jueves, noviembre 08, 2012

La crisis de los misiles: una película de terror absoluto



Hace medio siglo, “la crisis de los misiles” fue –de entrada- una demostración de los riesgos del equilibrio del terror, y pudo haber sido el momento más fatídico de la historia humana. Tristemente se puede decir que este hecho estaría quizás mucho más olvidado si Hollywood no hubiera producido su propia versión…
Los lectores interesados a fondo sobre esta historia podrán encontrar diversos artículos de fondo en la Red, uno de ellos especialmente penetrante de Noam Chomsky. En este trabajo, lo que se trata es de analizar las variantes cinematográficas sobre el acontecimiento, sobre todo porque es más que probable que el “documento” más conocido sobre el evento sea una de ellas, Trece días (Thirteen Days, USA, 2000) de Roger Donaldson y producida e interpretada por el mejor Kevin Costner. Pero como para analizar aunque sea brevemente estas películas es fundamental contar con una mínima fundamentación política y cultural, creemos que son importantes algunas cosas como…
-a. Nos ha tocado vivir unos tiempos en la que los acontecimientos históricos se suceden de manera vertiginosa, y en los que la apabullante masa informativa de lo banal tiende a diluir la memoria de las fechas que señalan de manera más elocuente la marcha de la historia, por lo que conviene recordar lo que 1962 significó para la supervivencia de 1959, el año en que los barbudos entraron el La Habana y crearon el “primer territorio libre” de América Latina. También fue el año en el que el peligro de un desastre nuclear fue más fehaciente, sobre todo por la prepotencia imperial yanqui y de los “halcones” que dirigían el Pentágono –otro poder fáctico al margen de cualquier control democrático-, habían hecho suyo el slogan “antes muertos que rojos”…También fue el comienzo de las relaciones de Cuba con la Rusia soviética, un sistema donde a la palabra socialismo habría que añadirle otras como burocrático y policiaco…Pero, con todo lo que haya que objetar, la revolución cubana se llevó a cabo al margen de la URSS, al margen del Partido Comunista cubano, y ha seguido en pie por las mismas razones que animaron a los combatientes de Bahía Cochino: el orgullo del pequeño Goliat que se mantiene mientras crece la oposición antiimperialista en el continente, ahora desde otra perspectiva que la táctica guerrillera contra la cual, la CIA había logrado crear sus antídotos.
-b. Desde la revolución mexicana, los Estados Unidos de Norteamérica no había permitido que ninguna otra revolución triunfara en América Latina, que consideraba como su “patio trasero”. Desde entonces, pero sobre todo después de la revolución rusa de Octubre, el Departamento de Estado consideró que, pasado ciertos límites, cualquier triunfo de la voluntad popular podría atentar contra su “seguridad”, desestabilizar la zona y atentar con los intereses de las grandes multinacionales yanquis…De esta manera, el país que había nacido en 1776 gracias a una revolución, había acabado convirtiéndose en un muro contra cualquier cambio profundo en su área de influencia de la misma manera que la monarquía constitucional británica estimó que la Declaración de independencia de 1776 lo hacía con sus dominios. La democracia pues, estaba reservada para los países ricos.
-c. La excepción sería Cuba. El Pentágono había subestimado la capacidad de la guerrilla, y no había sabido apreciar lo que significaba el castrismo, y cuando se dieron cuenta de su error, ya era demasiado tarde. Las medidas de carácter popular (como la Ley de Reforma Agraria) perjudicaron los sagrados intereses estadounidenses en la isla, y por lo cual, la administración Eisenhower (que había demostrado su amor por la democracia sosteniendo la dictadura franquista), planificó una agenda política dirigida a derrocar el gobierno popular recién instaurado. En dicha agenda se incluía el bloqueo económico, amé de una la puesta en marcha de una poderosa maquinaria de acciones y de propaganda contrarrevolucionaria. Igualmente fomento y apoyo de grupos armados, una “contra” cubana que ha mimado desde entonces. Todo estaba permitido, el sabotajes a instalaciones económicas y civiles, filtración de espías; ataques piratas, quemas de campos de azúcar, tentativas de asesinato de Fidel y de otros líderes; violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra estadounidenses, y por supuesto una campaña mediática en la que primaban las mismas reglas de la ley del más fuerte.
