jueves, marzo 31, 2016

Argentina: La izquierda tenía razón: un “frente” para la victoria de los buitres votó la entrega



El macrismo logró la votación con apoyo de más de 20 senadores del FpV, sin los cuales se caía la entrega. La izquierda se opuso en el Congreso, en las calles y tuvo razón al votar en blanco.

Al cierre de esta edición de La Izquierda Diario, quedaba allanado el camino para una gran entrega nacional.
En el Senado, donde el Frente para la Victoria tiene mayoría, más de 20 legisladores de esa fuerza política tomaron una opción. “En la vida hay que elegir”, rezaba un slogan kirchnerista algunos años atrás: sin dudarlo, entre patria y buitres, la mayor parte de los senadores del FpV eligió a los buitres.
Esto los llevó a votar junto a los senadores oficialistas de Cambiemos, y con Carlos Saúl Menem, el peronismo disidente, el UNA, el GEN y el Movimiento Popular Neuquino. Se armó un verdadero frente para la victoria…de los buitres, que votó la entrega con 54 votos a favor y 16 en contra, superando largamente lo necesario para la aprobación del acuerdo, que eran 37 votos.
Estas fuerzas permitieron entonces el principal triunfo que necesitaba Mauricio Macri para la continuidad de su plan económico de ajuste, entrega, y ataque a las condiciones de vida.
No casualmente, ayer a la noche el presidente sostuvo en el canal TN que está "muy contento" por sus primeros meses de gobierno, y afirmó: "siento que los primeros resultados se empiezan a ver, y que hay una esperanza enorme en Argentina". Horas antes, el presidente provisional del Senado y dirigente del PRO, Federico Pinedo, había celebrado también diciendo que el de ayer era "un día muy importante para la Argentina".
Para que no queden dudas de lo ocurrido ayer: si el Frente para la Victoria, con mayoría en el Senado, votaba en contra, se hubiera caído el acuerdo con los holdouts, que significa una fabulosa entrega nacional a los usureros más grandes del mundo, y cuyo costo recaerá sobre las espaldas del pueblo trabajador y sus futuras generaciones, sus empleos, educación, salud y condiciones de vida en general.
Como dijo la diputada del Frente de Izquierda Myriam Bregman durante una de las etapas del debate por la deuda: “Que nos pongan un ejemplo donde la deuda no haya beneficiado a los grandes empresarios, a los grandes bancos, que no haya terminado siendo una carga pesadísima para el país”. El recuerdo de los ´90 y el 2001 está presente en la memoria popular.
Ayer, entonces, el Congreso Nacional, transformado en la escribanía del juez neoyorkino Thomas Griesa, terminó de votar a favor de un pago que significa ganancias de más del 1000% para los buitres. Para el pago millonario a los holdouts (más de 12.000 millones de dólares), se prevé la emisión de deuda a 5, 10 y 30 años, a una elevada tasa, superior al 7%.
Con la tarea hecha a pedir de los buitres, ahora el gobierno nacional aguarda la realización de una audiencia el 13 de abril en la Corte de Apelaciones de Nueva York, donde espera que no surjan nuevos inconvenientes para avanzar en la entrega nacional.

Argumentos buitres

Si de parte de Cambiemos desde un principio se escucharon los argumentos de acordar con los buitres para volver al mercado financiero internacional y así “normalizar” la economía nacional, desde el FpV también hubo justificaciones y cruces.
Ya el día anterior, Miguel Ángel Pichetto, jefe de bancada del Frente para la Victoria en el Senado, había anticipado que votaría a favor del acuerdo, y que no había que sorprenderse, ya que el kirchnerismo le había pagado “al Club de París, a YPF, al Ciadi, a todo el mundo”. No se había privado tampoco de decir que según él, esa misma actitud tomaría hoy Néstor Kirchner.
Vale recordar que Pichetto fue durante todos estos años la principal espada del kirchnerismo en el Senado. A diferencia de la histórica sesión durante la crisis del campo, esta vez Pichetto y Julio Cobos votaron juntos.
En las declaraciones del jefe de bancada del Frente para la Victoria, hay una gran verdad, por más que otras voces kirchneristas le salieron al cruce. Como denunciara el Frente de Izquierda durante la campaña presidencial, tanto el candidato del FpV Daniel Scioli, como el de Cambiemos, Mauricio Macri, compartían en lo esencial un mismo plan económico de ajuste y endeudamiento. El asesor económico de Scioli, Miguel Bein, no se cansó de repetirlo incluso después de la elección, mientras que durante la campaña Juan Manuel Urtubey había viajado a Nueva York, a pedido de Scioli, para tantear un acuerdo con los holdouts.
El santafesino Omar Perotti explicitó esto durante la sesión de ayer al justificar su voto a favor del acuerdo, diciendo que “hice campaña con Scioli, y su equipo económico planteaba cerrar el default de la Argentina”.
Por su parte, los gobernadores peronistas (muchos de ellos impulsaron a sus senadores a votar a favor de los buitres, pensando en obtener fondos para sus distritos), ejecutan en sus provincias los mismos planes de ajuste que Cambiemos, con despidos y techos salariales incluidos. Es el caso, por ejemplo, de Alicia Kirchner en Santa Cruz.
A sólo 10 días del cierre de listas para la elección de autoridades del Partido Justicialista, las diferencias en la votación del Frente para la Victoria no constituyen más que una división de tareas donde nadie saca los pies del plato. Se dobla, pero no se rompe. El pensamiento no está puesto en enfrentar el ajuste y la entrega que sufren los trabajadores y el pueblo, sino en el 2017, y en el 2019.
De hecho, ninguno de los legisladores del FpV críticos del acuerdo llamó a movilizar seriamente para rechazar el acuerdo, o siquiera para imponer la consulta popular. Máximo Kirchner, en Diputados, no rechazó la entrega sino que lanzó un tibio pedido de que “vayan y negocien mejor, que no haya tanto apuro, que no cedan tan fácil a la extorsión”. Al fin y al cabo, como decía Cristina Fernández, los gobiernos kirchneristas fueron “pagadores seriales de deuda externa”.
Ayer en el Senado, la minoría del FpV que votó en contra, usó argumentos parecidos. Anabel Fernández Sagasti, por ejemplo, pidió encarar nuevas negociaciones con los tenedores de bonos en default: “negociar con soberanía, cuidando los intereses de la Argentina”.
Sólo el Frente de Izquierda rechazó en el Congreso la ilegítima deuda externa.

Voto en blanco: un acierto del Frente de Izquierda

De este modo, la votación en el Congreso a favor de los fondos buitre demostró el acierto del Frente de Izquierda de haber llamado a votar en blanco durante el balotaje. Sólo esta fuerza rechaza esta entrega en el Congreso y propone movilizarse en las calles para enfrentarla.
Así lo expresó ayer el ex candidato presidencial de esta fuerza, Nicolás del Caño, quien dijo que “si a alguien le quedaba alguna duda, la izquierda tenía razón en llamar a votar en blanco en el balotaje, ya que no tenían diferencias sustanciales unos y otros”.
A la vez, resaltó que “a la unidad que se ve por arriba para apoyar la entrega y el ajuste que aplica el Gobierno de Macri se le enfrenta un descontento obrero y popular, como hemos visto en las multitudinarias marchas del 24 de Marzo, en las luchas de los docentes de Santiago del Estero, Mendoza y Tierra del Fuego y la de los estatales de la Ciudad. La mayor parte de la dirigencia sindical mira para otro lado, cuando lo que está planteado es un plan de lucha hacia un paro activo nacional contra el ajuste, la entrega y los despidos".

Más entrega nacional, más despidos y más tarifazos

Pasados los famosos 100 días de gobierno, Macri aplicó una buena parte del plan a pedido de los grandes empresarios: devaluación, levantamiento del cepo, anulación y baja de retenciones, negociación con los buitres, tarifazos, despidos en el Estado y relaciones amistosas con Barack Obama y otros líderes imperialistas.
Pero esto recién empieza. Para el mes de abril ya están anunciados fuertes tarifazos en el gas, agua, transporte y naftas. Al mismo tiempo, ha comenzado una nueva tanda de despidos en el Estado. La fecha clave de hoy, 31 de marzo, cuando vencen miles de contratos, ya fue anticipada en el día de ayer con despidos, y también con respuestas por parte de los trabajadores.
Mientras espera las demoradas y dudosas inversiones de capital extranjero, Macri busca a su vez bajar la inflación con un antipopular plan recesivo de enfriamiento de la economía, que a la vez encuentra sus límites en la predisposición de los trabajadores para enfrentar el ajuste.
Por su parte, las conducciones sindicales permanecen en la tregua, y sólo exploran acuerdos en el Congreso por el impuesto al salario. El Frente para la Victoria, lejos de la resistencia con aguante, permite que Milagro Sala continúe presa sin luchar seriamente por su libertad, muchos de sus senadores votan a favor de los buitres, y sus dirigentes sindicales bien lejos están de llamar a un plan de lucha.
El Frente de Izquierda plantea la necesidad de un paro activo nacional contra el ajuste, la entrega y los despidos, y la necesidad de construir una alternativa política de los trabajadores contra los partidos del ajuste y la impunidad.

Fernando Scolnik
@FernandoScolnik

¿Por qué Macri no soporta Telesur?



Es que Telesur no es un canal, Telesur somos todos

A nadie debiera sorprender los pasos que, en materia de comunicación e información, esté dando el nuevo gobierno argentino, atentando contra la democratización y contra la pluralidad de opiniones, favoreciendo groseramente a grandes grupos mediáticos.
En esta Argentina donde se gobierna a través de decretos inconstitucionales, se intenta imponer la verdad única, la imagen única. Para ello es necesario acallar las voces e imágenes –los contenidos, las señales- que contradigan esos mensajes únicos, con relatos digitados y transmitidos casi al unísono desde las metrópolis del capital.
No hay anuncio oficial -¿apenas un globito de ensayo?- pero los medios comerciales repiten que Argentina se retirará como socio de La Nueva Televisora del Sur y que, a la vez, se elimina el canal (Telesur) de la Televisión Digital Abierta, por lo que tampoco sería de inclusión obligatoria en las grillas de todos los cableoperadores.
"Esta determinación va en línea con lo que nos hemos propuesto para los medios públicos, en términos de pluralismo y austeridad", trató de explicar el ministro de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, al decretar el fin del pluralismo. Se olvidó, incluso, de explicar en qué consiste la austeridad: en realidad, ¿qué gastos asumía Argentina?
Que el gobierno de Macri se haya empecinado en perseguir a Telesur, es una medalla en la pantalla de la televisora, ya que marca su importancia, y la impotencia macrista de no poder imponer impunemente imaginarios colectivos, cuando está abierta la ventanita de la verdad.
La verdad es que ni siquiera son originales. Antes de que saliera al aire, Connie Mack, un impresentable representante republicano de Florida, logró imponer en el parlamento una decisión en la que se declaraba a Telesur (que aún ni siquiera había difundido su señal de prueba) “una amenaza para Estados Unidos (ya que) trata de minar el equilibrio de poderes en el hemisferio occidental».
Debemos asumir que el tema de los medios de comunicación tiene que ver con el futuro de nuestras democracias. Hoy en día, en nuestra América, la monopolización mediática intenta suplantar a la dictadura militar. Son los grandes grupos económicos que usan a los medios y deciden quién tiene o no la palabra, quién es el protagonista y quién es el antagonista.
Ya no hacen falta tanques y bayonetas como 40 años atrás: basta con el control de los medios de comunicación, que se han convertido en escenario principal del conflicto social y principales actores políticos, invisibilizando primero a los partidos y ahora a los movimientos sociales fundados en la participación popular. Hace 40 años cerraron medios, desaparecieron, torturaron y asesinaron periodistas y editores y hoy también pretenden dictarnos qué leer, oír o escuchar
Los grandes conglomerados económicos –que a su vez tienen como ariete a los medios de comunicación comerciales- son el verdadero poder fáctico en nuestros países (y quizá en el mundo). (Cualquier duda, pregunte a Lula o Dilma Roussef, quienes en 13 años de gobierno no lograron llevar adelante una ley que controlara los oligopolios mediáticos en al país).
La redundancia, la exageración, la agresividad sin ideas, la caza del chivo expiatorio como regla del criticismo y los intereses comerciales y/o políticos-religiosos sin mayores –ni menores– principios, tratan de enturbiar el panorama impidiendo establecer jerarquías de problemas y reglas para su debate y resolución.
Nos ha costado asumir que el discurso comercial –bombardeado a través de información, publicidad y entretenimiento, con un mismo envase, disfrazado de realidad o de hechos naturales– es también un discurso ideológico, agresivo, limitante de nuestra libertad de ciudadano.
Y, para peor, Argentina (claro, en su anterior gobierno) había logrado la sanción de una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, consensuada por todo el país (menos los grupos mono y oligopólicos) que serviría de marco legal para la democratización de la comunicación. La ley no hacía la democratización: la permitía.
A un gobierno derechista no le sirve la información equilibrada, con múltiples fuentes, diversa, plural, donde los protagonistas no sean solo príncipes y gobernantes, sino también campesinos, amas de casa, trabajadores, estudiantes… y desocupados, indios, blancos, negros, multados, zambos… que muestren la realidad de nuestra Argentina y nuestra América latina en construcción.
Pero la derecha –incluso la argentina- sabe que no se trata solo del control de la información sino del control de la industria del contenido, que incluye la información, la publicidad, la cultura de masas o entretenimiento, los videojuegos. A lo ancho y largo del mundo los contenidos y los fines de la comunicación son puestos cada vez más en función del capital, para que los medios se conviertan en los nuevos misioneros del capitalismo corporativo, en el ejército de formación del imaginario popular y del avasallamiento de la conciencia social.
Los medios comerciales tratan de evitar debates: ellos presentan los problemas, deciden los protagonistas y antagonistas, fallan sobre el culpable, lo ejecutan moralmente. Intentan estimular el rechazo del conjunto de opciones políticas o, más banalmente, otorgar a la crítica un tono inconsistente que establece cierta complicidad con la desmemoria, los humores cambiantes o la frivolidad de algún sector de los lectores o de la audiencia.
La derecha quiere que los medios sirvan para denunciar escándalos pero no para que presten una atención equivalente a los nuevos problemas de diseño o reestructuración del Estado, la crisis de la educación o la salud, la agobiante exclusión social. La mayoría de los operadores de los medios comerciales parece imaginar un eterno festival de rencillas domésticas y negociados ubicables en la portada de un periódico o en los titulares de un noticiero, y lo que es aún peor, parecen empeñados en hacerle creer a la sociedad que el poder y el futuro tienen solo esa cara.
El gobierno de Mauricio Macri, dice el Nobel Pérez Esquivel, "no se ha caracterizado por la defensa de los derechos humanos". Y hoy ataca a Telesur, como mañana, seguramente, atacará Mercosur, Unasur, Celac, como se lo exigen sus patrocinadores (ellos leerán sponsors).

