viernes, agosto 31, 2018

Una corrida que derivó en una profunda crisis política



Un Gobierno a la deriva que quiere morir en su ley. La mayor fuerza propia es la gobernabilidad prestada. Lo peor está pasando y lo desastroso está por venir.

La jornada del jueves más negro que sufrió la administración de Mauricio Macri culminó con una obtusa ratificación del rumbo por parte del Gobierno.
Al finalizar un día de múltiples reuniones en Casa Rosada, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, aseguró -visiblemente desencajado- que “este es el único rumbo, vamos por el buen camino”. También confirmó que el lunes viajará a Washington a reunirse con funcionarios del Fondo Monetario Internacional, previo anuncio de un nuevo paquete de medidas de ajuste.
Declaraciones en el mismo sentido realizaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña, un hombre cuyo prestigio acompañó la devaluación del peso (o la superó) y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, un funcionario que gana terreno en un Gobierno en decadencia.
Fueron días en los que ninguna de las respuestas dadas a la eterna corrida contra el peso tuvo resultados: ni el silencio inicial, ni el efímero e inseguro mensaje presidencial del segundo día, ni las abstracciones de Peña del tercero lograron calmar a lo que eufemísticamente llaman los mercados.
Como conclusión lógica, comenzaron a ventilarse las internas dentro del Gobierno, un clásico de las gestiones en crisis. De un lado levanta cabeza el ala más “política” en la que se coloca al mismo Frigerio, a María Eugenia Vidal y a Horacio Rodríguez Larreta y que apunta a alguna forma de “gobierno de unidad nacional” con el peronismo; y del otro, quedaron los depreciados Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana. La inteligencia y los ojos del presidente, según afirmó él mismo allá lejos y hace tiempo, antes de que la crisis venga y tenga sus ojos.
El Gobierno corre detrás de los acontecimientos y perdió el control de la crisis económica. Una muestra patente fue el lacónico mensaje del presidente: anunció que había un acuerdo con el FMI para adelantar todos los fondos del préstamo para este año y el próximo, sin explicar nada más; luego el organismo emitió un comunicado lo suficientemente abstracto para no desmentir, pero tampoco confirmar lo asegurado por Macri, y finalmente Dujovne sale volando a EE.UU. para concretar una renegociación de un pacto quebrado por la cruda realidad de los hechos.
La tormenta perfecta sentencia que la aguda crisis económica y cambiaria derivó en una profunda crisis política gubernamental: la devaluación espantosa de la palabra presidencial, desautorizada por la inmediata escalada del dólar que casi no lo deja terminar de hablar, fue una muestra cabal y elocuente.
La base estructural de la debacle en curso está en el laberinto en el que se encuentra el Gobierno desde que se disparó la corrida en abril: la relación de fuerzas social en general y los acontecimientos de diciembre del año pasado en particular (las movilizaciones en rechazo a la contrarreforma previsional) impusieron un límite al ajuste salvaje; los “mercados” (el gran capital nacional e internacional) impugnan a Macri porque no hace “lo hay que hacer” en los ritmos y la profundidad que ellos solicitan. En el medio, la coalición oficial pierde apoyo por abajo y licua la confianza de sus aliados de arriba.
Las comparaciones son tan odiosas como inevitables, y los fatídicos años de 1989 y 2001 retornan como fantasmas a la cabeza de los analistas y a la golpeada memoria de los argentinos.
La crisis actual tiene diferencias con la de 2001 -entre muchas otras cuestiones- porque la gestión económica no está atada a la convertibilidad y no existe la dolarización como la que tenía el sistema bancario que, aunque muy relativa, no deja de ser una ventaja. Pero además, el esquema de contención social es más amplio (incluso, como conclusión estratégica de aquellos años) y pese a las devaluaciones y consecuente pérdida del poder adquisitivo, por ahora (y sólo por ahora), permite que muchas personas no se mueran de hambre, aunque cada vez se les haga más difícil vivir sin hambre.
Tiene similitudes con la crisis de 1989 cuando la estampida del dólar se trasladó a los precios internos, quebró las cadenas de pagos y derivó en la hiperinflación, aunque no necesariamente el mismo destino.
En términos políticos, hay diferencias sustanciales con ambos procesos: no existe hoy en el peronismo una figura con volumen político como Carlos Menem -que había sido elegido presidente- o con poder territorial como Eduardo Duhalde -con ascendencia en la estratégica provincia de Buenos Aires-; ambos se erigieron en gestores de las crisis y la transiciones.
En este escenario, como se encargó de resaltar Frigerio en la rotation que realizó por los medios en la tarde-noche del jueves, la única carta de fortaleza que tiene para mostrar el Gobierno es la gobernabilidad que le brinda el peronismo: el de los gobernadores que está dispuesto a avanzar en la aprobación del presupuesto y el de la dirigencia sindical que convoca a un paro dominguero para -en tiempos argentinos- dentro de un siglo (25 de septiembre).
Las sintomáticas movilizaciones y acciones que se manifiestan por abajo, como la marcha universitaria que fue masiva -pese al retorno de un clima gélido y hostil- o el paro docente en la provincia de Buenos Aires; tienen el límite que imponen las conducciones por arriba, así como que todavía no golpea con toda su magnitud la crisis en curso.
La estrategia electoral futura de “hay 2019” determina la práctica sindical, social y política presente: garantizar la gobernabilidad de Cambiemos que con la megadevaluación, las tasas que congelarán la economía y el nuevo “paquete de medidas” que prometió Dujovne para habilitar desembolsos del FMI, implican latigazos de ajuste salvaje aquí y ahora.
Los vertiginosos acontecimientos pueden cambiar en días o en horas -durante el viernes puede continuar la corrida y hasta rodar cabezas-, los agudos desequilibrios de la economía pueden patear el tablero, pese a las intenciones del Gobierno y de quienes (con diferentes discursos, pero similares prácticas) lo sostienen por acción u omisión.
Pero la dinámica es hacia un ajuste feroz para reorganizar la economía en función de que los costos lo paguen las mayorías. Con la misma radicalidad que lo plantea la derecha que pretende matar o morir en su ley, hay que imponer mediante la movilización una reorganización económica y social en beneficio de los trabajadores y los sectores populares. Todo lo demás es, de mínima capitulación y de máxima, complicidad.

Fernando Rosso
@RossoFer

Dark, mucho más que una imitación de Stranger Things



La serie alemana, que aborda las mecánicas del espacio y el tiempo, imprime una brillante estética oscura que no admite nostalgias.

Los agujeros negros y los agujeros de gusano son, aún, misterios insondables del universo. Los agujeros negros son generados por una estrella de gran masa (hablamos del triple de materia que el Sol), que, al final de su vida, bajo su propia gravedad, se contrae hasta una densidad infinita generando una atracción gravitacional que devora todo a su alrededor, inclusive la luz, y curva el espacio-tiempo.
Dark, la primera serie alemana en Netflix, se basa en la naturaleza de los agujeros negros, y de los llamados agujeros de gusano que, según la teoría, es un túnel en el espacio-tiempo que puede contactar dos agujeros negros al formar una especie de bucle (en rigor, no necesariamente los extremos de los agujeros de gusano son agujeros negros). En otras palabras, un agujero de gusano, es decir la unión de dos regiones que pueden estar extremadamente lejos, sería un túnel del tiempo. Ya una frase del propio Einstein que prologa el primer capítulo define la trama: “La distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente”.
La pregunta correcta, entonces, no es “qué” ocurre en este misterioso y críptico pueblo alemán llamado Winden –el pueblo ficticio es el gran protagonista de la serie– sino “cuándo” ocurre. Así, en el relato, el ayer, el hoy y el mañana se determinan como no consecutivos. La distinción entre pasado, presente y futuro no son más que una ilusión.
Dark (tiene hasta el momento una temporada) se mueve en tres tiempos, con 33 años de diferencia cada uno: 2019, 1986 y 1953. La segunda fecha marca el eje de la trinidad: la catástrofe de Chernóbil, en la actual Ucrania, durante el estalinismo. Tres generaciones de pobladores, además, marcan el pulso de cada uno de los diez episodios, en este pueblo donde, al igual que el tiempo, las relaciones también están construidas como ilusiones. El número tres involucra también la cuestión católica en el rol de un oscuro cura.
Winden es un pueblo signado por su propia planta nuclear, creada en los años cincuenta, que tiene su fecha de cierre en 2020 y que esconde un misterioso incidente electromagnético en los años ochenta que será el nudo del relato. “Tenemos la tasa de crímenes más baja de la región. No hay asesinos por aquí”, se dice el misterio en uno de los capítulos. Al igual que en Stranger Things, hay niños que desaparecen, suceden hechos extraños y el pueblo se conmociona, por lo que se la ha acusado de imitación.
Sin embargo, salvo en estos aspectos superficiales, Dark es mucho más oscura, profunda y distorsiva que aquella popular serie de Netflix que trabaja la nostalgia sobre los ochenta con una mirada revoltosa de sus protagonistas. Acá el perfil de los personajes es desangelado, nebuloso, distante, con aproximaciones perturbadoras al amor, un trabajo que es acompañado con la estética de la fotografía y la música y cuyas historias requiere de mucha concentración para alinear los hechos, como danzas sin fin.
La incorporación de la historia de la explosión del reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil, ocurrido a las 01.23 am del 26 de abril de 1986, es una exposición de denuncia de la propia experiencia de la infancia y adolescencia de los creadores de la serie: a Jantje Friese (una de las guionistas), la madre no le dejaba salir a jugar a la calle si llovía por si era lluvia ácida. El padre Baran bo Odar, el otro creador, trabajaba en una central nuclear.
Podemos pensar en el agujero negro como una alcantarilla gigante donde el agua cae en forma de espiral. El “horizonte de sucesos” sería el borde de la alcantarilla y todo lo que se desliza por ese borde no tiene forma de regresar, inclusive la luz tragada. (Hawking, utilizando los efectos cuánticos, introdujo luego la idea de la “Radiación Hawking”, es decir que hay partículas que no son tragadas por el agujero y son lanzadas al universo).
Como la luz no escapa del agujero negro no se puede ver nada desaparecer. ¿Cómo, entonces, se sabe de su existencia? Porque los agujeros negros desgarran las estrellas que se acercan demasiado y porque envían temblores, “ondas gravitacionales”, producto de la colisión entre dos agujeros negros.
También en Dark, que introduce extraordinarias ideas sobre el cosmos, los artificios y la filosofía, todo es desgarro en este pueblo que, como en un agujero negro, tampoco se puede ver nada desaparecer. Como reformuló Hawking sobre la famosa frase de Einstein, Dios no sólo juega a los dados, sino que a veces los lanza adonde no podemos verlos.

