jueves, febrero 28, 2013

Fidel Castro: discurso completo en la ONU en 1979 .


Uruguay: la Justicia en su laberinto



La Suprema Corte de Justicia de Uruguay acaba de consolidar la consagración de la impunidad para los peores criminales de lesa humanidad de la historia moderna de ese país.

El proceso que ha llevado a este resultado es claro.
Un primer paso consistió en la decisión de trasladar a la Dra. Mariana Mota al ámbito de lo civil, desafectándola de su titularidad en el Juzgado Penal. La Dra. Mota tenía en su sede más de cincuenta causas referidas a las gravísimas violaciones a los derechos humanos durante el período del terrorismo de Estado en los años ’70. El Estado y el propio Poder Judicial pusieron toda clase de obstáculos a sus investigaciones, además de cuestionar su compromiso con la lucha por la vigencia de los derechos humanos, cuando deberían ser su principal garante. Con esta medida, la Corte de Justicia confirmó la ausencia de justicia que víctimas, allegados y la sociedad toda viene padeciendo desde hace décadas. Al mismo tiempo, la Corte uruguaya ignoró la sentencia pronunciada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Gelman vs. Uruguay, además de cuestionar la independencia del Poder Judicial.
En línea con el mismo propósito o resultado, la Suprema Corte acaba de declarar inconstitucional la recientemente promulgada ley interpretativa que intentaba superar la llamada “ley de Caducidad” que desde 1986 impide el proceso de todos los autores de crímenes amparados por la pasada dictadura militar. Esta ley fue declarada inconstitucional por la misma Corte años atrás.
El argumento sobre el cual se basó esta nueva decisión radica en que no se puede aplicar una ley de forma retroactiva, cosa que sí realiza la propia ley de Caducidad. Se ha argumentado que la retroactividad se aplica sólo cuando la ley beneficia al reo. No es posible condenar retroactivamente a alguien por algo que hizo cuando en su momento no era definido como delito. No obstante, la ley de Caducidad es retroactiva desde el momento en que contradice las leyes que regían cuando se cometieron los delitos.
En otro momento, la misma Corte Suprema de Justicia de Uruguay define las violaciones cometidas en una dictadura y con la complicidad del Estado de la época como “delitos comunes”. Lo cual automáticamente transforma un delito de lesa humanidad en una causa prescriptible. No obstante, estos “delitos comunes” fueron cancelados, precisamente, por una ley promulgada para proteger a un grupo específico de criminales, la ley de Caducidad de 1986. Ni siquiera se otorgó un perdón a reos condenados por sus crímenes: el Estado renunció a someterlos a investigación y a juicio.
No obstante, más allá de una disputa técnica y sobre la filosofía que rige y cambia cada cierto tiempo las obviedades jurídicas, nuestro reclamo se basa en valores más universales y permanentes, como lo son la garantía de los derechos individuales más básicos, como la integridad física, la libertad y la reparación moral.
Por lo expuesto, como intelectuales y trabajadores de la cultura y el conocimiento, repudiamos estas decisiones de la SCJ y exigimos el fin de la impunidad y la condena de todos los criminales del terrorismo de Estado en Uruguay.
Todo Estado y toda institución de cualquier país existen para proteger la integridad física y moral, el derecho a la libertad y la verdad de cada uno de sus ciudadanos. Nunca al revés. Aceptar la violación de uno solo de los derechos humanos contra uno solo de los ciudadanos de un país con la complicidad del Estado o de alguna de sus instituciones, afecta y lesiona la legitimidad de todo el Estado.
Rechazamos cualquiera de las excusas que niegan el derecho a la justicia y la verdad. Sin verdad no hay paz; sin justicia no hay democracia.
Los derechos humanos no se mendigan. Se exigen.

Emilio Cafassi, Eduardo Galeano, Juan Gelman y Jorge Majfud

Hace 24 años: el “caracazo”



El 27 de febrero de 1989 dio comienzo en el municipio de Guarenas, a 30 kilómetros de Caracas, una revuelta popular que habría de ser el punto de partida de un cambio de ciclo político, económico y social en Venezuela y, por extensión, en buena parte de América Latina, que se extiende hasta hoy.

Febrero 1989

Tres semanas antes, el 4 de febrero de 1989, había tomado posesión de la Presidencia de la República de Venezuela Carlos Andrés Pérez (conocido por CAP), candidato del partido socialdemócrata Acción Democrática, miembro de la Internacional Socialista, de cuya organización CAP sería vicepresidente.
Después de un periodo presidencial anterior (1974-1979) marcado por políticas nacionalizadoras, de obras públicas y programas sociales, CAP contaba con una reputación política sólida de demócrata y tercermundista. Por otra parte, con una inflación anual del 29,5% en 1988 se esperaba un “paquete económico”, que el candidato había anunciado ya aunque de manera inconcreta, con el nombre de “Programa Nueva Venezuela”, basado en un préstamo condicionado del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 4.500 millones de dólares. Pérez se encargó de divulgar el razonamiento de que todo nuevo préstamo futuro del FMI dependía de la aceptación de las condiciones del primero. La “Venezuela saudita” de los felices setenta debía dar paso a una Venezuela endeudada, tutelada por las instituciones económicas del sistema capitalista mundial.
El programa detallado se conoció pronto, en su presentación por televisión ante la expectación popular: el préstamo estaba sujeto al abandono de las subvenciones al débil sector industrial, a la privatización de empresas públicas, una segunda devaluación del bolívar y una liberalización de los precios, en particular los de los combustibles. Se trataba pues de una rendición total del país ante las condiciones del FMI. Empobrecer a la mayoría para acceder a unos créditos que debería haber obtenido problemas dada su condición de gran exportador de petróleo. Debía acelerar su endeudamiento y un empobrecimiento de la población que se prolongaba desde hacía más de un decenio.
Además de la reducción automática del poder adquisitivo de los asalariados, el aumento de los precios del combustible repercutió inmediatamente en particular en los precios del transporte público: los autobuses no esperaron para aumentar sus tarifas ese mismo día en hasta un 200%. Se trataba del medio de transporte que utilizaba la inmensa mayoría de la población.
Era pues de un ajuste estructural puro y duro, como otros que se impondrían en la región a finales de los 80 y comienzos de los 90 del siglo XX. Que se producía además en un contexto de protestas y huelgas, entre otros, del personal de educación –230.000 personas en huelga permanente– y de fuertes movilizaciones estudiantiles.
El 27 de febrero la negativa masiva de los trabajadores a pagar el billete de autobús con las nuevas tarifas triplicadas dio la señal de partida de la revuelta de Guarenas, que al poco se difundió a la capital. Los enfrentamientos con la policía –que también presentaba sus propias reivindicaciones– comienzan ese mismo día, así como los ataques a los comercios cuyos propietarios habían duplicado y triplicado los precios de sus productos en paralelo al aumento del precio del transporte público.
En un país con ausencia casi total de redes de protección social, una tasa de pobreza en torno al 80% –58% de pobreza extrema–, y en el que los ingresos del petróleo era captado íntegramente por las élites económicas y sociales, las medidas propuestas atacaban directa e inmediatamente las condiciones de vida de la inmensa mayoría, deteriorando aún más su bajo nivel de vida.
El 28 de febrero fue “el Día que bajaron los cerros”, en expresión de Rafael Rivas-Vázquez: se paralizó la vida en la capital y la revuelta tomó unas proporciones nuevas. A pesar de los intentos de la mayoría de los medios de comunicación de presentar a los manifestantes como hordas de delincuentes, la actuación de éstos fue bastante selectiva: en general se respetaron las farmacias, los dispensarios y hospitales, las escuelas, etc., y los saqueos se centraron en los negocios de bienes de consumo que habían aumentado los precios, así como en los bancos y puestos de policía. Pero el tratamiento mediático, especialmente por parte de las grandes cadenas generalistas de televisión, estuvo orientado desde el primer momento a fomentar el miedo de la población, presentando la revuelta como una amenaza general para la paz y exigiendo una intervención de fuerza.

Marzo 1989

Ese mismo día 28, el gobierno de CAP lanzó el Plan Ávila, conjunto de medidas de emergencia cocinado en las últimas horas del 27 en el palacio de Miraflores entre el Gobierno, las autoridades militares y los partidos de oposición.
Para llevar a cabo la represión, el Gobierno decretó la suspensión de las garantías constitucionales y la introducción de la ley marcial, carta blanca que hizo posible el uso de la fuerza militar contra la población civil y una represión particularmente dura, en especial en los cerros, barrios pobres de la periferia de la capital y de las ciudades donde se produjo el alzamiento (Maracay, La Guaira, Barquisimeto, Mérida, entre otras). La revuelta no pudo ser controlada que después de cuatro días de matanzas por parte del ejército. El Gobierno reconocería más tarde unas cifras oficiales de muertos de 276 persona pero estimaciones independientes posteriores apuntan a una cifra mucho mayor y creíble, en torno a 3.000 víctimas 1 . El número total nunca se sabrá, entre otras cosas porque el ejército se ocupó de desaparecer centenares de cadáveres en fosas comunes excavadas a toda prisa.
El Plan Ávila representó la militarización de la respuesta a la crisis, y contó con el visto bueno de los hombres fuertes de las instituciones capitalistas internacionales presentes en el Gobierno, entre ellos Moisés Naím, conocido columnista de El País, ministro de Fomento del gabinete de CAP en esos momentos y ex director ejecutivo del Banco Mundial, miembro del Foro Económico Mundial, asesor de agencias de Estados Unidos, como el National Endowment for Democracy , etc. En la actualidad sus incesantes oficios de divulgación de la buena nueva neoliberal, le han valido a este gran gurú de la derecha neocon hispanoamericana un lugar destacado en los principales medios de la galaxia propagandística del sistema, en particular los relacionados con el grupo Prysa, Globovisión, NTN24, etc. Para ello, su sitio web 2 borra oportunamente alguna de sus huellas en la matanza venezolana y lo “libera” de su presencia en el Gobierno en febrero de 1989. Pero otras fuentes confirman que fue miembro del gabinete de CAP desde el 2 de febrero, es decir desde la toma de posesión de éste, y partícipe directo en la implantación de las medidas de ajuste neoliberal, nada menos que desde su puesto de ministro de Fomento, y su responsabilidad en la represión posterior como miembro del Gobierno.
Los anteriores presidentes venezolanos (Luis Herrera Campins, Jaime Lusinchi) habían implementado ya algunas medidas de recorte de los gastos sociales y devaluación. Pero es CAP quien opta, a instancias del FMI, por introducir un ajuste puro y duro, fiado de su propio prestigio personal y del apoyo de las instituciones internacionales. Además, lo hará introduciendo todas las medidas –recortes presupuestarios, privatizaciones, aumento de precios, reducción salarial– de una sola vez, en lugar de escalonar la imposición de unas medidas claramente impopulares como le recomendaban algunos miembros de su Gabinete, por ejemplo Teodoro Petkoff, ex guerrillero convertido al neoliberalismo y hombre fuerte en materia económica con varios gobiernos de la época, que abogaba por un “programa gradual, equilibrado y equitativo”.

Febrero 1992

Al lanzar las fuerzas militares contra la población y con la errática imposición posterior de las medidas de su programa quedaría de manifiesto la debilidad institucional no sólo del propio presidente sino también del régimen político predominante en el país desde 1958, surgido del acuerdo conocido como “Pacto de Punto Fijo” 3 –la Cuarta República– que fijaba un reparto del poder entre dos partidos mayoritarios: Acción Democrática (los adecos, socialdemócratas) y Copei ( copeyanos , demócrata-cristianos).
El Estado venezolano creado en 1958 –la Cuarta República– era el ámbito arbitral de distribución de la renta petrolera entre las clases y grupos dominantes. Ese era su objeto principal y su razón de ser. En los años de alza de los precios petroleros, el modelo funcionó, pero los acontecimientos de 1989 (“caracazo”, descontento e indignación popular) y las exigencias de los organismos internacionales, el FMI en particular, agotaron en poco tiempo el régimen “puntofijista”. El epílogo vendría con la imputación de Pérez acusado de corrupción a gran escala, quien escaparía del país y moriría en el exilio perseguido por la justicia venezolana.
Por otra parte, el 4 de febrero de 1992, el coronel Hugo Chávez Frías y otros oficiales realizaron un intento de expulsar al presidente Pérez y tomar el poder por la fuerza, con un levantamiento militar que fracasó en Caracas. Sin embargo, la divulgación de un video de un minuto de duración 4 en el que Hugo Chávez asumía la responsabilidad de los hechos dio a conocer la existencia de un movimiento militar “bolivariano” en sintonía con la sensibilidad y las demandas de las mayorías populares venezolanas que gozaba de gran popularidad.
Tras dos años de prisión, Hugo Chávez organizó un movimiento dirigido a llegar al poder y crear un régimen de nuevo cuño calificado de “bolivariano”. El instrumento político para conseguirlo fue el MVR (Movimiento Quinta República). En 1998 las elecciones expulsaron de la primera línea de la escena política a los dos partidos cuyo turno en el poder había dominado los últimos cuatro decenios. Con la elección de Hugo Chávez Frías a la presidencia de la República, y sobre todo con la posterior Constitución Bolivariana, se puso fin al régimen instaurado en 1958 a la caída del dictador Marcos Pérez Giménez, y se dio inicio a un proceso socioeconómico de nuevo cuño.
Junto a procesos paralelos posteriores en Brasil, Bolivia, Ecuador y Argentina, los cambios radicales iniciados desde principios de los 90 por el régimen bolivariano de Venezuela han supuesto un giro drástico en la orientación política del subcontinente: mayor representatividad y participación de las clases populares; mayor independencia de los Estados frente a las potencias económicas y políticas dominantes; creación de instituciones internacionales independientes (Unasur, CELAC, etc.) 5 mayor justicia social en el interior de sus países: reducción drástica de la pobreza y la pobreza extrema, acceso a la salud, la vivienda, la educación; mejoras en todos los indicadores de bienestar y equidad social (índices educativos, índice Gini, esperanza de vida, etc.) 6

S. Seguí

1 http://www.youtube.com/watch?v=t9YLnP8rqJI
2 “ Antes de dedicarse al análisis y el periodismo, Naím trabajó en el sector público y la docencia: fue ministro de Industria y Comercio de Venezuela a comienzos de los años noventa, director del Banco Central de Venezuela y director ejecutivo del Banco Mundial. ” http://www.moisesnaim.com/es/about_moises_naim
3 http://www.analitica.com/bitblioteca/venezuela/punto_fijo.asp
4 http://www.youtube.com/watch?v=VBUo-pYeVfQ
5 http://rebelion.org/noticia.php?id=163137
6 Ignacio Ramonet: “Desde 1999, 80 millones de personas han salido de la pobreza en América Latina” http://www.aporrea.org/internacionales/n205138.html

miércoles, febrero 27, 2013

Yoani Sánchez - El doble fracaso brasileño



La reciente reforma migratoria aprobada por el gobierno cubano, que elimina anacrónicos trámites burocráticos para viajar, ha empezado a provocar sus efectos. Una de las primeras personas que se ha beneficiado de todo eso ha sido -por supuesto- la riquísima bloguera Yoani Sánchez quien ha recibido visas para viajar a numerosos países, mientras que -recordemos- la mayoría de los ciudadanos cubanos, de los que ella se ha elevado por sí misma al rango de portavoz, sigue encontrando dificultades materiales y burocráticas para viajar a países europeos o a Estados Unidos, como los altísimos costos de los viajes y la necesidad de obtener un visado de ingreso por los países de destino, algo que en la mayoría de los casos se les niega.
En ese sentido, el pasado 17 de febrero, la bloguera dejaba su ‘apartamento yugoslavo’ en la odiada ‘cárcel ideológica’, rumbo a Brasil, y empezaba -con total tranquilidad y con todos los honores que se deben a una estrella mediática de su altura- una larguísima gira mundial de 80 días, acompañada por una apática procesión de periodistas y corresponsales de medios internacionales.
Sin embargo, sus ambiciones de primera diva se rompieron brutalmente cuando la bloguera chocó con la realidad afuera de Cuba, perdió el escudo que le otorga el vivir en un ‘régimen dictatorial’ y encontró la desesperada acogida brasileña: grupos de jóvenes la recibieron exibiendo carteles con acusaciones, tildándola de mercenaria y agente de la CIA.
A pesar de que cuando esto ocurre en Cuba, ella con voz crítica suele hablar de ‘turbas castristas’ y de ‘estigmatización del que piensa diferente’, frente a estas manifestaciones contra su persona, la bloguera, convencida de un inexistente respaldo de la opinión pública que hubiera encontrado en Brasil, acutó inicialmente con mucho cuidado y usó las distintas formas de darles la bienvenida, como un ejemplo de la pluralidad y diversidad de la nación suramericana. Así escribió: “Al llegar muchos amigos dándome bienvenida y otras personas gritándome insultos. Ojalá en Cuba se pudiera hacer lo mismo. Viva la libertad!”
Pero su postura frente a las críticas cambió radicalmente en unas pocas horas, es decir, cuando se dió finalmente cuenta de que no se trataba de un pequeño colectivo, sino de extensos grupos, vinculados a las luchas progresistas en América Latina, que -claramente- rechazan cualquier colaboración con el poderoso imperio del Norte que -el siglo pasado- respaldó sangrientas dictaduras derechistas por todo el continente, incluso en Brasil.
Así, de repente, esta forma de ‘libertad brasileña’ se convirtió en una patraña más del ‘régimen cubano’. Escribía en su pluridecorada bitácora: “Ellos respondían a órdenes, yo soy un alma libre. Al final de la noche me sentía como después de una batalla contra los demonios del mismo extremismo que atizó los actos de repudio de aquel año ochenta en Cuba. La diferencia es que esta vez yo conocía el mecanismo que fomenta estas actitudes, yo podía ver el largo brazo que los mueve desde la Plaza de la Revolución en La Habana ”. Es decir, personas que pensaban diferente, ejemplo puro de la democracia brasileña, se conviertieron en enviados de la embajada cubana, procastristas y extremistas.
Ya solamente esas formas de considerar las críticas, dejan bien claro el nivel de democracia que esta megalómana desconocida quiere llevar adelante en su añorada Cuba futura y hace fracasar su imagen de persona plural.
Pero, más que todo eso, el viaje a Brasil ha sido un auténtico fracaso por otra razón fundamental. Ha destruido finalmente la imagen que se quiere vender a la opinión pública mundial, es decir, la de la bloguera indefensa, paladina de los derechos humanos, y ha enseñado todo su carácter derechista y la total sumisión a la política del gobierno norteamericano y, sobre todo, a la más repugnante prensa terrorista anticubana radicada en el sur de Florida.
Entre otras cosas, por ejemplo, la bloguera se negó a firmar una declaración contra el bloqueo y por la liberación de los Cinco antiterroristas cubanos y, dos días después, tuvo un discurso en la Cámara de Diputados de Brasil y ahí hizo determinadas declaraciones sobre estos temas.
Hablando del bloqueo norteamericano contra el pueblo de Cuba, dijo: “Hay un concepto que se utiliza mucho en Cuba: en una plaza sitiada, disentir es traicionar. Por eso quiero que termine el embargo, para ver como va a explicar el gobierno cubano su fracaso”.
Luego, referiéndose a los Cinco héroes cubanos, encarcelados en Estados Unidos por infiltrarse en grupos terroristas de Miami para descubrir planes de atentados contra la Isla, afirmó: “La cantidad de dinero que está gastando el gobierno de mi país en esa campaña de viajes por el mundo, espacios en la prensa internacional para la campaña de los cinco miembros del Ministerio del Interior, la cantidad de horas en las escuelas que se gastan en hablar de esas cinco personas, en aras de que eso termine deberían liberarlos, estoy preocupada por las arcas de mi país y preferiría que los liberaran y a ver si así ahorramos más porque hay más temas sobre el tapete”.
Y muy tímidamente dijo: “Sobre Guantánamo. Soy una civilista, una persona que quiere el respeto a la legalidad, por lo que no puedo estar de acuerdo en un sitio donde no se respeta la legalidad”. Esto es todo lo que dijo sobre el centro de tortura de Guantánamo, alguien que supuestamente debería ser una patrocinadora de derechos humanos. No habló de Estados Unidos. No habló de tortura. No habló de muertos. Fue muy cuidadosa en usar los términos “no se respeta la legalidad” en vez de describir la situación así como es, es decir, un auténtico centro de tortura legalizado; todo eso, sin considerar la soberanía cubana violada en dicho territorio.
A pesar del escualor de estas declaraciones -sobre todo, cuando llegan de una ciudadana cubana que, antes de hacerse tan famosa, habrá seguramente sufrido las escaseces debidas al aislamiento económico de Cuba tras el derrumbe del campo socialista y, más que todo, como habanera habrá vivido sobre su piel la temporada de los atentados terroristas en La Habana- la repugnante prensa anticubana de Miami, en un ejemplo de su intransigencia batistiana, atacó a la bloguera por “pedir la liberación de los cinco espías” .
“Yoani Sánchez pide la liberación de espías cubanos” tituló Univision23 desde Miami. El también miamense CubaNet escribió: “En una declaración que podría no ser bien recibida en la comunidad exiliada de Miami, la bloguera cubana Yoani Sánchez dijo este miércoles en Brasil que está a favor de la liberación de los cinco espías cubanos […] En su encuentro con los legisladores brasileños, Sánchez criticó también el embargo comercial de Estados Unidos. La calificó de injerencista y sostuvo que en la práctica no ha funcionado. [...] Inmediatamente saltaron las alarmas en las redes sociales. En Miami, según estas declaraciones de hoy, puede que la reconocida bloguera no sea bien recibida". Otros medios del mismo nivel informativo, publicaron artículos parecidos que, tras unos días, desaparecieron.
Frente a la estigmatización mediática from-Miami, Sánchez decidió aclarar bien su postura y lo hizo con el más bajo nivel moral que esta bloguera haya tocado nunca, es decir, publicó una aclaración importante:
“Por lo pronto, rectifico, los Cinco fueron juzgados, bien juzgados, y eran espías sin lugar a dudas… A veces usar el sarcasmo y la ironía trae ese tipo de malentendidos. En primer lugar no les diría ‘Cinco Héroes’, para mí son cinco espías que han sido juzgados, que han tenido sucesivas oportunidades legales para probar su culpabilidad o inocencia y en todos esos tribunales, formados por gente diversa y plural, han sido ratificados como culpables… Todo el mundo sabe que es práctica común del gobierno cubano vigilar y espiar en territorio norteamericano ampliamente, por tanto en ningún momento pedí la liberación”
Y para no quedar dudas sobre su sumisión a los amos del norte y a los grupos terroristas del sur de Florida, horas después, publicó en su cuenta twitter, un mensaje (retwitteado desde la cuenta del Orlando Luis Pardo, el grosero y obsceno ‘fotoreportero’ que ultrajó con un acto de autoerotismo a la bandera cubana): “24 Febrero: Cuba de luto por nuestros Hermanos Al Rescate”.
El mensaje se refería a las dos avionetas -procedentes de Miami, de la organización Hermanos Al Rescate- que violaron el espació aereo cubano y fueron derribadas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias en 1996. Hermanos Al Rescate es una organización terrorista, vinculada a la CIA y a la Mafia batistiana de Miami, responsable de varios ataques contra el territorio cubano. Sus patrocinadores fueron Jorge Mas Canosa, fundador de la también terrorista Fundación Nacional Cubano Americana, y Ramón Saúl Sánchez Rizo, también vinculado a varios ataques contra Cuba. (más información sobre la organización Hermanos al Rescate aquí ).
Es decir, la democrática Yoani Sánchez quiso aclarar adecuadamente su pensamiento sobre los Cinco cubanos que estaban en Estados Unidos para impedir atentados contra su país, procedentes de las organizaciones terroristas radicadas en Miami, y además cogió la oportunidad para dar su respaldo, su solidaridad y, quizás, su admiración a los miembros caídos ese 24 de febrero de 1996.
A pesar de que muchos ‘solidarios con la bloguera’ han relacionado el viaje de Sánchez con un ‘inminente fin del castrismo’, no hay ninguna duda de que su primera gira exterior ha sido un auténtico fracaso para la más mediática de las blogueras que no ha encontrado ningun respaldo popular concreto y sólo ha dado a la opinión pública mundial muchos más elementos para evaluar la real postura y entender definitivamente qué hay más allá de esa controvertida figura, es decir, un rostro oportunista, derechista, terrorista y pronorteamericano, algo que ella misma intenta -sin éxito- disimular.
Claramente habrá muchos otros elementos que surgirán y desmontarán otros fraudes mediáticos de esa bloguera. Este solamente es el primero capítulo de una larga serie de apuntes de viaje que contarán toda la gira mundial de esta mentirosa oportunista.

