martes, diciembre 05, 2017

A 84 años del fin de la Ley Seca en Estados Unidos



En 1920 se instauró la ley Volsted, conocida popularmente como ley seca, que prohibía la producción y venta de alcohol en EE.UU. Trece años después, el 5 de diciembre de 1933, el senado la derogó.

En 1919 en EE.UU. entra en vigencia la XVIII Enmienda de la Constitución a partir de la cual son prohibidas las bebidas alcohólicas, bajo la llamada Ley Seca, medida que se prolongará hasta 1933. Quedan exentos el vinagre, la sidra y el vino para “la santa misa”, y se autoriza el uso farmacológico de las demás bebidas prohibidas.
El efecto inmediato de la Ley Seca fue el auge de los grupos mafiosos ligados al comercio clandestino de bebidas alcohólicas, que a su vez “forjó” una alianza entre las grandes pandillas de gángsteres, los funcionarios de los Estados federales, los legisladores del Congreso y fuerzas policiales. Entre todos usufructuaron el generoso botín.
La prohibición se hizo efectiva en todo el territorio nacional, incluido Hawai, el 16 de enero de 1920. Durante la época que perduró la Ley Seca, entre 1920 a 1933, la Ciudad de Chicago se hizo famosa por el contrabando de licores y por los enfrentamientos entre bandas de gángsters, entre los que destacó la figura de Al Capone. Una figura que pasará a ser la inspiración para grandes directores de Hollywood.
Riesgo para la salud, incremento de la población carcelaria y aumentos de crímenes, mientras tanto el consumo no solo persistió, sino que además agravó las consecuencias en la salud de los sectores populares, quienes bebían licores clandestinos, que los contrabandistas vendían adulterados. A causa de esto, durante el período que rigió la ley Volsted, 30.000 personas murieron intoxicadas por ingerir alcohol metílico y otras 100.000 sufrieron lesiones como ceguera o parálisis.
Mientras los gánsteres gozaban de buena salud, no solo porque tomaban licor bueno, sino porque eludían la represión estatal, más de 270.000 personas fueron condenadas por delitos federales relacionados con el alcohol, de ese total, 67.000 fueron enviadas a prisión y el resto fueron multadas. Esto, a pesar que la ley no castigaba el uso ni la posesión de alcohol, sino su venta y fabricación. Sin embargo eran condenados acusados de haber facilitado, de algún modo, la producción y venta. Mientras que los jefes de las mafias, amparados en sólidos apoyos políticos, lograron que ni un solo gran traficante y productor de alcohol finalizara en prisión por este concepto. El caso de Al Capone, encarcelado en virtud de fraude fiscal, es uno de los ejemplo.
Los homicidios aumentaron en un 49 %, mientras que el 34 % de los Prohibition agents (agentes policiales encargados, supuestamente, de hacer cumplir la ley) fueron condenados o separados de su servicio por diversos delitos como extorsión y tráfico.
Alcanzaron tres años de prohibición para crear poderosas organizaciones del crimen, que trabajan centralmente para la oligarquía financiera.

La mafia, una gran empresa familiar

Las primeras familias de la mafia en beneficiarse de la ley Seca fueron judías, después se sumaron los irlandeses hasta que las familias italianas se quedaron con una importante parte del negocio. Entre los primeros se encontraban Dutch Schultz, Legs Diamond, Arnold Rothstein y Meyer Lansky, este último fue el creador de la mayor parte del sistema financiero de lavado de dinero de la mafia. El negocio de Lansky floreció durante la Ley Seca importando whisky escocés y canadiense. Posteriormente, cuando se derogó la prohibición, Lansky diversificó su negoció e “invirtió” en el extranjero, más precisamente en Cuba. En 1952, cuando Batista se hizo del poder y el negocio de las apuestas, prostitución y narcotráfico se incrementaron, Lansky aprovechó esa oportunidad de la mano del mismo Batista. Quien también se benefició fue una de las familias más conocidas de los EEUU: los Kennedy. Joseph Kennedy, el padre del clan, fue traficante de licor en su juventud. De adulto fue presidente de un banco, sobrevivió a la Gran Depresión de 1929, lucró en el mercado accionario e importó licor cuando estaba prohibido. Entre los italianos, Al Capone fue uno de los más poderosos.

