sábado, junio 30, 2018

La lengua, ¿es machista?



En un afán de superar el lenguaje sexista o machista, desde diversos sectores, sobre todo la juventud, se ha impuesto el uso de las “x”, las “e” o las “@”. Estas modificaciones hablan de una incomodidad, de una pelea, de un intento de saldar la brecha existente a partir de la utilización del lenguaje denominado “inclusivo”; pero.. ¿la brecha se salda, o se encubre?
En un correo de lectores, la compañera Laura Kohn plantea un debate necesario: a partir de un interrogante en torno a la “revolución” del lenguaje, cita correctamente a Trotsky cuando sostiene que el “lenguaje insultante y las blasfemias constituyen un legado de la esclavitud, de la humillación y falta de respeto por la dignidad humana, tanto la propia como la de los demás”. Pero también es cierto que, en el mismo escrito, Trotsky plantea que tratar sobre lo cultural y los problemas de la vida cotidiana es un aspecto necesario, aunque está claro que él escribe sobre esto una vez que en Rusia la clase obrera y campesina ya había tomado el poder y sostenía que la lucha por el mismo iba a justificarse en tanto y en cuanto se aprendieran a formular las nuevas tareas culturales (incluyendo el lenguaje, el desarrollo del cine, la prohibición del alcohol, los usos y costumbres)

¿Qué pasa con el lenguaje?

La gramática, como sistema, no es sexista, ni deja de serlo. No es un concepto que pueda ser aplicado a la misma, pero sí al lenguaje y al discurso.
Por ejemplo: cuando se generaliza “los trabajadores”, desde la gramática, ese “los” no hace referencia al masculino, sino al plural. Ahora bien, es el uso el que cuestionamos: ¿por qué es ese “los” y no el “las” el que refiere al plural? Y ahí surge la incomodidad, porque existe la marca de género en la gramática española. Nuestra lengua proviene del latín e incluye tres géneros: el femenino, masculino y neutro (éste último, únicamente para lo inanimado). Ahora bien, los usos pueden modificarse; de hecho, no seguimos hablando, en la actualidad, como se hablaba en el siglo XVII. Y ahí está la cuestión. O, al menos, lo que entiendo que se cuestiona.
Hablar con la “x” o las “@“ para algunos/as, representa una solución, una manera de contemplar las diferencias. Si todos estuviéramos de acuerdo, se impondría su uso real. Pero es impronunciable, carece de pauta fonológica, por lo que se transforma en inviable. Distinto es el uso de la “e”, aunque mi intención no es debatir el aspecto fonológico sino su uso - o no - a partir de una posición política que no apele a una solución burocrática ya que es correcto decir que el lenguaje es una acumulación de costumbres históricas y arbitrarias, lo que posibilita su transformación a partir de cambios sociales.
A propósito de esto, por poner otro ejemplo, la escritora Claudia Piñeiro lanzó otro interrogante: ¿presidenta no, pero sirvienta si? Esto fue en respuesta a un postulado que sostuvo un miembro de la RAE en su exposición. La palabra “presidente”, aunque parece un sustantivo, es otro tipo de palabra (es un participio presente) y que señala a quien hace la acción: quien preside, quien canta. Justamente, no tiene género.
Entonces, ¿sirvienta? Aquí se cruza un argumento formal con uno social: en la práctica, hay sirvientas, la lengua se acomodó a la realidad y la palabra “sirvientes” dejó de funcionar para nombrarlas a ellas solas. Un ejemplo de que el uso se impone a la norma.
Trotsky también sostenía, con certeza, que él lenguaje es el instrumento del pensamiento. “La corrección y precisión del lenguaje es condición indispensable” y de ahí la necesidad de la lucha por un “lenguaje culto”.. A su vez, Vigotsky planteaba que la conexión entre el pensamiento y la palabra surge, cambia y crece en el curso de su misma evolución. Y sigue: el significado de las palabras es un fenómeno del pensamiento sólo en la medida en que el pensamiento se materializa en el habla. De ahí que, si bien no es la modificación del lenguaje la que por sí misma tirará por la borda el sistema de opresión, aunque su uso puede no sólo interpelar sino también poner sobre el tapete otra forma más de discriminación.

Deconstrucción y lenguaje inclusivo

Por otro lado, desde el “machirulo” de quien fuera presidenta del país hasta el referirse a hombres y mujeres que revisan sus prácticas cotidianas, micromachismos, etcétera, se habla de deconstrucción. Sin ir más lejos, en otro correo de lectores se ha planteado que la “deconstrucción” de CFK forma parte de la dialéctica. Realmente, cuesta comprender ese análisis.
Es común escuchar ese concepto al interior del feminismo. ¿Hablan en los términos en los que el filósofo francés Derrida propuso la definición? Imposible saberlo, aunque sí se entiende que la deconstrucción de la que hace alarde el feminismo es entendido como algo subjetivo e individual, por ende es incapaz de modificar estructuras sociales; es una actividad extra política porque no refiere a colectivos sociales.

Conclusiones

El machismo comprende la discriminación y descalificación de la mujer por parte del hombre y en el capitalismo se da en diferentes aspectos: doméstico, laboral, familiar. Esta posición subalterna de la mujer respecto del hombre cumple una función social; esto quiere decir dos cosas: el discurso cultural (incluida la lengua y su uso) no es más que su manifestación ideológica y, por otro lado, pero no por eso menos importante, la cuestión de la opresión de la mujer es de naturaleza clasista: sirve a la reproducción del sistema dominante.
La lengua refleja relaciones sociales y crea un conflicto que no nace ahí, aunque lo propaga y parece ser la causa. No es el lenguaje inclusivo ni la tan nombrada “deconstrucción” la que nos va a permitir por sí misma derribar el machismo, el racismo... La lengua se transformará cuando transformemos la sociedad sobre otras bases. ¿O es que acaso, como socialistas, entendemos que la modificación del lenguaje alcanza para erradicar las prácticas de opresión? En otros idiomas, como el inglés, el finlandés y el turco no existen diferencias de género (neutro) cuando se habla o escribe en plural. ¿Podemos decir, acaso, que las mujeres de dichos países han conquistado su emancipación?
En este sentido, retomo las palabras de la compañera Olga Viglieca en una presentación reciente: el feminismo es una teoría de la conciliación de clases y el denominado lenguaje “inclusivo” es “una práctica política que pretende eliminar la oposición entre clases, sustituyéndola por la presión entre los sexos”.

Flor Palombo

México, Argentina y Brasil: Neoliberalismo y disputas político-electorales



La contienda electoral en México, las medidas neoliberales en Argentina y el panorama judicial y electoral en Brasil centró los análisis de la Mesa Redonda

60 años de la Victoria Estratégica en la Sierra Maestra

A propósito de Kabul…



Niñas y madres esperan la entrega de mantas en Kabul

Steve Chapman, que escribió esta semana un artículo para el Chicago Tribune, definía el informe del gobierno estadounidense sobre la guerra en Afganistán como una “crónica de la inutilidad”. El informe del “Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán” dice que EE. UU. gastó enormes sumas “intentando conseguir avances rápidos” en la estabilización regional, aunque no consiguió más que “exacerbar los conflictos, favorecer la corrupción e impulsar el apoyo a los insurgentes”.
“En resumen”, dice Chapman, que el gobierno de EE. UU. “empeoró las cosas en vez de mejorarlas”.
Aunque, ciertamente, quienes sí han conseguido ganancias han sido los fabricantes de armas. De media, durante el primer año de Trump en el poder, el Pentágono arrojó 121 bombas al día sobre Afganistán. Se ha estimado que la cifra total de armas –misiles, bombas…- utilizadas durante el mes de mayo de este año en Afganistán, tanto por la aviación tripulada como no tripulada, es de alrededor de 2.339. Los especuladores de la guerra imponen terribles realidades y vanas perspectivas, pero los Voluntarios Afganos por la Paz (VAP) no han renunciado a mejorar su país. En recientes visitas a Kabul, hemos escuchado sus opiniones sobre cómo conseguir la paz en un país devastado económicamente, donde el empleo que proporcionan los diversos señores de la guerra, incluidos EE. UU. y los ejércitos afganos, es la única vía que tienen muchas familias para poner pan sobre la mesa. Hakim, que es el mentor de los VAP, nos asegura que una paz duradera debe implicar la creación de empleo e ingresos para que puedan tener esperanzas en crear una comunidad sostenible. Inspirados por los llamamientos a la autosuficiencia de Mohnadas Gandhi y el ejemplo de su aliado pastún, Badshah Khan, se resisten a la guerra fomentando la educación y creando cooperativas locales.
Miriam estudia en la “Escuela para los Niños de la Calle” de los VAP, que prepara a los niños trabajadores para que puedan escolarizarse y ayuda a que sus familias se mantengan a flote con raciones mensuales de arroz y aceite. Sentada junto a mí en el jardín del Centro sin Fronteras de los VAP, su madre viuda, Gul Bek, me relata las dificultades a que se enfrenta una madre sola con cinco hijos.
Cada mes realiza enormes esfuerzos para poder pagar el agua, el alquiler, la comida y el combustible. Hace algunos años, una compañía instaló una tubería de agua que llegó hasta su casa, pero cada mes un representante de la compañía llega para cobrarle entre 700-800 afganis (alrededor de 10 dólares) por el consumo de agua de la familia. Un hogar empobrecido –aunque se haya librado de los horrores de la guerra- no puede pagar fácilmente esa cantidad. Y Gul hace cuanto puede para poder conservar ese servicio. “¡No podemos estar sin agua!” dice Gul Bek. “La necesitamos para limpiar, cocinar, lavar”. Sabe bien lo importante que es la higiene, pero no se atreve a hacer otros usos que incrementen su presupuesto. Gul Bek teme que puedan echarla si no consigue pagar el alquiler. ¿Dónde iría entonces? ¿A un campo de refugiados en Kabul? Menea la cabeza. Le pregunté si reciben alguna ayuda del gobierno. “No tienen ni idea de cómo vivimos”, dijo. “Al inicio del Ramadán, ni siquiera teníamos pan. No había harina por ninguna parte”. Sus dos hijos mayores, de 19 y 14 años, están empezando a formarse como sastres y asisten al colegio a tiempo parcial. Le pregunto si está pensando en dejar que se incorporen al ejército o a la policía para que puedan ganar algo que se acerque más a un jornal. Pero ahí se mostró inflexible. Después de haber trabajado tan duro para sacar adelante a estos hijos, no quiere perderlos. No les permitirá llevar armas.
Cuando visitamos un campo de refugiados días más tarde, pude comprender su horror de mudarse a uno de ellos. Los campos están atestados, embarrados y son peligrosamente insalubres. A Haji Jul, un anciano del campo, se le confiaban las llaves de una sala de control de un pozo que dos ONG instalaron recientemente. Ese día, las válvulas no funcionaban. 200 de las 700 familias del campo dependen de ese pozo para obtener agua. Miré los rostros preocupados de las mujeres que habían estado esperando desde primera hora de la mañana para recoger agua. ¿Qué iban a hacer ahora? Haji Jul me dijo que la mayor parte de las familias proceden de zonas rurales. Huyeron de sus casas por la guerra o porque no disponían de agua. La machacada infraestructura de Kabul, que sigue esperando las reparaciones prometidas por EE. UU. desde que desencadenaron la guerra hace quince años, no puede sencillamente mantener a tantas personas.
Nuestros amigos de los VAP, conscientes de la necesidad de crear empleos para que la gente pueda tener ingresos, están haciendo un trabajo encomiable creando cooperativas. A primeros de junio se puso en marcha una cooperativa de calzado con dos jóvenes al frente, Hussein y Hosham, que habían recibido ya formación y han enseñado sus habilidades a Nurullah. A su tienda le han puesto de nombre “Única”. Y pronto se pondrá en funcionamiento una carpintería.
Los VAP agradecen a los numerosos cooperantes internacionales que, a lo largo de los últimos seis inviernos, han apoyado su “Proyecto Edredón” anual, que proporciona el tan necesitado abrigo a los residentes en Kabul que carecen de protección frente al duro clima invernal. El “Proyecto Edredón” ha donado mantas a unas 9.000 familias empobrecidas de Kabul y ha ofrecido ingresos en invierno a unas 360 costureras. No obstante, estas trabajadoras insisten en que, aunque aprecian ese proyecto estacional, necesitan disponer de ingresos durante todo el año.
Este año, los VAP están formando una cooperativa de costureras que fabricará ropa a lo largo de las cuatro estaciones y que irá destinada a la venta local de bajo coste; también distribuirá edredones.
EE. UU. despliega un poder masivo desde los cielos de Afganistán, lanzando infiernos de fuego cada vez más pavorosos. Su Zona de Seguridad y sus bases militares, dentro y cerca de Kabul, están drenando el nivel freático local mucho más rápidamente de lo que tardan en cavarse los pozos. No deja de causar odio y daño. Mientras tanto, puede sonar un poco a cliché, pero al imaginar un mundo mejor, nuestros jóvenes amigos están ayudando a construir uno. Con proyectos sostenibles para apoyar a los más necesitados, comparten la negativa de Gul Bek a cooperar con la guerra. Sus acciones, sencillas y pequeñas, fortalecen Kabul. Son compasivos y se dedican a potenciar a sus vecinos. Plantan todas las semillas que pueden para hacer crecer un bosque allí: utilizan, en lugar de desperdiciar, el poder que tienen. No destacan por el el logro titánico de haber forjado o arruinado un país, sino por la intención resuelta de detener el círculo vicioso de la guerra y resistir frente a las jerarquías crueles que intentan prevalecer. Nosotros, en Voices, nos sentimos agradecidos, junto a ellos, por la oportunidad de rechazar la desesperación. Al apoyar sus proyectos, podemos hacer reparaciones, por pequeñas que sean, ante la persistente inutilidad de la guerra.

