sábado, marzo 04, 2017

Texas: el inicio de una rapiña que no acaba



La historia del inicio de la rapiña colonial de Estados Unidos contra México, en tiempos del muro y del huracán Trump.

Texas se había separado del México naciente una década antes, desde el 2 de marzo de 1836, autodenominándose República de Texas, la cual estaba orientada a mantenerse como estado independiente.
La separación de Texas se logró derrotando al ejército mexicano en 1836 bajo la perspectiva de país independiente. Pero como se esperaba al interior de los Estados Unidos, en 1844 James K. Polk, llegó a la presidencia bajo la consigna de integrar a Texas, con el consentimiento del Congreso de la efímera República de Texas, públicándose el 1 de marzo del 1845 el decreto de anexión.
Este decreto sólo se podría hacer efectivo por la vía de las armas, con la declaración de guerra en 1846 y la invasión contra México, proceso que culminó con los tratados de Guadalupe Hidalgo en 1848, incorporando además Nuevo México y California a EE. UU.
El empuje creciente del capitalismo estadounidense y la división Norte/Sur, en la que estaba en tela de juicio el esclavismo aceleró los acontecimientos rumbo a la apropiación de más de la mitad del entonces territorio mexicano.

De México a la República de Texas

Del lado mexicano, la herencia del imperio español, que durante tres siglos había saqueado nuestro país, prohibiendo el desarrollo de cualquier industria que no fuera la extracción y acuñación de monedas de plata, y el cultivo y exportación de la grana cochinilla, había dejado una nación independiente en ruinas y poco desarrollada hacia el extremo norte de lo que fuera la Nueva España.
Las exploraciones costeras del lado del Pacífico habían llegado hasta Vancouver, pero entre este punto y la Alta California sólo había un puñado de poblaciones medianas en medio de un vasto territorio poco colonizado.
Por eso, el gobierno del México recién independizado tuvo que aceptar que se continuara con la práctica de colonización con migrantes estadounidenses a los cuales se les regalaba tierras a cambio de integrarse al país. Para el año 1834 se calculaban 30.000 estadounidense viviendo en Texas, mientras sólo unos 7.800 residentes eran de origen mexicano.
Pocos años antes, en 1827 el entonces estado mexicano de Coahuila y Texas lanzó un plan para eliminar gradualmente la esclavitud, lo que daría base social a la escisión de Texas, pues los colonos provenían de estados del Sur esclavista.
La clase dominante terrateniente de los estados sureños, que décadas después formarían la Confederación en la Guerra de Secesión (1861-1865), querían integrar a Texas a Estados Unidos para equiparar su peso político con los estados del Norte.

Expoliación y opresión imperialista contra México

La partición de el México naciente se dio a través del enfrentamiento de dos países de desarrollo asimétrico. La ruinosa condición de nuestro país, sin desarrollo industrial sería avasallada por un país capitalista en pleno desarrollo industrial que buscaba la expansión territorial que sería la base de una naciente potencia imperialista. Y desde entonces los pueblos al sur de la frontera impuesta por la guerra y sus anexiones, hemos padecido la opresión de EE. UU. Convertidos en su "patio trasero" como se suele decir.
Hoy en día, esas fronteras son cuestionadas desde hace décadas por la emigración constante tras del sueño americano llevando a los "hispanos" a ser la primer minoría en Estados Unidos.
Pero la crisis brutal de la economía globalizadora y la política exterior estadounidense, basada en la intervención diplomático-militar, han llevado a un giro que pretende imponer con su muro y aranceles el presidente Trump.
Los trabajadores de ambos lados del Río Bravo tienen el desafío de organizarse entre sí y unificar sus luchas para combatir la política reaccionaria de los dirigentes del imperialismo yanqui borrando del mapa muros y fronteras en la perspectiva de una Federación de Estados Socialistas de Norteamérica.

Raúl Dosta

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