Vincenzo Basile
Capítulo Cubano

¿Es pecado cuestionar las Constituciones Políticas?

Nuevos temas “tabú” en la geopolítica latinoamericana

Ha costado, incluso golpes de estado y erupciones des-estabilizadoras, la sola idea de convocar a debatir, y re-diseñar, los cuerpos constitucionales de algunos países. Especialmente en aquellos Estados en los que las Constituciones Políticas han sido deformadas para arrodillarlas a los caprichos más turbios del neoliberalismo. Simplemente no se toca.
Y es que el nuevo (viejo) catálogo de “temas tabú” que el neoliberalismo ha histerizado con sofocos y desmayos reaccionarios, tiene como sus nervios más sensibles el problema de la “propiedad privada”, el problema del latifundismo, el saqueo de los recursos naturales, la explotación demencial de la clase trabajadora, los privilegios represivos de los tres poderes amafiados y la negación sistemática de nuevas formas del poder emanadas de la voluntad social y del ejercicio socialista de los nuevos derechos humanos y sociales. Por mencionar sólo lo obvio.
Pero a la burguesía le irrita que los pueblos interroguen y debatan su constitucionalismo. A la burguesa le irrita que los pueblos sean capaces de identificar los veneros ideológicos, y sus baratijas conceptuales, que se deslizan para traficar “falsa conciencia” bajo las “sacrosantas” leyes que los oligarcas imponen. Para un burgués se trata de temas “técnicos” reservados a especialistas y los pueblos están ahí sólo para agradecer algunas migajas filantrópicas que inventan los jurisconsultos para hacer pasar por “Justo” lo que en verdad es una mascarada para legalizar todos los hurtos, saqueos e injusticias del capitalismo. No hay atenuantes. Para la lógica burguesa la idea de “sanción” no es otra cosa que la impartición de una moral hipócrita ideada para arrodillarnos, resignados a su “autoridad” imperecedera y omnipotente. No van a silenciarnos con chicanas de eruditos ni retruécanos de leguleyos. No van a silenciarnos con sus parrafadas tóxicas, herederas de tránsitos abrumadores al reino de toneladas de papeles “teóricos” que son tan infernales como inútiles y falaces cuando uno mira desnudo el estado real de la Justicia social.
La lógica suprema de una Constitución Política debería ser subordinarse como herramienta para la Justicia Social al servicio del desarrollo sin amos, de la convivencia armónica y de la igualdad incondicional de las personas. De la felicidad objetiva, concreta y en avance permanente. ¿Es eso posible en una sociedad dividida en clases?. La Constitución política de la Justicia Social, debiera garantizar que nadie se encarame en el trabajo de otros para explotarlos, saquearlos o humillarlos. Debería garantizar, por todos los medios, que se respete y realice la voluntad democrática de los pueblos. Línea por línea, reglamento por reglamento, código por código, ley por ley. Eso implica expropiarle a la burguesía su poder “superestructural” de inmediato.
Una Constitución de nuevo género debe ser una herramienta para defender a los pueblos de todo abuso del poder y de toda forma de concentración del poder y el capital para esclavizar a los pueblos. Sólo esto ya insinúa la tipificación de nuevos (viejos) modelos delictivos, por ejemplo, el delito implícito en atentar contra el poder soberano de los pueblos, el delito implícito en obstaculizar la voluntad democrática de los pueblos, el delito implícito en usar violencia para someter a los pueblos a los intereses de alguna secta, mafia o pandilla de vivales. Locales o globales.
Incluso esa idea del “monopolio” de las armas –y la violencia- que los Estados Burgueses se auto-asignan, es un delito si se piensa que no debe haber ejército, fuerza policíaca ni otras formulas de “seguridad” que no dependan de la voluntad del interés y de la soberanía popular. Cualquier iniciativa superpuesta a semejantes condiciones es una usurpación contraria a la lógica de las relaciones sociales igualitarias. En el súmmum de la situación ha de estar la democratización socialista de las herramientas de producción, palanca del crecimiento y el bienestar colectivo, en las que se garantice justicia del trabajo, calidad y cantidad de la vida laboral, y extensivamente, protección a la fuente de trabajo para libérala de su carácter alienado y alienante bajo el capitalismo. Como bien lo explicó Marx.
Sin el tejido de intereses de clase, subyacentes en el cuerpo ideológico de la mayoría de las leyes y reglamentos burgueses, la idea de “Justicia”, que financia el capitalismo, no es más que un circo demagógico, burocrático, tramposo y corrupto, padre de muchas de las peores injusticias perpetradas contra la humanidad. Hablar de Justicia no es asunto exclusivo de jueces, abogados o de “especialistas”. Tampoco es asunto sólo de instituciones gubernamentales. Es asunto de un pueblo entero y de su revolución social en específico. Hablar de “Justicia” es parte de la lucha.
Es verdad irrefutable que los pueblos claman por mejor y más expedita “Justicia”, pero no claman por la “Justicia” de los amos, no claman por la “Justicia” de los latifundistas, de los banqueros, de los empresarios y de los clérigos que, por ejemplo, han instalado su “derecho” a la usura como un principio universal de privilegios para esquilmar a los pobres y convertirlos, además de víctimas del capitalismo, en “criminales”. Defender semejante aberración es necesariamente un delito.
A espaldas de los pueblos, las oligarquías imperialistas se reparten el botín producto de explotar a los pueblos, a sus trabajadores y a sus recursos naturales. Banqueros, empresarios, terratenientes e iglesias con ayuda de no pocos gobiernos serviles, mueven inmisericordes sumas de “ganancias” delincuenciales, mientras hunden en la miseria, el desamparo, el desempleo y la desesperación a pueblos enteros. Eso es un delito. La suma de desocupados a nivel mundial es hoy monstruosa, el hambre es una amenaza a todo galope, la ignorancia arrasa generaciones enteras y ya sufrimos un impasse de tristeza desgarradora que mezclada con desolación y desesperanza configuran un delito universal incalculable contra la humanidad. Eso es un crimen. ¿Qué “Justicia” toma cartas en este asunto? Sólo la nueva Justicia socialista que los pueblos deben impulsar para su salvación plena. Todo lo demás es, ahora mismo, palabrería y engaño. No alcanza con buenas voluntades filantrópicas.
Que, durante el esclavismo, la esclavitud no fuese considerada delito no implica que se acepte, mansamente, una campaña burguesa exculpadora de todo atropello contra el género humano. Que el capitalismo no considere a la explotación como un delito, en los hechos punible, no implica que debamos entonces celebralo como un triunfo de la legalidad burguesa ni como un ejemplo de “fortaleza moral” jurídica. Por lo demás no podemos ser tan ingenuos como para seguir confundiendo a la Justicia con las instituciones que se suponen salvaguarda y activadores de aquella, y que bajo el capitalismo sólo la degradan confunden y postergan. Hay que combatir a todas las instituciones y todas las condiciones en las que el ser humano vive como un ser miserable, explotado, oprimido, alienado… mutilado en suma e incapacitado para desarrollar todas sus cualidades actuales y futuras. No permitamos que una aristocracia sustituya a otra por más disfraz revolucionario que se invente. El problema de la Justicia no es un problema “moral”, todo lo contrario, es un problema material y concreto vinculado a la distribución de la riqueza física e intelectual, sus condiciones objetivas de igualdad y acceso a las herramientas propias de la dialéctica del desarrollo, indisolublemente individual y colectivo.
No importa qué tan ingeniosos sean los enredos “lógicos” o procedimentales que inventen los leguleyos burgueses para hacernos creer que la Justicia es una utopía ya realizada por el “Derecho” capitalista, la realidad es contundente, ofensiva, degradante y desafiante. Entre otras cosas porque el “Derecho” en manos de la burguesía ha sido incapaz de hacer Justicia, su rezago monstruoso, los millones de expedientes arrumbados en las oficinas de los jueces… y los millones de inocentes en las cárceles y en la humillación (por dar un ejemplo parcial) son prueba de su derrota. Es impensable la Justicia, hoy, sin tocar radicalmente al capital ni a la ganancia, sin pasar por el debate capital-trabajo.

Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Universidad de la Filosofía

El Albert Camus “anarquista” en La Cosecha Anticapitalista



La Cosecha Anticapitalista ha editado ¡España libre¡, de Albert Camus. El pretexto es el centenario (Mondovi, Argelia 1913-Villeblevin, Francia, 1960), del periodista, novelista, dramaturgo, ensayista, y moralista francés de origen menorquín. Se trata de de la edición de Juan M. Molina más conocido como “Juanel” en los medios de la CNT, y en la que se refleje con fuerza su relación con el movimiento obrero español, con la República en guerra y el exilio.
Con Camus ha pasado algo no muy diferente a lo que pasó con George Orwell, escritor con el que tuvo no pocas concordancias comenzando con su parte española. Camus fue un joven comunista, su primera obra trata del UHP asturiano de 1934, se apartó del PCF en protesta de la vertiente colonialista del Frente Popular francés y por asco a los “procesos”. Camus no fue voluntario en la guerra española porque su tuberculosis se lo impidió, lo mismo que le impidió combatir durante la II Guerra Mundial. En los años 50 rompió con Sartre y otros “compañeros de ruta” del estalinismo…La polémica atravesó los años cincuenta y sesenta como expresión de dos maneras de entender el compromiso con los ideales socialistas, y tuvo un desdichado epílogo en las última décadas cuando, como había sucedido con Orwell, Camus acabó siendo instrumentalizado por algunos de los mandarines de la restauración conservadora que está causando más desastres humanitarios que los peores totalitarismo contra los que pretendía erigirse como referente. Por supuesto, al igual que Orwell, Camus no tiene nada que ver con esos intelectuales de talonario del tipo Bernard-Henri Levy o Mario Vargas Llosa y demás legitimadores de la tiranía de los mercados.
La primera edición de ¡España libre¡, tuvo lugar a finales de los años cincuenta, poco antes de la muerte del escritor que siempre mantuvo una simpatía inequívoca hacia el anarquismo, y que no dudó en proclamar que el POUM había salvado “el honor del socialismo” al oponerse a la parte oscura de lo que siguió llamándose comunismo; la segunda fue en la colección ”Crónica General de España” de la Editorial Júcar, Gijón, 1978. De no haber problema, la Coseche quizás pueda editar los textos de la “Polémica Sartre-Camus” que publicó la Editorial el Escarabajo de Oro en Buenos Aires, en 1964, así como una antología de textos al calor de las jornadas que prepara para marzo la Fundació Andreu Nin catalana en la sala de actos del Palau de la Virreina, y sobre la que ofreceremos puntualmente información.
Al siglo de su nacimiento, cuando han transcurrido más de cincuenta años de su muerte, es ya posible una perspectiva más clara sobre las luces y las posibles sombras de este escritor privilegiado, tan representativo del espíritu antifascista y socialista de una generación que hizo mayor en la resistencia. Aunque nacido en el exilio, entre los parias de la rue Lyon de Ángel, una calle donde se hablaba por igual árabe, francés o castellano, en su casa la extrema pobreza se llevó con la intensa decencia del mundo del trabajo que sueña con una ilustración liberadora.
Albert fue beneficiado por un talento natural le permitió asistir al liceo, y después a la universidad, en Ángel, y destacar en todo momento. Su madre era analfabeta, pero era una digna representante de la cultura de la pobreza, de la entrega y la bondad, y aunque viuda, no permitió que a sus hijos le faltara lo más esencial No obstante, la miseria tenía un preció, y en albert fue una tuberculosis que le impidió desarrollar una po­sible carrera académica. Pero no le impidió por entonces (1931), ganarse la vida con los más diversos em­pleos.
Camus no pudo tener “su guerra de España”, pero en 1936 ya había colaborado en la redacción de una obra tea­tral “colectiva” escrita con otros jóvenes comunistas, Révolte dans les Asturies (1937). Al calor de los eventos españoles, fue representada por el Théátre du Travail, una compañía de vanguardia que había creado con varios amigos en 1935. A partir le 1937, el grupo pasó a ser el Théátre de l' Equipe, donde Camus actuó sucesivamente como director, adaptador, actor y teórico. El gran objetivo del grupo era representar un buen repertorio para un público proletario, así como de una minoría intelectual muy activa.
De la misma época será su primera colección de ensayos, L'envers et l'endroit (1937), ofrece la imagen de sus primeros años de pobreza y contiene una temprana indica­ra de sus concepciones posteriores del “absurdo”, con su lírica orquestación de temas tales como la felicidad y el sufrimiento, la belleza natural y el horror a la muerte. Estos temas, desarrollados durante sus viajes por Francia, Italia, Checoslovaquia, figuran de nue­vo en los ensayos “paganos” de Noces (1938). En estos trabajos encontramos el claro testimonio de sus concepciones esencialmente mediterránea, luminosa en oposición a lo que Camus estimaba la “tristeza nórdica” de una Europa que obedece más a la “historia” que a la “naturaleza”, y que no siente con espontaneidad, sino que experimenta una torturada conciencia pesimista... El sentido de “lo absurdo” en Camus comprende experiencias que contradicen una explicación racional o parecen negar nuestro sentido de equidad y oponerse a nuestro deseo de una existencia feliz y li­bre.
La alienación metafísica y el proble­ma del sufrimiento son constantes de su obra. Camus investigó las características del nihilismo contemporáneo en sus dos primeros dramas publicados con el título de Le maletendu, suivi de Caligula (1944); El estado de sitio, Los justos, 1949). Con Caligula pretende llevar el nihilismo a su implacable conclusión lógica y prefigura curiosamente (lo escribió en 1938) los nuevos “emperado­res dementes”, Hitler y Mussolini, una lista que se podía ampliar; para Ignazio silone, otra “alma gemela” de Camus, los peores emperadores y tiranos del pasado fueron poca cosa con los tiranos del siglo XX, y citaba entre otros ejemplos, el de Franco. El absur­do es también el tema de su primera y bri­llante novela, L'étranger (El extranjero, 1972), con su retrato de un “extraño” que es condenado a muerte, no tanto por el asesi­nato de un árabe como por el hecho de que nunca dice más de lo que siente y se niega a actuar conforme a lo que espera la sociedad. Estas mismas inquietudes están presentes en Le mythe de Sisyphe (1942), El hombre rebelde. Anotemos que la mayor parte de estas obras fueron vertidas al castellano a lo largo de los años sesenta por la Editorial losada, creada por republicanos españoles exiliados en Buenos Aires, y tuvieron una circulación “underground” en librerías como la barcelonesa Documenta, aunque también se podían encontrar en los rastrillos como Els Encants, de Barcelona.
Fue un autor obviamente mal visto por la dictadura franquista, aunque a partir de los años setenta fue editado por la prestigiosa editorial Alianza en traducciones mucho más cuidadas.
Albert Camus declaró en una de sus primeras etapas que el absurdo debía considerarse como punto de partida, no como fin. Su pensa­miento —en especial, durante sus experien­cias en la Resistencia francesa— fue toman­do progresivamente la postura de rebelión contra el nihilismo en nombre de la huma­nidad y en apoyo de esa coherencia moral para la cual el sentido de lo absurdo repre­sentaba, en realidad, una especie de nostal­gia. Este cambio está expresado en las cua­tro Lettres á un ami allemand (1945). La rebelión viene a ser tanto como estoicismo humano en su segunda novela, La peste (1947), con su descripción de la lucha contra una epidemia en Oran por personajes cuya acción importante no es tanto la eficacia como la afirmación de su propia dignidad humana. Es una novela de gran riqueza simbólica, con referencias tanto a la ocupa­ción alemana como a la situación humana en general. Un tema hasta cierto punto parecido se emplea en el fracasado drama L'état de siége (1948). El concepto de rebelión como una idea moral y metafísica se en­cuentra contrastado con el concepto políti­co-histórico de revolución en L'homme révolté (1951), concepciones que han sido muy controvertidas, y que se han interpretado a veces como una defensa a ultranza del individualismo, aunque lo cierto es que Camus fue un hombre que nunca dudó en tomar partido por los de abajo.
En la segunda posguerra mundial, Camus surgió de sus actividades en la prensa clandestina, como uno de los pe­riodistas y editorialistas más influyentes de Francia. Gran parte de su obra periodística ha sido recogida en los tres volúmenes de Actuelles, publicados respectivamente en 1950, 1953 y 1958. Otros ensayos compo­nen L' été (1954). Su cuarto drama, Les justes (1950), ha sido muy admirado, aunque también se ha dicho que su mejor obra para el teatro con­siste en sus adaptaciones de autores muy diversos entre los que incluyen Cal­derón, Lope de Vega, amén de Dostoievski , Faulkner, y el menos conocido pero no menos valioso, Dino Buzzati. En su tercera novela. La chute (1956), pareció sufrir una pasajera desilusión e insatisfacción con algunas de sus anterio­res ideas, aunque negó enérgicamente las sugerencias de que constituía la prueba de su regreso a un cierto cristianismo, aunque esta apreciación acabó siendo desechada. Recibió el Premio Nobel al año siguiente, en 1957. Al recibirlo, sus palabras más emotivas fueron para su madre. Murió en un desdichado accidente de automóvil, y después de su muerte se siguieron publicando obras suyas, diarios, novelas, ensayos.
Al editar parte de la copiosa “obra española” de Camus, la Cosecha Anticapitalista deja en evidencia el compromiso de Camus con el pueblo trabajador español, con la República en el exilio y con el anarcosindicalismo. Un hilo sobre el que habrá que volver.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

martes, febrero 26, 2013

La Primera Internacional y su lugar en la historia



Con este artículo damos inicio a una nueva serie de formación en Estrategia Obrera. Abordaremos en distintas entregas los principales debates que tuvieron lugar en el seno de las internacionales obreras. Es nuestra intención brindar a las nuevas generaciones de jóvenes y trabajadores que nacen a la vida política, los principales aspectos de lo mejor de la tradición de la clase obrera internacional.

La clase obrera se organiza

Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, fue escenario de los primeros pasos en la organización de la clase obrera, la clase que sólo posee su fuerza de trabajo para vender a los capitalistas, propietarios de los medios de producción. En 1840 tuvo lugar en este país el movimiento cartista (1), el primer movimiento político de los trabajadores donde también surgieron los primeros sindicatos.
Entre los antecedentes de la Primera Internacional, llamada también Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), se cuenta el surgimiento de la Sociedad de Demócratas Fraternales, organizada en 1845 por Julian Harney en Londres, donde se agruparon los refugiados políticos de toda Europa, adquiriendo así un carácter internacional. Allí mismo surgió la Liga de los Comunistas, bajo la dirección de Marx y Engels, que brindó al movimiento obrero internacional su primer programa científico y bases teóricas revolucionarias. El tercer antecedente fue el Comité Internacional organizado por Ernest Jones en Londres, que cultivó el internacionalismo en los negros años de la reacción de la década de 1850, por medio de sus mítines masivos y declaraciones.

Fundación de la Primera Internacional

El internacionalismo, entendido como la solidaridad entre las clases trabajadoras de los distintos países, floreció. El 28 de septiembre de 1864 tuvo lugar un mitin conjunto de representantes obreros franceses e ingleses en el St. Martin’s Hall en Londres. Allí se creó un comité que delineara los estatutos para una organización internacional obrera que deberían ser aprobados en un congreso internacional, citado al año siguiente en Bélgica. Su Discurso inaugural, es, junto con el Manifiesto Comunista, una fuerte denuncia al capitalismo y una exposición de los objetivos de la clase obrera. Afirmaba que los trabajadores “poseen un elemento para el éxito, su número. Pero el número pesa en la balanza sólo cuando está unido en una organización y dirigido hacia un fin consciente”. El discurso concluyó con el inmortal grito de batalla del Manifiesto comunista: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.
Según Ernest Mandel “La Primera Internacional fue, desde un comienzo, un ”matrimonio de conveniencia” (Franz Mehring) entre las trade-unions británicas y el movimiento obrero continental, mucho más débil, pero mucho más politizado” (2).