Kathy Kelly
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Kathy Kelly (Kathy@vcnv.org) es la coordinadora de Voices for Creative Nonviolence (www.vcnv.org) y trabaja estrechamente con Afghan Youth Peace Volunteers . Es autora del libro “Other Lands Have Dreams”, publicado por CounterPunch/Aka Press.

Marx, ¡volvemos!


En el 200 aniversario de su nacimiento

En recuerdo de Paloma López Dema, la maestra que me animó a leer el Manifiesto hace 40 años

En el mes de febrero de 1848, un joven Karl Marx que cumpliría 30 años el 5 de mayo y que a pesar de su juventud ya era doctor en Filosofía y ya había publicado varios textos de carácter filosófico y económico y tenía una amplia trayectoria política e intelectual (había que tenido que abandonar su país de origen y fuera expulsado de París para instalarse en Bruselas), recibió el encargo, de manos de la Liga de los Comunistas, de redactar un texto que sirviese para la acción y la toma de conciencia del proletariado en un momento en que una ola revolucionaria empezaba a sacudir las principales ciudades europeas: París, Fráncfort, Viena, Milán, Praga… Ese texto, que redactó junto con Friedrich Engels, es el Manifiesto comunista.
En el Manifiesto, Marx y Engels sostienen que la estrategia a seguir, frente a todas las corrientes socialistas anteriores -que propugnaban la aniquilación de las máquinas o la fundación de comunidades utópicas al margen de la sociedad-, es la lucha, la conquista del Estado por la clase trabajadora. Los tiempos de la transformación del mundo de base habían llegado, el tiempo de la contemplación eran cosa del pasado, había dejado escrito en su undécima Tesis sobre Feuerbach en 1845.
Ahora bien, en el momento en que Marx concluye que el camino es la lucha, porque sin lucha no hay conquistas, se hace necesario identificar el objetivo de la lucha…, porque si se confunde el objetivo, se puede acabar sufriendo traumáticas derrotas. Por esa razón, a partir de ese momento, Marx comprometió todo su esfuerzo intelectual en averiguar el origen de la explotación. En este sentido, pues, Marx actúa como un científico, pero no un científico que habita en una torre de marfil, sino como un científico que quiere poner el conocimiento al servicio de la revolución y no de la opresión.
Es entonces, a partir de ese momento, cuando Marx comienza a analizar las causas económicas de la explotación. Ahí están, en ese sentido, algunos de sus trabajos de ese tiempo: Trabajo asalariado y capital (1849), Contribución a la crítica de la economía política (1859), Salario, precio y ganancia (1865) y, finalmente, El capital (1867), su principal contribución en esa búsqueda científica.
Efectivamente, en esos textos, que siguen siendo obras de combate destinadas a un público trabajador, Marx muestra un descubrimiento fundamental para la comprensión del mundo. Esto es, que en el salario, que el trabajador o la trabajadora percibe a cambio de su trabajo (entendido como mercancía, es decir, como fuerza de trabajo), durante la jornada laboral, se esconde un proceso de apropiación del valor excedente (plusvalía), producido por el trabajador o la trabajadora en el tiempo de trabajo suplementario, en tanto que tiempo que excede el tiempo necesario para producir el equivalente al valor del salario, ¡que es la condición que hace posible a explotación de clase capitalista! Ese es el principal descubrimiento de Marx: la apropiación de la plusvalía por el poseedor de los medios de producción.
Consecuentemente, para justificar esa tesis, Marx elaboró todo un ensayo coherente y lógico alrededor del capital(ismo) que nos permite comprender su estructura, génesis y desarrollo. En este sentido, gracias a Marx sabemos que el capitalismo tiende a la proletarización de todas las actividades productivas, a la pauperización de la clase trabajadora, a la concentración de la riqueza…, que para sobrevivir necesita que exista un ejército de desempleados…, que surge como consecuencia de un proceso de acumulación en el que juega un papel fundamental la desposesión de medios de producción por la clase trabajadora, la explotación de la naturaleza –fuente de toda riqueza, como recordaba en 1875 en su Crítica al programa de Gotha-, del esclavismo, de la colonización, del sometimiento de la mujer… No en vano, Marx recordaba que ‘el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza’. Además, al tiempo que descubre los mecanismos de la explotación, propone, por coherencia lógica, que el fin de la explotación sólo puede ser posible como resultado de la propiedad colectiva de los medios de producción y de la conquista del poder político por la clase trabajadora, esto es mediante la radicalización de la democracia socialista y el control obrero de la producción.
Ahora bien, a esa conclusión no sólo llega analizando la génesis y el desarrollo del capitalismo y su estructura, sino que es la expresión de sus luchas políticas, de su compromiso con la transformación de la realidad. Ahí están, como muestra de su compromiso con el movimiento obrero y la acción, su participación en la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores (1864), la I internacional, o su apoyo a la fundación del Partido Obrero Socialdemócrata Alemán en 1869 y a su unificación en el año 1875 con los lasallistas para fundar el renovado Partido Socialista Obrero Alemán (refundado en 1890 como Partido Socialdemócrata Alemán). Ahí están, también, los textos de carácter histórico, que le sirven para identificar los aciertos y los errores de la estrategia del movimiento, entre los que destacan La lucha de clases en Francia (1850), que le sirve para extraer lecciones de los acontecimientos de París en 1848-1850, durante la proclamación de la II República; El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852), una prolongación texto anterior coa que pretende profundizar en el análisis del golpe de Estado de Napoleón en la jornada del 13 de junio de 1849; y el análisis de los sucesos relacionados con la Comuna de París (1871), que expuso en su texto La guerra civil en Francia (1871).
Marx, Moro, el eterno rebelde, como se definió en la traducción de la apasionante biografía que Paquita Armas Fonseca le dedicó al luchador de Tréveris (Laiovento, 1996), fue un revolucionario que pensó radicalmente, yendo a la raíz de las cosas. ¡Fue un hombre apasionado que, junto con su compañera Jenny, sus hijas Jenny, Laura y Eleanor y la pareja formada por Engels y Helene Demuth, supero situaciones de pobreza, enfermedad y ostracismo social luchando permanentemente a favor de un mundo mejor! Siendo esa pulsión vital lo que le llevó a construir una obra intelectual y política con coherencia y lógica, aunque también llena de contradicciones y paradojas, que no se puede releer cómo se fueran textos sagrados de una nueva religión, sino como lo que son: prosas de combate, experiencias de lucha, que nos ofrecen un extraordinario punto de partida para continuar lo que él comenzó: el análisis objetivo de la realidad, de la situación concreta, que haga posible la transformación del mundo, la construcción de otro mundo posible y el fin de la explotación.

Clases, géneros y naciones en la historia: una perspectiva materialista

La historia se construye con perspectiva de clase: las clases dominantes, las vencedoras del proceso histórico, construyen la historia como un discurso legitimador de su posición de clase; mientras, las clases subordinadas ven como sus luchas, sus experiencias, son olvidadas o tergiversadas por la clase dominante; lo decía el periodista y militante montonero Rodolfo Walsh con gran claridad: ‘Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas’. En este sentido, se puede afirmar que cada grupo social que figura en el discurso histórico como sujeto, lo es en la medida en que conquistó el derecho a la existencia política: el pueblo, las mujeres, las minorías, los indígenas…, tan sólo aparecieron en la historia en la medida que con su lucha conquistaron el derecho a la igualdad, que hizo visibilizar su existencia.
No obstante, frente a los discursos históricos de las clases dominantes, subyace la realidad histórica, que nos permite reconocer la existencia de grupos sociales que tienen una existencia objetiva, independiente de nuestra voluntad, aunque haya sido gracias a la lucha que llegamos a reconocer su existencia. Esas entidades objetivas, perfectamente reconocibles en la historia, son las clases, que se definen según sus miembros se apropien del trabajo excedente o lo produzcan; las naciones, que se construyen alrededor de identidades históricas y políticas; y los géneros, definidos en un contexto heteropatriarcal alrededor de la cuestión de la reproducción sexual. Ahora bien, en la medida en que en todas esas entidades de carácter social son identificables al menos dos grupos antagónicos (burguesía y proletariado, hombre y mujer, colono y colonizado…), se establece una relación de dominio-dependencia; no obstante, a pesar del discurso de las clases dominantes, esta situación de dependencia ni es eterna ni fruto de nuestra naturaleza: es fruto de la historia y tiene su origen en el proceso de producción de los alimentos por las sociedades postneolíticas y en la génesis de las desigualdades sociales. De hecho, la única razón que justifica que a lo largo de la historia los ‘nadie’ de Galeano fuesen, en diferentes momentos y lugares, conquistando su derecho a la existencia, es el hecho de que a pesar de todos los discursos ideológicos (sean de base histórica, teológica, filosófica o biológica), que pretenden legitimar las desigualdades, siempre, en todo momento y lugar, las víctimas de la explotación, las personas que sufrieron y sufren la explotación, se reconocieron y reconocen como iguales: esa, la conquista de la igualdad negada por los opresores, es la razón de la rebeldía y de nuestra esperanza en otro mundo posible.
Del mismo modo, aunque Marx no fue muy explícito en textos ecologistas, de la atenta lectura de su obra de manera coherente, se desprende un naturalismo ecologista evidente, una necesidad de preservar la naturaleza, no solo como fuente de riqueza, sino como ‘condición inalienable de existencia y reproducción de las generaciones humanas que se suceden unas a otras’, que redactó Engels a partir de unas notas de Marx en el III tomo del Capital.
En conclusión, la importancia de la obra de Marx, radica en que fue capaz de elaborar una potente herramienta analítica que, al permitirnos analizar la realidad objetivamente, nos muestra el camino para la transformación del mundo de base: la lucha de clases, sin perder la perspectiva de género, nacional y ecológica, porque Marx no pudo predecir las luchas del siglo XXI, pero sabía sobradamente que si no se acaba con la condición de existencia de la explotación (la apropiación del valor excedente), no se puede poner fin a la explotación: esa es la razón por la que centró su estudio en la producción del valor excedente, con todas sus consecuencias, de clase, de género, nacionales y ecológicas.

Alfredo Iglesias Diéguez

Razan Ashraf Al Najar, una joven palestina cuya luz brillante, nunca se apagará



Entrevista con Sabarin Al Najar, madre de Razan, enfermera voluntaria asesinada por los sionistas en la Gran Marcha del Retorno a Palestina