Telesur, de la utopía a la realidad

Telesur fue uno de los proyectos más importantes en la última década en América Latina y el Caribe: constituye la primera tentativa seria de liberación audiovisual y de descolonización mediática, quizá no solo en América latina. Surgió como un proyecto estratégico orientado a contrarrestar el mensaje hegemónico del Norte mediante la creación de un canal multiestatal latinoamericano.
La idea era cristalizar aquel sueño acariciado durante años por periodistas y trabajadores de la cultura de la región, de ofrecer la imagen y la voz de América Latina a todo el mundo, y, a la vez, ver el mundo desde una perspectiva propia.
Por primera vez se gestaba un espacio público multiestatal en televisión para difundir una realidad latinoamericana que era, en buena medida, invisibilizada, ocultada, ninguneada o minimizada por los grandes medios de comunicación de los países desarrollados e incluso por los medios comerciales de la región. Como señal alternativa (al mensaje hegemónico) nuevos actores se fueron sumando a la pantalla, y aquellos que durante muchos años no habían tenido voz ni imagen comenzaron a informar y ser informados.
Una de las ideas fundadoras es que Telesur pudiera tender puentes entre los pueblos del continente. Como decía un documento del canal: Vernos es conocernos, conocernos es respetarnos, respetarnos es aprender a querernos, y querernos es el primer paso para integrarnos. Si la integración es el propósito, Telesur es el medio.
Telesur no trataba de hacer una CNN latinoamericana o de izquierda sino de revolucionar la televisión, con rigor periodístico, veracidad, calidad y entretenimiento, información y formación de ciudadanía. Y, junto al proyecto de la televisora, transitaba otro que considero más importante: la Factoría Latinoamericana de Contenidos, que garantizara contenidos nuevos, -que partieran de la premisa de vernos con nuestros propios ojos- para Telesur y todas las televisoras que fueran surgiendo.
Telesur demostró que sí se podía hacer una televisora de alcance masivo, que mostrara nuestra idiosincracia, nuestras realidades, nuestras luchas, nuestros anhelos. Que nos mostrara tal cual somos, en toda la inmensidad de la diversidad étnica y cultural, en toda la pluralidad de la región. Lamentablemente el alcance de Telesur estuvo limitado por ser un canal satelital y haber optado por ser una señal eminentemente informativa.
Quien más debió adaptarse a estos mensajes alternativos (a los hegemónicos), fue CNN en español, que después de 10 años de ocultamiento e invisibilización de negros, indios y movimientos sociales, debió comenzar en 2005 a cambiar su agenda, porque dejaba de ser el transmisor del mensaje único (cubrió la ceremonia indígena de asunción presidencial de Evo Morales, no pudo ignorar los golpes de estado en Honduras ni Paraguay, etc, etc) .

Macri puede irse, claro

En el otro tema: el gobierno argentino puede (está en su derecho de) salirse de cualquier convenio, atendiendo a las cláusulas de éste. Quizá deba pagar deudas, antes de lograrlo. La que no podrá pagar jamás es la que dejaría (permítame el condicional ya que no hay decisión formal alguna) con la ciudadanía argentina, conculcándole otro derecho: a la información. Siempre habrá una forma de ver Telesur, sobre todo si Macri y compañía no lo quieren.
Hace once años, cuando pusimos en marcha Telesur, eran por demás escasas las posibilidades de que el pensamiento crítico, las ideas progresistas, las luchas de nuestras pueblos, nuestra memoria histórica, nuestra idiosincrasia, nuestra gente, tuviera espacios en los medios. Quizá gracias a estos medios y al colonialismo cultural, nuestros pueblos tenían su autoestima por el suelo.
La utopía permitió avanzar hacia una realidad consolidada. Y desde el comienzo, la derecha erró su percepción. Telesur no es un canal, no es una señal. Telesur es la lucha por la dignidad, la equidad y la justicia social, por la democracia participativa, por la conversión del habitante en sujeto político. Telesur somos todos, y así se lo está demostrando toda la región a estos gobernantes argentinos.

Aram Aharonian, Creador y fundador de Telesur. Primer director de la emisora (2005-2008).

Macri censura a Telesur

El titulo no es del todo exacto. Dudé si lo dejaba así a pesar de ser consciente de que no refleja con rigor lo sucedido. Pero enseguida se me vino a la cabeza aquel mayo del 2007 cuando se incendiaron los titulares contra Hugo Chávez porque en Venezuela se había decidido no renovar la concesión de transmisión del canal de televisión RCTV (Radio Caracas Televisión), fundada por el empresario William H. Phelps. Se le acabó su licencia, y no se le renovó. La decisión del gobierno venezolano fue no continuar permitiendo que este canal estuviera en señal abierta, pero sí se permitió que RCTV siguiera transmitiendo a través de las empresas cable operadoras privadas. Este detalle, como era de esperar, fue obviado en la mayoría de editoriales en relación a esta noticia. Toda la artillería pesada fue contra Chávez y su supuesta censura.
Este hecho interno fue objeto de atención de los medios dominantes a escala internacional. CNN atizaba sin matices: “Venezuela es un país totalitario”. El País de España se sumaba a la campaña: “Chávez cierra el canal privado RCTV en medio de violentas protestas”. En Argentina, precisamente en Argentina, Clarín y La Nación hablaban de “golpe a la libre expresión”. Como no podía ser menos, la propia presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, en esa misma línea, manifestaba su disconformidad porque tal medida atentaba contra la libertad de expresión. Sin embargo, nada de esto ocurrió cuando el Presidente colombiano Uribe, en octubre de 2004, cerrara la empresa estatal Instituto de Radio y Televisión (Inravisión) con 3 señales abiertas con contenidos a menudo incómodos para el gobierno. En ese momento, hizo el anuncio un lunes, y el jueves siguiente desalojó con policía a los trabajadores; luego, esa señal fue reemplazado por Radio Televisión de Colombia (RTVC), que contratara externamente. Entonces, casi nadie dijo nada.
Esta es solo un pequeño ejemplo que demuestra cómo el alegato a favor de la libertad de prensa solo es aplicable en algunos casos. La reapropiación de ciertas banderas es una lección bien aprendida por quienes procuran construir hegemonía. Solo ellos, los bienaventurados, tienen el monopolio para acreditar la libertad de prensa. Es por ello que esta vez, en el caso de Argentina, nadie en los grandes grupos mediáticos internacionales dice nada acerca de la decisión del ministro de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, de “irse de la cadena TeleSur”.
TeleSur es una cadena de televisión multiestatal (Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Uruguay y Ecuador) con sede central en Caracas que transmite en señal libre y sin costo, constituida como empresa pública, que lleva una década al aire en todo el mundo. El gobierno de Macri, en su modo restauración conservadora express, sigue cortando cabezas. Cortó la de decenas de miles de empleados públicos; ha endeudado externamente/eternamente a los argentinos a favor de los fondos buitre; ha incrementado estrepitosamente las tarifas de luz, gas y transporte. Y ahora, decide sacar a TeleSUR de la Televisión Digital Abierta (TDA), gratuita y pública, que llega al 80% de la población del país. Además, la medida implica que TeleSur también deje de ser incluido entre los canales de las operadoras de cable en las que hasta ahora debía estar de manera obligatoria a raíz de un fallo de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual de 2010 (también disuelta por el macrismo).
Las explicaciones del gobierno argentino han apelado paradójicamente al respeto por la “pluralidad”. La interpretación de lo plural es retorcida y torticera; es una pluralidad excluyente, que censura a TeleSur como otra mirada informativa. Ese es el verdadero respeto por la diversidad de información de Macri. Ni siquiera expiraba la licencia para retransmitir. Simplemente, el gobierno argentino cortó la señal, así sin mas. El neoconservadurismo del siglo XXI no admite otro relato que no sea el suyo. No quiere de ninguna manera que exista ningún canal público que pueda surinformar a todos los que nos sentimos del Sur.
El Norte hoy no exige libertad de prensa. Nosotros sí.

Alfredo Serrano Mancilla
CELAG

No olvidar a Leonard Peltier

Cuarenta años en la cárcel acaba de cumplir uno de los presos políticos que más tiempo lleva encerrado en el mundo

“Para quienes estamos encerrados aquí
nada es más importante que ser recordados”

