jueves, agosto 14, 2025

Corrupción y crisis política en el gobierno de Zelensky


En las últimas semanas dos organismos anticorrupción fueron al centro de una crisis política del gobierno ucraniano. Zelensky intentó ponerlos bajo órdenes de un procurador general nombrado directamente por él, el presidente de la república, mientras antes eran organismos “independientes” establecidos por el parlamento y con estatuto autónomo. Una medida especifica de un proceso general de torsión autoritaria y de centralización política que se está desarrollando en las filas del gobierno; proceso empujado por Zelensky y su camarilla militar. Ley marcial para controlar a la población y la disidencia política y sobre todo para congelar las nuevas elecciones nacionales; purgas hacia los generales y los funcionarios críticos de la gestión militar del cómico ucranio y su “contraofensiva” aventurera; represión e ilegalización de los sindicatos y de los partidos de izquierda acusados, con anterioridad a la invasión, de ser quintacolumnas de Rusia. Una política de conjunto que ha promovido la formación de una camarilla descontrolada alrededor de Zelensky, quien, como suele pasar en los regímenes donde hay mucha arbitrariedad, se apropia de las migajas del Estado y en ese caso específico del imperialismo: dicho en criollo, una camarilla que robaba a mansalva los fondos que Estados Unidos y la Unión Europea mandaban para sostener Ucrania en la guerra. No solo hubo acusaciones de corrupción dentro del gobierno y de los altos funcionarios, sino que 70 parlamentarios sobre 450 fueron acusados de hechos de corrupción. Investigaciones realizadas por las dos agencias que, vaya casualidad, Zelensky y sus diputados estaban a punto de silenciar poniéndolas bajo control del Ejecutivo.
 La tentativa ha desencadenado protestas callejeras de los sectores afines al gobierno y a su política de subordinación europea, la pequeña burguesía de Kiev, así como críticas de políticos y funcionarios estatales ucranios y de la misma Unión Europea. Aunque no hayan sido protestas masivas -unos miles que no llenaban la plaza frente al Congreso-, el contexto ha favorecido un éxito de las demandas: de un lado fueron movilizaciones en un contexto de ley marcial, lo que aumenta la gravedad de ellas; del otro, la fragilidad política del gobierno y su dependencia de la Unión Europea no permiten a Zelensky tener enemigos detrás la frontera. De hecho, Úrsula Von Der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha llamado a Zelensky para intimarlo a retroceder porque “sobre el Estado de derecho no hay compromisos”, amenazando con el bloqueo de una ayuda militar de 1.700 millones de euros; la líder europea tiene una sensibilidad ética y política bastante curiosa, en cuanto nunca se le ha ocurrido cuestionar los pogromos de las bandas nazis como el Batallón Azov y su incompatibilidad con el liberalismo clásico. 
 Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, aunque ha habido una declaración contraria a la medida, los analistas sugieren que no sólo tiene el beneplácito de Trump, sino que él habría sido un gran beneficiario. Zelensky habría utilizado las agencias anticorrupción para montar un escándalo contra Bridget Brink, la cual como jefa de la embajada americana en Kiev financió legalmente las agencias en cuestión. El objetivo de Trump consistía en mostrar una malversación de fondos americanos por culpa de Brink que, luego de haber dimitido en polémica con la línea Trump en Ucrania, resulta ser candidata por el Partido Demócrata en las elecciones del Michigan, cuyo representante en la cámara es republicano, en las elecciones de medio término podría pasar de una mayoría “red” (republicana) a una mayoría “blue” (demócrata). Es uno en la secuela de casos donde Trump exporta la crisis política americana en los escenarios políticos de los países “aliados”. 
 Al mismo tiempo, sin embargo, el origen de esa medida es “made in Ucrania”. Desde el comienzo de la guerra hay una suerte de “noche de los cuchillos largos”; una noche prolongada como en las zonas polares. Si en la “noche” original Hitler eliminó los elementos más insubordinados de las SA -las bandas de asalto hitlerianas-, en la “noche polar” zelenskyana el objetivo es reducir el poder político y económico de los oligarcas ucranios. Los oligarcas que se aprovecharon de las privatizaciones concentraron patrimonios enormes, con grandes empresas en varios sectores de la economía, a veces localizados en regiones específicas, y con la propiedad de medios de comunicación y de equipos de fútbol que permiten al oligarca de turno crear un fuerte consenso político alrededor de su figura. Esa dinámica ha minado cualquier posibilidad de estabilidad política en Ucrania. La cruzada contra la corrupción que exige el imperialismo europeo y americano representa una forma de obtener un mayor control político del país y una mayor posibilidad del capital imperialista de poder invertir en Ucrania, sin sufrir la competencia extraeconómica de la oligarquía autóctona, o sea que sigue lógicas ajenas a la economía capitalista “pura”, sino una lógica de poder despótico afín a las mafias locales y al arbitrio de camarillas vinculadas al Estado ucranio. Un ejemplo de esa dinámica fue un acuerdo con el FMI que, en 2015, vinculó una ayuda financiera con la creación de la NABU, una de las dos agencias anticorrupción, fuente de la crisis política ultima. Con el respaldo del imperialismo y aprovechándose de los poderes especiales fruto de la guerra, Zelensky ha intentado liberarse de los condicionamientos de la oligarquía: la misma oligarquía que lo financió y lo utilizó para manejar el Estado en el pasado. En 2022 Zelensky hizo encarcelar a unos de los principales oligarcas de Ucrania: Íhor Kolomoisky. Kolomoisky con su televisión 1+1 ha promovido la serie de TV que popularizó a Zelensky como figura nacional y además ha transmitido el mensaje donde el premier ucranio declaraba su candidatura presidencial. Sobre todo, el oligarca financió la campaña electoral, aunque luego Zelensky ha tratado de remover esas manchas y presentarse como candidato independiente que sostuvo en autonomía los costos de la campaña. Diría el poeta: “Non so se il riso o la pietà prevale” (No sé si las risas o la piedad prevalecen). Golpear a uno para educar a cien. De hecho, el oligarca más potente de Ucrania, Rinat Achmetov, ha vendido sus medios de comunicación para poder alcanzar un compromiso con la camarilla gubernamental, evitando así ser objeto de investigaciones judiciales, las cuales pueden ser fundamentadas en la ley antioligarquía de 2021. El rol desestabilizador de la oligarquía se ve en el financiamiento de las milicias nazis y en el rol de estas en la guerra. Los analistas especulan que la invasión de la región rusa de Kursk, por ejemplo, fue producto de una decisión de sectores radicalizados de los nazistas ucranios en contra de la voluntad del gobierno ucranio y del imperialismo de la OTAN; efectivamente fue una aventura sin alguna lógica a nivel militar. 