A través de los Comités de las Mujeres Palestinas en Gaza, con muchas dificultades hemos podido contactar con Sabarin Al Najar, madre de Razan, la enfermera voluntaria asesinada por los sionistas en la Gran Marcha del Retorno a Palestina el 1 de Junio de 2018. El dolor es muy grande. Habíamos intentado en varias ocasiones, en días distintos, tener una entrevista.
La compañera que nos atendía en su casa nos describía la multitud que la abarrotaba, gentes de todas las edades, mujeres, hombres, mayores, jóvenes, niños y niñas, venidos de todos los puntos de Gaza, a quienes se sumaban periodistas de cualquier medio de comunicación. La multitud quería abrazar a la familia, pasar el dolor con ella, y los otros hablar con sus miembros y transmitir lo sucedido. Por medio de la traductora la señora Sabarin Al Najar nos daba las gracias por el interés que mostrábamos, pero no le era posible atendernos, nos pedía un poco más de tiempo. A través del teléfono escuchamos en varias ocasiones su voz entrecortada, serena, firme, en medio de otras muchas que se alzaban al fondo, quien nos hacía entender se encontraba a su lado dejándonos escuchar, y comprendíamos la dificultad debida al gran número de gente que rodeaba a la familia. El vocerío también hacía difícil que nos entendiésemos las dos partes. Se nos decía que la misma situación se daba fuera de la humilde casa. Muchos presentes querían cuidar a la familia de la dificultad del momento para la señora Sabarin, su marido y las hermanas de Razan. Nuestro momento quedaba así postergado un día y otro. Decidimos esperar lo que fuese necesario.
Entretanto conocimos la otras voces, la de la sociedad palestina, los países árabes y el mundo entero pidiendo justicia, aislamiento, retirada de embajadores, medidas prácticas de condena a Israel por sus continuos crímenes, por su colonización, por todas sus ilegalidades, y por ese último asesinato cometido en la persona de Razan. La indignación en todos los niveles era el fruto de un gran daño causado a la humanidad, al espíritu que conduce a los seres más queridos, más respetados, más admirados, y es que Razan Ashraf Al Najar, con su ejemplo solidario había sido capaz de elevar a la conciencia, a lo más alto y admirable, a lo más hermoso de los seres humanos, su valiosa entrega incondicional a quien reclama justicia y necesita ayuda. Por su entrega su pueblo le dio el título de “El Ángel de la Humanidad”. Razan ha pasado a formar parte del estamento superior, ese en el que se sitúan las y los mártires. Los sionazis asesinan a quienes son ejemplo y abren las puertas de la lucha por su independencia a su generación y las generaciones posteriores.
El asesinato de Razan hizo que Palestina se estremeciera de dolor, los pueblos árabes se estremecieran de dolor, el mundo se estremeciera de dolor. Ese mismo día el Consejo de Seguridad de la ONU iba a emitir una condena a Israel, en contraste con las voces de las buenas gentes pretendían hacer una condena débil, por “hacer uso de una fuerza excesiva, desproporcionada e indiscriminada”, pero, como siempre, el enemigo principal de los Derechos Humanos, EEUU, por boca de la ultraderechista Nikky Haley, se opuso y paralizó la declaración plasmando la impunidad del sionazismo. La historia la señalará como responsable en primera persona de impedir el bienestar y la paz mundiales. Y también juzgará a la ONU. No vamos a comentar aquí semejante acto.
Discretamente seguíamos intentando encontrar el momento en que causásemos la menor molestia posible, de ninguna manera se podía compensar tanto sufrimiento.
Han transcurrido dos semanas, la compañera traductora nos pedía una y otra vez que le diésemos tiempo, que tuviésemos paciencia, la aglomeración se iba disolviendo, y la familia llevaba días sin descansar, sin poder tener ni un pequeño sueño reparador, le había caído encima un golpe muy difícil de soportar.
En cuanto tuvimos ocasión de hablar con la señora Sabarin lo primero que hicimos fue trasladarle nuestras condolencias en nombre de las y los internacionalistas, de las gentes amantes de la paz y la libertad, le hicimos saber que nos sentimos solidarios con la Gran Marcha del Retorno a Palestina, con el pueblo de Gaza.
Estaba la madre débil de aguantar tanto y tanto, el dolor y el cansancio la habían dejado agotada, la habíamos reconocido en aquellos días vistiendo la bata de enfermera y el chaleco de su hija Razan. A pesar de la tensión que manifestaba su voz, transmitía valor y disposición a continuar la labor de su hija, cuyo nombre significa “Firmeza”, “Esperanza”, según la traductora nos dijo. Su madre nos contó que “Razan, como si hubiese hecho magia, realizando su tarea de enfermera voluntaria, sin cobrar absolutamente nada, fue a encontrarse conque todo el mundo la quería, la aplaudía, la buscaba, la necesitaba, por su energía, por su consistencia en seguir ese camino donde se está junto a los más necesitados en la batalla, batalla pacífica, por el derecho legítimo de nuestro pueblo al regreso. Mi hija, dijo, como no pudo acabar el bachillerato porque no disponíamos del dinero que nos pedían, encauzó su necesidad de ayudar a la gente en esta otra dirección, la solidaridad la llevaba en la sangre. Y en menos de dos años hizo los cursos de enfermería en el centro de Alnaser. Desde el comienzo de cada Marcha se la encontraba allí, estaba antes de las 7 de la mañana, y trabajaba sin descanso hasta las 9 de la noche en todos los lugares que hubiese necesidad de socorro a los heridos. El material de auxilio de que disponía lo compraba vendiendo las pequeñas cosas de que disponía, había vendido su reloj, su anillo, … con el dinero que le daban iba a por vendas y lo que veía que se necesitaba. Para ayudar a quien necesitase auxilio llegaba hasta el punto cero de contacto con los sionistas, iba con los brazos levantados diciendo así que dejasen de disparar, su finalidad era atender y recoger a los heridos, lo había hecho en muchas ocasiones. Cuando se iba temprano, cuando venía, en casa le decíamos que tuviese cuidado, quienes la admiraban, quienes recibían su ayuda, cualquiera que se le acercase, sus compañeras y compañeros, la respetaban y la seguían. Lo que observábamos es que todo el mundo la quería, la aplaudía, la necesitaba. Ella lo hacía todo por los más necesitados en la batalla, batalla pacífica, por el derecho legítimo de nuestro pueblo al regreso.
- ¿Usted cree que la asesinaron porque la conocían de atender a los heridos?
- Razan era valiente, segura de lo que hacía, profundamente solidaria, por eso la asesinaron, porque la conocían; así hacen con los activistas, con quienes llevan el mensaje del pueblo palestino.
- ¿Nos puede contar algo de ese doloroso día?
- (La madre no sabía cómo ocultar sus lágrimas). Se despertó y sentí que ese día no estaba normal, como si tuviera prisa. Nos tratamos como amigas, como hermanas. Me saludó rápido y se fue. Asumí la situación. No habíamos hablado mucho esa mañana. Yo me pregunté como cualquier madre ¿por qué lo hacía así?. Ella había sido herida dos veces, yo le decía: ¡ten cuidado, hija!. Pero esa vez, cuando me avisaron que estaba en el hospital fui corriendo; ese día algo me revolvía por dentro.
El aspecto del hospital …, la gente me paraba, me abrazaba, me detenía, pero yo empujé con la angustia en el pecho, en la garganta, empujé a todos y entre en la habitación. La cogí no se cómo, la hablé, la abrace y no contestaba. Se encontraba en un charco de sangre y al abrazarla palpé el agujero que tenía.
Ese día la estuvimos esperando para el ayuno, pero veíamos que, si debía llegar a las 6,30, 6,45, se pasaba la hora de sobra y no aparecía.
- Ya no encontramos más palabras. Debíamos darnos tiempo. Continuamos con otros asuntos sobre Gaza. La madre de Razan, nos agradeció mucho haberla llamado y nos dio un abrazo para los amigos de Palestina en España y en el mundo. Nos declaro, finalmente, “Nosotros, como familia, como pueblo, vamos a seguir el trabajo de Razan. Mi mensaje es que no voy a parar hasta castigar a los responsables, no vamos a parar hasta conseguir nuestros derechos como pueblo.”
Le dijimos a la traductora que nos contase, si podía, lo que ven, lo que sienten allí, y nos declaró que “nunca en tan poco tiempo se había visto que una chica que ni es actriz, ni modelo, haya podido atraer tantas miradas, conmover, como lo había hecho, tantos corazones. Por eso en pocos minutos ha venido tanta gente a la casa de Razan, han venido de organismos internacionales a interesarse por ella, se han manifestado los gobiernos y los organismos internacionales. Creo que hay dos razones fundamentales, la primera es lo que ha dado Razan en estos 2, 3 meses, es ejemplar, gastaba lo poco que podía disponer de dinero en comprar medicamentos, ha atendido muchos más de 100 casos. Y la segunda razón es que los asesinos sionistas demuestran, una vez más, que no respetan ninguna regla de nada, ni sanitarios, ni niños, ni periodistas, no quieren la paz porque son salvajes.”
La conversación debía tocar a su fin, llevábamos horas, sí, horas, y nos recogimos con palabras entrecortadas junto a la familia de Razan, parecía que sentíamos el abrazo de todo Gaza, aislada, resistente, unida por la libertad de toda Palestina en la figura del Ángel de la Humanidad.

Ramón Pedregal Casanova

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: “Gaza 51 días”, “Palestina. Crónicas de vida y Resistencia”, “Dietario de Crisis”, “Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero”, y “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”. Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE. Miembro de la Comisión Europea de Apoyo a los Prisioneros Palestinos.

viernes, junio 29, 2018

Elecciones en México: crisis y fin de sexenio



Empieza a cerrarse un sexenio marcado por el regreso del PRI al gobierno y por una crisis de largo aliento.

Mayo 2012. Campaña ascendente de Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional, empujada por los grandes medios de comunicación y el desgaste del panismo después de 12 años de gobierno. Cruzando las elecciones, un movimiento juvenil nacido en la Universidad Iberoamericana y otros claustros privados, que se extiende a las universidades públicas: el #Yosoy132. Su signo es la organización y la movilización contra el regreso del PRI al gobierno federal.
1 de diciembre 2012. Peña Nieto asume en medio de protestas y una brutal represión. Al día siguiente, se firma el Pacto por México, en el que participan los principales partidos, incluyendo al opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), que gobierna la Ciudad de México, centro administrativo, económico y político del país. El pacto es un verdadero cierre de filas para imponer aceleradamente las llamadas reformas estructurales. Y tendrá su correlato en el terreno represivo. El perredismo, allí donde gobierne, actuará con mano dura contra los movimientos de protesta, como la resistencia magisterial que en el año 2013 dijo "¡Presente!" en la capital del país.
El gobierno se mostraba como una aplanadora. Entonces podía aventurarse que, con el respaldo del Pacto por México y de la Casa Blanca, el sexenio estaría marcado por la fortaleza gubernamental. En febrero de 2014, la prestigiosa revista Time publicaba en portada una foto de Enrique Peña Nieto con el titulo “Saving México”. Un año después, a pesar de la imposición acelerada de las reformas, había cambiado el panorama. La administración priista iniciaba el camino descendente que parece culminar este domingo.

2014: una crisis profunda

El punto de inflexión fue el 26 de septiembre de ese año. La masacre de Iguala y la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, despertaron un movimiento masivo que tomó las calles en la capital y otras ciudades del país. Cientos de miles al grito de “¡Fue el Estado!” señalaban no sólo al gobierno priista, sino también a la oposición de centroderecha (el Partido Acción Nacional) y al PRD, que gobernaba tanto Guerrero como el municipio donde se perpetraron las desapariciones.
Ayotzinapa fue la culminación de un largo historial de atropellos a manos de las instituciones y principales partidos del régimen político mexicano. Allí están las imágenes de los helicópteros en Oaxaca del 2006 disparando balas de plomo contra los manifestantes; los cientos de miles de asesinados y desaparecidos en fosas comunes bajo el manto de la llamada narcoguerra; allí están el desprecio de los políticos patronales ante las condiciones de vida de millones.
Si en las históricas movilizaciones del 2014 hubo miles que despertaron a la vida política, hubo muchos otros que ya tenían en su haber la participación previa en las luchas magisteriales, el #Yosoy132 o el movimiento contra la militarización del 2011.
Lo cierto es que en ese momento se abrió una brecha. Un cisma entre los partidos tradicionales y el pueblo trabajador, donde creció el descontento y la desconfianza con aquellos, y donde se generó una politización de masas. Si eso no se puede entender nada del México actual ni el proceso electoral.
La asunción de Donald Trump en la Casa Blanca abrió un nuevo momento que acrecentó las tendencias a la crisis orgánica abierta a partir de Ayotzinapa, poniendo en cuestión el mecanismo fundamental de la “gran empresa” neoliberal, el Tratado de Libre Comercio, pilar en que se asentó no sólo el gobierno de Peña Nieto, sino también las administraciones previas. A esto se suma la ofensiva xenófoba y reaccionaria de Trump contra los migrantes, que despierta un gran descontento a ambos lados de la frontera. En los últimos 20 años, nunca se vio que estuviera en discusión, de esta forma, la relación con los Estados Unidos. Un gran interrogante, y a la vez “broche de oro” para el mandato de Peña Nieto, que será heredado por el próximo gobierno.

Crisis y lucha de clases

Si el gobierno de Peña Nieto se mantuvo después de septiembre de 2014, no fue debido a una gran legitimidad. Durante los años siguientes, arrastró una baja popularidad que no superó nunca el 20% y se convirtió en una losa que aplastó a su candidato Jose Antonio Meade, quien nunca remontó en las encuestas. Partidos como el PRD nunca recobraron su lugar de oposición de “izquierda” y sobre su agonía emergió otra fuerza política, el Morena, de Andrés Manuel Lopez Obrador.
La explicación hay que buscarla en la política que llevaron adelante las direcciones de las principales organizaciones obreras y de masas, que evitaron que la movilización se generalizara, incorporando a los grandes sindicatos, y adoptase una política independiente para aprovechar esta situación. Ocasiones no faltaron: desde el movimiento por Ayotzinapa, la lucha magisterial o las movilizaciones contra el gasolinazo, así como innumerables luchas y protestas parciales en el movimiento obrero y la juventud. Entonces, aunque la crisis abrió y potenció esa posibilidad, lo que operó fue la pasivización del descontento social; el corolario fue llevarlo tras la ilusión en esperar el cambio por la vía electoral, este 1 de julio.
De esta forma, en el fin de sexenio, la crisis del PRI (a la cual nos referimos aquí) y la deslegitimación de los demás partidos de oposición terminó siendo capitalizada por Lopez Obrador. Millones abandonaron a los “viejos” partidos; el meteórico ascenso en las encuestas de Morena fue precedido por su crecimiento electoral desde el 2015.
Pero si el ascenso de la estrella lopezobradorista expresa la profundidad de la crisis orgánica y la búsqueda de alternativas en amplios sectores a los partidos tradicionales, no hay que dejar de lado que es también el intento por contener las profundas contradicciones sociales que se incuban y evitar el desarrollo de la lucha de clases. Testimonio de ello es su retórica de “gobernar para ricos y pobres” y de “realizar una transformación pacífica”, esto en un país castigado por la opresión imperialista y cruzado por un profundo hartazgo. El discurso en extremo moderado de AMLO buscó tranquilizar y convencer al empresariado que no afectará sus negocios, el cual finalmente pareció aceptar la posibilidad de su gobierno.
Este 1 de julio no solo marcará el fin del sexenio peñanietista, cruzado por el descrédito y la crisis del PRI, en un proceso electoral que es el más violento de la historia moderna en el país. Abrirá, en un panorama convulso y cruzado por múltiples interrogantes, nuevos escenarios políticos y sociales. Quienes participamos en este proceso electoral con una política alternativa -expresada en el impulso de una candidatura anticapitalista encabezada por dos trabajadoras, Sulem Estrada y Miriam Hernández - sabemos que en los mismos estará planteado el desafío de construir una alternativa socialista, antiimperialista y revolucionaria. Y que la misma tendrá como bandera fundamental la lucha por la independencia política y organizativa del movimiento obrero y popular, respecto al nuevo gobierno y a los distintos partidos al servicio de los empresarios.