Anarquismo versus comunismo

La AIT fue terreno fértil para la popularización de las ideas marxistas. Pero aunque Marx fue su inspirador y dirigente teórico, sus ideas revolucionarias tuvieron que luchar contra la ideología liberal burguesa, evitar las presiones de los líderes sindicales británicos en el Consejo General; combatiendo las diferentes variedades del socialismo pequeñoburgués y el anarquismo, que ha llegado a nuestros días.
Marx consideró al proletariado industrial como fuerza social revolucionaria, partiendo del rol fundamental que juega en la producción capitalista, ya que maneja los medios de producción. La Internacional debía tener, a su vez, una función centralizadora, unificadora y de guía del movimiento obrero. Postulaba la dictadura del proletariado (es decir, un Estado obrero), que desaparecerá en forma gradual para dar paso a una sociedad sin clases. Para Marx, el socialismo debía ser consecuencia de un capitalismo desarrollado y de una clase obrera madura y organizada que bajo la dirección de un partido obrero alcanzaría el triunfo revolucionario. Y consideraba que los trabajadores deben intervenir tanto en los escenarios de la lucha de clases, como los que plantea el régimen democrático-burgués, con independencia política, sin subordinarse a ningún ala de la burguesía. Por su parte, Bakunin –fundador y principal ideólogo del anarquismo– buscó al sector revolucionario en los campesinos, el proletariado desclasado y en los elementos pequeñoburgueses desposeídos y desesperados y concebía a la internacional como una coordinadora de movimientos social-revolucionarios autónomos y sin órgano de dirección común. La oposición del anarquismo a toda autoridad, aunque sea provisional, le lleva a rechazar todo tipo de Estado, inclusive uno de carácter obrero. Creía en la revolución inmediata y espontánea, pero no atribuía un papel central a los trabajadores, y estaba en contra de la participación en las elecciones burguesas. Tras el fracaso de la Comuna de París y la experiencia del levantamiento de España en 1873, las diferencias fueron irreconciliables. La AIT fue disuelta en 1878.

El levantamiento de 1873 y los anarquistas

En febrero de 1873 se proclamó la Primera República en el Estado Español tras la abdicación del rey Amadeo, y el gobierno convocó a elecciones de Cortes Constituyentes. Las masas obreras ardían en deseos de participar. Ante esto, los partidarios de Bakunin convocaron asambleas de la AIT y allí plantearon que la Internacional como organización no debía pronunciarse, pero sí podían hacerlo sus miembros de forma individual. Como resultado, no existió una alternativa independiente de los trabajadores y las masas debieron elegir entre variantes de la burguesía. Engels señala que “sacrificaron su dogma del abstencionismo político y, sobre todo, del abstencionismo electoral. Luego… en vez de abolir el Estado, lo que hicieron fue intentar erigir una serie de pequeños Estados nuevos. A continuación, abandonaron su principio de que los obreros no debían participar en ninguna revolución que no persiguiese la inmediata y completa emancipación del proletariado, y participaron en un movimiento cuyo carácter puramente burgués era evidente. Finalmente, pisotearon el principio según el cual la instauración de un gobierno revolucionario no es más que un nuevo engaño y una nueva traición a la clase obrera, instalándose cómodamente en las juntas gubernamentales de las distintas ciudades, y además casi siempre como una minoría impotente, neutralizada y políticamente explotada por los burgueses… Así, pues, al pasar a los hechos, los gritos ultrarrevolucionarios de los bakuninistas se tradujeron en medidas para calmar los ánimos, en levantamientos condenados de antemano al fracaso, o en la adhesión a un partido burgués, que, además de explotar ignominiosamente a los obreros para sus fines políticos, los trataba a patadas.” (1)

Internacionalismo proletario

La AIT impulsó la organización sindical en muchos países. Buscó elevar el nivel político del movimiento sindical y lograr que los trabajadores fuesen conscientes de su misión histórica. Por eso, la Internacional apoyó las huelgas que se extendieron de un país a otro tras la crisis económica de 1866. La Internacional llamó a los trabajadores a apoyar, en su propio interés de clase, a sus camaradas extranjeros. También expresó su solidaridad activa siempre que las luchas de los pueblos llegaron al extremo de una guerra civil o nacional, como los cuatro mensajes enviados al pueblo norteamericano durante la Guerra de Secesión. La Internacional desató la furia de la burguesía cuando, en dos mensajes escritos por Marx, exhortó a los trabajadores franceses que se sublevaron al final de la guerra francoprusiana en 1871 a tomar el poder y crear la Comuna de París, que luego fue masacrada por las fuerzas de la burguesía francesa, ayudadas por el ejército de Bismarck.
Hoy, a inicios del siglo XXI, el principal legado de la Primera Internacional -la conclusión de que la unidad internacional de los trabajadores es posible y puede fortalecerlos- conserva toda su vigencia y muestra el camino a la juventud y la clase obrera que salen a las calles a luchar.

Bárbara Funes

Notas:

(1) Cartismo: movimiento de trabajadores que surgió en 1838 con la publicación de la Carta del Pueblo, que reivindicaba, entre otras cosas, el derecho al sufragio universal masculino.
(2) Ernest Mandel: “La Primera Internacional y su lugar en la evolución del movimiento obrero”, 1954, versión tomada de Marxist Internet Archive/español.
(3) Friedrich Engels: Los bakuninistas en acción, “Memoria sobre el levantamiento en España en el verano de 1873”, versión tomada de Marxist Internet Archive/español.

¿De qué socialismos me hablas?



Hace pocos días la Secretaria General de la Unión Internacional de las Juventudes Socialistas (IUSY), Beatriz Talegón, protagonizó una fuerte polémica acerca del rol de los partidos socialistas en el mundo. Proponemos aquí un análisis de la polémica levantada tras sus declaraciones.
"Me sorprende mucho como pretendemos remover la revolución desde un hotel de cinco estrellas" con estas palabras salidas del libreto de una solemne plenario de la Internacional Socialista (IS), la Secretaria General de la Unión Internacional de las Juventudes Socialistas (IUSY), Beatriz Talegón revoloteo las redes sociales y puso en crisis a la "solución socialista para Europa" al preguntarle a los máximos dirigentes, entre los que se encontraba el actual presidente de la IS, el ex ministro griego Yorgos Papandreu, "si nosotros podemos darles a los ciudadanos una respuesta".
A simple vista generar una autocrítica en el seno de la crisis europea sería bien visto y mas si tenemos en cuenta que la realiza una de las dirigentas de la Juventud del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) responsable directo de la crisis económica y social que vive actualmente España.
Telegón preguntó si "¿de verdad podemos entender lo que estamos pidiendo al mundo desde un hotel de cinco estrellas?" la respuesta inmediata es que no lo pueden entender, pero no porque estén metidos en un hotel de lujo, sino porque los partidos políticos que son parte de la IUSY y la Internacional Socialista, sostienen las estructuras del poder, por intermedio de medidas económicas, sociales y políticas anti populares.
En el inicio de su discurso, la Secretaria General de la IUSY, comentó algo que pasó desapercibido para todos los que analizaron sus críticas palabras, "ellos (se refiere a los partidos de la IUSY en América Latina) tienen mucho para aportar a la solución de lo que está ocurriendo ahora mismo en Europa". Los procesos que viven los pueblos de Bolivia, Ecuador y Venezuela, sin duda son una salida por izquierda a las economías de ajuste. ¿Pero Telegón hablaba de este aporte?. Sin duda no.
En realidad, la IUSY se encuentra totalmente ajena a las luchas de los movimientos populares de aquellos países en buscan una salida a la crisis capitalista. La solución "socialista" para Europa tiene sus aliados en América Latina a partidos conservadores y opositores a los procesos de cambio que vive el continente.
En Venezuela son miembros de la IUSY desde 1967 la Juventud Acción Democrática (JAD) y desde el 2010 la Juventud Del Movimiento al Socialismo (MAS J). Henry Ramos Allup, Secretario General Nacional de AD, participó en el último plenario de la Internacional Socialista para "denunciar prolijamente las atrocidades del régimen chavista y el agravamiento de sus tropelías". Fué un presidente Adeco, Carlos Andrés Pérez, quien reprimió al pueblo venezolano hace 24 años en el denominado Caracazo. Acción Democrática, actual miembro de la IS, es uno de los principales partidos opositores a la revolución Bolivariana.
En Bolivia la IUSY es representada por la Juventud del Movimiento Sin Miedo quienes acusan a Evo Morales de ser "la candidatura del autoritarismo, de la improvisación y de la traición a la esperanza que teníamos la gran mayoría de los bolivianos".
Por su parte en Perú la Juventudes del APRA, el partido del ex presidente neoliberal Alan García, levantan las banderas de las "Juventudes Socialistas". Lo mismo pasa con los partidos conservadores miembros de la Internacional Socialista, como el Partido Radical Social Demócrata (PRSD) de Chile, el Partido Liberal Colombiano, la Izquierda Democrática en Ecuador, la Juventud Pinuista en Honduras y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México. Todos ellos defensores de las banderas políticas y económicas del liberalismo.
Pero la frutilla del postre la pone los representantes "socialistas" argentinos, encarnados en la Juventud Radical y la Franja Morada. Para la JR la IUSY es la "herramienta fundamental en el desafío de continuar construyendo un partido moderno, renovado y protagonista de los acontecimientos políticos de nuestros tiempos, asumiendo como propias las realidades y problemáticas de injusticia y desigualdad a nivel global".
El sábado 16 de febrero la secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, Beatriz Talegón, acompañada del eurodiputado socialista, Juan Fernando López Aguilar, se vieron obligados a abandonar la manifestación antideshaucios convocada en Madrid después de haber sido abucheados. "¿Por qué hacéis esto? Yo solo he sido coherente" se la escuchó decir a Telegón. ¿Será porque que la solución a la crisis europea que quiere instalar este "modelo socialista" ya fracasó tanto en España como en América Latina?.
En Europa por su parte los partidos de la IS jugaron un papel clave en el mantenimiento de aquellas estructuras económicas que generaron las protestas populares. Hay que recordar que fueron derrotados por la movilización popular en Egipto, el partido que dirigía Mubarak, y en Túnez el del expresidente Ben Alí. Estos mandatarios se hacían llamar "socialistas" y habían sido admitidos en la IS
El presidente boliviano, Evo Morales, ha dicho este lunes en rueda de prensa, que si Bolivia no tiene relaciones diplomáticas con España, "las tendrá con los movimientos sociales". Es seguro que el presidente boliviano no se estaba refriendo a la IUSY.

Fernando Gómez.

