lunes, agosto 31, 2015

Brasil: El relato del Partido de los Trabajadores en el laberinto neoliberal



Desde 2014, el gobierno de Dilma Rousseff forzó la polarización estratégica entre "la izquierda" y "la derecha". Sin embargo, entre su relato progresista y su real politik neoliberal hay un abismo.

A finales de 2008, en la lujosa Galería Oeste de São Paulo se pagaban hasta 20.000 dólares por un peluche de Luiz Inácio Lula da Silva, entonces presidente de Brasil. El peluche presidencial era un deseado amuleto hype. Se podía abrazar con amor y/o odio. Se podía maltratar con fingido desprecio, pero con un fondo de respeto.
El proyecto Lula de Pelúcia (Lula de Peluche), del artista Raul Mourão, visibilizaba el principal milagro del presidente de Brasil: reconciliar emocionalmente a uno de los países más desiguales del mundo.
Antes de Lula, la única unanimidad de los brasileiros, según la irónica sabiduría de las conversaciones de los botecos (bares), era el cantante Chico Buarque. Unos años después del aterrizaje del Partido de los Trabajadores (PT) en el gobierno, la unanimidad era Lula: el presidente de andar por casa que agradó / compensó a ricos y pobres al mismo tiempo.
A pesar de escándalos de corrupción como el mensalão, apenas el 11% de los brasileros pensaban en 2008 que la gestión del presidente era mala. Lula era un icono, un mito casi intocable. "Fue un producto de marketing perfecto, masivo", afirmaba en la época Raul Mourão.
Siete años después, el Lula de peluche se ha transformado en un gigantesco muñeco inflable con ropa de presidiario, zarandeado en las manifestaciones que piden el impeachment de Dilma Rousseff. El pasado día 16, un muñeco gigantesco con el número 13-171 presidió la protesta en Brasília: 13 por el número que simboliza al PT en las urnas electrónicas, 171 por el artículo del código penal (estelionato), una jerga (171) muy usada para alguien que no es de fiar. De peluche milagroso a satírico monigote. De amuleto a ser insultando con el ramplero "171".
Lula, que hasta hace unos meses estaba en las quinielas como candidato en 2018, no se libra del derrumbe del PT. Lula está en la mira: el escándalo de corrupción del gigante de la construcción Odebrecht apunta a Lula como lobbista internacional.
Una encuesta reciente muestra que Lula perdería las elecciones contra Aécio Neves, Geraldo Alckmin o José Serra, los tres posibles candidatos del conservador Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). La situación de Dilma Roussef no tiene precedentes: apenas un 8% del país aprueba su gestión. ¿Cómo se explica el hundimiento si el PT, en alianza con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ganó las elecciones en octubre de 2014?
La crisis económica y los descomunales casos de corrupción de Petrobrás y de Oderbrecht (ambos relacionados con el PT y el gobierno) explican parte de la impopularidad de Dilma.
Los megaeventos de dudoso legado – un Mundial de fútbol y unas Olimpiadas que favorecen al establishment a costa de las arcas públicas – podrían justificar parte del desgaste. Pero hay algo más. Mucho más.
El congreso, presidido por el evangelista Eduardo Cunha (PMDB), está casi ingobernable. Cunha ha pasado de ser un fiel aliado del PT a un declarado enemigo que maniobra para causas conservadoras. Aunque acaba de ser denunciado por corrupción y puede caer, Cunha maneja el congreso a su antojo.
Algunos partidos de la base aliada del PT anuncian su ruptura. La corriente Esquerda Marxista (fundadora del PT) abandona el partido. Los movimientos populares clásicos ya critican a Dilma, aunque escenifiquen apoyo en manifestaciones concretas.
El ecosistema indignado que tomó las calles en junio apenas está participando en las protestas binarias (a favor o contra) de 2015. Y mientras tanto, el rodillo neoliberal y conservador avanza en el congreso. Y Dilma abraza la neoliberal Agenda Brasil que estudia cobrar parte del uso de la sanidad pública o transformar reservas indígenas en "tierras productivas".
Se aprueba la Ley Antiterrorista que puede llevar a manifestantes e internautas a la cárcel. Se recortan derechos laborales en nombre de la austeridad. Se paralizan programas LGBT. ¿Cómo ha llegado el auto-proclamado "país del futuro" a esta situación? ¿Cómo ha llegado un partido como el PT a entregar la agenda política a la derecha?

El consenso dicotómico

Algunos analistas políticos hablan del proceso de "venezuelización" que vive Brasil, para destacar la polarización política. A primera vista, el relato de los grandes medios, de la oposición conservadora y del propio PT refuerza la tesis de la polarización.
De un lado, los que toman las calles con el grito – hashtag #VemPraRua, enfundados en banderas de Brasil pidiendo el impeachment de Dilma Rousseff. Del otro, los sindicatos, movimientos sociales y ciudadanos de izquierda que se manifiestan contra el impeachment, como el pasado día 20. Sin embargo, la realidad es infinitamente más compleja y, al mismo tiempo, más simple.
La polarización es una construcción narrativa hábilmente trabajada. El gran consenso dicotómico, la vuelta al antagonismo izquierda-derecha, al pueblo-élite, es el último cartucho del PT. Es una útil ficción política alimentada tanto por la derecha como por el PT.
La derecha, a pesar de la deriva conservadora de Dilma, continúa construyendo el mito de que el PT quiere dar "un golpe comunista". El PT identifica como "golpista" o "neoliberal" a cualquiera que se oponga a su gobierno. Y todo aquel que pise la calle contra Dilma es "coxinha" (mote para pijo), "anti democrático" o "fascista".
Y en el choque de los dos lados de la misma moneda, el sistema sobrevive. Y mientras se agudiza el consenso dicotómico, ironizado como fla-flu (en alusión a un partido Flamengo vs Fluminense), cualquier atisbo de tercera vía muere antes de nacer (como la posibilidad de Marina Silva durante las elecciones).
Si hay una palabra que define al Partido de los Trabajadores (PT), versión 2015, ésa es "gobernismo". El antropólogo Salvador Schavelzon lo define como "un tipo de argumentación cínica incapaz de reconocer críticas o matices y asocia cualquier disidencia con la derecha y neoliberalismo".
El gobernismo diluyó la multitud multi-causas de las calles indignadas de 2013 y construyó masas dicotómicas con pautas concretas y organizaciones centralizadas. El gobernismo ha sustituido a la ideología que construyó al PT desde abajo y la izquierda. El gobernismo es el principal combustible del consenso dicotómico que divide al pueblo de Brasil y paraliza la construcción política.
Y aquí llega la primera gran paradoja: el PT está ahora desplegando la narrativa combativa con la que Lula perdió todas las elecciones hasta 2002. Tanto Lula como Dilma llegaron a la presidencia dulcificando su imagen izquierdista.
El marketeiro Duda Mendonça transformó a aquel sindicalista en un encorbatado conciliador que sonreía al ritmo del lema Lulinha, paz y amor.
Dilma ganó las elecciones de 2010 con la maquillada imagen de Abuela Que Ya No Es Guerrillera, apelando a Dios en su campaña. El marketing escondía la realidad, modificándola al mismo tiempo.
Y, ahora, justo cuando Dilma y Lula se transformaron en la imagen descafeinada y capitalist friendly que el marketing construyó, el PT echa mano de la narrativa izquierdista de su prehistoria.
Lo que ocurre es que ese relato progresista que apela a la periferia y a la lucha de clases, como el marketing que fabricó al Lulinha, paz y amor, es en parte falso.
El relato del PT, en el laberinto neoliberal de Dilma, es directamente fake. La política de Dilma está casi en las antípodas de la izquierda. El sociólogo Giuseppe Cocco, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), afirma contundentemente que el PT es la peor "derecha", aquella "neocolonial y mafiosa". La austeridad aplicada por el ministro de economía Joaquim Levy no tiene nada que envidiar a las recetas de la Troika en Europa.
Mientras tanto, el gobernismo se esfuerza en encontrar los detalles más derechistas en las manifestaciones pro impeachment: fotos pidiendo el golpe militar o la muerte de Dilma. Y de esa forma coloca el estigma de coxinhas anti democráticos a los cientos de miles de personas que acuden a las calles contra Dilma. Y al mismo tiempo enriquece su propio relato.
Uno de los lemas de la manifestación del pasado día 20, convocada por movimientos populares contra el impeachment de Dilma, era el "Não Vai Ter Golpe" (no va a haber golpe). "Não vai ter golpe", "Não passarão", "América Latina anti imperialista". Y al mismo tiempo, sin complejo de culpa, Dilma coloca la alfombra roja en Brasilia a Angela Merkel y al capitalismo alemán.
La realidad es más compleja (y más simple) al mismo tiempo. El estudio realizado por los investigadores Pablo Ortellado, Esther Solano y Lucia Nader sobre la manifestación del pasado día 16 en São Paulo ha provocado un fuerte impacto.
Elaborado a partir de entrevistas a pie de calle, el estudio revela que las manifestaciones que piden el impeachment de Dilma convocadas por los grupos conservadores como el Movimento Brasil Livre (MPL), Revoltados OnLine y VemPraRua, son más anti-sistémicas que anti-petistas. Dichas protestas tampoco encajan exactamente con "derecha".
Los políticos y partidos conservadores, como el PSDB, no se libran de la criba. Y la gran sorpresa: una gran mayoría de los manifestantes están a favor de la educación pública (98%) o la salud universal (97%), contrariando a los grupos convocantes. "Defienden algunas pautas que están a la izquierda de Dilma", asegura Pablo Ortellado.
A pesar de cierta esquizofrenia y confusión política –los manifestantes también defienden el endurecimiento del castigo de crímenes– podríamos afirmar que una parte de la indignación surgida en junio de 2013 está en las manos de grupos conservadores, que la dirigen contra Dilma.
El gobernismo entregó a la derecha la indignación de las calles. Y los grandes medios las usan a su antojo. Buena parte de esa izquierda todavía está, según la antropóloga Rosana Pinheiro-Machado, presa en un chantaje emocional que considera cualquier crítica al PT como "un regalo para la derecha".
Y el gobernismo continúa agitando el fantasma de un golpe de Estado. "¿Qué espacio existe para un golpe – se pregunta el doctor en Ciencias Sociales Marcelo Castañeda – si el gobierno tiene apoyo del PMDB, de la Rede Globo y de las principales empresas del país? Si hubo golpe ya fue dado por el propio PT, especialmente a partir de junio de 2013 cuando mató la posibilidad de construir alternativas a la izquierda, ya que prefirió la represión al diálogo".