Leonard Peltier, prisión de Leavenworth,
Septiembre 1998

Mientras Barack Obama diserta, sin sonrojarse, sobre las virtudes de la “democracia” estadounidense y sermonea sobre los derechos humanos, un inocente languidece, en su celda, totalmente aislado, esperando sólo la muerte o que el Presidente haga lo que puede hacer pero no hace.
Leonard Peltier, -Lakota, dirigente del American Indian Movement (AIM), escritor y poeta-, acaba de cumplir cuarenta años de prisión y es uno de los presos políticos por más tiempo encarcelados en todo el planeta. Cuando lo apresaron en febrero de 1976 era un joven luchador por los derechos de los pueblos originarios y ya había conocido desde temprano la represión y la cárcel. Hoy, casi ciego y muy enfermo sufre un cautiverio cruel y totalmente injustificado.
Condenado sin prueba alguna en un proceso viciado de manipulación e ilegalidades fue sentenciado a dos cadenas perpetuas consecutivas (SIC) que ha estado sirviendo en prisiones de máxima seguridad, sometido a condiciones particularmente duras, de una inhumanidad que no toma en cuenta siquiera su frágil estado de salud ni su edad avanzada.
En la década de los Setenta del pasado siglo el carácter represivo y racista del régimen norteamericano descargó su violencia contra los que se oponían a la guerra de Viet Nam y también contra los negros, los puertorriqueños y las poblaciones originarias que habían sido despojadas de sus tierras y encerradas en las llamadas “reservaciones”. En 1973 se produjo la masacre de Wounded Knee, el mismo lugar, por cierto, donde había ocurrido en 1890 el mayor enfrentamiento entre los indígenas y los invasores blancos. En ambos sucesos perdieron la vida cantidades innombrables de “indios”, incluyendo niños, mujeres y ancianos y nadie fue llevado a juicio por tales crímenes.
La atrocidad de Wounded Knee II y la creciente presencia de agentes del FBI y de grupos paramilitares crearon un ambiente de terror en la zona en la que recientes descubrimientos de yacimientos de uranio y otros minerales atraían la codicia anglosajona.
La solidaridad irradió a otros sectores. Marlon Brando ganador en 1973 del Oscar por su memorable actuación en El Padrino convirtió la ceremonia en una singular denuncia: en lugar suyo envió a una actriz apache, Sacheen Littlefeather y protestó por el trato dado al pueblo aborigen y por la masacre de Wounded Knee. “Me pareció absurdo ir a la ceremonia de entrega de los premios. Resultaba grotesco festejar a una industria que había difamado y desfigurado sistemáticamente a los indios norteamericanos a lo largo de seis décadas”, proclamó entonces Brando.
Los ancianos, asediados en Oglala, en la reservación de Pine Ridge, Dakota del Sur, pidieron protección al AIM que envió al lugar a varios activistas, entre ellos Peltier. En junio de 1975 se produjo allí un extraño incidente en el que perdieron la vida dos funcionarios del FBI y un número de nativos, civiles, desarmados, cuya cifra y sus nombres han quedado en la sombra.
En cualquier caso varios hechos eran evidentes. Los indios estaban acosados, en su refugio, del que no salieron para atacar a nadie. Quienes penetraron allí, antes del incidente, fueron decenas de agentes del FBI fuertemente armados como armados estaban los paramilitares a su servicio. Si algún indio hubiese disparado, algo que no pudo demostrarse, habría sido un acto desesperado de autodefensa.
Las autoridades formularon cargos solamente contra los nativos. Peltier buscó refugio del lado canadiense donde fue capturado el 6 de febrero de 1976. Entretanto sus compañeros fueron liberados por falta de pruebas.
La acusación contra él fue fabricada de pies a cabeza por el FBI. Revelaciones posteriores al juicio, obtenidas tras largos esfuerzos de sus defensores basados en la Ley de Libertad de Información prueban el carácter fraudulento de todo el proceso: testimonios falsos obtenidos mediante el chantaje y la amenaza, presentación como “prueba” de un arma que no estaba en el lugar, ni fue usada por Peltier ni tuvo relación alguna con el incidente. En una audiencia ante la Corte de Apelaciones en 1978, uno de los fiscales que actuó contra él tuvo que admitirlo: “Nosotros no sabemos realmente quién disparó a los agentes”. El tribunal, sin embargo, ratificó la condena.
El juicio contra Peltier fue una farsa de proporciones monumentales. Lo demostró convincentemente otro gran artista norteamericano, Robert Redford, en su documental “Incident at Oglala: the Leonard Peltier Story” producido en 1992 pero sometido a una severa censura que lo ha convertido en algo que muy pocos han podido ver. Las razones son obvias. Según el Washington Post del 22 de mayo de 1992: “Es muy difícil ver ‹‹Incident at Oglala›› sin concluir que Leonard Peltier es inocente…su juicio no fue otra cosa que una farsa cocinada por el Gobierno. Este documental directo e iluminador muestra hasta donde llegó la falta de escrúpulos de los fiscales y del FBI para castigar a este hombre”.
Por su liberación se pronunciaron Nelson Mandela, el Parlamento Europeo y numerosas personalidades en todo el mundo. El reclamo tiene más de cuatro décadas, hasta ahora sin resultado. Hace ya algún tiempo, lo advirtió Ramsey Clark ex Fiscal General de Estados Unidos: “Hasta que esto suceda, cada día es un nuevo crimen, cada amanecer es un nuevo crimen, cada atardecer es un nuevo crimen contra la dignidad del pueblo indio y contra el honor de los Estados Unidos de América. Porque mientras Leonard Peltier esté en prisión, todos lo estamos”.
Cuando Peltier fue arbitrariamente encarcelado, Obama era un adolescente y no fue responsable de esa injusticia. Pero hace ocho años que sí lo es pues como Presidente nada ha hecho para liberarlo. Él sabe que “Sí se puede” pero prefiere ser cómplice del crimen.

Ricardo Alarcón de Quesada

Marzo de 1961: un mes colmado de agresiones y provocaciones



A pesar de la ocurrencia de atentados y provocaciones, la Revolución continuó adelante

Abocado el país a una inminente agresión mi­litar por fuerzas que se entrenaban en el exterior, en marzo de 1961 los sabotajes y agresiones del gobierno de Estados Unidos contra Cuba se in­cre­mentaron y las provocaciones aé­reas se multiplicaron. Por lo general, cada día, dos o tres aviones a chorro, procedentes de la ilegal Ba­se Na­val en Guantánamo, sobrevolaban nuestro territorio a una altura de 500 pies y en un rumbo de este a oeste. Más de 160 violaciones fueron registradas, incluyéndose entre ellas los helicópteros que s­a­lían de esa base, descendían unos minutos hasta posarse en territorio cubano y luego volvían a su lugar de origen.
Eran las semanas cercanas a los días de la in­vasión mercenaria por Playa Larga y Playa Gi­rón. Las intenciones enemigas iban dirigidas a debilitar nacional e internacionalmente a la Re­vo­lu­ción Cubana y crear las condiciones para materializar los objetivos que se habían propuesto.

LAS PRIMERAS AGRESIONES DEL MES

El primero de marzo, la prensa dio a conocer la noticia de que manos enemigas, al servicio del imperialismo yanqui, habían hecho estallar un petardo en los baños del plantel Nobel Academy —sito en 10 de Octubre No. 202, esquina a San Mariano—, con el trágico saldo de nueve heridos, entre los cuales estaba una niña que perdió la visión.
También ese día fue el sepelio del miliciano Máximo Gómez González, vilmente asesinado en Marianao por varios elementos contrarrevolucionarios.
El 2 de marzo, el presidente ecuatoriano José María Velazco Ibarra, reveló que el gobierno de Estados Unidos había condicionado la concesión de unos préstamos que Ecuador necesitaba para resolver apremiantes problemas, a que su país rompiera las relaciones diplomáticas con Cuba.
Los cubanos conocimos esa noticia mientras aviones piratas procedentes del norte, lanzaban propaganda contrarrevolucionaria en varios lu­ga­res del país. Acción que repetirían varias veces durante el mes.
Al siguiente día, elementos contrarrevolucionarios, hicieron estallar una bomba frente al edificio “SUMESA”, en el reparto Altahabana, causando la muerte al joven estudiante de Co­mer­cio José María Méndez Marrero.
Como consecuencia de un nuevo acto terrorista, el 8 de marzo, se dio sepultura al miliciano Carlos Rodríguez Borbolla, asesinado cuando custodiaba el almacén de papel de bobina sito en Franco, entre Lindero y Santa Marta. Dos días después, el 10 de marzo, también fue sepultado el miliciano Raúl Silvio Vega, quien murió a consecuencia de las heridas que había recibido, va­rios días antes, por criminales al servicio de la con­trarrevolución.
El 11 de marzo la sesión inaugural del Comité de Libertad de Prensa de la Sociedad Intera­me­ricana de Prensa (SIP) tuvo como tema central atacar a la Revolución Cubana y a la agencia Prensa Latina. Manejada por los dueños de los grandes rotativos del hemisferio, la SIP no halló otra fórmula para secundar las presiones nor­teamericanas que embestir contra Prensa Latina para restarle valor como agencia de noticias.
En la madrugada del 13 de marzo, en típico acto de piratería, un barco procedente de la base norteamericana, atacó con un cañón y ametralladoras de grueso calibre las instalaciones de la re­finería de petróleo de Punta Gorda, en San­tiago de Cuba. En el ataque murió el marinero cubano René Rodríguez Hernández.

LAS VACUNAS ESTABAN VENCIDAS

Ese día, 13 de marzo de 1961, en la escalinata de la Universidad de La Habana, el Coman­dante en Jefe Fidel Castro Ruz ofreció detalles acerca de las cínicas declaraciones de Kennedy respecto a un lote de 165 vacunas antipoliomielíticas suministradas a un funcionario cubano por representantes de la Cruz Roja norteamericana en la Base Naval de Guantánamo.
El hecho ocurrió cuando, al producirse un bro­te de poliomielitis en la ciudad, un fun­cio­nario de la Cruz Roja guantanamera, en vez de solicitar vacunas a la Cruz Roja Nacional —y sin consultarlo previamente— solicitó algunas va­cunas a la Cruz Roja de la Base Naval. En el momento de la entrega acudió allí una plaga de reporteros y de fotógrafos, y con mucha ceremonia y solemnidad levantaron acta e hicieron una gran algarabía en torno a la va­cuna.
Apenas habían pasado 48 horas cuando, en una conferencia de prensa, John F. Kennedy —haciendo un uso indigno y politiquero de aquel hecho—, con voz almibarada declaró que él tenía “una gran simpatía por el pueblo de Cu­ba, como lo demostraban esas vacunas que ha­bía mandado allí. […] lo más ridículo de todo eso —según contara Fidel a los estudiantes reunidos frente al Alma Mater— fue que entretenidos en politiquear con aquellas vacunas, no se dieron cuenta, o no quisieron darse cuenta de que ha­bían mandado unas vacunas que estaban vencidas desde hace tres meses”.[1]

CONTINÚAN LAS AGRESIONES

Las bandas de alzados —que habían proliferado en las zonas el Escambray en espera de la invasión, organizadas por el imperialismo y llevando luto a las familias campesinas con múltiples crímenes—, fueron desarticuladas por la acción revolucionaria de las Milicias y el Ejército Rebelde. El 14 de marzo, el Ministerio de las Fuerzas Revolucionarias publicó un comunicado por el cual dio a conocer que, “de los quinientos hombres aproximadamente que a principio de enero integraban los grupos contrarrevolucionarios divididos en diez bandas, han sido puestos fuera de combate 420, de la siguiente forma: 39 muertos y 381 prisioneros”.[2]
También el 14 de marzo, elementos contrarrevolucionarios de forma sincronizada incendiaron los Ten Cents de las calles Monte y Suárez y Obispo y Habana, ocasionando varios heridos y grandes pérdidas.
El 15, en Trinidad, el miliciano Miguel Rodrí­guez Rodríguez fue atacado y herido por elementos contrarrevolucionarios.
En su edición del 17 de marzo, el New York He­rald Tribune anunció que, en las próximas semanas, se producirían invasiones a Cuba por diferentes puntos de la Isla de manera simultánea. Y, el 18, se dio a conocer otro brutal asesinato en el Escambray, esta vez la víctima fue el cam­pesino Manuel Rodríguez Pozo.
El 21 de marzo, con la explosión de una po­tente bomba en un auto que estaba estacionado en calle 15 entre 2 y 4, en el Vedado, murieron dos personas, ignorándose si las víctimas estaban dentro o fuera del vehículo, ya que sus cuerpos fueron lanzados a ambos extremos de la acera. Frente al lugar de la explosión radicaba la Unión Sindical de los Viajantes de Medicina, donde se ha­bía efectuado un acto de la Federación de Mu­je­res Cu­ba­nas. En el momento de la explosión se hallaban todavía en el lugar numerosas asistentes al acto. Ese día también explotó un pe­tardo en San Ni­colás entre San Lázaro y Ma­le­cón y otro en el Cerro, en calle Cocos entre Au­ditor y San Pablo.
En el hotel Biltmore de Nueva York, el 23 de marzo, quedó constituido el “Gobierno Pro­vi­sional Contrarrevolucionario”, presidido por José Miró Cardona, quien expresó que aspiraba a derogar todas las leyes revolucionarias a fin de devolver a los monopolios extranjeros, a los latifundistas y a los grandes propietarios de fincas cubanas, las propiedades confiscadas por el Go­bierno Revolucionario. Era el Gobierno Pro­vi­sio­nal que Estados Unidos había concebido pa­ra tan pronto la brigada invasora de mercenarios ocupase una cabeza de playa, solicitara su apo­yo para ocupar el resto del territorio na­cional.
También ese 23 de marzo un crucero nor­tea­me­ricano atacó, con fuego de artillería an­tiaérea, a un avión cubano que volaba a la al­tura de Imías, en la zona de Guantánamo.
El 29 de marzo se conoció que —en la calle 32 No. 210, en El Vedado—, había sido ocupada una fábrica de bombas y gran cantidad de ar­mas. Asimismo, en el inmueble sito en San Ra­fael No. 966 entre Espada y Hospital, fueron de­te­nidos varios jefes de grupos terroristas, mientras desarrollaban una reunión para acordar la unificación de las pandillas terroristas.