Los medios alternativos frente a la inseguridad informativa

Fue en 2004 cuando el teórico de la comunicación y director de la edición española de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, alertaba en una entrevista de que vivimos en un "estado de inseguridad informativa", y lo explicaba así:
"Ahora, cuando yo veo una información en televisión, antes de creerla, tengo que esperar un tiempo porque igualmente me viene la rectificación de la misma. Me hablan de armas de destrucción masiva y luego me dicen que no había; me hablan de relación entre Al Qaeda y Saddam Hussein y luego me dicen que no existió tal relación; el gobierno español de Aznar y la televisión española dijeron que la autora de los atentados del 11 de marzo era ETA, y luego resulta que no. Entonces, ¿cuál es la buena información? Luego los medios, ellos solos no son capaces de autocorregirse y la instantaneidad ha complicado las cosas. Un periodista que se limita a reproducir instantáneamente lo que está pasando ante sus ojos, no controla lo que está difundiendo, no lo puede verificar, en tiempo real no se puede verificar nada" [1].
Este diagnóstico, certero hace 9 años, se ha revelado en toda su magnitud con el correr de los acontecimientos. La desinformación es hoy la regla, no la excepción. Quizá la publicación el pasado 24 de enero de una fotografía falsa del presidente Hugo Chávez en primera página y a 4 columnas en el diario "El País" haya servido para hacernos por un momento conscientes (porque nuestra memoria de consumidores es muy breve) de hasta qué punto nos mienten y de cómo pervierten la sagrada labor de informar los llamados "medios de prestigio" de la burguesía (hoy en manos de cárteles financiero-mediáticos con tentáculos transnacionales).
Estos medios proyectan en el confiado "ciudadano" un espejismo de diversidad y reducen todos los mensajes a un único discurso, y esto puede constatarse sobre todo en el tratamiento de los temas económicos, sociales y políticos en sentido fuerte (ahí está el ejemplo especialmente claro de Cuba, y en similar medida, de Venezuela, dos realidades igualmente manipuladas y ocultadas en los medios comerciales "progresistas" como en los "liberales" y en los reaccionarios).
Hace muchos años que en los medios alternativos hemos venido desenmascarando los variados mecanismos de desinformación que operan cotidianamente en los distintos productos que nos entregan estos medios comerciales. En determinados momentos, cuando están en juego los intereses del poder económico que los controla, estos medios de comunicación sirven como herramientas desestabilizadoras de guerra psicológica. No es nuevo. Por limitarnos a América Latina, desde la Cuba revolucionaria, pasando por el Chile de Allende a la Venezuela Bolivariana o la Bolivia gobernada por el MAS, merece la pena hacer un seguimiento a los principales diarios de estos países y a la Agencia EFE, agrupados en la Sociedad Interamericana de Prensa, para entender hasta dónde los medios "de prestigio" fueron puestos al servicio de la injerencia extranjera, con columnistas pagados por el Gobierno de Estados Unidos, y con una sistemática campaña de terrorismo mediático, orientada a infundir zozobra y pánico en las mentes de los ciudadanos, con mentiras reiteradas y burdas manipulaciones, buscando preparar las condiciones de un golpe interno o una intervención exterior [2].
Presentan a los verdugos como víctimas y a los pobres como una amenaza contra su "democracia". No hace falta moverse de Europa para comprobarlo. La campaña de terror informativo desatada contra la coalición Syriza en Grecia ante la posibilidad de que se hiciera con el triunfo en las elecciones de mayo y junio de 2012, o la criminalización de las protestas sociales en España ante la insoportable depauperación y desahucio de millones de trabajadores a cuenta de las políticas de "austeridad" (simultáneas con la amnistía fiscal para los enriquecidos) ponen de manifiesto a quién sirven estos medios y cuál es su medida del rigor y su deontología cuando la lucha de clases no se deja maquillar.
Todo esto lo sabemos. Contamos con una experiencia intensa en los últimos doce años. Porque si hay que ponerle una fecha a la manipulación y al terrorismo mediático en mi generación, esa fecha es el 11 de abril de 2002, cuando los medios de comunicación perpetraron un golpe de Estado contra el Gobierno y el pueblo de Venezuela, que ha dejado muchas lecciones y una huella indeleble en las conciencias de quien ha visto las imágenes de Radio Caracas Televisión, de Globovisión, de Venevisión, las páginas de El Nacional, El Universal… sin olvidar el diario El País, el primer periódico español en reconocer al gobierno golpista encabezado por Pedro Carmona Estanga, prófugo en Colombia.
Contamos también con lúcidos y esclarecedores análisis que desenmascaran todos los mecanismos de guerra psicológica, desinformación, ocultamiento, tergiversación, mentira, calumnia y terrorismo informativo desplegados por estos medios de comunicación masiva que además han seguido procesos de concentración y transnacionalización. Gracias a los trabajos de autores como Pascual Serrano, Ernesto Carmona, Fernando Buen Abad, Raúl Zibechi, José Steinsleger, Ignacio Ramonet, por mencionar solamente a algunos del ámbito hispanohablante, somos hoy mucho más capaces de detectar la intoxicación inoculada en los mensajes que estos medios hegemónicos vierten a la esfera pública diariamente.
Quienes nos reclamamos de las distintas familias de la izquierda, estamos acostumbrados a "leer" estos mensajes y a combatir sus manipulaciones. Esa es una parte de nuestra lucha, una parte que a veces consume mucho tiempo y energía. Lo que se denomina "contrainformación" o "batalla comunicacional", dependiendo del contexto, hace referencia a esa lucha por desmentir, explicar, demostrar con datos, contextualizar los hechos que los medios hegemónicos intentan desvirtuar a fin de lograr imponer sus "matrices de opinión" o prejuicios en el público, para lograr reflejos condicionados ante determinados gobiernos o situaciones.
Pero con desmentir no alcanza. Alguien tiene que dar cuenta de las realidades que los grandes medios comerciales al servicio del poder económico silencian o satanizan. Y en un panorama informativo ahogado por el discurso único, esa es la vocación de la llamada "información alternativa", entendida como la información independiente de los poderes económicos y estatales. La información que viene de las organizaciones y movimientos sociales, que aspira a "dar voz a los que no tienen voz" en los medios del sistema.
El año 2012 ha sido especialmente difícil para estos medios. Desde que el 17 de diciembre de 2010 el vendedor ambulante de 26 años Mohamed Bouazizi se prendió fuego en un grito desesperado de dignidad y la llama de las revoluciones árabes saltó en Sidi Bouzid y prendió en Túnez, luego en Egipto, catapultándose desde allí a todo el mundo árabe e impregnando las protestas indignadas en el Sur de Europa, el tablero geopolítico del Norte de África y de Oriente Medio ha sido escenario de múltiples reacomodos e injerencias extranjeras. El grito de rebeldía y afirmación política de estos pueblos se vio pronto empantanado, sofocado en sangre por otros estruendos brutales, en forma de salvajes represiones por parte de los Gobiernos respectivos, y, en Bahrein y Libia, por la intervención militar desde el exterior, en forma de guerra de agresión, si bien con muy distinto tratamiento "informativo" por parte de los medios hegemónicos.
En el primer caso, se silenció y se acolchó la invasión de Bahrein por tropas saudíes, para ahogar en sangre la legítima protesta social del pueblo bahreiní. En el caso de Libia, se convirtió al aliado de ayer en una caricatura del dictador árabe muy parecida a la que otrora construyeron los medios con Sadam Hussein, y nos inundaron de sórdidas historias de depravación y oprobio para justificar un bombardeo de la OTAN que lanzó sobre la población libia la destrucción y la muerte de la que supuestamente venía a "protegerla".
Luego fue Siria la que pasó a centrar el foco desinformativo de los medios hegemónicos, en una estrategia de bombardeo psicológico constante sobre las masacres, torturas y bombardeos del régimen de Al-Assad contra la población.
Lo que comenzó exactamente igual que en Túnez, y muy pocos días después, como una protesta civil, no armada, de exigencia de reformas políticas y fin de la corrupción al grito de "Dios, Siria, libertad", dio paso a una masacre sostenida y a un enrarecimiento del escenario a partir de la irrupción de actores armados que reciben apoyo de terceros estados, y que son, desde antes de su presencia en territorio sirio, la gran coartada del régimen para desatar una violencia criminal contra toda la población siria que despierte sospechas de desafección, escalando los ya altos niveles de represión política y terror (especialmente ilustrativo de esto último son los testimonios de la propia izquierda siria).
Tanto en el caso de Libia como en el de Siria, los medios de información alternativa nos hemos tenido que enfrentar con un dilema. Y es que los medios hegemónicos ("los malos") se pusieron del lado de los rebeldes, reservándose, eso sí, el privilegio de elegir muy bien qué voces y qué imagen querían proyectar de lo que se denominan "rebeldes" en Libia y en Siria. Y el otro problema que tuvimos que enfrentar los medios alternativos fue que los Gobiernos reunidos en la Alternativa Bolivariana por los Pueblos de Nuestra América (ALBA) expresaron abiertamente su apoyo a los gobiernos de Gaddafi en Libia y de Bashar al Assad en Siria, llegando a ensalzar y a identificarse con ambos gobernantes en declaraciones institucionales.
Regímenes totalitarios y sangrientos, donde las rebeldías –y especialmente las de izquierda- han sido reprimidas, encarceladas y muchas veces torturadas, donde la desaparición forzada y la detención arbitraria no eran la excepción, como son los casos de la Libia de Gaddafi o la Siria de al Assad, no se merecían ese aval de parte de gobiernos como el de Cuba o el de Venezuela, escrupulosamente respetuosos de los derechos humanos (desde luego, y como hemos venido demostrando desde los medios alternativos hasta la saciedad, mucho más respetuosos que las llamadas “democracias” occidentales, desde Estados Unidos a España, pasando por Rusia, por no hablar de Israel).
En todo caso, los Gobiernos del ALBA deciden sus movimientos y se posicionan en el tablero geopolítico teniendo en cuenta un entramado de relaciones y alianzas interestatales, sin perder de vista que ellos están también bajo el punto de mira del mismo Imperio que atacó a Libia, prepara las conciencias para poner sus manos sobre el territorio de Siria y ya mira a Irán. Sean cuales sean, las razones que tienen el presidente Hugo Chávez o el presidente Rafael Correa o el presidente Raúl Castro para apoyar a Bashar al Assad, son, no cabe duda, razones de Estado. Esencialmente pragmáticas. Ante el mal mayor, prefieren avalar a los Gobiernos que están reprimiendo en las calles a sus pueblos, porque al mismo tiempo esa represión se está intentando emplear como excusa para bombardear, ocupar y expoliar a esos mismos pueblos cuyos derechos humanos se invocan en los medios de comunicación hegemónicos.
