domingo, abril 02, 2017

La Virgen en Fátima en tiempos de la revolución portuguesa



Después de haber alcanzado su apoteosis durante el papado de Wotyla con actos masivos, portadas en todos los diarios sin olvidar editoriales bendecidas como la de “El País”, ahora nos llega la noticia de la próxima beatificación de los pastorcillos cuyos nombre los niños (y no digamos las niñas) de la España de Franco sabías de corrido y de memoria. Una memoria cuya imagen en mi caso me traslada a la visión familiar en el cine de verano del pueblo de “El mensaje de Fátima“ (The miracle of Our Lady of Fatima, USA, 1952), y por lo mismo, a repasar un poco su historia sin duda influencia por todo el asunto del la inmediata visita del “enviado de Cristo”…Se trataba de una colorida producción de la Warner dirigida por John Brahms, un cineasta talento, que acababa de filmar un notable film de aventuras: El Ladrón de Venecia (The Thief of Venice, 1950) Brahma no habría ocupado un lugar en enciclopedias de no haber contado con otra parte de su escueta filmografía (sin ir más lejos. de dos soberbios títulos “góticos” con el inmenso Laird Cregar: ”Jack el Destripador” y ”Concierto macabro”.
Nunca olvidará las procesiones a las que era de obligado cumplimiento asistir, pero sobre todo las tardes del colegio del mes de mayo, una tarde entera a la semana (¿o eran diarias?) cantando aquello de “con flores a María, con flores a María”, mientras te preguntabas como podías ser tan tonto como para estar con aquellos que habían hecho “la capona” o sea, los que estaban dando tumbos por los campos floridos. Pero como buen chico seguías “En el mes de mayo la Virgen María bajo de los cielos a Cova de Iría, ave, ave, ave María”.
Años más tarde tuve ocasión de ver en el cine parroquial (que era muy barato), la otra película en loor a María, “La señora de Fátima “ (1951, Rafael Gil), en la que participaban Inés Orsini (que había sido María Goretti), Fernando Rey, Tito Junco, José María Lado, más José Nieto que era el ateo que se arrepentía. Había sido un título premiado por el “Sindicato de Espectáculo” por ser uno de los títulos más representativos del “cine de estampitas” en la que los cristianos eran santos o sea, hacían en el cine cosas que no se veían jamás en la vida real.
En la revisión de Brahm (por cierto, ambas son asequibles en youtube) pude descubrir de qué se trataba. Se trataba sobre todo de una sórdida revolución portuguesa que irrumpía en la película desde la primera escena con una bandera roja en mano de una muchedumbre, de la plebe, escena que da pie a la entrada en escena de un inflamado orador mucho más parecido a Lenin que en muchas otras películas en la que aparece como personaje. El Lenin portugués clama con ese tono propio de quien se dirige al populacho !Ciudadanos de Portugal! ¡Soldados y marinos de la Revolución! ¡ Toda la guarnición del rey se ha rendido o ha muerto! ¡Manuel ha abdicado y va rumbo a Inglaterra! ¡Proclamamos la primera república popular socialista!”. Por sí pudiera haber la menor duda, se oye la voz del narrador que nos dice: “En el Portugal de 1910 hubo un súbito levantamiento, planeado y ejecutado por una minoría socialista cuyo fin era derrocar al gobierno y establecer un estado policiaco. He aquí un patrón temprano de lo que habría de repetirse una y otra vez en muchos países de Europa”.
Luego nos cuenta con voz temblorosa como la Iglesia comenzó a sufrir “una persecución salvaje de todas las órdenes religiosas (…) Sacerdotes opuestos al gobierno eran enviados a prisión; otros, atrapados en las redes de la policía militar, fe y tras siete años de turbulencia política se autorizó la apertura de iglesias en algunos pueblos remotos. Así sucedió en la aldea montañosa de Fátima, donde la gente sencilla rendía tributo al Dios de sus padres. Esto es Fátima, el domingo 15 de mayo de 1917”.
