lunes, enero 21, 2019

La historia del testamento de Lenin



El documento, prohibido en la URSS durante décadas, era considerado una “bomba contra Stalin”.

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Lenin. Su intensa vida política y la extensa obra que produjo a lo largo de su vida expresan la combinación explosiva que marcó su genio: la teoría marxista y la práctica política revolucionaria.
La de Lenin fue una larga enfermedad. Su salud comenzó a empeorar a fines de 1921 y el primer ataque lo sufrió un domingo de mayo de 1922 dejándolo paralizado y sin el uso del habla durante un tiempo. Si bien retomó brevemente la vida pública durante un tiempo en que su salud mejoró, nuevos ataques lo mantuvieron recluido en una residencia en las afueras de Moscú. Entre fines de diciembre de 1922 y comienzos de enero de 1923, dictó a sus secretarias (1) una serie de notas confidenciales. Se conoce al conjunto de estas notas como el testamento político de Lenin. Este documento tiene una importancia central no sólo porque plantea una serie de propuestas programáticas al conjunto del partido para frenar la creciente burocratización sino también porque propone destituir a Stalin de sus funciones a la vez que exalta las virtudes de Trotsky. El llamado testamento echaba por tierra el mito construido por numerosos escribas estalinistas, en los años siguientes, que presentaron a Stalin como el discípulo predilecto de Lenin; y convirtieron a éste, en un héroe cuasi-divino, recto, superior, desprovisto de cualquier rasgo humano. La recuperación del testamento se la debemos al trotskismo y del propio Trotsky que permitieron mantener la imagen viva de Lenin más humano, flexible, audaz y perspicaz pero sin perder la intransigencia que un revolucionario debe tener para hacerle frente a cada situación a la que deba enfrentarse.
El comienzo de la lucha por la sucesión comenzó con los primeros ataques de la enfermedad. El Buró Político, que sin Lenin tenía 6 miembros (2), vio nacer una facción (no tan secreta) que tenía como único propósito evitar que Trotsky gané la mayoría que le permitiera convertirse en el “heredero” de Lenin (3). La troika (tríada) estaba conformada por Zinóviev, Kámenev y Stalin. Claramente este último fue quién más provecho obtuvo de esta alianza. En los últimos meses de 1922, Stalin como Secretario General designó a muchos de sus hombres en puestos de poder en el aparato, controlando todos los movimientos del partido.
Lenin observaba con preocupación el creciente poder que Stalin iba acumulando y estaba dispuesto a dar un combate dentro del Comité Central en contra de estos métodos que estaban minando el camino del gobierno revolucionario ruso y del desarrollo de la revolución internacional. Su único aliado era Trotsky, a quien le propuso formar un bloque contra la troika y contra la creciente burocratización interna, a través de una serie de cartas confidenciales (4).
A medida que la salud de Lenin empeoraba, la política del Secretario General se volvía cada vez más agresiva y reaccionaria. En la reunión del Comité Central de noviembre de 1922, en el que ni Lenin ni Trotsky estuvieron presentes (ambos por enfermedad) se votó un cambio radical en el comercio exterior debilitando las bases del monopolio estatal en beneficio del sector privado. Los dos ausentes pusieron el grito en el cielo y Trotsky, en representación de Lenin, se encargó de defender la postura de ambos logrando que se retroceda con la medida en diciembre. Ese mismo mes, Lenin comenzó a dictar su “testamento”. Estaba destinado a ser leído en el XII Congreso del partido que se realizaría en abril de ese mismo año. Sin embargo no fue difundido, ¿Qué había en el testamento que tanto atemorizaba a la troika?