Pablo Oprinari
Ciudad de México / @POprinari

El imperio del capital



La escasez de capital genera pobreza económica y falta de crecimiento, pero un exceso del mismo también crea problemas. Principalmente, se suelen crear burbujas financieras. ¿Cuándo podemos considerar que hay exceso de capital? Cuando los ahorros generados por una economía son mayores que las oportunidades de inversión.
El capital es necesario para invertir y poder seguir creciendo. El problema viene cuando las posibilidades de inversión son menores debido a un bajo crecimiento, como ocurre actualmente. La economía digital está produciendo un mayor crecimiento del PIB, pero esta industria no es intensiva en capital, por lo que estamos en la situación en la que los ahorros producidos son mayores que las oportunidades de inversión.
El capital acumulado puede ser principalmente de tres tipos: capital inmobiliario, acciones de empresas y activos líquidos.
No debería extrañarnos que en una situación de exceso de capital una de las principales consecuencias pueda ser una burbuja inmobiliaria. Esto es lo que ocurrió a nivel mundial en la década anterior. Las inversiones inmobiliarias no eran productivas sino especulativas. El precio de los activos inmobiliarios finalmente cayó, y se produjo una gran crisis que se tradujo en la Gran Recesión.
Las acciones también sufrieron una burbuja. De nuevo lo importante no era los rendimientos de las acciones o los fundamentales de las empresas, sino conseguir un beneficio a través de la especulación. La bolsa también sufrió una caída espectacular.
Además, el exceso de capital también genera un gran aumento de la deuda global. Hoy en día se dice que las economías tienen el récord histórico de endeudamiento, ya sea a través de deuda pública o privada. Pero todo el que debe le debe a alguien: el saldo neto de la deuda global es siempre 0, al sumar deudores con acreedores. Un aumento de la deuda tiene que ser debida necesariamente a un aumento de capital.
Otra prueba de la existencia de este exceso de capital podemos verla en los bajos tipos de interés actuales. Además de la obvia influencia de los bancos centrales, el tipo de interés también se rige por la oferta y la demanda de capital. Tipos bajos significan una mayor oferta de capital frente a la demanda.
Cuando existe este exceso de capital, los que toman las decisiones de inversión tienen problemas. ¿En que invertir? Las opciones disminuyen. Por eso es importante que se abran nuevas vías de inversión. Por ejemplo, es bastante útil que haya países ávidos de endeudarse a través de la deuda pública. Países que abran las puertas a inversiones masivas en el sector inmobiliario (como ocurre actualmente). Países que privaticen sus mayores empresas. Países que no pongan pegas al dinero venido de paraísos fiscales. Ciudadanos dispuestos a endeudarse con préstamos al consumo o de otro tipo. Empresas que se endeuden sin que haya proyectos de inversión sensatos. En definitiva, condiciones que hagan que ese exceso de capital encuentre dónde ser invertido.
Ese exceso de capital se debe reducir hasta el nivel en que cumpla su función, que es invertir productivamente y hacer que las economías crezcan. Para hacerlo, la herramienta más eficaz es la de los impuestos sobre el capital internacional.
Hoy en día el capital se canaliza a través de complejas estructuras societarias, con la ayuda de los paraísos fiscales, para evitar los impuestos. Los estados modernos pueden decidir qué nivel de impuestos quieren, pero para que éstos sean eficaces deben desarrollar sistemas fiscales complejos a la altura de las estructuras de capitales a las que se enfrentan. Para ello, entre otras cosas, es fundamental la cooperación internacional y la globalización de los sistemas fiscales.
El equilibrio es fundamental en las economías y unos impuestos justos y eficaces al capital conseguirían que el capital no generase movimientos especulativos perniciosos, además, también, de conseguir una mejor redistribución de la riqueza.

Francisco José Bustos Serrano

Russia Today: la propaganda del otro

Como reacciona Occidente ante la información del adversario cuando este rompe su monopolio

Fue a finales de los noventa en Moscú. Solía visitar a un ex muy alto cargo analista del antiguo KGB de la URSS, el cerebro pensante de la acción exterior, un hombre culto, inteligente y con mucho mundo ya completamente apartado de toda función oficial. La URSS llevaba años enterrada y era el tipo de fuente que, si lograbas ganarte su confianza, valía un potosí. Naturalmente, el acuerdo no era contármelo todo, pero sí, responder directamente a mis preguntas. Lo que no se podía contar, no se contaba. Así llegamos a una relación de confianza.
Fue aquel teniente general jubilado, cuya casa tenía videovigilancia, una rareza entonces, quien, entre otras cosas, me contó con bastante detalle los defectos de las alianzas mundiales de Moscú en la guerra fría, el despilfarro de unos medios que eran muy limitados y que si se hubieran concentrado en ciertos países habrían rendido mucho más. Entre sus observaciones críticas sobre la propaganda recuerdo la siguiente: Moscú podría haber creado una red de medios mucho más eficaz que la oxidada red de las agencias Tass y Nóvostí, las revistas en idiomas extranjeros como Tiempos Nuevos o Novedades de Moscú o el servicio internacional de Radio Moscú, todos muy mediatizados por el KGB y cuyas relaciones internas darían para escribir miles de folletines alguno de ellos completamente kafkiano.
“Habría bastado”, decía el exjefe analista, “con copiar a nuestros adversarios: crear un canal que diera voz a todos los disidentes del mundo occidental”. Los adversarios disponían de tal red. En realidad una red de redes que se llamaba Voz de América, Radio Liberty, Radio France International (RFI), Deutsche Welle, BBC, etc. La mayoría de ellas tenía programas en ruso y ucraniano, y algunas en casi todas las lenguas importantes de las diversas nacionalidades de la URSS (y había muchas lenguas en la URSS!). Los disidentes soviéticos, fuera en Lituania, San Petersburgo, Tbilisi o Moscú, se expresaban a través de aquellos medios, que difundían sus papeles y noticias. Millones de ciudadanos soviéticos escuchaban aquellas “voces”; ese era el eufemismo con el que la prensa oficial se refería a veces a aquella red, eficaz, profesional, bien pagada. Pues bien, muchos años después, ya con Putin y concluida oficialmente desde hacía quince años la guerra fría, Moscú creó un aparato similar.
Fue en 2005. Entre tanto el ex gran jefe analista volvió a servir a la patria. Quizá fue su vieja idea, quizá estaba en el aire, pero con el canal Russia Today (RT), Moscú hizo las cosas bien.

Una propaganda alternativa

Desde entonces el canal y las agencias internacionales no han hecho más que crecer. El presupuesto de RT es de unos 300 millones de dólares. Contrataron a competentes profesionales extranjeros y se han consolidado como un formidable medio de comunicación global en muchas lenguas. Naturalmente, la hegemonía informativa occidental es aplastante y naturalmente RT defiende intereses rusos, pero su mera existencia contribuye al pluralismo. Quiero decir al pluralismo realmente existente, que especialmente en materia de medios de televisión es un pluralismo de propagandas, algo que está muy lejos de ser ideal, pero que es mucho mejor que el monopolio que sufrimos durante la primera guerra de Irak (CNN) o la inducida disolución bélica de Yugoslavia (CNN+BBC, etc.).
La red propagandística occidental sigue siendo la principal, pero el mundo emergente multipolar ya tiene sus aparatos alternativos: los canales del Golfo, la china CCTV (también en varios idiomas), RT, Tele Sur, y otras.
En el pulso Rusia-Occidente la desproporción de medios salta a la vista. RT no forma parte de una inexistente red de los emergente. Frente a sus 300 millones, la Deutsche Welle dispone de un presupuesto de 350 millones, RFI 380 millones, la BBC 524 millones y el complejo americano mucho más. Y todos esos medios actúan al unísono en cuanto a la difamación de Rusia se refiere. Pese a todo, RT se ha convertido en un adversario de peso.
Su canal en inglés, por ejemplo, se parece mucho a un medio alternativo: ahí es donde el ciudadano americano puede enterarse de muchas noticias relevantes que sus medios no dan. Aunque la idiosincrasia del régimen ruso sea bien de derechas, una versión nacional-eslava de eso que calificamos como espíritu neocon, su posición en el mundo redunda en un posicionamiento mucho más liberal (partidario de la diplomacia y del multilateralismo) y crítico con el belicismo realmente existente (que es occidental) en cuestiones internacionales. El resultado es interesante. Por eso, pese a la modestia de sus medios, esta competencia se ha hecho muy incordiante en occidente, cuyas potencias no soportan que el adversario les responda, aunque sea modestamente, con su propia moneda.

Atando corto al incordio

Todos ustedes conocen las denuncias por atropello a la libertad de información que se producen en Rusia, pero seguramente desconocen que los periodistas y colaboradores de RT trabajan en Estados Unidos en unas condiciones muy parecidas a las que los periodistas occidentales estábamos sujetos en la URSS. En Estados Unidos el canal ruso se ha tenido que registrar como “agente extranjero” (igual que algunas ONG financiadas por dinero occidental en Rusia) y están obligados a trabajar con esa etiqueta. Los periodistas deben enviar copias de su trabajo a las autoridades en un plazo de 48 horas y sus movimientos están estrictamente supervisados. Por supuesto, empresas privadas como Google y Twitter, estrechas colaboradoras de la NSA como se ha demostrado, discriminan al canal ruso todo lo que pueden. En el parlamento británico se han escuchado voces de diputados para “clausurar” RT. En Alemania, con el complejo mediático más uniforme y retrógrado de Europa occidental, la campaña antirrusa ha batido todos los récords y con ella la demonización de los medios rusos. El Parlamento europeo ha aprobado resoluciones discriminatorias contra los medios de comunicación rusos. Twitter y Facebook ya han cerrado las cuentas de portales rusos como USAReally.com, donde pueden leerse informes tan sorprendentes como el de que uno de cada cuatro americanos apoyaría la secesión pacífica de su estado de los Estados Unidos… Y en el este de Europa las cosas son aún más rudas: una periodista de RT, Paula Slier, acaba de ser expulsada de Ucrania y su entrada en el país vetada por cinco años, al acudir a un certamen de la OSCE sobre libertad de información organizado en Kiev. En Estonia, el periodista y exdiputado italiano Giulietto Chiesa, habitual colaborador de RT, fue también expulsado cuando acudió a una conferencia. Son solo algunos ejemplos recientes entre muchos otros.
Los procedimientos que Occidente utiliza para remediar que los rusos hayan logrado establecer cierta competencia con el antiguo monopolio informativo occidental, son claros atentados a la libertad de información y bastante reveladores de hacia donde soplan los vientos en nuestras democracias. En cualquier caso, gracias al pluralismo de propagandas es mucho más fácil orientarse en los actuales conflictos que sacuden nuestro agitado mundo.

Rafael Poch
Ctxt

Muy lejos de la “pobreza cero”: uno de cada tres niños se alimenta en comedores



Un estudio de la UCA que se conoció este jueves indica que el 48,1% de los niños y niñas vive en condiciones de pobreza. Además, más de un 10 % está en la indigencia.

Mauricio Macri repitió en múltiples ocasiones que su gestión como presidente debería evaluarse en función de si había logrado reducir la pobreza. Si hay que atenerse a sus palabras, está muy lejos de haber aprobado o, siquiera, regularizado.
Este jueves se conoció un nuevo informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina, que funciona con la UCA. El mismo fue presentado bajo el título "(In)equidades en el ejercicio de los derechos de niñas y niños. Derechos humanos y sociales en el período 2010-2017”.
Las cifras dadas a conocer son alarmantes y brutales. Ilustran una situación en la que casi la mitad de los niños y niñas del país se encuentran en situación de pobreza. El número que registra el informe marca el porcentaje de 48,1 % del total. La miseria alcanza al 10,2 %, medido en términos de ingresos de sus familias.
Lo duro de la realidad no se detiene allí. El mismo informe -que se presentó por la tarde- muestra que el 33,8 % de los niños desayuna, almuerza y merienda en comedores escolares o en aquellos que pertenecen a organizaciones barriales. La cifra, según los investigadores, implica un alza del 8 % en el último año.
El informe da cuenta además de que un 18% de los niños en hogares tuvieron que disminuir sus consumos alimentarios. Además, el hacinamiento en las condiciones de vivienda alcanza al 22,5 %.
En la presentación que se realizó este jueves por la tarde, la investigadora Ianina Tuñón también indicó que “la mitad de las infancias acceden a la salud a través de los hospitales públicos”. En ese marco, un dato que ilustra la situación, es que la probabilidad de no consultar un médico se triplica en los estratos pobres.
El informe también indica que “los niños pobres tienen 6 veces más probabilidades de no tener libros en su casa y 11 veces más probabilidades de que no se festeje su cumpleaños”.