El vacío de junio

La eclosión de junio de 2013 supuso, según el filósofo Marcos Nobre, una revuelta contra lo que él denomina pemedebismo. Y justamente en esa alianza entre el PT y el PMDB, escondida siempre por el marketing petista for export, yacen los límites del lulismo, de junio de 2013, de cualquier cambio.
Lula gobernó abrazando un vale tudo, sellando acuerdos territoriales con coroneles, élites latifundistas, multinacionales de la soja, herederos de la dictadura. Especialmente con el PMDB. No es casualidad que Katia Abreu, empresaria de la soja, sea la ministra de Agricultura de Dilma.
Por otro lado, en 2008, Lula reforzó su alianza con Sérgio Cabral (entonces gobernador del estado de Río de Janeiro) y Eduardo Pães (alcalde de Río de Janeiro), ambos del PMDB, ambos defensores de grupos de milicianos (paramilitares). El bloque del pemedebismo entregó el Río olímpico a Oderbrecht y a las grandes empresas. Y reforzó el camino único del gobernismo en Brasilia.
Esta alianza PT-PMDB masacra, en palabras de Giuseppe Cocco, "la lucha de los barrenderos de Río, genera trabajo esclavo en las obras de la Olimpiada y se preocupa más por los intereses de las multinacionales de la telecomunicación o de la automoción que por los derechos laborales".
El periodista Raúl Zibechi también denuncia la incapacidad del gobierno brasilero para leer las demandas de junio de 2013, "la necesidad de ir más allá de la inclusión vía consumo, para obtener derechos plenos.
El PT, que ya es el partido más odiado de Brasil, prefiere fabricar una fábula antagonista en la que Eduardo Cunha, que hace unos meses se fotografiaba dándose la mano con Dilma, es el demonio conservador. Y "la ola conservadora", que coincide en su mayor parte con las políticas del PT, es la culpable de todos los males.
Durante las elecciones de 2014, cuando fue redondeado el consenso dicotómico entre Dilma Rousseff (PT) y Aécio Neves (PSDB) comenzó a circular un meme del candidato único, DilmaAécio, con una cara que fusionaba a ambos candidatos. Algunos activistas ironizaban sobre el PTSDB, ese gran partido de unidad. No es casualidad que ahora haya miembros del PT pidiendo un gran acuerdo supra-partidario y que el presidente del Banco Itau defienda a Dilma.
Los primeros meses del gobierno Dilma prueban que no existirían apenas diferencia factuales entre un gobierno petista y lo que sería uno tucano (PSDB). Difícilmente habría diferencias simbólicas, relatos radicalmente diferentes.
Salvador Schavelzon, en El fin del relato progresista, dispara contra los gobiernos de la "izquierda latinoamerican"”, en los que avanza "la ideología del consumo, el consenso del desarrollo, el extractivismo y la agenda política de los sectores religiosos". Si a ese diezmado relato progresista se le suma la corrupción, que la derecha ha transformado en patrimonio de la izquierda, el hundimiento simbólico será completo, abriendo la posibilidad de un nuevo ciclo neocon en la región.
Por ello, las izquierdas brasileñas, tanto la que criticando al gobierno convoca manifestaciones anti impeachment como la que abandonó las calles, tienen un doble desafío. Por un lado, organizar un frente popular y ciudadano, con y sin el petismo, que apele a los movimientos de base pero también a los "indignados" que defienden pautas progresistas y frecuentan manifestaciones convocadas por la derecha, un frente que construya una alternativa viable para gobernar sin gobernismo.
Y por otro lado, las izquierdas tienen que construir la narrativa ante una (poco probable) caída de Dilma o una (muy probable) pérdida de las elecciones de 2018. La oposición construirá la derrota del PT asociando la "izquierda" a la "corrupción" y al desastre del "lulismo".
Da igual que Dilma haya estado practicando el neoliberalismo más rampante. No importa que el PT no haya tocado en 12 años asuntos como el aborto o la reforma agraria. La oposición venderá su caída como prueba de la inviabilidad de todas las utopías, del progresismo y de la equidad social.
En 2015, no hay espacio para codiciados peluches presidenciales. Tampoco para el bloque #TodosConChicoBuarque: muchos dejarán de oír su música, por comunista. La única unanimidad nacional es un consenso dicotómico artificial que gobierna, sin la gente, para perpetuar el sistema sin que nada cambie.
Por eso, las izquierdas y/o ciudadanía indignada progresista deberían abordar el hundimiento de Dilma con otra narrativa: construyendo el relato de otro presidente latinoamericano, que cayó o perdió por venderse al neoliberalismo, a las multinacionales.
Dilma sería a Brasil lo que Fernando de la Rúa fue a Argentina o Lucio Gutiérrez a Ecuador: un presidente que traicionó sus principios. De esta manera el hundimiento del PT serviría, por lo menos, para salvar el imaginario de luchas y utopías del que surgió.

Bernardo Gutiérrez
Diagonal

“Los medios han sustituido la información política por el ruido y el morbo”

Entrevista al novelista y periodista Javier Mestre, ponente en la Escuela de Verano de los Campamentos Dignidad

Define su narrativa como “novela social”, en la que se abordan las condiciones de vida de la gente común y trabajadora. Javier Mestre trató en “Komatsu PC-340” (nombre de una marca de excavadoras) las obras de la M-30. En esta novela contaba una realidad (que ocurrió, no es pura ficción) anclada en la época del “boom inmobiliario”: accidentes laborales, explotación de personas “sin papeles”, desregulación ambiental… Ecologistas en Acción denunció en relación con estas obras la “continua vulneración de la ley ambiental” cometida por el alcalde de Madrid (2003-2011), Alberto Ruiz Gallardón. En julio de 2008 el Tribunal de justicia de la Unión Europea dio la razón a la organización ecologista. “Fue un cúmulo de barbaridades”, recuerda el novelista, que en 2014 escribió “Made in Spain”, en principio sobre una fábrica de zapatos pero en realidad acerca de “lo que se está convirtiendo la industria en España”.
El autor quiere cerrar la trilogía con un texto que actualmente prepara, sobre el mundo del periodismo. Pretende así desmontar un mito muy arraigado: “Muchos no entienden que los periodistas son clase trabajadora, cuando realmente es uno de los gremios con una precariedad más extrema”. Profesor de Lengua y Literatura españolas en Candeleda (Ávila), formado además en lingüística y periodismo, Javier Mestre se considera discípulo del comunicólogo Vicente Romano, autor entre otros libros de “La formación de la mentalidad sumisa” (1993). Ejerció el periodismo hasta 1994 en medios como la Cadena SER o Levante-EMV. Actualmente es miembro del Consejo Ciudadano Autonómico de Podemos en Castilla-León. Colabora en el área de comunicación de Podemos, igual que anteriormente lo hizo en movimientos sociales como la ILP de la Renta Básica.
-En un taller impartido en la Escuela de Verano de los Campamentos Dignidad de Mérida (“Cómo nos venden la moto: manipulación en los medios de comunicación”), te has referido a “la batalla por el contexto”…
-Se trata de explicar la importancia de los supuestos ya instalados en la mente de las personas, que permiten realizar interpretaciones diferentes a un mismo mensaje. Muchas veces la información se nos presenta de forma descontextualizada. Esto significa que a los receptores les falta mucha información para hacer una interpretación correcta. Santiago Alba Rico lo llama “nihilismo de la percepción”. En realidad, los medios de comunicación generan contextos muy simplificadores, que favorecen interpretaciones parecidas a hechos que son sólo superficialmente similares, pero que en realidad responden a situaciones absolutamente distintas.
-¿En qué situaciones puede apreciarse esta descontextualización a la que te refieres?
-El ejemplo típico del “nihilismo de la percepción” es que se haga la misma interpretación cuando un palestino le tira una piedra a un tanque israelí, que cuando un joven le arroja una piedra a un toro en unas fiestas de pueblo. La interpretación se queda, por tanto, en la pura imagen y la anécdota, sin comprender realmente que son fenómenos absolutamente distintos aunque aparentemente se asemejen.
-¿Qué ejemplo reciente destacarías sobre la importancia de los contextos en la comunicación?
-Por ejemplo, la famosa carta de Tsipras dirigida al público alemán (“Lo que nunca les dijeron sobre Grecia”), publicada el pasado 13 de enero en el periódico financiero germano “Handelsblatt”, quince días antes de que Syriza ganara las elecciones. Tsipras intentaba en la carta facilitar información que los alemanes necesitaban saber sobre lo que ocurría con Grecia. Había una gran parte de la sociedad griega que no quería el rescate en 2010, se hurtó también la idea de que el rescate fue impuesto por los bancos alemanes. No se trató en realidad de un rescate de los griegos, sino de la banca alemana, que así se aseguró unos préstamos que, irresponsablemente, ellos mismos concedieron. Son informaciones de las que carece la mayor parte del público alemán que lee “Bild Zeitung”.
-Un tabloide que ha iniciado campañas en torno a Grecia profundamente descontextualizadas
-Justamente por esa época “Bild Zeitung” lanzó la campaña “No más miles de millones para los codiciosos griegos”, en la que salía la gente haciéndose “selfies” con el titular “no” del periódico. Acusaban a los griegos de ser vagos, aprovechados y no querer pagar sus deudas. En febrero de 2010 la revista alemana “Focus” sacó la famosa portada de una Venus de Milo haciéndole una “peineta” a Europa, y con el titular “Estafadores en la familia del Euro; los griegos nos van a sacar el dinero ¿y qué pasa con España, Portugal e Italia?”. Para entender lo que estaba pasando, en el esquema que ellos planteaban, faltaban algunas piezas importantes. Se partía de que los griegos habían contraído unas deudas, que después se negaban a pagar irresponsablemente. Pero eran deudas contraídas, de manera corrupta y poco transparente, por los intereses que había impuesto la banca alemana.
-Según estos ejemplos, ¿en qué términos se produce actualmente, a tu juicio, el debate político y mediático?
-Hay un “desplazamiento” de lo que debería ser un espacio público en el que se estableciera un diálogo racional, basado principalmente en la documentación; un diálogo tranquilo y sosegado en el que se contrastaran los hechos, los datos y se razonara con el valor de los argumentos. Frente a este espacio comunicativo “ideal” en una sociedad informada, lo que se produce con la privatización del espacio mediático actual es la invasión del ágora pública, de manera que ese diálogo racional es prácticamente imposible. Precisamente en este punto cobra importancia el uso comunicacional de las palabras, para marcar culturalmente conductas.
-Como lingüista, ¿qué rol consideras que representan las palabras en el espacio público?
-Las palabras se utilizan para estigmatizar, endiosar o alabar en el lenguaje informativo-periodístico, cuando ese espacio debería ser el de la neutralidad y los hechos. En “Medios violentos. Palabras e imágenes para el odio y la guerra” (El Viejo Topo) Pascual Serrano analiza muy bien el ejemplo de la palabra “terrorismo”, uno de los términos que marca simbólicamente la información. Se introduce una etiqueta negativa en un fenómeno sin necesidad, porque basta con exponer los hechos para que la gente haga sus propios juicios. Ésa es la diferencia entre la utilización falsaria que se está haciendo de la comunicación, y lo que debería ser la información.
-¿Puede dar lugar esa distinción tajante entre información y opinión a textos gélidos? Por ejemplo, informar sobre el asesinato de un niño palestino con el lenguaje del teletipo de agencia.
-Pienso que hay que ser honrados en esa distinción. Creo que en la práctica periodística tiene que haber un espacio bien definido para la información, lo que no excluye los géneros híbridos o los de opinión. Pero han de estar circunscritos a sus correspondientes secciones, es decir, que haya una práctica honrada por parte de los medios de comunicación. Que no se utilice la información para manipular a base de omisiones o tergiversaciones.
-Citabas el ejemplo griego respecto a la ocultación de antecedentes para una adecuada comprensión de la información. ¿Pueden encontrarse casos similares de información descontextualizada en el estado español?
-Hay algunos evidentes. Se destaca la mayor reducción del paro registrado en los últimos años, pero la mayoría de los medios omiten un dato clave que han destacado algunos economistas críticos: la diferencia entre número de puestos de trabajo y cómputo de horas trabajadas. No se informa del volumen de horas trabajadas porque daría una visión del verdadero nivel de precariedad. Se trabaja menos horas con un número mayor de puestos de trabajo, lo que implica un claro proceso de empobrecimiento. Muchos medios también omiten el descenso en la tasa de cobertura de los parados, que ya se sitúa por debajo del 55%. Sólo algunos medios de izquierda lo ponen de relieve, en otros ni se menciona.
-Proliferan las tertulias, ¿de qué manera contribuyen a la confusión entre información y opinión?
-Se ha convertido el espacio mediático en un foro de opinión, donde cada vez es menos importante la información. Soy de los que cree que para poder opinar de ciertas cosas hay que estar bien informado, aunque vivamos en un mundo sumamente sofístico en el que el reino de la opinión se lo ha comido todo. Cada vez es menos relevante la información, que se ha visto reducida a mínimos. Hay patente de corso para mentir y las rectificaciones son ridículas. Al mismo tiempo proliferan los opinadores profesionales, que generalmente no tienen nada especial para que la voz la tengan ellos y no otras personas. Muchas veces esta gente estaría mejor callada.
-Sin embargo, las fuentes de información son mayores que nunca…
-En algunos medios hay muy buena información, fundamentalmente gracias a Internet. Información hay mucha, más que hace unos años, pero también es cierto que vivimos en un mundo con mucho ruido y sobrecarga informativa. La “saturación” es más bien una herramienta de acallamiento que hace políticamente rentable la mercantilización del espacio público. Se ha producido una privatización/mercantilización del espacio público comunicativo, en el que las clases dominantes han encontrado una rentabilidad política, y están muy contentos por ello. El ruido hace que sólo el que tiene una maquinaria muy potente pueda conseguir que su voz sea realmente escuchada. El ruido es rentable. Además, una de las razones por las que se mantiene la prensa en papel (fuente de prestigio de los periódicos de Internet, al final los más leídos) es la rentabilidad política. Por eso los grandes poderes económicos invierten en ellos mucho dinero en publicidad, para evitar que quiebren. La rentabilidad de estos medios no es económica, sino política.
-¿Cuáles son esas potentes maquinarias que mencionas?
-Mediaset (propietaria de Telecinco) compró la cadena de televisión Cuatro. Antena 3 y La Sexta se fusionaron. Los dos grupos mediáticos –Mediaset y Atresmedia- controlan el 60% de la audiencia televisiva en España y el 85% de los ingresos publicitarios. Estas cifras implican un monolitismo informativo brutal. Del 40% restante de la señal televisiva, un porcentaje muy elevado corresponde a las televisiones públicas, controladas por los políticos de turno. Y la concentración aumenta. El gobierno del PP pretende sacar a concurso seis licencias nuevas de televisión antes de las elecciones, para los que se requieren seis millones de euros de fianza. Sólo quien tenga esa cantidad puede optar a la licencia, lo que excluye a colectivos sociales y al Tercer Sector (organizaciones de la sociedad civil, sindicatos…), que aparece en las leyes como posible beneficiario de las licencias audiovisuales. Deberían contar con un espacio mediático que se les niega.
-Trabajas en una novela sobre la precariedad del periodista. Hay sin embargo una especie de “leyenda”, según la cual el redactor-reportero ha de vivir para su oficio, sin horarios, y entregado a una suerte de vocación por informar con independencia del salario y las condiciones laborales.
-Hay un poco de esa “mística”, que se aprovecha empresarialmente para aumentar la explotación, eso sin duda. También hay mucho cinismo en el mercado laboral del periodismo. La situación es de extrema precariedad en una parte muy importante de la profesión (según los datos del Informe Profesión Periodística 2008-2013 y el INE, en cinco años de crisis 284 medios de comunicación echaron el cierre en España, lo que dejó una tasa de paro en la profesión periodística del 51%, el doble de la tasa general. Citado en “La crisis estructural del periodismo en España”, de Miguel Álvarez, en El Viejo Topo, noviembre de 2014. Nota del entrevistador). Además, la precariedad laboral es un instrumento para el control de la línea editorial.
-¿Cómo funcionan estos mecanismos de control?
-Por ejemplo, mediante la utilización del periodista “a la pieza”, que es creciente, y actúa como una de las formas más sangrantes de precariedad laboral. Consiste en que el periodista se declara como trabajador “por cuenta propia” (“falso autónomo”), y establece una relación laboral con la empresa, con la salvedad de que el medio no está obligado a aceptar el producto elaborado por el periodista. El medio de comunicación compra la “pieza” informativa. Así, el profesional sabe que tiene que escribir las “piezas” de una determinada manera si quiere que el medio se las compre. De ese modo, el control ideológico es total. No hace falta reñir ni censurar, basta con no comprar. El periodista ya sabe que si quiere comer tiene que seguir los dictados de la línea editorial. Yo sería partidario de que los profesionales de la información tuvieran una seguridad laboral “funcionarial”. Por mucha vocación que exista, tiene que haber unas condiciones laborales dignas y libertad de expresión.
-Y la propiedad de los medios…
-La libertad de información y expresión está muy mediatizada por la propiedad, y es “brutal” en muchos sentidos. El exceso de inmediatez, la falta de explicación de la información, la escasez de tiempo, las exigencias derivadas de la explotación laboral. Hay múltiples factores que hacen que los periodistas no puedan actuar con libertad, sino subyugados a un sistema perverso. La precariedad contribuye mucho a ello.
-Descontextualización de las noticias, mezcla de información y opinión, precariedad laboral, oligopolios mediáticos, saturación informativa y ruido, mercantilización del espacio comunicativo… ¿De qué manera influyen estas realidades en los contenidos concretos?
-El periodismo escrito es minoritario, también lo es el papel impreso y la prensa política. El sistema mediático está cada vez más volcado en contenidos que se parecen más al cotilleo de la plaza del pueblo que a la discusión en el ágora democrática. No hay más que ver los informativos de televisión para comprobar que los contenidos de cotilleo y sobre todo de morbo o asesinatos, ocupan un tiempo desmesurado en comparación otras cuestiones, a veces muy importantes para la vida de las personas. Los informativos son cada vez más “folloneros” y ruidosos. Además, la discusión política se traslada de los órganos de decisión y debate de la sociedad, como los parlamentos, a las ruedas de prensa. Y la información política acaba siendo un “chascarrillo” de pueblo. Si alguien dijo X, si el otro respondió Y… A ver quién queda mejor en esos dimes y diretes.
-Por último, ¿hay detrás de los contenidos señalados una estrategia deliberada?
-Los medios de comunicación han descubierto que la gente presta mucha más atención a las cosas que entiende bien. En vez de generar una cultura política democrática, los medios buscan las audiencias fabricando contenidos muy fácilmente comprensibles, pero no a partir del pensamiento racional y de la política, sino mediante relatos melodramáticos, el cotilleo y el morbo. Estas estrategias son centrales, y ocupan cada vez más espacio en los medios. Por un lado, las revistas que más se venden son las del “corazón”, las revistas de información política prácticamente han desaparecido en este país. Los periódicos más leídos, con mucha diferencia, son los de Deportes. El diario impreso con más lectores diarios en España es el “Marca” (2,3 millones), seguido a mucha distancia por “El País” (1,5 millones) y a continuación el “AS” (1,2 millones), otro diario de información deportiva.

