sábado, febrero 25, 2012

¿Ramón Mercader ídolo de las Juventudes Comunistas sevillanas?



Es la noticia más anticomunista que me haya llegado en los últimos tiempos. No es posible poner una vela a Ramón Mercader sin despreciar la verdad, la cultura y los ideales socialistas….
Hará aproximadamente una década, que alguien me contó como en medio de una masiva manifestación organizada por el foro social de Sevilla, había una pancarta en la que se hacia profesión de fe de “lucha contra el trotskismo” como agente del imperialismo. Para encontrar algo similar habría que viajar en el túnel del tiempo hasta los procesos de Moscú, y a las soflamas del fiscal Vishinski, casualmente el fiscal menchevique que había firmado la orden de captura de Lenin allá por agosto de 1917. Recuerdo que el siniestro detalle me trajo a la memoria otra pancarta fantasmagórica. La de un señor que en las manifestaciones barcelonesas solía blandir una de gran tamaña y en que con una cita del Apocalipsis de San Juan nos advertía sobre la próxima llegada del fin de los tiempos. Cosas de la fe.
Ulteriormente, con ocasión de algunos pasajes por Sevilla, por ejemplo para conmemorar el 75 aniversario de la revolución asturiana de Octubre, mis jóvenes camaradas me ofrecieron una pista que me traía a la memoria la diosa pancarta contra el “trotskismo” en una manifestación porque otro mundo era posible. Resultaba que había al menos un sector de las Juventudes Comunistas de la ciudad que, al tiempo que formaban parte del tinglado institucional municipal a través de IU, eran dados al relucir unos referentes estalinianos en los que resultaba ostensible la existencia de una fobia antitrotskista. Está claro que detrás debía de haber uno o varios “cuadros” que seguían creyendo que Trotsky se reunía con Hitler, lo mismo que Andreu Nin lo hacía con Franco.
Se trataba de un capítulo perturbador sobre el que difícilmente se podía plantear un debate ya que tales “pensamientos” debía de mantenerse en ámbar, ajeno a los tiempos, a las lecturas, a películas como “Asaltar los cielos”, a todo lo que fuese la fe del carbonero de sus mentores. Pero, más tarde o más temprano esto tenía que salir, demos gracias a quien sea que haya sido la izquierda, concretamente el economista Juan Torres López (Frustrante Izquierda Unida), al que uno lee con la atención que merece para estar al tanto de lo se cuece en un terreno tan inhóspito como la economía. El escándalo ha saltado a Internet, a mí me ha llegado a través del colega Salvador López-Arnal titulada Matices a unas críticas sobre Izquierda Unida y la frustración…
He podido leer informaciones como esta “A estos atolondrados jóvenes no se les ha ocurrido otra cosa que crear un supuesto club de alpinismo con el nombre de Ramón Mercader y cuyo lema es "clavando fuerte desde 1940" (como sabréis, Ramón Mercader fue el elemento contrarrevolucionario que por orden de Stalin asesinó a Trotsky en 1940 clavándole un piolet en la cabeza). Pues bien, no contentos con eso, se dedican también a vender camisetas del citado club y otras con la efigie del asesino de Trotsky en la que se puede leer la palabra "piolet", entre otras lindezas (la camiseta apologética del nefasto régimen albanés de Enver Hoxha no tiene desperdicio...). Aunque resulta sintomático el hecho de que en el catálogo de camisetas se hallen al menos dos que atacan al trotskismo y ninguna que haga lo propio con el fascismo.”
Según parece, también hay unos cuantos “graciosos” en Asturias, lo grave es que esto lo hagan en el marco de una organización como el PCE.
También he podido comprobar que estos muchachos tienen al menos un mentor, alguien que no solamente hace reuniones para impartir verdad y doctrina revelada por stalin sino que también parece que se atreve a entrar en la discusión. Se trata de Javier Parra, concejal de IU, que en su respuesta ha abierto la caja de los improperios contra Juan (Juan Torres López, un lastre para Izquierda Unida), artículos aparecido en la Web de las Juventudes comunistas de Andalucía
No voy a entrar en su trato con Juan Torres, un trato de desprecio, denigratorio como no podía ser menos, y por lo tanto, no voy a entrar a sus delirantes referencias al dilema entre reforma o revolución (sic) o a Robespierre (re-sic), sobre todo porque mi coeficiente no me permite entender que tiene que ver estas cosas con el despliegue del piolet. Me voy a limitar a la historia de Ramón Mercader, concretamente cuando el tal Parra escribe refiriéndose a Torres y a otros que “consideran que el asesinato de Trotsky fue una aberración a todas luces condenable e indefendible bajo ninguno de los puntos de vista. Uno puede estar a favor de esa afirmación o en contra. Pero la pregunta es ¿fueron mas aberrantes o menos los fusilamientos de los desertores por orden expresa de Trotsky durante la guerra civil? ¿Y cuando en 1918 ordenó crear campos de concentración para sospechosos y para oficiales traidores?”