ARRECIAN LAS AGRESIONES EL ÚLTIMO DÍA DE MARZO

Ninguna de las violaciones y agresiones pueden ser consideradas como hechos aislados. Todas tenían como denominador común destruir la Revolución Cubana, bien provocando el miedo o buscando un pretexto que justificara la agresión ante la opinión pública internacional.
Una de las acciones de más impacto ocurridas el 31 de marzo, fue la criminal provocación perpetrada por elementos contrarrevolucionarios en el parque de Güines, donde las instituciones católicas y los creyentes participaban en la tradicional representación de la Pasión y Muerte de Jesucristo. En plena actividad religiosa, un grupo de contrarrevolucionarios llegó dando gritos y atacando a varios espectadores; otro hizo numerosos disparos desde un automóvil y, para hacer más dramática la situación, lanzaron fósforo vivo cerca del escenario. La rápida ac­ción del pueblo evitó que se produjera un incendio, pero no pudo evitar que se produjeran heridos, algunos de ellos muy graves.
También, ese último día de marzo, a las 13:30 horas, un guardacostas de la Marina de Guerra Revolucionaria interceptó una goleta de Estados Unidos en aguas jurisdiccionales de Cuba y le pidió que le siguiera hasta el puerto de Baracoa con el propósito de aclarar su situación. Poco después llegaron al lugar dos aviones a chorro, los cuales descendieron continuamente sobre el guardacostas. Luego, dos aviones de guerra cu­yas maniobras tan cercanas causaron intoxicación de algunos marineros miembros de la tripulación. Media hora más tarde, llegaron otros dos aviones tipo Catalina y, después aparecieron dos destructores norteamericanos que prosiguieron en su intento por amedrentar a la embarcación cubana. La situación alcanzó tal nivel de tensión que —según escribiera el ministro de Relaciones Exteriores Interino, doctor Carlos Olivares en una nota de protesta entregada al embajador de Suiza en Cuba—, “las autoridades cubanas que estaban conociendo del hecho, percatadas del ine­quívoco propósito provocador de las unidades de guerra norteamericanas, ordenaron al guardacostas cubano que permitiera a la goleta en cuestión proseguir libremente su rumbo”[3] frustrando de este modo un grave incidente de consecuencias imprevisibles.
Gracias que en Palm Beach, Florida, dos altos jefes policiales desbarataron una nueva conjura al desmentir la información de la agencia de noticias norteamericana UPI, en el sentido de que cuatro cubanos tramaban el secuestro de la hija del presidente John F. Kennedy.
A todos estos acontecimientos del 31 de mar­zo se suma que, coincidentemente, ese día vencía el plazo de la Ley Azucarera contra Cu­ba, aprobada por el Gobierno norteamericano, la cual concedía poderes extraordinarios al presidente de Estados Unidos para redistribuir las cuotas de azúcar en el mercado estadounidense. John F. Kennedy decidió aprobar una prórroga de la Ley por otros 15 meses y eliminar definitivamente a Cuba como proveedor de azúcar a ese país.

A PESAR DE TANTAS AGRESIONES, LA REVOLUCIÓN NO SE DETUVO

Esos atentados y provocaciones que ocu­rrían continuamente, no impidieron que avanzara la Revolución. Mientras hombres y mujeres se preparaban para enfrentar militarmente la in­minente amenaza de invasión, la primera za­fra del pueblo se desarrollaba con la participación de decenas de miles de macheteros vo­luntarios.
Y la Campaña de Alfabetización, a cuya or­ganización e implementación se dedicaban los mayores esfuerzos, fue priorizada de modo tal que, cuando Armando Hart, entonces ministro de Educación, tuvo que viajar al frente de una de­legación cultural por varios países de Europa, Fidel Castro asumió el cargo de ministro de Edu­cación para dirigir personalmente la batalla contra el analfabetismo.
Producción, defensa y alfabetización no se de­tuvieron a pesar de que en la segunda quincena de abril el pueblo cubano tendría que en­frentar y derrotar a un ejército de mercenarios invasores.

Eugenio Suárez Pérez | internet@granma.cu
Acela Caner Román | internet@granma.cu

[1] Revolución. 14 de marzo 1961. p. 3.
[2] Revolución. 14 de marzo 1961. p. 1.
[3] Revolución, 5 de abril de 1961, p. 8.

miércoles, marzo 30, 2016

La estrategia del impeachment pierde peso y se fortalecen otras salidas a la crisis en Brasil.



Se dividen los defensores del juicio político a Dilma y se fortalecen las "tendencias polares" de sumar a Lula al gobierno o del "Mani Pulite" brasilero. Comienza a tener adeptos la tesis de elecciones generales.

La "lista del fin del mundo" que surge de la delación premiada de la constructora Odebrecht, e involucra a cerca de 300 políticos en los esquemas de corrupción de Petrobras, abre espacio para que el poder judicial pueda, si así lo quisiera, ir hacia una operación "Mani Pulite" a la brasilera. Esto implicaría que el poder judicial haga lo que aun no hizo: ir hacia una "limpieza" también en el PSDB, PMDB y varios otros partidos que aparecen nombrados. Nunca está demás recordar que esta Operación, ocurrida en Italia en 1992 (“Mani Pulite”) terminó en un cambio en el sistema de partidos pero en leyes más indulgentes con respecto a la corrupción.
Este es un extremo al que puede tender la situación de estallar esa bomba política. El otro extremo es la tendencia a la moderación, es decir, aceptar a Lula como ministro o asesor y que la oposición y sectores burgueses vuelvan a una táctica de “desangre” del PT y de presión por más ajustes, orientación que Lula ya anunció haría, incluso con cambios en la economía. Entre estos dos extremos se ubica la tesis del "impeachment/renuncia".
Las dudas que genera la implementación de un impeachment, la presión por la renuncia de Dilma y qué gobierno asumiría o incluso la salida de Marina Silva sobre "elecciones generales" muestran una división entre los partidarios del “impeachment/renuncia” sobre cómo proceder.
La tesis del “impeachment/renuncia” parece haber perdido relativamente la fuerza que mostraba. El ímpetu de los días posteriores a las movilizaciones de la derecha el 13 de marzo, de la que los medios ofrecían una visión sobredimensionada, no se instaló con fuerza inquebrantable. Sigue siendo una de las tendencias más probables, pero seguramente no con la "casi certeza" que muchos le atribuyeron.

División sobre cómo tirar al gobierno de Dilma y el PT

La Orden de Abogados de Brasil anunció que redactará un segundo pedido de impeachment a la Cámara. Este nuevo pedido combinaría la acusación por irresponsabilidad administrativa de Dilma (conocida como "bicicleta fiscal"), con las exenciones fiscales a la FIFA (¿se meterán finalmente con la Confederación Brasilera de Fútbol?) y la obstrucción de la justicia por parte del gobierno al designar a Lula como ministro. La necesidad de un segundo pedido radica en que el actual genera dudas. Muchas. Primero, hay un extenso debate político y jurídico de si la “bicicleta fiscal” constituiría un crimen de responsabilidad, además de la caja de pandora que podría abrir para gobernadores y alcaldes igualmente imputables por el mismo hecho.
Incluso la importante revista de las finanzas inglesas, The Economist, ha vacilado sobre qué posición tomar frente la crisis política brasilera. Hace algunos días puso como tapa de su edición semanal la imagen de la presidenta Dilma y, en letra catástrofe, que había llegado la "hora de irse" defendiendo la renuncia y la destitución por otros motivos (como las delaciones del parlamentario petista Delcidio do Amaral y la obstrucción de la justicia), comenzando a plantear la línea de "elecciones generales".
Luego del discurso de Obama junto a Macri, en el que decía confiar en las instituciones brasileras y en que Brasil sabría llegar a una solución a su crisis, The Economist misteriosamente quitó de la portada su sitio web su antiguo artículo sobre Brasil y subió un artículo exclusivamente analítico planteando las dificultades del gobierno brasilero pero sin defender ninguna línea política. Este cambio muestra parte de las divisiones del imperialismo y la burguesía local sobre qué hacer con el gobierno de Dilma.
Otra división entre los que plantean "que se vaya Dilma" se expresó en las críticas públicas del excandidato presidencial opositor Aécio Neves (PSDB) al exgobernador de San Pablo de ese mismo partido, José Serra, por haber declarado que el PSDB podría integrar un gobierno de "reconstrucción nacional" junto al vicepresidente Michel Temer (PMDB). El partido REDE (de Marina Silva) ya declaró que no se sumaría.
Las dificultades de un gobierno de Temer que no fuese de "unidad nacional" para aplicar los ajustes, así como el hecho de que exponentes de la oposición burguesa como Aécio Neves y el actual gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin hayan sido rechazados en las movilizaciones del 13 de marzo, ilustran que para las élites, una de las dificultades del "que se vaya Dilma" está menos en unir fuerzas por esa alternativa y más en qué figura poner después; esto es lo que paraliza la acción actual. A esto se suma la demostración de fuerzas que el PT logró hacer el 18 de marzo, con fuerzas propias y contando con un sector más amplio que hizo propio un sentimiento de defensa de la democracia contra la derecha y los elementos de golpe judicial en curso.
Estas dudas entre los que mostraban mayor unidad de acción días atrás, ponen en primer plano la combinación de las tres grandes posibilidades de respuesta capitalista a la crisis. Cuanto mayor es el impasse entre la asunción de Lula y el "que se vaya Dilma", más puede el Partido judicial ofrecerse como "árbitro", apoyándose en su relación "carnal" con el imperialismo y el amplio apoyo de las clases medias acomodadas, que levantaran "in Moro we trust" y "Moroblock". Muy minoritariamente comienzan las movidas por “elecciones generales” que ofrecerían un punto medio entre el "Mani Pulite" y el mero "impeachment".
Las nubes siguen oscuras en Brasilia, se sabe que vendrá la lluvia pero dónde caerá primero es la apuesta del millón en la realidad nacional. De parte de la clase trabajadora, cabe el combate a la reaccionaria salida del impeachment, al golpe judicial, así como organizar su lucha contra los ajustes del gobierno del PT. La actuación de las centrales sindicales como la CUT y la CTB de blindar a "su" gobierno de una seria lucha de clases contra los ajustes, más allá de volantes y discursos, es lo que en última instancia deja a la derecha y al poder judicial con las manos libres para ir por mayores ambiciones. Las trampas de la situación son muchas, se exige claridad en la comprensión del momento y una decisión para construir un urgente movimiento contra los ajustes del PT y la impunidad de toda esta "democracia del soborno".

Leandro Lanfredi
Trabajador petrolero | Rio de Janeiro

Virginia Woolf, referente feminista y de la visibilidad lésbica



Se cumplen 75 años desde que la escritora británica Virginia Woolf se hundiera en las aguas del Ouse. Su obra, llena de denuncia a la guerra y a la opresión de la mujer, desafió la moral victoriana e influyó en varias generaciones de autoras.

"Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir"
Así sentenciaba Virginia Woolf en Una habitación propia (1929). Este ensayo, ampliamente divulgado en el contexto del auge del movimiento feminista en los 70, exponía las dificultades que encontraba una mujer para escribir en un ámbito literario dominado por hombres.
En este y otros ensayos, Woolf crítica las normas sociales al plantearlas como algo ridículo, haciendo lo contrario que la moral de la época, que trataba de cargar de vergüenza los sentimientos y palabras de las mujeres. De esa cuna que nace Virginia Woolf, como escritora y editora.
Hija de un académico y una modelo ingleses, nació en 1882 en Londres, criándose con los hijos de las anteriores parejas de su madre y padre en un ambiente en el que los convencionalismos sociales ejercían un gran peso.
A esta infancia y adolescencia impregnadas de represión en el núcleo familiar, se uniría la muerte de su madre, hermana y padre antes de los 23 años, así como el abuso sexual por parte de dos de sus hermanastros, tal como relata en su autobiografía.
La vida de Woolf estaría marcada por sucesivos padecimientos mentales, alentados por la una moral victoriana que confinaba a las mujeres a la culpa y el silencio sobre sus insatisfacciones, dolores o frustraciones.
Durante el reinado de la Reina Victoria, Gran Bretaña llega a su apogeo como potencia colonial, los capitalistas ingleses amasan fortunas y concentran esfuerzos en configurar una sociedad de clases inalterable y una elitista y conservadora moral que la justifique, caracterizada por una fuerte represión sexual y social, así como una tendencia a identificar y castigar los problemas sociales como individuales.
La desigualdad de la sociedad victoriana será reflejada en las obras de novelistas británicos como Dickens y las críticas a la moral dominante dejarán una gran huella en la literatura de la época, a nivel temático, estético y político, tales como el uso de simbolismos para evitar la censura o la puesta en relieve de los pensamientos que los personajes no se atreven a decir.
Esa es una de las características literarias que canalizó a través de sus obras, el ansia de libertad que Woolf sentía. Así, cultivó un estilo muy personal y experimental, denominado “flujo de conciencia”, el cual intercalaba las palabras y acciones del narrador omnipresente (normalmente una mujer en las obras de Woolf) con sus pensamientos, difuminando las barreras entre ambos.
Este estilo es una oposición directa al modelo de mujer que promovía la moral victoriana, un ángel del hogar que destila obediencia y siente en silencio, que Woolf narraba cargando de lirismos y figuras retóricas a modo de monólogo que contrapone lo que sucede en los diálogos y silencios de los personajes.
Esta forma de escribir intercala el mundo interior y exterior da nombre a su novela Las olas (1931) que de forma poética imita en su ritmo para ir de lo que se dice a lo que se permite decir y volver, denunciando así la represión y la farsa que encierran las convenciones sociales de la época y que sembraban de frustraciones a la propia autora.
Mientras esa opresión moral se cernía sobre millones de mujeres, la psicología moderna aumentaba su popularidad sin precedentes, y Woolf sufría de trastornos que se generalizaban en la época, los cuales se agravarían con el bombardeo de su casa en Londres durante la II Guerra Mundial, suicidándose poco después en 1941.
Tanto Virginia Woolf, como su marido, el editor Leonard Woolf, se posicionaron en contra de ambas guerras mundiales y del fascismo, como en su obras Tres Guineas (1938), tratando además temas como los devastadores efectos psicológicos de la guerra en obras como Al faro (1927) o la excelente La señora Dalloway (1925), toda una postal de la desigualdad social en la traumatizada sociedad de postguerra.
Otro de los temas también tratados en la obra de Woolf es la opresión de la mujer, en el entorno familiar y social, por lo que es esencialmente considerada una precursora del feminismo en la literatura, a través de sus novelas, cuentos y ensayos.
La pluma de Woolf trataba este tema en un espectro que iba desde la ironía y el humor sutil hasta la exaltación sentimental de las emociones prohibidas o la denuncia directa. En sus obras critica por una parte la falta de independencia económica de las mujeres respecto a sus compañeros varones en todas las clases sociales, cargando contra las leyes que la respaldaban, pero también contra las nefastas consecuencias para las mujeres de la moral patriarcal, las cuales sufrió en primera persona.

Amor entre mujeres y leyes contra la homosexualidad

Virginia Woolf se enamoró de la escritora Vita Sackville-West en 1922 y ambas mantuvieron una relación secreta que duraría años y de la que uno de sus frutos sería su novela Orlando (1928), una auténtica joya, y precursora de la literatura de género, en la que Vita inspira al personaje de Orlando, una heroína transexual que amará a hombres y mujeres en distintos puntos de la obra.
Woolf así mismo, se travistió, junto con otros miembros del Círculo de Bloomsbury, un club de intelectuales críticos con el orden social y cultural, para hacerse pasar por la corte del rey de Abisinia, y dejar en ridículo con esta performance a la Armada Británica que les organizó una pomposa ceremonia como si fueran a administrar sus intereses coloniales.
La sociedad victoriana era profundamente LGBTI fóbica, contando con penas de cárcel para “los delitos contra las personas”, como se conocían, que pervivieron hasta los años 1970 en Gran Bretaña y en las antiguas colonias en las que fue implantada.
La crudeza de esta situación aparece en otros escritos, como sus cartas, en las que escribe a Vita Sackville-West pasajes como éste:
“Vita, deja a tu marido e iremos a Hampton Court a cenar juntas al lado del río y a pasear en el jardín a la luz de la luna. Llegaremos a casa tarde, nos beberemos una botella de vino y te diré todas las cosas que tengo en mi cabeza, millones, miríadas. No se agitarán durante el día, sólo en la oscuridad, junto al río. Piénsalo. Deja a tu marido, te digo, y ven”.
Así, mientras Virginia Woolf exponía su audacia en sus obras al tratar y defender temas como la homosexualidad, el deseo sexual femenino o la transexualidad, otras personalidades desafiaron la LGBTIfobia victoriana en lo cultural y político.
El escritor Oscar Wilde trató el tema de forma recurrente en sus obras, tanto en el terreno de la ficción, como en la reivindicación del amor libre, como desarrolla en “El alma del hombre bajo el socialismo”, siendo encarcelado en 1895 al ser acusado de haber mantenido relaciones con otro hombre.
También el poeta y activista homosexual y socialista Edward Carpenter, desarrolló la reivindicación de las relaciones libres y de lo que denominaba el tercer sexo, siendo un precursor del movimiento LGBTI y uno de los fundadores del Partido Laborista Independiente.
La vida y obra de Virginia Woolf y de estos autores son una crónica de una de las épocas más reaccionarias de la historia de la sociedad capitalista, en la que predominó una asfixiante opresión patriarcal, frente a la cual, se alzaron numerosas voces, que dejaron un legado poderosamente rebelde para las generaciones posteriores.

Jorge Remacha
Sindicato de Estudiantes de Izquierdas, Zaragoza

La Biblioteca Nacional hoy



Ha dejado de ser lo que había sido hasta fines de noviembre del año pasado. Sin ideas, lo único que se le ocurre a la nueva dirección es eliminar lo que le daba carácter y fuerza y echar gente.

Silvio Astier, el personaje de El juguete rabioso, de Roberto Arlt, es un lector que no cuenta, al comienzo, con los libros que le importan: lo tendrá más adelante, cuando sea ayudante del viejo librero italiano que lo explota; codicia esos libros lejanos de modo que cuando, con otros cómplices, entra a una biblioteca pública, de noche, y roba algunos volúmenes, satisface una necesidad latente e imperiosa, se siente justificado por un acto que al mismo tiempo considera reprobable.
El episodio es significativo y ha dado lugar a algunas interpretaciones, menos de orden ético –robar lo que sea es un acto asocial y condenable, un delito- que político, la posibilidad de entender ese tipo de robo como expropiación. Correlativamente, y en esa dirección, la biblioteca aparece como un símil de la acumulación capitalista, sólo que lo es del sentido, que no es un valor de cambio; aunque los libros cuesten y valgan su verdadero valor no pasa por ahí, ya se sabe: la acumulación en la biblioteca es del sentido, no de la mercancía ni del dinero, no es un banco que para alguien como Brecht era expropiable.
Desde luego, hay varias maneras de robar una biblioteca; la más elemental es llevarse a casa algunos libros en un caso para tenerlos y leerlos porque se los ama, en otro para venderlos; una más sofisticada, pero no por eso menos agresiva y brutal es la que estamos presenciando en este comienzo de era que algunos designan como macrismo y que vaya uno a saber cuánto va a durar y qué ruinas dejará cuando concluya. Lo que está robando es nada menos que el alma de la biblioteca, esa relación que se había creado entre el ámbito y quienes podían acceder a él.
Con el argumento que formuló, cuando se le ocurrió que debía decir algo, un director a quien le están haciendo el favor de evitarle decisiones antagónicas con lo que él pretende ser, acerca de la “rentabilidad”, no sólo se niega una obra sino que se “destituye” casi todo o todo lo que la biblioteca había abierto y se despide, se echa, se saca de sus empleos a quienes habían sido sus ejecutores. Se acaban las publicaciones, se acaba la tradicional revista, se eliminan los talleres, no sé cuántas cosas más desaparecen “porque no son rentables” y, sobre todo, se regresa a un momento cavernario, la biblioteca como convocatoria de sombras y no de personas, la biblioteca como depósito de dudosas glorias y no de recuperaciones y debates.
No puedo decir sólo que es una lástima que eso suceda o bien, más fuertemente, que es una grosera iniquidad que tiene como telón de fondo cientos de trabajadores a quienes les roban todo, lo que hicieron, lo que podrían seguir haciendo y, no poca cosa, el salario. Y no lo puedo decir porque hay una congruencia entre lo que acaban de hacer ahí con lo que están destruyendo en otras partes; esa política en marcha, con entreguismo y todo, había sido anunciada pero evidentemente una considerable porción de eso que no se equivoca nunca lo desoyó, no lo midió y ahora, como el resto del país, sufre las consecuencias.
La Biblioteca ha dejado de ser lo que había sido hasta fines de noviembre del año pasado; sin ideas lo único que se le ocurre a la nueva dirección que balbucea algunas consignas reaccionarias es eliminar lo que le daba carácter y fuerza y echar gente. Su mayor, y triste éxito, sería que algunos solitarios lectores se refugiaran en el silencio de las salas para huir del ruido de las calles, del tedio de sus casas, del miedo a la vejez y, sobre todo, del desafío de saber y de pensar.