Enric Llopis

Escuchando a Iraq

Iraq no está muerto, no es un páramo vacío, no es un mero escenario en el que emprender una invasión, una ocupación o una batalla geopolítica.
Iraq es un lugar, con un pueblo que allí vive, y una parte de ese pueblo está comprometida con una valiente y sostenida organización progresista. En medio del ascenso del Estado Islámico –y de las intervenciones regionales y occidentales-, feministas, defensores del medio ambiente y sindicalistas luchan por un futuro más esperanzador. Se merecen el reconocimiento y apoyo internacional, no la piedad ni el olvido.
Esta tesis, enérgicamente defendida en el nuevo libro de Ali Issa “Against All Odds: Voices of Popular Struggle in Iraq” [“Contra viento y marea: Voces de la lucha popular en Iraq”], debería resultar obvia. Pero es en verdad revolucionaria, al menos para gentes como yo, que nos incorporamos al movimiento antibelicista estadounidense en 2003 y continuamos inundados con las imágenes que de ese país nos ofrecen los políticos y los medios como un blanco tan sólo de muerte y destrucción y de su pueblo como víctimas desventuradas.
La tesis presentada por Issa, coordinador de la Liga de Resistentes a la Guerra, es revolucionaria porque presenta la dignidad, humanización y autodeterminación como antídotos al militarismo y la ocupación, y la aparición de las voces e historias de la resistencia iraquí encienden una luz por un mundo mejor.
Partiendo de las organizaciones de base posteriores a 2003, Issa va trazando los fascinantes movimientos de protesta de su país, tan a menudo ignorados, a través de una serie de historias y entrevistas con las personas que los integran.
Personas como Yanar Mohamed, de la Organización por la Libertad de la Mujer en Iraq (OWFI, por sus siglas en inglés), quien en medio de la “olvidada” Primavera Árabe de su propio país se tomó tiempo, en noviembre de 2011, para escribir una carta de solidaridad al movimiento Ocupa Wall Street en la que declaraba “es hora ya de irrumpir en los castillos y palacios del uno por ciento y reclamar lo que con toda justicia es vuestro y empezar una nueva era basada en la paz global, la división justa de la riqueza y la humanidad”.
En aquel momento, Iraq estaba viviendo el renacimiento de las movilizaciones masivas que llevaban siendo brutalmente reprimidas desde 2003. Organizaciones como el Movimiento Popular para Salvar Iraq y la Organización de Jóvenes y Estudiantes por un Iraq Libre organizaron sentadas ante las bases militares estadounidenses, y las protestas se extendieron por Mosul, Ramadi y Bagdad a pesar de la dura represión llevada a cabo por el gobierno. Las reivindicaciones incluían demandas de servicios sociales básicos, el fin de la ocupación estadounidense y del sistema sectario de gobierno impuesto por la misma; la liberación de los presos políticos; la soberanía económica y los derechos de los trabajadores.
Cuando EEUU llevó a cabo su tan cacareada “salida” de Iraq en 2011, si bien incompleta, más de una docena de organizaciones de base protagonizaron las protestas de los “Viernes por la Derrota de la Ocupación” para exigir la “salida de hasta el último soldado” y “un nuevo frente para resistir ante la segunda cara de la ocupación, representada por su gobierno sectario y una constitución que no hace sino crear división”.
Este llamamiento a un nuevo frente sería premonitorio.
Una nueva oleada de protestas se inició en 2012, que duraron hasta 2013 a pesar de la brutal represión del gobierno. Los manifestantes exigían la liberación de los presos políticos, especialmente de las mujeres, y el fin de las ejecuciones arbitrarias. “Desde los primeros días, los eslóganes pedían la unidad y el rechazo al sectarismo y la división”, decía Falah Alwan, presidente de la Federación de Consejos y Sindicatos de Trabajadores en Iraq, en una entrevista realizada en enero de 2013.
Hasmiya Muhsin al-Sadawi es la presidenta del Sindicato de Servicios Públicos Eléctricos en Iraq y la primera mujer vicepresidenta de la Federación General de Trabajadores Iraquíes en Basora. En mayo de 2012, describió las complejas luchas emprendidas para combatir las “semillas del sectarismo” plantadas por la ocupación estadounidense y también para defender el derecho de los trabajadores a organizarse (a pesar de las severas leyes antisindicales conservadas desde la era de Sadam Husein) y defender servicios vitales como la electricidad y la seguridad social.
Issa rastrea los hilos de las luchas de la sociedad civil, incluidos los esfuerzos de personas como Nadia al-Baghdadi, que trabaja desde Bagdad, para salvar el Tigris y las Marismas de los planes del gobierno turco para construir la presa Ilisu. Este intento formó parte de un esfuerzo más amplio para celebrar en septiembre de 2013 el primer fórum sobre suelo iraquí bajo el lema “Otro Iraq es Posible con Paz, Derechos Humanos y Justicia Social”.
Quizá el testimonio más fascinante del libro sea el de Jannat Alghezi, directora de medios de OWFI, quien se puso primero en contacto con la organización liberadora feminista buscando refugio ante las amenazas de su familia de perpetrar contra ella uno de los denominados asesinatos por honor. Ahora, en la interacción entre cuestiones de género y justicia económica, organiza casas abiertas seguras para las familias que huyen del Estado Islámico.
“Nuestro movimiento es pequeño y no puedo decir que nuestra influencia sea grande. Pero, al mismo tiempo, el impacto que logramos es como un rayo de luz”, decía en septiembre de 2013. “Mi hija, quizá mi nieta, podrían beneficiarse de lo que estoy haciendo ahora. A pesar de todo, somos optimistas”.
El concepto importante en estas luchas es que existe un desafío político, no sólo hacia quienes detentan el poder en EEUU, Iraq y otros lugares, sino también hacia quienes integran la izquierda antibelicista en Occidente. Muchos de nosotros tratamos de ser solidarios con iraquíes que no tienen conexiones con específicos movimientos sociales sobre el terreno o con quienes han encontrado vías importantes para poder incidir de forma positiva en la vida diaria. Muchos de nosotros hacemos hincapié en el papel de EEUU como arquitecto bélico y titiritero político sin subrayar también las luchas iraquíes por el empoderamiento popular, ni denunciar tampoco el papel jugado por otros países de la región, como Irán y Arabia Saudí, en su competencia y ansia de poder.
Issa no rehúye desafiar a la izquierda, incluso a escritores acreditados como Patrick Cockburn, que en 2006 y 2013 escribió una serie de artículos sobre el “fin de Iraq”. El efecto de tal proclamación, dice Issa, “es que, una y otra vez, convierte en invisibles a las personas que realmente viven en Iraq: sus comunidades, sus sueños y victorias, grandes y pequeños”.
Issa pregunta: “¿Cómo podemos entender la política, la economía, la cultura o sociedad de cualquier lugar sin el principal protagonista, el pueblo?”.
Este libro ofrece un regalo al remitir a los lectores hacia esos protagonistas. Búsquenlos. Tienen nombres, páginas en internet y demandas y análisis políticos.
Justo ahora, en medio del sofocante calor veraniego, por todo Iraq se extienden las protestas de la gente, desde Basora a Bagdad, exigiendo servicios básicos como agua y electricidad, también el fin de la corrupción del gobierno. Grupos como OWFI están trabajando para proporcionar lugares seguros a las personas que escapan de la locura del Estado Islámico, al tiempo que tratan de eludir la represión del gobierno iraquí.
Ignorada por el foco de los medios y a menudo con escasos apoyos, la lucha continúa.
Aprendamos. Y escuchemos.