Dividido el escenario mediático entre los medios hegemónicos comerciales, meros instrumentos propagandísticos de las estrategias de guerra psicológica y bélica decididas en los centros de poder, y los medios estatales que hasta 2011 habían tenido un papel alternativo (como TeleSUR o Al Jazeera), entregados a reproducir mensajes propagandísticos en función de la posición que sus respectivos dueños han adoptado con respecto a los conflictos en curso, y a través de cuyas emisiones son los Estados quienes se expresan, a los medios alternativos les ha ocurrido algo terrible: son los únicos que realmente pueden decidir con libertad sus estrategias informativas, sin que suenen sus teléfonos exigiendo la retirada de tal o cual contenido desde ninguna instancia gubernamental o partidaria, pero predominantemente nos ha podido el miedo a hacer parte del coro imperialista, y hemos optado por silenciar, también nosotros, a los pueblos que están siendo perseguidos y asesinados por rebelarse en las calles contra un régimen despótico e injusto.
Trágicamente, cada vez que en nuestros sitios hemos brindado espacios a la crítica sin paliativos de los crímenes cometidos por el Gobierno sirio contra su pueblo, y a la reivindicación clara del derecho que tiene ese pueblo de sacudirse la tiranía, un aluvión de ataques se han sucedido, inundando los medios alternativos con juicios personales contra los firmantes de tales análisis, en un tono y un estilo inquisitorial más propio de Torquemada o de Dzerzhinski. Muchas veces dio la impresión de que lo de menos es el destino del pueblo sirio, y de que más bien se trata de aprovechar esta excusa para volver a trazar líneas de división entre los andrajos de una izquierda europea que nunca está lo suficientemente dividida.
Por razones estructurales, de falta de medios y dificultades de acceso a las fuentes, en nuestras páginas ha abundado mucho más la opinión que la información, pero lo preocupante es que las diferencias se han expresado más como diatriba que como polémica, y ha habido fuerzas en tensión que llevaban a romper, a delimitar el círculo de "los nuestros" dentro de nuestros colectivos y hacían pensar en oprobiosos tiempos de purgas y de intelectuales "caídos en desgracia".
Al mismo tiempo, han abundado los artículos difundidos sobre el tema libio y sirio en los medios alternativos con afirmaciones sin contrastar, tesis conspirativas, suposiciones y, en suma, una reiterada falta de rigor. La desinformación no ha sido un mal exclusivo de los medios hegemónicos, sino que se ha colado reiteradamente en nuestros medios alternativos como un síntoma que debería hacer saltar alarmas, porque nuestros lectores tienen mucha más memoria y juicio más severo que el consumidor de productos "informativos" mercantiles, y la credibilidad es nuestro único capital, a diferencia de lo que ocurre con El País, El Tiempo, El Mercurio, Clarín o El Nacional.
Finalmente, para que nos cuadrara el puzzle, hemos decidido con mucha frecuencia desechar las piezas que sobraban. Si lo único que ha habido en Libia y Siria ha sido una estrategia premeditada para favorecer el derrocamiento de ambos gobiernos a manos de agentes externos, donde quienes se presentan como "rebeldes" son en realidad mercenarios, integristas, terroristas extranjeros y algún que otro tonto útil, entonces tenemos que negar la rebelión civil, desarmada, el estallido de indignación (de ira en el mundo árabe) y llegar incluso a afirmar en nuestros medios (lo hemos hecho) que las revoluciones árabes responden a un plan de la CIA.
En numerosas ocasiones desde el estallido de la rebelión en Siria, hemos negado a las víctimas del Estado, hemos negado su derecho a insurgir, y después los hemos llamado mercenarios, los hemos estereotipado en la imagen de un terrorista y así los hemos denominado también (lo mismo que hacen los medios hegemónicos) y los hemos culpabilizado por haber "desestabilizado" dos países donde había tanta justicia, tanta democracia, tanto antiimperialismo y tanto "socialismo". Esto se llama negacionismo. Es un oprobio para las víctimas (miles) civiles, de múltiple credo e ideología política, que salieron valientemente a exigir a su gobierno cambios democráticos. Pero además es una contradicción insostenible para quienes llevamos 20 años admirando, aprendiendo y dando cuenta del ciclo de rebeliones contra el orden económico, social y político del capitalismo en Nuestra América. Desde el Caracazo en 1989 y el insurgente “Por Ahora” del comandante Chávez en 1992, el levantamiento zapatista en 1994, el ciclo de levantamientos indígenas en Ecuador, el “que se vayan todos” de Argentina y la experiencia de los piqueteros y los barrios en 2001, la guerra del agua en Bolivia y los sucesivos levantamientos indígenas que culminaron en la elección de Evo Morales en 2005, San Salvador Atenco en 2007, los mineros peruanos en 2008… Con una Cuba siempre rebelde, que ha sabido resistir y mantener viva la llama de la dignidad, de la soberanía, de la reivindicación del socialismo, siempre solidaria y dispuesta a tejer alianzas y fortalecer un bloque regional a salvo de las injerencias del Imperio, que trabaje en función de las necesidades de los pueblos.
Los actores imperiales han tenido que hacer una contorsión de cintura bastante extraordinaria, y su trabajo les ha costado, para dejar de apoyar a regímenes que les han sido aceptablemente funcionales y empezar a denunciar violaciones de derechos humanos, e incorporar a sus titulares palabras como "rebelde" o "revolución". Es un giro táctico y una impostura grotesca. Pero no resultamos menos grotescos nosotros tratando de acomodarnos en el hueco que ellos han dejado libre y tratando de reducir la complejidad de la situación recurriendo a comodines como "mercenarios", "terroristas de Al Qaeda" y a conspiraciones orquestadas por el departamento de Estado hasta unos niveles paranoicos.
Para poder explicar, hay que primero entender, conocer, y perder el miedo a preguntar y a hacerse muchas preguntas, y sacudirse la pereza intelectual y las inercias culturales. Es un ejercicio que en la izquierda europea venimos haciendo intensamente, porque los pueblos y los procesos de América Latina nos han obligado a un aprendizaje cultural, histórico, antropológico, y nos han enseñado que había más categorías que las que habíamos manejado desde 1848. Hablar la misma lengua no bastó para que los españoles entendiéramos el "por ahora" de Chávez el 4 de febrero de 1992, ni el comunicado del EZLN el 1 de enero de 1994. Hizo falta un intenso aprendizaje cultural y un esfuerzo consciente por dejar de mirar a estos pueblos y sus procesos con lentes eurocéntricas. Hizo falta un ejercicio de respeto. Pero sobre todo, pudimos llegar a entender su lenguaje y comprender sus lógicas porque nos interesaban, sabíamos que en su "despertar" y en su "echar a andar" estaban en juego cosas universales y muy concretas, empezando por nuestra esperanza.
Y ahora que otros pueblos, en idéntica lógica (¡bien has hozado, viejo topo!), insurgen en el mundo árabe, no podemos pretender explicarlos, y menos juzgarlos, sin querer conocer quiénes son y qué factores los han moldeado y explican, condicionan y alimentan su rebelión.
Informar es añadirle matices a la imagen, no borrárselos. Aquí topamos con una dificultad de los medios alternativos, y es la enorme limitación material (económica y de tiempo de trabajo) en la capacidad de producir información, a partir del acceso a fuentes y la elaboración de entrevistas, noticias, reportajes o crónicas. Pero es posible ser exigente en la selección de los materiales que publicamos, desechar los que contengan datos no contrastados, fuentes anónimas, o los que sustituyan la información por retórica hueca.
Cuando los acontecimientos están en pleno desarrollo es difícil ver claro, incluso con corresponsales en el terreno. Los medios alternativos hemos contado con la ventaja de poder buscar en cualquier parte a "los nuestros", es decir, los movimientos y organizaciones de base, con arraigo popular, con tradición de lucha por la justicia social, en defensa de los derechos humanos, de la vida, de la dignidad, y a los intelectuales identificados con esas luchas. Y en esas múltiples voces, que no siempre se sitúan igual ante los procesos en marcha, que tienen coincidencias en el análisis y en la forma de explicar los hechos pero también discordancias y tensiones entre sí, está nuestra posibilidad de componer una imagen y empezar a "ver" algo.
Las conclusiones, los juicios, los posicionamientos por nuestra parte sólo podrán venir después. La información periodística no es ni puede ser objetiva, sencillamente por la cantidad de decisiones subjetivas y de mediaciones que conlleva su elaboración (incluso la más honesta); pero implica necesariamente una actitud objetiva y positiva. Informar es dar cuenta de realidades que existen al margen de nuestros intereses (ideológicos, geoestratégicos, etc) y que dejan un rastro de hechos, declaraciones, documentos, datos que podemos consignar y constatar. Para informar no podemos partir de lo que queremos creer en función de lo que conviene a una "causa superior", dejando de lado la realidad, así como tampoco limitarnos a aplicar una lente invertida sobre la versión que dan los medios hegemónicos.
Tenemos que reivindicar el periodismo, no como profesión ni como coartada, sino como la tarea de mediación social que nos permite conocer una cantidad de hechos, relacionarlos, inscribirlos en un contexto, para poder situarnos en la complejidad de nuestro mundo e incidir sobre él. El periodismo es peligroso, especialmente en momentos como el actual, en los que al sistema económico capitalista y su andamiaje neoliberal se le desmoronan todos los mitos cual decorados de Potemkin, y en todos los grandes temas bastaría con hacer las preguntas lógicas para revelar su naturaleza y el alcance de su crisis, así como el despeñadero al que nos abocan en un plazo cortísimo si no recurrimos al freno de emergencia de la revolución.
Por eso el periodismo ha desaparecido casi completamente de los medios comerciales. Los reportajes, las entrevistas en profundidad, por no hablar de los trabajos de investigación, son dinosaurios que evocan otros tiempos, en los que la prensa era un poder legitimado en el público; en los que el público y la opinión pública se situaban en las constituciones como fuente primaria de soberanía del poder político. Hoy "el público" es para los medios hegemónicos un objeto que se vende a los anunciantes y al que hay que seducir y entretener. Y el poder político, el poder económico y la gran prensa han dejado de vivir en tensión. El gran capital impone su tematización, jerarquiza y traza líneas editoriales en los medios de comunicación, sin que tenga que recurrir a la coacción o a la censura en la mayor parte de las ocasiones. Sencillamente los medios de comunicación comerciales son meras correas de transmisión del poder económico, hasta unos extremos que harían temblar de consternación a los padres de la gran prensa liberal del siglo XIX: Si Benjamin Franklin volviera de su tumba, no tardaría en correr la misma suerte que Julian Assange.
Esto supone, en momentos en los que muchas veces en la izquierda tenemos la tentación nihilista de tirarlo todo por la borda, hartos como estamos de ser manipulados, reinstituir el "periodismo", la labor de informar, la comunicación política, en un espacio importante dentro de la democracia que queremos poner en pie, en contraste con esta farsa que nos venden desde los medios hegemónicos, públicos y privados, y que nos niega todos los derechos humanos esenciales, empezando (o siguiendo) por el derecho a la información [3].

Patricia Rivas

NOTAS:

[1] Ver entrevista de Fernando Arellano Ortiz en Rebelión, edición del 6 de octubre de 2004 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=5590)
[2] La SIP ha apoyado todas las dictaduras militares y las intervenciones estadounidenses en América Latina. Su "modus operandi" ha sido magistralmente descrito por el periodista argentino José Steinsleger, en el artículo "SIP: mordaza de libre presión", publicado en La Jornada, el 11 de octubre de 2006 (http://www.jornada.unam.mx/2006/10/11/index.php?section=politica&article=022a1pol)
[3] Esta afirmación no es ninguna exageración. El derecho a la información queda consignado como un derecho fundamental en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos ("Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión") y en el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas ("Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección").

¿El comienzo o el fin de las revoluciones?

Disturbios en Túnez y Egipto

En diciembre de 2010 un solo individuo encendió en Túnez una revolución popular contra un autócrata venal, levantamiento que fue seguido muy pronto por una erupción semejante en Egipto contra otro autócrata venal parecido. El mundo árabe se sorprendió y la opinión pública mundial expresó de inmediato sus simpatías con estas expresiones modelo de las luchas por todo el mundo en pos de autonomía, dignidad y un mundo mejor.
Ahora, tres años después, ambos países están enfrascados en fieras luchas políticas, violencia interna que está escalando –y una gran incertidumbre acerca de adónde conduce todo esto y quién resultará beneficiado. Hay algunos aspectos particulares en cada país, algunos que se reflejan en los levantamientos por todo el mundo árabe o árabe-islámico y algunos aspectos que son comparables con lo que está ocurriendo en Europa y, en alguna medida, por todo el mundo.
¿Qué ocurrió? Debemos comenzar con el levantamiento popular inicial. Como con frecuencia es el caso, comenzó con gente joven muy valiente que protestaba contra la arbitrariedad de los poderosos –a escala local, nacional e internacional. En este sentido su lucha era anti-imperialista, contra la explotación y profundamente igualitaria. Guarda mucha semejanza con la clase de levantamientos que ocurrieron por todo el mundo entre 1966 y 1970, que alguna vez llamamos la revolución-mundo de 1968.
Como entonces, las protestas tocaron una cuerda profunda dentro del país y atrajeron un respaldo público amplio mucho más allá que el pequeño grupo que las iniciaron.
¿Qué pasó después? Una revolución anti-autoritaria generalizada es algo muy peligroso para quienes detentan la autoridad. Cuando las medidas represivas iniciales no parecieron surtir efecto, muchos grupos buscaron domesticar las revoluciones uniéndose a ellas, o por lo menos aparentando unirse. En Túnez y Egipto, el ejército entró en escena y se negó a disparar contra los manifestantes, pero buscó también el control de la situación tras la deposición de los dos autócratas.
En ambos países había habido un fuerte movimiento islamita, la Hermandad Musulmana. Fue puesta fuera de la ley en Túnez y se le había controlado y circunscrito en Egipto con cuidado. Las revoluciones permitieron que emergieran en dos formas: ofreciendo asistencia social a los pobres que habían sufrido por la negligencia del Estado y formando partidos políticos con el fin de obtener una mayoría parlamentaria que les permitiera controlar la redacción de las nuevas constituciones. En las primeras elecciones en cada uno de estos países emergieron como el partido político más fuerte.
Siguiendo con esto, hubo básicamente cuatro grupos compitiendo en la arena política. Además del partido de la Hermandad Musulmana –Ennahda, en Túnez, y el Partido de la Libertad y la Justicia, en Egipto– había tres otros actores políticos: las fuerzas laicistas más o menos a la izquierda, las fuerzas salafistas de extrema derecha que buscaban legislar una mucho más astringente versión de la sharia que la de los partidos de la Hermandad Musulmana y los todavía fuertes simpatizantes cuasi-subterráneos de los viejos regímenes.
Tanto los partidos de la Hermandad Musulmana como las fuerzas laicistas están, de hecho, bastante divididos al interior, especialmente en cuanto a las estrategias que buscan emprender. Los partidos de la Hermandad Musulmana se enfrentan con los mismos dilemas políticos que en años recientes han sido los de los partidos de centro-derecha en Europa. Los países tienen severos problemas económicos continuos, lo que da origen a partidos de extrema derecha o los fortalece, lo cual amenaza la capacidad de que el partido centro-derecha de corriente dominante gane las futuras elecciones. En estas situaciones ha habido quienes, por todas partes, pretenden recuperar votantes de la extrema derecha moviéndose en su dirección y endureciendo su línea con respecto a la izquierda o a las fuerzas laicistas. Y ha habido los llamados moderados que piensan que el partido debe moverse hacia el centro y recuperar votos ahí.

Immanuel Wallerstein
La Jornada

lunes, febrero 25, 2013

El abuelo




El hoy anciano, Máximo Rivero Frómeta vive con los recuerdos de su abuelo mambí, combatiente en la caballería del Ejército Libertador bajo las órdenes del Lugar Teniente José Maceo, en la zona oriental de Cuba.
Curtido con la fortaleza de sus progenitores, inmigrantes españoles del siglo XIX, el abuelo de Máximo dedicó su vida tras desmovilizarse al concluir la guerra por la intervención norteamericana en 1898, a la atención de los cultivos para el autoabastecimiento de la familia.
Su terrenito lo nombró Chapala, ubicado en la comunidad de El Salvador, en la provincia Guantánamo. Pero como el dinero jamás abundó a pesar de sus méritos heroicos y militares, tuvo que servir de jornalero en los cañaverales de Los Salcines, en esa misma región.
Casado con una descendiente de indígena, sostuvo una prole de seis hijos donde la comida escaseaba y los pocos calderos dormían en sus posiciones sin ser tocados. Los muchachos aprendían rápido a enyugar los bueyes para trabajar y desconocían el camino de la escuela.
Relatar las historias de la guerra en las tardes oscuras del campo inspiraban una esperanza para la muchachada que escucharon los relatos una y otra vez, sin llegar al cansancio.
Así supieron de la voz nasal de José Maceo. Él gustaba de irritar a los soldados españoles que acudían a la bodega del pueblo a derrochar sus penas en los tragos del aguardiente de caña. El menor de los Maceos la emprendía con consignas patrióticas y cuando el conflicto llegaba a su punto de ebullición escapaba con la complicidad de los vecinos del lugar.
Valentía, era el sinónimo para el líder mambí, que combatió a la vanguardia e incitó a su tropa a caer al enemigo de frente, ondeando el machete, con el caballo a todo galope y el pecho erguido.
Pocas pertenencias personales dejó el abuelo mambí de Máximo: un machete, un carnet al licenciarse y un sombrero raído.
La principal herencia: el espíritu de rebeldía. Los relatos concluían con la incitación: “Hay que saber empuñar el machete, !carijo¡.”

Nuria Barbosa León, periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba

domingo, febrero 24, 2013

Intelectuales en revolución. La isla de lo real maravilloso




A días de un nuevo aniversario de la revolución cubana, iniciamos una serie de notas mensuales dedicadas al desarrollo del proceso cultural en la isla y a los debates en torno al rol del intelectual desde la llegada al poder de los revolucionarios en 1959 hasta el inicio del denominado quinquenio gris, en 1971.

La etapa del proceso revolucionario cubano iniciada el 1 de enero de 1959 con la entrada aLa Habanade los combatientes provenientes dela Sierra Maestra liderados por Fidel Castro generó una transformación radical no sólo de los parámetros políticos y económicos de la isla, sino también de las prácticas culturales.
La nacionalización de empresas, la liquidación del aparato político y militar de la dictadura de Fulgencio Batista, la reforma agraria, entre otras medidas, tuvieron su correlato en el plano cultural tanto en términos pedagógicos y periodísticos como en los planteos estéticos.
Si los años sesenta fueron, en términos generales, una época de indisciplina, rebelión y ruptura, Cuba se convirtió en la concretización en nuestra América de tales aspiraciones, las cuales no se detuvieron –y de modo alguno podían hacerlo- en esenciales modificaciones político-económicas. Una simple enumeración de las instituciones y espacios culturales originados en torno de la revolución permiten graficar claramente esta observación.
Sólo en los primeros años se fundaron en Cuba la agencia periodística Prensa Latina y el diario Granma, el espacio cultural y la revista Casa de las Américas, las publicaciones El Caimán Barbudo, Verde Olivo, La Gaceta de Cuba y Pensamiento Crítico (por nombrar solamente a las más reconocidas), se estableció un concurso literario que pasó rápidamente a ser considerado como el más relevante de América Latina (organizado justamente por Casa de las Américas), se crearon el Instituto del Libro,la Imprenta Nacional, el Instituto de Etnología y Folklore,la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC),la Academia Nacional de Arte, se diseminaron por todo el territorio, y con un carácter comunitario, decenas de grupos de teatro, música y danza para aficionados.
Asimismo, se cumplió exitosamente con la campaña contra el analfabetismo, se promulgó la ley de Reforma Universitaria que garantizaba la gratuidad de los estudios en todos los niveles, se desarrolló fuertemente la nueva trova, nació el género narrativo denominado testimonio producto de las innovaciones literarias que se gestaron con la revolución, se organizaron congresos culturales y educativos nacionales e internacionales, se repensó radicalmente la pedagogía (no solamente la burguesa, sino también la soviética), se multiplicaron los festivales de cine y de música popular, se abrieron escuelas de arte en las ciudades y en el campo. En fin, podríamos poblar páginas enteras puntualizando medidas en la misma dirección. El hecho concreto es que, como señala Néstor Kohan: “La revolución cubana produjo una extensión inaudita de los circuitos de producción y consumo cultural, creando un público ampliado completamente nuevo”.
Difícil es hoy imaginarse, desdela Argentinay a más de medio siglo de distancia, la tremenda renovación cultural generada al interior de Cuba entonces. Todos estos proyectos se llevaron adelante gracias a una profusa participación ciudadana y a una, hasta el momento, inédita colaboración estatal para el desarrollo de una cultura nacional y popular en la isla.
El surgimiento de estos espacios lejos estuvo de ser la consecuencia de decretos burocráticos de un estado que pretendiera controlar y homogeneizar la creación; por eso no se convirtieron en cáscaras vacías para mantener funcionarios dóciles, sino en usinas de pensamiento, de producción y discusión cultural e ideológica. Fueron la materialización en el campo intelectual del nuevo espíritu revolucionario y del proceso de socialización que se estaba gestando en el país.
Tal situación generó que Cuba se convirtiera en un faro para artistas del mundo entero. Esta pequeña isla abría sus puertas a los intelectuales y les otorgaba un lugar real en los debates sobre la construcción de una nueva cultura socialista, generando una corriente de simpatía y solidaridad internacional que a su vez le permitió en una primera instancia quebrar parcialmente el aislamiento y el cerco provocados desde los Estados Unidos y que tuvieron en la expulsión de Cuba dela OEAen 1962 y en el bloqueo económico que aún persiste dos de sus más evidentes plasmaciones.
No es casual, por lo tanto, que sea en estos primeros años de revolución cuando cobre particular ímpetu la noción de “hombre nuevo” sostenida fundamentalmente por Ernesto Guevara.
Esta verdadera refundación cultural del ser humano en todo un territorio que hasta entonces era poco más que un garito yanqui obviamente que no se circunscribió solamente al plano estético, a las ciencias sociales o a la “academia”, sino que se dio en el marco de –y se entrelazó con- profundos debates –públicos y muchos de ellos de masas- de índole económica, política y social en todos los ámbitos de la vida y que abarcaron integralmente el rumbo estratégico de la revolución en su conjunto.
En medio de estas discusiones, y recorriendo gran parte de las mismas, se encuentra un debate que marcó el campo cultural de la época referido al lugar del intelectual en un período revolucionario, momento en el que las utopías más profundas de todo un pueblo se convertían día a día en algo tangible y cotidiano; como si de pronto lo que para muchos resultaba inverosímil fuese, a la vez, una concreta realidad; como si todo Cuba, desde el Turquino hasta el malecón, retomase aquellas palabras de Alejo Carpentier en el prólogo a El reino de este mundo, diez años antes del ingreso triunfante del ejército rebelde aLa Habana: “¿Qué es la historia de América Latina sino una crónica de lo maravilloso en lo real?”, algo tan maravilloso –y real- como una revolución socialista victoriosa a90 millas de los Estados Unidos.
Por esto, con esta mirada general del proceso comenzamos hoy, en la semana en la que se cumplen 54 años de la revolución cubana, una serie de artículos que se publicarán el primer viernes de cada mes dedicados a detenernos en momentos clave en los que la problematización del rol del intelectual y el debate respecto del campo cultural fueron abordados en Cuba, desde las “Palabras a los intelectuales” de Fidel Castro de 1961 hasta el Caso Padilla y el advenimiento del denominado quinquenio gris diez años después, pasando por las palabras de Guevara en El socialismo y el hombre en Cuba y por el Congreso Cultural de 1968. Pero eso quedará para las próximas entregas…

Leonardo Candiano.