Ajuste con consecuencias

Los números que presenta el Observatorio de la Deuda Social Argentina aunque causan impacto no deberían sorprender. Los últimos meses han venido significando un ajuste sobre las condiciones de vida del pueblo trabajador.
La crisis cambiaria que se inició en mayo vino a acelerar un proceso inflacionario que se venía desarrollando y que, claramente, superaba las metas anunciadas por el mismo oficialismo.
La devaluación del dólar empujó una devaluación que ha venido trasladándose a los precios de manera creciente. Eso significa permanente golpes al nivel de vida de las amplias mayorías populares.
El acuerdo con el FMI que ha realizado el gobierno nacional empujará aún más ese camino de ajuste. Es preciso enfrentar esa perspectiva para evitar un mayor hundimiento de las condiciones de vida de la población trabajadora.

La Izquierda Diario

jueves, junio 28, 2018

¿Qué fue el levantamiento de Stonewall?



Este 28 de junio tenemos que volver a ganar las calles en la tercera marcha contra los travesticidios. Porque aunque tengamos Ley de Identidad y matrimonio igualitario, la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida.

Elecciones presidenciales en Colombia: ¿Qué significa la victoria del reaccionario Iván Duque?



La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, el 17 de junio, dio la victoria al candidato reaccionario de derecha, Iván Duque (respaldado entre bastidores por el ex presidente Álvaro Uribe), que recibió el 54% de los votos (10 millones). Sin embargo, fue la primera vez en la historia que un candidato atacado por la clase dominante como un peligroso "comunista", Gustavo Petro, llegó a la segunda vuelta y recibió un muy respetable 42% (8 millones de votos).
La campaña estuvo extremadamente polarizada y provocó un alto nivel de interés político entre la población.
El antecedente inmediato de estas elecciones fue la firma de un acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC en 2016, acuerdo que fue derrotado en un referéndum celebrado en octubre de ese año y que finalmente fue firmado en forma enmendada. El referéndum demostró la fuerza de la oligarquía colombiana, que fue capaz de movilizar a grandes capas de la población contra el acuerdo de paz. Esto lo hizo a través de una combinación de intimidación, compra de votos, clientelismo, una campaña histérica en los medios de comunicación, etc. El equipo de campaña de Iván Duque, candidato de la parte más reaccionaria de la clase dominante colombiana, estaba ligado al paramilitarismo y al narcotráfico, así como a los intereses de los grandes ganaderos.
En la primera vuelta de las elecciones del 27 de mayo surgieron dos candidatos claros: Duque con el 39% y Petro con el 25%. El mal resultado para Vargas Llera (7%), el candidato respaldado por el actual presidente Juan Manuel Santos, mostró cómo toda la derecha se reunía detrás de Iván Duque para impedir la victoria de Gustavo Petro. Por lo tanto, el "enorme éxito" de Santos en lograr un acuerdo de paz con las FARC no se tradujo en las urnas.
Además de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta, el único candidato que tuvo un voto significativo fue el "centrista" Sergio Fajardo, con el 23% de los votos, que era el candidato de una fracción local de la clase dominante con sede en la región de Antioquia (el Grupo Empresarial de Antioquia). Cabe mencionar que el MOIR maoísta apoyó a Fajardo en la primera vuelta y luego (igual de escandaloso) pidió un voto en blanco en la segunda vuelta.

Intranquilidad en la clase dominante

El programa de Petro no era realmente de izquierda en ningún sentido significativo del término, pero logró generar entusiasmo y esperanza entre importantes capas de trabajadores y campesinos, así como odio y pánico entre la clase dominante. Lo que Petro representaba era modernizar el capitalismo colombiano, a través de un suave programa de reforma agraria y de "diversificar" la economía, alejándola de un modelo basado en la explotación de la minería y el petróleo. Estas propuestas económicas (que no iban más allá de los límites del capitalismo) se combinaron con una serie de reformas democráticas, resumidas en la idea de convocar una Asamblea Constituyente.
La campaña contra él lo pintó como un radical peligroso y utilizó todos los temas clásicos de la histeria anticomunista. Su anterior pertenencia a la organización guerrillera M19 fue utilizada en su contra y se lanzó una campaña de propaganda masiva para promover la idea de que era un representante del "Castro-Chavismo", de la "violencia guerrillera" y que si era elegido "se embarcaría en una ola de expropiaciones al estilo de Chávez", lo que hundiría al país en una terrible crisis "como en Venezuela". Esta campaña de miedo ciertamente tuvo un impacto.
La única manera de contrarrestar tal campaña habría sido darle la espalda a la oligarquía y explicar claramente que el capitalismo es el responsable de la pobreza, la violencia y la desigualdad de la sociedad colombiana y que la única manera de avanzar es poniendo la enorme riqueza del país al servicio de la mayoría.
Venezuela, por supuesto, jugó un papel importante a lo largo de la campaña y la clase dominante aprovechó plenamente la desastrosa crisis económica del país vecino para atacar a Petro. Para contrarrestar esto, habría sido necesario explicar que no es el socialismo lo que ha fracasado en Venezuela, sino los intentos de regular el capitalismo.

El giro a la derecha de Petro

En cambio, Petro dio un giro brusco a la derecha en la segunda ronda, moderando su lenguaje e incluso abandonando algunas de sus promesas clave de la primera ronda. Presentó sus "mandamientos de campaña" grabados en un pedazo de piedra. Las dos primeras fueron ¡"no a las expropiaciones" y "no a la asamblea constituyente"! Esto entró en contradicción directa con su principal promesa electoral de reforma agraria (que implicaría la expropiación de tierras de los propietarios que se negaban a hacerlas productivas).
Además, se distanció de Maduro y de la Revolución Bolivariana, pero no con críticas de izquierda, sino con críticas de derecha.
Su intención era clara: apaciguar a la clase dominante y tratar de contrarrestar su campaña de demonización, así como apelar a quienes habían votado a Fajardo en la primera vuelta. Esto, por supuesto, no funcionó. La única manera en que pudo galvanizar apoyo para sí en la primera vuelta fue precisamente porque apareció como un candidato radical que estaba dispuesto a llevar a cabo un cambio fundamental. Aquellos que querían votar por un candidato "razonable y moderado" siempre iban a votar por su rival Duque. Podría haber incrementado su voto radicalizando aún más su mensaje y apelando a las capas de la clase obrera, los campesinos y los pobres que no participaron en las elecciones (la abstención fue de casi el 46% en la segunda vuelta).
La campaña podría compararse con la de 2006, cuando la clase dominante colombiana dejó de lado sus diferencias y apoyó a un candidato, Uribe, por temor a permitir que ganara el PDA "centroizquierdista". La comparación revela cuán diferente es la situación actual. En ese momento Uribe logró ganar con el 62% de los votos en la primera vuelta con una participación del 45%. El candidato del Polo Democrático y Alternativo, Gaviria, apenas obtuvo el 22%. Era la época del Plan Colombia, que significó una inyección masiva de dinero por parte del imperialismo norteamericano, y fue en el punto álgido del conflicto con las FARC. Esos dos factores ya no existen.

Un resultado significativo para Colombia

Los 8 millones de votos para Petro son de hecho muy significativos en el contexto de Colombia. Revelan cómo la salida de las FARC de la escena ha sido un factor positivo desde el punto de vista de la política de izquierda. El resultado es también un reflejo, aunque distorsionado, del creciente proceso de movilización de masas que ha tenido lugar bajo la presidencia de Santos, con importantes movimientos de estudiantes, trabajadores y campesinos.
Muchos de los que se entusiasmaron con la posibilidad de que Petro ganara se decepcionarán, por supuesto. Sin embargo, esto no es una derrota aplastante. Los resultados fueron sin duda los mejores recibidos por cualquier candidato considerado de "izquierda" en décadas. El resultado de las elecciones no tendrá un efecto desmoralizador en el proceso de lucha que está teniendo lugar. Es probable que tenga el efecto contrario, de envalentonar y fomentar el movimiento. Esto será visto como un primer paso, no como el último.
Ivan Duque en el poder es ciertamente una mala noticia para los trabajadores de Colombia. Incluso bajo Santos, que estaba comprometido con el proceso de paz, hubo una serie de asesinatos de líderes sociales (campesinos, defensores de derechos humanos, sindicalistas), incluyendo a muchos ex guerrilleros, en clara violación de los acuerdos. Esto se intensificará. Duque, un opositor de los acuerdos, hizo campaña sobre la base de enmendar ciertos aspectos de los mismos, pero no los rompió completamente. Sin embargo, sin duda llevará a cabo una política de ataques contra los trabajadores y campesinos, recortes en el gasto público y una continua impunidad para el Estado y las bandas paramilitares.
Habiendo visto el camino hacia el cambio fundamental bloqueado en el campo electoral, los trabajadores, campesinos y jóvenes no tendrán otra alternativa que enfrentarse a estas políticas en las calles a través de la movilización de masas y huelgas.

No hay futuro bajo el capitalismo

Una tarea clave es hacer un balance serio de la campaña de Petro y de su programa. He aquí un político cuyo objetivo declarado era modernizar el capitalismo colombiano, no derrocarlo. Y aún así, su programa creó pánico entre la clase dominante y provocó una reacción histérica "anticomunista".
Hay que sacar una conclusión: no es posible modernizar Colombia bajo el capitalismo. La única manera de llevar a cabo las tareas democrático-nacionales pendientes (incluida la reforma agraria) es por medios revolucionarios y vinculándolas con las tareas socialistas de expropiación de la podrida y viciosa oligarquía colombiana, cuyas manos están empapadas de sangre. Al mismo tiempo, la perspectiva de la revolución en Colombia está íntimamente ligada al proceso revolucionario en toda América Latina.
La tarea de reunir las fuerzas iniciales de una tendencia marxista revolucionaria basada en esta perspectiva de revolución permanente, es hoy más urgente que nunca.

Jorge Martín y María Julia Espinosa (CMI)

La situación política después del paro



El masivo paro general ha sido un principio de intervención colectiva de los trabajadores en la crisis política nacional. Después de la corrida cambiaria, del rodrigazo oficial y de la crisis de gabinete, la clase obrera apareció como un factor propio en el escenario político, aún con los límites brutales que le impuso al paro una burocracia sindical que colabora con el gobierno antiobrero desde su misma asunción. Estas mismas razones explican la militancia activa de la gran patronal contra el paro. La burguesía acumula distintos agravios contra el gobierno, pero le teme como a la peste a una irrupción de la clase obrera en medio del desbarranque oficial.

El paro y el pejota

Los diarios destacaron el “significativo silencio” (El Cronista, 26/6) frente al paro de la oposición pejotista, desde Insfrán a Urtubey pasando por Massa y Cristina. Este “bajo perfil” tuvo su expresión en las diferentes expresiones sindicales del peronismo. El triunvirato cegetista se limitó a informar del “cumplimiento de la medida”, sin anunciar continuidad alguna. Los dirigentes sindicales kirchneristas, a su turno, actuaron a la rastra de la CGT. Mientras ello ocurría, el pejotismo parlamentario anunciaba el inicio de negociaciones con el gobierno respecto del presupuesto 2019, a sabiendas de que se trata –ni más ni menos- que del puño y la letra del Fondo Monetario Internacional. A cambio de la preservación de algunas obras públicas, el pejotismo provincial y parlamentario está dispuesto a un consenso presupuestario que implicará, entre otras agresiones, llevar hasta el final la política de tarifazos, despidos masivos de empleados públicos precarizados, la licuación del salario de docentes y estatales y el remate del Fondo de garantía del Anses.
Pero en torno de esta negociación, se teje una trama que excede al propio presupuesto: la gran burguesía sabe que el plan fondomonetarista puede terminar con las pretensiones reeleccionistas de Macri, y comienza a debatir una “transición ordenada” a manos de quienes aseguraron su gobernabilidad en estos dos años y medio. El kirchnerismo, por su parte, aspira a una gran interna con estos gestores del ajuste, del cual es partícipe su propio gobierno en Santa Cruz.