Sarah Lazare
CounterPunch.org

Sarah Lazare es una periodista independiente y coordinadora antibelicista.

domingo, agosto 30, 2015

Desaparición forzada en México: política del Estado



En México los casos de desaparición forzada van en aumento, la militarización y la disposición de fuerzas armadas en las calles han reforzado este fenómeno, ¿qué hay detrás del discurso político sobre “inseguridad” que busca avalar la militarización?

Lejos de que -como postula el discurso oficial- el enorme despliegue policiaco y militar haya frenado la “inseguridad” en nuestro país, ha provocado el aumento de los crímenes de lesa humanidad que quedan impunes en México, entre ellos la desaparición forzada.
Ésta, es una de las formas más crueles de atacar al pueblo trabajador y de dejar clara la amenaza del gobierno en contra de las luchas sociales. Su crueldad impone incertidumbre y temor, es una manera de generar en la sociedad el sentimiento de inseguridad con que el mismo Estado, que lo provoca, busca legitimar la implantación de fuerzas armadas en el país.

Control sobre rutas comerciales

El fenómeno de militarización en México se incrementó con la llamada “lucha contra el narcotráfico”, en un contexto de criminalización de los latinos por parte del gobierno de Estados Unidos, a partir del que se amuralló casi toda la zona fronteriza, haciendo casi imposible pasar por tierra al otro lado.
Al mismo tiempo se militarizó la zona, como ya había ocurrido antes con la frontera sur de México, por parte de Estados Unidos, en el marco de la implementación del Tratado de Libre Comercio entre: México, Estados Unidos y Canadá.
Gracias a las facilidades legales impuestas por el Tratado, Estados Unidos adquirió la ventaja de intervenir abiertamente en las vías comerciales al interior del Estado mexicano; estas rutas comerciales son también las rutas de tránsito de drogas ilegales, cerrando un negocio que se extiende a redes de trata y corrupción que van más allá del mero comercio ilícito de droga.
El gobierno de Estados Unidos ha asumido el papel de gendarme sobre México, de jefe que decide qué se hace y qué no, qué mercancía pasa y cuál no, de quién sí y de quién no.
En una política de poder económico y de fuerza militar, el narcotráfico y el gobierno resultan socios comerciales. El “Chapo” Guzmán, por ejemplo, se convirtió en uno de los más buscados narcotraficantes después de la anunciada muerte del “Señor de los cielos”.
El gobierno del norte ordenó su captura y ofreció millonaria recompensa por la misma, es por ello que la segunda huida de Guzmán de la cárcel, significó un duro golpe a la credibilidad del gobierno mexicano a los ojos de Washington.

Control armado de la explotación de recursos

México es lugar de tránsito de mercancías y la principal fuente de mano de obra barata para las empresas estadounidenses, bajo la aprobación del mismo gobierno mexicano.
Las recién aprobadas reformas estructurales, ponen al alcance de empresarios rapaces la mano de obra y recursos naturales del país, cuyas leyes y aparato gubernamental favorecen al empresariado nacional y extranjero, en detrimento de la población trabajadora y sus derechos sociales.
Aunado a esto, el gobierno mexicano ha ido implantando el escenario policiaco-militar para frenar toda lucha social contra la precarización y violación de los derechos de la población.
Esto a través de la aprobación del protocolo de actuación policial para el control de multitudes, de la ley de movilidad social, etc., y de los medios de “información” que sirven para criminalizar las protestas y demonizar de quienes salen a luchar. Incluyendo en esto a quienes impulsan medios independientes y alternativos.
Es un hecho que el gobierno invierte cantidades exorbitantes para mantener a raya la protesta mediante las fuerzas armadas. Esto mientras que da carpetazo a toda investigación de los crímenes de lesa humanidad desde los tiempos de la “guerra sucia”. Como aquí mencionamos, no hay justicia para los desaparecidos y sus familias ni castigo para los culpables.
El gobierno ataca los intentos de formación de autodefensas, como es el caso de la aprehensión de Néstora Salgado, líder de la policía comunitaria de Guerrero. Asimismo, hostiga a los zapatistas en Chiapas.

Las cifras

El subdirector del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, Mario Patrón, menciona que en los últimos ocho años el Centro ha contabilizado más de 26 mil casos de desaparición forzada, entre los que se encuentra el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el padre de dos de ellos, y luchadores sociales opositores del régimen como Edmundo Reyes y Rosendo Radilla.
Para evitar que estos crímenes -junto con todos aquellos cometidos por el Estado- vuelvan a suceder y se mantengan impunes, es necesario impulsar la más amplia movilización en las calles contra el régimen y sus instituciones, encabezada por los organismos de derechos humanos y los sindicatos que se reclaman opositores y democráticos, e imponer una investigación verdaderamente independiente que exija la aparición de los desaparecidos y el juicio y castigo a los responsables intelectuales y materiales.

Tania Vonki
México, D.F.

Las tres rosas del salitre



Las mujeres cuando aman, ponen en el amor algo divino. Tal amor es como el sol, que anima a la Naturaleza. -Plutarco

Cuando sacaron de su casa a Julia Lafora, la maestra de Triana, era de madrugada, apenas tuvo tiempo de vestirse, se quitó el camisón en presencia de los falangistas que la custodiaban, para ponerse el vestido negro de luto por su marido fusilado dos días antes. Afuera, dentro del lujoso vehículo donde la introdujeron, dos mujeres más que lloraban, ambas con la cara ensangrentada por los golpes de los requetés.
El auto enfiló directo hacia el sureste de la isla, entrando por una carretera de tierra hacia la Playa de Melenara en Telde, allí esperaban varios miembros de la guardia civil y del ejército de tierra, algunas caras conocidas de la oligarquía isleña, un empresario tabaquero, el hijo del conde, un terrateniente del sur de origen inglés, propietario de gran parte de la industria del tomate.
Las mujeres fueron sacadas a la fuerza de los coches, Julia fue la última, las dos chicas era Josefa Rodríguez del barrio de La Isleta, 25 años,sindicalista tabaquera de la CNT, Dolores Zapata, 22 años, madrileña y trabajadora contratada en la Federación Obrera, se encargaba de la tramitación de las denuncias contra los empresarios por abusos y explotación laboral.
Ya junto a la explanada previa a la playa los hombres con correajes empezaron a insultarlas, a llamarlas “putas”, “asquerosas”, “tortilleras”, “guarras”… Julia solo pensaba en su marido asesinado, su mente no era capaz de asimilar aquel momento tan terrible, todo se le iba en el recuerdo de los buenos momentos en la consulta del “médico de los pobres” que tanto amaba, el joven licenciado en Madrid, que había dedicado gran parte de su carrera a atender en su humilde despacho a la gente necesitada sin cobrarles nada “¿Quizá ese fue el motivo de su condena a muerte?” se preguntaba, no entendía tanta crueldad, ese odio atávico contra ellas, contra todo lo que representaban al ser mujeres formadas, comprometidas, cultas, antifascistas, republicanas y defensoras de los derechos de su género, de su clase.
Un guardia civil con un parche en el ojo se acercó a las mujeres y les rompió los vestidos a la altura del pecho, quedaron semi desnudas entre los gritos de unos 40 hombres ebrios y desatados. El seminarista Juan José Samsó, se encargó de raparlas con unas tijeras una a una, sus cabelleras caían al suelo entre las burlas del grupo de fascistas: “¡Follatelas Cabrera!”, dijo uno de los requetés, el más joven del grupo, el viejo capataz Froilán Cabrera no respondió, prefirió golpear a Dolores con la culata del fusil, que cayó al suelo semiinconsciente, subirle la falda a Josefa para burla general de la soldadesca.
Las mujeres arrodilladas, abrazadas en aquel suelo repleto de piedras y arena, humilladas, temblando de miedo, protegiéndose unas a otras con sus cuerpos de las agresiones verbales, de los escupitajos de algunos, de las patadas y golpes de aquellas caras conocidas, de hombres que habían visto alguna vez en las calles, en sus trabajos, en los bailes y fiestas de los pueblos, varones de los que nunca imaginarían un comportamiento tan atroz, tan violento contra mujeres que no habían cometido ningún delito, solo defender la libertad, la democracia, un mundo mejor para el pueblo canario, para la gente más desfavorecida de unas islas sometidas a la esclavitud, a los caprichos del caciquismo ancestral, el que junto a la Iglesia Católica, durante cientos de años, había sometido a todo un pueblo a vejaciones y abusos indescriptibles.
Después de varias horas algunos soldados por orden de capitán Morera rodearon a las mujeres que ya casi desnudas iban a ser violadas por todo el grupo de hombres, los vecinos se habían soliviantado por el escándalo, había gente asomada en las lomas vecinas, luces encendidas en los pequeños poblados de apareceros, los organizadores del linchamiento múltiple decidieron por seguridad que había que llevarse de allí a las tres mujeres.
Las metieron en uno de los coches ante la indignación de la enfervorizada multitud de fascistas, varios mandos de la guardia civil discutían a gritos medio borrachos con los dirigentes de Falange, en medio del caos las sacaron hacia la carretera del sur a un destino desconocido, las mujeres no se habían hablando entre ellas hasta ese momento de silencio entre el ruido del viejo motor, al oído, Julia, le dio a Josefa: “Mi niña nos sacan del infierno, pero nos llevan a otro. No digas nada te hagan lo que te haga, no reveles los nombres, ni las direcciones de los camaradas”.
Las tres mujeres tuvieron un final misterioso, no se supo más de ellas, aún se les recuerda en la memoria colectiva de la lucha por la justicia, la ternura y la dignidad. En el exilio de la Francia ocupada por los nazis, Roberto Macías, nombraba el caso de las “Tres rosas del mar” en las reuniones clandestinas de la resistencia en los pisos francos de París. Era hermano de Dolores, salió de Gran Canaria en agosto del 36 hacia África en un barco de pesca, nunca pudo olvidar aquellos sucesos ocultos de forma premeditada hasta la actualidad, cada 19 de septiembre antes de morir se iba con sus hijas y nietos esa noche a la playa de Melenara, allí pasaban un rato de charla escuchando como rompían las olas, mientras echaba al mar en silencio las tres flores rojas.

