jueves, noviembre 29, 2012

El legado de Maurín sobre la cuestión nacional



Se debate nuevamente sobre el problema de las nacionalidades sin Estado, de la opresión nacional. Tema sobre el que Maurín escribió páginas que todavía resultan vivas e inspiradoras.
Contaba Wilebaldo Solano que en cierta ocasión le dejó a Manuel Azcárate (uno de los intelectuales más reconocidos del PCE) una edición de los escritos de Andreu Nin sobre los movimientos de emancipación nacional y cuando se le encontró de nuevo y le preguntó, Azcárate le respondió: “!Lo que nos hemos perdido¡”.
La anécdota me vino a la memoria mientras escuchaba la ponencia de Gerardo Pisarello con ocasión de la presentación de Los nacionalismos, el estado español y la izquierda (La Oveja Roja-Libros de Viento Sur, Madrid, 2012), la muy oportuna obra de Jaime Pastor en el Ateneu Rebel, en Barcelona. Gerard se refirió ampliamente a una tradición, la marxista digamos heterodoxa (aunque estaba apoyada en una lectura seria de los escritos de Lenin que al parecer toda la mesa reconocía), centrándose especialmente en la impresión que le había causado Revolución y contrarrevolución en España (1). Gerardo resaltó la capacidad de esta tradición de articular y matizar las complejas relaciones entre la lucha social y los derechos nacionales, y declaró que tanto el libro de Jaime como diversos trabajos publicados recientemente en el área de IA demostraban que seguía bien viva. Y lo decía en oposición a otras concepciones más bien estrechas que había percibido en Izquierda Unida, en relación a la emergencia del independentismo catalán.
En un artículo reciente (con Jaume Asens), publicado en SinPermiso, Pisarello retoma el hilo de su exposición en el Ateneo al escribir:”Como bien señala Jaime Pastor, para pensar la cuestión nacional las izquierdas ibéricas deberían prestar más atención a figuras como la del dirigente del Bloc Obrer i Camperol y del POUM en los años treinta del siglo pasado, Joaquín Maurín. A diferencia de Gramsci, cuya concepción de lo nacional-popular se vinculaba a un Estado en última instancia mononacional, Maurín partía de una lectura plurinacional del Estado español. Y entendía que no habría proyecto socialista posible en la península sin el reconocimiento de esa diversidad y del derecho a la autodeterminación -incluida la secesión- y a la unión libre de los pueblos que la integraban” (2)
Por su parte, dentro del apartado “La izquierda y la cuestión nacional en el Estado español hasta 1939”, Jaime Pastor dedica un especial interés a los escritos de Maurín al respecto (páginas 112-115) Igualmente anota que el 8 de junio de 1931, en una conferencia en el Ateneo de Madrid, Maurín declaró: “Cree­mos que Cataluña debe separarse, pero no de España sino del Estado. Cuando Cataluña, Vasconia y Galicia se hayan lanzado sobre el Estado, entonces se reedificará la auténti­ca unidad nacional”. Una posición que reafirma poco después cuando sostiene en 1935 que “España es hoy un conjunto de pueblos prisioneros de un Estado gendarme» y ve justificado el separatismo, ya que «responde a una realidad histórica. El se­paratismo es la respuesta que abajo se da al Estado cesarista, al Estado unitario y gendarme. Las razones que hace tres si­glos determinaron la separación de Portugal y la insurrección de Cataluña harán que mañana, si la política española no su­fre una transformación radical, Cataluña se separe y después Vasconia, Galicia, las Baleares...”

