El lunes pasado, Poder Judío, el partido fascista del fascista ministro de Seguridad Itamar Ben-Gvir, envió por segunda vez al Parlamento un proyecto de ley que autorizaría a ejecutar a los presos. Gvir insistió en que “todo el mundo está de acuerdo en que la pena de muerte para los terroristas puede servir como elemento disuasorio” (Haaretz 4/11). El proyecto cuenta con el apoyo de Benjamin Netanhayu.
Los requisitos para aplicar la pena de muerte son tan ambiguos que podría abarcar a los 11100 presos, un tercio de los cuales -entre ellos 400 niños- se pudren sin juicio ni condena conocida en las mazmorras sionistas: “Se impondrá la pena de muerte a cualquier persona que, de forma intencionada o por indiferencia, cause la muerte de un ciudadano israelí por motivos racistas, odio o intención de dañar al Estado de Israel”. Por indiferencia.
Hamas exigió a las Naciones Unidas y a las instituciones de derechos humanos una acción urgente para detener el proyecto. Solicitó también la creación de comisiones internacionales con el fin de acceder a los centros de detención, conocer la situación de los presos palestinos y revelar las atrocidades cometidas en ellos.
Héroes nacionales, los torturadores
La defensa de las torturas y los asesinatos a los presos es una política de Estado: la abogada principal del ejército israelí, Yifat Tomer-Yerushalmi fue encarcelada la semana pasada como represalia por filtrar un video que muestra la violación sucesiva de un prisionero palestino por un grupo de soldados en la prisión de Sde Teiman. El palestino ingresó en un hospital público “con perforación rectal grave, perforación de pulmón e intestino, fracturas costillas, y heridas oculares”, según el parte médico.
La exfuncionaria renunció poco antes de ser apresada, tras reconocer que había autorizado la filtración del video “para demostrar que la policía militar actuaba contra las torturas” El exfiscal jefe castrense Matan Solomosh, también fue arrestado. Netanhayu la ha acusado de causar “el mayor daño a la imagen” del Estado y su ejército desde 1948.
No es la primera vez que el gobierno y la derecha israelí defiende públicamente a los torturadores y el uso de la tortura. En julio de 2024, después de que la policía militar fuera a Sde Teiman a interrogar a 11 reservistas, manifestantes de extrema derecha -incluyendo por lo menos tres legisladores de la coalición de gobierno- ingresaron por la fuerza a la prisión a manifestarles su apoyo.
Esta semana, los soldados involucrados en la violación, encapuchados, dieron una conferencia de prensa, se nombraron “luchadores por la patria”, gracias a los cuales seguían con vida quienes los estaban escuchando. Y reclamaron “el apoyo del gobierno y del sistema”.
En Israel, todos los palestinos son enviados a prisiones militares y sometidos a las leyes castrenses. 3.544 están en situación de detención administrativa (no se les formuló acusación y por lo tanto no tienen ninguna instancia donde defenderse ni como averiguar el tiempo de encarcelamiento). Unos 400 son menores de edad a partir de los 6 años.
Las ONG de DDHH israelíes han denunciado que son sometidos a torturas, privación de agua y comida, y negligencia médica. En los últimos dos años 81 murieron en prisión. Israel muchas veces también retiene por años los cadáveres como forma de torturar a su familia.
En marzo de 2023, el Parlamento ya había aprobado en primera lectura un proyecto de ley que permitía la pena de muerte a palestinos “condenados por matar israelíes”, presentado por Ben-Gvir y apoyado por Netanyahu. En octubre de ese mismo año Hamas y otras organizaciones de la resistencia palestina cruzaron la “frontera israelí” con el fin, dijeron, de capturar rehenes para recuperar a palestinos presos.
Desde entonces, el colono Ben-Gvir ha empeorado al extremo las condiciones carcelarias, restringiendo las visitas familiares, recortando la comida y limitando la movilidad y el acceso a las duchas. Médicos israelíes han declarado en Naciones Unidas que atendieron presos que estaban con pañales y vendados y esposados permanentemente de manos y pies a la cama. No los dejaban levantarse ni para ir al baño.
Por ejemplo, en la cárcel militar de Sde Teiman (EP 10/7/24) a la que un soldado que prestó servicio allí se refirió como un “campo de tortura sádico”. Meses antes, Haaretz había publicado la carta de otro médico que decía: “Justo esta semana, a dos prisioneros les amputaron las piernas debido a lesiones de las ataduras, lo que, por desgracia, es algo que ocurre de manera rutinaria”.
La liberación reciente de los presos palestinos, muchos capturados en redadas al voleo, mostró a personas destruidas, famélicas, golpeadas, sometidas a tortura psicológica (por ejemplo, les anunciaron la muerte de sus hijos y era falso). Algunos tenían dificultades para caminar y debían ser sostenidos o llevados en brazos. Dos niños liberados habían perdido la razón.
Los días previos a la liberación redoblaron las torturas: "Nos esposaron y nos golpearon brutalmente. Nos dejaron bajo el sol durante 12 horas. De vez en cuando, los carceleros venían a humillarnos e insultar a nuestras madres. Nos impedían comer, beber e incluso ir al baño...", contó en Ramala un liberado a la BBC, que recogió numerosos testimonios de palestinos que afirmaron ser torturados con descargas eléctricas, quemaduras o abusos sexuales.
Como símbolo de la mayor bajeza, en agosto de este año, Gvir se filmó maltratando a Marwan Bargouthi, el más destacado dirigente palestino que lleva dos décadas preso. Israel ha rechazado sistemáticamente incluirlo en los canjes de prisioneros. Una campaña internacional impulsada por su esposa afirma que Israel tiene planeado eliminarlo.
El estado de los rehenes palestinos, tan distinto del de los rehenes israelíes, causó una conmoción internacional. El sitio web de noticias Kikar HaShabbat publicó lo que describió como una «documentación a gran escala» del interior de la prisión de Ketziot, el mayor centro de detención de Israel, en la que se muestra a presos palestinos sometidos a tratos humillantes y a duros procedimientos de inspección.
Vídeos que circulan en las redes sociales muestran a soldados maltratando a presos dentro de la prisión de Ketziot, en el desierto del Negev. El fotógrafo israelí Haim Goldberg entró a Ketziot en febrero de 2025. Las imágenes muestran a los presos hacinados, atados o sentados en el suelo unos sobre otros.
Según numerosos informes verificados, muchos de los detenidos en Sde Teiman fueron sometidos a violencia sexual, desde desnudos forzados y humillaciones hasta violaciones; esposas constantes que provocaron lesiones y, en algunos casos, la amputación de extremidades; y palizas con porras, barras de metal y culatas de armas y botas, a veces hasta que los detenidos perdían el conocimiento. Se denunciaron prácticas similares en casi todas las prisiones y centros de detención israelíes donde se recluyó a palestinos tras los atentados del 7 de octubre. (The Conversation 21/10/25)
El 23 de octubre, Ben-Gvir, volvió a jactarse públicamente de privar a los reclusos palestinos de sus derechos básicos en las prisiones israelíes. Ahora envió una ley para exterminarlos.
Olga Cristóbal
09/11/2025

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