jueves, diciembre 01, 2011

Cuba hoy tiene la posibilidad de construir una experiencia social diferente dándole más poder al pueblo.


Hoy, el Gobierno de Cuba camina por senderos inciertos. Tratando de salir desesperadamente de la aguda crisis económica y social, escucha los consejos de los economistas formados en las escuelas del Desarrollo Económico -y por demás neoliberales-, e implementa una serie de medidas justificadas desde la llamada “actualización del modelo socialista cubano”. La eliminación progresiva de ciertos beneficios sociales conquistados por la Revolución, causa incertidumbre al interior de la sociedad cubana y la pregunta de orden es ¿hacia dónde vamos?
Entre las reformas encontramos el aumento de la edad de jubilación a los 65 años para los hombres y a 60 para las mujeres, justificado por el envejecimiento de la sociedad y la falta de presupuestos del Estado para pagar la seguridad social por jubilación. En este caso las preguntas a hacerse son: ¿dónde están las generaciones de jóvenes nacidas en las décadas del 70’ y 80’?, ¿por qué hoy estos no constituyen la fuerza laboral sustituta y generadora de riquezas que sostengan al país? Algunas de las respuestas podemos encontrarlas en la ola migratoria juvenil que, a pesar de las restricciones para viajar, persiste en la isla dada la urgencia de satisfacer necesidades materiales básicas personales y familiares, a lo que se suman ansias de realización profesional debido a la frustración salarial y material ante las profesiones y oficios en Cuba.
Aunque el Gobierno no lo ha anunciado –desgraciadamente los cubanos tenemos que enterarnos por la prensa internacional[1]-, los caminos del mercado inmobiliario y turístico serán de prioridad inversionista comenzando por la renta de tierras para campos de golf por 99 años a compañías extranjeras. Estrategia que me recuerda a la vieja República Neocolonial con sus bases militares y carboneras rentadas por 99 años a compañías norteamericanas, “una buena manera de actualizar el modelo”. También, a pesar que una de las primeras necesidades que hay en Cuba es la habitacional, se aprobará la venta de apartamentos a extranjeros.
La permisión del trabajo por cuenta propia no es nada nuevo en la agenda. En los años 90’ para los cubanos fue unas de las alternativas ante la crisis del Estado centralizado e insuficiente para satisfacer necesidades básicas como la alimentación y el transporte. Hoy cuando se rescata este concepto, se realiza en condiciones precarias y apresuradas liberando las fuerzas productivas sin proporcionar los medios de producción, ni mercados donde adquirir recursos para su desarrollo.
El licenciamiento de al menos 500 000 empleados públicos, hasta llegar a un millón, se encuentra en el paquete de medidas del Gobierno. Sin diferencia a España y Grecia países capitalistas donde los gobiernos siguen las órdenes del FMI, los cubanos sabremos por primera vez después de 52 años de Revolución que es el desempleo. Medida tristemente apoyada por los sindicatos de obreros burocráticos para nada representantes de la clase obrera ni trabajadora.
Los cubanos aun reconocemos que tenemos un sistema público de alto nivel de desarrollo(a pesar de sus deficiencias) en salud, educación y cultura, comparable con índices de países desarrollados. Estos sectores posiblemente se verán afectados por dichas reformas atacando -como diría el FMI-, el déficit público o fiscal. Hoy el sistema público es subvencionado indirectamente por todos los trabajadores cubanos con su trabajo y el Estado se ha apropiado de la palabra “gratuidad” como si este ente, inexistente físicamente, produjera algún recurso más que la burocracia. Por solo poner un ejemplo: los trabajadores del turismo, principal empresa cubana en la entrada de divisas al país, tienen un salario oficial de 50 cuc por mes, el más alto. Cuando un turista gasta como mínimo 1000 cuc en 15 días ya que todos sabemos los altos precios en Cuba, aun para estos. Pregunta: ¿hacia dónde van las ganancias del turismo? Espero que hacia la educación, salud y cultura (gratuidades) porque para el bolsillo de los cubanos ese dinero no va.
Después de 70 años de socialismo real en Europa del Este y 52 de Revolución cubana, los gobernantes cubanos no han aprehendido la lección. La solución no se encuentra en los manuales de economía del desarrollo económico, ni en las lecciones de libertad y democracias liberales, ni en la total confianza a la clase burocrática, ni siquiera en las supuestas buenas intenciones de un líder.
La única solución posible para comenzar una verdadera actualización del modelo socialista cubano será cuando los trabajadores y ciudadanos cubanos tomen realmente decisiones en la política local y nacional, a partir de debates públicos (con diversidad y confrontación de criterios) utilizando las estructuras creadas o no. Cuando verdaderamente aporten sus ideas del cómo solucionar los problemas desde la base. Cuando los trabajadores, desde los consejos obreros o asambleas, discutan los planes de producción, los problemas de organización y de recursos materiales, así como promuevan soluciones y tomen decisiones sobre la distribución de la ganancia en función de la sociedad y beneficios propios. Cuando los trabajadores y ciudadanos controlen las ganancias de las empresas y los presupuestos del Estado. Nada debe ser oculto en la democracia socialista, no habrá engaños de la burocracia, ni de los dirigentes. Un pueblo que sea capaz de debatir su realidad, conocerla sin tabúes y controlar la administración, será un pueblo que sabrá conducir su futuro. Cuba hoy tiene la posibilidad de construir una experiencia social diferente a los del resto del planeta.