Francisco González Tejera

OPUS DEI y Golpes de estado



El fundador del Opus Dei en Chile meses después del golpe de Estado.

La relación entre golpes de Estado y la secta Opus Dei es manifiesta en numerosos paises hispanohablantes.

La relación entre golpes de Estado y la secta Opus Dei es manifiesta en numerosos paises hispanohablantes, y aunque los miembros del Opus niegan esta relación, no pueden ocultar el desprecio que sienten hacia la democracia, una democracia que brilla por su ausencia en su organización y que por medio de su partido el PP, ha demostrado sus “maneras” a base de mentir y legislar suprimiendo derechos. Interesantes las declaraciones del historiador de Franco y miembro del Opus Dei:
“Yo siento un profundo desprecio hacia la democracia”. Así de tajante se mostraba en enero de 2010 Luis Suárez, el historiador que ha sorprendido al mundo académico por sus reseñas sobre Franco y Escrivá de Balaguer en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de Historia -obra que ha sido financiada con dinero público. Fuente: El Plural
Pero además de su abierto desprecio por la democracia, existen pruebas de que el Opus Dei ha estado implicado en numerosos golpes de Estado en hispanoamérica. Estas pruebas vienen documentadas en el libro de Michael Walsh “El mundo secreto del Opus Dei”, libro del que voy a extraer algunos datos:
El profesor Brian Smith, en su libro “The Church and Politics in Chile” (1982), afirma que sus miembros estuvieron entre los primeros administradores principales del brutal y opresivo régimen militar del general Pinochet. Esta afirmación está en concordancia además con la precipitada visita del fundador del Opus Dei a Chile, cuando no había transcurrido ni un año del cruento golpe, como se muestra en el documental “Una cruzada silenciosa”.
Penny Lernoux, un escritor afincado en Bogotá, afirma: “El Opus Dei y ‘Patria y Libertad’ (un grupo terrorista de ultraderecha) trabajaron juntos en Chile durante los años de Allende, y el general Juan Carlos Onganía, dictador de Argentina de 1966 a 1970, tomó el poder después de hacer un retiro religioso auspiciado por el Opus Dei. (Lernoux, 1980:305).
El oficial encargado de la brigada que mató a Torres, una especie de Che Guevara eclesiástico y un héroe para los radicales católicos de Latinoamérica, es ahora general. Dirige una revista del Opus en Bogotá.
En Colombia, durante la campaña para las elecciones presidenciales en los primeros meses de 1986, “PROMEC”, la cadena de Televisión propiedad de miembros del Opus, apoyó al más conservador de todos los candidatos conservadores, excesivamente pro americano y totalmente opuesto a hablar de paz con los movimientos guerrilleros del país.
De forma adicional, es interesante el artículo del año 1966 “Entre el Pentágono y el Opus Dei” del número 15 de la revista Punto Final, que confirma la pertenencia al Opus Dei del dictador argentino Onganía relacionándolo con el Pentágono. Es importante la fecha en la que se publicó el artículo, porque siendo anterior a 1969, año en el que el opusino López Bravo tomó la cartera de exteriores, revela que ya había algún tipo de relación o colaboración del Opus con el Pentágono de forma que los neoliberales que dominaban EEUU, al parecer, vieron la utilidad de esta secta para sus fines. En mi opinión, teniendo en cuenta la dependencia económica de España con la gran potencia durante aquella época, podría haber sido un factor decisivo para que Franco “perdonase” al Opus por el escándalo Matesa en 1968, y concediese a la secta la práctica totalidad de los ministerios en 1969.
Además de los casos documentados en la obra de Michael Walsh, del que he expuesto algunos ejemplos, hay casos posteriores a la publicación de este libro en 1990. Por ejemplo, el golpe de Honduras en 2009, donde un miembro del Gobierno del presidente Zelaya acusa al Opus Dei de ser el determinante del golpe de Estado. En este otro estudio se desvela la clara vinculación de la secta con los sediciosos causantes del golpe.
Es revelador saber que el Gobierno de Valencia, una de las provincias más “emblemáticas” del brazo político del Opus Dei, el PP, abjudicó 116.540 EUR a una fundación investigada por golpismo en Bolivia.
En el intento de golpe de Estado de Venezuela, se sabe que España colaboró por medio del gobierno de Aznar (gobierno del Opus), y comprobamos que los medios de comunicación españoles participaron en esta farsa, lo que resta, en mi opinión, mucha credibilidad a los informativos españoles cayendo en un descrédito difícil de superar, y que viene a corroborar el control que tiene el Opus Dei sobre los medios de información.
Para evidenciar como la prensa española apoyaba a los golpistas, solo hay que ver los titulares de primera página del día 13 de abril de 2002 en El Mundo “Venezuela derroca a Chávez” y en El País “Venezuela fuerza la renuncia de Chávez”. Ese mismo día se dedicaron calificativos positivos al golpista Pedro Carmona: “nacido para el diálogo” (El Mundo), “un hombre tranquilo” (El País). Mientras que para el presidente constitucional se reservaban calificativos de “Golpe al caudillo” (El País) o “estrafalario” (El Mundo), y “Venezuela dijo basta a Chávez” (ABC).
Un hecho mucho más reciente muestra la condena de los paises del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos “ALBA-TCP”), a los intentos golpistas en Ecuador. Un ejemplo más de amenazas neoliberales de golpes de Estado a democracias de paises hispanohablantes cuando no se someten a sus “saqueos”. Aunque en el artículo no se habla expresamente del Opus Dei, si se denuncia “una conspiración de los grandes centros de poder mundial” que yo identificaría con los lobbies internacionales entre los que se encuentra el Opus Dei, como se describe en el artículo “Opus Dei como lobby internacional”.
Si el Opus Dei tiene el control del Estado español desde tiempos de Franco y, como hemos visto, está meridiánamente clara su implicación en distintos golpes de Estado, o intentos de golpes de Estado, es de suponer que el intento de golpe de Estado del 23-F fue algo en lo que el Opus Dei tuvo probablemente algo que ver. Según la escritora y miembro del Opus Dei Pilar Urbano, el golpe fué aprobado por el Rey Juan Carlos I, y aunque en principio ningún miembro del Opus me ofrece la menor credibilidad, a causa de la demostrada costumbre patológica de mentir en esa secta, parece ser que en efecto el Rey tuvo conocimiento de los hechos antes de que ocurriesen. No es mi intención aquí disertar sobre la veracidad de las distintas versiones que se han dado para explicar lo que pasó realmente el 23-F. Pero en la línea que se sitúa este artículo, a saber, la relación entre la secta Opus Dei y los golpes de Estado, sí hay algunos datos que, en mi opinión, habría que tener en cuenta:
El papel decisivo del Opus Dei para que Franco decidiese elegir a Juan Carlos heredero del régimen como Rey de España.
La necesidad de “legitimizar” una monarquía impuesta sin plebiscito por una secta. Gracias al “intento de golpe de Estado”, el Rey aparece como el “salvador” de la “democracia” que estamos viendo en el actual sistema bipartidista que el Opus diseñó ya en tiempos de Franco.
No hay en la actualidad un solo alto cargo militar en activo que no haya sido elegido a dedo por sus políticos, al igual que tienen un control similar sobre los componentes del Consejo General del Poder Judicial.
De estas observaciones, y los datos aportados en este artículo, me atrevería a concluir que tal y como está constituido el sistema bipartidista en España, los organismos del Estado están dominados por una secta que no dudaría en intentar un golpe de Estado si, por azares del destino, una fuerza política fiel los intereses de España y en contra de los evasores de capital a paraisos fiscales, ganase las elecciones. De los españoles depende seguir creyendo que han votado a un partido que se niega a investigar los paraisos fiscales, que también se niega a investigar la “crisis bancaria” que ha sido pretexto para regalar inmensas fortunas de dinero público y que, además, ofrece amnistía fiscal a los jueces que gracias a las listas de Falciani, se les ha descubierto cuentas con dinero ilegal en Suiza.

Ramón Martinez

sábado, agosto 29, 2015

Miles de refugiados y de inmigrantes muertos tratando de llegar a Europa.



Miles de refugiados y de inmigrantes muertos tratando de llegar a Europa. Al final de un viaje desesperado encuentran represión y precariedad, en una Europa donde crece la xenofobia. La crisis migratoria es otra cara de la barbarie capitalista.

Entre jueves y viernes más de 200 inmigrantes murieron frente a las costas de Libia y se confirmó que fueron más de 70 los refugiados que murieron asfixiados dentro de un camión en Austria.
En las últimas semanas la llamada “crisis migratoria” europea está conmoviendo al mundo entero. Las imágenes muestran grupos de personas que caminan miles de kilómetros desde Siria y Afganistán, pasando por Turquía, Grecia y los Balcanes para llegar a Hungría y desde allí emprender el viaje al norte de Europa.

Un video mostraba hace una semana el momento en que cientos de inmigrantes lograba sortear a la policía en la frontera entre Grecia y Macedonia. Poco antes habían sido reprimidos. No es posible ver el video sin llenarse de rabia y dolor.



Las costas italianas reciben un permanente flujo de embarcaciones, muchas de las cuales han quedado a la deriva durante días. En su mayoría provienen de las costas de Libia, como punto de fuga de rutas que extienden sus raíces hasta África Subsahariana.
Ahora los gobiernos europeos buscan, como hacen siempre, cargar las culpas sobre las mafias que cobran por trasladar a los migrantes, tratando de eludir así sus propias responsabilidades en esta crisis.
En lo que va del año 2015, más de 320.000 personas ingresaron de forma “ilegal” a Europa. Las barreras, vallas metálicas y leyes represivas no logran contener las oleadas migratorias. Por el contrario, lo único que consiguen es agravar la situación, ya que los inmigrantes se ven obligados a buscar nuevas rutas, más peligrosas que las anteriores.
Una vez en Europa, la incesante persecución tiene en jaque a los miles de jóvenes como los “top manta”, mayoría inmigrantes de origen subsahariano, en ’situación irregular’ según las exigencias de las reaccionarias leyes de extranjería, sin derecho a un trabajo digno.