Dylan

Movimientos sociales en América Latina, un nuevo ciclo de luchas



Entrevista al periodista y escritor Raúl Zibechi, autor de “Movimientos sociales en América Latina” (Zambra-Baladre)

El Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) de Brasil impulsó en Septiembre de 2017 la ocupación de Povo Sem Medo, en Sao Bernardo do Campo (Sao Paulo), que reivindicaba el derecho a la vivienda para familias con escasos recursos. El campamento se organizó con tiendas y barracas de plástico en los terrenos -60.000 metros cuadrados, abandonados desde hace cuatro décadas- de una constructora. Diversas fuentes calcularon la presencia de más de 30.000 personas en el asentamiento.
El periodista e investigador Raúl Zibechi (Montevideo, 1952) resalta esta ocupación como ejemplo del empuje popular en América Latina. Autor de una veintena de libros –“Descolonizar la rebeldía”, “Latiendo resistencia” o “Cambiar el mundo desde arriba”, entre otros- acaba de publicar en la editorial Zambra-Baladre “Movimientos sociales en América Latina. El ‘mundo otro” en movimiento”. “He optado por editoriales pequeñas, con el fin de tejer una red de amigos y compañeros; escribo además para la gente común, no para las grandes editoriales”, afirma. Zibechi colabora actualmente en los periódicos La Jornada de México, Brecha de Uruguay, Gara y la agencia de noticias Sputnik. En el prólogo de su último libro recuerda las 400 fábricas recuperadas en Argentina, los 12.000 acueductos comunitarios que funcionan en Colombia o los más de 2.000 “emprendimientos” sostenibles promovidos por colectivos populares en México, el doble que hace una década.
-Tu último libro revisa un texto publicado en 2003, “Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos” (Observatorio Social de América Latina, CLACSO). Sostienes que, tras la victoria electoral de Hugo Chávez (1998) seguida por otras como la de Evo Morales (2005), “la estabilización progresista permitió que los estados pusieran en pie políticas sociales que desintegraron, debilitaron o cooptaron a no pocos colectivos”. ¿Nos hallamos ante una etapa nueva en la batalla de los movimientos sociales?
Me gustaría que se tratara de un nuevo ciclo de luchas; creo que lo es, aunque tal vez dentro de una década afirme que me equivoqué; la primera característica del ciclo es que nace bajo el modelo “extractivista”, con una enorme especulación inmobiliaria, una terrible acumulación por despojo, la presencia de los monocultivos de soja y la minería a cielo abierto. Después el modelo se estancó con la caída de los precios de las materias primas. Es además la etapa de los gobiernos “progresistas”, en gran medida porque estos mejoraron la situación de los pobres, pero no realizaron cambios estructurales. Un segundo rasgo es la gran participación de jóvenes de los sectores populares y de las mujeres. Por ejemplo, en Brasil es el Movimiento Pase Libre, por el transporte público gratuito, el que en junio de 2013 desencadena las luchas. En tercer lugar, comienzan a terciar sujetos colectivos que habían estado en una actitud más tranquila, como los negros y los sectores más sumergidos en el mundo del trabajo, las favelas, palenques y quilombos; sobre todo en Brasil, Colombia y el Caribe. En Brasil hubo, en marzo de 2014, una huelga de los recogedores de basura –negros, pobres y jóvenes- durante el carnaval de Río de Janeiro. Una cuarta característica es la profundización en la idea de autonomía.
-¿Podría fijarse una fecha para esta nueva fase de las luchas sociales, por ejemplo en Perú, la resistencia popular contra el proyecto minero Conga en el departamento de Cajamarca, a partir de 2012?
En Brasil, a partir de las jornadas de junio de 2013 en plena Copa de Confederaciones de fútbol, se manifestaron 20 millones de personas en 353 ciudades; tras la represión, la izquierda se paraliza, la derecha aprovecha para subirse al “carro” de las movilizaciones y tomar la calle. Pero en Bolivia el punto de inicio se situaría en 2011, con la Marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS), donde el Gobierno Nacional proyectaba construir una carretera que atravesara este espacio protegido. En Argentina el punto de partida es la ocupación del Parque Iberoamericano de Buenos Aires, en 2010, durante la presidencia de Cristina Kirchner; sectores populares urbanos se movilizaron en este enorme parque por el derecho a la vivienda y contra la insuficiencia de las políticas sociales.
-¿Prefieres la idea de “movimiento social” o el de “sociedades ‘otras’ en movimiento” para el caso específico de América Latina? Mencionas en el libro, entre otras, la población de Cherán (Michoacán de Ocampo, México), que volvió a sistemas de organización p’urhépechas cuando se levantó en 2011 contra las mafias que arrasaban los montes comunales.
El concepto de “movimiento social”, que es muy útil, surge en Europa y Norteamérica para explicar la emergencia en los años 60 del siglo XX de movimientos como el de mujeres, la lucha en Estados Unidos por los derechos civiles, contra la OTAN, por el pacifismo y el ecologismo; todos exigen a los estados ciertos derechos. Sin embargo, en América Latina los movimientos van arraigando en territorios, y esta “territorialización” es una seña de identidad muy diferenciadora. En todos estos espacios, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, el zapatismo o los mapuches van creando nuevas sociedades, que incluyen producción, salud y en algunos casos órganos de poder no estatales, como las Juntas de Buen Gobierno del zapatismo, que es el caso más conocido y desarrollado; el ejemplo zapatista destaca por las centenares de comunidades agrupadas en más de 30 municipios en cinco regiones, con escuelas, clínicas y hasta cultivos sin agroquímicos; otro caso es el de los cabildos indígenas de la población nasa, en los resguardos del sur de Colombia. A una escala distinta, el MST ha recuperado cerca de 25 millones de hectáreas de los hacendados; ha impulsado 5.000 asentamientos, donde viven dos millones de personas, y donde hay 1.500 escuelas así como cooperativas de producción y distribución en ferias.
-¿Por qué subrayas que estas sociedades “otras” necesitan movilizarse e incluso cambiarse a sí mismas?, Así ocurrió con los pueblos de las tierras bajas de Bolivia, que tras un proceso de unificación en asambleas y reconstitución de sus territorios, iniciado en los años 80 del pasado siglo, acabaron participando decisivamente en la Marcha en Defensa del TIPNIS (2011).
Porque de lo contrario estos territorios, que son como islas, quedan cercados y terminan siendo ahogados y reprimidos por el Capital. Necesitan luchar y vincularse con otros, expandirse para sobrevivir. Un ejemplo es el levantamiento en junio de 2009 de los indígenas wampis y awajún en Baguá, en la selva amazónica peruana; ocho años después de los enfrentamientos con la policía armada, que terminaron con centenares de muertos, más de 80 comunidades wampis proclamaron su autogobierno para defender 1,3 millones de hectáreas de bosque de las multinacionales. Otro caso es el de los nasa, que tenían durante mucho tiempo un espacio consolidado en el departamento colombiano del Cauca; en octubre de 2008 unos 10.000 indígenas iniciaron la Minga Social y Comunitaria, que pasó por ciudades como Cali y terminó en Bogotá. Durante el recorrido se sumaron cortadores de caña, negros, estudiantes y otros colectivos urbanos; tras esta gran marcha, en 2010, se fundó el Congreso de los Pueblos, que reúne a numerosos movimientos populares.
-También te refieres a la Educación Popular “en movimiento”, con dos grandes modelos: el desarrollado por el EZLN zapatista y el del MST brasileño…
El MST parte de la educación popular de Paulo Freire. En los asentamientos de los “sin tierra” la profundizan y desarrollan hasta llegar a la “pedagogía de la tierra”, que básicamente podría definirse como “transformarse transformando”; así, tanto el movimiento como los sujetos del movimiento se transforman haciendo, y en las 1.500 escuelas aplican una pedagogía que busca enraizar al sujeto campesino en la tierra. A su vez trabajan la relación entre el docente y los alumnos, de modo que no sea tan vertical y sí más participativa. Esto se da sobre todo en la educación de adultos, donde se busca un método pedagógico en el que el papel del maestro sea más circular y todos se conviertan en sujetos evaluadores. También han desarrollado un concepto que para mí es muy importante: transformar el movimiento -en todos sus tiempos y espacios- en tiempos y espacios pedagógicos. Todo lo que se haga ha de tener un contenido y un resultado pedagógico; si participamos en una campaña de lucha o acciones, tiene que haber servido también para discutir la realidad y empoderar a la gente.
-En “Movimientos sociales en América Latina” citas otras experiencias como la Red Cecosesola, fundada hace 50 años en el estado venezolano de Lara. “Nuestro proceso educativo está presente en todo lo que hacemos”, afirman. En las cooperativas agrícolas, de salud, ahorro y préstamo o producción industrial en pequeña escala de Cecosesola participan 20.000 socios y más de 50 organizaciones populares.
Quisiera destacar también los Bachilleratos Populares de Argentina. Surgieron en la primera década de los años 2000 sobre los territorios y espacios del movimiento piquetero, y funcionan en fábricas recuperadas por los trabajadores, sindicatos y organizaciones territoriales de barrios populares. La gente, ya adulta, que no ha terminado la enseñanza secundaria acude a los bachilleratos y estudia el periodo que les falta; funcionan como espacios “en movimiento”, y hay ya más de un centenar en Argentina, sobre todo en las ciudades. Los bachilleratos organizan una gran asamblea inicial, donde colectivamente se empieza a trabajar la currícula, que no es la del Estado, sino la que definen los colectivos, docentes y estudiantes. A partir de esa currícula, comienzan los tres años de formación, que terminan con avances en el terreno pedagógico, la adquisición de conocimientos, logrando hablar en público y con estudiantes que son militantes e incluso líderes de los movimientos. Esta pedagogía tiene relación con la de Paulo Freire, echa raíces en la realidad concreta y está dirigida a hombres y mujeres de los barrios muy pobres.
-Has estado en diferentes ocasiones en Chiapas y conocido la “Escuelita” Zapatista. “Frente al modo occidental y académico, abstracto y general, los zapatistas de las bases de apoyo tienen la virtud de lo concreto y la sencillez de la exposición”, concluyes en el libro. Asimismo el pensamiento crítico del EZLN, que surge de la praxis cotidiana en las bases de apoyo, se reproduce en centenares de escuelas.
Los zapatistas tienen una particularidad. Es la comunidad en asamblea la que elige quiénes van a ser los docentes, y no porque alguien tenga mayor o menor capacidad, sino porque le toca. Además los docentes, que no perciben un salario, tienen que dedicarse por tiempo completo a sus alumnos y les sostiene la comunidad, que por ejemplo les cultiva la milpa. Hay una diferencia clara entre las escuelas del estado y las zapatistas. Es más, en algunas regiones, cuando el zapatismo empezó a instalar “secundarias” o “primarias”, el Estado también las implantó –cuando antes no las había- para contrarrestar las escuelas zapatistas. En éstas los padres colaboran, los alumnos y docentes limpian la escuela, de hecho la gestionan conjuntamente; mientras que en las escuelas estatales el docente es un mestizo o blanco llegado de la ciudad en coche, en las zapatistas son gente de la misma comunidad.
-Algunos de los pensadores recuperados son, entre otros muchos, el filósofo y psiquiatra de la isla de Martinica, Frantz Fanon, y el filósofo y antropólogo argentino Rodolfo Kusch. ¿Por qué propones una ruptura epistemológica frente al eurocentrismo y defiendes los pensamientos “propios” de los pueblos indios, negros y los sectores populares? ¿Hay en América Latina una dependencia de los patrones –de hacer y pensar- europeos y estadounidenses?
Sí, sobre todo en las academias y universidades. Los autores, la forma de trabajo y estudio, el papel de los estudiantes y universidades es muy eurocéntrico. Así, para el estudio de los movimientos sociales se apela a autores a los que aprecio mucho, como Marx, Foucault, Alain Touraine o Sidney Tarrow; ahí está, por tanto, la necesidad que tienen los movimientos de buscar en sus tradiciones otra pedagogía; ahí es donde hablo de una ruptura epistemológica. En el libro explico la experiencia de la Comunidad de Historia Mapuche. Nace en 2004 en Temuco, al sur de Chile. La mayoría de los 23 integrantes de la Comunidad provienen de La Universidad de La Frontera, en la ciudad de Temuco. Se trata de profesores universitarios y “secundarios”, trabajadores sociales, periodistas, artistas y escritores; algunos viven en comunidades y muchos se definen como activistas de las organizaciones mapuches. También acompañan procesos judiciales contra detenidos políticos, procesos de defensa territorial contra el extractivismo y forman parte de la lucha por la revitalización del mapudungun (lengua mapuche). Han sacado a la luz episodios que estaban en la oscuridad, como la muestra en 1883 de un grupo de 14 mapuches en un zoológico humano –el jardín de Aclimatación de París-, donde eran estudiados por su “rareza”; o las derrotas que las comunidades infligieron a los conquistadores españoles en el siglo XVI.
-Otra idea central es la “descolonización” de los métodos de investigación y oponerse a la hegemonía de los especialistas. En este punto destacan iniciativas como el Taller de Historia Oral Andina (THOA). ¿En qué consiste?
Es una experiencia dirigida por la antropóloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, quien destaca la necesidad de “un ejercicio colectivo de desalienación” y, para ello, resulta determinante el papel de la Historia Oral y el de las comunidades. El taller fue creado en 1983, cuando Silvia Rivera era profesora de Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz. La condición para formar parte del grupo era saber hablar aymara o quechua. El primer trabajo de los estudiantes consistía en contar la historia de su vida. Entonces se dieron cuenta de que sufrían, además de la represión externa, una autorrepresión muy fuerte respecto a su lengua, cultura y tradiciones, aunque en el proceso de introspección empezaron a liberarse. Se trata de estudiantes de las comunidades aymaras o urbanos –que provienen de las comunidades- ya alfabetizados y que van a la universidad.
Invitados por los ayllus (comunidades), los integrantes del THOA desarrollaron talleres y en las investigaciones se crearon equipos mixtos conducidos por los comuneros de base, con quienes se definieron las metas, tareas y formatos de investigación. La Historia Oral es lo que les permite descubrir, y que las personas subordinadas se conviertan en sujetos. Además son las comunidades en asambleas las que deciden cómo ha de ser la “devolución” de los estudios, en este caso en forma de teleteatros o radionovelas, que fueron escuchados por cientos de miles de personas en las radios del Altiplano. Esta metodología ha permitido difundir la historia de Túpac Katari, que lideró la rebelión aymara de 1781 simultánea a la de Túpac Amaru en lo que hoy es Perú; o la reconstrucción de la biografía de Santos Marka T’ula, cacique que luchó por la recuperación de las tierras comunales. Los talleres han influido en la formación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), una de las organizaciones indias más relevantes de Bolivia.
-Desde 1986 has recorrido América Latina, sobre todo la región andina, como periodista e investigador “militante”. ¿En qué prejuicios y vicios de perspectiva consideras que incurre el investigador del Norte cuando se acerca a las comunidades indígenas?
Creo que hay un error básico, que consiste en pensar que el investigador sabe y la comunidad no. El segundo es lo que denominamos el “extractivismo” académico, que consiste en ir a las comunidades, “chupar” conocimientos y utilizarlos para la propia carrera institucional o académica, sin devolver nada a la comunidad. La tercera, y me parece fundamental, es que hay que estar en la comunidad, tener vínculos y establecer afectos. No vale con ir de visita media hora con el grabador para sacar información: si no hay relaciones de confianza, nadie te va a contar las cuestiones de fondo, por lo que la información será siempre parcial e incompleta; ahí me parece que existe una reproducción del modelo colonial, que implanta una relación entre los que tienen poder y los que no lo tienen, y muy a menudo entre varones blancos y mujeres, niños y niñas indias, negras y mestizas. Además, te diría que las academias tradicionales tienden a reproducir el modelo colonial sujeto-objeto y a cosificar a los indígenas, los negros y los sectores populares.
-Sin embargo, las escuelas y facultades de periodismo hacen hincapié en la neutralidad, la separación entre información y opinión y la importancia del rigor. ¿Es esto compatible con la militancia?
Creo que hay que ser riguroso, contrastar y ser crítico con las fuentes. Tenemos ejemplos maravillosos de periodistas muy comprometidos que están del lado de los oprimidos, como Eliane Brum, una periodista y escritora brasileña que escribe notas largas en la edición brasileña de El País; o Marcela Turati, reportera de Proceso, en México, también absolutamente comprometida con los sectores populares sin por ello perder la rigurosidad.
-Por otra parte, en el artículo de 2003 afirmabas que comuneros, cocaleros, campesinos Sin Tierra y, cada vez más, desocupados urbanos y piqueteros argentinos trabajan en la construcción de la autonomía. ¿Cómo ha evolucionado, después de 15 años, la idea de “autonomía” en las organizaciones populares?
Creo que en una primera fase de los movimientos, que incluye a los piqueteros argentinos, lo que interpretábamos del zapatismo -aunque ellos no lo planteaban así- y otros, la autonomía se formulaba como un discurso defensivo frente al Estado, los partidos políticos, las iglesias y los sindicatos. Actualmente se camina hacia una autonomía más integral, que implica contar con un territorio, una producción propia en lo posible sin utilización de agroquímicos y, en definitiva, una autonomía que abarque todos los aspectos de la vida. Mientras campesinos e indígenas tienen una amplia experiencia en autonomía alimentaria y prácticas en salud, los sectores populares urbanos han sido despojados de estos saberes. De ahí la importancia de experiencias como, entre otras muchas, la de algunas comunas de Medellín, que consiguieron cierta autonomía en el suministro del agua, la Comunidad Habitacional Acapatzingo, en el Distrito Federal de México; o la experiencia en cultivos de quinua de los vecinos de Potosí, en Ciudad Bolívar (Bogotá). Una autonomía que disponga también de espacios para la resolución de conflictos –eso que llamamos poder o justicia- propios, para no tener que recurrir a la justicia del Estado.
-¿Qué ejemplos resaltarías?
Se tiende a ello en el caso mapuche, con los grupos de autodefensa no formales; y en Colombia, en el movimiento de los pueblos nasa y misak organizados en torno a la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC); además de sus instancias de justicia y escuelas de formación, los nasa-misak cuentan con una guardia indígena elegida por las comunidades. Cada comunidad nasa elige a diez guardias indígenas durante un año, de modo que son más de 3.000 guardias coordinados por cada resguardo, con mandos propios rotativos y armadas de bastones. Se trata de gente autoorganizada y bajo la vigilancia de los cabildos. Hacen pesar la masa –cantidad de personas- en sus acciones. Han conseguido detener a los paramilitares, al ejército, a las compañías mineras y a las FARC cuando secuestraban indígenas. Y esto porque consideraron que en su territorio no querían la guerra.
-¿Qué lecturas de medios independientes recomendarías a los ciudadanos europeos para informarse, de manera crítica, sobre la realidad latinoamericana?
Por salirnos de los grandes medios como Brecha o La Jornada, destacaría la página web Desinformémonos de México, que está muy vinculada a los movimientos y que dirige la periodista Gloria Muñoz Ramírez; se trata de un periodismo militante y que dispone de muy pocos recursos. Otro ejemplo es Mapuexpress, en relación con el pueblo mapuche. Pero el caso más increíble es el de Argentina. La Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina (AReCIA) tiene censadas cerca de 200 revistas culturales, independientes y autogestionadas, en formato papel o digital; estas publicaciones vinculadas al campo popular -por ejemplo Lavaca.org, Barcelona (Periodismo por otros medios), La Tinta (Periodismo hasta mancharse) o Campo Grupal- suman entre cinco y siete millones de visitas mensuales. En estas revistas, en su mayoría cooperativas, trabajan o colaboran a tiempo completo más de 1.500 personas. La comunicación en América Latina se ha multiplicado de manera notable. Muestra de ello son la Red de Educación Radiofónica de Bolivia (ERBOL), fundada en 1967, la tradición de las radios comunitarias en Ecuador o las 10-15 publicaciones del mundo mapuche. El proceso es muy rico, hay infinidad de experiencias que uno no sabía ni que existieran.