Un poco de historia

A grandes trazos, la historia oscura que se quiso contar sobre Maurín es básicamente como sigue. Detenido en La Coruña, en donde se encontraba asistiendo al congreso fundacional del POUM gallego en el que entre otras cosas se debatía sobre el hecho nacional gallego, Maurín sobrevivió en las cárceles franquistas hasta que resultó condenado en 1944 a treinta años de reclusión. No obstante, Maurín saldrá de la cárcel gracias al hecho de que la victoria de los Aliados llevó al régimen a realizar algunas demostraciones de “clemencia” en la que entró mucha gente. Esto se convirtió en una “prueba” más en base a la deducción según la cual los fascistas fusilaron sin piedad a personas por la mera sospecha de ser republicana, y por lo mismo, la traición o la complicidad serían las únicas razones de este privilegio. Después de permanecer por poco tiempo sobreviviendo en España con traducciones, y de constatar que las democracias victoriosas no van a mover un dedo contra Franco, Maurín marcha a los Estados Unidos. La acusación no es diferente de la que le cayó “en suerte” a Louise Michel, la célebre “Pétroleuse” de la Comuna de París y sin duda la mujer más odiada por la derecha francesa, culpable de no ser fusilada como tantos otros “comuneros”. Los ejemplos podrían extenderse sin dificultad.
La prensa comunista oficial clandestina acogió su liberación en sus términos consabidos, afirmando que “el espía y provocador Joaquín Maurín, líder de una banda de aventureros y traidores que abandonaron el frente para tratar de asesinar a la República, ha salido de Barcelona completamente libre y con el viaje pagado por Franco”. No hay que decir que la campaña contra el POUM, de la que fue también víctima su hermano Manolo, con el que estaba muy ligado influyó ulteriormente llevándolo hacia una orientación socialdemócrata . Por otro lado, en realidad “Quim” no consiguió estabilizar su situación en Estados Unidos hasta 1961.
El drama de Maurín fue vivido muy intensamente por su compañera, conocida en el POUM como Juana Maurín, aunque su nombre de soltera era Jeanne Lifschitz (París, 1904-Rosemont, USA, 1995). Era hija de un matrimonio ruso emigrado de Kiev, muy comprometido contra el zarismo, y hermana de Boris Souvarine, uno de los primeros dirigentes del PCF, oposicionista y estudioso, famoso autor de una temprana y minuciosa biografía de Stalin. Jeanne conoció a Maurín mientras trabajaba en la oficina de prensa del Komintern. En el proceso, el fiscal Gomis considera como prueba de la coalición entre el POUM y Franco una carta encontrada en el local del Comité Ejecutivo, enviada desde Francia por José María Arenillas (luego presumiblemente asesinado por los estalinistas en la evacuación de Gijón), en la cual propone secuestrar a la esposa de Franco cuando iba de compras a Biarritz, con el fin de canjearla por Joaquín Maurín, secretario general del POUM, capturado por los franquistas en la zona “nacional” y condenado a muerte.
Por estas mismas razones, Jeanne apareció ligada a “los autos, procedentes de los registros efectuados, documentos y cartas autenticas que delataron que el POUM tenia una organización completa en España y en el extranjero, con agentes que se relacionaban por medio de claves diversas, que adquirían unas veces a precios costosos y otras confeccionaban ellos mismos. Alguno de estos agentes, como Juana Maurín, domiciliada en Paris, tenía carácter permanente, y era agente de enlace entre unos y otros, recibía fuertes cantidades cuyo origen y destino no ha podido comprobarse, llama en sus cartas territorio español al rebelde, declara que se han mandado agentes especiales a la zona facciosa y todo esto en relación directa con los dirigentes del POUM, a quienes dirige estas cartas”.
Dicha conexión la hace aparecer en el segundo punto de la acusación que cita el testimonio “literal de las cartas y argumentos recogidos a los procesados, que sirven de fundamento para afirmar, que éstos mantenían relación con alemanes, rebeldes o fascistas, con expresión del lugar donde han sido encontradas personas a quién se atribuya cada uno de esos documentos y que los enviara o recibiera (…) Especialmente es de interés la correspondencia en que ha tenido intervención de Juana Maurín, ya que el señor Juez instructor especialmente la cita. Y el milimétrico, con el letrero que aparece en su revés simpática, al que tanta importancia da el señor Juez…” En su favor habló Juan Andrade: “Que Juana Maurín era la representante del partido, pero que jamás se escribían con ella en clave. Que las cartas a Juana se las enviaban por correo ordinario y otras a mano…”: El defensor Benito Pabón alegó con vehemencia que “respecto a las cartas de Juana Maurín, se cree en la obligación, de ayudar a los fines de Justicia el esclarecimiento de la verdad al Juzgado, y pedir la práctica de cierta diligencia que pondrá de manifiesto cuán absurda es la suspicacia de la Policía, viendo en esas cartas indicios de la existencia de una red de espionaje. Juana Maurín era la mujer legítima (y decimos era, porque, según informaciones fidedignas, su esposo fue fusilado por los rebeldes) de Joaquín Maurín (a quién llamaban con el diminutivo catalán de Quimet, Kim)”.