La barbarie capitalista expulsa poblaciones enteras

A fines del año 2014, se contabilizaron 59,5 millones de personas en el mundo obligadas a migrar forzosamente, abandonando sus hogares, sus familias y su cultura. Es una cifra similar a la suma de la población entera de España y Portugal.
Escapan de guerras, de represión, hambrunas y miseria en sus países de origen. En este momento la mitad de los refugiados del mundo son menores.
Del total de refugiados (19,5 millones), más de la mitad provienen de solo tres países. La mayoría escapan de Siria (3,88 millones), en segundo lugar de Afganistán (2,59 millones) y en tercer lugar de Somalia (1,11 millones).
Pero además hay que consideran otros cientos de miles que no entran en las estadísticas, porque los Estados los consideran “inmigrantes ilegales” y no refugiados. Llegan también desde Asia y las rutas africanas.

La xenofobia como política de Estado

La xenofobia es un fenómeno creciente en Europa. En acciones directas violentas contra los refugiados, Alemania lleva la delantera en los últimos días. Grupos de neonazis atacaron centros de acogida para refugiados y en algunas localidades los vecinos se organizaron para rechazar su presencia. Este tipo de acciones no son aun generalizadas, pero están en aumento.
Al calor de la crisis capitalista, la Europa del Capital se está “blindando”, reforzando los controles y las reaccionarias fronteras nacionales contra los inmigrantes que buscan refugio.
El crecimiento de partidos de la extrema derecha xenófoba en Europa, desde el UKIP en Reino Unido, el Frente Nacional en Francia, movimientos extremistas xenófobos en Alemania, el Partido Popular Danés, Jobbik en Hungría, el partido Ley y Justicia de Polonia o el FPO de Austria, muestran esta polarización por derecha en muchos países.
La xenofobia y la islamofobia son formas de buscar un “chivo expiatorio” ante la crisis social, buscando dividir a la clase trabajadora de Europa entre nativos y extranjeros, debilitando sus fuerzas.

Solidaridad e internacionalismo anticapitalista

Ante la magnitud de la crisis social que estamos viviendo es fundamental enfrentar todas las políticas reaccionarias que buscan reforzar los controles migratorios, las fronteras y la criminalización de los inmigrantes. Es necesario desplegar en toda Europa una gran campaña y un masivo movimiento social que defienda los derechos de los inmigrantes y los refugiados. Medidas elementales como la anulación de las reaccionarias leyes de extranjería, el cierre inmediato de los centros de internamiento (verdaderas cárceles) para extranjeros, y la apertura de las fronteras para todos los solicitantes de asilo e inmigrantes, deben ser defendidas por todos los sindicatos y organizaciones de la izquierda europea.
Un plan de emergencia que debe incluir subsidios para los inmigrantes, viviendas sociales, plenos derechos sociales y políticos y trabajo genuino.
Para que los inmigrantes no sean utilizados como “chivo expiatorio” de la crisis, y contra las tendencias xenófobas incentivadas por los capitalistas, estos reclamos no pueden separarse de la lucha contra los planes de “austeridad” de la Troika y el desempleo masivo, planteando el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados con un salario equivalente a la canasta familiar.
La Europa del capital es responsable de guerras y ocupaciones militares como en Irak y Afganistán, que llevaron a la emergencia de grupos reaccionarios como el Estado islámico, o de devastar países enteros en sus ex colonias africanas. Los capitalistas no pueden resolver la crisis migratoria más que de un modo reaccionario. La lucha por eliminar las reaccionarias fronteras nacionales es también la lucha contra la Europa de los monopolios y los capitalistas.

Josefina L. Martínez
Historiadora | Madrid | @josefinamar14

La guerra es eso



Sin dejar cabos sueltos ni espacio a la duda, un Tolstoi recién iniciado en la escritura nos invita a reflexionar el milenario “arte” de la guerra.

Opacada por genialidades “clásicas” del canon literario que nos llegó de Rusia, encontramos esta obra brillante, catalogada por la crítica como relato de guerra aunque es en verdad la ficcionalizción de lo que el propio Tolstoi vivió en lo que fue la Guerra de Crimea.
Destacar que “Relatos” está escrita por uno de los mejores narradores ‘de movimiento’ que se conocen no es dato menor. En este caso, es tal la supremacía de su narración que uno hasta puede compartir la fatiga con los soldados en búsqueda de refugio, el pavor, la incertidumbre… O simplemente la experiencia llana y brutal del hombre frente a la muerte. Al leerlo, uno puede imaginar los escenarios perfectamente como si estuviese viendo cualquier película de guerra. Y es eso precisamente lo espectacular: que a mediados del siglo XIX Tolstoi parezca ser el pionero del discurso de los noticieros, el fundador del “en vivo y en directo” con su relato, crónica de su vivencia, como si fuese reportero. Se puede leer y ver Sebastopol como película bélica, con los sonidos, estallidos y el caos que esto implica.
Estas artimañas que demuestran la excelencia del autor, son usadas para expresar su más profundo repudio a la guerra. Diferenciar por ejemplo, que las grandes guerras de la antigüedad y la lucha por la lealtad al rey y/o a una nación no son más que una ambición egoísta por el propio honor, con fines meramente económicos y un medio para demostrar supremacía sobre el (los) otro(s), algo que resuena tanto hoy en día si pensamos en Gaza, Estados Unidos, Isis y hasta el conflicto que el país de Tolstoi lleva contra Ucrania.
En un movimiento de adentro hacia afuera, Tolstoi va desenmarañando los componentes de la guerra hasta llegar al hombre, adentrándose en él, en sus comportamientos, y así poder exponerlo y ridiculizarlo en extremo, invitando a preguntarse cómo es que el único animal con la capacidad de razonamiento puede someterse a una guerra, entendiendo “guerra” como cúmulo de estupidez humana y máxima sin razón. Al respecto ironiza y llega a una de las conclusiones más inocentes aunque atinadas del texto: si la guerra es tan inevitable para demostrar la superioridad de unos sobre otros e ineludiblemente se requiere una cuota de violencia, ¿por qué no reducirlo a un ‘uno contra uno’?. Esto sería, el mejor de cada ejército, “un ruso contra un representante de los aliados”, y así poder evitar tanta atrocidad.
Tolstoi hizo esta brillante denuncia a la locura tan aceptada por los seres tan “razonables” que somos los humanos hace ya casi un siglo y medio, y aún así hoy uno lee o escucha a diario la sarta de atrocidades iguales o peores que se siguen cometiendo, lo que hace que tomemos partido, o incluso inconscientemente, justifiquemos ciertas barbaridades. Estaría bueno creernos eso de que vivimos en la “post-modernidad” y tratar de ser esos seres “súper” avanzados a los que aludimos para diferenciarnos de los de Neanderthal, como para dar cuenta que hoy, siglo XXI, seguimos validando esta milenaria y bestial carnicería.

Milagros Yugat

Nuevas miradas; nuevas percepciones



Borges, Torre Nilsson, Katchadjian: una serie que engorda.

Los viejos televisores obligaban a sostener la elección del espectador dada la oferta limitada de programas que entregaban (cuatro canales –con un quinto a medias visible–), además del dispositivo fijo que exigía acercarse al aparato para producir un cambio. El control remoto dio inicio a una transformación en el modo de mirar que no mucho tiempo después se multiplicó con la llegada de la televisión por cable y su lista extendida de canales. La mirada actual del televidente –fragmentaria, intolerante, acumulativa– ya forma parte del sentido común: ir y venir entre un extremo y otro de la grilla se convirtió en un hábito. En ese recorrido lineal, progresivo y circular, el espectador arrastra un impulso atávico: añora y desea encontrar ese lugar en el cual detenerse y respirar, llegar a esa telaraña que lo capture y troque su búsqueda en hallazgo concreto. Por supuesto, cuando ya se conoce bastante un trayecto, todo viajero va definiendo paradas preferidas, estaciones que ofrecen lo que se adecua al propio sabor, al particular estilo. En mi caso, esos mojones son el canal TCM, con sus clásicos –todavía subtitulados– de no más allá de los años setenta, la TV Pública y su extraordinario rincón “Filmoteca”, algún programa interesante en Encuentro, o bien, el cine argentino de INCAA TV. En todos los casos, y a contramano del acceso casi ilimitado que proporciona internet, allí sigue operando el estímulo por el descubrimiento –intriga y sorpresa por conocer lo que se exhibe ese día–, junto a la adrenalina producida ante la oportunidad de capturar un instante –esa idea ilusoria de que el hallazgo no se va a repetir y existe una real posibilidad de pérdida–. Es por esto que la mirada entonces puede detenerse una madrugada sobre el glorioso comienzo de The big knife, de Robert Aldrich, con un Jack Palance desesperado que refriega sus sienes con las manos, en un gesto tortuoso que ya informa el carácter trágico de la historia; o puede también emocionarse con el recio rostro marcado de Gregory Peck, en la primera aparición del Capitán Ahab atisbando el horizonte sobre la cubierta del Pequod –aparición demorada en la película y por eso aún más impactante–, en Moby Dick, de John Huston; o bien, sorprenderse con la existencia de Días de odio, de Leopoldo Torre Nilsson, y su trasposición del cuento “Emma Zunz”, de Borges.
Este asalto que nos produce lo inesperado pone a la percepción en un estado particular: al disminuir los condicionamientos previos que imponen los datos, las recomendaciones o las críticas sobre un objeto artístico, la mirada pone a funcionar su propia cultura y resalta aspectos de interés personal no delineados por el ojo experto.
Días de odio se filmó en 1953 y se estrenó el jueves 3 de junio de 1954. Adolfo Bioy Casares señala en la entrada de ese día de su acromegálico libro Borges, que ni él ni Borges asistieron al estreno. Recibe malas noticias de Beatriz Guido en la mañana siguiente: “un público indignado, risueño y aburrido”. En la semana posterior, el padre de Bioy ve el film y lo pondera. Las opiniones parecen ser incómodas, pero en general inclinadas hacia el elogio; ambos amigos lo habían visto previamente el 2 de octubre de 1953 en una función privada. Bioy describe su sensación, que va desde el rechazo inicial hasta la aprobación posterior: “hacia el fin tuve la impresión de haber visto una historia patética, extraordinaria, misteriosa, y gobernada por un terrible destino”. Todos terminan emocionados.
¿Qué hay entre el público “indignado” y el espectador “emocionado”? ¿Qué es lo que miran de forma tan distinta hasta ponerlos en los extremos de lo “aburrido” y lo “extraordinario”? Imposible saberlo. Lo único cierto es que, transcurridos sesenta años, la mirada actual se detiene en pensamientos diferentes de aquellos.
En la película, Emma deambula por la ciudad porque debe hacer tiempo. Agobiada por la angustia se sienta en el banco de una plaza y cruza su mirada con un hombre joven sentado en otro banco próximo. Se entienden de inmediato aun sin diálogo. Más tarde, la espera la empuja a acercarse a una fiesta a la que previamente había descartado asistir. Y es allí que se produce el hallazgo del espectador actual: esos que se aprietan en un pequeño departamento son jóvenes, aunque no lo parezcan. Disfrutan de la ausencia de los padres de la casa, bailan el mambo, uno se asoma desde el baño y le pregunta a otro cómo hacer para forzar un vómito, una pareja es sorprendida en la oscuridad, se rompen algunos vasos, Emma se vuelve a encontrar con el joven de la plaza, se sientan a hablar en el piso de la cocina, son sorprendidos por la novia de él y reciben como reproche: “¿no tenían un lugar más limpio para conversar?”. Alguna vez lo dijo Charly García: “la vida antes de Los Beatles era en blanco y negro”. Y aquí está presente esa juventud que parecía saltar desde la adolescencia hacia la adultez sin escalas, expresada en los tonos blancos y negros de sus ropas, en los rigurosos trajes y sobretodos, en Cholo, que se jacta de seguir por todas partes a la orquesta de Francini-Pontier mientras se lo muestra como alguien ridículo. Sin embargo, el contraste con cierto descontrol, libertad y esa carga algo erótica de lo que se percibe como “sucio” es un destello de originalidad entre lo que el cine argentino de la época solía ocultar mientras imponía la imagen de una juventud pura, inocente y artificial.
Borges escribe un cuento sobre la verdad, categoría a la que considera ocasional e impuesta de forma arbitraria bajo determinadas condiciones, tal como afirma el narrador al finalizar el relato: “La historia […] sustancialmente era cierta […] solo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios”. Este problema de legitimidad se vuelca sobre la estructura y el estilo del cuento, porque allí no hay espacios intermedios ni adornos superfluos, todo es preciso, apretado y contundente; como si operara a la inversa de los procesos judiciales con su carga de procedimientos que arrastran pruebas, discusiones, jurisprudencia e interpretación, Borges se sirve de las formas del relato policial extremándolas: descarta toda discusión y comprime la historia al hecho en sí. En este cuento está la esencia de su estilo: síntesis, decisión, justeza y pulcritud.
Torre Nilsson, por su lado, parece correrse del problema de la verdad y centrarse en la cuestión de la espera y el tiempo. Más de medio siglo antes del proceso de “engorde” al que Pablo Katchadjian sometió a “El Aleph”, el director ya había elegido ese criterio para rediseñar la obra de Borges. Torre Nilsson estira el tiempo y rellena la acción con nuevos episodios que Emma protagoniza: el cruce con un posible amante en la plaza, que abre la línea de una historia de amor que finalmente no prospera; el acoso de los todavía “niños bien” que no dudan en perseguirla por las calles desiertas y oscuras; la caída frente a las vías del tren y el eco de un probable suicidio; el rescate de un malevo estereotipado; la llegada al antro nocturno donde escucha cantar a la legendaria Lois Blue, como una Marlene Dietrich reencarnada en el Riachuelo; el fingido desmayo en un tranvía; la fiesta de los jóvenes. Esta serie no solo le aporta nuevas dimensiones al personaje, sino que en el traspaso de la acción desde un 1922 original al 1953 contemporáneo da cuenta de la época presente que la contiene. En el deambular por la ciudad Emma habla consigo misma y la Buenos Aires a tono con el primer peronismo se hace visible: ella es una obrera que busca trabajo en una fábrica y lo encuentra fácilmente;su padre ya no tiene como nombre un exótico Emanuel sino que, oportunamente, pasa a llamarse Juan; el conflicto tiene su origen en la posible movilidad social y el anhelo por llegar a la “casita con jardín”; se exhibe el funcionamiento de la fábrica con las mujeres trabajadoras explotadas por el burgués ambicioso (un detalle de su personalidad es el maltrato hacia su gato, en contraposición a un hombre visto en la plaza que busca gatos para alimentarlos mientras los elogia).
Entre los cambios y los agregados el cuento original ve enriquecida su trama con perfiles que dan cuenta de ciertas condiciones sociales de la época: el lugar de la mujer, las posibilidades del trabajo, las rebeldías de los jóvenes, los efectos concretos de una política.Son interpretaciones que podemos hacer con sorpresa desde el presente, porque ignorábamos que ese pasado las contenía.Es por eso, además, y dado que la literatura traspasa los tiempos y mantiene su vigencia, que un artista como Pablo Katchadjian –como antes Leopoldo Torre Nilsson– puede tomar también un cuento de Borges y ampliarlo, extenderlo, “engordarlo”, para hacerlo decir todavía más de lo que decía hasta ahora: tal vez dentro de algunos años una nueva lectura encontrará allí expresado algo de esta época presente que por ahora no vemos.