-d. La culminación de todo este entramado fue la planificación “bananera” de un plan para invadir militarmente a la isla empleando generosamente exiliados reaccionarios y toda clase de mercenarios, amén de algunos pilotos de guerra estadounidenses, todos ellos dirigidos por la CIA que, sabía que aquello no resultaría, pero que esperaba que a partir de entonces podrían imponer al recién elegido presidente Kennedy, un proyecto de invasión directo.
La invasión de esta “contra” tenía que comenzar por Bahía Cochino, pero gracias al entusiasmo popular y la audacia de sus mandos, la tentativa fue derrotada en menos de 72 horas. La administración Kennedy puso entonces en marcha la Operación Mangosta que se cifraba, entre otras cosas, un plan secreto de invasión militar a Cuba, pero ahora poniendo en primera línea a los “marines”. La idea era iniciar la contienda mediante una provocación, un montaje de los que el imperio se había mostrado todo un especialista. Pero sucedió que los servicios de Inteligencia soviéticos detectaron el proyecto, y advirtieron inmediatamente Cuba. En aquellos momentos, la URSS conocía un cierto optimismo reformador encarnado por Nikita Kruschev y por una serie de éxitos en la carrera espacial, estamos fechas próximas a la aventura de Yuri Gagarin.
Kruschev aspiraba a tomar la iniciativa en una fase de emulación pacífica, y demostró su voluntad de dar la cara contra el Imperio. Propuso al directorio revolucionario la instalación en Cuba de cohetes de alcance medio como medida disuasiva contra los planes del gobierno estadounidense, algo que no haría ni de lejos con el pueblo del Vietnam, quizás el más castigado del siglo XX. Fidel Castro muestra su desacuerdo. Éste arguye que era preferible un acuerdo militar entre Cuba y la URSS. A partir de ese tratado quedaba establecido que una invasión a la República de Cuba sería equivalente a un ataque directo a la Unión Soviética, eso era lo que hacía los Estados Unidos con sus aliados. Sin embargo, Kruschev no estuvo de acuerdo, su idea era anteponer el pulso entre las potencias. Entonces insistió en que la instalación de los misiles no solo serviría para proteger a Cuba, sino también para aumentar la capacidad defensiva de todo el bloque socialista. Castro no tenía otra alternativa, pero planteó que el traslado y la instalación de los cohetes se realicen de forma pública…
La parte consciente de la clase trabajadora del mundo siguió el conflicto con una posición muy clara, la revolución cubana estaba fascinando a los pueblos del Sur, en lugares como Andalucía donde la devastadora derrota del ideal de reforma agraria estaba llevando a la gente a emigrar por desesperación, el apoyo a la revolución se hace palpable en el ambiente. Incluso en los Estados Unidos, a pesar de la devastadoras consecuencias de las “cazas de brujas”, se desarrolla una campaña que pide “trato justo con Cuba” en las que –como no podía ser menos-, el FBI que es un Estado dentro del Estado, tiene sus infiltrados.
-e) Los estadounidenses que habían emplazados misiles en Turquía a un palmo de las narices de la URSS, se sienten ahora amenazados. El 22 de octubre de 1962, el presidente Kennedy se dirigió a la nación con un mensaje televisado de 17 minutos para hablar de establecer una cuarentena y un cerco alrededor de la isla. Para cumplir esta medida se desplegaron barcos y aviones de guerra estadounidenses, a lo que Kruschev responderá dos días más tarde: "...la URSS ve el bloqueo como una agresión y no instruirá a los barcos que se desvíen". No obstante, en las primeras horas de la mañana, los buques soviéticos disminuyeron la velocidad, con el fin de evitar algún conflicto mayor. El paso siguiente de la administración Kennedy fue emplear (nunca mejor dicho) la OEA, y a través de esta imponer sanciones al gobierno cubano y determina el bloqueo naval de aquella en una operación que se denominó "Cuarentena" y que tuvo como objetivo principal impedir la llegada por vía marítima de los elementos necesarios para proseguir el desarrollo de las bases mencionadas…
Después de diversas maniobras, Bertrand Russell consigue que Kennedy y Kruschev inicien negociaciones (que se desarrollan al margen de Cuba), se llega al acuerdo de retirar los misiles rusos de la isla, los USA se comprometen a no realizar ni apoyaría una invasión a la antilla caribeña; además, el Imperio realizará el desmantelamiento de las bases de misiles nucleares estadounidenses en Turquía, lo que se hará secretamente ya que una de las mayores preocupaciones del Pentágono es que la soberbia imperial no resulte afectada…La consecuencia de este conflicto, fue una radicalización de la revolución cubana, igualmente conllevó una mayor prestigio internacional de la URSS que lo acabaría perdiendo en agosto de 1968, cuando los tanques ocuparon la “primavera de Praga”.
