El próximo lunes desde las 19 h, en la Plaça de la Barceloneta, tendrá lugar un segundo homenaje al joven miliciano poumista. El primero ya tuvo lugar en 1936 cuando la calle Sant Miquel pasó a llamarse calle Miquel Pedrola…Amigos y amigas de la clase obrera y de la memoria revolucionaria, os esperamos.
Esta historia tiene también dos tiempos.
El primero transcurre durante los años de la República cuando Miquel Pedrola, un joven trabajador del barrio marinero de la Barceloneta será uno de los jóvenes de la generación de mitad de los años treinta, afiliado al Bloc Obrer i Camperol, que lideraba Joaquín Maurín en 1933, tomará parte en las jornadas de octubre de 1934 al lado de las milicias bloquistas que no fallan a la cita de la insurrección socialista-soberanista, ya como miembro del comité ejecutivo de la Juventudes Comunista Ibérica desde su segundo congreso, y en el que hablaron, entre otros, Maurín, Wilebaldo Solano, y el secretario general, Germinal Vidal, muerto más tarde en las barricadas en julio de 1936. Por sus actitudes, Pedrola, ya militante del POUM, trabajó como ayudante de Josep “Pep” Rebull en las tareas de administrador de La Batalla, el semanario que era portavoz oficial del partido. Con su natural vehemencia, toma parte en oda clase de mítines y actos de agitación y propaganda. Cuando se sublevan los militares fascistas, Miquel será uno de los jóvenes que animaran las barricadas durante las jornadas de julio, y a continuación marcha como comandante de algunas de las “centurias” de Barcelona al frente de Huesca, donde a comienzos de septiembre de 1936, en los combates sucedidos en las Casetas de Quicena, concretamente en el ataque contra el Molino Palacín. Meses más tarde, ya en febrero de 1937 se celebró un acto en la actual Plaça de Sant Miquel con motivo del cambio de nombre realizado por el Ayuntamiento de Barcelona al Carrer de Sant Miquel, que va pasar a llamarse oficialmente Carrer de Miquel Pedrola. En el acto intervinieron, entre otros, Wilebaldo Solano, secretario general de las JCI, y ’Andreu Nin…
Ni que decir tiene que el nombre de la calle fue borrado por el franquismo, y durante más de setenta año todo permaneció en el olvido hasta que tiene lugar la segunda parte de esta historia.
El tiempo también fue haciendo su trabajo, y hubo un omento en el que la pared que llevaba la inscripción de la calle dejo espacio para la memoria. Pariendo de una primera señal de que en aquel lugar la calle tenía otro nombre, el compañero y historiador Daniel Cortijo, autor del libre Històries de la història de Barcelona (que dispute en las librería un puesto en los best sellers a otras obras más al uso), comenzó a tirar del hilo hasta llegar a saber cómo se había llamado la calle y a documentar s historia, tan representativa de otras muchas a las que el tiempo, por decirlo así, les ha devuelto la palabra. El autor de estas líneas recuerda muy vivamente el día lejano en el que unas lluvias torrenciales despintaron el nombre oficial de una fábrica del barrio de Coll.-Blanch, y a pesar de los letreros oficiales pudo leer otro en el que se decía que aquella fábrica había sido colectivizada por los propios trabajadores….
Desde entonces, Dani ha movido roma con Santiago hasta obligar literalmente al Ayuntamiento de Barcelona a reconocer la calle dedicada a un joven idealista y revolucionario que muró en combate, dejando una huella profunda en un barrio de tradiciones socialistas y libertarias muy profundas que ahora ha ganado una pequeña batalla al favor de la memoria y contra el olvido. Aunque tenemos que lamentar que en el acto del lunes no pueda hablar wilebaldo Solano como estaba previsto en un principio, lo hará en su lugar su compañera Mª Teresa Carbonell, actual presidente de la Fundació Andreu Nin, militante ella e hija de una familia de trabajadores con ideas revolucionarias, y que, como demostró en las jornadas de la FAN de principio de este mes, siempre tuvo muchas cosas propias que decir.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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