sábado, abril 30, 2011

La Etica siempre triunfa


Estos últimos días han servido para ratificar aquello tan sabio de que finalmente la Etica triunfa en la Historia. La eliminación del nombre del atroz coronel Falcón de la Escuela de Cadetes de la Policía, y del de otros policías conocidos delincuentes contra los derechos humanos básicos de otros institutos policiales, es un paso delante de nuestra democracia. Todos nombres impuestos por dictaduras y aceptados servilmente por los gobiernos que le siguieron. Basta recordar que el coronel Ramón Falcón –el mejor oficial de Roca en el genocidio de los pueblos originarios llamada Campaña del Desierto– fue quien ordenó la masacre de Plaza Lorea del 1º de Mayo, el Día de los Trabajadores, de 1909. Y están sus declaraciones ante la prensa justificando que dio la orden de abrir el fuego contra las columnas obreras que recordaban a los Mártires de Chicago –aquellos luchadores increíbles por las jornadas de las ocho horas de trabajo– “porque los obreros en vez de llevar la bandera azul y blanca llevaban la bandera roja”. Qué delito para el señor coronel argentino. Lo que hay que saber es que en aquellos años la bandera roja era la bandera del gremialismo. Pero para el bestia uniformado eso ya era un delito. Lo más increíble fue que su nombre se exhibió hasta hace pocos días como patronímico de la Escuela de Cadetes de la Policía, lo que nos dice qué ejemplo tenían esos cadetes en cuanto a la ética de la vida.
Pero el señor coronel asesino de obreros y de pobladores originarios de estas tierras todavía tiene un monumento en las calles Callao y Libertador, de esta Capital. Justo el lugar donde se ha dispuesto que se levante el monumento al gran Astor Piazzolla. Algo muy merecido porque este músico fue un genio que revolucionó el tango. Todos aplaudimos esta resolución porque ésos son los modelos que merecen estar en el bronce. También los músicos, los poetas, los científicos, los maestros y todos aquellos de mano abierta que lucharon por un mundo con niños sin hambre y familias con techo. Y no siempre los uniformados, como acostumbramos. Y lo bueno del monumento al gran Astor es que tendrá nada menos que esta leyenda:

“Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao

No ves que va la luna rodando por Callao;

Que un corso de astronautas y niños, con un vals,

Me baila alrededor...¡Bailá! ¡Vení! ¿Volá!”

La letra de Horacio Ferrer, que alguna vez cantamos todos.
Pero ahora viene lo más importante. Nadie quiere que al lado de Piazzolla esté el monumento a ese coronel asesino de obreros. Sería un insulto a la memoria del músico. Así como se tuvo el coraje civil de quitarles el nombre a instalaciones policiales de enseñanza, de la misma manera habría que mandar ese bronce a una fundición para que con ese metal se haga en un barrio bien proletario un monumento a los obreros asesinados aquel 1º de mayo de 1909. De otra manera sería manchar el arte tan profundo de ese músico genial poniéndolo al lado de un fusilador del pueblo. Nos gustaría que el gremio de los músicos diera varios conciertos en ese lugar como protesta ante la presencia del coronel manchado de sangre al lado de ese músico que comprendió tan profundamente la música de Buenos Aires. Entonces sí que vamos a ir a gritar allí: “¡Viva la música, mueran las balas!”.
Y ya está naciendo una conciencia popular de revisar la historia y no aceptar lo que siempre dictaron los dueños del poder económico y político. Por ejemplo esto: en Belén, Catamarca, sí justo allí, los pobladores han comenzado a apoyar un proyecto de cambiar el nombre del asesino Julio Argentino Roca por el del poeta local Luis Franco. Un poeta con todo el sabor de esas regiones de cielos tan azules y montañas que nos observan.
Eso, podríamos decir, es amar la vida.
Y de Catamarca a Quilmes: allí se acaba de publicar el proyecto de ordenanza municipal para cambiarle el nombre a la avenida 12 de Octubre por el de avenida Pueblos Originarios. Luego de explicarse los fundamentos jurídicos, culturales e históricos se añade que el nombre de 12 de Octubre es “un homenaje a una fecha que inauguró el genocidio étnico y cultural más importante de la historia de la humanidad, y luce obsoleto y dañino respecto a los pueblos originarios. Que, por el contrario, se considera oportuno reparar a las naciones que son nuestros orígenes desde su incorporación a la nomenclatura pública municipal”.
Es un justo pedido porque los españoles no llegaron al nuevo continente para traer paz, cultura y libertad. Todo lo contrario: los pueblos originarios fueron sometidos a las formas más brutales de esclavitud, como la mita, el yanaconazgo y la encomienda. Lo dice Manuel Belgrano en su proclama a los pueblos originarios en la que les dice: “He venido a restituirles los derechos de libertad, propiedad y seguridad, de que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente a las rapiñas de los (españoles) que han gobernado”. Y como a los conquistadores europeos no les bastaba la esclavitud de los originarios, trajeron miles de esclavos africanos bajo el yugo del látigo y el arcabuz. Por eso es lamentable que, en vez de tener a un héroe de nuestra independencia frente a la Casa Rosada, tengamos nada menos que a Colón. En vez de estar allí un gaucho de nuestra independencia o el abrazo de nuestros dos grandes libertadores: San Martín y Bolívar. Es exactamente lo mismo cuando vemos las mejores calles arboladas de Belgrano con el nombre de los virreyes españoles mientras el gran héroe libertario Túpac Amaru tiene una callecita de pocas cuadras.
Y en eso tiene razón Demián Konfino cuando propone que el continente americano no lleve el nombre por Américo Vespucio –uno de los tantos “descubridores”– sino que debería llamarse Tupacamaria, en nombre del hombre que quiso liberar estas tierras de sus esclavizadores y por eso fue condenado a la más horrible de las muertes cometidas por los seres humanos. Occidentales y cristianos.
Pero el ser humano no se rinde. Lo demuestran los trabajadores de Luz y Fuerza de Córdoba, quienes ante la quita del nombre de Agustín Tosco a la avenida de circunvalación de la capital cordobesa por las autoridades se pusieron a preparar una pieza teatral-musical en honor a ese inolvidable dirigente gremial en la cual trabajan 80 músicos, cantantes y coreutas. La letra de las canciones las escribió el secretario del sindicato, la música es de quien dirige el taller musical del gremio. Esta forma artística será tal vez la mejor forma de recordar a ese luchador infatigable que fue Tosco y el mejor homenaje a su memoria.
Y otro triunfo también, en la Feria del Libro. En estas contratapas escribimos que el ministro Torres, de la provincia de La Pampa, había prohibido la presentación de los libros Pampa Libre, de Jorge Etchenique, y las poesías de ese poeta grande del sur que se llama Edgar Morisoli, en una obra de Ana S. Galván. Pues bien, la Casa de Santa Cruz, a cargo de Mario Metaza, anunció que ellos estaban dispuestos a que, en su stand se presentaran esos dos libros tan representativos de la cultura pampeana. Eso se llama decir un rotundo no a toda censura que creíamos terminada con la caída de la dictadura militar. Mientras tanto, esos libros serán presentados en la editorial Acercándonos, el 6 de mayo, a las 17 horas, en el stand 138, pasillo 1, del pabellón Azul.
Triunfos de la democracia. Triunfos de los que piensan en la libertad y la solidaridad. Como fue la fiesta en Azul, en la escuela 503, cuando allí se cambió el nombre del genocida Julio Argentino Roca por el hermoso apodo de Arbolito, el ranquel que vengó a sus hermanos ranqueles. Fue algo inolvidable, como tocar el cielo con las manos, una fiesta con la alegría espontánea de los alumnos, la nobleza de sus docentes, el apoyo del propio intendente y el pueblo, puro pueblo. Sí, fue como si todos los perseguidos de nuestra historia, lo repito, pudieran tocar el cielo con las manos.
Pero todo esto no tendría valor si no se soluciona el problema de los Qom que acampan en la 9 de Julio y la Avenida de Mayo: los nombres de nuestros días de Libertad. No se puede ignorar su situación. Nos está mirando el mundo. Los responsables tienen que pensar que si no se hace justicia, esto pasará a la historia nuestra. Vuelvo a repetir: la Etica siempre triunfa. No se puede ignorar el drama de estos legítimos hijos de la tierra.

Osvaldo Bayer

viernes, abril 29, 2011

Mi Primero de Mayo


A todos,

los que marchan por las calles,

y detienen las máquinas y los talleres.

A todos,

deseosos de llegar a nuestra fiesta,

con las espaldas cargadas de trabajo.

¡Salid el 1ª de Mayo,

al primero de los Mayos!

Recibámoslo, camaradas,

con la voz entrelazada de canciones.

¡Primavera mía,

derrite las nieves!

¡Yo soy obrero,

este Mayo es mío!

¡Yo soy campesino,

este Mayo es mío!

A todos,

Tendidos en las trincheras,

esperando a la muerte infinita:

a todos,

los que desde un blindado,

apuntan contra sus hermanos,

hoy es primero de Mayo.

Vayamos al encuentro,

del primero de los Mayos nuestros,

enlazando las manos proletarias.

¡Callad vuestro ladrido, morteros!

¡Silencio, ametralladoras!

¡Yo soy marinero,

este Mayo es mío!

¡Yo soy soldado,

este Mayo es mío!

A todos,

a las casas,

a las plazas,

a las calles,

encogidas por el hielo invernal.

A todos,

Hambrientos de hambre,

estepas,

bosques,

campos.

¡Salid en este primero de Mayo!

¡Gloria, al hombre fecundo!

¡Desbordaos en esta primavera!

¡Verdes campos, cantad!

¡Sonad sirenas y pitos!

¡Yo soy de hierro, este Mayo es mío!

¡Yo soy la tierra, este Mayo es mío!

(Dedicado al 1ª de Mayo de 1918)

Vladimir Maiacovsky

Venezuela y la entrega de Joaquín Pérez: más preguntas que respuestas


La situación creada con la entrega por parte del gobierno venezolano de Hugo Chávez del compañero revolucionario Joaquín Pérez a las autoridades de Colombia abre inquietantes preguntas.
Ya se han escrito innumerables análisis al respecto, y sin duda se seguirá haciéndolo. La presente nota quizá no aporte nada nuevo, pero me siento en la imperiosa necesidad ética de tomar la palabra y agregar algo más al debate.
Sin lugar a dudas, el escenario creado es muy complejo, y en ese caso no sirven visiones simplificadoras, o incluso maniqueas, de “correctos” e “incorrectos”, de “buenos” y “malos”. Pero que la medida tomada por el gobierno venezolano (o quizá habría que decir más correctamente por Hugo Chávez) levanta muchos olas, de eso no caben dudas.
Dicho de otro modo: la medida en cuestión, que evidentemente tantas reacciones ha despertado en todo el mundo, no es cualquier cosa. Marca el estado actual y una posible perspectiva de futuro del proceso bolivariano.
El llamado socialismo del siglo XXI, cuando empezó a tomar forma una década atrás, despertó gran esperanzas en el campo popular, de Venezuela, de Latinoamérica, e incluso del planeta entero. Hoy abre dudas. La reciente medida de entrega de un compañero militante comprometido con la causa del socialismo, para el caso tildado de “terrorista”, las refuerza.
Puede decirse, como por supuesto ya se ha hecho, que todo fue una maniobra bien orquestada por la derecha para intentar cercar, una vez más, al gobierno revolucionario de Venezuela. Es probable, por supuesto. De todos modos, más allá de la posible treta montada, quedarnos sólo con esa “explicación” no abona en beneficio del socialismo del siglo XXI, o del siglo que fuere. Lo mismo se dijo, por ejemplo, con la famosa maleta cargada de dólares que les fue encontrada a funcionarios de PDVSA en el aeropuerto de Buenos Aires algunos años atrás. ¿Maniobra de la CIA? Por supuesto que puede ser, pero eso no excusa de la responsabilidad ética de quienes están conduciendo el proceso que tiene lugar en Venezuela. ¿Pero qué pasó luego del show montado por las fuerzas de la derecha: realmente se terminó con la corrupción? De eso es lo que debe hablar de verdad una ética revolucionaria.
Podríamos decir que sin la más mínima duda la llamada telefónica del presidente colombiano Juan Manuel Santos cuando Joaquín Pérez aún estaba en vuelo creó un escenario imposible de sortear: “o se está a favor o en contra del terrorismo”. Eso, incluso, debería ser el punto de partida del análisis. ¿Quién permitió que Pérez subiera al avión? Si era tan buscado, ¿por qué no se lo detuvo antes, en Alemania por ejemplo, cuando abordaba? ¿Por qué la llamada de Santos se da justo en ese momento? Obviamente que hay en todo eso un aceitado mecanismo puesto a funcionar. ¿Para qué está la CIA si no? Ese es su trabajo, en definitiva. La cuestión estriba en la respuesta del presidente Hugo Chávez.
Desde una defensa irrestricta y no crítica del comandante de la revolución, por supuesto que vamos a encontrar justificaciones a la medida. En el ámbito político, todo es justificable. También se justificó lo de la maleta cargada de dólares de la que hablábamos. ¿Nos quedamos con las excusas nomás?
Podrá decirse ahora que, en vísperas de año electoral, no es políticamente aconsejable mostrar los dientes y ponerse de enemigo a Colombia (¿léase: “hacer buena letra con Washington”?) Paralelo a la medida aparece un aumento del 45% a los trabajadores estatales. Encomiable, por supuesto. Pero una cosa no quita la otra. ¿No hay principios éticos?
Sin dudas que se podrá decir –y ya se ha dicho, por supuesto– que levantar la voz contra la medida puede deberse a un izquierdismo trasnochado, poco útil a la estabilidad del proceso en este momento. Pero ¡cuidado! Si hablamos de revolución tenemos que hablar, quizá antes que nada, de principios. Si no, estaríamos como aquella macabra humorada de Groucho Marx: “Estos son mis principios, ¡y si no le gustan!... aquí tengo otros”.
Repito lo que dije al principio: esta nota quizá no agrega nada nuevo. Si alguien quiere seguir expresándose, creo es lo más correcto y constructivo en este momento: cerrar el debate sería lo más necio, lo más antirevolucionario. Por eso me parece muy útil tomar en serio lo que dicen tantas cartas que desde el campo popular se le están haciendo llegar al presidente Chávez.
Lo que es seguro es que la presente nota no pretende tener una definición exacta de nada, una síntesis acabada de lo acontecido, muchísimo menos una guía de acción concreta. Es la pregunta –tal vez sin poder terminar de salir del asombro– de ver puesta en acto la fábula de la rana y el alacrán al cruzar el río.
Lo que es claro es que no puede haber revolución sin autocrítica genuina. Chávez, como cualquier humano, se puede equivocar. Quizá aquí se equivocó, ¿por qué no? Los errores en política se pagan caros, esa es la desgracia. Pero por suerte siempre existe la posibilidad de revisar, de enmendar, de aprender sobre las metidas de pata.
¿Puede una revolución sostenerse sólo sobre las espaldas de una persona? ¿No se puede equivocar acaso esa persona? Tanta gente de izquierda, honesta y solidaria, que ahora está azorada, por no decir molesta, con la medida, ¿estará equivocada? Recordemos que, hasta donde se sepa, el único mortal infalible es el papa, según lo ratificado por el Concilio Vaticano I de 1870. ¿Tendrá que ver con eso el socialismo del siglo XXI? Esperemos que no.

Marcelo Colussi

La vigencia de una fecha emblemática


La continuidad de las luchas durante más de un siglo demuestra que los trabajadores están colocados hoy en el centro de esta época. La clase misma es más heterogénea y cambiante, pero es a partir de estas condiciones en que se debe reformular una política propia.
Cuando los lectores reciban este ejemplar estaremos en las vísperas de un nuevo aniversario de una fecha más que emblemática para los trabajadores del mundo entero. Ha pasado más de un siglo en el que años tras año los asalariados manuales e intelectuales, en nuestro país y en el mundo, hacen un alto en sus tareas para trazar un balance de lo actuado y elevar sus protestas y propuestas para reafirmar sus derechos sociales y políticos.
Esta fecha conmemorativa obrera, nacida al calor de las luchas por la jornada de ocho horas y el recuerdo de los ahorcados de Chicago, fue transformada al ser adoptada como propia en todo el mundo, en un día emblemático del trabajo y de la lucha contra el capital. Fecha por demás simbólica que trasciende las tendencias ideológico y políticas presentes al interior del movimiento que resulta, en cada momento, expresión organizativa de la madurez alcanzada por la clase obrera en su lucha contra el régimen de explotación capitalista.

Clase internacional

La iniciativa de institucionalizar el 1º de Mayo fue inmediatamente asumida por la Internacional Socialista para así darle proyección mundial. En América Latina fueron varios los países en donde la convocatoria tuvo eco inmediato, siendo la Argentina quien mayor respuesta brindó con la histórica concentración en el Prado Español en la Capital Federal y los actos de Bahía Blanca, Rosario y Chivilcoy. Seguramente por haber recibido grandes contingentes de inmigrantes europeos en el siglo XIX, por haber tenido un desarrollo capitalista durante el último tercio de ese siglo que multiplicó rápidamente los contingentes obreros y porque dio lugar a que se concentraran grandes núcleos de militantes de diversas ideologías para quienes era natural caracterizar a la clase obrera como una clase internacional, al mismo tiempo que el capital se internacionalizaba bajo el empuje de la expansión imperialista.
En esta historia más que secular muchas han sido las batallas, las derrotas y los éxitos de los trabajadores. En numerosos países duros combates concluyeron en el reconocimiento de sus derechos y su libre accionar. En otros por distintas vías se avanzaba en la construcción de sociedades post-capitalistas en tránsito hacia formas de organización y de vida superiores, pero este proceso -a poco andar- resultó abortado por burocracias de Estado que antepusieron los intereses de esos gobiernos al protagonismo social y político de los pueblos. En nuestra América Latina los trabajadores una y otra vez desplazaron los regímenes autoritarios y reconquistaron el Estado de derecho y el libre ejercicio de las libertades democráticas y con ellas la posibilidad de reorganizarse para hacer frente a la explotación capitalista y a la opresión imperialista que recorre el continente.

Centro de época

Esta continuidad de las luchas durante más de un siglo demuestra, más allá de teorizaciones sobre el agotamiento de su protagonismo y voluntad transformadora, que los trabajadores como productores colectivos y creadores de la riqueza social, están colocados en el centro de esta época, cuyo contenido más profundo se orienta en el sentido de la implantación de regímenes político-sociales humanistas y fraternales, sustentados en la organización racional, igualitaria y democrática de las sociedades. La actualidad del capitalismo real, con sus crisis periódicas y recurrentes, la explotación de las masas trabajadoras, la marginación y opresión de vastos sectores de la sociedad, la destrucción del equilibrio ecológico y el medio ambiente, la política de guerra permanente y el siempre latente peligro nuclear, replantean una vez más la vigencia del 1º de Mayo, poniendo una y otra vez en primer plano las necesidades y esperanzas del movimiento social.

Fecha impuesta

En la Argentina durante estos más de cien años esta fecha resultó conquistada e impuesta por la propia lucha. Muchas veces como herramienta unificadora, otras como apelación nucleadora, no sólo como emblema de clase para enfrentar al capital sino también como momento de convergencia para enfrentar dictaduras y represiones, pero siempre plena de contenidos de clase.
Sin embargo estos contenidos cambian según los períodos de acumulación de capital y los procesos por los que atraviesa el movimiento obrero y sindical. Así durante el siglo XX se sucedieron entre los 1º de Mayo algunos de lucha, otros festivos; en la clandestinidad muchas veces y en la legalidad del régimen otras; con un carácter nacional o como fecha internacional obrera. Pero siempre fueron Primeros de Mayo. En cada caso la clase persistentemente hacía notar su existencia dentro del sistema y también su contradictoria relación con direcciones burocratizadas en los sindicatos o reformistas en lo político, o con direcciones que genuinamente estuvieron al servicio de sus necesidades e intereses.

Terrorismo y debilitamiento

La implantación en nuestro país del Terrorismo de Estado en 1976 fue la respuesta del Capital, a un extraordinario avance del Trabajo, en las formas organizativas, en la distribución del ingreso y en las conquistas sociales logradas desde los años '40 en adelante. La dictadura fue así el vehículo de una fuerte ofensiva sobre el mundo del trabajo e insertó al país en el proceso de reestructuración capitalista mundial que, con alternativas fue continuado por los gobiernos democráticos, particularmente en la década del '90.
Resultado de las transformaciones y de cambios en el rol del Estado los sindicatos sufrieron un fuerte debilitamiento y los intereses inmediatos de los trabajadores fueron postergados, mientras que la mayoría de los dirigentes históricos se mostraron absolutamente comprometidos con el espurio mundo de los negocios. Para ellos la política fue, y aún lo es, entendida como un mero mecanismo de transacción permanente donde se disputan espacios de poder y formas de relacionarse con el Estado y los grupos económicos dominantes.

En la crisis

Las tensiones acumuladas en los '90 estallaron en las históricas jornadas de diciembre de 2001. Una crisis inédita, por su profundidad y extensión, conmocionó a la sociedad. Los salarios fueron prácticamente pulverizados, la desocupación la pobreza y la indigencia treparon a niveles desconocidos, las condiciones de trabajo se deterioraron. Su contrapartida no fue otra que un también inédito proceso de autoorganización y de múltiples experiencias autogestivas, que puso en evidencia que aún en condiciones extremas la creatividad y la potencialidad de la clase se hace presente.
La recuperación de la economía a partir de mediados de 2002 en correlación con la economía mundial permitió el desenvolvimiento de un ciclo expansivo que impactó en el mundo del trabajo. El movimiento de los trabajadores se recompuso físicamente, se crearon millones de puestos de trabajo y la desocupación bajó; la reimplantación de las convenciones colectivas impulsó la recuperación salarial, que hoy en promedio equiparan sino superan el nivel de 1998, el mejor año de la convertibilidad; y el asistencialismo social y una política de subsidios focalizados redujeron la pobreza y la indigencia.
Sin embargo muchos de los puestos de trabajo creados son precarios. La recuperación salarial no es pareja, hay un sector con salarios muy altos, otro que le pelea a la inflación y otro claramente postergado. La desocupación ronda aún el 8 por ciento y las paritarias no han resuelto la flexibilidad impuesta en los '90 en las condiciones laborales. El trabajo en negro sigue elevado y la política de tercerizaciones quedó dramáticamente expuesta con el asesinato del joven militante Mariano Ferreira. Los jubilados siguen penando por el 82 por ciento móvil y la elevación de las jubilaciones mínimas. Las desigualdades sociales se mantienen.

Experiencias propias

Así la realidad del mundo del trabajo muestra rupturas y continuidades con el pasado inmediato, un nivel de fragmentación inédito que dificulta dar batallas de conjunto, junto con una nueva generación de jóvenes trabajadores que están haciendo sus primeras experiencias. La historia tiende a reconstituir las condiciones objetivas y es posible reelaborar una concepción de clase. Pero no ha de ser el clasismo auroral el que ocupe el lugar vacante.
Las nuevas condiciones no parecieran remitir a los orígenes del movimiento, ni tampoco al clasismo que intentamos construir en los años '60 y parte de los '70. Estas experiencias históricas permanecen en la memoria colectiva pero la clase misma es hoy mucho más heterogénea y ha cambiado la relación entre las clases en la sociedad. Es en estas condiciones de vida y existencia y a partir de ellas -no de otras- que el movimiento debe reformular su política de clase, que deberá ser capaz de abarcar a otros sectores de la sociedad, para ocupar el centro de la escena política nacional. En lo inmediato la democratización de las estructuras sindicales, la defensa de la libertad sindical, políticas concretas para avanzar en la unidad social de los trabajadores en el país, una visión de integración latinoamericana para hacer frente a la agresión imperialista y a las multinacionales que la corporizan y una concepción internacionalista para hacer frente al capital global forman parte necesaria del nuevo clasismo en gestación.
Tal vez resulte este un tiempo de transición en las conciencias. Un tiempo cargado de riesgos pero también de enorme posibilidades para un futuro de transformación y esperanzas, que estuvo presente en todas y cada una de las luchas de este siglo largo de historia obrera.

Eduardo Lucita

Imagen: Los mártires de Chicago: Oscar Neebe, George Engel, Michael Schwab, A. R. Parsons, Louis Lingg, Samuel Fielden, August Spies y Adolph Fischer.

Rafael Díaz, de famoso actor a héroe anónimo de Playa Girón


Rafael Díaz "...Cuando una causa, una idea, se hace conciencia de todo un pueblo, no hay fuerza en el mundo capaz de destruirla"

Fidel Castro Ruz

Una, de las muchas realidades de Cuba que me maravillan y me conmueven, es la sencillez de sus habitantes, que son capaces de contar historias absolutamente fascinantes y nobles como si fueran hechos normales de todos los días.
Rafael Díaz, nombre artístico de Raúl Evelio Díaz Delgado, en aquellos tensos días anteriores al ataque a Playa Girón, estaba trabajando en el circuito de radio CMQ como actor y decidió responder de inmediato al llamamiento lanzado por las Milicias Nacionales Revolucionarias para defender a su país.
"Era diciembre de 1960, cuando fui citado al estadio universitario, donde se fundó mi compañía de combate, la 19. Después, pasé la escuela de milicia en la finca Kuquine (15 días durante los cuales los milicianos recibíamos clases de armamento, tiro y táctica elemental de guerra). Allí me entregaron mi boina verde olivo como símbolo de graduación del curso después de haber resistido la marcha de los famosos 62 Km.".
Mientras Rafael me habla, sus ojos se iluminan y parecen visualizar los recuerdos de aquellos días de gran intensidad patriótica, me cuenta acerca del trabajo político-social en el Escambray, (me muestra una foto histórica que le sacó Jorge Ricardo Masetti, mientras Rafael enseñaba a leer a una campesina de dicho macizo montañoso del centro del país) durante la lucha contra bandidos. Luego vendría, el regreso a la capital, ya que se temía que ocurriera, en cualquier momento, el ataque cobarde de los mercenarios pagados por los Estados Unidos.
Para entender el ardor revolucionario de Rafael, hay que saber que nació en Agramonte, un pueblo de la provincia de Matanzas muy pobre antes del triunfo de la Revolución: aquí el joven, para mantenerse, tuvo que limpiar pisos, vender billetes de lotería y hacer de mensajero en una compañía de seguros.
"La Revolución me ha permitido ser quien soy, esta Revolución de los pobres y para los pobres tenemos que defenderla hasta las últimas consecuencias, y por todo eso tuve el honor de escuchar, aquel lejano 16 de abril de 1961 al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz proclamarle su carácter socialista, pues yo estaba en la histórica esquina de 23 y 12"
Esa misma noche, el batallón de Rafael, el 120, se trasladó a Jagüey Grande, en espera de los combates.
"Allí vivía mi hermano y yo fui a verlo para saludar a toda la familia, y decirles que tuvieran fe, que la Revolución, seguramente, ganaría. Y a mí, si me tocaba morir, no era muy importante, porque yo tenía que defender lo más preciado que tenía el pueblo cubano: su Revolución".
Rafael luchó valientemente, y junto a todos los milicianos cubanos, contribuyó a que los Estados Unidos sufrieran su primera derrota militar en América Latina, demostrándole al mundo que no son absolutamente invencibles e infundir esperanza en el continente.
El carácter humanista de la Revolución, se refleja en el gesto de Rafael, que cuando reconoció a uno de los mercenarios capturados, (el hijo de la familia que lo había tratado como a un esclavo antes de la Revolución), llamó a sus familiares para tranquilizarlos sobre la salud del joven.
A pesar de los malos recuerdos que le había dejado la familia aristócrata y el hecho de que el joven mercenario ni siquiera recordaba quién era Rafael, el actor miliciano sonrió y pensó en voz alta, puesto que entendía su presencia entre los mercenarios, pagados por los Estados Unidos: "Yo vine preparado para morir por mis ideales, pero tú regresaste a Cuba para tratar de recuperar tus intereses materiales".
Antes de regresar a La Habana, para incorporarse a la vida de todos los días, Rafael fue a saludar a su Agramonte querida, con algunos de los compañeros del batallón: la ciudad los recibió como los héroes que eran, con un gran cariño y júbilo de familiares y vecinos.
De aquellos días de gloria Rafael me enseña, como recuerdos, las medallas conmemorativas que les entregaron en estos 50 años que han transcurrido y la foto que le sacó Jorge Ricardo Masetti, y me confiesa, con un toque de nostalgia, que su gloriosa boina verde olivo de miliciano es ahora admirada por los visitantes del Museo del Central Australia (sede de la Comandancia de la Fuerza Armada Revolucionaria durante el ataque a Playa Girón). "Cuando yo estuve allí para celebrar el 45 aniversario de la batalla, me preguntaron si donaría mi boina verde olivo... al momento me sorprendí y les pregunté si se daban cuenta de lo que me estaban pidiendo ... después; pensé y decidí que no había mejor lugar para ella que un museo tan importante. Ahora que está allí, todo el mundo puede verla".
"En La Habana, comencé de nuevo mi vida normal, participaba simplemente, sin hacer demasiado ruido, en todas las tareas que la Revolución necesitaba y necesita".
Rafael, por modestia, no me dijo nada de su exitosa carrera como actor de Radio Progreso, en la que obtuvo numerosos premios, como el del Festival Nacional de la Radio, en el año 2004; el Sello de Laureado; la Medalla Raúl Gómez García; el Micrófono de la Radio Cubana, y el Sello 85 Aniversario, por sólo mencionar algunos.
"Mira, yo no podía hacer otra cosa, por ser un verdadero revolucionario me quedé aquí y sigo luchando cada día, no puedo bajar la guardia, porque yo soy Cuba, yo soy la Palma, yo soy la Revolución, que llegó a mi isla para quedarse para siempre", concluyó emocionado Raúl, Rafael o Evelio, como quieren llamarlo, el hombre con tres nombres, pero con un solo corazón, rojo intenso y eternamente rebelde.

Ida Garberi

jueves, abril 28, 2011

Un fuego que puede quemar a todos


Se puede estar o no de acuerdo con las ideas políticas de Gaddafi, pero la existencia de Libia como Estado independiente y miembro de las Naciones Unidas nadie tiene derecho a cuestionarlo.
Todavía el mundo no ha llegado a lo que, desde mi punto de vista, constituye hoy una cuestión elemental para la supervivencia de nuestra especie: el acceso de todos los pueblos a los recursos materiales de este planeta. No existe otro en el Sistema Solar que posea las más elementales condiciones de la vida que conocemos.
Los propios Estados Unidos trataron siempre de ser un crisol de todas las razas, todos los credos y todas las naciones: blancas, negras, amarillas, indias y mestizas, sin otras diferencias que no fuesen las de amos y esclavos, ricos y pobres; pero todo dentro de los límites de la frontera: al norte, Canadá; al sur, México; al este, el Atlántico y al oeste, el Pacífico. Alaska, Puerto Rico y Hawai eran simples accidentes históricos.
Lo complicado del asunto es que no se trata de un noble deseo de los que luchan por un mundo mejor, lo cual es tan digno de respeto como las creencias religiosas de los pueblos. Bastarían unos cuantos tipos de isótopos radiactivos que emanaran del uranio enriquecido consumido por las plantas electronucleares en cantidades relativamente pequeñas ─ya que no existen en la naturaleza─ para poner fin a la frágil existencia de nuestra especie. Mantener esos residuos en volúmenes crecientes, bajo sarcófagos de hormigón y acero, es uno de los mayores desafíos de la tecnología.
Hechos como el accidente de Chernóbil o el terremoto de Japón han puesto en evidencia esos mortales riesgos.
El tema que deseo abordar hoy no es ese, sino el asombro con que observé ayer, a través del programa Dossier de Walter Martínez, en la televisión venezolana, las imágenes fílmicas de la reunión entre el jefe del Departamento de Defensa, Robert Gates, y el Ministro de Defensa del Reino Unido, Liam Fox, que visitó Estados Unidos para discutir la criminal guerra desatada por la OTAN contra Libia. Era algo difícil de creer, el Ministro inglés ganó el “Oscar”; era un manojo de nervios, estaba tenso, hablaba como un loco, daba la impresión de que escupía las palabras.
Desde luego, primero llegó a la entrada de El Pentágono donde Gates lo esperaba sonriente. Las banderas de ambos países, la del antiguo imperio colonial británico y la de su hijastro, el imperio de Estados Unidos, flameaban en lo alto de ambos lados mientras se entonaban los himnos. La mano derecha sobre el pecho, el saludo militar riguroso y solemne de la ceremonia del país huésped. Fue el acto inicial. Penetraron después los dos ministros en el edificio norteamericano de la Defensa. Se supone que hablaron largamente por las imágenes que vi cuando regresaban cada uno con un discurso en sus manos, sin dudas, previamente elaborado.
El marco de todo el escenario lo constituía el personal uniformado. Desde el ángulo izquierdo se veía un joven militar alto, flaco, al parecer pelirrojo, cabeza rapada, gorra con visera negra embutida casi hasta el cuello, presentando fusil con bayoneta, que no parpadeaba ni se le veía respirar, como estampa de un soldado dispuesto a disparar una bala del fusil o un cohete nuclear con la capacidad destructiva de 100 mil toneladas de TNT. Gates habló con la sonrisa y naturalidad de un dueño. El inglés, en cambio, lo hizo de la forma que expliqué.
Pocas veces vi algo más horrible; exhibía odio, frustración, furia y un lenguaje amenazante contra el líder libio, exigiendo su rendición incondicional. Se le veía indignado porque los aviones de la poderosa OTAN no habían podido doblegar en 72 horas la resistencia libia.
Nada más le faltaba exclamar: “lágrimas, sudor y sangre”, como Winston Churchill cuando calculaba el precio a pagar por su país en la lucha contra los aviones nazis. En este caso el papel nazifascista lo está haciendo la OTAN con sus miles de misiones de bombardeo con los aviones más modernos que ha conocido el mundo.
El colmo ha sido la decisión del Gobierno de Estados Unidos autorizando el empleo de los aviones sin piloto para matar hombres, mujeres y niños libios, como en Afganistán, a miles de kilómetros de Europa Occidental, pero esta vez contra un pueblo árabe y africano, ante los ojos de cientos de millones de europeos y nada menos que en nombre de la Organización de Naciones Unidas.
El Primer Ministro de Rusia, Vladimir Putin, declaró ayer que esos actos de guerra eran ilegales y rebasaban el marco de los acuerdos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Los groseros ataques contra el pueblo libio que adquieren un carácter nazifascista pueden ser utilizados contra cualquier pueblo del Tercer Mundo.
Realmente me asombra la resistencia que Libia ha ofrecido.
Ahora esa belicosa organización depende de Gaddafi. Si resiste y no acata sus exigencias, pasará a la historia como uno de los grandes personajes de los países árabes.
¡La OTAN atiza un fuego que puede quemar a todos!

Fidel Castro Ruz

Abril 27 de 2011

7 y 34 p.m.

La revolución española de Andreu Nin.


Este sábado día 30, el diario Público ofrece La revolución española, de Andreu Nin, otro libro “de la República”. Viene precedido por un prólogo de Pelai Pagès, que acaba de publicar la versión castellana de su biografía, Andreu Nin: una vida al servicio de la clase trabajadora (Laertes, Barcelona), que incluye una nueva documentación a la edición catalana editada hace un par de años
El libro recoge todos los artículos de Andreu Nin sobre la situación española entre 1937, comenzando por los que escritos al regresar de la URSS hasta el escrito días antes de su muerte en polémica con Trotsky…
La revolución española fue en su momento una edición ampliada de la selección, Los problemas de la revolución española, realizada en los años sesenta por Juan Andrade para Ruedo Ibérico, y apareció en la editorial Fontamara. Hace años hubo otra edición con algún texto extraviado en El Viejo topo que todavía sigue en librerías…Se puede hablar por lo tanto de una labor que sigue las indicaciones pedagógicas de Nin que –-no lo olvidemos- estudió Magisterio y fue un divulgador en el mejor dentido de la palabra : “Sembrar, siempre sembrar. Sembrar en todos los surcos. Sembrar a todos los vientos. Sembrar a la luz, sembrar a la sombra. Sembrar incansablemente. Sembrar hasta sobre las rocas. He ahí nuestra labor”.
El autor de estas líneas recuerda que esta cita precedía la sala que servía de local del POUM en la rue d´Aubriot en Paris en los años sesenta. Fueron reproducidas por alguien que sabía dibujar y que puso en ello su mayor empeño.
Esta labor está siendo continuada modestamente por la Fundación Andreu Nin en diversos rincones del Estado, una labor que está encontrando una actitud muy receptiva en las nuevas generaciones, y en los medios editoriales.
Pero como actualmente la memoria viaja tan deprisa, quizás no esté de más recordar lo que significó el partido de Andreu Nin, el POUM…
El POUM fue creado de la fusión del Bloque Obrero y Campesino (BOC) y la Izquierda Comunista de España (ICE), pero su propuesta de “unificación” se orientaba hacia todos los marxistas que habían apoyado la Alianza Obrera que había liderado la revolución de Asturias, y los hechos de Barcelona en octubre de 1934. La fracción más eran los “caballeristas” y las juventudes socialistas que hasta febrero de 1936 defendían un gobierno obrero como alternativa al fascismo. Caballero y Carrillo insistieron en que “maurinistas” y “trotskistas” crearan el parido socialista catalán y reforzaran así el ala izquierda del PSOE, pero los líderes del POUM invitaron a la izquierda socialista a romper con Prieto, Besteiro y compañía.
Un “momento estelar” de la historia que sugiere ola posibilidad de otra secuencia.
Seguramente un gobierno obrero no habría permitido que Mola y Franco tramaran impunemente el asesinato de la República. Quizás habría armado a los trabajadores para impedir derrotas que fueron claves en Sevilla, Zaragoza u Oviedo, donde los facciosos se impusieron gracias la complicidad y/o estupidez de los gobernadores que aseguraron que tenían la situación controlada. Pero al cuerpo y el corazón del movimiento obrero le falto cabeza, capacidad para saber como debía de responder al dilema de vida o muerte que se veía venir desde que Hitler demostró a las clases dirigentes que podía liquidar al mayor movimiento obrero de su tiempo, pero estúpidamente dividido por una guerra interna entre la socialdemocracia legalista y el comunismo estalinista que afirmaba que los socialistas eran “el enemigo principal”.
Esta es la secuencia que marca todas las demás. Los comunistas disidentes del POUM –la casi totalidad de los dirigentes comunistas de primera hora confluyeron en su seno-, se encontraron con una situación invertida a la que entre principios de 1933 y octubre de 1934, les había permitido jugar un papel excepcional en la Alianza Obrera. Después del desastre de Alemania (y Austria, donde un Hitler pequeño acabó con sangre con las glorias reformadoras del austro-marxismo), el “capo de lo capos” que se había quedado solo en la cumbre del PCUS, y por lo tanto de la URSS .-tan lejana, tanto más idealizada en cuanto más derrota sufrían los trabajadores-, dio un giro a sud directrices políticas, e impuso una nueva línea: la del Frente Popular que oponía al ascenso fascista un bloque liderado por la izquierda liberal (los republicanos en España, los “radicales” en Francia), cuyo eje central era el pacto con las mismas potencias democráticas que combatían al nazismo con el “apaciguamiento”…Lo primero que hicieron estas potencias cuando la República fue asaltada fue firmar el pato de no-intervención. Este pacto dejó las manos libres a Hitler y a Mussolni para apostar por Franco, y la República se vio obligada a ayudar la ayuda envenena de la URSS.
Se trata de un tiempo en el que la historia está dando un vuelco. La depresión económica, el “irresistible ascenso” de Hitler, la línea de “apaciguamiento” de liberales y socialdemócrata, el despliegue de la propaganda de “los amigos de la URSS”, todo ello contribuye a una ola de prosovietismo en la que la revolución de Octubre se confunde con la “fortaleza de Stalin” hasta el extremo que cuando llegan a Madrid las primeras “Brigadas Internacionales”, el pueblo cree que son los rusos. Esto es por abajo, por arriba funciona el “realismo”, así cuando los representantes del POUM van a protestar a las autoridades republicanas (Prieto, Negrín, etc), la respuesta viene a ser: No sois nada al lado de la ayuda rusa. Además, para la derecha republicana –como para los historiadores que ahora creen que no había vida más allá de la República liberal-, el POUM era un partido extremista. Quería otra República, una República basada en la “democracia obrera”.
La historia del POUM será pues vertiginosa: meses después de crearse se encontraba en las barricadas de una guerra, y de una revolución. Un año más tarde era ilegalizado y procesado. En 1939 emprendía el camino del exilio donde le esperaban los campos de concentración y/o el “maquis”.
La campaña antipoumista tendrá su culminación con el rapto, tortura y muerte de Andreu Nin, antiguo secretario general de la CNT, uno de los rostros del internacionalismo comunista de los años veinte, traductor y escritor reconocido, y en el montaje de proceso contra sus principales dirigentes cuya integridad será resaltada por testigos de la talla de la anarquista Emma Goldman. Era medianoche en el siglo, y algunos de los mayores crímenes contra el pueblo se perpetraban en nombre de grandes ideales. En la página de la campaña contra los “trotskistas y los incontrolados”, hay que escribir también el epitafio del ciclo revolucionario iniciado en febrero de 1917. Después ya nada será igual, en vez de la revolución había que esperar a Godot. Son estas páginas lo que hacen que la historia del POUM parezca cada vez más viva y apasionante.
Después de un ardua pero fallida tentativa de reconstrucción en los años cuarenta, el POUM persistió como referente del comunismo democrático. Aunque no consiguió recomponerse, su legado “resucitó”, primero en los años 60-70, y después con Tierra y Libertad, la célebre “peli” de Ken Loach. También lo hizo con sus esfuerzos por la Fundación Andreu Nin que estuvo detrás de edición de esta obra, sin duda apasionante y como no, controvertida. La persona que más empecinadamente mantuvo esta memoria viva fue sin duda Wilebaldo Solano, fallecido poco antes de este 75 aniversario a los 94 años de edad. Unos meses antes, Wilebaldo todavía intervenía con ilusión en la inauguración de la Biblioteca Andreu Nin situada en el rincón donde el POUM tuvo su sede durante la guerra. La anécdota la puso en la ocasión el PP de Barcelona, que cuando se votó en el pleno municipal el nombre, su portavoz protestó acusando al POUM de estar detrás de los que crearon el Muro de Berlín. Precisamente.
Finalmente, es de agradecer que en medio de un panorama de prensa francamente desolador para el pensamiento crítico, haya un diario que publique a un euro libros como éste, como que lo haga por 1 euro también con películas como la que saldrá este viernes 28, Antes que el diablo sepa que has muerto, que puede considerase como el “testamento” de Sidney Lumet amén de una de las mejores películas de los últimos años, y lo que no es menos importante: se trata de una denuncia rotunda contra la forma de vida que ha caracterizado el llamado neoliberalismo, una de las expresiones más repulsivas del “mal social” que la humanidad haya podido conocer.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Lenin:"Cómo salvar para siempre a los obreros del yugo de los capitalistas"

miércoles, abril 27, 2011

El desastre nuclear que podría destruir Japón… y el mundo


Sobre el peligro de un terremoto asesino en el archipiélago japonés

Las centrales de energía nuclear del Japón envejecen a toda velocidad, al igual que sucede con lo cibernético, manteniéndoselas en funcionamiento mediante la sustitución continua de sus piezas. Y ahora que Japón ha entrado en un período de actividad sísmica y que en cualquier momento podría sobrevenir un accidente grave, la gente vive en estado de constante ansiedad.
Los sismólogos y los geólogos están de acuerdo en que, tras cincuenta años de inactividad sísmica, a partir del terremoto de Hanshin-Awaji de 1995 (terremoto que se produjo al sur de la Prefectura de Hyogo), el país ha entrado en un período de actividad sísmica. En 2004, el terremoto Chuetsu golpeó la Prefectura de Niigata, ocasionando daños en el pueblo de Yamakoshi. Tres años después, en 2007, un terremoto que se produjo en el fondo del mar cerca de la costa de Chuetsu dañó gravemente los reactores nucleares de Kashiwazaki-Kariwa. En 2008, tuvo lugar otro terremoto en las Prefecturas de Iwate y Miyagi, haciendo que toda una montaña despareciera por completo. Después, el terremoto de la Bahía de Suruga puso en estado de emergencia la planta nuclear de Hamaoka. Y ahora, el 11 de marzo pasado, sufrimos el terremoto que se produjo en el fondo del mar cerca de la costa noreste. Y se teme que el período de actividad sísmica continúe durante décadas. Desde la perspectiva de la sismología, un espacio de diez o quince años no es más que un momento en el tiempo.
Debido a que la Placa del Pacífico, la mayor de las placas que envuelven la tierra, está en movimiento, predije que habrían fuertes terremotos por todo el mundo.
Como me temía, tras el terremoto de la bahía de Suruga de agosto de 2009, que se produjo en forma de triple choque, le siguieron en septiembre y octubre los terremotos de Samoa, Sumatra y Vanuatu, de magnitudes de ente 7,6 y 8,2. Eso significa de tres a once veces la fuerza del terremoto de la Prefectura del Sur de Hyogo.
Todos estos seísmos se produjeron alrededor de la Placa del Pacífico como centro, y cada uno de ellos tuvo lugar en los límites de esa placa o de una placa bajo su influencia. Después, al año siguiente, en enero de 2010, sobrevino el terremoto de Haití, en el límite de la Placa del Caribe, impulsado por las Placas del Pacífico y Cocos; a continuación, en febrero, se produjo el inmenso terremoto marino de magnitud 8,8 cerca de las costas de Chile. Estuve rezando para que estas series de terremotos a escala mundial se acabaran, pero el movimiento de la Placa del Pacífico no daba muestras de detenerse y así llegamos al terremoto del pasado 11 de marzo en el noreste de Japón y a la posterior fusión del reactor nuclear de Fukushima.
Hay grandes fallas sísmicas capaces de producir terremotos de magnitud 7 u 8 cercanas a cada una de las plantas nucleares de Japón, incluida la planta de reprocesamiento de Rokkasho. Es imposible imaginar que una planta nuclear no resulte dañada con un terremoto de magnitud 8.
Un caso representativo en sí mismo es la Planta de Reprocesamiento de Rokkasho, donde quedó claro que la falla existente bajo el mar cercano se extiende también hacia el interior de la tierra. La planta de Rokkasho, donde se recogen los deshechos nucleares (cenizas muertas) de todas las plantas nucleares de Japón, está ubicada en una zona terrestre bajo la que se encuentran las Placas del Pacífico y la Placa de América del Norte. Es decir, que la placa que más peligros presenta para la planta de Rokkasho está precisamente ahora en movimiento en las profundidades de Japón.
La planta de Rokkasho se construyó en sus orígenes con un factor muy bajo de resistencia a los terremotos, 375 gal [*]. Actualmente, ese factor de resistencia se ha aumentado a sólo 450 gal, a pesar del hecho de que los recientes terremotos en Japón, que han registrado más de 2.000 gal, se han ido sucediendo uno tras otro. Peor aún, la Península de Shimokita es una formación geológica extremadamente frágil que estaba en el fondo del mar en fechas tan recientes como cuando apareció el mar en el período Jomon (Transgresión Flandriense) hace 5.000 años; si allí llegara a producirse un terremoto, quedaría completamente destruida.
La Planta de Reprocesamiento de Rokkasho es donde se recoge el combustible nuclear consumido en todas las plantas nucleares de Japón, que después se vuelve a procesar para separar el plutonio, el uranio y los residuos líquidos restantes altamente radioactivos. En resumen, es la fábrica más peligrosa del mundo.
En la planta de Rokkasho hay ahora almacenados 240 metros cúbicos de residuos líquidos radioactivos. Un fallo en el tratamiento de tales residuos podría provocar una catástrofe nuclear que superaría a la fusión de un reactor nuclear. Esos residuos líquidos generan continuamente calor, por lo que deben ser constantemente enfriados. Pero si un terremoto llegara a dañar las tuberías de refrigeración o se cortara la electricidad, el líquido empezaría a hervir. Según un análisis elaborado por la industria nuclear alemana, una explosión en estas instalaciones afectaría a las personas que se encontraran en un radio de cien kilómetros a partir la planta con una radiación entre 10 a 100 veces superior al nivel letal, lo que indefectiblemente significa muerte instantánea.
El 7 de abril, sólo un mes después del terremoto del 11 de marzo del noreste de Japón, se produjo una réplica de gran magnitud. La electricidad se cortó en la Planta de Reprocesamiento de Rokkasho. Los generadores de emergencia consiguieron apenas enfriar la piscina que contiene el combustible nuclear y los residuos líquidos radioactivos, lo que significa que Japón estuvo al borde de la destrucción. Pero los medios de comunicación japoneses, como es habitual y prácticamente en su totalidad, decidieron hacer mutis por el foro.

