domingo, noviembre 20, 2011

Sesé no estuvo ni en Salamanca ni en Berlín


Es bastante probable que, exceptuando lo estudiosos, muy poca gente tiene noticias de Antoni Sesé i Artaso, militante del PSUC muerto el 5 de mayo de 1937, y cuyo caso ha sido comparado con el de Andreu Nin
Sesé era un obrero calefactor, sindicalista que comenzó sus actividades como tantos otros obreros en la CNT. Muy poco conocido en los medios cenetistas, su nombre aparece en un carta de cariz anarquista escrita desde la Modelo, y que venía presidida por el más conocidos Salvador Cornill. Según consta en el Diccionari biogràfic del moviment obrer als països catalanas (Universitat de Barcelona/Abadia de Montserrat, 2000). Apareció publicada a La Protesta de Buenos Aires el 29 de marzo 1925, y también en la “Solidaridad Proletaria”, periódico anarquista de Bar­celona”. Sin embargo, por aquella época Sesé inició su aproximación hacia la Fede­ración Catalana-balear del Partido Comunista de España, que animaba la “tercera tendencia” de la CNT desde criterios sindicalistas revolucionarios, y que estaba animado muy principalmente por Joaquín Maurín. Sesé fue también uno de los cofundadores del Bloque Obrero y Campesino. Como “bloquista” fue detenido el 23 de octubre de 1930 junto con Lluís Companys y otros opositores a la dictadura de Primo de Rivera.
Su nombre figura entre una carta dirigida al General de División de Cataluña, Eduardo López Ochoa, en la que se “exigía la disolución de la Guardia Civil, y a su lado se encuentran nombres como los del comunista y nacionalista catalán, Jordi Arquer, el mismo que sustituiría a Nin en la secretaría del POUM, el periodista trotskista Narcís Molins i Fábrega, y los también bloquistas Ángel Estivill y Jaume Miravitlles
Su afiliación al BOC se prolonga hasta finales de 1931, cuando el BOC rompió de hecho sus relaciones con el Komintern y la URSS, por haberse mostrado favorable a l PCE y a la Tercera Internacional en plena época de la política de “socialfascismo” y de frente único por abajo en contra de las direcciones traidoras. Anteriormente, Sesé había sido, junto con Hilari Arlandis, un reconocido defensor de la expulsión de Andreu Nin y del pequeño grupo ligado a Trotsky. Curiosamente, antes de dejar el BOC, en abril de 1931 se había presentado como candidato de este partido en las elecciones municipales de Barcelona. En los años siguientes, Antonio Sesé fue conocido como uno de los animadores de nueva federación catalana del PCE junto con José del Barrio, Ramón Casanellas que había regresado de la URSS e Hilario Arlandis, que había acompañado a Nin y a Maurín en la famosa delegación de la CNT de cara a la creación de la Internacional Sindical Roja. En 1934 será representante del PCC en el comité catalán de la Alianza Obrera, tomando parte en los acontecimientos sin diferencias aparentes con los otros componentes, sobre todo el BOC que fue el principal artífice de esta propuesta de unidad obrera contra el fascismo bajo el criterio de “!Mejor Viena que en Berlín”, o sea mejor una iniciativa proletaria que esperar el degüello. En abril de 1935 renuncia a la secretaria del PCC después de que una fracción liderada por Pere Ardiaca maniobrara en su contra.
En 1936, Sesé se íntegra al PSUC, aunque se sabe que había mantenido sus reticencias a la unificación con los socialdemócratas de la Unión Socialista de Cataluña (que acabó rechazando la Alianza Obrera para mantener su alianza con ERC) y con los nacionalistas del Partit Catalá Proletari, que sí estuvo en las barricadas. Por entonces fue nombrado se­cretario general de la UGT de Catalunya, aunque luego fue sustituido por su camarada José del Barrio, con el que tendrá sus diferencias de tipo personal. Se cuenta que Sesé propuso a García Oliver la formación de un contrapoder al del gobierno presidido por Companys con el argumento de que había que garantizar las conquistas revolucionarias logradas en las jornadas de julio. El acuerdo se concretó en la formación del Comité Central de Milicias Antifascistas.
Sin embargo, esta entente inicial no duraría mucho tiempo. Así, al mes siguiente, Sesé fue elegido representante de la UGT, parti­cipa como tal en la constitución del comité de enlace de les organizaciones obrera que, finalmente, acabó siendo uno de los elementos determinantes de la situado de crisis abierta entre la CNT y la UGT en marzo de 1937. Su posición quedó fijada en un comunicado publicado en el diario del PSUC, a Treball el 15 de abril. Sesé defendía la creación de un nuevo gobierno con un programa que comprometiera a todos en un reparto de consejerías, así como la formación de una consejería de Industrias de guerra bajo la responsabilidad de la UGT. En los días que anteceden a su muerte, los conflictos entre ambas centrales obreras se agudiza, sobre todo cuando Sesé realizó duras acusaciones contra la CNT en discurso dado desde Price el 8 de abril; estas tensiones estuvieron detrás del hecho insólito de que no se celebrara la tradicional fiesta del Primero de Mayo. Durante los acontecimientos de mayo de 1937, Sesé fue designado “conseller” sin cartera del gobierno de la Generalitat. Justamente, murió cuando se dirigía a tomar posición…
Según Ángel Viñas: “Todavía hoy no se sabe por quien. Los comunistas los atribuyeron a ^provocadores trotskistas´ pero por el lado anarquista se ha argüido que la bala procedía de una barricada del PSUC. Eran tiempos turbios y en ellos hacían su agosto gente de toda laya” (El escudo de la República, p. 513). Otros autores no descartan que fuese una “bala perdida”, pero Ferran Gallego afirma de manera tajante, y en una entrevista aparecida en El Viejo Topo asegura que “fue asesinado a manos de francotiradores de la FAI”, situando el hecho como de una situación de conflicto en la que cayeron por igual víctimas de un lado y otro…
Dando un paso más allá, Manuel N. Navarrete, en un artículo, titulado modestamente Mayo del 37 no existe (www.insurgente.org/index), escribe “Efectivamente, el asesinato de Nin por parte de los comunistas fue un acto despreciable, pero no más que el asesinato de Antonio Sesé, dirigente del PSUC y secretario general de la UGT, por parte de los anarquistas, como narra Fernando Hernández Sánchez…”
No sé como Navarrete ha leído a Hernández Sánchez que dice más prudentemente: “El de Nin no fue el único caso de muerte violenta en aquellos trágicos días. Aunque es más escandaloso, por las circunstancias que lo rodearon y lo emblemático de la víctima, la reseca de los hechos de mayo dejó un reguero de sangre entre organizaciones durante semanas –y hasta meses- posteriores” (Guerra o revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil, Ed. Crítica, Barcelona, pg. 225).
Es decir, Hernández Sánchez establece una matización aunque un tanto abstracta, la de “las circunstancias que lo rodearon y lo emblemático de la víctima. Sesé no fue acusado de liderar la Quinta Columna, ni de celebrar reuniones con Franco, no fue raptado, vejado y torturado para que confesara como habían hecho Zinoviev y tantos otros. No fue una víctima emblemática, su historial es la de un militante obrero que consigue una cierta distinción, pero nada más. No sirve para echar dos litros de agua a un cuarto de vino.
En un caso y en otro llama la atención esta voluntad e equidistancia, mezclando a personajes claves en la historia social, con un currículo de militancia y de obra considerable como lo fueron Camillo Berneri, Kurt Landau, con Sesé o con Leon Narwicz, probado agente estalinista infiltrado en el POUM en un momento en el que desde la prensa estalinista y afín se clama por su exterminio…Y si alguien tiene alguna duda que consulte “Frente Rojo” de Valencia que dirigía César Falcón desde Valencia.
Sobre toda esta cuestión me remito inmodestamente a mi libro, Un ramo de rosas rojas y una foto (Laertes, Barcelona, 2009), y por supuesto, al de Pelai Pagès, Andreu nin. Una vida al servicio de la clase obrera (Laertes, Barcelona, 2003).

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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