jueves, noviembre 01, 2012

Las luces de Jorge Semprún



La publicación de un libro de Jorge Semprún sirve para recordar ciertas características de su quehacer.
Cualquiera que se haya acercado a las novelas del <>, que dijese, con descarado desparpajo chovinista, el crítico literario hexagonal par excellence Bernard Pívot, habrá constatado el olor a incienso que se desprende del botafumeiro que empleaba el madrileño para hablar de sí mismo. La materia prima de las obras de Jorge Semprún fue su propia vida que la vivió , sobre todo en sus primeros tiempos, como el surfista que avanza en arriesgado equilibrio por la cresta de la ola; la militancia en el PCF/PCE, su encierro en el lager de Buchenwald y las aventuras que tales andanzas le supusieron, entre ellas la clandestinidad, y sus posteriores tareas de guionista que le llevaron a codearse con la crème de la crème de la intelectualidad , sin obviar su paso por el ministerio de cultura del gobierno de Felipe González.
Si en toda escritura memorística el autor se suele retratar con tonos amables y laudatorios, el caso de las novelas del autor de << El largo viaje>> es paradigmático hasta el punto de que he solido calificar su quehacer -y que se me excuse la referencia a moi-même- como <>. Si tardó bastante tiempo en referirse por escrito a su experiencia concentracionaria era debido a que el hacerlo de otro modo era obstaculizar la marcha de la propia existencia, quedándose anclado en el pasado; si él militaba en el partido comunista éste era defendible con todas las armas, si en él hubo comportamientos impresentables…ya lo había dicho él…Cuando en el gobierno hispano ocupó el cargo de ministro, ya discutió , con ardor, con Alfonso Guerra…el tiempo le dio la razón a él, pues ya decía él…Ejemplos, los que nombro, que están sacados de su propia obra literaria.
Este embellecimiento de la propia persona no ha logrado el acuerdo entre muchos que compartieron su propias vivencias sino que han levantado más de una vez encendidas discrepancias y discusiones fuertes hasta la ampolla; ahí están las embestidas que sobre su figura vertieron la banda comunista sui generis de los Robert Antelme, Marguerite Duras o Dionys Mascolo acusándolo de ser quien se había chivado de las posturas heterodoxas de ellos ante le dirección del PCF…o las airadas denuncias de su hermano quien mantuvo, en un libro de memorias, que su hermano Jorge había gozado en el campo de concentración de los privilegios propios de un kapo, convirtiéndose así en cómplice de los verdugos. Tampoco han estado ausentes las acusaciones de ciertos <> frente a distintos actos represivos de países que él defendió a capa y espada hasta el abandono de las filas carrillistas en 1977, creo recordar.
En esta labor de re-escritura andaba empeñado los últimos años Jorge Semprún hasta que la muerte le alcanzó en 2011. Su intento era entregarse a una revisión autobiográfica de su existencia, abandonando , y complementando, el registro de la ficción a través de la que se había expresado hasta entonces; pretendía escribir sobre muchas de las cosas ya escritas pero de una manera más <>, más reflexiva, etc. Se abandonaba así a los fantasmas del pasado e iba re-elaborando retazos sustanciales de ella, que ya habían sido narrados en algunas de sus novelas esenciales (la <> ya nombrada, o <>). Trataba de arrojar nueva luz sobre los acontecimientos vividos .