Noé Jitrik

martes, marzo 29, 2016

Romper el silencio: ha empezado una guerra mundial



Vientos de guerra en el mundo

He estado filmando en las islas Marshall, que están en medio del océano Pacífico, al norte de Australia. Cada vez que le digo a alguien dónde he estado me preguntan “¿Dónde es eso?”. Si doy una clave diciendo “Bikini”, dicen “Ah, el traje de baño”.
Pocas personas parecen estar enteradas de que el bañador llamado bikini tiene ese nombre para celebrar las explosiones nucleares que destruyeron el atolón de Bikini. Entre 1946 y 1958, Estados Unidos hizo estallar 66 artefactos nucleares –el equivalente a 1,6 bombas de Hiroshima cada día durante 12 años– en las islas Marshall.
Hoy día Bikini está en silencio, transformado y contaminado. Las palmeras crecen formando una extraña cuadrícula. Nada que se mueva, No hay pájaros. Las lápidas del viejo cementerio son focos vivos de radiación. El contador Geiger aplicado a mis zapatos marcaba “peligro”.
De pie en la playa veía caer el agua verde esmeralda del Pacífico por la pendiente de un enorme agujero negro. Se trata del cráter dejado por la bomba de hidrógeno a la que llamaron “Bravo”. La explosión envenenó a las personas y el medio ambiente en cientos de kilómetros, posiblemente para siempre.
En el viaje de regreso, hice escala en el aeropuerto de Honolulu; en el puesto de la prensa, vi la revista estadounidense Women’s Health (La salud de la mujer). En la portada, una sonriente mujer en bikini y el titular: “Tú también puedes tener un cuerpo bikini”. Unos días antes, en las Marshall, yo había entrevistado a mujeres que tenían muy diferente “cuerpo bikini”. Todas ellas habían sufrido cáncer de tiroides y otros cánceres posiblemente mortales.
Al contrario de la mujer que sonreía en la revista, todas ellas eran pobres: las víctimas y cobayas de una superpotencia rapaz que en estos momentos es más peligrosa que nunca.
Relato esta experiencia a modo de advertencia y para poner fin a una distracción que tantos de nosotros hemos consumido. El creador de la propaganda moderna, Edward Bernays, describía este fenómeno como “la manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones” de las sociedades democráticas. Él llamaba a esto “gobierno invisible”.
¿Cuántas personas tienen conciencia de que ha empezado una guerra mundial? Hoy en día, se trata de una guerra de propaganda, de mentiras y distracción, pero esto puede cambiar en cualquier momento, con la primera orden equivocada o el primer misil.
En 2009, el presidente Obama se presentó ante una multitud en actitud de adoración en el centro de Praga, en el corazón de Europa. Se comprometió a construir “un mundo libre de armas nucleares”. La gente lo ovacionó y algunos lloraban. Los medios derramaron un torrente de lugares comunes. Después de esto, a Obama se le concedió el Premio Nobel de la Paz.
Todo era una patraña. Obama estaba mintiendo.
Su administración ha construido más armas nucleares, más ojivas nucleares, más sistemas de lanzamiento de armas nucleares, más fábricas de armas nucleares. Solo el gasto en cabezas nucleares aumentó más durante el gobierno de Obama que con cualquier otro presidente de Estados Unidos. En 30 años se ha gastado más de un billón de dólares –un millón de millones, es decir, un 1 seguido de 12 ceros–.
Hay planes para la construcción de una bomba nuclear en miniatura; se la conoce como la B61 modelo 12. Nunca ha habido nada parecido. El general James Cartwright, ex vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, dijo: “La miniaturización nuclear [hace que el uso de esta] arma sea más posible”.
En los últimos 18 meses, la mayor concentración de tropas desde la Segunda Guerra Mundial –comandada por Estados Unidos– se está desplegando a lo largo de la frontera occidental rusa. Desde la invasión de la Unión Soviética por los ejércitos de Hitler, ninguna fuerza militar extranjera ha montado semejante amenaza demostrable contra Rusia.
Ucrania –una vez integrante de la Unión Soviética– se ha convertido en un parque temático de la CIA. Después de haber orquestado un golpe de Estado en Kiev, Washington controla de hecho a un régimen que está al lado de Rusia y es hostil a ella. Un régimen literalmente plagado de nazis. Las figuras parlamentarias prominentes de Ucrania son descendientes políticos de los conocidos grupos fascistas OUN [Organización de Nacionalistas Ucranianos] y UPA [Ejército Insurgente Ucraniano]. Elogian públicamente a Hitler y llaman a la persecución y expulsión de la minoría rusohablante.
Esta noticia casi no existe en Occidente, o es tergiversada para quitarle la carga de verdad.
En Letonia y Estonia –países vecinos de Rusia– el poder militar de Estados Unidos está desplegando fuerzas de combate, tanques y armamento pesado. Esta provocación extrema de la que es objeto la segunda potencia nuclear del globo es recibida en Occidente sin que se haga oír una sola voz.
Lo que constituye una perspectiva de guerra nuclear todavía más peligrosa es una campaña paralela contra China.
Casi no pasa un día en el que no se coloque a China en el estatus de “amenaza”. Según el almirante Harry Harris, comandante estadounidense de la zona Pacífico, China está “levantando un gran muro de arena en el mar de China Meridional”. Se refiere a la construcción de pistas de aterrizaje en las islas Spratly, que son objeto de disputa con Filipinas, una disputa que pasó desapercibida hasta que Washington presionó y sobornó al gobierno de Manila, y el Pentágono lanzó una campaña propagandista llamada “libertad de navegación”.
¿Qué significa esto en realidad? Significa que los barcos de guerra estadounidenses tengan libertad para patrullar y dominar el litoral marítimo chino. Trate usted de imaginar cuál sería la reacción de Estados Unidos si buques de guerra chinos hiciesen lo mismo frente a las costas de California.
Yo rodé una película llamada The War You Don’t See (La guerra que usted no ve) en la que entrevisté a distinguidos periodistas de EEUU y Gran Bretaña: reporteros como Dan Rather, de CBS; Rageh Omar, de la BBC; o David Rose, de The Observer. Todos ellos dijeron que si los periodistas y presentadores de radio y TV hubiesen hecho su trabajo y cuestionado la propaganda que sostenía que Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva; si los periodistas no hubiesen amplificado las mentiras de George W. Bush y Tony Blair y no se hubieran hecho eco de ellas, la invasión de Iraq en 2003 posiblemente no habría ocurrido, y cientos de miles de hombres, mujeres y niños hoy estarían vivos.
En principio, la propaganda que está preparando el terreno para una guerra contra Rusia y/o China no es muy diferente. Que yo sepa, ningún periodista de los medios de “la corriente dominante” occidental –un equivalente a Dan Rather, digamos– pregunta por qué China está construyendo aeródromos en el mar de China Meridional.
La respuesta saltaría a la vista. Estados Unidos está rodeando a China con una red de bases militares, misiles balísticos, unidades de combate, aviones de bombardeo que transportan bombas nucleares. Este mortífero arco, que comprende Australia, las islas del Pacífico, las Marianas y Guam, Filipinas, Thailandia, Okinawa, Corea del Sur y, ya en Eurasia, también Afganistán e India. Estados Unidos ha puesto un dogal en el cuello de China. Pero esto no es noticia. Silencio mediático; guerra mediática.
Con mucho secretismo, en 2015, Estados Unidos y Australia realizaron los mayores ejercicios aeronavales de los últimos años, fueron conocidos como ‘Sable talismán’. Su finalidad era mejorar los planes de guerra aeronaval y de bloqueo de corredores marítimos –como los estrechos de Malaca y de Lombok– para cortar el acceso de China al petróleo, al gas y a otras materias primas de Oriente Medio y África.
En el circo conocido como la campaña presidencial estadounidense, Donald Trump aparece como un loco, un fascista. Ciertamente, es detestable, pero también es alguien que odia a los medios. Esto solo ya despertaría nuestro escepticismo.
Los puntos de vista de Trump sobre la inmigración son grotescos, pero no mucho más que los de David Cameron. Trump no es el Gran Deportador de Estados Unidos; sí lo es el ganador del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama.
Según un gran comentarista liberal, Trump está “desencadenando las fuerzas oscuras de la violencia” de Estados Unidos. ¿Desencadenándolas? Este es el país donde los bebés le disparan a su madre y la policía está empeñada en una guerra asesina contra los estadounidenses negros. Este es el país que ha atacado y tratado de derribar a más de 50 gobiernos, muchos de ellos elegidos democráticamente, y bombardeado desde Asia a Oriente Medio, provocando la muerte y la miseria de millones de personas.
Ningún país puede igualar este sistemático récord de violencia. La mayor parte de las guerras de Estados Unidos (casi todas ellas contra países indefensos) no han sido iniciadas por presidentes republicanos sino por demócratas liberales: Truman, Kennedy, Johnson, Carter, Clinton, Obama.
En 1947, una serie de directivas del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés) describieron los principales objetivos de la política exterior de Estados Unidos como [la construcción de] un mundo sustancialmente hecho a nuestra propia imagen”. La ideología era mesianismo estadounidense. Todos éramos estadounidenses. U otra cosa. Los herejes serían convertidos, subvertidos, comprados, difamados o aplastados.
Donald Trump es un síntoma de esta actitud, pero también es un disidente. Dice que la invasión de Iraq fue un crimen; él no quiere entrar en guerra con Rusia y China. Para nosotros, el peligro no es Trump sino Hillary Cliton. Ella no es una disidente. Ella personifica la resiliencia y la violencia de un sistema cuyo cacareado “excepcionalismo” es totalitario con un ocasional rostro liberal.
Según se acerque el día de las elecciones, Clinton será saludada como la primera mujer en la Oficina Oval, sin que importen sus crímenes y mentiras; tal como fue alabado Barack Obama por ser el primer presidente negro, y los progresistas se tragaron sus tonterías sobre la “esperanza”. Y las bobadas continúan.
Descrito por el columnista de The Guardian Owen Jones como “divertido, encantador, con una falta de formalidad de la que escapan prácticamente todos los políticos”, al día siguiente Obama envió unos drones para asesinar a 150 personas en Somalia. Acostumbra a matar los martes, según el New York Times, cuando le entregan una lista de candidatos a ser asesinados por medio de drones. Es un tío muy legal.
En 2008, en su campaña presidencial, Hillary Clinton amenazó a Irán con “destruirlo completamente” con armas nucleares. Como secretaria de Estado en el gobierno Obama, ella participó en el derribo del gobierno democrático de Honduras. Su contribución en la destrucción de Libia, en 2011, fue casi jubilosa. Cuando el líder libio, el coronel Gaddafi, fue sodomizado en público con un cuchillo –un crimen que solo fue posible gracias a la logística estadounidense–, Clinton se regodeó diciendo: “Nosotros llegamos, lo vimos y él murió”.
Una de las más estrechas aliadas de Clinton es Madeleine Albright, la ex secretaria de Estado, que ha atacado a algunas jóvenes mujeres por no apoyar a “Hillary”. Es la misma Madeleine Albright que celebró infamemente por la televisión la muerte de medio millón de niños iraquíes diciendo “valió la pena”.
Entre los más grandes apoyos de Clinton están los grupos de presión israelíes y las empresas fabicantes del armamento que alimenta la violencia en Oriente Medio. Ella y su marido han recibido una fortuna proveniente de Wall Sreet. Aun así, ella está a punto de ser consagrada candidata de las mujeres para deshacerse del maligno Trump, el demonio oficial. Entre las seguidoras de Hillary hay distinguidas feministas: como Gloria Steinem, de Estados Unidos, y Anne Summers, de Australia.
Hace una generación, una corriente de pensamiento postmoderno ahora conocido como “política identitaria” hizo que muchas personas inteligentes y de mente progresista se inhibieran de analizar las causas y las figuras que ellas apoyaban –los impostores de Obama y Clinton; los falsos movimientos progresistas como Syriza, en Grecia, que traicionaron al pueblo de ese país y se aliaron con sus enemigos.
La autoabsorción –una especie de exaltación de mí mismo– se convirtió en el nuevo Zeitgeist (tiempo del espíritu) en las privilegiadas sociedades occidentales y marcó la desaparición de los grandes movimientos contra la guerra, la injusticia social, la desigualdad, el racismo y el sexismo.
Hoy en día, la larga siesta podría estar acabando. La juventud está volviendo a despertar. Poco a poco. Los miles de jóvenes que en Gran Bretaña apoyaron a Jeremy Corbyn como líder laborista forman parte de este despertar, al igual que aquellos que acudieron para apoyar al senador Bernie Sanders.
No obstante, la semana pasada, en Gran Bretaña, el aliado más cercano a Jeremy Corbyn, su tesorero en la sombra John McDonnell, implicó a un gobierno laborista en la cancelación de la deuda de la banca pirata y, de hecho, en la continuación de la llamada austeridad.
Y en Estados Unidos, Bernie Sanders prometió apoyar a Clinton en el caso de que sea nominada. Él, también, ha votado por el empleo de la fuerza contra algunos países cuando, según su parecer, sea “correcto”. Dice que Obama ha hecho “un gran trabajo”.
En Australia hay una especie de política de la morgue, en la que se suceden tediosos juegos parlamentarios interpretados por los medios mientras los refugiados y los pueblos originarios son perseguidos y crece la desigualdad, al mismo tiempo que el peligro de una guerra. El gobierno de Malcom Turnbull acaba de anunciar el llamado presupuesto de la defensa de 195.000 millones de dólares, que es un impulso en la dirección de la guerra. El debate no existe. Silencio.
¿Qué ha pasado con la gran tradición de la acción directa popular sin las limitaciones de los partidos? ¿Dónde están el coraje, la imaginación y el compromiso necesarios para iniciar un largo viaje hacia un mundo mejor, justo y pacífico? ¿Dónde están los disidentes en el arte, el cine, el teatro, la literatura?
¿Dónde están aquellos que harán pedazos el silencio? ¿O estamos esperando a que se dispare el primer misil nuclear?

John Pilger
Counterpunch

Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García

Esta es una versión corregida de un discurso que John Pilger pronunció en la Universidad de Sydney, Australia; su título era ‘Ha empezado una guerra mundial’.

John Pilger es un periodista, cineasta y escritor de origen australiano. Es autor, entre otros, del libro: Freedom Next Time. Sus documentales pueden verse gratuitamente en su página web: http://www.johnpilger.com/

Fidel Castro: “No necesitamos que el imperio nos regale nada”



A una semana de la visita de Obama a Cuba el expresidente Fidel Castro responde desde una columna del diario oficial Granma al discurso que el presidente de EE.UU. dio en el Gran Teatro de La Habana.

El expresidente cubano Fidel Castro rompió hoy su silencio tras la visita de Barack Obama a la isla con una de sus “reflexiones” en el diario oficial Granma titulada “El hermano Obama”. En la misma Castro afirma que Cuba no necesita regalos del “imperio” y critica partes del discurso que Obama dio en el Gran Teatro de La Habana el martes pasado.
En el artículo Castro retoma las palabras de Obama cuando dijo que “Cuba, al igual que Estados Unidos, fue constituida por esclavos traídos de África; al igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene herencias en esclavos y esclavistas”, para criticarle al presidente estadounidense que “Las poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama. Tampoco dice que la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera 10 años. La odiosa costumbre burguesa y racista de contratar esbirros para que los ciudadanos negros fuesen expulsados de centros de recreación fue barrida por la Revolución Cubana.”
Castro aprovecha también para señalar los olvidos de Obama sobre la invasión estadounidense a Bahía de Cochinos en 1961 “apenas un año y tres meses después del Triunfo de la Revolución, una fuerza mercenaria con cañones e infantería blindada, equipada con aviones, fue entrenada y acompañada por buques de guerra y portaviones de Estados Unidos”, y también recuerda la participación cubana en la guerra en Angola para cuestionar "la ayuda que Sudáfrica racista había recibido de Reagan e Israel". Sobre todos estos temas Castro se pregunta si Obama conoce "sobre esta historia" y afirma que "es muy dudoso que no supiera absolutamente nada".
Más adelante Castro afirma que Obama utilizó palabras "almibaradas" cuando dijo: "Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro (…) mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos".
Sobre estas afirmaciones Castro ironiza "Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto", y le recuerda a Obama que Estados Unidos es responsable por el "bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años" y se pregunta cómo olvidar a “los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza”.
Hacia el final de la carta Fidel castro sintetiza “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.”
Fidel Castro, de 89 años, se alejó de los cargos políticos en 2006, momento en el que asumió la presidencia su hermano Raúl. Sin embargo ha mantenido sus columnas de “reflexiones” en los medios oficiales, desde donde eventualmente aparece como la “voz moral” de la Revolución, sobre todo frente a los aspectos de los giros políticos de los últimos años que resultan más indigeribles entre sectores de la base del Partido Comunista. Un rol similar cumplió en los días previos a la visita de Obama al recibir al presidente de Venezuela, Nicolas Maduro, país que fue el principal socio político y comercial de la Isla durante los primeros años del siglo XXI. La visita de Maduro trató de ser un contrapeso a la de Obama, aunque con poco éxito. De hecho el día que llegó el presidente de Estados Unidos, la tapa del diario Granma trató de "ningunearlo" de manera un tanto infantil poniendo dos fotos de la visita de Maduro y solo un recuadro anunciando la llegada de Obama.
Pero la visita de Obama era difícil de contrapesar con gestos. Se trataba de una visita histórica con un objetivo claro de avanzar en la restauración capitalista en la isla y devolverla a la órbita del imperialismo estadounidense, barriendo de paso con las conquistas que aún quedan de la revolución. La reunión con los “emprendedores” (los sectores más prósperos de entre los 500.000 cuentapropistas que tiene la isla), estuvo destinada a ganar una base de apoyo abiertamente procapitalista, al igual que la reunión con la “disidencia” de derecha, que es profundamente restauracionista. Junto a estas acciones estuvo el discurso en el teatro de La Habana, donde Obama llamó una y otra vez a que sea el “pueblo cubano” quién decida el futuro de la isla, en un llamado (indirecto) hacia una mayor apertura política de parte del gobierno del PC.
Raúl Castro está a la cabeza del proceso de “transformaciones”. Las políticas impulsadas por el gobierno cubano en los últimos años van en un sentido de apertura capitalista en la isla. Las diferencias con el gobierno de Estados Unidos tienen que ver con los tiempos y con asegurarse ser el Partido Comunista el vehículo y garante de la restauración.
Pero la visita de Obama fue políticamente ofensiva y no trajo siquiera una propuesta seria sobre el levantamiento del bloqueo criminal que EEUU mantiene sobre la isla hace más de medio siglo. Su discurso en el teatro de La Habana ha circulado intensamente en redes alternativas de distribución como el conocido paquete de contenidos audiovisuales, que esta semana incluye una copia del discurso de Obama en texto y video.
La reaparición de Fidel Castro con su columna de reflexiones viene a intentar dar respuesta al “huracán” político que provocó en la isla la visita de Obama, y la falta de una “crítica” oficial. Las columnas de Fidel, que juegan un rol de contención y “balance” frente a la política oficial de mayor apertura, no son nuevas, y se han vuelto compatibles, permitiendo ser una vía de descompresión para los sectores descontentos con los ritmos y condiciones del acercamiento a Estados Unidos. Sin embargo, los símbolos parecen tener cada vez menos efectividad, para hacer las veces de contención, frente a la política de estado que ya hace tiempo ha puesto el norte en el camino de un proceso de restauración capitalista en la isla.

Juan Andrés Gallardo
@juanagallardo1

El hermano Obama



No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta

Los reyes de España nos trajeron a los conquistadores y dueños, cuyas huellas quedaron en los hatos circulares de tierra asignados a los buscadores de oro en las arenas de los ríos, una forma abusiva y bochornosa de explotación cuyos vestigios se pueden divisar desde el aire en muchos lugares del país.
El turismo hoy, en gran parte, consiste en mostrar las delicias de los paisajes y saborear las exquisiteces alimentarias de nuestros mares, y siempre que se comparta con el capital privado de las grandes corporaciones extranjeras, cuyas ganancias si no alcanzan los miles de millones de dólares per cápita no son dignas de atención alguna.
Ya que me vi obligado a mencionar el tema, debo añadir, principalmente para los jóvenes, que pocas personas se percatan de la importancia de tal condición en este momento singular de la historia humana. No diré que el tiempo se ha perdido, pero no vacilo en afirmar que no estamos suficientemente informados, ni ustedes ni nosotros, de los conocimientos y las conciencias que debiéramos tener para enfrentar las realidades que nos desafían. Lo primero a tomar en cuenta es que nuestras vidas son una fracción histórica de segundo, que hay que compartir además con las necesidades vitales de todo ser humano. Una de las características de este es la tendencia a la sobrevaloración de su papel, lo cual contrasta por otro lado con el número extraordinario de personas que encarnan los sueños más elevados.
Nadie, sin embargo, es bueno o es malo por sí mismo. Ninguno de nosotros está diseñado para el papel que debe asumir en la sociedad revolucionaria. En parte, los cubanos tuvimos el privilegio de contar con el ejemplo de José Martí. Me pregunto incluso si tenía que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo “para mí es hora”, y cargó contra las fuerzas españolas atrincheradas en una sólida línea de fuego. No quería regresar a Estados Unidos y no había quién lo hiciera regresar. Alguien arrancó algunas hojas de su diario. ¿Quién cargó con esa pérfida culpa, que fue sin duda obra de algún intrigante inescrupuloso? Se conocen diferencias entre los Jefes, pero jamás indisciplinas. “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”, declaró el glorioso líder negro Antonio Maceo. Se reconoce igualmente en Máximo Gómez, el jefe militar más disciplinado y discreto de nuestra historia.
Mirándolo desde otro ángulo, cómo no admirarse de la indignación de Bonifacio Byrne cuando, desde la distante embarcación que lo traía de regreso a Cuba, al divisar otra bandera junto a la de la estrella solitaria, declaró: “Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria…”, para añadir de inmediato una de las más bellas frases que escuché nunca: “Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día… ¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía!...”. Tampoco olvidaré las encendidas palabras de Camilo Cienfuegos aquella noche, cuando a varias decenas de metros bazucas y ametralladoras de origen norteamericano, en manos contrarrevolucionarias, apuntaban hacia la terraza donde estábamos parados. Obama había nacido en agosto de 1961, como él mismo explicó. Más de medio siglo transcurriría desde aquel momento.
Veamos sin embargo cómo piensa hoy nuestro ilustre visitante:
“Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas. Vine aquí extendiendo la mano de amistad al pueblo cubano”.
De inmediato un diluvio de conceptos, enteramente novedosos para la mayoría de nosotros:
“Ambos vivimos en un nuevo mundo colonizado por europeos”. Prosiguió el Presidente norteamericano. “Cuba, al igual que Estados Unidos, fue constituida por esclavos traídos de África; al igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene herencias en esclavos y esclavistas”.
Las poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama. Tampoco dice que la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera 10 años. La odiosa costumbre burguesa y racista de contratar esbirros para que los ciudadanos negros fuesen expulsados de centros de recreación fue barrida por la Revolución Cubana. Esta pasaría a la historia por la batalla que libró en Angola contra el apartheid, poniendo fin a la presencia de armas nucleares en un continente de más de mil millones de habitantes. No era ese el objetivo de nuestra solidaridad, sino ayudar a los pueblos de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y otros del dominio colonial fascista de Portugal.
En 1961, apenas dos años y tres meses después del Triunfo de la Revolución, una fuerza mercenaria con cañones e infantería blindada, equipada con aviones, fue entrenada y acompañada por buques de guerra y portaviones de Estados Unidos, atacando por sorpresa a nuestro país. Nada podrá justificar aquel alevoso ataque que costó a nuestro país cientos de bajas entre muertos y heridos. De la brigada de asalto proyanki, en ninguna parte consta que se hubiese podido evacuar un solo mercenario. Aviones yankis de combate fueron presentados ante Naciones Unidas como equipos cubanos sublevados.
Es de sobra conocida la experiencia militar y el poderío de ese país. En África creyeron igualmente que la Cuba revolucionaria sería puesta fácilmente fuera de combate. El ataque por el Sur de Angola por parte de las brigadas motorizadas de Sudáfrica racista los lleva hasta las proximidades de Luanda, la capital de este país. Ahí se inicia una lucha que se prolongó no menos de 15 años. No hablaría siquiera de esto, a menos que tuviera el deber elemental de responder al discurso de Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
No intentaré tampoco dar detalles, solo enfatizar que allí se escribió una página honrosa de la lucha por la liberación del ser humano. De cierta forma yo deseaba que la conducta de Obama fuese correcta. Su origen humilde y su inteligencia natural eran evidentes. Mandela estaba preso de por vida y se había convertido en un gigante de la lucha por la dignidad humana. Un día llegó a mis manos una copia del libro en que se narra parte de la vida de Mandela y ¡oh, sorpresa!: estaba prologado por Barack Obama. Lo ojeé rápidamente. Era increíble el tamaño de la minúscula letra de Mandela precisando datos. Vale la pena haber conocido hombres como aquel.
Sobre el episodio de Sudáfrica debo señalar otra experiencia. Yo estaba realmente interesado en conocer más detalles sobre la forma en que los sudafricanos habían adquirido las armas nucleares. Solo tenía la información muy precisa de que no pasaban de 10 o 12 bombas. Una fuente segura sería el profesor e investigador Piero Gleijeses, quien había redactado el texto de “Misiones en conflicto: La Habana, Washington y África 1959-1976”; un trabajo excelente. Yo sabía que él era la fuente más segura de lo ocurrido y así se lo comuniqué; me respondió que él no había hablado más del asunto, porque en el texto había respondido a las preguntas del compañero Jorge Risquet, quien había sido embajador o colaborador cubano en Angola, muy amigo suyo. Localicé a Risquet; ya en otras importantes ocupaciones estaba terminando un curso del que le faltaban varias semanas. Esa tarea coincidió con un viaje bastante reciente de Piero a nuestro país; le había advertido a este que Risquet tenía ya algunos años y su salud no era óptima. A los pocos días ocurrió lo que yo temía. Risquet empeoró y falleció. Cuando Piero llegó no había nada que hacer excepto promesas, pero ya yo había logrado información sobre lo que se relacionaba con esa arma y la ayuda que Sudáfrica racista había recibido de Reagan e Israel.
No sé qué tendrá que decir ahora Obama sobre esta historia. Ignoro qué sabía o no, aunque es muy dudoso que no supiera absolutamente nada. Mi modesta sugerencia es que reflexione y no trate ahora de elaborar teorías sobre la política cubana.
Hay una cuestión importante:
Obama pronunció un discurso en el que utiliza las palabras más almibaradas para expresar: “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos, juntos”.
Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?
Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.
Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta.

Fidel Castro Ruz
Marzo 27 de 2016
10 y 25 p.m.

lunes, marzo 28, 2016

Clase obrera, "precariado", huelgas y estrategia socialista revolucionaria



Charlie Post es profesor de sociología en la Universidad de la Ciudad de Nueva York y columnista de la revista Jacobin. En esta entrevista habla sobre la precarización del trabajo en Estados Unidos.