“Emergente” sumergido

La pretendida “transición”, sin embargo, tendrá que atravesar primero por las contradicciones que deja el derrumbe económico de la gestión macrista, de un lado, y la aceleración de la crisis mundial, del otro. El gobierno celebró la declaración de Argentina como “mercado emergente”, un ‘diploma’ que sólo comenzará a regir en un año y cuya vigencia depende de que el ingreso y salida de capitales del país continúe sin traba alguna. Sólo bajo esa condición –la de fugar capitales “libremente”- los fondos especulativos podrían seguir lucrando con la bancarrota argentina. Pero esa euforia “emergente” se evaporó rápido: las acciones de las empresas locales volvieron a caer en la plaza local y en Wall Street. Por una parte, bajo el agravamiento de la guerra comercial internacional, y sus consecuencias sobre las exportaciones y las monedas de los supuestos “emergentes”. Por la otra, es significativo que la caída bursátil se encuentre encabezada por las empresas energéticas, o sea, las beneficiarias de los tarifazos que el gobierno, después de la megadevaluación, negocia postergar en el tiempo, temeroso de sus consecuencias sociales explosivas. En este cuadro, se ha desatado una guerra sorda entre productoras y distribuidoras de energía, de un lado, y de todas ellas con el gobierno, del otro, respecto de quién paga los platos rotos del plan oficial de tarifas dolarizadas. En otro plano, la desorganización económica generada por la megadevaluación ha agravado la recesión industrial. El gobierno busca defender el apoyo de la gran burguesía prometiendo sostener el peso devaluado y, principalmente, reforzando una línea de agresión contra la clase obrera. Pero el peso de la crisis capitalista –en el plano local y mundial- se despliega con toda su fuerza.

Perspectivas

A la hora de trazar un rumbo contra el plan de guerra oficial, es necesario que partamos de esta caracterización de conjunto. Enfrentamos a un gobierno fracasado, cuya política de rescate del Estado y de la gran burguesía ha acentuado la bancarrota nacional. Lejos de aportar a una estabilización, el acuerdo con el FMI es un factor de choques con su propia base social empresarial y, desde luego, de acentuación de todos los antagonismos con las masas. El paro general de este lunes expresa el progreso de esta crisis política.
A pesar del férreo trabajo de contención de la burocracia sindical, que saludó al paro del lunes como un “desahogo”, para los millones que pararon la jornada del lunes dejó planteada la cuestión de su continuidad.
En el escenario del paro se desplegaron más de 50 piquetes en todo el país, organizados por el sindicalismo clasista y la izquierda. En los piquetes del clasismo, flameó también la bandera de lucha por el aborto legal, que protagonizó un nuevo pañuelazo, ahora, contra las maniobras dilatorias que encabeza la clerical Michetti en el Senado.
Hay que llevar ahora las conclusiones del plenario del 23 y del gran paro del 25 a las grandes organizaciones obreras, para ponerlas de pie frente a la ofensiva capitalista y, en esa lucha, recuperarlas para una nueva dirección fundada en la independencia política del Estado y los partidos patronales. La batalla por un paro activo nacional de 36 horas, por un plan de lucha y la preparación de la huelga general para derrotar al plan de Macri y el FMI está completamente enlazada a la tarea de colocar a la clase obrera como protagonista de la crisis nacional, y para que pueda imprimirle a esa crisis su propia salida.

Marcelo Ramal

Un paro enorme

Se abre la disputa por su continuidad

Macri esperaba hacer pasar la Reforma Laboral mientras mirábamos los partidos del Mundial. En su lugar, se produjo el mayor paro general durante su gobierno. Como tal, implica un pronunciamiento político de masas contra el gobierno, su política y las consecuencias sobre los trabajadores. Es una expresión de la crisis política.
Las grandes capitales del país, sin excepción, estuvieron completamente paradas, la huelga se sintió desde Salta hasta Santa Cruz y, aún en su carácter dominguero y desmovilizador explícito por parte de la CGT y las CTAs, hubo movilizaciones importantes en provincias como Mendoza y Chubut, donde el pejotista Arcioni está apelando a la represión para descargar el default de la provincia sobre los estatales y docentes.
El clasismo y la izquierda del movimiento obrero, por nuestra parte, desplegamos piquetes y actos en todas las provincias y ciudades importantes que tuvieron su corolario en el importante acto obrero en el Obelisco, todo lo cual fue previamente votado en el Plenario de Lanús. En Córdoba, el Sindicato de Luz y Fuerza en lucha por el convenio, se movilizó en conjunto con el clasismo hacia el acto final en el Patio Olmos. Los piquetes fueron la expresión política más destacada de la jornada y colocaron al clasismo como candidato a la nueva dirección del movimiento que empuja desde abajo, como lo marcó Alejandro Crespo desde el Obelisco.
Esta valoración importa, más aún cuando la burguesía tensó cuerdas para quebrar el paro fábrica por fábrica, en todos los gremios industriales especialmente. Eso se sintió en los ingenios de Tucumán, Salta y Jujuy, que trabajaron, golpeados por una larga política de desgaste y derrota de sus sindicatos. Lo mismo en sectores del gremio gráfico, la Alimentación o la UOM, donde la política de desorganización sindical a nivel de cada fábrica, debilitó la medida frente a los aprietes patronales: amenazas de despidos, pérdida de premios, emplazamiento de remises, etc.
En contraste, la gran industria paró letalmente, por caso Siderca, Aluar, Acindar, Arcor, Ford, VW, Kraft, todas las plantas del neumático o automotrices cordobesas. El activismo clasista fue fundamental en el accionar fabril para garantizar la medida y asentarla en procesos previos de asambleas y debate en las secciones. La propia preparación del gran plenario de Lanús fue un factor de organización del paro, superando a la burocracia sindical.
Aunque todos los analistas de la burguesía valoraron la importancia del paro “desde la contención”, la UIA, la banca, el capital agrario y todas las asociaciones patronales jugaron contra él, incluida la CAME. Preparan sus baterías antiobreras para hacer pasar el plan de guerra que entra en la nueva fase FMI.

La lucha política

El Triunvirato busca una nueva vida, pensando en la elección del 22 de agosto de la conducción de la CGT. De ninguna manera pretende llevar el paro a una continuidad que pueda enfrentar y derrotar a un Macri debilitado, entregado a un plan del FMI que avanza a los tumbos y que es repudiado en masa por la base obrera.
Vuelven a dejar la iniciativa en manos del gobierno que convoca “reuniones sectoriales” para trenzar prebendas. Mientras tanto, busca administrar el desfasaje de las paritarias, manteniendo mano de hierro en el Estado y explotando la recesión para aminorar los porcentajes adicionales en el sector privado, y hacer pasar los despidos en uno y otro ámbito.
El moyanismo y Yasky, -así como la centroizquierda degennarista- fueron absorbidos por el paro dominguero. Desaparecieron políticamente de esta gran jornada al adaptarse por completo a la desmovilización. Moyano y Palazzo también jugaron a la interna de la CGT, con una política conservadora y de adaptación muy profunda: Moyano firmó la paritaria del 23% (el acta no establece acumulación de las cuotas), sin bono ni cláusula gatillo, lo cual fue saludado por toda la burguesía. El descomunal paro camionero fue dilapidado, como en su momento ocurrió con los paros bancarios por parte de Palazzo. El “hay 2019”, juega fuerte su papel derrotista de política de administración de la protesta en función de la interna del PJ.
El degennarismo se adaptó también al planteamiento de contención del Vaticano, que jugó fuerte con el Episcopado en la Marcha Federal y en este paro, al igual que las organizaciones sociales de San Cayetano.
En este escenario, se aprecia el valor de Lanús. O sea, la emergencia de un bloque de independencia política de los trabajadores frente a las variantes sindicales articuladas con el PJ, el kirchnerismo y la Iglesia. Lanús desplegó un programa, estableció una trama con las principales luchas del movimiento obrero, ofreció un método para las que vienen y planteó la perspectiva de un verdadero paro activo, ahora expresado en el reclamo de las 36 horas con movilización a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país.

Los ejes para la continuidad

La ocupación y huelga de Télam desatadas a horas del paro, ante 300 despidos, son un botón de muestra del escenario que se avecina, así como la represión en Chubut a docentes y estatales movilizados contra la “antiparitaria” de Arcioni.
Desde Lanús, lanzamos un programa planteando ocupar las fábricas que cierran o despiden masivamente. Será un eje inmediato, con el Turbio, que fue partícipe del Plenario, con Télam y todas las luchas de la etapa. La asamblea de la TV Pública, convocada por el Sipreba, ha votado el paro y movilización a Télam. La inmediata solidaridad frente a la represión a los trabajadores chubutenses, también votada en Lanús.
Al mismo tiempo, la campaña por la reapertura de las paritarias es fundamental. Lanús tiene en el Sutna la nave insignia: su asamblea general ha votado el reclamo del 30% con cláusula de actualización, un programa a extender en todo el movimiento obrero. El sindicalismo docente estará envuelto en el debate del no inicio (así lo impulsa AGD en docentes universitarios), en paritarias aún abiertas, o que cerraron bajas o con decretos provinciales.
La batalla por mandatos de asambleas y paritarios electos por los trabajadores se inscribe en la política que la Coordinadora Sindical Clasista ha defendido en Lanús: un Congreso de la CGT, la CTA y todo el movimiento obrero para debatir el plan de lucha y el programa obrero de salida a la crisis.
Lanús resolvió movilizar con todo a los sindicatos por el aborto legal, que ya tiene fecha en el Senado el 8 de agosto. Otro eje que nos distingue de la burocracia sindical de todos los colores, atada a la presión clerical. Una victoria en este plano reforzará toda la lucha de los explotados.
Hemos sido acusados de desestabilizadores por nuestro accionar y nuestro discurso en el paro. Confrontamos con el planteo de “desahogo” del Triunvirato. Rechazamos el planteo extorsivo del gobierno, que opone la lucha a fondo por nuestras reivindicaciones a la gobernabilidad… del FMI.
En esa perspectiva inscribimos la batalla por el paro activo de 36 horas. Se enlaza con la lucha por la superación de la burocracia sindical, por una nueva dirección del movimiento obrero, por explotar la irrupción de la clase obrera en la escena nacional con el método de la huelga general para abrir una perspectiva de derrota de Macri, los gobernadores y el FMI. Lo que implica poner a los trabajadores a la iniciativa para luchar por una alternativa política propia.

Néstor Pitrola

El trasfondo

Estados Unidos, el país más rico y el más desigual

Un informe de la ONU dado a conocer el pasado fin de semana ubica a Estados Unidos como el país con mayor índice de pobreza en el mundo desarrollado. Esto explica la problemática social por la que atraviesa el país que, entre otros fenómenos, ha acrecentado el odio hacia los migrantes.
Con el torbellino de escándalos políticos, el secuestro de niños y el ruido incesante provocado por el régimen de Trump, pocos se fijaron en la presentación de un informe que documenta cómo el país más rico en la historia es ahora el más desigual, con el mayor índice de pobreza del llamado mundo avanzado.
El pasado viernes, el relator especial sobre pobreza extrema de la ONU, Philip Alston, presentó su informe sobre Estados Unidos ante el Consejo de Derechos Humanos, en Ginebra, donde documentó la existencia de 40 millones de pobres (18.5 millones de éstos en pobreza extrema) y que desde 1980 el ingreso promedio de la mitad más pobre de la población se había estancado, mientras el del 1 por ciento se había disparado a niveles récord.
El informe detalla manifestaciones de esta desigualdad, por ejemplo, que la tasa de mortalidad infantil es las más alta del mundo avanzado, las tasas de mortalidad entre afroestadounidenses han llegado a casi el doble de los de Tailandia, 18 por ciento de los niños viven en la pobreza, o que un bebé nacido en China hoy tiene expectativa de vida más larga y saludable que sus pares en Estados Unidos.
“En lugar de lograr los compromisos admirables de sus fundadores, el Estados Unidos de hoy ha probado ser excepcional (…) en maneras contrarias a su riqueza inmensa y su compromiso con los derechos humanos. Como resultado, abundan los contrastes entre la riqueza privada y la miseria pública”, escribe en el informe. Afirma que la persistencia de pobreza extrema es una decisión política tomada por aquellos en el poder.
Acusa que el actual régimen provocara un deterioro de estas condiciones: las políticas promovidas durante el último año parecen ser diseñadas deliberadamente para remover protecciones básicas hacia los más pobres, castigar a los desempleados y hacer que los servicios de salud más básicos sean un privilegio que se tiene que ganar, en lugar de un derecho ciudadano.
El día anterior, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, descalificó el informe, indignada porque Naciones Unidas se había atrevido a evaluar a su país: es patentemente ridículo que la ONU examine la pobreza en Estados Unidos. Acusó al relator de parcialidad y denunció que fue un ejercicio motivado políticamente. De hecho, el régimen de Trump justo había anunciado su retiro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU –el primer país en hacerlo desde que se estableció en 2006– y no estaba presente cuando Alston y otros abordaron el tema.
En su informe, Alston señala que en la práctica, Estados Unidos está solo entre los países desarrollados en insistir que mientras los derechos humanos son de importancia fundamental, éstos no incluyen derechos para protegerse contra morirse de hambre, morir por la falta de acceso al cuidado a la salud o crecer en un contexto de privación total.
No es el primer informe sobre el tema. Durante meses y años recientes se ha documentado ampliamente la aceleración de la desigualdad económica en este país en los gobiernos de ambos partidos, llegando a niveles sin precedente desde hace casi un siglo, y sus consecuencias antidemocráticas como resultado de la implementación de las políticas neoliberales desde los tiempos de Ronald Reagan.
Sin tener todo esto en cuenta, no se pueden entender los fenómenos de Trump, o en el otro extremo, el de Bernie Sanders; el de fascistas aliados de este régimen, o el surgimiento de una masa popular que se identifica como socialista, o las derrotas de la cúpula política tradicional, o el temor y el odio que se han cultivado abajo (incluyendo el antimigrante), o las repuestas progresistas como la Campaña de los Pobres y las huelgas recientes de cientos de miles de maestros, entre otros.
Este es el trasfondo fundamental del problema político, social y económico actual de Estados Unidos.

