martes, febrero 14, 2012

Los 42 rostros del maquis


El fotógrafo Juan Plasencia expone “El legado de la guerrilla” (1942-1952) en la Universitat de València

No existe la neutralidad. No se puede dejar de tomar partido. Elegir una realidad supone visibilizarla. De ahí que, en plena batalla por la recuperación de la memoria histórica, la exposición “El legado de la guerrilla” (1942-1952), que permanecerá en la Universitat de València hasta el 18 de marzo, cobre una fuerza especial. Son 42 retratos de guerrilleros españoles, a cargo del fotógrafo Juan Plasencia, en los que se condensa la memoria de años de lucha en la montaña contra la dictadura franquista.
Organizada por la Universitat de València, el Ateneo Republicano de Paterna, la Plataforma Burjassot per la III República y el Ministerio de la Presidencia, la muestra rinde homenaje a las agrupaciones guerrilleras, popularmente conocidas como el maquis. Sus enlaces, puntos de apoyo, guerrilleros y familiares directos. Juan Plasencia ha recorrido miles de kilómetros para fotografiar a los ancianos militantes en sus casas, en sesiones de más de una hora, para las que preparaba una escenografía con fondo oscuro, y a continuación tomaba las instantáneas. El resultado, espléndidos retratos de unos rostros curtidos por la vida, y el brillo en la mirada de la tenaz resistencia.
El fotógrafo se remonta al pasado para extraer un mensaje enganchado a la actualidad. Para ello, trata de subrayar los valores que movían a los guerrilleros: “El esfuerzo diario por el bien común y darlo todo por los demás; es éste el verdadero trasfondo de la exposición; los personajes de la muestra se sacrificaron en vida hasta el extremo, y esto es lo que me interesa rescatar”, afirma. Plasencia se mantiene así en la posición comprometida que había manifestado en trabajos anteriores, como “La sal de la tierra” (1995), sobre cuestiones ambientales; “Reantalmire” (2008), donde se destacan los valores positivos de inmigración; “Inkarri” (2000) y “Paikinki” (2005), con indígenas peruanos.
Uno de los grandes méritos de la obra, que se expone al público por tercera vez, es el trabajo de síntesis realizado por el autor: por primera vez se reúnen instantáneas de guerrilleros de las diferentes agrupaciones, hoy todos vivos menos cuatro. Fotografiados en sus hogares. A ellos se les debe un homenaje porque, según Óscar Navarro, comisario de la exposición, “no fueron –al contrario de lo que decía el franquismo- unos bandoleros echados al monte, sino una serie de luchadores y luchadoras que lo abandonaron todo menos la voluntad, las convicciones y la esperanza en el restablecimiento del orden elegido por el pueblo: la República y sus libertades”.
Por eso tiene un lugar estos días en la Sala Oberta del Centre Cultural La Nau, el retrato de Francisco Molina Delgado, nacido en 1932 en Cofrentes (Valencia). Su masía en El Oroque de Cofrentes fue, entre 1948 y 1952, el punto de apoyo más seguro de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón. La masía acogió a la joven guerrillera Angelita Martínez García (“Blanca”), abasteció las unidades de “Chaval” y sirvió como centro de coordinación de las salidas hacia Francia en 1951 y 1952. Detenidos y torturados sus propietarios ese año, la familia Molina y su casa han quedado como un hito indeleble en la memoria de los maquis.
Otro personaje al que la muestra rinde tributo es Teresa Dolz, nacida en Nogueruelas (Teruel), en 1930. La masía en la que Teresa residía (“Río Quílez”) se convirtió en uno de los centros de apoyo primordiales para la guerrilla desde 1946. Por eso la represión franquista se cebó con su mesonero, a quien aplicó la “Ley de fugas” en 1947 junto con otras 8 personas. Pero, a pesar de todo, la casa resistió en sus funciones de apoyo al maquis: el jefe del 17º sector, Germán Amorrortu (“Manso”) pasaría allí una temporada recuperándose de unas heridas de bala.
La fotografía de Bienvenido Manuel Tejero, nacido en Salar (Granada) en 1930, evoca cómo, a raíz del fusilamiento de 24 personas en su pueblo natal en 1936, germinó en él la necesidad de lucha contra la injusticia. Por eso, a los 17 años entró en contacto con la Agrupación Guerrillera de Granada-Málaga. Durante cuatro años operó como enlace de guerrilleros y después pasó a actuar en el maquis. En 1951 fue detenido y condenado a 11 años de prisión, donde permaneció hasta 1962.
El retrato de Remedios Monteros Martínez “Celia” es asimismo un homenaje póstumo, ya que esta mujer de sangre guerrillera falleció hace dos años en Valencia. En su familia bebió los humores de la rebeldía: su padre, Eustaquio Montero (“Ricardo”) y dos de sus hermanos, Herminio (“Argelio”) y Fernando (“Luis”), también combatieron en la montaña. “Celia” participó en la guerrilla desde diciembre de 1949 hasta junio de 1951. Fue detenida en el servicio de pasos del PCE a Burgos, en 1952. Tras pasar ocho años en la cárcel, se exilió y en Praga contrajo matrimonio con el jefe guerrillero Florián García Velasco “Grande”. Muerto el dictador, en 1978 regresaron a España.
Para evitar una detención segura, Esperanza Martínez García “Sole” se marcha a la montaña en diciembre de 1949, acompañada de buena parte de su familia y algunos amigos. Antes, había realizado trabajos como punto de enlace en su aldea natal, Atalaya (Cuenca). La fotografía de esta hija, hermana y cuñada de guerrilleros quintaesencia quince años de prisión, de aislamiento forzoso tras su detención en un servicio de pasos en Burgos. Al salir de la cárcel dedica su vida a un objetivo: la reivindicación de la memoria, justicia y dignidad de las víctimas del franquismo.
Todos estos rostros, hasta los 42 que componen la muestra, son el vívido recuerdo de hombres y mujeres que se entregaron en cuerpo y alma a la defensa del orden republicano. Hombres y mujeres de hondas raíces éticas y capacidad de sacrificio fuera de lo común. Que demuestran cómo, parafraseando a Antonio Machado, puede perderse una guerra pero, humanamente, tal vez haberla ganado.

Enric Llopis

No hay comentarios.: