martes, octubre 29, 2024

En la Argentina del hambre, los capitalistas de la alimentación y cerealeros multiplican sus ganancias


Entre las privaciones de la era Milei ya se encuentran el guiso y el mate cocido.

 La caída de los ingresos impide al acceso a la alimentación. Un ejemplo ilustrativo de cómo el gobierno de Milei se ocupa de transferir ingresos desde el bolsillo popular hacia el de los capitalistas es que, mientras cae el consumo de alimentos, las empresas alimentarias y las agroexportadoras embolsan ganancias récord.
 Un estudio elaborado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Fundación Rosa Luxemburgo y el Programa de Estudios Regionales y Territoriales (IGEO-UBA), titulado “rascar la olla”, reveló que la pérdida de poder de compra de las familias trabajadoras las priva hasta del plato de guiso y la taza de mate cocido.
 Según el informe, en julio 2024, una jubilación mínima o un salario mínimo alcanzaba para preparar 118 porciones menos de guiso que en noviembre 2023. Y 54 porciones menos en el caso de la Tarjeta Alimentar. De conjunto, el consumo de alimentos se redujo, en promedio, un 16% en supermercados y un 11% en autoservicios mayoristas durante ese período. 
 Incluso la posibilidad de merendar mate cocido con leche acompañado de un pedazo de pan está puesta en cuestión bajo este gobierno. En julio 2024, el monto de la Tarjeta Alimentar alcanzaba para un 27% menos de tazas que en noviembre 2023. Como si provocar semejante carestía no fuera suficiente, Milei decide robarles la comida a los comedores populares, haciendo que los sectores más vulnerables tampoco tengan acceso al mate cocido y a los guisos que se cocinan en las ollas comunitarias. 
 Pero solo la población trabajadora se vio perjudicada con el golpe devaluatorio de diciembre, los aumentos salariales a la baja, el ajuste a las jubilaciones y la asistencia social y la desregulación de precios. En cambio, esas mismas políticas gubernamentales proporcionaron enormes beneficios para los capitalistas. Sin ir más lejos, en el período mencionado, las ganancias de las empresas alimentarias crecieron 1.300% y la del complejo agroexportador 4.900%.
 Así las cosas, un puñado de monopolios amasó fortunas a costa del hambre del pueblo. Los mismos que, además, son los autores de la fuga de divisas que desangra al Banco Central mediante la subfacturación de exportaciones, la liquidación al dólar blend y la retención de la cosecha en reclamo de una nueva devaluación, que, dicho sea de paso, volvería a erosionar los ingresos populares. 
 Un gobierno que impide el acceso de las mayorías a la alimentación más elemental mientras enriquece a los poderosos se tiene que ir cuanto antes. La lucha por echarlo condensa los reclamos más sentidos de los trabajadores, como el aumento de salarios y jubilaciones, la asistencia alimentaria y el trabajo genuino.

Sofía Hart

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