La fuerza de seguridad se paró enfrente del decreto del gobierno de Hernández, que estableció el estado de excepción por diez días tras las protestas y las denuncias de fraude. La oposición no reconoce la reelección del presidente y avisa que irá a la OEA.
Los efectivos de la policía reclaman que se supere la crisis política.
La policía hondureña planteó hoy su desacuerdo con el estado de sitio que decretó el gobierno de Juan Orlando Hernández a última hora del viernes, y cientos de efectivos se declaran en huelga, como forma de no reprimir a los manifestantes que denuncian un fraude a favor del oficialismo en las elecciones presidenciales del 26 de noviembre.
“En estos momentos estamos de brazos caídos para manifestar nuestra inconformidad por lo que está pasando a nivel nacional. Nosotros somos pueblo y no nos podemos estar matando con el propio pueblo, nosotros tenemos familia”, dijo un vocero las Cobras, como se conoce a las unidades de las fuerzas especiales de Honduras. En rigor, las fuerzas deberían reprimir cualquier acción en la calle durante la vigencia del estado de excepción, que el gobierno de Hernández estableció por diez días e impide circular por las calles durante la noche.
“Nuestro pueblo es soberano y a ellos nos debemos, por lo tanto, no podemos estar confrontando y reprimiendo sus derechos”, consideraron los uniformados. “Abogamos a que se recupere la paz y tranquilidad para nuestro pueblo lo más pronto posible”, agregaron.
En un comunicado, la Policía Nacional estimó que “nuestro pueblo es soberano y a ellos nos debemos, por lo tanto, no podemos estar confrontando y reprimiendo sus derechos”; y pidió al gobierno que “busque la mejor salida al conflicto”. Además, la fuerza descartó que la medida se deba a “ideales políticos ni demandas laborales”, sino a “la inconformidad manifiesta de lo que está sucediendo”. Y pidió “que se recupere la paz para nuestro pueblo lo más pronto posible”.
La crisis se suscitó con el lento recuento de votos en una elección muy pareja. El miércoles pasado, 72 horas después del cierre de los comicios, se anunció que Hernández vencía por cerca de un punto y medio al opositor Salvador Nasralla, a quien apoya Manuel Zelaya, el mandatario derrocado en 2009. La noticia de que Hernández conseguía su reelección potenció las denuncias de fraude, y la oposición se retiró del recuento. Se dieron incidentes y Hernández subió la apuesta con el estado de sitio.
Mientras tanto, el Tribunal Supremo Electoral anunció ayer que Hernández ganó con el 42,98 por ciento contra el 41,39 de Nasralla, que anunció que no reconoce los resultados. Con todo, el anuncio no es el reconocimiento formal de que Hernández gobernará otros cuatro años, dado que hay apelaciones pendientes. El opositor anunció que irá a la OEA. En ese sentido reclamó que el organismo convoque a su Consejo Permanente para mostrar las pruebas de lo que considera un fraude.
Nasralla sostiene que hubo alteraciones en las planillas electorales, que benefician al Partido Nacional de Hernández. "En algunas nos suben dos votos para disimular, pero en la siguiente nos matan, en algunas pusieron 100 votos", graficó Zelaya en rueda de prensa. El ex presidente promueve “la desobediencia civil” y parece que surte efecto, con la policía que no acata la orden de reprimir.
Página/12
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