Refrescando la memoria.

Tras la caída del llamado campo socialista, en un contexto mundial esencialmente capitalista donde las bases económicas y políticas están en función del capital, las contradicciones sociales se recrudecieron en Cuba. Se le “cayó el maquillaje” a una economía cubana dejando ver que, por más de 30 años, el Gobierno cubano se había dedicado más a mostrar la imagen del proyecto que a construirlo. Continuando siendo en “Revolucion” monoproductores e importadores de recursos como en la Colonia y en la Neocolonia, nuestra economía seguiría siendo dependiente de alguna potencia o nación.
Para el pueblo, la vida cotidiana se convirtió en la búsqueda de estrategias de vida y supervivencias fuera del marco legal, del sistema solar y con los pies en la tierra.
Aun así, por suerte o por desgracia, en dependencia de la ideología de cada cual, no pertenecemos al banco mundial, al FMI, a las grandes transnacionales ni a ningunas de sus estructuras. Soportamos aún el embargo –bloqueo económico del Gobierno norteamericano-, la hipócrita Posición Común Europea y, agréguese a esto, los rejuegos políticos de las extremas elites políticas de Miami y de Cuba, generando todos los años diferentes conflictos de violencia y muerte, siendo los únicos perjudicados los cubanos “de a pie”; los de “aquí” y los de “allá”.
Apuntes importantes ha tener en cuenta antes de finalizar el análisis de la etapa, es que el Gobierno descentralizó en los 90’ la gestión económica y política; creó las Asambleas Municipales del Poder Popular y lo Consejos Populares para la gestión comunitaria; desarrolló el sector cooperativo en el sector campesino y autorizó el trabajo por cuenta propia sobre la propiedad personal. Además, promovió los concursos y premios para las invenciones de piezas de repuesto (soluciones industriales de bajo costo que ayudarían a sostener la crisis); así como estrategias solidarias que van desde comidas colectivas hasta políticas de transporte como la singular botella[2]. Por otro lado, a nivel de pueblo ocurrieron cambios de valores comunitarios como la protección y encubrimiento al que desvía recursos de manera ilegal pero resuelve la alimentación del barrio; las prostitutas y el que esta contra el Gobierno ya no serían denunciados por sus vecinos, más bien muchas veces aceptados y respetados. Iniciativas todas llevadas a cabo por los ciudadanos cubanos. La historia termina en que este pueblo con sus saberes populares salió de la dura crisis y con ella el país. Quienes pensaron en la guerra civil por hambre, quizás tendrán que esperar un poco más.
En el período de 1998 al 2000, con la supuesta recuperación económica, el Gobierno lo centraliza todo nuevamente, impone su moral reformando el código penal, aumenta las fuerzas represivas y acrecienta su conflicto con el vecino del norte debido al caso del niño Elián Gonzáles, contando con el apoyo incondicional de una mayoría del pueblo cubano.