Hirose Takashi
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Nota de la traductora:

[*] El gal, o galileo, es una unidad que se utiliza para medir los picos de aceleración terrestre durante los terremotos. A diferencia de las escalas que miden la intensidad general de un terremoto, mide el movimiento terrestre en lugares concretos.
(Douglas Lummis tradujo este artículo del japonés al inglés. Lummis es científico político, vive en Okinawa y es autor de “Radical Democracy”. Se puede contactar con él en: ideaspeddler@gmail.com)
Hirose Takashi ha escrito muchos libros, la mayoría sobre la industria de la energía nuclear y el complejo militar-industrial. Posiblemente, su libro más famoso sea “Nuclear Power Plants”, en el que lleva la lógica de los promotores de la energía nuclear a una conclusión racional: “Si estáis tan convencidos de que las centrales nucleares son seguras, ¿por qué no las construís en el centro de la ciudad en vez de a cientos de kilómetros perdiendo así la mitad de la electricidad en los cables?

Así no, compañero Chávez

Este lunes 25 de abril pasará a la historia de las luchas revolucionarias como el día en que se tiraron a la basura los principios más elementales de solidaridad internacionalista. No es posible callarse, ni mirar a un costado, cuando un hermano, un colega, un compañero, un revolucionario, es enviado a la tortura y a la cárcel en Colombia, por culpa de acuerdos espúreos (casi siempre económicos, porque el maldito dinero, usted lo sabe, huele a azufre compañero Chávez).
Lo que por lógica no tenía que ocurrir, ocurrió: Joaquín Pérez, excelente periodista de la agencia alternativa ANNCOL, de la que nos nutrimos quien a diario practicamos el periodismo que no se vende ni se alquila, fue deportado por su gobierno revolucionario para que lo juzgue y lo maltrate el gobierno fascista de Juan Manuel Santos.
Esto, compañero Chávez, su (nuestra) admirada Cuba no lo hubiera hecho, y nos consta que no lo hizo en sus 52 años de existencia rebelde. Jamás hubiera cedido un milímetro (y vaya si estuvo y está presionada) a los enemigos de los pueblos latinoamericanos. Sin embargo no podemos decir lo mismo de su gestión, a pesar de lo cual, y usted bien lo sabe, hemos puesto el cuerpo para respaldarlo a Usted al frente de su pueblo. Somos de los que no enmudecemos cuando vemos que algo anda mal, pero también somos de los que no ponemos palos en la rueda ni le hacemos el juego al enemigo, conspirando estúpidamente al primer yerro de un proceso revolucionario. Por eso, porque esto que ahora ha ocurrido no es poca cosa, le decimos compañero Chávez: este grueso error, lamentablemente va a dejar huella.
Claro que ya hubo antecedentes en su propio gobierno, que nos advertían sobre un camino equivocado en cuanto a la solidaridad internacionalista: primero fue expulsado -al comienzo de su gestión- un compañero vasco que se hallaba legalmente refugiado en Venezuela, luego comenzó el idilio con Santos y se fueron para Colombia de la peor manera compañeros del ELN y las FARC, posteriormente le tocó el turno a un internacionalista vasco al que también expulsaron sin ningún tipo de razones y a sabiendas de que en España (la del Rey que lo insultó con aquel burdo "Por qué no te callas!", y la de Zapatero) se violan todos los derechos humanos de los vascos y vascas. Y ahora, la guinda de la torta, en función de lo conversado en la reunión con Santos.
Nos da rabia escribir esta nota, y suponíamos que no lo íbamos a hacer jamás, pero nos enseñaron en la política de la calle, esa que se practica en los barrios, en las fábricas, en el llano, que lo peor que puede ocurrirle a un hombre o a una mujer es no sensibilizarse ante la injusticia, y en aras de las dichosas "políticas de Estado", buscar argumentos para finalmente conceder sumisamente ante los enemigos de nuestros pueblos.
Nosotros, compañero Chávez, los que apoyamos su revolución desde fines de 1998, los que nos movilizamos en el exterior para defenderla cuando el fascista Carmona intentó frustrarla, o cuando la oligarquía petrolera volvió a probar suerte allá por el 2002, nosotros, que defendemos al ALBA y todo lo que ello significa, le preguntamos: ¿nos tendremos que cuidar cada vez que viajemos a Venezuela para que no nos acusen de terroristas?.
Nosotros, que no callamos nuestra defensa de los que luchan en el mundo contra el fascismo y el imperialismo, y por eso respaldamos a los luchadores independentistas vascos, a los combatientes de las FARC y el ELN y a todos los que, como ellos, dan su vida por la libertad y la soberanía de sus pueblos, nos preguntamos: ¿Seremos los próximos expulsados, extraditados, entregados a los enemigos de la Revolución bolivariana?.
Hoy, nos sentimos heridos, doloridos, desconcertados pero alerta, porque sabemos que en las guaridas de los enemigos, de los nuestros y de los suyos, Compañero Chávez, hay un descomunal festejo. Nos imaginamos a la señora Clinton, a Obama, a la oligarquía colombiana y a sus escribas de "El Tiempo" o "El Expectador" y a toda esa mafia de asesinos, torturadores y gestores de la destrucción de pueblos enteros, sonreírse y decir -esta vez con razón- que han obtenido una victoria contra la solidaridad pueblo a pueblo.
Le repetimos Compañero Chávez: humilde pero revolucionariamente, Usted se ha equivocado muy fiero, y lamentablemente esta claudicación no tiene retorno en lo que hace al compañero Pérez Becerra. Sólo nos queda decirle, piense por un momento, qué habría pensado usted, cuando andaba alzado en armas con su Movimiento Bolivariano Revolucionario 2000, y le hubiera puesto el destino ante una circunstancia parecida. Seguramente así, podrá comprender esta bronca descomunal que nos genera la actitud que su Gobierno ha tomado en este caso.
Desde Argentina, volvemos a plantear que la solidaridad internacionalista debe ser defendida con el cuerpo, y es por ello que abrazamos al compañero Joaquín Pérez Becerra y exigimos su libertad inmediata. Antes, perdimos la batalla pidiéndolo fraternalmente al gobierno revolucionario de Venezuela. Ahora, lo exigimos al gobierno contra-revolucionario de Colombia, y llamamos a redoblar la movilización hasta lograrlo.

Carlos Aznárez

Washington embarrancado


Un imperio de autócratas, aristócratas y matones uniformados comienza a tambalearse

Introducción del editor de Tom Dispatch

Las potencias imperiales se protegen de los riesgos. El ejemplo reciente más impresionante es Egipto. Mientras el Pentágono inyectaba dinero en las fuerzas armadas egipcias (aproximadamente 40.000 millones de dólares desde 1979), gracias a WikiLeaks sabemos que el gobierno entregaba montos mucho más pequeños (millones, no miles de millones) a diversas “organizaciones financiadas por el gobierno de EE.UU.” con ciertas relaciones con el Congreso o con los partidos demócrata y republicano. Parte de ese dinero, a su vez, se invertía en “campañas de construcción de la democracia” orientadas a enseñar a jóvenes activistas egipcios cómo organizar un movimiento contra su gobernante autocrático, cómo hacer mejor uso de las redes sociales, etc.

En otras palabras, en Egipto (y en otros sitios de Medio Oriente) Washington financiaba tanto a los autócratas como a los jóvenes activistas que se les oponían y quienes jugaron un papel crucial en Egipto en el movimiento de la Plaza Tahrir que derrocó al presidente Hosni Mubarak. Como dijo al New York Times uno de los activistas: “Aunque apreciamos el entrenamiento que recibimos a través de las ONG patrocinadas por el gobierno de EE.UU., y nos ayudaron en nuestras luchas, somos conscientes de que el mismo gobierno también entrenó al servicio de investigación de seguridad del Estado, responsable del acoso y encarcelamiento de muchos de nosotros”.
Mientras tanto, gracias a otros documentos del Departamento de Estado publicados recientemente por WikiLeaks, sabemos que, por lo menos en un país de Medio Oriente donde Washington no apoyó con entusiasmo al autócrata local –Siria– el Departamento de Estado canalizó cantidades importantes de dinero hacia el “financiamiento secreto de… grupos políticos opositores y proyectos relacionados, incluido un canal de televisión satelital que transmite programación antigubernamental al el país”. Preparaba, en otras palabras, una nueva elite para un futuro “cambio de régimen”.