Pablo Potenza

Fraude y crisis en la democracia para ricos



La crisis en Tucumán ilustra la degradación de un régimen funcional solo a los intereses del empresariado. “Progresistas” y “republicanos”, unidos en su defensa.

Tucumán puso sobre el tapete la degradación de la democracia burguesa en Argentina. Los “excesos” ocurridos este domingo no pueden jugar el papel de árbol que tape el bosque. Junto al fraude manifiesto, la elección evidenció otros mecanismos que se aceptan como “normales”, incluso por los voceros del “proyecto nacional y popular”.
Irónicamente, las elecciones de Tucumán muestran a “progresistas” y “republicanos” unidos, defendiendo el procedimiento de voto por sí mismo. Los primeros presentando el hecho consumado, los otros pidiendo que se vote de nuevo pero “sin fraude”. Pedido ilusorio si los hay.

Extorsión social y narco-política

La degradación de la democracia burguesa emerge claramente en el fin de ciclo kirchnerista. La lucha de fracciones internas solo pone en evidencia que se acerca el momento de barajar y dar de nuevo.
Pero las denuncias de clientelismo que se hicieron el domingo trascienden la coyuntura y son una constante en cada elección a lo largo del territorio nacional. La entrega de alimentos y otros productos aparece como un recurso constante de punteros y dirigentes. La misma casta política que gobierna para los empresarios, usa las necesidades del pueblo trabajador, de manera extorsiva, para imponer votar por una u otra figura.
Las elecciones tiene así el “defecto” de ser compulsivas para un sector no menor de la población pobre del país. Difícil catalogarlas como plenamente “libres”.
La descomposición política de la democracia burguesa emerge por todos los poros. Partidos patronales y gobiernos estrechan vínculos con sectores capitalistas que hacen del narcotráfico, la trata y otros delitos su fuente de ganancias. Delitos “penados” formalmente por la ley, pero amparados y garantizados por el poder estatal.
Si la ley resulta laxa para esos sectores, no ocurre lo mismo en el otro extremo del arco social. Las cárceles argentinas se atestan con cientos de miles de pobres que “atentaron” contra la propiedad. Mientras, los organizadores del crimen a gran escala gozan de impunidad y protección estatal.

Democracia de clase y casta política

Si la podredumbre del régimen democrático y sus límites emergen a cada momento, eso se debe a una “falla de origen”.
Como ya lo señalara Karl Marx en el Manifiesto Comunista, el rol del gobierno del Estado moderno es la defensa de los intereses de la clase capitalista en su conjunto. Una definición que destila actualidad. En ese carácter de clase debe buscarse la explicación de su “ajenidad” a los intereses del pueblo trabajador.
La democracia, lejos de un valor abstracto, es una de las formas políticas de ese Estado. La igualdad formal a la hora de votar se desdibuja bajo el peso de las diferencias sociales que consagran el poder del gran empresariado en detrimento del pueblo trabajador. Como la definiera el revolucionario ruso Lenin, una democracia sólo para los ricos.
En la Argentina actual, ese contenido tiende por momentos a coincidir con la forma. Massa, Macri y Scioli, principales aspirantes a la presidencia, sirven de botón de muestra. Ligados por sus orígenes familiares en el empresariado, una educación anclada en el sector privado y estrechos vínculos con el mundo de la farándula y el deporte. Los une, además, un común desprecio por la ideología y una furiosa reivindicación de “la gestión”.
La existencia de una casta política que se enriquece en su función y se integra con el mismo empresariado, actúa como reaseguro frente a los intentos de imponer una agenda política y social ligada a los intereses del pueblo trabajador. La defensa de radicales, peronistas y macristas de sus dietas millonarias se torna así una cuestión de Estado. Defienden su rol de gerentes del gran capital.

Una democracia más amplia y generosa

Frente a un régimen político que funciona como garante de los negocios del capital, los socialistas revolucionarios sostenemos la imperiosa necesidad de poner de pie un nuevo tipo de Estado, basado en nuevas relaciones sociales donde la gran propiedad privada capitalista haya sido liquidada. Una democracia más amplia sólo puede florecer sobre esa base.
Pero incluso en el régimen capitalista, la misma democracia burguesa aparece extremadamente constreñida, demostrando la utopía de la “igualdad ante la ley”. Con solo mirar algunas instituciones del régimen político argentino se descubren esos límites.
El Congreso Nacional, en su composición, lo pone de manifiesto. En el Senado, 72 personas -que representan los intereses de las oligarquías provinciales- pueden bloquear leyes que afectan la vida de millones. Por su parte, la Cámara de Diputados tiene solo 257 integrantes. Así, poco más de 300 personas tienen, en sus manos, la capacidad de legislar sobre cuestiones que afectan la vida de 40 millones. Esa potestad permitió, por ejemplo, votar la gigantesca indemnización a la imperialista Repsol en minutos, a espaldas de toda la población. A eso es preciso añadir el cáracter social y político de la enorme mayoría de sus integrantes, provenientes de los grandes partidos que defienden los intereses capitalistas.
La institución presidencial concentra un gigantesco poder, por ejemplo mediante los Decretos de necesidad y urgencia así como con el Veto a las leyes del Congreso. Valga de ejemplo el veto de Cristina Fernández al 82% móvil en 2010, una medida que hubiera mejorado radicalmente la vida de millones de jubilados.
En el camino de la lucha por el poder de la clase trabajadora y el pueblo pobre, la perspectiva de pelear contra estas reaccionarias instituciones puede permitir movilizar a cientos de miles o millones. Luchando por una democracia más amplia y generosa que permita dar solución a los padecimientos más aguidos de las masas, éstas pueden avanzar eventualmente en el camino de la lucha por expropiar a los capitalistas y conquistar un régimen social que asegure verdadera libertad.
La conformación de una Asamblea nacional única, con diputados revocables que cobren el salario de un trabajador y que duren solo dos años en sus funciones, implicaría constituir un organismo mil veces más democrático que el actual Congreso. La posibilidad de concentrar las funciones legislativas y ejecutivas permitiría reemplazar la institución presidencial cuya única razón de ser es mantener una figura “fuerte” para garantizar “orden”. Estas demandas, junto a otras que no señalamos aquí, sirven para ilustrar la perspectiva de una democracia más amplia y generosa que la que ofrece el régimen político argentino.
La pelea por esa perspectiva es inseparable de la lucha contra la casta política que se enriquece en su función. La exigencia planteada por el Frente de Izquierda de que todo legislador y funcionario cobre como una maestra va al nudo de esa cuestión.
Dicha consigna abreva en la tradición socialista revolucionaria, que vio en la Comuna de París (1871) una forma política sobre la que sentar la base de un nuevo tipo de Estado, ampliamente democrático y dirigido por la clase trabajadora. Los Soviets en Rusia de 1917 amplificaron y profundizaron ese tipo de experiencia social y política, donde los explotados se hacían con el poder. Un nuevo tipo de Estado surgía sobre la base de la expropiación a la clase capitalista y la constitución de órganos representativos mil veces más democráticos que los existentes hoy.
La historia y la realidad actual ponen de manifiesto los enormes límites del régimen democrático burgués, incluso bajo sus propios preceptos. La propagandización y agitación de estas consignas, incluso en la campaña electoral, puede aportar a plantear una perspectiva superior para la clase trabajadora y el pueblo pobre.