Lo primero que llama la atención es la hipocresía: “Uno puede estar a favor de esa afirmación o en contra.”, cuando lo que se trata es de una actuación de exaltación al asesino que ni tan siquiera pudo ser enterrado con su propio nombre. Lo segundo, lo descabellado de la amalgama. León Trotsky se mostró ciertamente despiadado en el curso de una guerra civil de vida o muerte de la revolución; la deserción podía causar auténticos desastres, y por lo tanto actuó en la guerra como en la guerra. También lo hizo Lenin, y muchas de sus notas fueron en este sentido. Son las que ahora se utilizan en su contra, para decir que Stalin ya estaba representado. Se puede debatir obviamente sobre la licitud de tales medios, pero lo que no se puede hacer caso omiso sobre el contexto. Trotsky como los bolcheviques habían sido testigos de la “Gran Guerra”, el propio Trotsky escribió unos reportajes escalofriantes sobre la guerra en los Balcanes. Pero…
¿Qué tiene que ver eso con el crimen de Coyoacán? Es evidente que Javier Parra no ha leído nada que pueda desmentir su singular obsesión por un asesino que ensució la historia del socialismo. Ramón Mercader fue en principio un joven idealista cooptado por la GPU, y por lo tanto, acabó convertido en un asesino sin escrúpulos. Cuando lo cogieron solo dijo una verdad, ¡Tienen a mi madre¡ Para cumplir su misión no se detuvo en medios, y todo para qué, para asesinar al que había sido con Lenin cabeza de 1917 y el creador del Ejército Rojo (bueno Parra ni tan siquiera lee a Stalin para el que Trotsky fue un traidor siempre). En aquel momento, era un hombre enfermo, destruido por todos los fantasmas de amigos y familiares con el cráneo agujereado, alguien que tenía una pluma, una historia y unos cuantos centenares de seguidores en todo el mundo. Todavía quedan mentalidades de inquisidores que4 se atreven a escribir con total desprecio de la verdad cosas como esta: “Trotsky fue asesinado en un momento muy oportuno, que fue aprovechado por la prensa occidental para seguir culpando a Stalin de todos los males existentes, la vieja historia de siempre”
En una ocasión, alguien que dijo ser un obrero escribió en los comentarios de un artículo mío en Kaos que él no creería nada sobre los crímenes de Stalin aunque les enseñaran los muertos. Con esa grandeza de miras, no hay nada que hablar. De nada sirven las montañas de testimonios, investigaciones, ni tan siquiera el desastre final. La caída del “socialismo real” sin que ni tan siquiera se pueda citar una huelga en su defensa, eso por no hablar de la descomposición de partidos comunistas como el italiano que junto con el agua sucia del estalinismo tiraron también al niño que había dentro.
Juan Torres y Salvador López-Arnal tienen toda razón del mundo cuando insertan el deliro de las juventudes comunistas (¿se puede ser comunista en la ignorancia más crasa y en el desprecio de lo que se ignora?), como una de las muchas patologías de IU en general y del PCE en particular. Mal lo tenemos sin una formación política que produce congresos de estudiosos serios como hace el FIM, permite que la sombra de Stalin se siga proyectando impunemente en cualquiera de sus formaciones. Parece como si se tratara de congeniar pragmáticamente referentes diferentes, sin medir el alcance de su significado. Sin asumir con todas las consecuencias algo tan necesario como el pan nuestro de cada día, a saber, que no se puede hablar de socialismo y de libertad sin condenar todos los horrores perpetrados por estalinismo en la URSS, China, Camboya o Rumania, en cualquier parte.
No tengo que decir que ese ajuste de cuentas se tiene que hacer desde el análisis serio, y por lo tanto en una dirección opuesta a la del anticomunismo labrado desde el “Libro Negro” o de obras como la de François Furet (El pasado de una ilusión), curiosamente, obras de antiguos estalinistas arrepentidos.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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