Izquierda Diario: Los Estados Unidos son vistos como un país con un movimiento obrero débil. Sin embargo, las recientes huelgas de los trabajadores de las cadenas de comida rápida y el movimiento por un salario mínimo de 15$ han llamado la atención. ¿Cuál es su opinión acerca de estos movimientos? ¿reflejan estas luchas un cambio objetivo y/o subjetivo en el movimiento obrero de Estados Unidos?
Claramente, lo que se conoce como "luchar por 15$" (“Fight for $15”) (luchar por el salario de 15 dólares), llevado a cabo por los trabajadores de comida rápida, es un acontecimiento muy positivo en el movimiento de la gente trabajadora estadounidense. Inspirado por el Occupy Wall Street del otoño de 2011, hemos visto a trabajadores de diversas cadenas de comida rápida movilizar a sus partidarios en los sindicatos y en las organizaciones progresistas y llevar a cabo una jornada de acción obrera y de desobediencia civil en las empresas y en los distritos turísticos de todo el país. Estos trabajadores se encuentran entre los sectores más pobres y precarios de la clase obrera norteamericana, con una desproporción de mujeres, inmigrantes y personas de color.
Sin embargo, hay dos razones importantes para cuestionar si esta nueva ola de activismo de los trabajadores va a cambiar el equilibrio de fuerzas entre el capital y el trabajo en los Estados Unidos. En primer lugar, la estrategia del principal sindicato detrás de la movilización - el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (Service Employees International Union, SEIU). Mientras que el SEIU es uno de los pocos sindicatos que aumentaron su número de miembros en el siglo XXI, sigue siendo uno de los sindicatos más burocráticos y antidemocráticos en el país - un sindicato que promueve la cooperación entre empleadores y trabajadores en el lugar de trabajo y fuera de estos. Gran parte de su crecimiento en el número de afiliados es el resultado de una organización basada en los "empleadores" - los cuales ofrecen contratos de trabajo con salarios, derechos y normas de trabajo por debajo de la media, a cambio de la cuota sindical. En muchos hospitales o edificios comerciales sindicados por el SEIU no hay ningún delegado sindical, y los trabajadores están llamados a expresar sus quejas a través de "call centers" a cientos de kilómetros de distancia y a quienes les dicen que deben "esperar pacientemente" respuesta del sindicato.
Enfrentado, en la industria sanitaria, con la actuación de sindicatos más democráticos y más militantes, el SEIU se ha centrado en la "organización" de los trabajadores de comida rápida como una manera de contener la caída de afiliaciones y tratar de influir en la "narrativa política" a través de un modesto aumento en el salario mínimo. El resultado es que el SEIU actúa más como una ONG que promueve el teatro de calle que un sindicato que organiza el poder en el lugar de trabajo.
Las realidades del movimiento "Food Fast Forward" (comida rápida adelante) y de la "Lucha por un salario de 15$", impulsado por el SEIU, apuntan a un segundo factor que afecta a estas luchas - estos trabajadores no tienen el poder social para ganar y cambiar el equilibrio de poder por sí mismos. El trabajo en la comida rápida es uno de los trabajos más descualificados en el mundo. La capacidad de los trabajadores en una tienda individual -o en muchas tiendas- para afectar a la producción y a los beneficios es mínima. En otras palabras, este sector no se organizará tienda a tienda.
Se puede organizar a los trabajadores en la industria de la comida rápida y en los comercios y redes de grandes almacenes como Wal-Mart? Se puede. Pero no de la forma en como el SEIU está tratando de organizar a los trabajadores de comida rápida, o de la manera en como la Unión de Trabajadores de Comercio y Alimentos (United Food and Commercial Workers, UFCW) está tratando a los trabajadores de Wal-Mart. Una estrategia de tienda a tienda que no produce más que "huelgas" simbólicas, que no son exitosas debido al escaso poder social que tienen los trabajadores de estas tiendas. En su lugar, la clave es la organización de las cadenas de suministro para las tiendas de comida rápida y de los nuevas tiendas minoristas de grandes superficies.
Como la mayor parte de la economía capitalista de hoy en día, tanto la industria de la comida rápida como las grandes superficies minoristas se basan en sistemas de inventario justo a tiempo, con suministros que se entregan casi a diario. A pesar de que los trabajadores de los almacenes centrales y de los centros de distribución son numéricamente inferiores a los trabajadores de las tiendas, tienen la ventaja de que puede cerrar cientos de tiendas y forzar el reconocimiento de los sindicatos en estas empresas. Mientras que el SEIU y la UFCW no parecen interesadas en el trabajo duro y a largo plazo de organizar a los trabajadores de la cadena de suministro de las tiendas de comida rápida y de los centros comerciales, sindicatos independientes como los Trabajadores Electricistas Sindicados (United Electrical Workers, UE) están ganando terreno dentro de los almacenes y de los centros de distribución de Wal-Mart. En última instancia, el éxito en la organización de los trabajadores en los almacenes y centros de distribución es la clave para la organización de los trabajadores en estas ramas de la economía, y tal vez puede servir para estimular la organización de los trabajadores del sur de Estados Unidos, que es donde se encuentra la mayor parte de la industria pesada en la actualidad.
Hay un debate global sobre si los trabajadores precarios, como los de la industria de comida rápida, deben ser considerados como parte de la clase obrera o si deben ser tratados de manera diferente, como un "precariado" o un nuevo sujeto. ¡Cree usted que esta nueva categoría es útil?
La idea de un "precariado" como una categoría social con intereses diferentes del resto de la clase obrera es una idea problemática tanto empírica como teóricamente. En primer lugar, esta idea exagera el nivel en el que cada vez más trabajadores están en condiciones inseguras o en trabajos temporales, a tiempo parcial (media jornada) y, en algunos casos a través de empresas de trabajo temporal y otros empleadores "no-tradicionales".
Contrariamente a lo que muchos piensan, alrededor del 90% de todos los empleados en los EE.UU. trabajan en relaciones laborales tradicionales de empleador-empleado, y el 83% de los puestos de trabajo son a "tiempo completo".
Las encuestas de la US Bureau of Labour Statistics tanto de 1995 como de 2005 muestran que estos "convenios alternativos", como contratos autónomos o como trabajadores de agencias temporales de empleo, representan en ambas encuestas un 10% de la fuerza de trabajo. Mientras que los empleados en los "servicios de empleo" se disparó de 1.512.000 en 1990 a 3.849.000 en 2000, su número se redujo a 2.717 millones en 2010, una disminución de 1.132 millones de dólares.
Incluso si los trabajos no tradicionales aumentan significativamente con los empresarios tratando de aumentar la producción sin incurrir en la contratación indefinida, este tipo de relación de empleo sigue siendo un minoria/1 clara.
Kevin Doogan hizo un completo estudio transnacional sobre el empleo en la Unión Europea y llegó a conclusiones parecidas /2. El número de trabajadores a tiempo parcial se ha incrementado significativamente en Europa durante los últimos treinta años, en particular en el sector de la industria sanitaria y en las grandes tiendas al por menor. Sin embargo, incluso en estos puestos de trabajo los trabajadores no cambian de trabajo en trabajo en unas pocas semanas o meses. Por el contrario, muchos de estos trabajadores permanecen en la misma empresa durante años. Los directivos de estas ramas de la economía quieren beneficiarse de tener trabajadores a tiempo parcial, con los salarios más bajos, junto con la capacidad de programar el trabajo en estas empresas de forma regular.
Ud investigó y comparó la situación actual de la fuerza de trabajo con los datos históricos de los EE.UU. y del Reino Unido. Si observamos el fenómeno desde un punto de vista histórico, qué es lo nuevo y sin antecedentes en esta situación de "precariedad" generalizada?
La "precariedad" ha sido la norma histórica para la mayoría de los empleados en el mundo capitalista durante la mayor parte de los dos últimos siglos. Con la excepción de los excepcionales "años dorados", entre 1945 y 1975, la mayoría de los trabajadores de Japón, los EE.UU., Canadá y de la Europa capitalista, han sufrido un trabajo inseguro, horas de trabajo y turnos cambiantes, etc. Teóricamente, esto no debería ser una sorpresa. Como Marx sostuvo en El Capital, hace unos 150 años, la acumulación capitalista, con su creciente mecanización de la producción y la concentración y centralización del capital, reproduce constantemente un ejército industrial de reserva a partir de la gente desempleada, subempleada y empleos precarios. A diferencia de la teoría de un "precariado" con intereses opuestos a los de una clase trabajadora estable - y a la teoría de la corrupta "aristocracia obrera" /3 - los "privilegios" de los empleados de forma habitual no se originan a expensas de los precarios. Por el contrario, el crecimiento de una parte de los trabajadores a tiempo parcial con una mayor inseguridad en el empleo, aumenta la competencia entre los trabajadores y produce una espiral descendente en los salarios y las condiciones laborales de todos los trabajadores.
La razón por la que la idea del "precariado" tiene tanta audiencia hoy en día es debido a una ofensiva capitalista mundial exitosa contra el trabajo desde finales de los años 70 - el neoliberalismo - la cual aumentó la precariedad de todos los trabajadores. El debilitamiento de los sindicatos, el desmantelamiento de la regulación estatal del mercado de trabajo y la destrucción de los beneficios de bienestar social, han hecho más inseguros los puestos de trabajo y más graves las consecuencias del desempleo en todo el mundo capitalista. En otras palabras, el neoliberalismo ha devuelto a la clase trabajadora a su situación típica bajo el capitalismo - la precariedad.
Teniendo en cuenta la situación actual de la fuerza de trabajo en los EE.UU. y en los países donde se han producido cambios objetivos y subjetivos, ¿piensa que esta exige nuevas reevaluaciones de la estrategia y de las tácticas para la izquierda socialista revolucionaria?
La debilidad actual del movimiento obrero en todo el mundo, no es, en mi opinión, el resultado de un cambio "sociológico" - no es la aparición del "precariado" ni la idea de que la "globalización" en realidad podría "des-industrializar" los antiguos centros de la acumulación de capital, ni tampoco lo es la idea de la tecnología como producción "desmaterializada" /4. Por el contrario, las raíces se pueden encontrar en un cambio marcado en las relaciones de fuerza entre las clases, sobre todo desde finales de los años 70, y como resultado de la reorganización política e ideológico de la clase obrera.
Como entienden la mayoría de los marxistas, la lucha de la clase obrera - y la conciencia de la clase obrera - es necesariamente desigual. En los períodos de ascenso, particularmente durante los periodos de huelgas de masas, masas de trabajadores entran en la batalla contra el capital y el estado y crean las condiciones para la radicalización en la clase. Sin embargo, de la separación de los trabajadores de los medios de subsistencia se deriva que los trabajadores no pueden permanecer en huelga de forma continua y que todos los ascensos en las luchas tienen un final.
En la fase de descenso de la lucha de clases, sólo permanece activo una minoría de los trabajadores. Por un lado, algunos se convierten en miembros de las organizaciones creadas al calor de la lucha - los sindicatos y los partidos políticos. En pocas palabras, se convierten en el funcionariado obrero - la base social para el reformismo en el movimiento obrero. Los mayoría de los trabajadores activos tratan de "continuar la lucha por otros medios" - huelgas por las condiciones de trabajo, manifestaciones y acciones políticas, etc. Esta "minoría militante" - la vanguardia de los trabajadores - fue históricamente la audiencia de masas para la política revolucionaria antes de la Segunda Guerra Mundial, proporcionando la base social para el sindicalismo revolucionario, la izquierda de la socialdemocracia y los primeros partidos comunistas.
El giro del Partido Comunista a la estrategia del frente popular después de 1935 no sólo marcó el abandono programático de la política revolucionaria, sino que desorganizó de forma efectiva la vanguardia de los trabajadores. Los partidos comunistas de todo el mundo dejaron de ser organizaciones de militantes de la clase obrera organizados de forma independiente y, en los momentos en que era necesario, en oposición a la burocracia obrera. En su lugar, se convirtieron en el terreno para el reclutamiento de nuevas capas de burócratas para los partidos y sindicatos.
Cuando el capital pasó a la ofensiva a finales de 1970 la cúpula sindical - socialdemócrata, comunista, o "sin ideología" (tal como se definen la mayoría de los burócratas sindicales en los EE.UU.) - fue incapaz de organizar una fuerza militante e resistencia. A diferencia de las ofensivas capitalistas previas no hubo una minoría militante bien enraizada en los lugares de trabajo y en las comunidades de la clase obrera, una minoría que pudieran proporcionar alternativas estratégicas y tácticas.
El resultado fue que el retroceso de la clase a finales de los 70 dio lugar a una derrota durante los siguientes cuarenta años - creando el profundo nivel de desorganización del movimiento obrero que vemos hoy.
Para la izquierda socialista revolucionaria esta situación significa que no hay una tarea simple y fácil de reconstrucción del movimiento obrero o de un partido revolucionario de masas en la clase obrera. Debemos perseguir dos objetivos al mismo tiempo - educar a aquellos trabajadores que han llegado a ser militantes políticos revolucionarios, y reconstruir activamente la "minoría militante" en torno a políticas de militancia, solidaridad, democracia e independencia política de capital /5.

Notas

1/ Datos extraídos del US Bureau of Labor Statistics (BLS), ‘New Data on Contingent and Alternative Employment Examined by BLS, News, USDL 95-318, August 17, 1995; BLS, ‘Contingent and Alternative Employment Arrangements’ News, USDL 05-1433, July 27, 2005; US Census Bureau, Statistical Abstract 2012, p. 410.
2/ New Capitalism: The Transformation of Work (Cambridge, UK: Polity Press, 2009), Capítulos 7 e 8.
3/ C. Post, “Exploring Working Class Consciousness: A Critique of the Theory of the Labor Aristocracy,” Historical Materialism 18,4 (2011).
4/ Ver Doogan, The New Capitalism, Capítulos 2 y 3.
5/ Argumentado con mayor detalle en: K.A. Wainer and C. Post, Socialist Organization Today (Detroit, MI: Solidarity Pamphlet, 2006)
Charlie Post es profesor de sociología en la Universidad de Nueva York y militante socialista. Es columnista de la revista estadounidense Jacobin y simpatizante del grupo estadounidense Solidarity.

Entrevista publicada originalmente en junio de 2015 en Esquerda Diario
Traducción: Anticapitalistes.net