 Conclusiones 

Esa crisis llama la atención por su carácter trágico. La tragedia no consiste simplemente en una situación muy negativa, dramática, sino que la peculiaridad esencial de la tragedia resulta ser su inevitabilidad. Cuando todas las potenciales hipótesis y todas las elecciones posibles conducen a un mismo desemboque negativo: en este caso una crisis política del gobierno Zelensky. Si no hubiera tentado la maniobra hacia las agencias, Trump habría exigido favores para inculpar a la exembajadora y mal habría tomado una respuesta negativa, como efectivamente ya pasó en un caso similar del cual fue protagonista el hijo de Biden en 2019; para no hablar del problema político de recibir investigaciones por corrupción, en un periodo donde la posibilidad de nuevas elecciones es creciente por las presiones de Trump. Si hubiera intentado la maniobra, como efectivamente pasó, Zelensky habría desatado la crisis que pasó con su base social y con la Unión Europea. Otro elemento emblemático consiste en la crisis organizativa y militar del ejército ucranio y su retroceso diario frente la armada rusa, la enorme desconexión entre los trabajadores y la campaña nacionalista del gobierno; esta última se puede notar en dos fenómenos relacionados: de un lado los secuestros callejeros de jóvenes para mandarlos al frente; del otro, por ejemplo en Buzke, rondas de trabajadores armados con palos de hierro para agredir a los reclutadores gubernamentales (Corriere della Sera, 7/8). Mientras todos ponen el centro de su atención a las relaciones entre Trump y Zelensky, está escapando del análisis la mayor crisis de Ucrania: el derrumbe de su ejército. 
 Entre el derrumbe del ejército, los escándalos de corrupción, las peleas de camarillas y los enfrentamientos entre potencias imperialistas, todo indica que Ucrania se aproxima a momentos convulsivos, aunque por ahora parece que el malestar hacia la guerra imperialista no haya encontrado una alternativa organizada de la clase proletaria. Esa falta de una alternativa socialista es un episodio más de la crisis internacional del proletariado y de su dirección revolucionaria. 

 Michele Amura
 13/08/2025

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