Enric Llopis

Un muerto, McCain, frente a 2,5 millones de muertos iraquíes

Una de las cosas más repugnantes de la sociedad estadounidense es el sentimentalismo reaccionario que desborda nuestros chismosos corazones, infectados de reacciones químicas cada vez que uno de nuestros supuestos héroes de guerra pasa a un lugar más sosegado. Las declaraciones, cuidadosamente ensayadas, de figuras políticas inútiles nublan nuestras mentes mientras todos aquellos que conservan la cordura deben preguntarse colectivamente qué demonios hizo alguna vez por nosotros ese rancio saco de huesos de John McCain. Donald Trump fue una vez un recién llegado en el escenario político capaz de quemar los puentes que merecía la pena quemar. Cuando Trump dijo que McCain no era un héroe de guerra, fue el mejor de sus momentos. Tal declaración era tan necesaria que debería haberse dicho que fue el momento más genial que la Calabaza-No-Tan-Grande ha aportado al pueblo estadounidense. No hace falta decir que el día en que Trump se reúna con su perverso creador, deberá resistirse cualquier sentimentalismo políticamente correcto ante su muerte.
El machómetro de Donald Trump por un héroe de guerra podía o no pillarse. Para empezar, la frase héroe de guerra es una paradoja, por eso debemos perdonar a la Bola de Queso desteñido por su deslucida definición. Pero su instinto era acertado. John McCain no es un héroe.
John McCain fue un sionista feroz, aunque ese rasgo es tan estadounidense como el pastel de manzana. McCain, casi más que cualquier otro, hizo cuanto pudo para que se enviaran más tropas a Iraq. Cuando George W. Bush cedió y envió 20.000 soldados más a Iraq en 2007, los demócratas etiquetaron la medida como “la doctrina McCain”. Los estadounidenses que son incluso más tontos aún que Bush II han empezado a etiquetar a Bush de “razonable”. El razonable Bush habló de permanecer 50 años en Iraq, McCain aumentó la cifra a 100. McCain fue también uno de los más entusiastas defensores de la guerra en Afganistán. Y, al igual que su colega Barack del otro lado del pasillo, se sintió amenazado por el éxito de Libia bajo Muammar Gaddafi. La viril postura de McCain contra Vladimir Putin fue tan reveladora como el romance de Trump con Putin.
Todo olía a podrido cuando John McCain se situó al lado de esos buenos valores estadounidenses e invitó a su hermano del otro partido, Barack Obama, a hablar en su funeral, presumiblemente para fastidiar a Donald Trump. En la actualidad, a los políticos les gusta pretender que el club de los chicos buenos del pasado estaba libre de la virulenta misoginia de Trump. Pero si hurgan un poco en las declaraciones públicas de McCain, se encontrarán con que muchas de ellas son sexistas. Es lo que tiene Trump, que pierde poco tiempo en sentimentalismos. Él no cree en nada ni en nadie. Trump es el paso siguiente natural para una sociedad que está moralmente en bancarrota y se basa exclusivamente en un kitsch patriotero para justificar su ridiculez.
John McCain y su marca de la vieja escuela estadounidense murieron con la llegada de la bola de demolición Donald Trump. Puede que el cuerpo de McCain se haya quedado más tiempo del que queríamos, pero era solo cuestión de tiempo que se uniera a su ideología en la tumba. Ahora le toca a los demócratas tomar el mando, y lo han hecho de manera honorable. Los demócratas abogan para que las mujeres entren en liza, pero ante un partido que ya está abandonando el #MeToo y los derechos reproductivos, nos quedamos preguntándonos qué significa eso realmente. Lo que está claro es que los demócratas se han convertido en el refugio seguro de los exmilitares/candidatos de inteligencia presentables. Los demócratas son ahora el partido de McCain.
Recuerdo el día en el que Osama bin Laden fue asesinado. Resultaba difícil encontrar un estadounidense que no estuviera en estado de arrebato. Los desfiles se multiplicaron. Los políticos sedientos de sangre se relamieron. Había cierto orgullo de que hubiera sido Obama, “nuestro hombre”, quien se lo hubiera cargado. Esto fue suficiente para hacer que cualquiera se sintiera asqueado. Si a muchos estadounidenses les gustaba entonces la sangre, quién va a sorprenderse de que muchos de nosotros hayamos salivado ante el disparatado acoso de Donald Trump. La cultura estadounidense es demasiado extrema. Todo lo dividimos entre amigos y enemigos. Si nuestros amigos mueren, todos tenemos que mentir sobre ellos. Si nuestros enemigos mueren, organizamos un desfile. No estoy pretendiendo un desfile por la muerte de John McCain, sólo aportar un poco de perspectiva.
John McCain ayudó a pergeñar la devastación de varios países. Millones de muertes teñían sus manos de sangre. El mundo es más pacífico una vez que se ha ido. ¿Por qué el asesinato de 22 niños yemeníes del día anterior no propició el mismo dolor que la muerte de McCain? La guerra de Estados Unidos y Arabia Saudí contra el Yemen contaba también con el respaldo de McCain. Es posible que se recuerde a John McCain como un héroe de guerra, pero si puedo parafrasear al despiadado halcón Donald Trump: “Los héroes de verdad no van a la guerra”.