Eduardo Castilla

El problema de los refugiados



En Alemania, el problema de los refugiados es muy grave. Ya se han producido reacciones de la extrema derecha germana que, al grito de “extranjeros afuera”, han quemado y destruido construcciones a las que van llegando. La primera ministra Merkel ha saludado la llegada de los cientos de miles de refugiados, señalando que Alemania necesita más trabajadores para crecer más. Argumento discutible porque Alemania, oficialmente, tiene en la actualidad dos millones de desocupados.
Es decir, el único argumento válido es el que esgrime razones humanitarias. Se trata de perseguidos a los cuales hay que tenderles la mano.
El problema es monumental, sin ninguna duda. La violencia crece en el tercer mundo mientras el primer mundo no para de crecer. Uno se pregunta: ¿Para qué existe la Organización de Naciones Unidas si no ha sido capaz de crear un sistema económico aceptado por todos sobre la base de la Igualdad y la Justicia? ¿Hasta dónde va a seguir creciendo esta crisis con una inmigración en aumento del tercer al primer mundo?
Está muy bien que se acepten nuevos perseguidos pero, en vez de adaptarlos a la sociedad rica, ¿por qué no se inaugura un espacio neutral en los continentes nuevos donde se invierta para lograr trabajo para todos y no que la solución sea marchemos todos a Europa, donde se supone que se vive bien? Europa también cae en tiempos de crisis. Crear una especie de Plan Marshall pero que derrame trabajo. Crear trabajo, realizar inversiones y así mejorar notablemente las condiciones de vida de los habitantes. Lo pueden hacer los países de Europa, en vez de considerarse ellos mismos las únicas fuentes de trabajo. Ello serviría para dejar atrás esta realidad: La gente masivamente abandona sus países, deja sus viviendas, sus escuelas, sus organizaciones gremiales, para ir a para a otros países de distinto idioma y costumbres diferentes. Es muy injusto lo que se está haciendo.
La mayor parte de los fugitivos actuales no son perseguidos políticos, pero sí viven en condiciones económicas muy difíciles. De los actuales exiliados hay muchos que llegan por tercera y cuarta vez a Alemania, que se quedan sin trabajo después de haber regresado a sus países. Por eso se está prefiriendo dar asilo a los fugitivos de la guerra civil de Siria.
Para terminar con la afluencia de extranjeros, algunos sociólogos pidieron la reducción del dinero de bolsillo que se otorga a los inmigrantes desocupados: 143 euros. Esto incita a venir a Alemania porque muchos ganan menos que ese dinero trabajando en sus países.
Todo esto origina también ataques de la derecha alemana contra la política de inmigración del gobierno. Lo que termina incentivando los ataques contra los refugios. Este año se han efectuado 200 ataques contra los lugares de protección de inmigrantes. Esto hace recordar a los tiempos del nazismo, cuando eran incendiadas las sinagogas.
Poco a poco, el problema que genera la llegada de cientos de miles de pobladores extranjeros plantea discusiones del tipo de “¿Alemania se está convirtiendo en un sucedáneo de los Estados Unidos de Norteamérica?” y su inmediata continuación: “¿Cómo hacer para que Alemania permanezca germana?”.
La socióloga Sonja Zerki ha escrito un ensayo titulado “Tiempo para hablar”, donde se pregunta si “¿Alemania es un país descontento?”. En él se interroga acerca de “¿Cómo debemos comportarnos con los fugitivos que vienen huyendo de sus países?”. También se pregunta sobre las contradicciones que los cambios generan en la sociedad. ¿Alemania debería ser abierta hacia los extranjeros, fomentando la integración de las minorías con experimentos culturales? ¿Debería seguir protegiendo lo que ya tiene en vez de promover más derechos para las mujeres o las minorías sexuales o religiosas? Disyuntivas como esas no se producen siempre sin fricciones. La problemática de la inversión destinada a los trabajadores extranjeros y el tratamiento que se les da obliga a un debate, ya que los instrumentos y la retórica políticas habituales ya no dan respuesta a los nuevos interrogantes planteados. En una palabra, Alemania debe cambiar el conservadurismo en sus costumbres y tradiciones frente a la cada vez mayor influencia cultural que implica la incrementada presencia de extranjeros. El conservadurismo alemán lo va a pagar caro, ya que no se pueden construir barreras en los barrios extranjeros ni ponerles uniformes.
El progreso se paga caro en cuanto al conservadurismo de las costumbres.

Osvaldo Bayer
Desde Alemania

viernes, agosto 28, 2015

Sacco y Vanzetti: la fuerza de la tradición obrera



Hace 88 años eran fusilados Sacco y Vanzetti, culpables de un crimen nunca cometido y, por tanto, imposible de probar. Después de 50 años, las autoridades reconocieron que eran inocentes. Ayer como hoy son un símbolo del internacionalismo de la tradición obrera.

“El día 15 de abril del año 1920 tuvo lugar un robo cuidadosamente planeado y despiadadamente ejecutado en la localidad de South Braintree, Massachusetts, En el curso de este robo, fueron muertos por los bandidos, un pagador y un guardia de la empresa.
Posteriormente, dos hombres, Nicola Sacco, obrero zapatero, y Bartolomeo Vanzetti, ex panadero y peón de un horno de ladrillos y en ese momento vendedor ambulante de pescado, fueron detenidos acusados de haber cometido este robo y doble asesinato.
De acuerdo con las leyes del Estado de Massachusetts, se escuchan las peticiones y se interponen los recursos antes de que el juez dicte sentencia en el caso. En el caso Sacco y Vanzetti, esos recursos, peticiones y mociones se extendieron a lo largo de más de siete años. El día 9 de abril de 1927 el juez que entendía en la causa, condenó a muerte a los dos hombres y ordenó que esa sentencia fuera ejecutada el día 10 de julio de 1927.
Sin embargo, por distintas causas, la ejecución de esta sentencia fue postergada hasta el día 23 de agosto de 1927” (1).
Nicola Sacco (n. 22 de abril de 1891) y Bartolomeo Vanzetti (n. 11 de junio de 1888) emigraron a Estados Unidos con 17 y 20 años respectivamente. Ambos provenientes de Italia y seguidores del anarquista Luigi Galleani (anarquista italiano, promotor de sabotajes y atentados en Estados Unidos).
El polémico e injusto proceso judicial y el trágico final de estos hombres no puede entenderse por fuera del contexto mundial. Cuando fueron detenidos, hacía poco que había concluido la Primera Guerra Mundial. Trajo una atmósfera saturada, y fomentada por las potencias imperialistas, de odio y xenofobia contra los extranjeros en general y contra los militantes anarquistas, comunistas o socialistas, en particular. La Revolución Rusa hacía poco más de tres años que había triunfado y había una gran moral en la clase obrera mundial. La burguesía tenía pánico por el “terror rojo” y la justicia obrera. Prueba de esto fue que días antes de la detención de Sacco y Vanzetti, fue encontrado el cadáver del militante anarquista Andrea Salsedo, destrozado e irreconocible, en la acera del edificio del Ministerio de Justicia, en Nueva York.
Como recordaba A. Felicani, amigo íntimo de Vanzetti (2), al ser detenidos junto con Nicola, sin poner ningún tipo de resistencia, las primeras preguntas policiales no fueron relativas al supuesto delito sino a sus filiaciones políticas: “¿son ustedes socialistas? ¿Son comunistas? ¿Son anarquistas?” demostraron el estado de ánimo de los burgueses y sus chacales protectores del capital.
El fiscal y el juez Webster Thayer - a cargo del proceso- totalmente impregnados de la atmósfera xenófoba y anti-obrera, fueron acusados reiteradas veces que sus sentimientos antiinmigrantes y anti-anarquistas predispusieran al jurado y la sentencia final: culpables del robo y los asesinatos, condenados a la silla eléctrica, en la Casa de la Muerte de la prisión del Estado de Massachusetts.
El proceso mismo fue cuestionado, las pistas del crimen eran que los asaltantes “tenían aspecto de italianos". Los testigos incluso no pudieron reconocerlos. Antiguos compañeros de trabajo de Sacco y Vanzetti fueron a declararon que a uno lo vieron trabajando y al otro en la embajada tramitando un nuevo pasaporte, el mismo funcionario de la embajada declaró la veracidad de ese hecho. Pero no bastó. Estaban condenados por ser trabajadores, por ser pobres –como dijo Sacco en su sentencia final.

Un grito sin fronteras

Los trabajadores sabían que todo era una mentira, que esos dos hijos del pueblo eran inocentes, como también lo habían sido los mártires de Chicago. Su crimen era pelear por un mundo mejor y gritarlo a los cuatro vientos, negarse a pelear en la Primera Guerra Mundial y huir a México. A decir de Sacco en una de sus declaraciones “trabajé junto a judíos, irlandeses y alemanes y por todos ellos siento afecto ¿por qué pues había de combatir contra ellos? la guerra fue desatada por capitalistas ávidos de ganancias”. Por eso, muchos trabajadores del mundo salieron a las calles a conseguir la justicia que no podían esperar de las instituciones burguesas.
Miles se manifestaron, marcharon, protestaron y armaron Comités Pro Sacco y Vanzetti no sólo en Nueva York, Boston, Chicago, San Francisco, sino también en Londres, París, Buenos Aires y África del Sur.
El 9 de agosto de 1927 en Chicago la huelga general es seguida por 16.000 obreros. En Nueva York, por 150 mil personas, según la policía. En Montevideo, Uruguay la huelga de 24 horas fue multitudinaria, al igual que en Asunción, Paraguay. En Argentina también, miles de trabajadores fueron reprimidos por manifestarse, pidiendo justicia para Sacco y Vanzetti.
En la noche de su ejecución, miles se manifestaron en Charlestown, en la Casa de la Muerte, pero fueron mantenidos lejos de la prisión por una multitud de policías. Fueron arrestados varios manifestantes. Había ametralladoras en las azoteas y grandes reflectores barriendo la escena. Una gran muchedumbre se congregó en Union Square el 23 de agosto de 1927. Pero el escarmiento final había llegado.
Cincuenta años después, En 1977, en un increíble acto de cinismo, el gobernador de Massachusetts se excusó públicamente por las graves fallas cometidas durante el proceso a Sacco y Vanzetti, y proclamó su total y absoluta inocencia y pidió disculpas, salvando el” buen nombre y honor de los mártires”. Demasiado tarde para Nicola y Bartolomeo. Pero también demasiado tarde para los chacales y sus protegidos: Sacco y Vanzetti ya eran una bandera.
Como se ve, más allá de las pruebas y contrapruebas, defensas y contra defensas, lo que más dilató el final de estos valientes luchadores fueron las grandes movilizaciones internacionales de la clase obrera, que sin embargo no lograron evitar el final, pero marcaron un antes y un después en la conciencia y tradición del movimiento obrero.
Nos quedan sus cartas y mensajes como el de Sacco para su hijo: “[...] recuerda siempre Dante, que en el juego de la felicidad no tienes que usarlo para ti solo, sino mirar un paso detrás de ti, ayudar a los mas débiles que piden ayuda, ayudar a los perseguidos, a las víctimas que son tus mejores amigos. Son los camaradas que luchan y caen, como cayeron ayer tu padre y Bartolo, por la conquista de la alegría, de la libertad para todos y para los trabajadores pobres. En esta lucha por la vida encontrarás amor y serás amado”.

Nadia Petrovskaia

Notas:

1 Prólogo de La pasión según Sacco y Vanzetti de Howard Fast.
2 Sacco y Vanzetti, sus vidas, sus alegatos, sus cartas.