Cuatro años antes de fallecer, recibió su único Oscar competitivo, por Los odiosos ocho.
En 2020, Ennio Morricone y John Williams, los dos compositores cinematográficos más venerados del planeta, recibieron –de forma compartida, en sabia decisión– el Premio Princesa de Asturias de las Artes. La historia de la pantalla contemporánea sería otra sin las partituras del maestro italiano y del estadounidense.
Justo un mes después de la ceremonia, el 6 de julio, a causa de una fractura femoral, falleció el compositor y director de orquesta romano, gestor de la banda sonora de cerca de 500 filmes y series de televisión, quien vendió más de 70 millones de discos.
Al quinto aniversario del deceso de uno de los últimos genios de la música para el cine, sirvan estas líneas de homenaje a su inigualable carrera, orlada por la autoría musical de una inmensa lista de títulos, incluyente de no pocas cintas legendarias e icónicas.
Sergio Leone, emblema del spaghetti western (películas del oeste filmadas en Italia a partir de los años 60 del pasado siglo), lo convocó para realizar una trilogía señera de esa corriente como Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo, aparecida entre 1964 y 1966.
Con Leone, continuaría filmando en la década posterior y hasta 1984, cuando le elaboró la partitura del drama gangsteril Érase una vez en América, gracias al cual Morricone obtuvo el Premio Bafta.
A ese reconocimiento sumaría muchos más a lo largo de su trayectoria: otros cuatro Bafta, tres Globos de Oro, dos Grammy, diez David de Donatello, el Premio de Música Polar, 11 Cinta de Plata, el Oscar Honorífico en 2006 y –al fin– el Oscar a la Mejor Banda Sonora por Los odiosos ocho (Quentin Tarantino, 2015).
Pese a sus varias nominaciones, fue el único Oscar competitivo obtenido en su carrera, lo cual corrobora lo injusto de este premio. Se lo dedicó, como todos sus lauros, a María Travia, su novia de juventud y esposa por más de seis décadas.
El increíble eclecticismo del músico es apreciable en filmes del corte de Novecento (Bernardo Bertolucci, 1976); Días del cielo (Terrence Malick, 1978); La cosa (John Carpenter, 1982); La misión (Roland Joffé, 1987), Palma de Oro en Cannes; Los intocables (Brian de Palma, 1987); Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988); Átame (Pedro Almodóvar, 1989); Malena (Giuseppe Tornatore, 2000)…
El compositor, nacido el 10 de noviembre de 1928, acompañó musicalmente momentos imperecederos de la historia del cine. Su talento lo codició Hollywood desde muy temprano, pero él nunca quiso abandonar Italia y fue bien crítico con algunos políticos republicanos estadounidenses, especialmente con Trump.
Además de junto a Leone, Bertolucci y Tornatore, trabajó con otros directores italianos, como Marco Bellocchio, Gillo Pontecorvo, Pier Paolo Pasolini, Mauro Bolognini, Elio Petri, Marco Ferreri, Giuliano Montaldo, Mario Bava… Siempre defendió al cine de su país.
Su música es emoción, fervor, pasión, frenesí, furia, sensibilidad, ternura, belleza, dolor, lágrimas: la pura vida en el pentagrama.
Clásico, vanguardista y comercial, fue –a diferencia de otros compositores–, un músico de mucha raigambre popular. Poco antes de morir, a los 91 años, aún llenaba estadios. Irrepetible Morricone.
Julio Martínez Molina | internet@granma.cu
10 de julio de 2025 23:07:13
No hay comentarios.:
Publicar un comentario