lunes, marzo 27, 2017

El EZLN ante la llegada de Trump, la globalización y el estado nación



El ascenso de Donald Trump abre importantes debates políticos en la izquierda y plantea la necesidad de una respuesta política a su ofensiva reaccionaria contra los migrantes. El comunicado ”Los muros arriba, las grietas abajo (y a la izquierda)”, de los subcomandantes del EZLN Galeano y Moíses, abre varias discusiones.

Globalización neoliberal y disolución del estado-nacion

A propósito de la llegada de Trump, en el comunicado del EZLN, se discute con los apologistas de la globalización “Como llevamos diciendo desde hace más de 20 años, la globalización neoliberal no trajo el surgimiento de la aldea planetaria, sino la fragmentación y disolución de los llamados “Estados-nación”.
Efectivamente hay un agotamiento de la “globalización armónica”, bajo la cual se organizaron las relaciones entre los estados, y que apareció como la “gran empresa” triunfante luego de la restauración capitalista en la antigua Unión Soviética, China y los ex estados obreros de Europa del Este. Los ideólogos de la globalización exaltaron sus características supuestamente armónicas y ocultaron las contradicciones profundas que hicieron eclosión en la crisis del 2008. Aunque esta crisis no llevó a un crack (como en 1929, por ejemplo) le sucedieron años de bajo crecimiento y tendencias recesivas, en los que se puso en cuestión y se fue degradando la “gran empresa” neoliberal.
Sin embargo, la crítica zapatista a la “globalización neoliberal” va ligada a una definición problemática: la “fragmentación y disolución de los llamados Estado-nación”.
En su momento, el subcomandante Marcos sostuvo, en un sentido similar “lo que se llamó "burguesía nacional" -capitalistas con sedes nacionales y con ganancias nacionales …. ya no puede existir: si la economía se decide a nivel global, las políticas económicas de los Estados nacionales que querían proteger a los capitales nacionales son un enemigo al que hay que vencer.” (¿Cuáles son las características fundamentales de la IV Guerra Mundial?, 1999) .
Si bien la globalización introdujo cambios sustantivos -como la creación de nuevas cadenas de valor que incluyen en ocasiones a decenas de países- la realidad está lejos de una disolución del estado nación. Bajo el neoliberalismo, lejos de una desterritorialización del poder (como sostenía Antonio Negri en su “Imperio”, quien también hablaba de una “agonía de los estados nacionales”), lo que se dio fue una concentración exacerbada del poder económico y militar imperialista.
Tratados de libre comercio como el TLCAN garantizaron mayores ganancias para la transnacionales estadounidenses, afianzando en este caso su dominación sobre México. La Unión Europea no liquidó las contradicciones nacionales, que se expresaron en el caso de la crisis griega o más recientemente con el Brexit. Lo mismo podemos decir de los organismos “multilaterales”, como la OTAN o la ONU, que le dieron cobertura política y económica a las intervenciones militares encabezadas por Estados Unidos y las demás potencias imperialistas.
En la actualidad, la llegada de Trump a la Casa Blanca marcó un cambio radical respecto a los años previos. Si las tesis de Marcos eran incorrectas en 1999, la “disolución de los Estados-nacion” chocó de frente con esta nueva realidad.
El nacionalismo económico de Trump, lejos de una política aislacionista, pretende reafirmar el dominio imperialista de forma agresiva, poniendo en primer lugar el interés nacional del capital estadounidense.
Ejemplo de ello lo tenemos en México: la renegociación del Tratado de Libre Comercio propuesta por la Casa Blanca buscaría dejar fuera de los “beneficios” del TLCAN a otras potencias, ajustando las normas de origen de los componentes y materias primas de las mercancías maquiladas en México y exportadas a los Estados Unidos. Su American First afianza el puño de hierro sobre su más cercano “patio trasero” a costa de las potencias competidoras. Esta política de reafirmación imperialista no es patrimonio exclusivo de Trump; el establishment republicano y democrata, encabezado por Hillary Clinton, sostuvieron en las últimas administraciones una línea exterior ofensiva ante Rusia, con el objetivo de debilitar su influencia regional.
Ante la política agresiva estadounidense, que no se limita a México sino que pretende orientarse contra otras potencias exportadoras -por ejemplo Alemania o China-, pueden emerger nacionalismos económicos en otros países imperialistas, rivalidades y confrontaciones primero en el terreno comercial, pero que tenderán a expresarse en la esfera política e incluso militar, lo cual podría ser anticipado por la guerra civil siria.
Partir de esto -y no de la “disolución” de los estados nación- es fundamental porque ante los nacionalismos reaccionarios y la defensa que los gobiernos imperialistas realizan de los intereses de sus propias burguesías, requerimos una política internacionalista y antimperialista, para que los trabajadores demos una respuesta que defienda nuestros intereses y ataque a los de arriba.

Por la unidad internacionalista a ambos lados de la frontera

Los trabajadores estadounidenses tienen por delante un gran desafío: defender los intereses de los trabajadores y el pueblo mexicano contra la opresión imperialista, luchando contra el saqueo de las trasnacionales, por la condonación de la deuda externa y por plenos derechos políticos y civiles para los migrantes. Así podremos soldar una poderosa unidad con los trabajadores y el pueblo mexicano, y a la vez enfrentar a su propio gobierno, que busca dividir las filas de la poderosa y multiétnica clase trabajadora estadounidense, y en particular confrontar a los millones de trabajadores perjudicados por la globalización contra los migrantes.
La indignación que crece entre los trabajadores y sectores populares de México debe orientarse contra el gobierno de los Estados Unidos pero también contra el gobierno de Peña Nieto. EPN aunque quiso posar de “defensor de la soberanía”, sabemos que está más que dispuesto a aceptar los dictados del gobierno de Trump. Una poderosa alianza entre la clase trabajadora a ambos lados de la frontera, junto a los migrantes, los campesinos, los pueblos originarios y la juventud, es lo que necesitamos.
El comunicado de Galeano y Moises anunció una campaña solidaria contra las deportaciones. A la par que impulsamos este debate fraternal, consideramos de primer orden -como planteamos desde antes que Trump asumiera- que las organizaciones obreras, campesinas, populares y de izquierda impulsemos una gran campaña, a favor de los migrantes, contra el muro y las deportaciones, y para gestar una gran unidad internacionalista, más allá de las fronteras.

Pablo Oprinari
Ciudad de México / @POprinari

No hay comentarios.: