Donald Trump ha advertido que el espacio aéreo sobre y cerca de Venezuela debe considerarse “completamente cerrado”, aumentando la amenaza sobre el país sudamericano. Esto se suma al fuerte despliegue militar del Comando Sur, al ataque a las barcazas —con un saldo de más de 80 víctimas fatales en el Caribe— y al anuncio de una inminente intervención terrestre, que Trump reiteró el pasado jueves al afirmar que comenzaría a perseguir a los narcotraficantes por tierra, utilizando un lenguaje calcado del que empleó Bush padre previo a la invasión a Panamá en 1989.
A la vez, el Comando Sur lleva a cabo maniobras militares con Trinidad y Tobago y Panamá, reactiva la base en Puerto Rico, y República Dominicana cede al Pentágono el uso del aeropuerto internacional de Santo Domingo.
El anuncio del “cierre” del espacio aéreo, además de escalar la amenaza, provoca un grave perjuicio al país.
Seis aerolíneas -entre ellas Iberia, TAP y Turkish Airlines- ya habían suspendido sus vuelos a Venezuela durante esta semana por la amenaza estadounidense, que primero se presentó de manera solapada como una advertencia de seguridad y ahora es una amenaza explícita de Trump. El gobierno de Nicolás Maduro respondió con la revocación de sus licencias para operar en Venezuela.
El argumento de Maduro es que las compañías no han suspendido los vuelos hacia los países limítrofes que comparten el espacio aéreo con Venezuela. Los aeropuertos, este fin de semana, continuaron operando, principalmente con líneas locales. Incluso siguieron llegando vuelos desde los “aliados” de Estados Unidos, como Trinidad y Tobago y Panamá, aunque con retrasos.
Maduro ha declarado el estado de alerta para la Fuerza Aérea del país y denunció que tales afirmaciones “representan una amenaza explícita de uso de fuerza, prohibida de forma clara e inequívoca” por la Carta de las Naciones Unidas.
Estas amenazas de Trump se dan al mismo tiempo que el New York Times revelara una conversación telefónica que el fascista tuvo con Maduro la semana previa, acompañado por Marco Rubio —el principal promotor de una invasión a Venezuela—. El NYT ya había publicado los generosos ofrecimientos de riquezas minerales de Maduro, que fueron rechazados por Trump porque ninguno incluía su dimisión como presidente.
En el Miami Herald se revelaron las propuestas de Delcy Rodríguez —vicepresidenta de Venezuela— a Estados Unidos a través de la mediación de Qatar, en las que ofrecía la dimisión de Maduro y un gobierno de transición encabezado por la vicepresidenta. Estas propuestas habían sido rechazadas por Trump en abril.
Trump busca un cambio de régimen, La verborragia belicosa también le sirve para sus planes fascistas hacia dentro de Estados Unidos, a pesar de que esto genera tensiones con su base MAGA, a la que le había prometido dejar de gastar el presupuesto en guerras “inútiles”.
Las presiones para impulsar un ataque militar a Venezuela se multiplican. A tono con María Corina Machado, la jefa de la oposición ‘mileísta’ en Venezuela, el diputado Armando Armas, desde el exilio, planteó que la única salida es una invasión estadounidense, para impulsar cambios de régimen también en Cuba y Nicaragua.
Para Elliott Abrams, quien se desempeñó como representante especial para Venezuela durante la primera administración de Trump, “ya pasó el punto de no retorno: el juego está en marcha, y o gana él o gana Maduro”. Abrams escribió que “no sería prudente ni necesario desplegar fuerzas terrestres en Venezuela”, pero derribar a Maduro “requerirá atacar algo más que lanchas narcotraficantes en aguas internacionales”. Por ello propone que el Pentágono amplíe su “lista de objetivos” y destruya “los sistemas de defensa aérea de Venezuela, los aviones F-16 en la base aérea de Palo Negro y los jets Sukhoi en la base aérea ubicada en La Orchila, una isla a unos 160 kilómetros de la costa”. También deberían atacar “las bases en el occidente venezolano usadas por el Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, la guerrilla colombiana a la que se adjudica la condición de aliada de Maduro.
Según análisis publicados por la revista Estrategia, el Pentágono evalúa reclutar migrantes —particularmente venezolanos— bajo la promesa de regularizar su estatus migratorio a cambio de servir en operaciones de “seguridad hemisférica”. Hay antecedentes: la CIA armó ejércitos irregulares con migrantes y refugiados en Afganistán, Irak y Siria. La diáspora venezolana, según la ONU, es de más de siete millones de personas desde 2014.
La región
Sin embargo, la ofensiva no se limita a Venezuela. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum denuncia la intromisión directa de Estados Unidos en la política interna, mediante financiamiento a sectores opositores, operaciones mediáticas masivas —las convocatorias a las movilizaciones contra el gobierno fueron impulsadas por ocho millones de bots— y el uso del narcotráfico como herramienta para justificar intervenciones en materia de seguridad, mientras su policía y su ejército realizan tareas conjuntas con las fuerzas estadounidenses en territorio mexicano.
En Honduras, Trump ha amenazado con cortar el financiamiento si gana la oficialista Rixi Moncada y no el candidato del conservador Partido Nacional, Nasry Asfura, como finalmente ha ocurrido, en las elecciones presidenciales del pasado fin de semana.
Sin miedo a la alevosía, Trump anunció un inminente indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández (2014-2022), condenado el año pasado en Estados Unidos a 45 años de cárcel por narcotráfico. Hernández está acusado de usar el aparato del Estado para traficar cocaína hacia Estados Unidos y de recibir un millón de dólares del Chapo Guzmán. Lo mismo ha intentado con Bolsonaro en Brasil y ahora con Netanyahu en Israel, incluso antes de que le dicten la condena. Trump es un amnistiador de criminales
Colombia es uno de los países blanco de los ataques de Trump, donde hay una presencia activa de más de 20 grupos armados ilegales, según la ONU. La advertencia del presidente Gustavo Petro de que Colombia no será plataforma de ataques contra Venezuela, ha provocado la cancelación de visas a todo su gabinete por parte de Washington y la suspensión de ayuda militar.
Mientras tanto, la Armada argentina avanza en un nuevo proceso de modernización tecnológica para sus destructores y corbetas clase MEKO 360 y MEKO 140; los pilotos argentinos ya están recibiendo entrenamiento en Estados Unidos y en Dinamarca; y la Casa Rosada continúa evaluando el momento oportuno para sumarse al operativo de Estados Unidos en el Caribe, ponderando la necesidad de una capacitación previa. La Argentina inmersa en la guerra mundial: la letra chica del acuerdo Milei–Trump.
Aldana González
02/12/2025

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