El testamento

El testamento de Lenin –que puede leerse en las Obras Selectas editadas por IPS-CEIP León Trotsky– está formado por una serie de cartas y notas dictadas por Lenin a sus dos secretarias entre el 23 de diciembre de 1922 y el 4 de enero de 1923. Son escritos cortos y sintéticos ya que contaba con unos pocos minutos al día para poder dictar sus ideas, por exigencias médicas. La tensión del revolucionario estaba centrada en tres aspectos: el problema de la dirección del partido, el rol del GOSPLAN y la cuestión acerca de las nacionalidades. Todos apuntaban directamente a Stalin.
Lenin va a proponer aumentar el número de miembros del Comité Central a 50 o, incluso, 100 miembros con la idea de incorporar a jóvenes obreros para que adquieran experiencia política y sumen su aporte para mejorar las pésimas condiciones en las que se hallaba el aparato del partido. Aclara que estos mismos jóvenes no tienen que provenir de estructuras del aparato sino “que tienen que estar cerca de los obreros simples y campesinos”. Afirmó la incapacidad de la Inspección Obrera y Campesina, órgano dirigido por Stalin encargado de controlar la burocracia y el mal manejo de las instituciones del Estado, y propone ligarlo a la Comisión de Control (5). Como dice el historiador y biógrafo de Lenin ésta era “la pieza maestra de su plan de reorganización del Comité Central y de toda la cima del organigrama del Partido”. También, frente a la polémica con respecto a una posible escisión en el partido por las diferencias entre Stalin y Trotsky, se inclina hacia el segundo destacándolo como el más capaz de entre los miembros del Comité Central aunque agrega que tiene una excesiva confianza en sí mismo y que se siente atraído por los asuntos administrativos de las cosas. Trotsky tomó estas palabras como lo que eran: una crítica política entre revolucionarios. Sin embargo cuando se refirió a Stalin alertó del inmenso poder que estaba acumulando y pone en duda que sepa utilizarlo prudentemente (Carta del 24/12/1922). Días más tarde, el 4 de enero, hace un agregado contundente, calificando a Stalin como grosero, defecto intolerable en las funciones de secretario general y agrega “propongo a los camaradas que reflexionen sobre el modo de desplazar a Stalin de ese cargo y de nombrar a otra persona que tenga sobre el camarada Stalin una sola ventaja: la de ser más tolerante, más leal, más cortés y más atento para con los camaradas, de un humor menos caprichoso, etc” (6).
El segundo punto que desarrolla en el documento es sobre el GOSPLAN (Comisión de Planificación del Estado). Nuevamente se ubica del lado de Trotsky y reconoce que es una “idea sana” mejorar sus capacidades. Para eso se debía incorporar a profesionales y especialistas que trabajen en común con la dirección del GOSPLAN. En la carta del 14 de diciembre de 1922 la secretaria de Lenin copia: “Pienso proponer al congreso que otorgue un carácter legislativo, en ciertas condiciones, a las decisiones de la Gosplan, accediendo en este punto al camarada Trotsky, en cierta medida y en determinadas condiciones”. Lenin veía la necesidad de profesionalizar esta tarea aumentando la competencia del órgano estatal.
Pero “la bomba contra Stalin” (así la llamarían sus secretarias) fue el último punto desarrollado en el Testamento. Se refieren al problema de las nacionalidades, del que Lenin se ocupó los días 30 y 31 de diciembre. Allí acusó directamente al aparato del partido de sostener los peores métodos del zarismo en Georgia (lugar de nacimiento de Stalin) en el que se había impuesto por la fuerza el Estado soviético y el centralismo burocrático (ya Trotsky había denunciado la política estalinista como brutal y contraria a los intereses del proletariado mundial). Apunta directamente al Comisario del Pueblo para las Nacionalidades –Stalin– encargado de establecer relaciones entre el gobierno y el resto de las pequeñas nacionalidades que fueron brutalmente oprimidas durante el zarismo. En la carta Lenin lo acusa de chovinista y social-nacionalista, planteando que tiene un problema de