Prohibition Party, promotores de la prohibición

La Enmienda Volsted empezó a prepararse poco antes de la Primera Guerra Mundial cuando fueron publicados los altos índices de ausentismo laboral como consecuencia del alcohol. Ese año, 1914, el Congreso recibió un pliego con seis millones de firmas pidiendo la prohibición en materia de vinos y licores.
La producción fordista, el conflicto entre capital y trabajo, la urbanización de ciudades, la modificación de la industria farmacéutica, fueron algunos de los motivos que llevaron a un mayor aumento del control social. Para disciplinar los cuerpos de los inmigrantes y trabajadores, necesitaron crear una nueva moral alejada, incluso de la sobria ebriedad. La clase dominante, que tenía garantizada el abastecimiento de buenos whiskys, se apoyó en los prejuicios nacionalistas, para imponer el terror de las masas a los negros e inmigrantes, portadores de todos los vicios y los crímenes a que esto los llevaba. Con discursos racistas y religiosos se puso en marcha los trámites reglamentarios para modificar la Constitución.
El Prohibition Party era una organización insignificante desde el punto de vista electoral, pero controlaba los senados de algunos estados, mientras que entre los demócratas y Republicanos se disputaban los votos abstemios de innumerables grupos y sectas racistas y religiosas.
El nexo entre delincuencia con el consumo de alcohol prestó una gran fuerza a las iniciativas la Enmienda XVIII. El Ku Klux Klan se encontraba como uno de sus adherentes, así como grandes capitalistas, entre ellos John D. Rockefeller.
A pesar del esfuerzo de tantas organizaciones a favor del prohibicionismo y leyes represivas que llevaban a la cárcel, durante los trece años que perduró la prohibición, no consiguieron que la Ley Seca fuera cumplida. El consumo prosperó.
La ilegalidad del alcohol desencadenó la proliferación del contrabando y el mercado negro, incrementando sustantivamente los precios de los licores, seguidos de la instalación de 100.000 cuevas clandestinas (speakeasies) en las ciudades más importantes del país. Mientras que grandes empresarios, sin riesgo alguno, consumía en sus mansiones y clubs privados.
El tráfico de consumos ilegales de alcohol movió cientos de millones de dólares. En Chicago Al Capone, en la década del 20, fue un personaje tan poderoso políticamente como cualquier otro en el gobierno de la ciudad pero más duro que ninguno. Se calcula que en 1927 su fortuna ascendía a cien millones de dólares. Sin embargo no se le pudo comprobar alguno de los cientos de crímenes que cometió y solo fue condenado a once años de prisión, por evadir impuestos. En su defensa Al Capone dijo: “Soy Un hombre de negocios, y nada más. Gané dinero satisfaciendo las necesidades de la nación. Todo el país quería aguardiente, y organicé el suministro de aguardiente”. Al Capone fue un cruel asesino, pero esto no le impidió decir algunas verdades.

Una nueva enmienda

En febrero de 1933, el recién elegido presidente Roosevelt, legalizó primero la venta de cervezas de 3,2 grados como máximo, y el 5 de diciembre de 1933, el Senado derogó la Prohibición y aprueban la Enmienda Constitucional N° XXI que revocaba la anterior Enmienda. Roosevelt tuvo que admitir que trece años de la “prohibición”, fue una gran hipocresía que logró una abrumadora corrupción y la creación de grandes cantidades de nuevos delincuentes y la fundación del crimen organizado.
Derogada la Ley Seca, el crimen organizado encontró otros negocios lucrativos como la prostitución, tráfico de armas y de drogas.

Lo que demostró la ley seca

Los trece años de ley seca demostraron que la prohibición no desalienta el consumo y que los consumos de sustancias ilegales son un gran riesgo para la salud, que incrementa prejuicios oscurantistas alejados de toda explicación médica.
No es siquiera verosímil, a nivel histórico, que la legalidad de una sustancia acreciente el número de consumidores. La Ley Seca dejó en claro que la cantidad de personas que padecían de alcoholismo no disminuyó durante la etapa que estuvo prohibido.
El período que duró la ley seca, aún hoy, continúa siendo un debate utilizadas por los prohibicionistas y los anti prohibicionistas. Los números presentado en este artículo, dicen bastante.

Rosa D'Alesio

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