-f) Que separamos no existe ninguna película soviética sobre la crisis, aunque en la mejor producción ruso-cubana, Soy Cuba (1964), hay una bella referencia a Bahía cochino. Curiosamente, esta película dirigida por el interesante Mijail Kalatozov el veterano realizador, que acababa de triunfar en 1958 en Cannes con Cuando pasan las cigüeñas, no fue debidamente apreciada en su momento. No fue hasta los años noventa que fue redescubierta por cineastas estadounidenses. La acrobática filmación y su idiosincrático escenario llevó a los directores como Scorsese lanzar una campaña para promover su redifusión, y demostrar que se trataba de una joya que mantenía la tradición documentalista soviética, en especial el ¡Viva México¡, la perla inacaba de Serguei M. Eisenstein… Tampoco parece que exista ninguna película cubana, si bien existen diversos documentales que abordan la historia desde la exaltación patriótica, y seguro que alguien podrá informar sobre algunos de ellos…
-d) Hollywood tampoco mostraría mucho interés por el tema, tal como hemos indicado en otro trabajo (Clio pone a Fidel donde estaba Batista, publicado en Kaos y que se puede encontrar también en www.cubainformacion.tv/.) la llamada Meca del Cine produjo alguna que otra película que exaltaban la resistencia contra la dictadura de Batista, tardó su tiempo en abordar la cuestión de manera directa y con voluntad de rigor con Thirteen Days…Pero antes había producido uno de los clásicos alegatos anticomunista escrito además por uno de los escritores más identificado con la CIA, León Ulris, conocido sobre todo por ser el autor del libreto de Éxodo. Se trata nada menos que de Topaz (USA, 1969), una película que habría sido archivada como tantos y tantos alegatos burdamente anticomunista pero que cayó en las manos de Alfred Hitchcock, uno de los genios incuestionables del Séptimo Arte.
Topaz fue en su momento pasto de toda clase de debates en los cine-club, por lo general habituados a pasar películas de vocación izquierdista. En dichos debates la mayoría se apuntó a la descalificación, y se repitió una y otra vez que era la más mala del autor de Rebeca, tan mala como Cortina rasgada (USA, 1966), no menos anticomunista con la salvedad de que en esta última la trama se ubicaba en la Alemania del Este, y Topaz lo hacía en Cuba…entre otras cosas se insistió en que Hitchcock no era un autor político, aunque sería mejor decir que no se manifestó interesado en la política. No obstante, no había que olvidar que Don Alfredo realizó varias películas antifascistas, algunas tan penetrantes y desafiantes como Encadenados, donde la más comprometida era una “fulana” que había consentido en casarse con un repugnante filonazi (Claude Rains), para servir a la causa. También realizó Náufragos (1944), y en la que el personaje más integro quizás fuese el comunista encarnado por John Hodiak…Pero también hubo que decir que la capacidad artística no siempre iba acompañada por la honestidad intelectual, y por más que Topaz fuese un vulgar panfleto reaccionario, una contribución a la campaña del odio contra los que se oponían al Imperio, por más que los actores (de diversas nacionalidades, principalmente franceses como Dany Robin, Claude Jade o Michel Piccoli), no estaban por lo general a la altura, a pesar de eso, de que el mismísimo Truffaut la había descalificado, Topaz seguía siendo una película de Hitchcock . Que podía ser una gran película por su capacidad de contar una historia derrochando talento. Otra cosa es que nadie creyera para nada su argumento, y que, además, el vulgar anticomunismo que destilaba ya no causaba el mismo efecto, al menos entre las nuevas generaciones que ya sabíamos que los malos eran los que estaban causando el genocidio en el Vietnam.
Enrique Alberich, en su magnifico libro sobre Hitchcock,…”Topaz no es ningún panfleto, sino más bien un lamento, un lamento por los amores imposibles, por la felicidad nunca lograda y por el penoso sufrimiento que todo ello lleva consigo”. Posiblemente, pero eso no desdice que su base argumental sea totalmente despreciable.
Aparte de una ignota serie televisiva, la crisis de los misiles también aparece en la película Matinée (USA, 1992), una de las películas más conocida e irregulares de Joe Dante, que emplea el evento para anotar que en los Estados Unidos no faltaban grupos y personas decentes como sus padres, opuestas a las aventuras militaristas de sus gobierno. E3l miedo a la bomba H es utilizado como contrapunto contextual para subrayar el clima que acompaña la visión de todas aquellas películas de ciencia-ficción terroríficas de serie B a las que Dante –como tantos otros nichos de su generación, no hay más que ver la filmografía de su generación- era adicto. En verdad es la trama histórica queda en segundo plano, y lo que importa en la película es la sala de cine donde los niños tienen una cita con el fantástico, y el homenaje a uno de los autores más característicos e inventivo de la serie B, William Castle, al que también homenajeó Roman Polanski haciéndole aparecer en La semilla del diablo…
-e). Trece días es como película muy inferior a Topaz, y eso que ha quedado como la mejor de toda la filmografía del cineasta australiano afincando en Hollywood, Roger Donaldson, que había trabajado con Kevin Costner en un título de éxito, No way out (No hay salida, USA, 1987). En realidad, esta es más una película de Costner que de Donaldson, no en vano el actor-director fue también el productor y el coprotagonista, y se cuenta que se la llevó in personne a Fidel y que a éste hasta le gustó.
La conexión Costner es igualmente evidente considerando su protagonismo en la película de Oliver Stone, JFK: caso abierto (USA, 1991), no solamente por abordar un episodio central en la trayectoria de Kennedy, sino también por su tono de exaltación tan cara de la última izquierda liberal de Hollywood, sino también porque Trece días es deudora de Oliver Stone y lo es en el mejor sentido de la palabra: abordar una historia complicada de una manera didáctica e intensa. Y por último, Costner mostraría una cierta debilidad castrista en otra película, Dicen por ahí…(Rumor Has It..., USA, 2005), en la que ofrece una brillante cita de Ernesto “Che” Guevara. Podía haberlo hecho tomando artículo escrito en esos días y no publicado hasta después de su muerte, y en el que definió así la actitud de los cubanos: "Es el ejemplo escalofriante de un pueblo que está dispuesto a inmolarse atómicamente para que sus cenizas sirvan de cimiento a sociedades nuevas y que cuando se hace, sin consultarlo, un pacto por el cual se retiran los cohetes atómicos, no suspira de alivio, no da gracias por la tregua; salta a la palestra para dar su voz propia y única, su posición combatiente, propia y única, y más lejos, su decisión de lucha aunque fuera solo".
Basada en un elaborado y magnífico guión de David Self, Trece días expresa hasta donde puede llegar Hollywood en una trama histórica nacional. Sí no se tiene en cuenta las notas que anteceden, se podría decir que se trata de una reconstrucción minuciosa y veraz, pero solamente lo es en parte. Afortunadamente, tantos los rusos como los cubanos quedan fuera de campo. El conflicto se desplaza por lo tanto a las contradicciones entre el equipo de la familia Kennedy y el estamento militar que se había habituado a ser complacido por Eisenhower que era uno de los suyos. No se trata de una mentira, ese conflicto existió, y ya en JFK, Stone tira del hilo e introduce de pleno la mafia militar y la del exilio cubano como parte central en la conspiración que acabó con el asesinato de Dallas. Pero este enfoque es cuanto menos insuficiente por más que encaje perfectamente con esa historia según la cual JFK, presidía una suerte de Camelot. Pero dicho esto, lo cierto es que como película Trece días cuenta con unos diálogos brillantísimos, un ritmo in crecendo continuo y una inteligencia en la presentación de los problemas y situaciones que se presentan, de tal manera que el espectador se puede sentir parte de una historia cuyas consecuencias se advierten en algunos momentos.
Esta es una película muy cuidada, digna de ver y criticar, por ejemplo, los actores están estupendos, en especial Bruce Greenwood como JFK. Esta es una producción digna (si no se olvida todo el trasfondo imperial), con elementos para que los amantes de la historia extraigan sus lecturas. Siendo una película política, sorprende que sus 140 minutos se puedan digerir sin dificultad, lo que demuestra que gracias a un buen oficio se puede hacer un cine cívico que al tiempo que distrae nos ilustra sobre una historia cuya velocidad nos supera, y cuya trascendencia, a veces se nos escapa.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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