principios: cómo comprender el internacionalismo. Es la nación opresora (grande, en este caso Rusia) la que no sólo debe reducirse a observar la igualdad formal de las naciones oprimidas sino que tiene que luchar efectivamente por mejorar las condiciones de las pequeñas naciones y establecer lazos solidarios y democráticos en función de fortalecer la Unión de las Repúblicas Soviéticas, “quien no haya comprendido esto, no ha comprendido la posición verdaderamente proletaria frente al problema nacional, en el fondo sigue manteniendo el punto de vista pequeño burgues” (7). Dos meses más tarde, Lenin envía una carta a Stalin donde rompe relaciones personales con este si no se retracta de haber insultado a Krupskaia por teléfono (a fines de diciembre, aunque Lenin se entera recién en marzo de 1923) por haber permitido un intercambio de mensajes entre Lenin –en cama– y Trotsky. Si bien ciertas lecturas contemporáneas (y estalinistas) hablan de una ruptura personal para minimizar las diferencias, en Lenin no había aspectos personales escindidos de lo político. Sus últimos seis meses de vida los destinó a combatir el avance del burocratismo encarnado sobre todo en la figura de Stalin.
Un mes antes del Congreso de 1923, su enfermedad se agudizó y ya no podría volver a recuperarse. A pesar de la insistencia de Krupskaia luego de la muerte del revolucionario, el Testamento no se trato en el Congreso. Sólo fue leído el 22 de mayo de 1924 en una sesión especial del CC ampliado que incluía a los militantes más veteranos y fue recibido como una verdadera bomba (8).
Años más tarde cuando Zinóviev y Kámenev se sumaron a Trotsky en la Oposición Conjunta para derrotar políticamente a Stalin, la discusión acerca del testamento volvió a resurgir. Cuando se cumplían 10 años de la Revolución de Octubre, los militantes oposicionistas volantearon miles de copias del testamento entre las masas que habían salido a las calles festejar. El aparato de Stalin se movió rápidamente y reprimió y encarceló a quienes querían dar a conocer las últimas palabras de Lenin. El testamento fue dado a conocer en la URSS recién con la muerte de Stalin, en el XX Congreso de 1956 –el de la “desestalinización”– y luego publicado en la revista Kommunist ese mismo año.
El estalinismo transformó la imagen de Lenin en una deidad. Luego de su muerte se crearon miles de monumentos, se embalsamó su cuerpo y se inventó la leyenda oficial que el leninismo y el trotskismo se encontraban en veredas opuestas. Sin embargo, la lucha de Trotsky y de miles de militantes trotskistas, muchos de ellos condenados, deportados, exiliados y asesinados por el gobierno soviético de la década del 20 y del 30, permitieron mantener viva la imagen de un Lenin más humano, recuperando las mejores experiencias de la revolución de octubre y su inmenso legado teórico. Fue el trotskismo el que batalló incasablemente para recuperar ese Lenin y denunciar los métodos difamatorios, calumniadores y faccionales, tan comunes en el estalinismo.

Claudia Ferri

Notas

1. M. Volodicheva y L. Fotieva.
2. Trotsky, Bujarin, Zinóviev, Kámenev, Tomsky y Stalin.
3. Ver Deustcher, Isaac. El Profeta desarmado, p. 76.
4. Fragmentos de estas cartas pueden leerse en El profeta desarmado (Deustcher), Mi Vida (León trotsky) y El Último combate de Lenin (Moshe Lewin).
5. Ver León Trotsky, Lenin , Bs. As., Ediciones IPS-CEIP, 2009, p. 367.
6. Lenin, Obras Selectas, tomo II ed. IPS-CEIP, pp. 556-557.
7. Ibíd, p. 565.
8. Algunos historiadores como Broué o el mismo Deustcher se preguntan por qué Trotsky no luchó en ese momento para difundir el Testamento. Lo cierto es que Trotsky (y los médicos) confiaban en una pronta mejoría de Lenin y sus fuerzas estaban puestas en armar el famoso bloque. Trotsky sabía que se encontraba sólo en el Buró político y que luego de “la bomba” irían por él. Además, en momentos en que Lenin luchaba con la muerte, temía que fuera interpretado como una lucha para repartirse sus despojos (Ver León Trotsky, Lenin, ob. cit, p. 371).

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