Pabón explica que “Joaquín Maurín, diputado a Cortes y secretario general del POUM, salió el 17 de Julio de Madrid para Santiago de Compostela, donde debía asistir a una asamblea. Allí le sorprendieron los sucesos y como a su compañero [ilegible], parece ser, que después de algún tiempo fue preso y posteriormente fusilado. Joaquín Maurín que no era trotskista, sino jefe del bloque obrero y campesino, nadie dudara de su antifascismo, y con él fueron a las elecciones reunidos todos los partidos de izquierdas, entre ellos los comunistas”. Por lo tanto: “Ya es aventurado y arbitrario suponer que la esposa de Maurín, en pago a lo ocurrido con éste, se dedicara a maniobras en favor de los facciosos”, pero dado que nos encontramos en “el terreno de la maledicencia, y del mal pensar todo es admisible, aunque ello no cuadre muy bien a la serena actitud de enjuiciar que estos perjudicaban el criterio de la Justicia. Ahora bien, en este caso, existe una prueba concluyente contra tan peregrina suposición. Era lógico, humano, y hasta obligado, que la mujer de Maurín (de naturaleza francesa se preocupara de la suerte de su marido) y los componentes del POUM, de la situación de su Secretario general. Y Juana Maurín por medio de las autoridades francesas, consiguió hacer diversas gestiones, incluso que un periodista francés se ofreciera a ir a Galicia con pretexto de su misión, para traer noticias concretas de Maurín, y ver la probabilidad de un rescate sí aún existía”.
En el curso de sus peripecias en la zona nacional-católica, Quim rompió su documentación y adoptó otra hasta que en Jaca un guardia fascista que lo había herido durante la dictadura de Primo de Rivera, lo reconoció por la cicatriz que le quedó de dicha herida. La Voz de Galicia dio así la noticia: “Jaca. —El delegado de la Territorial de Cataluña de FET y de las JONS, camarada Lauro Clariana, ha conseguido detener al ‘leader’ comunista trotskista Joaquín Maurín. El camarada Clariana se había desplazado a Galicia, donde, al parecer, se hallaba refugiado Maurín. Después de varias semanas de pesquisas, partió a Aragón, y en Jaca ha logrado detener al comunista catalán…Joaquín Maurín ha sido fundador del “Bloc Obrer y Camperol” de Catalunya, primera organización del trotskismo en España, que funcionaba de acuerdo con Andrés Nin —fusilado por orden de Prieto—, exsecretario de León Davidovitch Bernstein (a) Trotsky. Después, Maurín fundó, con Jaime Miravitlles, Julián G. Gorkin, Juan Andrade y el mismo Andrés Nin, el “Partit Obrer d’ Unificació Marxista”, conocido por el anagrama POUM. Al producirse el Movimiento Nacional, Maurín se hallaba accidentalmente en Galicia. Sus correligionario s, para despistarnos, dijeron que había sido fusilado. Y dieron el nombre de Maurín a un batallón. La presa realizada por la Falange es excelente. Maurín es uno de los tipos más peligrosos del marxismo afincado en España”.
Pabón concluye con estas palabras: “De este asunto tuvo conocimiento expreso León Blum, Presidente entonces del Gobierno francés, e intervino directamente el señor Blumel, Secretario de la Presidencia…Por ello, suplico al Juzgado, que teniendo por presentado este escrito, acuerde, que por los trámites procesales oportunos, se tome declaración sobre los extremos expresados en el cuerpo del escrito a Juana Maurín con residencia en París, con domicilio en 22, rue d’ Orleans, Neuilly sur Seine y a los señores León Blum y Blumel, Vicepresidente del Consejo de Ministros francés, y Secretario del primero respectivamente , lo cual pido por ser de justicia en Valencia a 11 de Septiembre de 1937 (1989;117-118) La movilización de Jeanne se diversificó en los más variados frentes. Obligó al mismo León Blum, a través del ILP británico que tenía varios diputados, llegó hasta la potente diplomacia británica, llamó a todas las puertas del gobierno para que fue canjeado, pero según la principal biógrafa de Maurín, Yveline Riottot: “…resulta más que probable que Maurín le debiera la vida a la intervención de Ramón y Joaquín Iglesias Navarri, sobrinos del primer marido de la madre de Maurín, ambos sacerdotes, el primero de los cuales ejercía además las funciones de capellán militar encargado de los nombramientos de los capellanes militares de todas las guarniciones, con grado de comandante”(3)
Más heterodoxo que Nin, y más preocupado por ligar las propuestas políticas con las prácticas organizativas, Maurín fue también el principal “cerebro” de las “jornadas de Octubre” en Cataluña al conectar la iniciativa de una “UHP” con los de la república catalana. Aquella aventura revolucionaria llegó bastante lejos, pero acabó siendo derrotada de manera que –como suele suceder habitualmente-, la historiografía académica suele pasar de puntillas sobre aportes y debates que puedan perturbar las premisas dominantes. Sin embargo, con todas sus vueltas, la historia sigue ahí para aprender, y las lecciones del marxismo revolucionario español tienen una enorme importancia en tiempos como los que se abren, aunque no sea todo lo reconocida que merece.
Habrá momento de regresar a las discusiones y lecciones que animaron la presentación del libro de Jaime Pastor porque los tiempos nos exigen recuperar críticamente las mejores tradiciones en cuestiones tan complejas como lo es el “hecho nacional”. Tendría que añadir que en muchas ocasiones he conocido gente de escuelas muy diversas interesada en Maurín.

Notas

--1) Se trata de una edición ampliada de Hacia la segunda revolución que fue editada por Ruedo Ibérico, París, 1966; en fechas recientes Andy Durgan ha publicado una antológica con textos de la misma época, Socialismo o fascismo. Joaquín Maurín y la revolución española, 1934-1936 (Gobierno de Aragón Departamento de Educación, cultura y Deporte, Zaragoza, 2011)
--2) Gerardo Pisarello • Jaume Asens, El derecho a decidir y sus enemigos, en www.sinpermiso.info/.../index
--3) Las referencias al caso Maurín están extraídas de mi libro Un ramo de rosas rojas y una foto. Variaciones sobre el proceso contra el POUM (Ed. Laertes, 2010, Barcelona), más concretamente del capítulo 8 titulado Maurín, Orwell y otros casos “menores”. También abundan en el mismo caso, Juana Maurín (Cómo se salvó Joaquín Maurín, Ed. Júcar, Gijón, 1978), y El POUM en la historia (Libros de la Catarata, Madrid, 1999), obra de Wilebaldo Solano que acaba de conocer su primera edición rusa después de la francesa.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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