Pierre Broué murió el 26 de julio, a la edad de 79 años, después de un combate contra el cáncer. Destacado historiador, mundialmente conocido, su obra influenció una generación entera de intelectuales y militantes revolucionarios. Originario del sur de Francia, muy joven entró en la resistencia contra la ocupación nazista, y en la filas de la IV Internacional. En los años sucesivos, como dirigente político trotskista, tendría una participación destacada en varios debates dentro del movimiento revolucionario (acerca de la naturaleza de la revolución cubana, por ejemplo, o acerca de la Revolución Cultural china, en textos que el actual Partido Obrero publicó en la revista América India, en 1972).
Al mismo tiempo, emprendió una carrera académica, como profesor de la Universidad de Grenoble, que le veria destacarse como historiador de la revolución en el siglo XX. Sus obras más conocidas fueron traducidas para varios idiomas. En los años 60-70, por ejemplo, su libro Revolución y Guerra Civil en España, (en co-autoría com Émile Témime), publicado por el Fondo de Cultura Económica, fue intensamente leído y discutido en América Latina. El Partido Bolchevique, Revolución en Alemania (1917 – 1923) son obras del mismo período, que también conocieron difusión mundial. Publicó, en ediciones anotadas y críticas, las actas del Primer Congreso de la Internacional Comunista, así como varias colecciones de textos de Trotsky (sobre la revolución, sobre Francia, sobre la guerra civil española). Sin duda, sus trabajos sobre la revolución española, en los que desmenuzó la traición stalinista al proceso revolucionario más profundo del siglo, son lo mejor de la obra de Broué, contribuyendo a deshacer uno de los mitos políticos más persistentes del siglo pasado, y le valieron una inmensa autoridad científica e intelectual en la propia España.
Produjo trabajos de importancia hasta el final de su vida, aunque com menor repercusión que los mencionados. Cabe destacar: Historia de la Internacional Comunista, sus biografias Trotsky y Rakovski, su libro Stalin y la Revolución (el caso español), La Revolución Española. Fue el primer historiador autorizado a entrar en los archivos cerrados de Trotsky, cuando de su apertura en Harvard (en 1980) [Isaac Deutscher los consultara antes com autorización especial] y también participó de conferencias y mesas redondas en los más diversos países. Recordaba con especial cariño su participación en la mesa redonda que cerró el Congreso en homenaje Leon Trosky realizado en la Universidad de San Pablo, en octubre de 1990, junto a Jorge Altamira, Osvaldo Coggiola, Michael Lowy y Seva Volkov (nieto de León Trotsky).
Gran coleccionador de documentos, y dotado de memoria prodigiosa, sus trabajos académicos le dieron merecida fama dentro de la mediocridad mayoritaria, aunque la misma academia le reprochaba ser un historiador “estrechamente político”. Su gran mérito habrá sido el de tomar las ideas de “revolución permanente” de Trotsky, así como sus principales textos políticos (en especial la crítica al stalinismo) y usarlos como guia matriz de la investigación histórica, revelando la fertilidad de las ideas del gran revolucionario, no sólo para la acción política, sino también para la investigación científica, y hasta para la creación artística.
Consagró, en gran parte, sus últimos 25 años a la creación del Instituto Leon Trotsky y a la publicación de los Cahiers Leon Trotsky, que publicaron numerosos trabajos sobre la historia del movimiento trotskista en todo el mundo. Se trataba de una empresa política, a través de la cual pretendia propiciar la “unificación del movimiento”, por encima de divergencias que le parecían superadas o sectarias. Esa fue su gran limitación – su discontinuidad como militante y polemista en las filas de la IV Internacional – producto de su creciente absorción por la academia en detrimento de la militancia revolucionaria: concluyó aislado de las diversas corrientes trotskistas, a las que pretendia “sobrevolar”, los Cahiers y el ILT concluyeron casi como una empresa personal del Broué historiador, perdiendo la incisividad política, histórica e ideológica, y hasta la originalidad, que poseían sus primeras obras. Este curso político lo llevó, en sus últimos años, a concluir en la inactualidad del trotskismo, cuya razón de ser, según él mismo, habría cesado con la muerte del stalinismo (de la URSS).
Su obra más ambiciosa, su biografia de Trotsky, tuvo mucho menos impacto que el esperado, justamente por ese motivo. Si corregia certeramente en diversos aspectos, y pretendia superar políticamente, la gran trilogia de Isaac Deutscher sobre el revolucionario ruso, estaba muy atrás de ésta en materia de audacia de interpretación histórica, pues concluía com el relato de una frustración política, que Broué creia que era la del propio trotskismo (o del bolchevismo como tal). En sus años finales, publicó una revista, Marxismo Hoy, de escasa repercusión y que se pretendia vehículo de grupos de marxistas frustrados, agrupados en siglas diversas con el común marbete de “socialismo y democracia (o “democrático”)”, que pretendian todas distanciarse del “sectarismo leninista”, una idea que conquistó al Broué final.
Su accidentada carrera política, sin embargo, no borra el mérito de sus principales obras, inicialmente citadas, que se mantiene en pié, y que contribuyó, com certeza, a la formación de más de una generación de revolucionarios, en los más diversos países. Com su amplitud de miras, y su gran dedicación al trabajo intelectual, Broué resumió, en su carrera personal, los impasses políticos de las corrientes que lucharon, o dejaron de luchar, por la IV Internacional después de la Segunda Guerra Mundial.
Personalmente, fue íntegro, siempre dispuesto a colaborar com los más modestos investigadores o militantes. Tuvo cinco hijos (uno de ellos es el mundialmente conocido matemático Michel Broué) y sólo al final de su vida, ya jubilado, consiguió adquirir un pequeño departamento, en Saint Martin d’Hères, cerca de su Grenoble, abarrotado de libros y papeles, pues siempre consagró sus recursos a la militancia política o a la investigación científica. Su simpatía personal y bonhomia de campesino conquistaba a quienes le conocían. Prestamos aqui homenaje al historiador, al militante, al amigo, cuya mejor obra continuará a formar en la ciencia y el arte de la revolución a los jóvenes trabajadores y estudiantes que construyen el futuro con los puños del mundo.
Osvaldo Coggiola
No hay comentarios.:
Publicar un comentario