalista es integrarse a la economía imperialista mundial, con la conciencia de que lo haría como un socio menor. 
 Trump se tomó el tiempo para desarrollar su tesis sobre la situación presente, en su red Social Truth. “Es muy difícil, si no imposible, ganar una guerra sin atacar al país invasor. Es como un gran equipo deportivo con una defensa fantástica, pero al que le prohíben atacar. ¡No hay ninguna posibilidad de ganar! Lo mismo ocurre con Ucrania y Rusia. El mentiroso y completamente incompetente Joe Biden no permitió que Ucrania respondiera, solo que se defendiera. ¿Y qué resultó de eso? (...) Nos esperan tiempos interesantes." En resumen, Ucrania ha perdido la guerra por culpa de Biden, pero si Putin no acepta el acuerdo de un reparto de Ucrania la guerra se extenderá a Rusia. El Wall Street Journal ha publicado una exclusiva, levantada enseguida por otros medios, en la que señala que el Pentágono ha estado bloqueando “silenciosamente” el uso de los sistemas de misiles tácticos del ejército (ATACMS) de largo alcance de Estados Unidos para atacar objetivos dentro de Rusia. Este veto se aplica no solo a las armas estadounidenses, sino también a los suministros europeos que utilizan componentes o inteligencia estadounidense, incluidos los misiles Storm Shadow británicos, también de largo alcance. “La noticia llega en un momento en que el presidente estadounidense, Donald Trump, se muestra cada vez más frustrado públicamente por la guerra que dura ya tres años y su incapacidad para lograr un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania” (Reuters 23/8). El bombardeo de Estados Unidos a las instalaciones nucleares de Irán es una advertencia dirigida a Moscú. La doctrina de “la disuasión nuclear” (deterrence) se ha convertido en la doctrina de la extorsión nuclear. La política de crímenes en masa contra Gaza se ubica en este contexto. 
 Andrei Kolesnik, un miembro del Comité de Defensa de la Duma, en una entrevista a NEWS.ru, el 21 de agosto, declaró que Rusia utilizará armas nucleares tácticas en respuesta a eventuales ataques de Ucrania con misiles occidentales de largo alcance en territorio ruso: “si cualquier país de la Unión Europea ataca a Rusia, la respuesta será nuclear” (gazeta.ru 22/8). Declaraciones de este tenor se han hecho desde el comienzo de la guerra y ahora se han vuelto frecuentes en el estrato medio de la dirigencia política rusa. Son una expresión de que Rusia podría estar ganando la guerra en el sureste de Ucrania, pero se encuentra esencialmente a la defensiva en el plano político internacional. El punto estratégico oculto de toda esta pseudodiplomacia internacional es la exigencia de Trump de que China deje de proveer (y Putin de reclamar) los insumos estratégicos “duales’ a Rusia, que bajo la forma de un suministro industrial equipan a la industria de guerra de Moscú. Aun con este sostenimiento, sin embargo, Rusia carece de los recursos para financiar esta industria en un tiempo intermedio.
 Rusia ha lanzado varios ataques a gran escala en los últimos días, que incluyeron misiles de crucero e hipersónicos de todo tipo. Los ataques alcanzaron las profundidades de Zakarpatia, anteriormente considerada la "zona segura" de retaguardia de Kiev. A Putin no le conforma, sin embargo, la sola cesión de territorios a lo largo del Mar Negro: no sólo quiere un cambio de régimen en Ucrania, sino que lo necesita desesperadamente, para que no siga siendo una plataforma militar ofensiva de la OTAN. Kiev ha anunciado esta semana la producción de un nuevo misil, el Flamingo, con un alcance de 3000 kilómetros, con el que “Ucrania planea atacar objetivos dentro del territorio ruso” (La Nación). Las “negociaciones de paz” han intensificado el espacio territorial y político de la guerra. La caracterización de la guerra que ha hecho la camarilla del Kremlin es fundamente errada: “las raíces” de la guerra con la OTAN no se encuentran en el régimen "neonazi” de Kiev, sino en el estallido de todas las contradicciones históricas acumuladas por el capitalismo mundial. La restauración del capitalismo en Rusia y China no han servido como escape a ese estallido, sino que lo han agudizado. 

 Camilo Márquez - Partido de los Trabajadores (Uruguay) 
 25/08/2025

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