Nick Pemberton
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Nick Pemberton, estudiante del Gustavus Adolphus College. Puede contactarse con él en pemberton.nick@gmail.com

jueves, agosto 30, 2018

El acuerdo Estados Unidos-México



El reciente acuerdo no resuelve la cuestión más explosiva de todas, el tema del muro y los migrantes

Estados Unidos y México acaban de cerrar un acuerdo comercial para reemplazar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta). La noticia fue celebrada por un alza en la bolsa neoyorquina y mexicana. Trump lo exhibió como un triunfo de la agenda que prometió al momento de postularse en la carrera presidencial. El magnate, recordemos, llegó a la Casa Blanca tachándolo de ser el “peor acuerdo de la historia”, culpable de la pérdida de la base industrial y de puestos de trabajo en Estados Unidos (por la competencia con costes más baratos). Las negociaciones comenzaron en agosto de 2017, atravesadas por choques y continuos ataques del mandatario estadounidense a su vecino del sur por la inmigración.
El nuevo pacto aumentará el requisito de contenido regional en vehículos producidos en América del Norte, pasando del actual 62,5 al 75%. Además, se exigirá que el 40% del valor provenga de zonas con salarios de unos 16 dólares la hora. Los vehículos ensamblados en plantas existentes que no cumplan con esto pagarán aranceles de 2,5%.
Otro de los temas controvertidos fue que Trump quería un mecanismo de caducidad automática cada cinco años para decidir si se renovaba. El acuerdo firmado tiene una vigencia inicial de 16 años, pero pasados los primeros seis años del pacto, se hará una revisión y así sucesivamente.

Extorsión

El gobierno de Enrique Peña Nieto ha terminado cediendo a la escalada de la Casa Blanca. Un sector clave lo constituye la industria automotriz. Con los nuevos parámetros, Estados Unidos confía reequilibrar el intercambio comercial que, hasta el momento, era desfavorable para Estados Unidos. El nuevo esquema establece que el 40% del contenido de los automóviles debe estar fabricado por empleados que ganan al menos 16 dólares por hora, y excluye casi en su totalidad a las autopartistas presentes en México.
Otra de las principales imposiciones yanquis está referida a la solución de controversias. México ha aceptado suprimir el mecanismo de solución de disputas de los inversores con los gobiernos vigentes hasta ahora, que otorgaba a los Estados una capacidad de arbitraje que ahora se remueve.
Otra logro de Washington es el referido a la propiedad intelectual, en el que se apuntalan las prerrogativas y mecanismos de protección de patentes, e invenciones de las corporaciones norteamericanas, empezando por las tecnológicas. En este sentido, se refuerzan las medidas para evitar que circulen por la zona productos falsificados o piratas, así como para combatir el tráfico de secretos comerciales.
Otro de los capítulos son los servicios financieros, que le aseguran a Estados Unidos una libertad de acción en territorio azteca. El objetivo es evitar que se impongan restricciones que limiten el negocio de bancos y del gran capital norteamericano.
Importa señalar que estos acuerdos han contado con el guiño favorable de López Obrador, cuyos emisarios participaron en las comisiones que tuvieron a su cargo la negociación. La prensa incluso señala que las tratativas se aceleraron a partir del triunfo del futuro presidente. La Casa Blanca quería asegurarse, antes de firmar, que tuviera el visto bueno de la gestión entrante.
Uno de los puntos más sensibles en la negociación era precisamente el de la energía, pues López Obrador venía denunciando la reforma energética vigente en el país durante la última campaña electoral. La continuidad de dicha reforma es fundamental para Estados Unidos, pues buena parte de las empresas que han logrado contratos de explotación de hidrocarburos en México en los últimos años son estadounidenses.
Aunque no ha trascendido el detalle de lo acordado, todo indicaría que el esquema se mantendría y López Obrador dejaría de lado sus pretensiones de revisión en la materia.
En lo que se refiere a la agricultura, se preservaría una zona libre de aranceles para los intercambios entre los dos países, lo que va a contramano de las promesas hechas por el presidente mexicano electo de promover la “autosuficiencia” alimentaria, privilegiando la producción local y a los campesinos del país.

La otra cara

De todos modos, no todo lo que brilla es oro. En el acuerdo está ausente Canadá, la administración norteamericana aceleró las tratativas bilaterales con México con la finalidad, entre otras cosas, de aislar al gobierno canadiense y forzarlo a un pacto. Es necesario recordar que las relaciones entre Trump y Trudeau, el jefe de Estado de aquel país, han llegado a un máximo grado de tensión. Canadá es reticente a firmar varias de las cláusulas en que México ha cedido, entre ellas, las disputas por controversias, uno de los puntos más calientes en las negociaciones que ya fue uno de los mayores motivos de disputa entre Ottawa y Washington durante la negociación del Tratado de Libre Comercio de 1994.
Pero, además, y quizás lo más relevante sea que el litigio comercial abierto por Estados Unidos tras la aplicación del arancel del 25% a las importaciones de acero y del 10% al aluminio no se revierte con la firma de este acuerdo. Es, también, una vía para mantener una presión sobre el gobierno canadiense -que se juega mucho más que México en este punto- para que se sume al pacto. De momento, las cosas siguen como hasta ahora: Estados Unidos mantiene sus aranceles y México sus medidas de represalia, también tarifarias.
Todo esto habla de que el escenario de guerra comercial está lejos de haberse desactivado. El conflicto en las relaciones entre los socios del Nafta sigue latente y puede potenciarse en un futuro próximo. Ni qué hablar que sigue pendiente en la agenda la cuestión más urticante y explosiva de todas, el tema de los migrantes, y los planes de Trump, quien nunca ha abandonado la intención de levantar la muralla y poner una barrera al ingreso dentro de Estados Unidos de mexicanos a los que se agregan legiones, cada vez más numerosas, de centroamericanos.
De todos modos, algunos analistas advierten que el pacto, aún con las concesiones del país azteca, no asegura una resurrección industrial de Estados Unidos ni una recuperación significativa de puestos de trabajo. “Los incentivos a los productos automóviles y autopartes en México siguen siendo muy grandes, debido a la gran diferencia salarial (…). En unos pocos años, quedará claro que la renegociación del Nafta y las otras medidas proteccionistas (como las tarifas del acero) están haciendo poco y nada para recuperar los empleos en Estados Unidos” (Clarín, 27/8).
Mientras que las supuestas ventajas entran en un cono de sombras crecen, en cambio, las voces contra los riesgos y perjuicios económicos en torno de las creciente represalias comerciales. La burguesía norteamericana está dividida y va ganando terreno los sectores que plantean la necesidad de ponerle freno a la ofensiva comercial. “Pese al buen resultado del mercado laboral, los empresarios estadounidenses temen que la imposición de aranceles al comercio internacional frene la generación de nuevos empleos y las inversiones” (El País, 27/8).
Salvo el sector siderúrgico, la mayoría de las organizaciones empresariales estadounidenses consideran decepcionante y antiproductiva la imposición de aranceles de 25% al acero y de 10% al aluminio importados de la Unión Europea, Canadá y México. “Es un duro golpe para el sector manufacturero estadounidense restringir la cadena de aprovisionamiento de materias primas mediante la imposición de derechos aduaneros a las importaciones provenientes de nuestros más cercanos socios comerciales”, dijo Paul Nathanson, vocero de una asociación formada por unas 30.000 empresas, cuya producción depende del acero y el aluminio (ídem). Los efectos del proteccionismo impactan igualmente en el agro, pulmón económico de los Estados que llevaron al presidente a ganar las elecciones de 2016, debido a que México y Canadá ya anunciaron represalias aduaneras contra bienes estadounidenses.

Crisis política y económica

A partir de lo expuesto, no es exagerado afirmar que el apuro en la firma del acuerdo obedece a la creciente presión de franjas importantes de la clase capitalista norteamericana que temen que el remedio del magnate sea peor que la enfermedad.
Pero, además, y probablemente más perentorio, sea la necesidad del presidente norteamericano de atender el frente interno en el plano político. Trump está urgido por exhibir logros en sus promesas electorales, en momentos que tiene que hacer frente, por un lado, a las elecciones de noviembre de medio término, donde corre el riesgo de perder la mayoría de ambas cámaras y, por otro lado, la amenaza de un impeachment, que ha ganado en intensidad en las últimas semanas, con las revelaciones y el pago de sobornos por parte del magnate, originados en diferentes escándalos sexuales.
El acuerdo Estados Unidos-México se entrecruza con la crisis económica y política norteamericana y la transición convulsiva de la nación azteca.