Es una especie de grotesca ironía que una parte significativa del alto comando militar egipcio haya estado a finales de enero en Virginia del Norte, asistiendo a una reunión anual del Comité de Cooperación Militar Egipto-EE.UU., cuando se armó la grande en la Plaza Tahrir, gracias a esos activistas egipcios, algunos entrenados con dinero de Washington. La creación o apoyo de elites, como escriben Alfred McCoy y Brett Reilly, siempre ha sido crucial en el manejo de los imperios globales. E incluso las elites clientes es uno de los temas a los que pocas veces se dedica mucha atención, a pesar de que Gran Bretaña, por ejemplo, gobernó durante interminables décadas el Raj Indio con eficiencia impresionante, aunque opresora, con una cantidad sorprendentemente pequeña de personal de Inglaterra. ¿De qué otra manera, después de todo, podía seguir existiendo un imperio global? Y sin embargo, a medida que decrece la fuerza y la influencia de la gran potencia, esas apuestas –como la que Washington hizo en Egipto– comienzan a salir mal, desde un punto de vista imperial. Si McCoy, colaborador regular de TomDispatch y autor reciente de Policing America’s Empire, y Reilly tienen razón, el toque de Washington cuando se trata de mantener en línea a elites locales puede ciertamente haberse embarrancado. Tom

Washington embarrancado

Un imperio de autócratas, aristócratas y matones uniformados comienza a tambalearse

Alfred W. McCoy y Brett Reilly

En uno de los accidentes afortunados de la historia, la yuxtaposición de dos eventos extraordinarios ha puesto al desnudo la arquitectura del poder global de EE.UU. En noviembre pasado, WikiLeaks salpicó retazos de cables de embajadas de EE.UU., cargados de comentarios abusivos sobre dirigentes nacionales de Argentina a Zimbabue, en las primeras planas de periódicos de todo el mundo. Entonces, solo unas pocas semanas más tarde, Medio Oriente hizo erupción en manifestaciones por la democracia contra los dirigentes autocráticos de la región, muchos de ellos estrechos aliados de EE.UU. cuyos puntos vulnerables se habían detallado convenientemente en esos mismos cables diplomáticos.
Repentinamente, se pudieron ver los fundamentos del orden mundial de EE.UU. basados significativamente en dirigentes nacionales que sirven a Washington como leales “elites subordinadas” que son, en realidad, una abigarrada colección de autócratas, aristócratas y matones uniformados. También quedó a la vista la lógica más amplia de decisiones de política exterior estadounidense durante el último medio siglo que de otra manera era inexplicable.
¿Por qué la CIA iba a arriesgarse a controversias en 1956, en el clímax de la Guerra Fría, derrocando a un líder tan aceptado como Sukarno en Indonesia o alentando el asesinato del autócrata católico Ngo Dinh Diem en Saigón en 1963? La respuesta -gracias a WikiLeaks y a la “primavera árabes” queda ahora mucho más clara– es que ambos eran subordinados elegidos por Washington hasta que el uno y el otro se convirtieron en insubordinados y descartables.
¿Por qué, medio siglo después, traicionó Washington sus supuestos principios democráticos respaldando al presidente egipcio Hosni Mubarak contra millones de manifestantes y luego, cuando flaqueó, utilizó su influencia para reemplazarlo, por lo menos inicialmente, por su jefe de inteligencia Omar Suleiman, un sujeto bien conocido por dirigir las cámaras de tortura de El Cairo (y prestárselas a Washington)? De nuevo, la respuesta es: porque ambos fueron subordinados fiables que habían servido durante mucho tiempo los intereses de Washington en ese crucial Estado árabe.
En todo Gran Medio Oriente, desde Túnez y Egipto a Bahréin y Yemen, las protestas democráticas amenazan con barrer a elites subordinadas cruciales para el despliegue del poder estadounidense. Por supuesto todos los imperios modernos se han basado en testaferros fiables para convertir su poder global en control local –y para la mayoría, en cuanto esas elites comenzaban a agitarse, a ser impertinentes y fijar sus propias intenciones, llegó también el momento en el que quedó claro que el colapso imperial era una de las posibilidades.
Si las “revoluciones de terciopelo” que se extendieron por la Europa Oriental de 1989 dieron el toque de despedida al imperio soviético, las “revoluciones de jazmín” que se propagan por Medio Oriente podrían marcar el principio del fin del poder global estadounidense.

Los militares son puestos a cargo

Para comprender la importancia de las elites locales, hay que volver a los primeros días de la Guerra Fría cuando una Casa Blanca desesperada buscaba algo, cualquier cosa, que pudiera detener la propagación aparentemente imparable de lo que Washington veía como un sentimiento antiestadounidense y pro comunista. En diciembre de 1954, el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) se reunió en la Casa Blanca para elaborar una estrategia que pudiera amansar a las poderosas fuerzas nacionalistas de cambio que crecían en el globo.
En toda Asia y África, una media docena de imperios europeos que habían garantizado el orden global durante más de un siglo daban paso a 100 nuevas naciones, muchas –desde el punto de vista de Washington– susceptibles de “subversión comunista”. En Latinoamérica había atisbos de oposición izquierdista a la creciente pobreza urbana y a la carencia de tierras en el campo.
Después de un análisis de las “amenazas” que enfrentaban a EE.UU. en Latinoamérica, el influyente secretario del Tesoro, George Humphrey, informó a sus colegas del NSC que deberían de “dejar de hablar tanto de democracia” y “apoyar dictaduras derechistas si sus políticas eran pro estadounidenses”. En ese momento, en un destello de visión estratégica, Dwight Eisenhower interrumpió para señalar que lo que Humphrey estaba diciendo, era en realidad: “Está bien si son nuestros hijueputas”.
Fue una ocasión memorable, porque el presidente de EE.UU. acababa de articular con total claridad el sistema de dominación global que Washington implementaría durante los 50 años siguientes, dejando de lado los principios democráticos a favor de una dura realpolitik de respaldo a cualquier dirigente fiable dispuesto a apoyar a EE.UU. construyendo así una red mundial de dirigentes nacionales (y a menudo nacionalistas) que pusieran, en un santiamén, las necesidades de Washington por encima de las de sus países.
Durante toda la Guerra Fría, EE.UU. favoreció a autócratas militares en Latinoamérica, aristócratas en todo Medio Oriente y una mezcla de demócratas y dictadores en Asia. En 1958 los golpes militares en Tailandia e Iraq concentraron repentinamente la atención en los militares del Tercer Mundo como fuerzas que había que considerar. Entonces el gobierno de Eisenhower decidió llevar a dirigentes militares extranjeros a EE.UU. para darles más “capacitación” con el fin de facilitar “‘el manejo’ de las fuerzas de cambio liberadas por el desarrollo” de esas naciones emergentes. Desde entonces, Washington canalizó ayuda militar hacia el cultivo de las fuerzas armadas de aliados y potenciales aliados en todo el mundo, mientras utilizaba “misiones de entrenamiento” para crear vínculos cruciales entre los militares de EE.UU. y los cuerpos de oficiales de un país tras otro, -o, donde las elites subordinadas no parecían serlo suficientemente, para ayudar a identificar dirigentes alternativos.
Cuando los presidentes civiles se insubordinaban entraba en acción la CIA promoviendo golpes que llevaron al poder a sucesores militares confiables –reemplazando al primer ministro iraní Mohamad Mossadeq, quien trató de nacionalizar el petróleo de su país, por el general Fazlollah Zahedi (y luego el joven Shah) en 1953; al presidente Sukarno por el general Suharto en Indonesia durante la década siguiente; y, claro está, al presidente Salvador Allende por el general Pinochet en Chile en 1973, por nombrar solo tres de los casos correspondientes.
En los primeros años del Siglo XXI, la confianza de Washington en los militares de sus Estados clientes no dejó de aumentar. EE.UU., por ejemplo, prodigó 1.300 millones de dólares de ayuda al año a los militares de Egipto, pero invirtió solo 250 millones de dólares al año en el desarrollo económico del país. Como resultado, cuando los manifestaciones estremecieron al régimen en El Cairo en enero pasado, como informó el New York Times, dio su resultado la inversión de treinta años cuando los generales estadounidenses… y agentes de inteligencia llamaron sin bombo ni platillos… a los amigos con los que se habían entrenado”, incitando exitosamente a que el ejército apoyara una “transición pacífica” hacia, claro está, un régimen militar.
En otros sitios de Medio Oriente, Washington ha seguido, desde los años cincuenta, la preferencia imperial británica por aristócratas árabes privilegiando a aliados que incluyeron al shah (Irán), sultanes ( Abu Dabi, Omán), emires (Bahréin, Kuwait, Qatar, Dubai), y reyes (Arabia Saudí, Jordania, Marruecos). Por toda esa vasta y volátil región desde Marruecos a Irán, Washington cortejó a esos regímenes monárquicos con alianzas militares, sistemas de armas estadounidenses, apoyo de la CIA a la seguridad local, un refugio seguro estadounidense para su capital y favores especiales para sus elites, incluido el acceso a instituciones educativas en EE.UU. o escuelas en el exterior del Departamento de Defensa para sus hijos.
En 2005, la secretaria de Estado Condoleezza Rice resumió este historial como sigue: “Durante 60 años, EE.UU. buscó la estabilidad a costa de la democracia… en Medio Oriente, y no logramos ni lo uno ni lo otro.”

Cómo solía funcionar

EE.UU. no es de ninguna manera el primer poder hegemónico que basó su poder global en la telaraña de vínculos personales con dirigentes locales. En los Siglos XVIII y XIX, Gran Bretaña pudo imperar sobre las olas (como EE.UU. después dominó los cielos), pero cuando llegó a tierra necesitó aliados locales, como por ejemplo imperios del pasado, que pudieran servir de intermediarios en el control de sociedades complejas y volátiles. De otra manera, ¿cómo podría una pequeña nación insular de solo 40 millones con un ejército de solo 99.000 hombres gobernar un imperio global de unos 400 millones, casi un cuarto de toda la humanidad?
Desde 1850 a 1950, Gran Bretaña controló sus colonias mediante una serie extraordinaria de aliados locales –desde los jefes de las islas Fiji a los sultanes malayos, maharajás indios y emires africanos. Simultáneamente, mediante elites subordinadas, Gran Bretaña reinó sobre un “imperio informal” que incluía emperadores (de Pekín a Estambul), reyes (de Bangkok a El Cairo) y presidentes (de Buenos Aires a Caracas). En su clímax en 1880, el imperio informal de Gran Bretaña en Latinoamérica, Medio Oriente y China era mayor en población que sus posesiones coloniales formales en India y África. Todo su imperio global, que cubría casi la mitad de la humanidad, se basó en esos finos vínculos de cooperación con elites locales leales.
Después de cuatro siglos de incesante expansión imperial, sin embargo, los cinco principales imperios europeos en ultramar fueron repentinamente borrados del globo en un cuarto de siglo de descolonización. Entre 1947 y 1974 los imperios belga, británico, holandés, francés y portugués desaparecieron rápidamente de Asia y África, cediendo el paso a cien nuevas naciones, más de la mitad de los actuales Estados soberanos. Al buscar una explicación de este repentino y arrollador cambio, la mayoría de los eruditos están de acuerdo con el historiador imperial británico Ronald Robinson, quien genialmente argumentó que “cuando a los gobernantes coloniales se les acabaron los colaboracionistas indígenas”, su poder comenzó a palidecer.
Durante la Guerra Fría, que coincidió con esta era de rápida descolonización, las dos superpotencias del mundo volvieron a los mismos métodos utilizando regularmente sus agencias de espionaje para manipular a los dirigentes de los Estados recientemente independizados. El KGB de la Unión Soviética y sus sustitutos como el Stasi de Alemania Oriental y Securitate en Rumania impusieron la conformidad política en los 14 Estados satélites soviéticos en Europa Oriental y desafiaron a EE.UU. en la busca de aliados leales en el Tercer Mundo. Simultáneamente, la CIA controló las lealtades de presidentes, autócratas y dictadores en cuatro continentes, utilizando golpes, sobornos y penetración clandestina para controlar y, cuando fue necesario, eliminar a dirigentes fastidiosos.
En una era de sentimiento nacionalista, sin embargo, la lealtad de las elites locales resultó ser un asunto complejo. Muchas eran impulsadas por lealtades conflictivas y a menudo profundos sentimientos de nacionalismo, lo que significaba que había que controlarlas muy de cerca. Tan críticas eran esas elites subordinadas, y tan problemáticas eran sus repetidas insubordinaciones, que la CIA lanzó repetidamente arriesgadas operaciones clandestinas para controlarlas, provocando algunas de las grandes crisis de la Guerra Fría.
Ante el aumento de su sistema de control global en una era de independencia posterior a la Segunda Guerra Mundial, Washington no pudo seguir trabajando simplemente con testaferros o marionetas, sino con aliados que –aunque desde posiciones más débiles– todavía trataban de maximizar lo que consideraban los intereses de sus naciones (así como los suyos propios). Incluso en la cima del poder global estadounidense en los años cincuenta, cuando su dominación era casi indiscutible, Washington se vio obligado a duras negociaciones con Raymond Magsaysay en las Filipinas, el autócrata sudcoreano Syngman Rhee y Ngo Dinh Diem de Vietnam del Sur.
En Corea del Sur durante los años sesenta, por ejemplo, el general Park Chung Hee, entonces presidente, negoció despliegues de tropas a Vietnam por miles de millones de dólares de EE.UU. para el desarrollo, que ayudaron a activar el “milagro” económico del país. Al hacerlo, Washington pagó la cuenta, pero consiguió lo que más quería: 50.000 de esos duros soldados coreanos como ayudantes pagados para su impopular guerra de Vietnam.