Aunque, como muestra de una cierta profesionalidad la película dedica su tiempo a Gilbert Roland que aquí encarna a un pícaro más bien descreído. Alguien que no duda en hacer negocio vendiendo reliquias en la antesala de la Cova, el hombre, al que hacen llamar Hugo da Silva, sirve para justificar una escena asaz singular: aquella la que los pastorcillos son metidos por las autoridades sectarias en la misma cárcel en la que él ha acabado con sus manejos, y entre los cuatros, él y los tres inocentes pastorcillos, consiguen que los presidiarios acaben rezando, con tanta fe que hasta el guardia republicano que los vigila también lo acaba haciendo.
Temerosa de provocar a las autoridades y a sus “comisarios”, la Iglesia trata de negar la existencia de la aparición, algo que, empero, la gente de a pie no se cuestiona, de manera que cada vez son más los peregrinos que quieren ver el milagro, sobre todo los que necesitan curarse. Fe y resistencia de un lado, descreimiento y represión por otro. Una de las pastorcilla, Lucia Marto le dice que tienen “un grandísimo problema “.,. a lo que la Señora responde: “Soportan estas penalidades por la conversión de pecadores para expiar los pecados cometidos contra Dios. Si la gente no deja de ofenderlo se desatará otra y más grave guerra. Y una noche verán una extraña luz en el cielo que indicará que el mundo será castigado por sus crímenes. En Rusia hay un plan malévolo para destruir la paz de la Tierra. Para impedirlo les pido que sean consagrados a la Virgen María. Si esto se hace (Rusia) se convertirá; si no, provocará guerras y persecuciones. Se martirizará a gente buena. Muchas naciones serán destruidas. Sí se atiende a lo que digo se salvarán muchas almas y habrá paz. Es preciso que la gente enmiende su vida. Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor. Ya mucho se le ha ofendido. (…) En octubre daré una señal que les hará creer”. Finalmente, en un breve epílogo ilustrado con imágenes documentales, el infatigable narrador recordaba la multitudinaria peregrinación al santo lugar en 1951: “La plaza blanca de Fátima está viva con un millón de pañuelos blancos que se agitan en un saludo afectuoso a la blanca Señora de la Paz. Al caer la noche, un millón de velas envían mil millones de oraciones al cielo. En el interior de la basílica, Francisco y Jacinta’ reposan en si sueño eterno. Al pasar de los años Lucía ha dedicado su vida al servicio sagrado “.
El trasfondo de la historia nos lleva al tiempo de la revolución republicana portuguesa de 1910, y me encuentro con algo que más o menos ya sabía, a saber: en 1910 no existía ningún partido socialista en Portugal. , Sí existía una importante corriente republicana, amén de una élite intelectual avanzada en cuya cúspide resuenan los nombres de Antero de Quental y de Eça de Queiróz (autor de El crimen del padre Amaro, una obra que fue trasladada al cine en México en los noventa, y que todavía causó un “escándalo” en la Iglesia constantiniana). Por cierto, ambos fueron partidarios de la Primera Internacional. De hecho, el movimiento obrero portugués no comenzará a tomar cuerpo hasta 1910, siendo la organización más importante la CGT, influida por Confederación española y adherida a la AIT. Hubo ciertamente una revolución casi pacífica –los muertos no llegaron al parecer a 40-, la misma que culminó un largo proceso de lucha contra la corrupta monarquía –el rey salió huyendo del pueblo como Alfonso XIII-, contra el colonialismo británico, y la Iglesia, considerada como principal baluarte del antiguo régimen. 1910 fue un año especialmente agitado, y lo que en octubre comenzó como una aventura insurreccional de la izquierda republicana, la negativa de parte del ejército en actuar contra los insurgentes concluyó con la instauración de un gobierno provisional que fue recibido con una alegría popular comparable a la que aquí se vio el 14 de abril de 1931.