Pablo Heller

Marxismo y psicoanálisis

Marxismo y Psicoanálisis son dos campos del saber distintos uno de otro, que marchan por caminos diversos. Pero, de todos modos, hay mucho más paralelismo entre ellos que divergencias.
En algún momento, hacia la década de los 60 del siglo pasado, hubo un intento serio de unificarlos, de articularlos; de allí surgió lo que en su momento se conoció como “freudomarxismo”. Más allá de las buenas intenciones, el esfuerzo no prosperó; pero ello no quita su valor. La idea de unir dos pensamientos revolucionarios sigue estando presente. Quizá hoy día, a partir de aquella experiencia, puede verse que es imposible construir un discurso único que los integre, pero el valor de ambos pensamientos subversivos, absolutamente contestatarios, sigue vigente. Y para quien desee tener una visión crítica de la realidad, es imprescindible conocerlos en detalle.
Si bien marxismo y psicoanálisis no tratan directamente del mismo objeto, en definitiva ambos están diciendo algo similar: denuncian la alienación del sujeto humano, dando vías para su liberación. Ambos muestran con tremenda profundidad algo que está oculto, desenmascarando lo que la cotidianeidad, la pretendida normalidad oculta. “Si usted quiere, puede”, dirá el discurso oficial, tanto refiriéndose a las posibilidades de ascenso social (“el millonario es tal por su propio esfuerzo personal”) como a las de “ser feliz” (“todo es cuestión de actitud”). Marx y Freud, con fuerza demoledora, denuncian esas falacias, evidenciando otras lógicas en juego: “No es la conciencia la que determina el ser sino el ser social el que determina la conciencia”, dice el marxismo. “Nadie es dueño en su propia casa”, enseña el psicoanálisis.
El marxismo es un profundísimo pensamiento revolucionario que desmonta la verdadera estructura de las sociedades de clase, mostrando que el trabajo es el único generador de riqueza, y que la explotación del trabajo de una clase por otra (de la clase propietaria de los medios de producción –tierras, industrias, dinero–, por tanto explotadora) es el resorte que permite su acumulación y poder, habiendo en todo ello una injusticia de base (la riqueza no es natural, la crea el ser humano, y en una sociedad de clases, se distribuye muy desigualmente). Solo a través de una revolución político-social-económica y cultural, las clases explotadas podrán liberarse del yugo. Estudia toda la historia humana, pero básicamente el sistema capitalista.
El Psicoanálisis es también un profundísimo pensamiento revolucionario que muestra que la conciencia, la razón, el Yo o la voluntad (como se las quiera llamar), son solo una parte constitutiva del fenómeno humano, y que no explican toda su complejidad. Las “rarezas” humanas son parte definitoria de la llamada normalidad, pudiéndose así entender el comportamiento en una clave más compleja que “sanos” y “enfermos”. Abre una nueva perspectiva ética, poniendo el énfasis en el terror que mantenemos en tanto seres finitos, incompletos, lo cual se evidencia en los interminables “rollos” que nos muestran la sexualidad y el poder. El límite aterra. El Psicoanálisis es liberador.
Si bien hablan de campos distintos, ambas teorías presentan la posibilidad de revolucionar lo humano, rompiendo ataduras, instaurando nuevos modelos de relacionamiento.
¿Por qué un psicólogo debe estudiarlos? Porque un psicólogo es un ser social (¡imposible ser de otra manera!), por tanto ubicado históricamente, comprometido con su mundo, quiera que no (la apoliticidad no existe). Y al ser un sujeto social, que sufre las penurias de la sociedad en que vive (70% del gremio NO vive de su profesión) debe entender por qué pasa lo que pasa.
¿Por qué sufrimos? ¿Por qué deseamos? ¿Por qué la sexualidad es nuestro talón de Aquiles? ¿Por qué el poder fascina? ¿Qué hacer con todo esto? Las respuestas a todo ello las provee el Psicoanálisis.
¿Por qué hay diferencias económico-sociales en el mundo? ¿Por qué nos reprimen cuando protestamos contra las injusticias sociales? ¿Cómo trabajar contras esas asimetrías? Las respuestas a todo esto las provee el marxismo.
¿Por qué la salud mental es el pariente pobre del campo de la salud? ¿Por qué hay tanto estigma con nuestro ámbito de trabajo? (“locura”) ¿Por qué persiste esa incorrecta (más bien nefasta) división entre Psicología Social (¿quizá marxista?) y Psicología individual (¿Psicoanálisis? ¿Habría que agregar “caro y para gente pudiente”?) ¿Por qué en la formación académica de los psicólogos se estudia tan recurrentemente un manual de Psiquiatría y no tanto textos de pensamiento político-social o filosófico, obras humanísticas, artísticas? ¿Por qué al padre de la Psicología moderna, ese médico vienés que revolucionó el campo del saber, se lo conoce (mal) solo por Wikipedia?
Es común decir de ambos pensamientos que “están pasados de moda”, que “fueron superados”, que “son elucubraciones afiebradas de mentes enfermizas del siglo pasado, y que hoy esas teorías perdieron vigencia”. En otros términos: que están muertos. Pero, ¡curioso cadáver el del marxismo y el del psicoanálisis!, porque hay que estar sepultándolos continuamente. A los muertos se les entierra una sola vez; con eso es suficiente. Si la inhumación debe repetirse continuamente, eso algo indica. ¿Ladran Sancho?, como dicen que dijo el Quijote. Ladran Sancho… señal que cabalgamos. Y no solo cabalgan: es un galope furioso, indetenible.
Sin dudas, el sistema se encarga cotidianamente de tratar de “domesticar” cualquier pensamiento díscolo, contestatario, alternativo. La salud mental se atiende, básicamente, con estas recetas del “si usted quiere, puede”. O con medicación psiquiátrica. Y los conflictos sociales, ahora son abordadas ya con Marx en la mano, sino con Marc’s: métodos alternativos de resolución de conflictos. Pero… ¿se resuelven los conflictos de clase –explotadores y explotados– con una negociación “seria”? No parece, pues cuando las cosas se ponen al rojo vivo, salen a relucir las bayonetas.
Todo lo cual lleva a preguntarnos si lo que evidencian marxismo y psicoanálisis (la alienación del sujeto humano) realmente terminó. ¡Y es más que evidente que no!
Estudiar marxismo y Psicoanálisis es una forma de sentar bases para empezar a concebir de otra forma la práctica: ¿cómo entender la salud pública? ¿Cuál es el lugar del psicólogo? ¿En qué medida puede el gremio de trabajadores de la salud mental contribuir a un cambio social?

Marcelo Colussi

Oponer la palabra al silencio

Sanando heridas de la violencia

Durante la última sangrienta dictadura militar en Argentina, cuando arreciaban las protestas por las desapariciones, el gobierno de turno promovió una infame campaña publicitaria en los medios audiovisuales. La misma consistía en mostrar diversas imágenes asociadas a ruidos enloquecedores: un martillo hidráulico, un bebé llorando, una sirena de ambulancia. El efecto que las mismas lograban era de desesperación. El ruido prolongado se torna insoportable, eso no es ninguna novedad. Luego de esas imágenes, aparecía el rostro de una enfermera pidiendo silencio (ícono ya universalizado, llamando a la calma en cualquier hospital); y sobre su cara, la leyenda: “el silencio es salud”. El mensaje estaba claro: mejor callarse la boca, no hablar, no levantar la voz por los desaparecidos que día a día enlutaban el país. Era una invitación al silencio.
Desde la ciencia psicológica, desde la promoción de los derechos humanos y desde una perspectiva política crítica debemos decir exactamente lo contrario: ¡¡el silencio no es salud!! Si algo puede haber sano ante las injusticias no es, precisamente, quedarse callado. Es su antítesis: ¡¡es hablar!! En ese sentido, no hay nada más liberador que la palabra.
La violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, deja secuelas tanto físicas como psicológicas.
Si bien el concepto de “violencia” es muy amplio, en términos generales debe entendérsela como un agente externo que agrede a quien la padece. En esta perspectiva se inscribe como violencia cualquier ataque a la integridad del sujeto: desde un desastre natural o un accidente grave a la guerra, el maltrato intrafamiliar, el abuso sexual o la violencia política. Las consecuencias que trae esa agresión varían de acuerdo a la constitución personal del sujeto que la experimenta y del contexto en que se da. Pero siempre, en mayor o menor medida, un hecho violento deja marcas.
En la experiencia clínica esa afrenta se denomina “trauma”:
“Acontecimiento de la vida de un sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto para responder adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica. Ese trauma se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo en relación con la tolerancia del sujeto y su incapacidad de controlarlo”. Laplanche y Pontalis “Diccionario de Psicoanálisis”.
Muchas veces el padecimiento de un hecho violento produce un cuadro clínico específico llamado “neurosis traumática”:
“Tipo de neurosis en la que los síntomas aparecen consecutivamente a un choque emotivo, generalmente ligado a una situación en la que el sujeto ha sentido amenazada su vida”. (Ídem)
Los efectos psicológicos de la violencia son variados: puede encontrarse miedo, angustia, desorganización o desestructuración de la personalidad, sintomatología psicosomática. En algún caso puede desencadenarse una reacción psicótica.
La salud mental de un sujeto o de una comunidad es un índice particularmente significativo de su calidad de vida. Quien vive aterrado, atemorizado, quien no puede hablar de sí, de sus problemas, vive mal. Todo aquel que ha padecido ataques a su integridad arrastra una carga difícil de sobrellevar, y en muchos casos manifiesta trastornos clínicos. Diferentes investigaciones con poblaciones que estuvieron sometidas a hechos violentos (mujeres violadas, gente que vivió en guerra -como civil o como combatiente-, desplazados de sus regiones de origen, perseguidos políticos, comunidades víctimas de la discriminación étnica) dan cuenta que entre un 25 y un 50 % de sus integrantes evidencian síntomas de disfuncionalidad (lo que algunos llaman stress post-traumático). Gente que sufre, que vive mal; poblaciones completas que padecen aflicciones ligadas a un hecho traumático -y traumatizante-. Todo esto deteriora la posibilidad de desarrollo y plena realización.
Un método adecuado para devolver la salud deteriorada es propiciar la palabra ahí donde hay silencio y olvido. La palabra, en ese sentido, es liberadora.
Cuando las excitaciones se tornan inmanejables, cuando se supera la tolerancia, hay una ruptura en el equilibrio psicológico. El “aparato psíquico” (tomando la idea freudiana), cuya función es mantener la constancia del sujeto, hace síntoma, siendo éste el intento de defenderse de esa carga excesiva. Solamente rastreando el tejido que llevó a esa situación, poniendo en palabras y recuperando la historia donde aparece el “cuerpo extraño” desestabilizador, así se puede reparar el daño ocasionado a la organización psicológica. Hablar sobre el hecho traumático, desenmascararlo, recuperar la historia que quedó elidida tras él; en otros términos, buscar la verdad en el más puro sentido de los griegos clásicos: alétheia -des - ocultamiento-, ese es el método psicoterapéutico que puede ayudar a superar el trastorno ocasionado por esa conmoción.
¿Por qué la palabra es terapéutica? Al hablar, y más aún, dado cierto encuadre que favorece una situación de intimidad, el sujeto afectado puede des-ocultar, puede saber algo que, inconscientemente, prefiere ignorar. El hecho traumático es displacentero; la dinámica intrapsíquica tiende a desconocerlo para evitarse angustia. La neurosis traumática es una construcción que intenta mantener a raya la aparición de ansiedad ligada a ese hecho perturbador; pero en su intento consume una enorme cantidad de energía y desvía al sujeto de la posibilidad de gozar más plenamente su vida. La palabra que reconstruye la trama significativa en que aparece el trauma puede reencauzar esa energía destinada a olvidarlo (olvido que es siempre parcial: lo reprimido retorna como síntoma). Así, hablando, se accede a una verdad que, aunque dolorosa, posiciona más sanamente al sujeto.
La experiencia clínica del trabajo con diversas poblaciones víctimas de algún tipo de violencia enseña que el grupo de pares, de aquellos que sufrieron el mismo padecimiento, es una instancia muy adecuada para desarrollar un abordaje terapéutico. Gente que se une por un problema en común, que busca una respuesta a ese hecho violento compartido; grupo de autoayuda se lo llama. Gente que hablando sobre su historia, sobre un hecho que los marcó particularmente, puede encontrar alternativas sanas para seguir viviendo.
La violencia política deja profundas y muy especiales marcas en quien la padece; tenemos ahí víctimas que no encuentran explicación lógica al por qué un día su vida se vio conmocionada de una forma atroz. La salud mental está estrechamente vinculada a los procesos sociales y organizativos de la comunidad.
Pasado ya el hecho traumático, la mejor manera en que quien lo sufrió puede recomponer su salud afectada es iniciando un proceso de revisión y recuperación de su historia dormida. La comunidad juega un papel decisivo en esto. La salud mental, así entendida, no es un campo de acción específico de especialistas -sin dejar de reconocer que los técnicos tienen mucho que aportar al respecto-. Es, ante todo, un derecho humano de la población. No puede haber salud mental, óptima calidad de vida, mientras la gente no pueda decir qué pasó.

