miércoles, agosto 15, 2012

Un Partido entre José Martí y Fidel Castro



Heredero/continuador del Partido Revolucionario Cubano y segmento orgánico del actual Partido Comunista de Cuba, exhibió un invariable combate a la injusticia y un elevado grado de desprendimiento personal —en especial Blas Roca
La frustración del pensamiento martiano era realidad viviente en la década del veinte del siglo pasado cubano: la opresión a las masas populares se develaba constante y el imperialismo Norteamericano se enseñoreaba a lo largo y ancho del país. Si bien es cierto que la clase obrera en la Isla iba poseyendo su incremento numérico como factor de triunfo, también lo es que necesitaba estar unidad por la asociación y guiada por el saber —a tono con Carlos Marx.
En tal escenario se fue organizando el movimiento comunista cubano cuyo fruto principal es la realización del congreso que dejó constituido el primer Partido Comunista de Cuba (PCC), el 16 de agosto de 1925, con el liderazgo del veterano Carlos Baliño y el pujante revolucionario Julio Antonio Mella —con justicia, de él se dijo que fue quien más hizo por la Revolución en nuestro país en menos tiempo.
La Historia registra que Carlos Baliño cuenta como uno de los fundadores del Partido Revolucionario Cubano (PRC) creado por José Martí en 1892. Del experimentado revolucionario, manifestó el Apóstol de la Libertad e Independencia de Cuba: es “pluma y lengua de oro”, “un cubano que padece con alma hermosa por las penas de la humanidad, y solo podría pecar por la impaciencia de redimirlas”.
Igualmente, en la trayectoria de ese Partido Comunista consta su decisión de llevar adelante la Revolución de Liberación Nacional como antesala de la Socialista, a tono con sus posibilidades objetivas y subjetivas. Así, estuvo al frente del movimiento revolucionario hasta la siguiente década del treinta, con destaque del líder Rubén Martínez Villena. En lo sucesivo, con altas y bajas, se enroló en múltiples manifestaciones a favor de los trabajadores y pueblo en general, con la conducción de Blas Roca.
Me atrevo a decir que desde entonces, no hubo un solo lance en la encarnizada lucha de clases en Cuba en que no estuviera presente el Partido en cuestión.
Como he señalado en otra ocasión, a pesar del anticomunismo reinante en aquellos años, esa organización partidista —tras un complejo proceso, optó por el nombre de Partido Socialista Popular (PSP)— no vaciló en denunciar el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y la dictadura que de allí se derivó, si bien en un primer momento no aquilató en su justa medida la trascendencia de las acciones que encabezó Fidel Castro el 26 de julio del año siguiente.
No obstante, sí denunció las atrocidades de la tiranía de Fulgencio Batista contra esas acciones, entre otras actividades, y se acercó al Movimiento Revolucionario liderado por el propio Fidel (MR 26-7) en noviembre de 1956, en México, con el objetivo de retardar la casi inminente expedición armada que tenía concebida la nueva agrupación político-revolucionaria en aras de que en Cuba hubiera mejores condiciones para lo que pasó a la Historia como Desembarco del Granma, si coincidía con las proyectadas huelgas del sector azucarero previstas por el Partido para principio del siguiente año.
Así, careció de casualidad el paulatino incremento de las relaciones entre el MR 26-7 y PSP. Particularmente, después del Gran Enero de 1959 se hizo frecuente el contacto en torno a las medidas a implantar para el mejor desarrollo de la Revolución Cubana, y ello constituyó el preámbulo para que el 16 de agosto del siguiente año, en su VIII Asamblea el Partido exhibiera entre sus invitados más significativos a militantes del citado Movimiento y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR 13-M).
Un momento decisivo se encuentra en el Pleno del Comité Nacional del PSP efectuado el 24 de junio de 1961, concebido para examinar lo relacionado con la creación de una sola organización partidista, ocasión para la cual fueron invitados los dirigentes principales del 26-7 y Directorio, continuando lo acontecido al respecto en la mencionada VIII Asamblea.
La médula del sentir de la unánime aprobación por ese pleno de la resolución acerca de la creación de un partido unido se puede hallar en el documento del PSP que al respecto escribió Blas Roca, donde se lee:
“Fidel es ya el más alto dirigente socialista y obrero cubano.
“Nosotros, viejos militantes del socialismo en nuestro país, proclamamos la dirección de Fidel Castro y tenemos plena confianza en que nos conducirá con acierto y que se desarrollará aún más [...]
“Con las fuerzas revolucionarias integradas, con el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana (sic), bajo la dirección de Fidel, nosotros entramos a cumplir las complejas tareas del período de transición, del período de construcción del socialismo”.
He aquí grosso modo el quehacer militante del heredero/continuador del Partido Revolucionario Cubano y segmento orgánico del actual Partido Comunista de Cuba.

Noel Manzanares Blanco

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