El “alma mater” del republicanismo radical portugués fue Teófilo Braga, para el que el “pensamiento y la ciencia son republicanos, porque el genio creador vive de libertad y sólo la República puede ser verdaderamente libre […]. El trabajo y la industria son republicanos, porque la actividad creadora quiere seguridad y estabilidad y sólo la República […] es estable y segura […]. La República es, en el Estado, libertad […]; en la industria, producción; en el trabajo, seguridad; en la nación, fuerza e independencia. Para todos, riqueza; para todos, igualdad; para todos, luz.” Braga era además un convencido anticlerical, amén de un defensor de la “federación” ibérica. Imbuido en su influencia, la República aprobó un texto constitucional un año después, y sobre las líneas maestras de su actuación se puede leer en la Wikipedia:
“Durante el tiempo que estuvo en funciones, el Gobierno Provisional tomó una serie de medidas importantes y que tuvieron un efecto duradero. Para apaciguar los ánimos y reparar a las víctimas de la monarquía, se concedió una amplia amnistía a los condenados por delitos contra la seguridad del Estado, contra la religión, de desobediencia, de uso de armas prohibidas, etc. la Iglesia Católica se resintió bastante por las medidas tomadas. Entre estas destacan la expulsión de la Compañía de Jesús y de las órdenes religiosas del clero regular, el cierre de conventos, la prohibición de la enseñanza religiosa en las escuelas, la abolición del juramento religioso en las ceremonias civiles, el laicismo del Estado mediante la separación entre Iglesia y Estado. Se institucionalizó el divorcio y la legalidad del matrimonio civil, la igualdad de derechos en el matrimonio entre hombres y mujeres, la regularización jurídica de los hijos nacidos fuera del matrimonio; la protección a la infancia y a los ancianos, la reformulación de la ley de prensa, la extinción de los títulos nobiliarios y el reconocimiento del derecho a huelga. Este gobierno optó también por la extinción de las guardias municipales de Lisboa y de Oporto, sustituidas por un nuevo cuerpo público de defensa del orden: la Guarda Nacional Republicana. Para las colonias, se creó una legislación con la idea de conceder autonomía a las provincias de ultramar, condición necesaria para su desarrollo. También se alteraron los símbolos nacionales: la bandera nacional y el himno y se creó una nueva unidad monetaria: el escudo portugués, que equivalía a mil reales — y hasta la ortografía de la lengua portuguesa fue simplificada y debidamente reglamentada gracias a la reforma ortográfica de 1911…”
Ha pasado el tiempo pero el milagro sigue ahí, ocupando el lugar de las obra, de los hechos como los que caracterizan biografías como las Pere Casaldáliga o Vicente Ferrer…Sigue funcionan como parte central de la política exterior vaticana que no debe resultar ajena a otra adaptación cinematográfica: “The Miracle of Our Lady of Fatima” (2016, Daniel Costelle), se ha filmado en los mismos lugares donde ocurrieron los hechos, o en lugares muy cercanos. Los personajes que actúan, son en su mayor parte gente del lugar e incluso familiares de los videntes. También se ha cuidado el tema de los vestuarios para que sean fieles a la época de ocurrido el evento. Es una coproducción internacional entre las productoras estadounidenses Origin Entertainment, Rose Pictures y Braven Films y la productora italiana Cinecittà Studios. Y ha costado cerca de 12 millones de dólares. También se puede ver en youtube.
Hace un par o tres de años el autor de estas líneas publicó un artículo con este mismo título que ha desaparecido totalmente de la Red. Aunque ha quedado anunciado una única referencia en la Web de Anticapitalista, en realidad se trata de un suplantación…Cabe suponer que “hacker” beato, suena como bastante extraño. Parece como sí hubiera un interés “sagrado” en que textos como este no se publiquen. Desde luego que nadie espere una tribuna en nuestros diarios.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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