El mundo después de la Guerra Fría

Después de que cayó el Muro de Berlín en 1989, al terminar la Guerra Fría Moscú perdió rápidamente sus Estados satélites de Estonia a Azerbaiyán, cuando los sustitutos soviéticos, otrora leales, fueron derrocados o abandonaron el barco a la deriva del imperio. Para Washington, el “vencedor” y pronto la “única superpotencia” del planeta Tierra, el mismo proceso comenzaría pronto, pero a un ritmo mucho más lento.
Durante las dos décadas siguientes, la globalización promovió un sistema multipolar de potencias ascendientes en Pekín, Nueva Delhi, Moscú, Ankara y Brasilia, incluso mientras un sistema desnacionalizado de poder corporativo reducía la dependencia de las economías en desarrollo de algún Estado en especial, por imperial que fuera. Con la decadencia de su capacidad de controlar a las elites, Washington ha enfrentado la competencia ideológica del fundamentalismo islámico, de los regímenes reguladores europeos, del capitalismo de Estado chino y de la creciente marea de nacionalismo económico en Latinoamérica.
A medida que el poder y la influencia de EE.UU. disminuían, los intentos de Washington de controlar a sus elites comenzaron a fallar, a menudo de manera espectacular –incluyendo sus esfuerzos por derrocar a su pesadilla, Hugo Chávez de Venezuela, en un golpe chapucero en 2002, de separar a su aliado Mijeil Saakashvili de Georgia de la órbita rusa en 2008, y de deponer a su némesis Mahmud Ahmadineyad en las elecciones iraníes de 2009. Donde otrora bastaba un golpe de la CIA o dinero clandestino para derrotar a un antagonista, el gobierno de Bush necesitó una invasión masiva para derrocar a un solo dictador engorroso, Sadam Hussein. Incluso entonces vio que sus planes para cambios subsiguientes de régimen en Siria e Irán se bloquearon cuando esos Estados ayudaron, en su lugar, a una devastadora insurgencia contra las fuerzas de EE.UU. dentro de Iraq.
De la misma manera, a pesar de inyecciones de miles de millones de dólares de ayuda extranjera, a Washington le ha resultado casi imposible controlar al presidente afgano que instaló en el poder, Hamid Karzai, quien resumió memorablemente ante los enviados estadounidenses su díscola relación con Washington como sigue: “Si buscáis un títere, y lo llamáis socio, no. Si buscáis un socio, sí.”
Entonces, a finales de 2010, WikiLeaks comenzó a distribuir esos miles de cables diplomáticos estadounidenses que ofrecen visiones no censuradas del control debilitado de Washington sobre el sistema de poder por medio de sustitutos que construyó durante 50 años. Al leer esos documentos, el periodista israelí Aluf Benn de Haaretz pudo ver “la caída del imperio estadounidense, la decadencia de una superpotencia que gobernó el mundo a fuerza de su supremacía militar y económica”. “Los embajadores estadounidenses”, agregó “…ya no son recibidos en las capitales del mundo como ‘altos comisionados’… [son] burócratas cansados [quienes] pasan sus días escuchando aburridos las conversaciones de sus anfitriones, sin recordarles quién es la superpotencia y quién es el Estado cliente”.
Por cierto, lo que muestran los documentos de WikiLeaks es un Departamento de Estado con dificultades para manejar por todos los medios posibles un sistema global desafiante de elites cada vez más insubordinadas –a través de intrigas para reunir información e inteligencia necesaria, actos amistosos con el propósito de comprar conformidad, amenazas para forzar a cooperar y miles de millones de dólares de ayuda malgastados para comprar influencia. A principios de 2009, por ejemplo, el Departamento de Estado instruyó a sus embajadas de todo el mundo para que jugaran a ser policía imperial recolectando datos exhaustivos sobre dirigentes locales, incluyendo “direcciones de correo electrónico, números de teléfono y fax, huellas digitales, imágenes faciales, ADN, y escaneado de ojos”. Mostrando su necesidad, como cualquier gobernador colonial, de información incriminatoria sobre la gente del lugar, el Departamento de Estado también presionó a su embajada en Bahréin por medio de sórdidos detalles, dañinos en una sociedad islámica, sobre los príncipes herederos del reino, y preguntó: “¿Hay alguna información derogatoria sobre alguno de los príncipes? ¿Bebe alcohol alguno de los príncipes? ¿Consumen drogas algunos de ellos?”
Con la arrogancia de enviados de los últimos días del imperio, los diplomáticos estadounidenses parecieron buscar poder para dominar, desdeñando “la postura neo-otomana de los turcos en Medio Oriente y los Balcanes”, o conociendo las debilidades de sus elites subordinadas, por ejemplo la “voluptuosa rubia” enfermera del coronel Muamar Gadafi, el morboso miedo a los golpes militares del presidente paquistaní Asif Ali Zardari o los 52 millones de dólares de fondos robados del vicepresidente afgano Ahmad Zia Masud.
A medida que su influencia disminuye, sin embargo, Washington descubre que muchos de sus aliados locales elegidos son cada vez más insubordinados o irrelevantes, en especial en el estratégico Medio Oriente. A mediados de 2009, por ejemplo, el embajador de EE.UU. en Túnez informó de que “el presidente Ben Ali… y su régimen han perdido contacto con el pueblo tunecino”, y se basa “en la policía para mantener el control”, mientras “aumenta la corrupción en su círculo íntimo” y “aumentan los riesgos para la estabilidad del régimen a largo plazo”. A pesar de ello, el enviado estadounidense solo pudo recomendar que Washington “reduzca la crítica pública” y en su lugar se base sólo en “la franqueza privada a alto nivel” –una política que no produjo ninguna reforma antes de que las manifestaciones derrocaran al régimen solo 18 meses después.
De la misma manera, a finales de 2008, el embajador estadounidense en El Cairo temía que “la democracia egipcia y los esfuerzos por los derechos humanos… están siendo sofocados”. Sin embargo, como admitió la embajada, “no quisiéramos ver la posibilidad de que haya complicaciones para los intereses regionales de EE.UU. si el lazo entre EE.UU. y Egipto se debilitara seriamente”. Cuando Mubarak visitó Washington unos meses después, la embajada instó a la Casa Blanca “a restaurar el ambiente cálido que ha caracterizado tradicionalmente la cooperación entre EE.UU. y Egipto”. Y así, en junio de 2009, solo 18 meses antes de la caída del presidente egipcio, el presidente Obama saludó a ese dictador útil como “un aliado incondicional… una fuerza de la estabilidad y el bien en la región”.
Mientras se desarrollaba la crisis en la Plaza Tahrir en El Cairo, el respetado líder opositor Mohamed El-Baradei se quejó amargamente de que Washington estaba empujando a “todo el mundo árabe hacia la radicalización con su política inepta de apoyo a la presión”. Después de 40 años de dominación estadounidense, el Medio Oriente era, dijo, “una colección de Estados fallidos que no agregan nada a la humanidad o a la ciencia” porque “no se ha enseñado a la gente a pensar o actuar y se le dio deliberadamente una educación inferior”.
A falta de una guerra global capaz de barrer simplemente un imperio, la decadencia de una gran potencia frecuentemente es un asunto espasmódico, doloroso, prolongado. Aparte del deterioro de las dos guerras estadounidenses en Iraq y Afganistán hacia algo que no está tan lejos de una derrota, la capital de la nación se retuerce ahora en la crisis fiscal, la moneda de la nación pierde su solvencia y los antiguos aliados forjan lazos económicos e incluso militares con el rival chino. A todo esto tenemos que agregar ahora la posible pérdida de testaferros leales en todo Medio Oriente.
Durante más de 50 años, a Washington le ha ido bien con un sistema de poder global basado en elites subordinadas. Ese sistema facilitó otrora la extensión de la influencia estadounidense a todo el mundo con una eficiencia sorprendente y (hablando relativamente) economías de fuerza. Ahora, sin embargo, esos leales aliados se parecen cada vez más a un imperio de Estados fallidos o insubordinados. Que no quepa duda: es probable que la degradación o el fin de medio siglo de semejantes lazos haga embarrancar a Washington.

Alfred W. McCoy y Brett Reilly
Tom Dispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Alfred W. McCoy es profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison, colaborador regular de TomDispatch y autor de Policing America’s Empire: The United States, the Philippines, and the Rise of the Surveillance State. También convocó al proyecto “Imperios en transición”, un grupo de trabajo global de 140 historiadores de universidades en cuatro continentes. Los resultados de sus primeras reuniones fueron publicados como Colonial Crucible: Empire in the Making of the Modern American State, y los resultados de su última conferencia, en Barcelona, en junio pasado, aparecerán el próximo año como Endless Empires: Spain’s Retreat, Europe’s Eclipse, and America’s Decline.
Brett Reilly es estudiante de posgrado de historia en la Universidad Wisconsin-Madison, donde estudia política exterior de EE.UU. en Asia.

Silvio Rodríguez: “La voz de la Revolución cubana es Fidel”


En vísperas de la visita de Silvio Rodríguez a los Estados Unidos, Judy Cantor-Navas, reportera de la revista de música Billboard, le hizo la siguiente entrevista que el cantautor reprodujo en su blog Segunda Cita y ha sido muy poco divulgada.

