domingo, agosto 13, 2006

Recordando a Mateo Fossa


El 26 de junio de 1973 moría un gran dirigente obrero revolucionario

Los trabajadores tienen sus grandes figuras, sus próceres obreros. No los registran la historia ni los homenajes oficiales. Uno de ellos es Mateo Fossa (1896-1973). Fundador y dirigente desde 1917 del Sindicato de la Madera, integró el Partido Comunista y rompió en 1927, haciéndose seguidor de Trotsky. En los últimos años de su vida ingresó al Partido Socialista de los Trabajadores (PST).
Desde muy joven, como trabajador tallista (o escultor) de madera, simpatizó con el espíritu revolucionario de los viejos anarquistas y trabajó con ellos, impulsando la organización sindical del gremio. Sus inclinaciones políticas lo llevaron a ingresar a la juventud del Partido Socialista en 1913. Allí se alineó con el ala internacionalista que rechazó la guerra interimperialista y luego fundó el Partido Comunista. Al comenzar el viraje burocrático de Stalin, Fossa encabezó el sector crítico que editó La Chispa y luego se unió a la Oposición de Izquierda de León Trotsky.
Encabezó las huelgas contra la dictadura de Uriburu
Fossa fue uno de los pocos dirigentes obreros que luego del golpe de Uriburu siguió en la lucha, perseguido por el régimen dictatorial y por la burocracia del PC. Cuando vino nuevamente el ascenso de los trabajadores, allí estaba él. Fue el dirigente indiscutido de la huelga de la madera de 1934, que conquistó la semana laboral de 40 horas. Cuando en 1935-36 se dio la gran huelga de la construcción, Fossa organizó el comité de solidaridad, que cumplió un papel decisivo para el triunfo. Luego de varios meses de lucha se obtuvo íntegramente el petitorio de reivindicaciones, que fue negociado personalmente por Mateo Fossa. Fue parte de esa camada de grandes dirigentes que dieron lugar al fortalecimiento de los sindicatos por industria y la fundación de la CGT.

Un trotskista de toda la vida

En 1938, más de treinta sindicatos lo eligieron para que participara en una reunión sindical a realizarse en México. Mateo aprovechó la oportunidad para conocer al gran dirigente de la Revolución Rusa, León Trotsky, exiliado en ese país. El dirigente de la central sindical mexicana, Lombardo Toledano, compañero de ruta del PC stalinista, le impidió entonces participar del evento. Con toda modestia, hasta sus últimos días, Mateo decía que lo más importante que le había pasado en la vida fue aquella entrevista con el viejo revolucionario ruso.
Durante la guerra comenzó a acercarse y a luchar junto a los nuevos dirigentes obreros que a su vez se fueron sumando al peronismo. Rechazó la Unión Democrática y siempre enfrentó a la burocracia sindical, esperanzado en que desde el peronismo surgiera una fuerte tendencia clasista e internacionalista.
En los 60 integraba la Mesa Coordinadora Nacional de Jubilados, como secretario adjunto. A fines de 1972 se sumó al Frente de los Trabajadores que impulsaba el PST y luego se integró plenamente. En las elecciones de marzo de 1973 fue candidato a senador por la Capital.
Solo dejó la actividad militante cuando, a los 77 años, le falló el corazón. Seis integrantes de la Juventud Socialista fueron encargados de llevar su féretro en el Cementerio de San Martín. Lo consideraban más que su maestro: era su hermano mayor.
Desde entonces, para el PST fue uno de sus grandes orgullos haber tenido el inmenso honor de contar entre sus filas a este revolucionario cabal y uno de los más grandes dirigentes de las luchas obreras del siglo.

Su presencia en Avanzada Socialista

Meses antes de morir, terminada la campaña electoral, Mateo tomó la costumbre de visitar la redacción del periódico y empezó a escribir con su letra apretada y sin querer que apareciera su firma. Llevaba notas con comentarios, artículos, preguntas, sobre los jubilados (su preocupación militante), la burocracia sindical, la desocupación, la liberación nacional, el nuevo gobierno peronista o los sindicatos.
Acostumbraba ir los lunes, en medio del cierre del periódico. Y provocaba el milagro de transformar a los apurados redactores en “alegres contertulios que, saboreando un café, recordaban hechos del pasado y discutían su aplicación presente y su utilización periodística” (Avanzada Socialista Nº 66, 4 al 11 de julio de 1973).

Mercedes Petit

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