David Brooks
La Jornada

Otro Frente Nacional, sesenta años después

Ya pasó una vez. Fue la última en que se unieron a toda costa. En 1958 las élites conservadoras y liberales, quienes representan el poder económico, se unieron para evitar que hubiera brechas en su control de su dominación. La dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) y de los militares, la amenaza de las guerrillas en formación y el clima pre revolucionario en la región, hizo salir de las pugnas internas a las élites, para repartirse el poder sin disimulo en el llamado Frente Nacional durante 16 años que luego, con diferentes formulaciones, prolongaron hasta nuestros días.
Hoy, en 2018, las élites tradicionales del país, portavoces del poder económico, vuelven a dejar de lado sus disputas ‘familiares’, para conformar un nuevo Frente Nacional con dos objetivos muy claros: no dejarse arrebatar el poder y el control económico del país, y responder con precisión a las necesidades del plan global de guerra encabezado por los Estados Unidos y su OTAN, con quienes siempre han estado aliadas.
Y han ganado el primer asalto, pero en un contexto histórico que no esperaban y que los enfrenta a retos inéditos en el país. Alrededor de Iván Duque, el ‘delegado’ ungido por Álvaro Uribe en su sostenida estrategia por regresar al poder, después que le fallara Santos su anterior testaferro, se han aglutinado –además del uribismo más rancio- los grandes banqueros y empresarios, los liberales, los conservadores, los del Partido de la U, muchos elementos de Cambio Radical, y los partidos cristianos Mira y Colombia Justa Libres. Además, reconocidos sectores de la mafia, del paramilitarismo y de los sectores más reaccionarios del país, se precipitaron a mostrar su apoyo por diferentes medios, al joven relevo del uribismo.
Este nuevo Frente Nacional –incomparable al de 1958 pero terriblemente parecido en la esencia- sumó 10.373.080 votos. Para sus seguidores, un “resultado histórico” que, en boca del ex alcalde de Bogotá, el liberal Jaime Castro, demuestra que Colombia “es tierra estéril para el comunismo”. Lo que no esperaban, a pesar de la campaña electoral basada en la mentira y la manipulación, es que la opción alternativa, la conducida por un ex guerrillero (¡sorpresa!) y que aglutinó a buena parte de los sectores populares y a parte de la clase media urbana, lograría 8.034.189. Jamás en la historia del país un candidato presidencial de la izquierda y que retara al establecimiento, había llegado vivo al día de las elecciones; jamás logró esta cantidad de votos en la historia del país, una opción de la izquierda con las banderas de la paz, la lucha contra la corrupción y la construcción de la equidad.
Gustavo Petro y su programa de Colombia Humana anidaron en los territorios más golpeados por la guerra y la pobreza en Colombia -como el Pacífico o parte de la costa Caribe-, pero también ganaron en capitales departamentales tan importantes como Bogotá, Cali, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Quibdó, Riohacha o Sincelejo.
Esto sólo ha sido posible por una estrategia política poco habitual: Colombia Humana planteó un programa electoral de gobierno y no de oposición, un programa lo suficientemente amplio como para cobijar muchos de los intereses, de amplios sectores marginados del poder en el país; le apostó de manera inequívoca a la paz, con propuestas anheladas como el fin del servicio militar obligatorio y el respeto a los procesos de paz ya en marcha; centró muchas de sus propuestas en el respeto al medio ambiente y en la búsqueda de modelos productivos alternativos, que saquen al país del modelo agro-extractivista; conectó con un amplio espectro de la juventud al incorporar medidas de convivencia en la diversidad; planteó un futuro de respeto a la diversidad, a las diferencias étnicas y a los autogobiernos reconocidos por las leyes e ignorados en la realidad…
También fue importante que líderes de los Verdes como Antanas Mockus, de vocación urbana y de clase media, dieran su apoyo a Petro. Parte del miedo sembrado por las élites al “castrochavismo” se diluyó con la confianza de sectores tradicionalmente centristas como estos. Se podría decir que en estas elecciones Colombia Humana ha apostado por los cambios básicos, en una sociedad tan fragmentada, degradada y corroída como la colombiana.
Los primeros movimientos de Duque desaparecen de tajo sus discursos sobre “rejuvenecer la política” o “modernizar” el país. La interpretación de la paz de Duque es violenta. Habla, así lo hizo el pasado martes, del “dividendo económico de la paz” y la define con este nivel de erudición: “La paz es la ausencia de violencia o su disminución sustancial”. Es decir, que la paz no tiene nada que ver con transformaciones de las condiciones del país que generan la guerra, ni es equivalente a la verdad, la justicia, la reparación o las garantías de no repetición, ni guarda relación con que Colombia sea el país con mayor concentración de las tierras en América Latina o el tercero del continente más desigual….
Quizá por eso, nada más ser elegido, y a un mes y medio de tomar posesión, ya Duque ha bloqueado la reglamentación de la Jurisdicción Especial de Paz en el Congreso y espera al nuevo, de mayoría derechista, para terminar de machacar la paz.
En lo económico ya ha anunciado tras ser elegido presidente, que va a levantar la poca presión fiscal que existe sobre las clases dominantes y que hereda el sueño de Álvaro Uribe, su padrino y mentor, de convertir al país en el paraíso de la palma aceitera, doblando las hectáreas cultivadas y exportando su producción en crudo, para que sea convertida en combustible en latitudes más prósperas que la nuestra.
En cuanto al respeto a los derechos humanos nada hace pensar que el retroceso temido no se produzca. Los nombres de los que se rodea tienen una profunda relación con los gobiernos de Uribe Vélez (2002-2010), y las fuerzas militares se frotan las manos sabiendo que, aunque nunca perdieron poder, ahora gozarán de un margen de actuación que irá más allá de lo razonable e, incluso, de lo licito.
Del otro lado, de esos 8 millones de votos que Colombia Humana debe poner en juego para capitalizar el resultado, hay que esperar que se puedan sostener las alianzas y que estas lleguen hasta las elecciones locales y departamentales de 2019. Ese, el poder local y regional, es un lugar para reorganizarse, mostrar la capacidad de gobernar, ensayar formas políticas alternas a la politiquería, fomentar la participación y consolidar una gran alternativa electoral para 2022. Si esto se consigue, si hay un espíritu de resistencia activo ante la violenta arremetida previsible de la derecha, y si la sociedad presiona lo suficiente para que los procesos de paz sigan avanzando, Colombia tendría “una segunda oportunidad sobre la tierra”, como bien lo dijo Gabriel García Márquez en Estocolmo.

ELN
Revista Insurrección

miércoles, junio 27, 2018

“La izquierda no debe ni puede confundirse con el progresismo”



Fotomontaje sobre imágenes del juego de ajedrez Mundo capitalista vs URSS, de Vasili Guriev, 1927.

