Los trabajadores y trabajadoras del Hospital Bonaparte frenaron en seco el intento criminal del gobierno, que el viernes pasado había anunciado informalmente la pretensión de cerrar la institución. Es decir, hace menos de una semana todo el personal estaba virtualmente despedido, y el proceso del cierre de guardia había comenzado. Luego de estos días de fortísima lucha, todo los compañeros y compañeras están adentro, y se restablece el funcionamiento integral. Eso, indudablemente, es una conquista.
La rápida movilización de su personal, cortando las calles, organizando asambleas y, centralmente, garantizando la ocupación del Hospita fue decisiva para poner en crisis la política criminal de Milei y compañía. La lucha empalmó con una corriente de simpatía y movilización popular enorme, que se hizo presente en las puertas del Bonaparte. “El Bonaparte no se cierra” fue un grito nacional. El cambio de humor popular se hace presente en momentos que el gobierno redobla su apuesta ajustadora. Lejos de la “paciencia social” que vociferan los alcahuetes del gobierno, tuvimos en pocos días la ocupación de un hospital, luego las de varias facultades y hoy una enorme movilización de salud organizada desde el conflicto del Garrahan, que profundiza sus paros.
Primera conclusión: el gobierno está lejos de ser fuerte e invencible. Las y los trabajadores luchando podemos enfrentarlo.
La burocracia sindical salió rápidamente a pretender capitalizar una lucha que no organizó. Lo de UPCN es grotesco: no fueron parte de la ocupación ni de nada y ahora dicen que “gracias a ellos no se cierra”. En realidad, gracias a ellos se prepara el futuro cierre. Por eso, firmaron un acta donde se comprometen a una “mesa” para una “reestructuración” que se haga “optimizando los recursos del erario público”, es decir, una forma edulcorada de aplicar la política de Milei -como hacen al firmar el 1% de aumento salarial. ATE también firmó su propia acta. Aunque no habla del “erario”, sí se plantea “en el marco de la reestructuración”. ¿Qué otra cosa puede ser una reestructuración sino un achique, mucho más cuando el gobierno tendrá la carta del vencimiento de todos los contratos en tres meses? Las negociaciones de esta “mesa” transcurrieron en la oscuridad desde el mismo sábado, sin que la asamblea de trabajadoras y trabajadores pueda ejercer un control. Ahora mismo, debería plantearse que a ella asistan representantes electos por lxs trabajadorxs, de modo de tal de garantizar su responsabilidad ante el conjunto. Si se cumple el propósito desmovilizador que tiene el gobierno, estaremos en peores condiciones para enfrentar cualquier nuevo ataque.
Lo distintivo del Bonaparte no es el accionar de la dirección de ATE, que entregó decenas de miles de despidos en todo el país, negociando incluso los listados. El dato fue el desborde que impuso la lucha por abajo. Junto a la pelea del Garrahan, que está impulsada por organizaciones recuperadas por el clasismo como es la Junta Interna, son un punto de apoyo para desarrollar un gran movimiento de defensa de la salud pública, que unifique y potencie. Así fue la gran marcha a la Plaza de Mayo del martes 8, donde también participaron las residencias, que fue masiva a pesar del sabotaje total de la burocracia.
Viva la lucha del Bonaparte.
No a la reestructuración del gobierno: por el control asambleario de toda negociación.
Defensa de la salud pública con organización y lucha.
Prensa Obrera
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