domingo, enero 15, 2012

Peronismo y terrorismo



Votada en el senado, hecha la ley “contra el terrorismo” (a pedido del imperialismo yanqui), vamos a hacer un poco de historia.
En enero de 1974, tras el regreso de Perón a la Argentina, en su tercer mandato presidencial, éste pidió que se sancionara una ley antiterrorista, y que se endureciera el Código Penal. Ocho diputados de “la Tendencia” renunciaron a sus bancas en señal de oposición y protesta a la misma.
O, en realidad, no renunciaron: más bien “los renunciaron”, luego de que Perón, llegado de Puerta de Hierro para hacer de Bonaparte entre “la izquierda” juvenil de su movimiento y la derecha rancia de la burocracia sindical –además de los fenómenos de vanguardia obrera que se desarrollaban desde el Cordobazo, como el clasismo–, los fustigara duramente.
Acá está el video con lo que les dijo:





En ese grupo de renunciados/renunciantes estaba Carlos Kunkel, el mismo que hoy, más de treinta años después, vota en diputados la nueva ley y la reforma del Código Penal que tiene mismo tinte antiobrero y anti “conflicto social” de aquella (aunque distinta a la de hoy) época… al igual que sus compañeros jóvenes diputados de La Cámpora. Todos obedientes y alineados con CFK.
(Al menos, en esto son consecuentes con el nombre de su agrupación: “el Tío” tenía la obsecuencia como principal virtud…)
En su momento, el diario Noticias (dirigido por Miguel Bonasso, y donde estaba Horacio Verbitsky, hoy opositor a la nueva ley que hizo votar el cristinismo) informó de esto, y dio cuenta del discurso de su General, quien decía “exterminaremos a los extremistas uno por uno”.
Noticias la llamó “ley represiva”.
Como señalan Ruth Werner y Facundo Aguirre en su excelente trabajo Insurgencia obrera en la Argentina, 1969-1976, “con esta reforma [del Código Penal] se reforzó su carácter de herramienta a favor de la patronal y contra las luchas obreras y populares, incrementando las posibilidades represivas sobre activistas y militantes. A cuatro meses de sancionada ‘casi 40 trabajadores de las empresas Matarazzo y Gatic (…) fueron detenidos a raíz de la ocupación de sus fábricas, están siendo juzgados de acuerdo con el nuevo Código Penal y las condenas que se pretende imponerles oscilan entre 5 y 15 años de cárcel’. Los trabajadores de Matarazzo fueron acusados de usurpación y privación ilegítima de la libertad.
Pocos días después de sancionar esta reforma por expresa orden de Perón, fueron designados al frente de la Policía Federal, Alberto Villar y Luis Margaride (el primero, de destacada actuación en le represión al Viborazo; el segundo, en la represión a la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre)” (p. 98).
Y –oh casualidad– “El 30 de enero de 1974, la Triple A hizo su aparición mediática, enviando a la prensa su primera ‘lista negra’ (que incluía a Mario Roberto Santucho, Quieto, Nahuel Moreno, Raimundo Ongaro, Agustín Tosco, los abogados Silvio Frondizi, Mario Hernández y Gustavo Rocca, entre otros)” (ídem.). Mientras Perón fustigaba a la (otrora) “maravillosa juventud” que pedía/quería hacer “la patria socialista”, endurecía las leyes y dejaba correr el accionar parapolicial y paramilitar de La Triple A de su mano derecha, López Rega…

* * *

Desde ya que aquellos tiempos no son como los de ahora. Pero la nueva ley, tan defendida por operadores políticos como Aníbal Fernández (quien que, por ejemplo, fue responsable de la Masacre de Avellaneda en 2002, o del más reciente montaje político-jurídico-policial contra el Pollo Sobrero, un ferroviario del “sindicalismo de base”), y de contenidos tan generales que hizo que apoyos progresistas importantes del gobierno como Abuelas de Plaza de Mayo y el CELS de Verbitsky se opongan –y el juez Zafaroni la llamó “extorsión” de la GAFI–, apunta en la misma dirección que en los ‘70, cuando se desarrollaba aquel auge obrero.
Hoy, como hemos explicado innúmeras veces, las patronales se estremecen al pensar en la corriente del sindicalismo de izquierda, democrática en la organización de las bases, antiburocráticas y antipatronales, además de combativas. Saben que ahí están los embriones de oposición obrera a su explotación y fabulosas ganancias (y eso es lo que les produce… terror). Y es en función de combatir estos fenómenos que jueces, policías e “inteligencias” varias espían y atacan a los luchadores y luchadoras.
Por ello es que hoy hay más de 4.000 procesados y procesadas por luchar.
Con el desarrollo de la crisis económica internacional, más temprano que tarde se desarrollarán nuevos ataques contra los trabajadores y el pueblo, contando con todo el aparato del “Estado presente”, que está en manos de los políticos patronales.
Y ahora, cuentan con esta la nueva ley…
Como explica Myriam Bregman, del CeProDH y el PTS: “la comparo con lo que fue la reforma del año 74 que produjo (…) un enemigo (…) la ‘subversión’, se reforman varios artículos del Código Penal y a partir de allí los trabajadores de Matarazzo y otros trabajadores que estaban en huelga pasan a ser penados por, por ejemplo por ‘coacción agravada’, algo que es bastante habitual porque al día de hoy sigue siendo una figura que se utiliza para reprimir a los que luchan, casi exclusivamente (…). Nunca la verdadera finalidad está claramente expresada más cuando se trata de reformas tan brutales, tan retrógradas y represivas. Actualmente bajo el gobierno de CFK tenemos uno de los récords de procesamientos a delegados activistas (…). El hecho que se haya aprobado hace que tengamos que pelear por la nulidad de esta ley”.

Demian Paredes

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