miércoles, diciembre 14, 2011

Oda a Alfonso Cano, comandante eterno


Una palabra en deuda con mi pueblo colombiano, con las montañas insurgentes en la guerra armada, con la rabia de las manos del pueblo empuñando fusiles en los países mas sometidos de mi América. El olor de la guerra de guerrillas lo llevo desde la infancia, el verde olivo libertario en los sueños. La mirada café del Che en mis propios ojos.
Las balas palidecieron ante las bombas y los aviones intripulados, la superioridad imperial es capaz de ubicarnos desde la estratosfera y aniquilarnos, la cobardía del enemigo se refugia en el poder de arsenales imbatibles y la guerra se desplaza a los campos de paz, en muchas tierras, para avanzar en caminos no violentos, por ahora. Pero queda Colombia siempre levantada en alto y dándole el pecho a la enfrenta. Jamás podremos decir que no es tiempo de guerrillas, yo no lo digo. Creo en las batallas que damos con las ideas, creo en el camino que mi patria adelanta tras los designios de nuestro comandante Chávez y se muy bien que cualquier revolucionario verdadero entiende que se deben respetar los parámetros de diferentes luchas.
Obama, el títere sonriente, desengavetó todos los secretos de las ciencias bélicas, abrió la terrible caja de Pandora, los espantos andan sueltos y toman posiciones para su arremetida final. La gran humanidad debe levantarse unida, presurosa, el futuro está en juego. Prefieren la destrucción de todos ante que su propia muerte y es un deber de todos acudir a escribir en las páginas de la historia, con todas nuestras fuerza de amor a la vida, de justicia, de igualdad para dar nuestra respuesta. Se debe crear la unión universal de los pueblos, debemos actuar antes de que sea tarde.
La casa grande, nuestro planeta, tiembla de indignidad. ¡Que se acabe la sorpresa y el espanto! Hay que salir a combatir, los guerreros de la luz y del amor, los soñadores de patrias, el espíritu de los libertadores que llevamos dentro deben desatar una respuesta global y acallar a este imperio hasta que termine de morir, debemos recoger nuestros morrales y ponernos las botas, hay que ir a combatir, llegó la hora de la batalla final.
Ha llegado la hora de la dignidad, el tiempo en que se desate el huracán definitivo que llame a las cosas por su nombre, que irrumpa con furia. La revolución es la lucha por la paz, sus soldados son soldados de la paz, en Venezuela o en Colombia, somos el mismo ejército en distintos campos de batalla, es indiferente mas allá del respeto a las condiciones en que uno u otro pueblo esta luchando.
Tu fusil y tu mando quedo en manos de otro combatiente y el sueño de libertad es el mismo.
Que Uribe chille histérico como lo hace porque en mi ciudad se te haga un justo homenaje en el glorioso barrio 23 de Enero, solo dice una cosa: somos el mismo pueblo en diferentes caminos. Las FARC siempre mantuvieron la ética revolucionaria en su visión del proceso revolucionario venezolano, hacia nuestro pueblo.
Por los caminos de rabia, por la sed de justicia y por el sueño libertario, comandante Cano y camaradas combatientes de las montañas de mi hermana republica de Colombia: un abrazo fraterno de camaradas, un compromiso de solidaridad y de unión en la misma lucha.

Con balas o con ideas:

Viviremos y Venceremos.

Raúl Bracho

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