Marcelo Colussi

“Hay una verdadera división en el Partido Demócrata, entre la base y los líderes”

Filósofo, politólogo, historiador y activista, Chomsky es una referencia de la izquierda estadounidense

En esta entrevista en la Universidad de Arizona en Tucson (Arizona), me senté con el laureado profesor Noam Chomsky para debatir sobre política electoral, las perspectivas para los progresistas en las futuras primarias, y las dificultades a las que se enfrentan los candidatos con su aparato interno del partido, los medios de comunicación y sus rivales adinerados, así como para explorar complicadas políticas y posiciones internacionales.
Chomsky pondera las réplicas de la campaña de Sanders así como el problemático asunto del BDS [la campaña anti-israelí Boicot, Desinversión y Sanciones] y cómo los progresistas y los terceros partidos pueden reorganizar y readaptar las posiciones de pensamiento avanzado para volver a centrarse en las elecciones futuras.

*
La “ola azul” [buenos resultados para el Partido Demócrata] parecía una oportunidad para que el ala progresista del Partido Demócrata la aprovechara y se uniera con socialistas y verdes. Para gran deleite de los medios corporativos, los progresistas encontraron recientemente varios reveses y obstáculos en las primarias, aunque quería preguntarte sobre los candidatos socialdemócratas o de estilo New Deal que están surgiendo de cara a las próximas elecciones, como Alexandria Ocasio-Cortez y Julia Salazar en Nueva York, así como sobre un conjunto de otros progresistas como Jasmine Robinson y Zephyr Teachout que también me vienen a la mente.
¿Ves un potencial eclipse a largo plazo, de algún tipo, de la política orientada a la clase de los donantes con estos candidatos, especialmente si los terceros partidos se unen en el apoyo a las candidaturas, o a candidaturas similares, y viceversa?
Es toda una batalla. No estamos tratando una cuestión pequeña. Es prácticamente toda la historia política estadounidense. Esto se remonta hasta recordar a Mark Hanna, que fue el gran organizador de campañas durante finales del siglo XIX. En 1895 le preguntaron: “¿Cuáles son las cosas más importantes para una campaña política?”. Él dijo: “Hay dos cosas. La primera es el dinero, y me he olvidado de cuál era la segunda”. Era 1895. Así que esto está profundamente arraigado. Has visto el trabajo de Tom Ferguson al respecto. No es sólo la Casa Blanca; también el Congreso. De hecho, no sé si viste el estudio de Tom sobre las elecciones de 2016, un estudio muy importante, que muestra y detalla que en las últimas dos semanas de la campaña la élite republicana, a la que no le gustaba Trump, se dio cuenta de que podía darse una gran ola demócrata —lo cual ciertamente no querían—.
En las últimas dos semanas de la campaña, hubo una enorme riada de dinero tanto para la presidencia como para el Congreso y dijo que, si lo comparabas con las actitudes de voto, como de costumbre, estas cambiaron al lado de la financiación de campaña de la publicidad negativa. Y, de hecho, eso es lo que hizo virar las elecciones tanto al Congreso como a la Casa Blanca. No fue sólo Trump, también fue el Congreso. Así que es otro triunfo del gasto en campañas. Esto es 2016, y no está muy lejos de 1895.
Lo increíble de 2016 fue la campaña de Sanders. Es la primera vez en la historia de EE UU que un candidato probablemente podía haber ganado si no hubiera sido por los dirigentes del partido que le excluyeron, sin financiación del sector empresarial, y sin financiación de los ricos, y sin apoyo mediático.
Así que es un auténtico paso adelante. Pero llevar a cabo un eclipse potencial de la “clase de los donantes” va a ser realmente duro porque también va a haber un esfuerzo movilizado por parte de toda la clase capitalista, republicana y demócrata, para impedir que ocurra. De hecho, si Sanders hubiera competido, creo que habría sido masacrado por la propaganda, y habría habido propaganda masiva sobre este judío, ateo, comunista que quiere traer a los inmigrantes para matar a todo el mundo.
Es parecido a lo que se ve con Jeremy Corbyn. Tanto los tories como el Partido Laborista —los parlamentarios laboristas, los tipos de Blair, los medios como The Guardian— están todos intentando destruirle. Estos últimos ataques contra él por antisemitismo son simplemente una locura, pero harán cualquier cosa para destruir sus opciones porque él está intentando crear un partido político en el que la gente pueda de verdad participar; no sólo los tipos ricos y poderosos que te dicen lo que hacer, y eso es intolerable. Así que pienso que quizás va a ser una dura lucha.
Leí tu comentario sobre los progresistas e Israel. Señalas que el que una vez fue el favorito de los estadounidenses progresistas, Israel, está ahora pasando a apoyar regímenes de derecha, perdiendo el Partido Demócrata. ¿Crea esto una posibilidad para que los socialdemócratas y su apoyo superficial de algo como BDS se mueva hacia una posición de defensa real de los palestinos, desde tu punto de vista? ¿Es posible que incluso los demócratas dominantes puedan acercarse a apoyar políticas que muestren auténtica preocupación por los derechos palestinos, ya que todos los grupos parecen moverse hacia la izquierda en este asunto?
No es sólo la izquierda. Tomemos a la Iglesia presbiteriana; eso no está en la izquierda. Tomaron una posición muy fuerte sobre el boicot y sobre la desinversión —no hay sanciones. es realmente ‘BD’, no BDS— pero lo hicieron de forma que es efectivo. Se concentraron en los territorios ocupados y en las multinacionales estadounidenses que participan en los territorios ocupados.
El movimiento BDS simplemente no puede pensar. Están actuando de una forma que socava sus propios objetivos. Están insistiendo en centrarse en Israel, ya sabes, boicots académicos, boicots culturales. Lo puedes defender, pero no va a funcionar.
Eso apenas funcionó en Sudáfrica. En cada ocasión lleva a una reacción, que es más fuerte que el esfuerzo. Y simplemente desvía la atención desde los palestinos a asuntos irrelevantes, como la libertad académica. Tienes que empezar debatiendo sobre eso. Ése no es el problema. Pero la Iglesia presbiteriana tuvo la idea correcta, y eso no es la izquierda después de todo. Es una de las iglesias más grandes del país. Es conservadora. Pero si el movimiento BDS tuviera algún sentido, estarían siguiendo esa política y estarían haciendo cosas que no están haciendo.
Mira Sudáfrica. Justo en el momento álgido del apartheid, Howard Zinn [escritor de izquierdas estadounidense] fue a dar charlas a Ciudad del Cabo, que estuvo muy bien porque allí pudo dar charlas anti-apartheid. Lo mismo si un estadounidense fuera a dar charlas a la Universidad de Tel Aviv, ella o él sería atacado por el movimiento BDS, lo cual es una locura. De hecho, ocurrió. Fui invitado a dar una charla en la Universidad Hebrea, para un memorial para un viejo amigo que era un verdadero militante por los derechos palestinos, como su hija, que lo organizó. Él había hecho mucho más que lo que cualquier persona en BDS nunca hizo.
Así, por ejemplo, podrías defender sólidamente que toda la ayuda militar estadounidense a Israel está violando la ley estadounidense. Mira la Enmienda Leahy, que es ley estadounidense. Dice que no puedes dar nada de ayuda militar a unidades u organizaciones militares que estén involucradas en abusos sistemáticos contra los derechos humanos, y en el caso de las Fuerzas de Defensa Israelí ha sido abrumador.
En realidad, se le ha preguntado sobre esto a Leahy, y él dice: “Bueno, ya sabes, puede ser”. Pero Amnistía Internacional lo está impulsando, Human Rights Watch lo está impulsando, pero no el movimiento BDS. Están tan decididos a hacer algo que incomodará a los israelíes que no están pensando en cómo usar las oportunidades.
Pero creo que lo que sugieres es perfectamente posible, y no será sólo los Socialistas Democráticos. Hay mucha gente en el país que no ve ningún sentido en dar ayuda militar a otros países en absoluto. ¿Por qué deberíamos dársela a Israel? Hablo de un país que espía a Estados Unidos, con agentes como Jonathan Pollard [espía israelí convicto en EE UU]. Comandantes estadounidenses han afirmado que acciones israelíes dañan a tropas estadounidenses. Juega con eso un tiempo, como aquí en Arizona, por ejemplo. Así que hay muchas posibilidades.
Es muy interesante la esperanza de que demócratas electos se fusionen con un pensamiento y acción más progresistas. El tipo que acaba de salir de mi despacho era un tipo interesante. Estuvo en la Inteligencia de EE UU durante cerca de 20 años —totalmente beligerante contra Iraq y Afganistán—, resulta que es puertorriqueño. Está muy molesto por el hecho de que los puertorriqueños no pueden conseguir a Sanders u Ocasio-Cortez para defender algo tan sencillo como permitir que los puertorriqueños voten. Pero eso vuelve a tu primera pregunta sobre la política orientada a los donantes.
Interesante. Estos candidatos del tipo DSA [Socialistas Democráticos de América, por sus siglas en inglés] que salen a la luz, ¿qué te parecen?
Es prometedor, pero me gustaría ver a Sanders salir más a decir que Trump tiene razón en determinadas posiciones internacionales. Creo que sería crucificado por la prensa. Quizá sea mejor para él no decirlo, pero estaría bien crear conciencia pública en la medida en que si lo dijera, sería bienvenido. ¿Por qué dejar a Rand Paul —un auténtico lunático— decir, sí, hace bien en reducir las tensiones con Rusia?
Paul está en Moscú ahora mismo. Dio una charla con algún funcionario ruso en la que estuvo perfectamente sensato. Y, por supuesto, se le ha vapuleado por ello. Ridiculizado. Ni siquiera se molestan en criticarle, simplemente le ridiculizan.
Sé que Ocasio-Cortez en su reciente carrera hacia el cargo estaba mostrando puntos de vista bastante dominantes sobre la política en Oriente Medio y al Partido Demócrata, a algunos de sus elementos, especialmente al sector derechista, tristemente ni siquiera les gustó el tono moderado. Esperaba que este ablandamiento sobre Israel para el Partido Demócrata fuera una oportunidad para extender ese aspecto de la política internacional, y hacerlo más progresista.
Entre la base popular, sí, pero tienes que tratar con los medios. Tienes que tratar con toda la máquina de propaganda. Si estos candidatos dijeran algo, tienes que tratar con el aparato del Partido Demócrata, y ellos no tolerarán ninguna crítica. Hay una verdadera división en el Partido Demócrata, entre la base y los líderes. DSA está recorriendo un camino difícil. Odio criticarles demasiado pero, por supuesto, me gustaría que lo dijeran. También puedo entender por qué ellos pueden no querer presionar más a la izquierda.
¿Qué opinas sobre el Partido Verde o la viabilidad de los terceros partidos progresistas y sus perspectivas en la política electoral en el futuro próximo?
En el sistema político altamente regresivo de Estados Unidos, las probabilidades están en contra de los partidos independientes. No obstante, un partido como los Verdes tiene una oportunidad a nivel local y quizá algún día incluso a nivel estatal, y con la fusión del voto, pueden tener éxito incluso más allá. Y la presencia misma de los Verdes —no cada cuatro años, sino de forma continua— puede cambiar el carácter de la conciencia pública en formas que pueden tener un impacto muy positivo.