¿Cuáles serían los escenarios? ¿Hacia dónde vamos?

Las opciones para Cuba no son muchas o mejor dicho yo personalmente veo solo tres o cuatro, aunque quizás existan muchas más.
• La de convertirse en una sociedad capitalista, de tercer mundo, latinoamericana-caribeña, con todo la implicación geopolítica en beneficio para los mercados de capitales imperiales, donde las libertades públicas serán reconocidas al estilo norteamericano en función de la propiedad privada y el capital.
• La que tenemos hoy, un gobierno “socialista” autoritario que protegerá sus principios fundadores hasta su final, sin proyecto económico - político - social explícito, inmerso en una gran crisis económica, de la cual no va a salir solo y que poco a poco “modernizará” el sistema hasta entregarlo al capital.
• La socialdemócrata que no se diferencia mucho de la primera. En su condición progresista entregará al capital los destinos del país con la simple justificación de que Cuba se ha montado tarde en el carrito del desarrollo económico, además de defensora de los derechos humanos, libertades públicas y propiedad privada, solo prometiendo no tocar el sector público de la educación y la salud.
• Una cuarta sería la de un socialismo libertario y participativo sobre el cual quisiera comentarles algunas ideas.

Trabajar en la alternativa es nuestro reto.

¿Qué entender por socialismo libertario y participativo? Se han escrito diversos artículos refiriéndose al tema. Empezando por las propuestas programáticas de Pedro Campos y un grupo de compañeros que generaron un gran debate en la red, en diversas publicaciones y en la calle.
Como propuesta central se sostiene que el desarrollo de las cooperativas y empresas autogestionadas, en la que los trabajadores gestores colectivos de la producción y dueños de los medios de producción reciban los beneficios directos de su fuerza de trabajo en función de cubrir sus necesidades y de la sociedad. Para ello, las tomas de decisiones administrativas y productivas deben realizarse de manera democrática con la participación de todos los asociados y en estrecha relación con la comunidad cuando esta sea afectada; por lo que el control de la producción en lo referente a inversión, gastos, planificación, control de recursos y toma de decisiones administrativas y sindicales vendrían de la mano de todos los trabajadores. Las ganancias se reparten entre ellos: la empresa (para garantizar su ciclo de reproducción) y la sociedad, mediante impuestos municipales y nacionales permitiendo el desarrollo económico de la comunidad, empresa y la nación.
La diferencia con las cooperativas capitalista radicaría en el modo de gestionar la empresa y su interés en el desarrollo social, así como la protección del medio ambiente y la utilización de energía renovable. Donde la libertad comienza ser un medio y no un fin. La autogestión obrera de la economía se desarrollaría en los diferentes sectores de la economía: agricultura, industria y los servicios, haciendo siempre hincapié en el empoderamiento, protagonismo y toma de decisiones en los Consejos Obreros, según la experiencia cubana. El Estado, como cogestor de la economía impulsaría estas iniciativas a partir de la inversión extranjera y cooperación internacional con bajos costos, capacidad de renovación y respetando el medio ambiente, dado que dejar a la deriva estas iniciativas sería prescribir el fracaso.
Lo cierto es que hoy en Cuba llueven los debates en el tema de autogestión cooperativa en la nueva forma (no tan nueva) de concebir a la empresa socialista. Algunas plagadas de condicionamientos políticos y otras con grandes análisis teóricos, pero sigue siendo la pata coja de la mesa las puestas en prácticas de experiencias autogestionarias y cooperativas. Tal es así que parece que en Cuba esa experiencia no ha existido o al menos no son públicas, cuestión en la cual estoy totalmente convencido que hay miles de experiencias no escritas con buenos resultados. Al existir este vacío hemos ido a Latinoamérica y España a buscar experiencias interesantes, con contextos