Entrevista a Silvio Rodríguez

-¿Por que le parece importante tocar en los Estados Unidos, después de todo este tiempo y después de las barreras que se han puesto para usted y otros artistas cubanos? ¿Que significa para Ud. personalmente, profesionalmente, y quizás, para la música cubana en general y, más allá, para las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos?
-Por los Estados Unidos ha pasado prácticamente toda la música del mundo. Me veo como un músico más, de tantos que han ido por allá. Cuando yo era joven dibujaba historietas y uno de mis referentes era la revista MAD. No sé si será posible encontrar ejemplares de principios de los 60, cuando esa revista contaba con un fabuloso equipo de ilustradores como Jack Davis, Don Martin y Wallace Wood. Entre ellos también estaba Prohías, un cubano genial. Nunca fui a la costa del oeste y siento curiosidad por conocer esa zona, que fue parte de México. He escrito dos discos donde aparecen ángeles y me gustaría conocer la ciudad que se llama así. A nivel político entre los dos países, veo mi visita como un paso de avance, porque hacía 30 años que no me daban visa. Ojalá las relaciones avancen siempre en la dirección del respeto mutuo.
-¿Aquí en los Estados Unidos, se ve el hecho de que el gobierno norteamericano ha otorgado un visado a Silvio Rodríguez de manera muy simbólica - es decir, aunque hemos disfrutado de los conciertos de otros músicos cubanos últimamente, su gira es la que ´rompió el hielo´ de manera definitiva. ¿Aparte del deseo propio de hacer esta gira, Ud. siente una responsibilidad de ‘abrir caminos’ para otros músicos y artistas cubanos en los Estados Unidos?
-No sé hasta qué punto eso podrá ser cierto, porque últimamente han viajado algunas orquestas, jazzistas e incluso trovadores. Pienso en Los Van-Van, en La Charanga Habanera, en Roberto Carcassés, en Carlos Varela. Hoy salió que le habían otorgado la visa al grupo Mezcla, de Pablo Menéndez, un norteamericano que vive en Cuba hace 40 años. Me parece muy bien que esto pase y también me gustaría mucho que los músicos norteamericanos fueran a Cuba más a menudo.
-¿Le parece injusto que los artistas cubanos no pueden ser pagados para sus conciertos de manera normal y corriente bajo la ley de los Estados Unidos?
-Por supuesto que me parece injusto. Y todavía me parece más injusto que los cubanos no podamos usar lo que hemos ganado con trabajo honrado, porque si un banco norteamericano comprueba que resides en Cuba, confisca tu dinero en dólares, aunque no lo hayas ganado en los Estados Unidos.
-¿Durante las últimas décadas el embargo de los Estados Unidos ha afectado su carrera de manera directa? (De manera económica o artística)
-Hace 20 años yo impulsé la creación de tres estudios de grabación. Para hacerlos ayudé con lo que había ganado en conciertos fuera de Cuba. En aquel momento pudimos traer algún equipamiento de Inglaterra y de otros lugares de Europa. Después, cuando quisimos comprar piezas, resultó que muchas eran norteamericanas y se negaron a vendérnoslas, por miedo a sanciones económicas. Si un cubano compra un software norteamericano se lo venden, pero cuando necesita actualizarlo le sale un cartel que dice que las leyes de los Estados Unidos no lo permiten. Este año sólo podrán entrar dos alumnos de piano en cada escuela de música cubana y, en algunas, sólo uno. Eso es por los ajustes económicos que nos impone el bloqueo. Hay un tipo de sillas de ruedas para niños discapacitados que no podemos comprar directamente, por ser patentes norteamericanas. Pagarle a otros para que nos las compren nos duplica o triplica el coste. Cualquiera en mi país tiene mil historias parecidas sobre el bloqueo.
-Parece que esta nueva apertura para los músicos cubanos en los Estados Unidos (no como otras veces) puede seguir para el futuro predecible. ¿Como piensa que este intercambio puede afectar a la música cubana a largo plazo (en términos de ser más influenciados por la música americana por ejemplo)?
La música cubana ha demostrado ser indeleble, porque ha tenido muchas influencias y siempre ha conservado su esencia. Cuando el trío Matamoros estuvo grabando en New Jersey, en los años 30, absorbieron influencias armónicas, pero su son siguió siendo son. Cuando llegaron las Jazz Band a Cuba, Pérez Prado las puso a tocar mambo y Benny Moré las puso a tocar montunos. El blues influyó también al bolero cubano, pero nunca lo descaracterizó. Yo creo que es bueno que las músicas se junten porque de esos contactos siempre salen cosas interesantes. Gillespie decía que Chano Pozo le puso rumba al jazz norteamericano.
-Su canciones tienen cada una su propia mensaje, ¿Pero cual es el mensaje general que quisiera transmitir a las audiencias estadounidenses durante esta gira?
Realmente no me planteo esta visita en términos de un mensaje especial. No creo ser un arquetipo artístico, mucho menos político. De las muy variadas formas de música que se hacen en Cuba, yo hago trova, que es como decir una canción poética. Y dentro de la trova, me veo como uno de los muchos que hubo y que hay. Si he logrado cierta voz propia es porque he trabajado duro y he tratado de superarme, como lo hacen muchos otros artistas. Quizá me gustaría que pensaran que soy un vecino que viene a compartir su espíritu; alguien que viene con sentimientos de amistad y espera lo mismo.
-¿Después de los años, y de todas las experiencias de su carrera y su país, sigue creyendo que un mundo mejor es posible, y que la música tiene el poder de cambiar las cosas?
-La música y la poesía no tienen tanto poder como uno pudiera imaginar a los 20 años. Pero sin dudas tampoco son nulas o inútiles. La poesía y la música pueden ser muy influyentes en la conducta humana, porque pueden ser reveladoras, lo mismo a nivel cognoscitivo que a nivel sensorial. El arte mejora a las personas, de eso no tengo dudas, y son las personas las que pueden cambiar el mundo. Hay que dar mucho arte a la gente, para que las personas estén lo mejor inspiradas a la hora de tomar decisiones. De esta forma un mundo mejor estará más cerca de ser posible.
-¿Tiene recuerdos de un momento especifico en lo cual sentía el poder de una canción?
Una canción que escuché en una película, hace 10 años, me hizo dejar de fumar. Una canción mía consiguió que convirtieran en museo a un tren que estaba abandonado en un suburbio de una ciudad.
-Ud. tiene su propio estudio de grabación, Estudios Ojalá. ¿Como funciona el estudio, que tipo de actividad suelen tener allí? ¿Se limita al proyectos suyos, o es un estudio abierto a otros músicos?
-Ojalá se construyó en las dos habitaciones superiores de una pequeña casa. Yo aporté la tecnología y los instrumentos y el estado financió la remodelación. Yo lo dirijo, pero los estudios son propiedad estatal, como casi todo en Cuba. Hace sólo dos días Omara Portuondo y Chucho Valdés estaban grabando su segundo disco juntos. El primero también lo grabaron allí. A Chucho le gusta nuestro piano, un Steinway & Son que trajimos de Hamburgo. En él se grabó la integral de piano de Harold Gramatges, cuando aún vivía. Leo Brouwer grabó una parte de “Homo Ludens” con nosotros. Más del 60% de las grabaciones que hacemos son donaciones. Hemos podido ayudar a alumnos de las escuelas de música que necesitan enviar demos a los concursos; también a trovadores sin casas disqueras, o a intérpretes que nunca habían grabado un disco. Nuestro estudio se llama Ojalá, también por ser alternativo.
-¿Que efecto le parece que ha tenido la creación de más estudios de grabación y el acceso a nueva tecnología de grabación en la última década ha tenido sobre el sonido de la música cubana?
-Aunque el acceso a las nuevas tecnologías no lo hemos tenido fácil, el beneficio que veo es el hecho de que existan todas esas grabaciones que hemos podido hacer. Entre ellas hay algunos premios Granmys, y también premios de Cubadisco, grabados lo mismo en los estudios Abdala que en los estudios Eusebio Delfín (de la ciudad de Cienfuegos), o en los estudios Ojalá. Cuando dentro de 100 años alguien escuche grabaciones de estos tiempos, algunas serán las que hicimos nosotros. Estos resultados son para mí el mejor premio, porque yo perdí muchas canciones por no tener cómo grabarlas.
-Acaba de empezar la feria Cubadisco….¿le parece que esta nueva apertura de los Estados Unidos a los artistas cubanos puede impactar positivamente a la música cubana? Por otro lado, le gustaría ver a más artistas americanos tocando y grabando en la Habana? ¿Le parece que esto seria posible en un futuro próximo?
-Entre los músicos norteamericanos y los cubanos siempre ha existido admiración e incluso apoyo. Cuando a fines de la década del 70 ocurrió el Havana-Jam, ellos dejaron una mesa de sonido que la Empresa de grabaciones de Cuba (EGREM) usó durante años. Mucho después, cuando estábamos haciendo las primeras grabaciones en Ojalá y en Abdala, tuvimos a un entusiasta colaborador norteamericano, el ingeniero de sonido John Fausty, que nos enseñó secretos de la tecnología que acabábamos de adquirir. Ojalá aprueben que los norteamericanos puedan viajar normalmente a Cuba, eso incrementaría mucho los contactos y creo que ambas partes nos beneficiaríamos.
-Ud. acaba de estrenar su propio blog - por qué escribir un blog?
-Lo hice porque estaba de visita en el blog de un trovador venezolano y vi un letrero que decía ¿quiere hacer un blog? Me metí y cuando vine a ver tenía un blog propio. Yo no sabía muy bien en qué consistía y me he ido dando cuenta poco a poco. Lo lamentable es que a veces, por el trabajo, pasan días y no hay tiempo de escribir nada. Uno trata de decir cosas que tengan sentido, pero sin exagerar, porque entiendo que el blog es un lugar para estar en confianza, como entre amigos. Es un lugar donde uno puede jugar a Dios, porque puede poner y quitar lo que decida. Yo no he sido capaz de suprimir ni un solo comentario adverso, que los hay. He resultado ser un diosito bastante democrático.(*)
-En su último disco, hay reflexiones sobre la realidad cubana actual. Muchas veces se le ha descrito a usted como “La voz de la revolución” cubana — ¿se siente cómodo con esta descripción?
-Para nada. La voz de la Revolución cubana es Fidel. Y, cantando, lo fue Carlos Puebla. Yo comparto los principios que fundamentaron la Revolución. O sea, la respeto y podría decir que la siento como parte entrañable, porque me hice hombre aprendiendo de la Revolución. Fui miliciano con 14 años, cuando el desembarco por Bahía de Cochinos. Con 30 partí a ayudar a los angoleños, cuando la Sudáfrica del apartheid los invadió. Esas vivencias me dictaron canciones de combate, pero si Ud. revisa mi repertorio no encontrará loas adulatorias ni fanatismo. Nunca he tratado de escribir panfletos políticos; el gusto que tengo por la poesía no me lo permite. Me siento comprometido con la dignidad de mi pueblo, que ha pasado mucho sin doblegarse. Y también tengo un espíritu bastante autocrítico.
-He leído que tocó en Nueva York por última vez en 1978. ¿Bajo qué circunstancias se organizó ese concierto?
Lo organizaron las brigadas “Antonio Maceo” (jóvenes cubanos que cuando niños fueron llevados a los Estados Unidos) y “Venceremos” (norteamericanos amigos de Cuba). Fue en Broadway, en un teatro llamado Minskof, que en julio de 1978 estaba acabado de remozar. El auditorio estaba completamente lleno y el público pedía canciones por sus títulos . Yo no entendía cómo eso podía estar pasándome en los Estados Unidos. Año y medio después, en febrero de 1980, volví a cantar en Nueva York, en la Brooklyn Academy of Music. Esta vez iba con Pablo Milanés. Fue una noche en que nevaba mucho y eso nos retrasó dos horas. Nos llevamos una gran sorpresa cuando llegamos, pasadas las 11, y descubrimos que el teatro lleno aún nos esperaba.
-¿Con cual artista americano le gustaría compartir el escenario? ¿Habrá posibilidad de que se verá algún invitado en el escenario en Carnegie Hall?
-Conozco a Barbara Dane, que hace 40 años publicó el primer disco de mi generación en los Estados Unidos, en un sello llamado -imagínese- Paredón Records. Conozco a David Byrne, que hace 20 años tuvo la gentileza de publicar una antología de mis canciones. También conozco a Pete Seeger y a Harry Belafonte, de quienes guardo enseñanzas inolvidables. Lo cierto es que no me gusta estar molestando a las personas. Así que lo más probable es que cante con mis compañeros, que también son muy buenos músicos. Se trata del trío de cuerdas pulsadas Trovarroco, el baterista y percusionista Oliver Valdés, y la flautista y clarinetista Niurka González. No se los pierda, que son muy buenos.

19 de mayo de 2010.

(*) A partir de agosto o septiembre de 2010 tuve que monitorear el blog, por el carácter soez de algunas manifestaciones. (SRD)