Daniel Falcone
Counterpunch

miércoles, agosto 29, 2018

Josep Fontana: “La revolución vio nacer el poder de los soviets”



Muere a los 86 años el historiador catalán Josep Fontana. Compartimos una entrevista que le realizamos con ocasión del centenario de la Revolución rusa.

Compartimos esta entrevista a Josep Fontana realizada en marzo de 2017.

* * *

Fontana es catedrático emérito de Historia de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y autor de más de una decena de libros. El intelectual catalán acaba de publicar, a los 84 años, un libro dedicado a analizar el impacto que de Revolución Rusa en la historia de los últimos cien años.
“El siglo de la Revolución” recorre los principales acontecimientos mundiales desde la guerra de 1914, la Revolución de octubre, el contagio de los Consejos obreros hacia Europa y su derrota -debida fundamentalmente al papel de la socialdemocracia-, el ascenso del fascismo, la crisis de los años 30 y la represión del estalinismo. En sus páginas se encadenan, a través de un relato ágil, los sucesos que llevan a la Segunda Guerra Mundial, el período de entreguerras, los vientos de cambio del mayo francés y, finalmente, el gran reflujo de la lucha de clases con el auge del neoliberalismo.
A diferencia de la historiografía liberal que demoniza la Revolución rusa, Josep Fontana propone “recuperar la historia de aquella gran esperanza frustrada en su dimensión más global, que encierra también nuestras luchas sociales.”
A propósito de la publicación de su último libro, lo entrevistamos y nos responde desde su casa en Cataluña.
En su último libro, El siglo de la Revolución, señala que la Revolución rusa de 1917 ha marcado la trayectoria de los cien años siguientes. ¿En qué sentido ha sido así y por qué?
Lo que trato de explicar es hasta qué punto el miedo, no tanto al nuevo estado soviético como a la expansión de las ideas del comunismo, marcó la evolución política del mundo a lo largo de estos cien años, combinando la represión con el “reformismo del miedo”, al cual debimos conquistas como el “estado del bienestar”. Hasta que la desaparición de este miedo, hacia 1975, inició el reflujo que nos ha llevado a la actual situación caracterizada por una desigualdad creciente.
La derrota de la Comuna de París en 1871 marcó un reflujo de la lucha de clases y un rumbo reformista para la socialdemocracia, que renunció a la revolución como vía de transformación social. Usted señala que la Revolución rusa marca una trayectoria opuesta, un nuevo modelo de praxis revolucionaria. ¿Qué herramientas y estrategias claves aporta esa experiencia?
La revolución rusa empezó en febrero de 1917 de una forma que nadie había previsto. Con los dirigentes revolucionarios en Siberia o en el exilio, una huelga de obreras de las fábricas textiles desencadenó un movimiento que acabó con la monarquía y vio nacer el poder de los soviets o consejos de trabajadores, soldados y marineros. Eran unas condiciones nuevas, que Lenin pensó que podían permitir que se iniciase un proceso como el que Marx había previsto en la “Crítica al programa de Gotha” de 1875, en que desautorizaba el modelo evolutivo y reformista que proponían los partidos socialdemócratas.
La historiografía liberal sostiene la tesis de que la Revolución Rusa no fue una revolución, sino un golpe de estado minoritario. Usted, en cambio, sostiene que fue un proceso social profundo, basado en las demandas de obreros y campesinos. ¿Puede señalar algunas cuestiones centrales que desmienten las tesis liberales sobre la Revolución de 1917?
La toma del Palacio de Invierno en octubre de 1917 hubiera quedado en una mera anécdota si la revolución no hubiese tenido desde el primer momento el apoyo, no solo de los obreros, sino también de los soldados, los marineros y, sobre todo, de los campesinos.
Richard Pipes, el ex asesor de la CIA en tiempos de Reagan, dice en una entrevista publicada en España hace unos días que “La Revolución Rusa fue uno de los sucesos más trágicos del siglo XX. No hubo absolutamente nada positivo ni grandioso en aquel acontecimiento. Entre otras cosas, arrastró a la humanidad a la II Guerra Mundial.” ¿Qué respuesta merece esta afirmación?
Pipes no sólo era un asesor, sino que dirigía el “team B” que pretendía corregir las deficiencias de la CIA. Las delirantes previsiones de Pipes, que suponía que la economía de la URSS estaba creciendo a un ritmo acelerado, cuando había iniciado su decadencia, y que Moscú se estaba preparando para realizar un ataque nuclear a los Estados Unidos, valiéndose de nuevas armas de una fantástica potencia fueron rápidamente desautorizadas. Lo que cuesta entender es que alguien recurriese a este personaje en 2017 como una autoridad historiográfica en este campo.
En Rusia, las verdaderas dificultades no estuvieron en el momento de la Revolución y la toma el poder, sino que comenzaron después, con la guerra civil. La gran pregunta es: ¿cómo resistieron los bolcheviques y cómo logró perdurar la revolución?
La guerra civil se ganó con el apoyo del nuevo ejército rojo, pero también, y yo diría que, ante todo, con el de los millones de campesinos que no estaban dispuestos a volver atrás, devolviendo sus tierras y su libertad a los señores. Reconstruir una economía destruida por estos años terribles obligó a empezar de nuevo la construcción de la nueva sociedad, en condiciones mucho más difíciles de las que existían a fines de 1917, cuando Lenin pensaba que se podía avanzar en unos pocos meses. Era un nuevo comienzo y exigía un nuevo programa.
¿Había posibilidades reales de que la Revolución se expandiera a Europa? ¿Qué papel jugaron los partidos socialdemócratas?
Parece claro que Lenin era demasiado optimista cuando en abril de 1917 dijo en la estación de Finlandia: “Esta guerra entre piratas imperialistas es el comienzo de una guerra civil en toda Europa. Uno de estos días la totalidad del capitalismo europeo se vendrá abajo. La revolución rusa que vosotros habéis llevado a cabo ha preparado el camino y ha inaugurado una nueva época”. Tan solo en Alemania pareció que era posible repetir algo semejante; pero la alianza del Partido socialdemócrata con el ejército lo hizo imposible.
Usted afirma, basado en nuevos documentos desclasificados en los últimos años, que entre 1936 y 1939 fueron fusiladas en la URSS alrededor de 700.000 personas por el estalinismo. ¿Cómo fue ese período y qué consecuencias tuvo para el curso de la Revolución?
Es posible que la revolución se hubiese podido salvar por la vía que proponía Bujarin, prolongando la NEP y desarrollando los programas de planificación que se estaban preparando en los años veinte. Pero Stalin optó por la industrialización forzada, que exigió desde el primer momento el uso de la violencia y que condujo a despilfarrar los recursos de la economía campesina. La nueva oleada de represión de 1936 a 1939 surgió de un miedo irracional a los enemigos que se suponía que amenazaban la continuidad del estado soviético. Una de sus consecuencias fue que los recursos se destinaran ante todo a consolidar y reforzar el estado, en lugar de a desarrollar la transformación de la sociedad.
A 100 años de la Revolución Rusa, ¿qué legado piensa que es importante retomar para las nuevas generaciones?
En la medida en que el ejemplo de la revolución rusa alimentó en todo el mundo las esperanzas de millones de hombres y mujeres que aspiraban a establecer sociedades más igualitarias y democráticas, pienso que hay que valorar lo que significó a escala global. Sin ese impulso no se hubiesen conseguido grandes conquistas como la descolonización de África o la eliminación de la pobreza y el hambre en China. Ni otras, menores si se quiere, pero significativas, que se lograron en muchos países. Por poner un solo ejemplo local: sin la fuerza que Comisiones Obreras habían alcanzado a la muerte de Franco, sus sucesores no se hubiesen visto obligados a pactar una transición a un régimen formalmente democrático. En momentos de retroceso social como el presente pienso que la lección que habría que retener es que, ante los grandes problemas, cuando el reformismo es insuficiente, es necesario aspirar a cambiar el mundo.

Josefina L. Martínez

Miles de fascistas salen a cazar inmigrantes y militantes de izquierda en Alemania



En la ciudad alemana de Chemnitz, en la región de Sajonia, cerca de 1.000 neonazis marcharon el domingo por el centro de la ciudad para cazar inmigrantes. Aprovecharon el asesinato de un hombre de 35 años en la noche del domingo. El lunes por la noche hubo otra gran manifestación de ultraderecha con varios miles de participantes, en la que fueron nuevamente atacados izquierdistas y periodistas.

Tras el homicidio de un hombre de 35 años de edad en la ciudad de Chemnitz este fin de semana, unos 1.000 neonazis se movilizaron el domingo por el centro de la ciudad. Durante la marcha atacaron a migrantes, hiriendo varias personas.
Según la policía, los presuntos autores del homicidio proceden de Siria e Iraq. A partir de esto, la ultraderecha convocó por las redes sociales a movilizarse para mostrar "a los extranjeros quién manda aquí". La derecha está instrumentalizando este asesinato para llevar su propaganda contra los refugiados a las calles.
Los violentos disturbios en Chemnitz continuaron el lunes por la noche. Unos 1.500 activistas de izquierda se habían movilizado en contra de la propaganda y la movilización racista. Cerca de 5.000 militantes de ultraderecha los atacaron, agrediendo a manifestantes y periodistas.
Durante la manifestación, pequeños grupos de fascitas se separaron repetidamente de la manifestación porque la policía "no pudo" controlar la marcha. Por ataques de los neonazis con fuegos artificiales y otros objetos, varios manifestantes antifascistas resultaron heridos y tuvieron que ser llevados al hospital.
En Chemnitz, se movilizó todo el espectro de la extrema derecha, desde los populistas de derecha de "Alternativa por Alemania" (AfD), hasta diversos grupos neonazis y hooligans de otras ciudades de Sajonia. Esto demuestra una vez más que la AfD ahora se superpone con grupos fascistas en las calles y podría convertirse en el brazo parlamentario de este movimiento. En las elecciones generales del año pasado la AfD se alzó en esta parte del país con un 22%, casi diez puntos más que la media nacional (12,6 %).
Su diputado nacional Markus Frohmeier incluso defendió esta cacería en Twitter y llamó a la fundación de milicias de "defensa ciudadana" fascistas. Durante la manifestación se mostraron repetidamente saludos fascistas. Para el domingo, los periodistas locales y los manifestantes hablaron del estado de ánimo en el lugar como "parecido a un pogrom", en referencia a los ataques masivos contra minorías étnicas o religiosas que se hicieron famosos en la Rusia zarista sobre todo contra los judíos.
La policía, con total descaro, afirmó estar "abrumada" por la situación. El Gobierno de la canciller Angela Merkel calificó los ataques neonazis como una "intolerable incitación xenófoba". El portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, condenó cualquier tipo de "acoso" contra extranjeros y declaró que "en Alemania no hay espacio para tomarse la justicia por su mano, para grupos que quieren propagar el odio en las calles, para la intolerancia y para el extremismo". Todas declaraciones hipócritas cuando la política de estado sobre la cuestión migratoria viene fomentando la xenofobia y estigmatizando la inmigración que ellos mismos provocan con su orientación guerrerista en Medio Oriente y otras regiones.
En el pogrom de 1992 en el barrio de Lichtenhagen, Rostock (ex Alemania Oriental), la policía también afirmó verse superada por la situación. En este entonces, había dejado que la chuzma xenófoba atacara a los migrantes, prendiendo fuego a sus casas, en muchos casos con la gente dentro. En cambio, habían impedido que los antifascistas llegaran a los lugares atacados y protegieran a los migrantes.
En aquel momento, la "Casa de Girasol" en Rostock Lichtenhagen, que era el destino del pogrom, estaba ocupada principalmente por inmigrantes vietnamitas que trabajaban con salarios bajos y malas condiciones de trabajo en las fábricas de Rostock.
Es urgente fortalecer la movilización en las calles contra la ultraderecha e impulsar la unidad de la clase trabajadora local e inmigrante en cada fábrica, escuela, barrio o lugar de trabajo, para dirigir la indignación contra nuestros verdaderos enemigos, los capitalistas y sus políticos a sueldo.