Massimo Modonesi es historiador y sociólogo, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Nacido en Roma, vive hace muchos años en el país azteca. Es autor de múltiples artículos y libros como Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismos y subjetivación política, El principio antagonista. Marxismo y acción política y Revoluciones pasivas en América. Forma parte también de la Asociación Gramsci de México.
En esta entrevista conversamos sobre algunas cuestiones centrales de su abordaje teórico para pensar los problemas de la acción política, los movimientos de lucha y la constitución de subjetividades políticas desde el marxismo, la relación entre la clase trabajadora y otros movimientos sociales, la cuestión de los intelectuales, la situación en México y América Latina, entre otros temas.
Es una pequeña síntesis de un diálogo abierto con Massimo desde hace varios años, en el que muchas veces confluimos y otras mantenemos diferencias, pero siempre resulta productivo.
Trabajás sobre los movimientos sociales desde una perspectiva marxista. La relación entre ambos ¿es problemática, productiva, poco sostenible? ¿Cómo ves esa conexión y en función de eso cómo definís los movimientos sociales?
Yo hablo de subjetivación política, de luchas y de movimientos socio-políticos y, en particular, de movimientos antagonistas justamente para evitar caer en las ambigüedades de la categoría de movimientos sociales que, por una parte, tiene una resbalosa amplitud omnicomprensiva y, por la otra, una connotación que evoca a los llamados “nuevos movimientos sociales” y a una perspectiva que tiende al culturalismo. Acepto solo a regañadientes la etiqueta académica de sociología de la acción colectiva y los movimientos sociales para poder entrar a disputar su significado e interpretación hablando de acción política, subjetivación política y movimientos socio-políticos. Sostengo un abordaje marxista en tanto creo que hay que destacar los rasgos políticos y el potencial antisistémico de las luchas sociales, es decir que ponen en tensión un orden reconociendo su totalidad –económica, social, política y cultural– que, en última instancia, remite a una matriz capitalista dada pero histórica y geográficamente variable. También insisto en el que llamo el “principio antagonista”: la dinámica conflictual, de insubordinación, que desarticula la condición subalterna y proyecta una subjetividad socio-política tendencial y potencialmente autónoma. Creo que hay que volver a pensar la “lucha”, es decir la acción, y las “clases y los grupos subalternos”, es decir los sujetos, para entender la lógica, la dinámica y las formas de la lucha de clases de nuestros días.
Distinguís entre un marxismo dogmático y un marxismo crítico ¿Qué corrientes incluís en cada uno?
Esta distinción es clásica y recurrente, un recurso de delimitación básico en la tradición marxista. Todo marxismo que se pretende crítico ajusta cuentas con su contraparte de marxismo que asume como dogmático u ortodoxo. En mi caso, ya que me inscribo en una tradición gramsciana de izquierda rechazo el marxismo economicista, reduccionista y mecanicista de matriz stalinista. Por otra parte, entre los marxismos críticos, que son muchos, privilegio aquellos que desarrollaron la cuestión subjetiva –sin caer en el voluntarismo–, desde los clásicos (Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Lukács, Gramsci etc.) hasta los contemporáneos. Hacer una lista de autores contemporáneos imprescindibles es más difícil porque creo que hubo cierta crisis de la teorización marxista sobre el sujeto y la acción política, en parte un anquilosamiento y una repetición mecánica de los clásicos y en parte una derrota política que provocó una crisis teórica justamente en esta veta del marxismo (la del sujeto y la acción) más que en otras (la crítica al capitalismo o la contradicción capital/trabajo o la teoría del Estado, por ejemplo).
¿Cómo concebís el proceso de politización y la relación que tiene con categorías como clase y lucha de clases?
Como decía anteriormente, yo no renuncio a estos conceptos, pero creo que hay que volver a pensar su contenido y su alcance. Creo que no solo hay que evitar la idea de la autonomía de lo político sino la autonomía de lo cultural es decir anclar lo político y lo cultural en la disputa por las condiciones materiales de existencia, no desconocer las dimensiones, las causas y los anclajes culturales de demandas de reconocimiento -reivindicaciones democráticas o por derechos civiles- pero asumiendo su alcance político (anti)sistémico y no perder de vista el hilo conductor que las ata a las condiciones clasistas de existencia que caracterizan las sociedades capitalistas. Politizar estas luchas es llevarlas a un plano clasista –o simplemente visibilizarlo– así como aquellas que son clasistas pero estrictamente reivindicativas en el plano inmediato deben proyectarse a nivel político y cultural. En este sentido la politización es el punto de inflexión estratégica, de allí derivan las capacidades/posibilidades de organización, movilización y, eventualmente, radicalización, las cuatro componentes de un movimiento antagonista.
Utilizás como centrales las categorías de antagonismo y autonomía ¿Cómo las definirías? ¿Son ideas marxistas o neomarxistas? ¿Cómo ves la relación entre conquista de autonomía y organización política?
Utilizo la categoría de antagonismo, que es de origen marxista, en un sentido preciso, subjetivo, como experiencia de insubordinación, la incorporación del conflicto por medio de la lucha como componente fundamental de todo proceso de subjetivación política. En este sentido, es la mediación entre la subalternidad (experiencia de subordinación) y la autonomía (experiencia de autodeterminación). Autonomía, en el debate marxista, es sinónimo de independencia de clase como dato, como escisión y ruptura con las clases dominantes y explotadoras pero también, algunas corrientes han insistido en ello, un proceso que implica el ejercicio de prácticas de autodeterminación que, en sí mismas, constituyen una expresión de conquistas subjetivas, de emancipación parcial, y que prefiguran una sociedad de libres e iguales. Yo las considero ideas marxistas no solo porque se anclan a debates clásicos sino porque el desarrollo que propongo se mantiene en el perímetro de esta tradición teórica, que siempre supo renovarse. Insisto en ello para contrastar la tendencia al posmarxismo. En un plano más académico podemos también definir mis propuestas como neomarxistas para destacar el elemento de novedad, pero prefiero evitar malentendidos y sostener su carácter marxista, por ello siempre pongo esta palabra –maldita en la academia– en los títulos de mis libros más teóricos.
¿Qué relación te parece que tiene una teoría marxista de la acción política con una concepción más tradicional del marxismo clásico como es la de la estrategia?
Me parece que están estrictamente emparentadas, son dos problematizaciones y resoluciones narrativas distintas a un mismo problema práctico. La cuestión estratégica es más inmediatamente política y militante, con sus vicios y virtudes, mientras que una teoría marxista de la acción política remite a las coordenadas socio-políticas que le subyacen, al análisis y estudio de la configuración subjetiva, de sus límites y alcances. La una necesita a la otra. Habría que reflexionar más sobre su relación y sus interferencias recíprocas en lugar de avanzar en líneas paralelas en una separación de universos marxistas militantes e intelectuales. A botepronto se me ocurre que a la teoría política le vendrían bien asumir sistemáticamente el imperativo del análisis concreto de la realidad concreta, es decir medir sus hipótesis con situaciones y casos reales, es decir bajar de la nube de la filosofía política. Por otra parte, la estrategia debería poder incorporar de forma más profunda el principio de la contradicción y de la autocrítica, es decir aun cuando necesariamente está ligada a la toma de decisiones, no torcer la realidad para justificarlas de forma unilateral sino asumir que toda decisión estratégica es provisional e incierta, susceptible de ser modificada o corregida, aun cuando se transforma en idea-fuerza, en consigna. Un principio de prevención autocrítica que no implica abdicar de la capacidad o posibilidad de leer las situaciones e indicar caminos. Habría que pensar la integración entre teoría política y pensamiento estratégico en clave pedagógica, pensando en la formación política, en elevar nuestra propia cultura política marxista.
Trabajás con la teoría de Gramsci pero tomás distancia de la "gramsciología" ¿Qué aportes te parecen los más destacables al debate gramsciano entendido éste en un sentido amplio en América Latina?
Me nutro de la “gramsciología” cuando aclara y precisa cuestiones y aspectos de la obra de Gramsci, me alejo en tanto creo que hay que poder y saber salir de los laberintos filológicos para usar a Gramsci, aprovechando su potencial teórico en aras de forjar y renovar nuestro arsenal conceptual, con el cual –dicho sea de paso más allá de lo ritual– queremos pensar pero también cambiar el mundo. Creo que hubo y hay aportes fundamentales en América Latina porque aquí la obra y los conceptos de Gramsci han sido menos fetichizados por interpretaciones academicistas (aunque la tendencia ya se instaló) y han sido vinculados a debates fundamentales de comprensión de la realidad histórica y política y han estado por lo tanto en contacto con el debate estratégico que señalabas en la pregunta anterior.
Utilizaste el concepto gramsciano de revolución pasiva para analizar los gobiernos latinoamericanos de los últimos años. Este análisis recibió distintas críticas. Sin embargo, me parece que apuntás a algo acertado que es señalar que los gobiernos "progresistas" fueron pasivizadores de las movilizaciones populares. Hablaste de un proceso de "resubalternización" ¿De qué se trata y qué relación tiene con los posteriores avances de la derecha?
El concepto de revolución pasiva me permitió no separar el análisis de los alcances (limitados) de las reformas con la dimensión de la desmovilización y despolitización de las clases subalternas, temas que no me parece que siempre han sido interpretados atendiendo su estrecha articulación en el terreno concreto. Pasivizar, subalternizar, es decir limitar los alcances del antagonismo y de las conquistas en términos de autonomía y volver a crear las condiciones óptimas de la subordinación es causa y consecuencia del reformismo conservador: el reformismo sirve para contener la lucha de clases y restablecer o mantener un orden jerárquico y, al mismo tiempo, la contención es la condición necesaria para realizar los ajustes reformistas necesarios para garantizar la estabilización conservadora.
Esto se relaciona con el retorno de las derechas en la medida en que, en un momento dado, realizada la tarea, el progresismo es prescindible para garantizar la acumulación de capital y, frente a una ofensiva de plena restauración neoliberal, no tiene recursos de movilización y politización para sostenerse, para apelar a la lucha de aquellos que desmovilizó, desorganizó y despolitizó. Al mismo tiempo, si me permites una anotación que alude a la situación argentina y brasileña, no estoy seguro que las derechas estén en condición de relevar al progresismo, que tengan capacidad hegemónica para remplazar eficazmente el proyecto de revolución pasiva. Así que es posible que se dé, pasivamente, una vuelta al progresismo más rápidamente de lo que se esperaría cuando se percibió su ocaso, el fin de ciclo que empezó en 2015. A menos que se logren abrir escenarios de radicalización hacia la izquierda que no veo probables pero que obviamente auguro y para los cuales hay que trabajar cotidianamente.
Hace un tiempo escribiste con Maristella Svampa sobre pensar el "postprogresismo" y destacabas la importancia de los movimientos en defensa de los recursos naturales, los pueblos originarios y otros para la resistencia a las políticas de los nuevos gobiernos ¿Qué rol te parece que está jugando la clase trabajadora en estos procesos? Y más en general, ¿cómo ves la posible articulación entre la clase obrera y los demás movimientos sociales?
En este texto también destacábamos el papel de las luchas obreras y de la juventud. Creo que los trabajadores juegan un rol permanente, que el conflicto capital/trabajo produce constantemente lucha, que es el motor de toda subjetivación política antagonista y autónoma. La cuestión es cómo lograr que ésta lucha “ordinaria” trascienda, se politice y encuentre y genere momentos de ampliación. Esta ampliación depende de coyunturas críticas, de la capacidad/posibilidad de generar crisis políticas. La ordinaria lucha de los trabajadores organizados no siempre logra producir estas situaciones de intensificación y expansión. La mayoría de las veces, en nuestros tiempos, son otros sectores en lucha los que producen un quiebre que abre la grieta. Por ello creo que los jóvenes y los estudiantes tienen un papel histórico, que cada generación puede y debe asumir el papel de conciencia crítica y de rompehielos. También las comunidades indígenas o campesinas, allá donde tienen un peso importante, pueden cumplir un papel relevante por la carga simbólica y moral que le imprimen a sus demandas materiales. Sin los trabajadores organizados estos movimientos no tienen potencia y base sólida, pero los trabajadores organizados no logran romper cierto aislamiento social si no se conectan con otros movimientos y otras fracciones de clase que suelen tener, en nuestro días y en nuestras sociedades, más capacidad o posibilidad de desordenar las alianzas de clase, el bloque dominante y generar una situación de conflicto a gran escala.
Un sector de la intelectualidad de izquierda tiene un respeto reverencial por el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera. Dijiste que es un "intelectual transgénico", contáme los motivos de esa polémica...
Te refieres a un articulito que escribí en caliente cuando García Linera se lanzó contra los intelectuales de “cafesín” y los “troskos verdes”. Decía irónicamente "intelectual transgénico" para contraponerlo al intelectual “orgánico” al que se refería Gramsci, un autor que García Linera usa y acomoda como le place. El intelectual orgánico gramsciano es parte de los movimientos y tiene una postura de clase, pero con un corolario fundamental que reside en el dicho que Gramsci reproducía con frecuencia: la verdad es revolucionaria. En este sentido, la tensión intelectual entre ser factor de construcción y acumulación de fuerzas, de poder y ser crítico del poder suele producir una escisión que, en el caso de García Linera y muchos otros, implica una disciplina y una autocensura que deriva en ocultar o negar la verdad, en construir un discurso que, para usar una jerga marxista clásica, produce ideología como distorsión y no ideología como visión de mundo. En este sentido, estos intelectuales dejan de ser orgánicos, dejan de cumplir el papel de acompañar y fortalecer la formación de movimientos basados en subjetividades antagonistas y autónomas que se nutren de la crítica y la autocrítica y se vuelven híbridos, transgénicos, al defender una construcción de poder que se impone desde arriba discursiva como prácticamente.
Vivís en México hace muchos años. Es un país que ha pasado por cambios muy importantes en las últimas décadas y con fenómenos muy complejos ¿Cómo ves la situación de la izquierda y de los movimientos de lucha?
En este contexto nacional muy alarmante en distintos planos que no puedo resumir en pocas palabras, la candidatura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se está volviendo un punto de convergencia interclasista ya que sus propuestas son tan desperfiladas y ambiguas que logran empatar con el sentido común. Logra combinar el mínimo de propuestas de reformas y cambios considerados indispensables con el máximo de conservadurismo y ocupar el centro del debate. Al mismo tiempo, sectores más politizados y movilizados critican a AMLO no solo por la moderación de su programa, por vislumbrar simples correctivos al modelo neoliberal, sino también por la falta de democracia en MORENA, el estilo autoritario de liderazgo, así como por la falta de apertura real hacia otras expresiones de la izquierda social o de las luchas en curso y, por último, porque abrió las puertas de su campaña y su partido a todos los fugitivos de PRI, PAN y PRD, aun los de dudosa moralidad o que cuentan con antecedentes derechistas e inclusive de haberse contrapuesto frontalmente a luchas y movimientos sociales del pasado reciente. La campaña zapatista de la pre-candidatura de Marichuy tuvo el acierto de colocar la cuestión del anticapitalismo y de las resistencias y las luchas desde abajo. Algo que podía haber sido el antecedente de una confederación o una convergencia. Al mismo tiempo, además de problemas de organización, pagó los costos de un contexto poco favorable, tanto por el momento de relativa debilidad de las luchas, por la ausencia de un polo de izquierda como porque la situación nacional empuja hacia el “voto útil” hacia AMLO inclusive de sectores que se sitúan más a su izquierda. Por último, el EZLN que apadrinó la precandidatura de Marichuy, después de la experiencia fallida de la Otra campaña en 2006 no goza del mismo prestigio y capacidad de convocatoria habiendo voluntariamente delimitado un perímetro de alianzas y de lealtades. En buena parte, porque la situación de violencia del país genera miedo y dificulta los procesos de politización y movilización. Por la otra, por la ilusión electoral generada por AMLO y MORENA que, por lo demás, resultan ser un evidente retroceso programático y organizacional inclusive respecto del PRD de 1989. Podemos incluso afirmar que ya no existe un partido de izquierda en México. Lo mejor sería que ganarán no solo para limitar los daños del neoliberalismo corrupto y violento que padece México sino también para liberar el espacio geométrico de izquierda relativa que ocupan. Los recursos para un resurgimiento de izquierda en México se encuentran dispersos en las luchas, las organizaciones y los colectivos que defienden una alternativa más radical, con tintes anticapitalistas. En particular, un recurso importante e indispensable en el mediano plazo, es la generación de jóvenes y estudiantes que se movilizaron en 2012 y en 2014, en contra la imposición electoral y en contra de la violencia política y la represión estatal. Aunque no están siendo los protagonistas de la coyuntura, son una reserva estratégica para el posible resurgimiento de una izquierda radical en México.
Desde tu óptica, ¿cómo ves la situación argentina y el rol del frente de izquierda?
Envidio a la Argentina la existencia de un Frente de Izquierda, algo que en México no hemos logrado construir pero que, si llega al gobierno el progresismo encarnado por López Obrador, podría llegar a construirse, bajo formatos mexicanos es decir con, lamentablemente, una menor carga de clasismo y de marxismo revolucionario que en el caso argentino. Con eso estoy diciendo que además envidio el perfil radical de este Frente de Izquierda, aun cuando el radicalismo a veces puede ser acompañado de gestos reflejos de sectarismo, propio de tradiciones que vivieron demasiado tiempo en la marginalidad y en las disputas del submundo de la ultraizquierda. Por último, creo que es indispensable, aún en tiempos de derechización, mantener un perfil distinto al del progresismo tanto en México como en Argentina en donde la izquierda no se puede ni debe confundir con el kirchnerismo, aun cuando éste adopte un perfil opositor, revitalice la retórica nacional-popular y llame instrumentalmente a la movilización. Al mismo tiempo, como argumentaba Gramsci y sostuvieron varias corrientes marxistas y trotskistas en el pasado, o como mostraba Daniel James respecto de la resistencia peronista no se puede desdeñar lo nacional-popular como expresión de conciencia y disposición a la lucha. Me parece que el FIT tiene un desafío importante en esta coyuntura para disputar y ocupar el lugar de la única oposición consecuente, es decir antisistémica, y buscar articular antineoliberalismo y anticapitalismo para ir acumulando fuerzas, fomentar la organización y la formación política de sectores importantes de trabajadores y de jóvenes. Creo que vivimos tiempos difíciles, que todavía no salimos de la derrota del siglo XX, pero podemos revertir la tendencia y empezar a reconstruir un movimiento socialista y revolucionario que no sea simplemente testimonial sino que acompañe, se nutra y retroalimente las luchas de las clases subalternas.

Juan Dal Maso
juandalmaso@gmail.com