martes, mayo 21, 2013

Libia: El caos que EEUU todavía no puede controlar



El lunes pasado, Libia fue escenario de nuevos hechos de violencia que se vienen dando de forma permanente. Medios locales reportaron el estallido de una bomba en la zona de las embajadas de Argelia, Grecia y Arabia Saudita, ubicadas en Trípoli. También se conoció que otro artefacto explotó en una calle de la ciudad nororiental de Bengasi, causando heridas leves a un militar.

Desde que fue derrocado el gobierno de Muammar Al Gaddafi, en octubre de 2011, la violencia en Libia se ha multiplicado. La incapacidad del actual gobierno -que tomó el poder con el apoyo abierto de Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (Otan)- para controlar a los grupos armados es notoria. Estas bandas, conformadas por mercenarios libios y miembros de Al Qaeda, fueron la punta de lanza para la caída de Gaddafi, asesinado tras un intenso bombardeo de la Otan sobre la caravana en que se movilizaba.
Hasta el momento, el gobierno libio no ha tenido capacidad de “pacificar” el país, una de las principales promesas del Consejo Nacional de Transición (CNT), entidad que congregó a los opositores a Gaddafi y que impulsaron su derrocamiento. Mientras tanto, para Estados Unidos la situación tampoco es cómoda, ya que la Casa Blanca impulsó la caída del líder libio pero, como sucedió en Afganistán (2001) e Irak (2003), la gobernabilidad estipulada por Washington no ha podido hacerse real. Aunque la administración estadounidense logró dejar fuera de juego a Gaddafi, y de esa manera controlar un país sumamente importante por su ubicación geopolítica y sus recursos petroleros, Libia se mantiene sumida en la inestabilidad.
El resumen de los hechos de violencia de las últimas semanas es el siguiente:
-El 18 de mayo un soldado libio resultó herido tras un ataque con explosivos en un puesto de control del Ejército en pleno centro de la ciudad de Bengasi, ubicada en el este del país.
-En la misma localidad, el 13 de mayo, estalló una bomba que se encontraba en un automóvil estacionado en el hospital de Jalaa, causando la muerte de 15 personas y 30 heridos. Entre las víctimas se encontraban niños, según reconocieron desde el Ministerio de Defensa. Unas horas antes, dos estaciones policiales también fueron blancos de atentados con dinamita, sin que se produjeran víctimas mortales. En este último ataque, las explosiones destruyeron comercios y edificios.
-El 29 de abril, la cancillería de Libia y el Ministerio de Justicia estuvieron tomados por grupos fuertemente armados. Estas bandas reclamaban el despido de los empleados que se desempeñaban durante la administración de Gaddafi. Debido a esto, el Congreso General Nacional (CGN), aprobó una ley que avala esta demanda. Si la norma entra en vigencia, el primer ministro Alí Zeidane tendría que renunciar a su cargo. Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña evacuaron parte de su personal de las sedes diplomáticas por los crecientes riesgos en la capital.
-El 23 de abril, un explosivo colocado en un automóvil estalló frente a la embajada francesa en Trípoli, sin que se produjeran muertes. Medios internacionales señalaron que el ataque fue una represalia contra la intervención militar del gobierno de París en Malí.
-El 31 de marzo, Mohamed Ali Al Ktus, consejero del primer ministro libio, Ali Zidán, fue secuestrado cerca de Tayura, a unos 30 kilómetros al este de Trípoli. El funcionario cayó en manos de un grupo desconocido y fue liberado ocho días después. Horas antes de la liberación, el primer ministro Zidán reconoció la incapacidad de su gobierno de hacerse con el control del país y de implantar su autoridad en todo el territorio.
-En marzo también, decenas de hombres armados asaltaron el canal libio de televisión Al Asema y mantuvieron secuestrados a cinco periodistas, además de destrozar los equipos de la televisora.
Ante esta situación, Estados Unidos ya dio las primeras señales de una nueva intervención militar. Sin la magnitud, espectacularidad y crudeza que tuvo la invasión encabezada por la Otan y que terminó con la vida de Gaddafi el 20 de octubre de 2011,la Casa Blanca observa con preocupación la realidad de Libia.
A mediados de mayo, el portavoz del Pentágono, George Little, declaró que en su país están “preparados para responder si las condiciones se deterioran o si nos lo piden”. El funcionario reconoció que “hemos desplazado personal y equipamiento”. Little explicó que las fuerzas militares estadounidenses se encuentran en la base dela Otanen Sigonella, en la región italiana de Sicilia. El portavoz agregó que una parte del personal militar provenía de la base de Morón, España. En ese enclave fueron desplegados hace poco 500 marines y una flota de aeronaves militares, entre los que se encuentra el MV-22 Osprey, un medio de transporte que despega como un helicóptero pero vuela como un avión.
El 16 de mayo, la cadena CNN informó que las Fuerzas Armadas norteamericanas analizaban desplegar tropas en Libia para “capturar o matar” a los autores del ataque al consulado estadounidense en la ciudad de Bengasi, en el que fue asesinado el embajador Chris Stevenes y otros tres estadounidenses, el 11 de septiembre de 2012.
El 13 de mayo pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó el aumento del terrorismo en África y se comprometió a combatirlo en todas sus formas por afectar los esfuerzos de ese continente para el desarrollo socio-económico. El propio organismo que permitió el bombardeo indiscriminado de la Otan sobre Libia -a través de la resolución 1973 del 17 de marzo de 2011-, ahora proclama la paz para el continente. En el caso libio, la paz del Consejo de Seguridad parece estar cada vez más lejana.

Leandro Albani.

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