Robert Müller

Atacará Colombia

1 El Colombia -no el pueblo colombiano sino el poder de la oligarquía de ese país- ha adoptado en los últimos años una política destinada a convertirla en una especie de satélite privilegiado de los Estados Unidos en la región. Es una política que tiene expresión económica, consistente en colocarla bajo el paraguas del poderoso vecino del norte. Las cifras lo confirman. Como también las conexiones financieras que han proliferado con el correr del tiempo y que cada vez son más sólidas. Pero lo que más llama la atención en esa relación es el énfasis que las partes colocan en el aspecto militar. Es lo que algunos analistas llaman "la inserción de Colombia como país belicista en el escenario latinoamericano y caribeño", al convertirse, por ejemplo, en "socio global" de la Otan y todo cuanto significa haber dado este paso.

2 Por una parte está un aspecto poco divulgado sobre algunas actuaciones del organismo, y de los intereses que guían a sus socios principales -EEUU y Unión Europea-, como es la recluta de mercenarios con experiencia en la lucha anti subversiva y participación en misiones guerreristas que despliega la Otan en el mundo. Esto está ligado al propósito de los Estados Unidos de volver a ganar posicionamiento en la región suramericana con el visto bueno de dóciles líderes políticos del continente.

3 El ingreso de Colombia en la Otan confirma que son los altos mandos militares de EEUU quienes terminan dictando la agenda en asuntos de seguridad y defensa en Latinoamérica. Hay que tomar en cuenta, además, que la cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos va más allá de coaliciones como la Otan, ya que incluye el Plan Colombia y la instalación de numerosas bases militares. Colombia ocupa el segundo lugar en el ranking de los Ejércitos más potentes de América Latina y el 40 en el mundo, por encima de Venezuela, que en el global se ubica en el puesto 52 .Todos los sistemas operativos, comunicaciones, defensa aérea, helicópteros, drones, radares, operaciones especiales y hasta raciones de comidas y municiones, están adaptados, o en proceso de serlo, a los parámetro y sistema de la Otan. El presupuesto total de defensa de Colombia es de US$ 2.145.000.000, su personal militar total son 511.550 efectivos. Tiene un potencial total de 450 aeronaves. Colombia no tiene tanques, pero tiene 1.345 vehículos blindados de combate. Sus activos navales totales son 234 unidades. No tiene portaaviones, pero tiene 11 submarinos. Según Globalfirepower, Colombia cuenta con un amplio potencial de hombres en armas y el ejército más grande de la región después de Brasil. Las fuerzas especiales de Colombia, brigadas de paracaidistas, lanceros y comandos de jungla, están entre las mejores del mundo. Colombia posee la mayor flota de helicópteros de América Latina. Muchos artillados y con misiles de Israel que pudieran detectar y aniquilar tanques.

4 Colombia es un país superarmado, con alianzas militares y apoyos poderosos. Dispone de personal militar calificado y con amplia experiencia. Además, su dirección tiene una política con visión militar, armada, estimulada por potencias como los EEUU, países europeos y los israelitas. Su liderazgo civil maneja opciones militares. Los mensajes de líderes como Uribe, Santos y Duque son del mismo corte. Su tono no varía. En lo que sistemáticamente afirman priva la obsesión antivenezolana. Venezuela es el "enemigo" al que hay que derrotar en el terreno que sea y al costo que sea. Hay que acabar con el proceso bolivariano y con el gobierno de Maduro, es algo siempre presente en sus objetivos. Desmontar la República bolivariana y garantizarse el control de la gran riqueza que existe en su territorio.

5 ¿Para qué se prepara militarmente la Colombia uribista, santista y duquesista, si ya no hay en su territorio frentes guerrilleros? Por el lenguaje que utilizan sus dirigentes y por la carrera armamentista que adelanta en forma solapada, lo hace para intentar una aventura. Así lo consideran observadores en Venezuela y en Latinoamérica. Una aventura contra Venezuela. Una agresión bélica, y no una política de paz y diálogo. Ésta es la que práctica Venezuela con sinceridad. Pero no hay que desdeñar hipótesis cuando el telón de fondo de la situación y la actitud del vecino presagia tortuosos y lamentables desenlaces. Por las palabras y las armas que posee el poder oligárquico colombiano es que hay que juzgar sus decisiones. Porque de que trama algo lo trama. No hay duda. Por eso la importancia de estar alertas, de fortalecer la alianza Pueblo-Fanb, de rodear a la institución castrense y prepararnos para hacer frente a cualquier eventualidad. El viejo dicho militar de que guerra avisada no mata soldado está plenamente vigente.

José Vicente Rangel
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martes, agosto 28, 2018

Irlanda, una gira de pesadilla para el Papa



“La Iglesia protege pedófilos”, denuncia uno de los carteles que se vieron en las protestas que recibieron al Papa en Dublin

Este fin de semana el Papa Francisco visitó la Isla Esmeralda en un contexto de enorme repudio por los escandalosos casos de abuso por parte de curas a menores y adultos en el Estado de Pensilvania, Estados Unidos, y otros casos de similar aberración en el resto del mundo. En Irlanda en particular, a los abusos se suman la denuncia probada de robo de bebés a madres solteras que se encontraban en situación de esclavitud en instituciones de la Iglesia. Los bebés eran expropiados de sus madres y vendidos, mayormente a parejas estadounidenses.
Irlanda supo ser la cuna del catolicismo mundial por el enorme peso social que tenía la Iglesia católica. Luego de la hambruna de 1840 que mató a más de un millón de irlandeses y provocó la emigración de otro millón, la Iglesia se apoyó sobre la miseria y penuria del pueblo irlandés para instalarse en su vida cotidiana. Tan profunda fue su estructuración en la Isla que fue, en el imaginario popular, un elemento de resistencia contra la Inglaterra protestante que hasta el día de hoy controla parte de Irlanda.
La Iglesia gobernó durante décadas la vida social de los irlandeses con una autoridad total. Luego de que se derrumbaran las anchas paredes de sus instituciones y empezara a aflorar la verdad sobre el terror de los abusos, el robo de bebés, la esclavitud a la que sometían a internas, etc., Irlanda comenzó un largo proceso de secularización sobre la base de un repudio a las formas de vejación a las que fue sometido su pueblo de la mano de la Iglesia católica. De hecho, se transformó en el primer país europeo en legalizar el matrimonio igualitario por consenso popular (2015) y este último mayo votó masivamente para eliminar la prohibición al aborto de su Constitución.
Los números hablan por sí solos acerca de la pérdida de autoridad de la Iglesia en Irlanda. La cantidad de gente movilizada fue muy inferior respecto a la que recibió en 1979 a Juan Pablo II, y abundaron las manifestaciones artísticas y callejeras en repudio a su presencia en la Isla.
En su discurso, el Papa reconoció lo que es evidente a los ojos de todos los irlandeses y de todo el mundo; que la Iglesia cometió “crímenes repugnantes” y pidió esfuerzos para adoptar normas severas para que no se vuelvan a repetir. El cinismo de su discurso se repite en cada una de sus declaraciones, todas terminan aseverando que “los culpables” serán sentenciados a una vida de… oración y penitencia. Al Papa Francisco le falta reírse abiertamente en la cara todas las víctimas de abuso, a quienes les “presta su oído” pero no les ofrece la verdad de todas las denuncias que duermen en los tenebrosos archivos del Vaticano.
Activistas como Colm O' Gorman, víctima de abusos sexuales cometidos por la iglesia, ha denunciado nuevamente que el Papa Francisco tuvo la oportunidad de hablar claro y decirle la verdad a la gente de Irlanda pero, en su lugar, “desvió la atención extraordinariamente”.
La gira del Papa por Irlanda dejó a los sobrevivientes de los crímenes que cometió la Iglesia sin ninguna respuesta. Las víctimas exigen resarcimiento y que los responsables sean juzgados por la justicia penal. El Papa, que asumió en el cuadro de un enorme desprestigio y crisis de la Iglesia por las denuncias de corrupción y abusos (Vatileaks), no ha podido sacar a la institución de su lodazal.
Por si todo esto fuera poco, en una rueda de prensa, un periodista le preguntó al Papa Francisco qué les diría a los padres que detecten orientaciones homosexuales en sus hijos. Luego de decir que ignorar “a su hijo o hija con tendencias homosexuales es un defecto de paternidad o de maternidad”, él aconsejó que "Cuando eso se manifiesta desde la infancia, hay muchas cosas por hacer por medio de la psiquiatría, para ver cómo son las cosas”. Es notable: el jefe máximo de la institución en la que se desenvuelve la red más grande de abusadores y pedófilos llama a los homosexuales a ir al psiquiatra.
El Papa Francisco, encubridor de curas abusadores y pedófilos, insiste con imponer una moral retrógrada y aberrante, poniendo el dedo acusador en quienes eligen libremente su sexualidad. La frutilla en la torta que falta para demostrar que el carácter reaccionario y oscurantista de esta institución, no tiene posibilidad de reforma. El abuso, la esclavitud, la lucha contra los derechos de las mujeres y los derechos sexuales de las personas son parte constitutiva de una institución cuya razón de existir en la actualidad, es garantizar que las grandes masas sufran, con la cabeza gacha, la miseria y la explotación que impone este sistema capitalista.

María Chuli

Chile: precarización laboral y represión



Multitudinarias movilizaciones se registran en Chile contra las nuevas medidas de precarización laboral tomadas por el gobierno de Sebastián Piñera. El jueves 23, una de esas movilizaciones fue reprimida de manera especialmente brutal por los Carabineros.

El gobierno impulsa un llamado Estatuto Laboral Juvenil que da fuerza de ley al empleo en negro y a los contratos basura, además de extenderlos y transformarlos en norma para la juventud trabajadora. Por otra parte, la nueva norma producirá despidos en masa entre los trabajadores de mayor edad, que trabajan bajo los viejos contratos, para reemplazarlos por jóvenes precarizados y tercerizados.
El jueves 23, una marcha convocada por confederaciones estudiantiles —secundarios y universitarios— además de sindicatos docentes, fue reprimida por Carabineros. La marcha se proponía llegar a la Casa Central de la Universidad de Chile. El gobierno, como siempre en estos casos, facilitará el empleo de jóvenes estudiantes. Sin duda será así, puesto que permite contratar jóvenes con jornadas de trabajo de hasta 10 horas, sin horas extras, cargas sociales ni indemnizaciones en caso de despidos.
Además, el Estatuto que pretende imponerse niega cualquier derecho a la sindicalización y suprime el fuero maternal, que vence automáticamente al finalizar el contrato.
Las principales consignas de la movilización estudiantil y juvenil son una jornada de trabajo de seis horas diarias y cinco días a la semana, con un salario mínimo de 450 mil pesos y contrato por tiempo indefinido, además, del derecho a la sindicalización, a la salud y la obligación patronal a los aportes correspondientes.

A.G. - Prensa Obrera