totalmente diferentes y no siempre aplicables por sus lógicas. Hablo de las fábricas recuperadas en Argentina, Mondragón en España o los primeros pasos de la creación de cooperativas en Venezuela. De las cuales llegan a nosotros muy poca información y generalmente bastante acrítica, lo cual es una gran desventaja para hacer análisis y crear perspectivas. Hoy a los cubanos de la isla les falta mucha información sobre qué es la autogestión en el XXI a partir de las nuevas tecnologías y recursos renovables, de experiencias organizativas autogestionarias, de empoderamiento y de intervención comunitaria o local.
Para nuestra desgracia actualmente muchos cubanos tienen dos opciones según los dictados del sentido común: la benevolencia del Estado o la propiedad privada y el mercado. Por esa razón se convierte en una lucha impostergable el nuevo proyecto económico del socialismo libertario cubano.
En la isla, jóvenes cubanos trabajan por un futuro diferente, por una Cuba libertaria. Jóvenes pertenecientes a la red Observatorio Crítico laboran en el rescate de la memoria popular usurpada por el sentido común del poder. Grupos de jóvenes que constituyen diferentes proyectos autónomos autogestionados, sin el financiamiento de ninguna institución ni gobierno actúan en el escenario cubano en diferentes espacios, entre los que se encuentran proyectos ecológicos como El guardabosque, La salvadera y El trencito, una de las iniciativas más sensibles de la red, ya que su trabajo con niños a partir de la educación popular, busca nuevas formas educativas solidarias, creativas y de participación horizontal. Accionan además otros proyectos más politizados como Socialismo participativo y democrático creado con el objetivo de promover las ideas de un socialismo autogestionario a partir de sus propuestas y la Cátedra Haydee Santamaría, creado por investigadores, profesores y activistas comunitarios con acciones encaminadas al rescate de los contenidos populares y a organizar eventos e intervenciones públicas socializando y proyectando un socialismo y un ideario libertario.
Estos grupos han logrado sobrevivir un contexto hostil de represión psicológica y laboral por parte del Gobierno. Presionando constantemente a los activistas y a quienes se interesan por sus propuestas, despidiéndolos de sus centros laborales por razones políticas. Considerados entonces como un sector de la contrarrevolución interna.
Por otro lado somos tratados por la oposición cubana como la izquierda infantil sin proyecto político, reivindicadora del socialismo real o agentes del Gobierno. Para nosotros esto no es problema, de hecho nos da más fuerza para seguir trabajando.
Trabajamos sin recursos de ningún tipo, cada uno pone lo que puede de sus 20 cuc, 400 pesos nacionales que gana mensualmente, para cada intervención; pero nuestra voluntad de trabajar por otra Cuba nos inspira cada día a superar las dificultades.
Es imprescindible que una nueva generación cubana se piense su realidad y actúe sobre ella. Que deseche todo lo negativo de las experiencias autoritarias y errores políticos - económicos del llamado Socialismo cubano y rescate todo lo que un día fue o pudo ser verdaderamente Revolucionario.

Karel Negrete Vazquez
activista del proyecto Observatorio Critico de Cuba
activista del mov. social Nuevas Izquierdas Revolucionarias cubanas

observatoriocriticolh@gmail.com

[1] Gerardo Arreola. Cuba se abre al turismo de lujo; venderá casas a extranjeros y construirá campos de golf. Periódico La Jornada. Martes 3 de agosto de 2010, p. 18 Page 1
[2] La botella: término utilizado por los cubanos para definir la acción de pedir el favor a los conductores de vehículos particulares de ser transportados en el mismo dada la escasez de transporte público; los vehículos estatales tenían la obligación de no circular con plazas vacías en su interior. Esta solución privilegió la solidaridad ciudadana y fue eliminada una vez que el transporte público supuestamente mejoró. Conocido internacionalmente como el STOP

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