Ahora ven la luz unas pinceladas de su vida, que comienzan por sus años de estudiante en un liceo parisino y su brillante obra poética que le hace codearse con lo más granado de los intelectuales parisinos, de sus años de militancia en las filas comunistas, de su detención en Joligny y las terribles sesiones de tortura a las que fue sometido en Auxerre y su posterior deportación al campo de Buchenwald, de donde fue liberado por la tropas del general Patton, el 11 de abril de 1945. La experiencia en el stalag le va a llevar a ver de cerca los ojos de la Gorgona y asistir al deambular, como almas en pena, de los musulmanes , reducidos a la muerte en vida. En tal situación la literatura, el contar a otros deportados el argumento de diferentes obras le / les va a ayudar a sobrellevar-como él mismo lo ha relatado- el tiempo de encierro; es más, Semprún llegó a pensar que la salvación le podría llegar por medio de la escritura, mas al sumergirse en ella constataba que estaba acercándose a la muerte en vez de espantarla. De ahí su rechazo , o su postergación, a la hora de narrar su experiencia. Con la distancia de los hechos, escribió sus novelas(se inició en 1963 con <>) ya nombradas, centradas en sus tiempos de padecimiento en manos de la bestia parda, y años después, como la lechuza de Minerva-que - en palabras de Hegel- emprende el vuelo al anochecer, Jorge Semprún dedica estas páginas que no tuvieron continuidad debido a la presencia de la Parca y en ellas se disparan diferentes historias, asociaciones de escena y hechos que van acompañados de hondas reflexiones sobre la vida(cerca del campo de Buchenwald, estaba la población de Weimar, cuna de Goethe) sobre la muerte y sobre el oficio de escribir la realidad.
En esa auto-exploración en busca del Semprún que tenía una veintena de años y que fue detenido en 1943, por su pertenencia a la Resistencia(a la red Jean-Marie Action) y que salió si soltar ni pío en las sesiones de tortura, administradas por la Gestapo, y…a pesar de los sabios consejos de algún camarada, Tancredo, sobre el sufrimiento, el cuerpo es el que cuando se está en manos de los verdugos sufre y abandona las palabras oídas y los consejos recibidos(las palabras, y…los hechos); <> …se preguntaba Spinoza hasta dónde es capaz de llegar un cuerpo. Semprún enfoca la tortura dotándola de sentido en clara oposición a otro que de esta lacra también sufrió en cantidad, Jean Améry, que juzgaba que tras sufrirla, uno ya no puede mirar el mundo con esperanza, pues venía a suponer una ruptura en la pretendida comunidad de los humanos; algo quedaba quebrado en el interior.
Más tarde el joven Semprún se transformó en Federico Sánchez militando ya en el PCE y sus recuerdos, mientras vivía clandestinamente en Madrid, de 1953 a 1962, le conducen una y otra vez a las escenas ante la Gestapo que teme puedan ser repetidas por la policía franquista. Riesgo que no era fruto de una paranoia del entonces dirigente comunista, sino que era pura posibilidad si se tiene en cuenta que -como él lo recuerda por activa y por pasiva, aquí y allí- Federico Sánchez era para la policía franquista el hombre más temido y su detención, por tanto, la más deseada.
En este caso, abundando en las características que señalaba al principio de estas líneas, Jorge Semprún se presenta como un militante ejemplar que resiste el dolor que se le infringe, sin soltar prenda, y sacando de la nefasta experiencia lecciones para la vida futura, para sobrevivir…pues como decía el otro <> ( conste que no niego para nada que lo que narra sea la absoluta verdad de un comportamiento realmente ejemplar).
Toda memoria es selectiva, mas unas más que otras, y en la de Semprún nada empaña el brillo que emana de su ejemplar figura…entregada a una ardua tarea de anamnesis, de re-elaboración, de re-escritura, de re-visión de una vida que, qué duda cabe, dio para mucho. Este carácter super-selectivo de sus recuerdos son los que han sido señalados frecuentemente para afear su conducta, sus lapsus y silencios sobre ciertos comportamientos impresentables que hace que se le considere un <> de muchas maldades, un <>, un <>…que desde luego leyendo estas líneas, y otras que le han precedido en la senda autobiográfica, no parecen asomar ni paflores. En su escritura todo son luces sobre sí mismo, las sombras son dejadas en el olvido y son añadidas por los demás…Del <<Único y su propiedad>> hablaba Max Stirner, algo de esto se ve en el autor de estos brillantes y luminosos <> (Gallimard, 2012).

Iñaki Urdanibia

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